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Los disturbios en la Universidad del Cuzco en 1907 y 1908
Letras con apenas diecisiete alumnos. Entre los catedráticos iniciales estuvieron el P. Pedro Martínez, Carlos Arenas Loayza, Raymundo Morales de la Torre, Víctor González Olaechea, Jorge Velaochaga, Luis Bullen Pardo, el P. Chessman Salinas de la orden de San Francisco y otros. Hubo algunas personas, tenidas por muy católicas, que se negaron a enseñar en aquella difícil primera época. El problema económico de la flamante Universidad fue también muy angustioso y, a lo largo de los años, no han sido muy munificentes con ella las altas clases sociales y económicas del país, salvo aisladas y notables excepciones. Por encima de todas las dificultades brillaron, sin embargo, la fe y la constancia del P. Dintilhac, rector de la Universidad durante catorce años.
Hubo quienes afirmaron enfáticamente que las instituciones de educación superior debían ser dependencias naturales del Estado con el fin de proveerlo de hombres y ciudadanos capaces de realizar el bien público; que erigir una de carácter confesional y privado constituía un inútil dispendio de tiempo y de esfuerzo, una ruptura de la unidad espiritual de las clases de élite, un anacronismo al pretender exhumar los “estudios generales” para la hegemonía de la Iglesia.
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También manifestaron su temor ante la exacerbación de odiosidades y conflictos que ahondaran los elementos desintegrados de la nacionalidad y ante la división de clases por la preferencia que, según se afirmó, los hijos de las familias adineradas tendrían por la entidad erigida en la Plaza Francia.
Estos críticos no tuvieron razón. El régimen de la autonomía ya había independizado a la universidad laica del Estado; no existían entre ellos vínculos profundos aparte de los de orden económico. Democráticamente no se podía negar la libertad o el derecho a la legítima competencia en este campo. La superproducción de egresados de los colegios secundarios (en vísperas entonces de convertirse en un gran problema nacional) iba a hacer inevitable la proliferación de centros académicos. Las interrogantes acerca de la orientación doctrinaria de la enseñanza son muy complejos y necesitan dilucidarse en cada caso. Hay muchos países con universidades católicas sin que ellas hayan creado el caos o la anarquía espirituales. La cultura occidental tiene, al fin y al cabo, entre sus raíces fundamentales, la tradición cristiana. La unidad espiritual entre todos los bachilleres y todos los doctores que tanto se ansiaba conseguir, puede perderse también en la desorientación. Quienes defendían la universidad única para evitar separatismos sociales nada decían o hacían ante las diferencias surgidas en las escuelas primarias y en los colegios secundarios, sometidos cada vez más a la ley de la oferta y la demanda, que los divide en planteles caros, medianos y baratos; y olvidaban que había de hecho y legalmente universidades de provincias, convertidas en “proletarias” frente a la de San Marcos. No existía precepto de la Constitución o de las leyes que negara a los católicos que quisieran, la oportunidad de educarse como tales y a quienes, siendo agnósticos o indiferentes, los acompañasen si lo creían más conveniente desde el punto de vista de sus estudios o investigaciones. La primacía de San Marcos debe fundarse no en un odioso monopolio sino en la calidad de los aportes que haga al país y a la humanidad.
Por lo demás la Universidad Católica ha cumplido y sigue cumpliendo con creciente eficacia, aunque a veces sin relación con su origen doctrinario, una importante obra nacional, académica, cultural y científica.
[ XII ] loS dIStuRBIoS en la unIVeRSIdad del cuZco en 1907 Y 1908.- Un grupo de
alumnos de la Universidad del Cuzco se dirigió al Ministerio de Instrucción en 1907 y 1908 para pedir, en vista de que ellos no habían sido atendidos por el Consejo Universitario, lo siguiente: renovación por concurso de todas las cátedras debiéndolas regentar doctores; libertad absoluta de doctrinas; prescripción obligatoria para que todos los catedráticos dictaran los cursos conforme a los programas que debían publicar a principios de año; admisión de las solicitudes (…) la universidad católica Ha cuMplido y siGue cuMpliendo con creciente eFicacia, aunQue a veces sin relación con su oriGen doctrinario, una iMportante obra nacional, acadÉMica, cultural y cientíFica.