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El Estatuto de 1928

Unidos e Inglaterra Conocía una amplia bibliografía sobre el tema, especialmente de origen estadounidense(1) .

Estos antecedentes explican los planteamientos por él hechos. Uno de ellos se refería a la necesidad de establecer el nexo entre la escuela secundaria y la universidad a través de la Escuela de Cultura General con el propósito de ampliar la cultura liberal, desenvolver el carácter y estimulae el poder intelectual. Sobre ella debía estar la Escuela de Altos Estudios que no era dable mantener en posición subordinada, débil o sin importancia. Completaban la institución la Escuela de Ciencias Aplicadas y las tradicionales escuelas o facultades de Teología, Leyes y Medicina. Pero la unidad o célula estructural de la organización universitaria había que ubicarla en la sección, departamento o instituto de especialización, ligado a laboratorios, museos y bibliotecas. Tello concedía, además, importancia decisiva al sistema electivo de los cursos en vez de los rígidos años de estudio; al funcionamiento de los seminarios, a la escala del magisterio; a la provisión de las cátedras por concurso de méritos; y al fomento de las becas en el extranjero mediante pruebas eficaces y de acuerdo con la aptitud vocacional.

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Las ideas de Tello en suma, reiteraban los principios fundamentales del proyecto de Constitución universitaria de 1921 y acentúan vigorosamente en la historia de las doctrinas educacionales en el Perú, la influencia norteamericana iniciada por Villarán.

el eStatuto de 1928.- Una autorización legislativa consignada en la ley Nº 6041 de 18 de febrero del 1928 permitió al ministro Pedro M. Oliveira preparar y poner en vigencia un nuevo Estatuto Universitario que fue promulgado el 25 de julio de aquel año. Oliveira, en la elocuente exposición de motivos que redactó para tan trascendente documento, vigorosa exposición de los males universitarios, planteó este dilema: o la universidad era de los círculos o era del Estado. El hábil ministro intentó acabar con el fetiche de la autonomía y brindar al régimen leguiista el presente inestimable de una universidad sumisa. Para ello favorecíale en apariencia el momento histórico: este régimen parecía en aquellos momentos consolidado y hallábase en vísperas de ir a nueva reelección sin oposición visible. Oliveira tenía ante sí dos caminos. Uno era utilizar la obra intentada por Encinas y Tello en 1921 y ratificada teóricamente por el mismo Tello en 1928 para buscar una transformación radical, dando un salto en el vacío. El otro consistía en buscar, sobre todo, un nexo entre el Estado y las instituciones de educación superior, eliminar de los altos cargos de San Marcos a personajes considerados como antileguíistas como el rector José Matías Manzanilla y varios decanos y, por otra parte, no hacer cambios fundamentales ni herir, salvo en casos aislados, intereses creados y derechos adquiridos y tratar, a la vez, de dar a la reforma, en lo posible, prestigio intelectual. Este último fue el sendero que siguió.

El Estatuto de 1928 entregó la autoridad máxima sobre las universidades del país a un Consejo Nacional de Enseñanza Universitaria constituido por el ministro de Educación, cuatro delegados gubernativos y cuatro de dichos establecimientos. Debía elegir a los rectores y velar el cumplimiento de las leyes y reglamentos concernientes a las universidades y resolver las dudas suscitadas por su aplicación, ratificar al delegado (doctor o profesional) que los estudiantes eligiesen para representarlos ante el respectivo Consejo Universitario, y hasta proponer al Gobierno la reorganización y supresión de las universidades, facultades, escuelas o institutos que no garantizaran un desarrollo provechoso de los estudios. Aquel delegado nunca fue elegido.

Pero el formidable organismo así creado resultó en la práctica, inocuo, Su personal fue un grupo de personas pacíficas: Pedro Pablo Drinot y Piérola, Rómulo Cúneo Vidal, Alejandro Puente

(1)Sobre otros aspectos de la personalidad de Tello, véase el capítulo sobre la historiografía durante el período correspondiente. ReFoRMa unIVeRSItaRIa

esta obra del arqueólogo Julio c. tello (1880-1947) consta de una serie de ensayos escritos desde 1913, en los que su autor trata sobre la organización de centros superiores de enseñanza. entre sus propuestas, tello plantea la necesidad de que exista un nexo entre las escuelas secundarias y la universidad. Se publicó en 1928, en lima.

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