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El periodismo moderno según Raúl Porras

esta cita Fue eXtraída del teXto el periodisMo en el perÚ, escrito por raÚl porras en 1921 por el priMer centenario de la independencia en el perÚ. en ella el autor nos Habla del surGiMiento del periodisMo Moderno en nuestro país, durante el trÁnsito del siGlo XiX al XX.

de los años finiseculares data la transformación y ensanchamiento de nuestros diarios. A la hoja sostenida por el álgido interés político, por la generosa convicción partidarista y la colaboración gratuita, sucede la empresa comercial que paga el trabajo intelectual, fomenta la réclame aumenta los tirajes y las informaciones y rebaja el precio del periódico.

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El Nacional es adquirido por la firma Canevaro. La Opinión Nacional se convierte en una fuerte empresa tipográfica. El Tiempo, fundado en 1895 y dirigido desde 1898 por Alberto Ulloa, periodista luchador y valiente, heredero de las viejas gallardías demócrata, se une en una poderosa sociedad mercantil con La Prensa, fundada por el espíritu progresista de don Pedro de Osma, en 1903. Gracias a una fuerte inversión de capitales, La Prensa adquiere grandes y modernas maquinarias y constituye un magnífico edificio. El nuevo diario amplia y diversifica las secciones informativas, ofrece nuevas dedicadas al comentario político, que prestigian al poco tiempo La Jara, Cisneros y Yerovi; publica ediciones en colores, ofrece abundantes fotograbados y aumenta el número de páginas a 12, 16, 20, 32. Económicamente, reduce a dos centavos el precio del periódico y establece el aviso económico. La fuerte y activa competencia de La Prensa solo es soportada por El Comercio, el que sostiene por algún tiempo una costosa rivalidad en el servicio cablegráfico con el nuevo diario, importa linotipos y concede igual amplitud a sus servicios informativos. Ambos diarios transforman el periodismo.

La antigua gacetilla se fracciona en veinte secciones diversas: el comentario político aparte del editorial, la crónica, el comentario, el cable, la vida social, la del palacio, la universitaria, obrera, teatral, hípica, taurina, etc.

La información toma caracteres alarmantes. Se propaga la fiebre de la interview y se inventa un verbo imposible: intereviewvar. La curiosidad reporteril resulta un vicio tolerado (…)

(…) Surgen especialistas para todas las informaciones: el comercial, que sabe cada diez minutos el alza y baja del cambio; el hípico, docto en tiempos, pesos y pedigrees; el taurino minucioso y entusiasta registrador, bajo el título de ‘Oro, seda y caireles’, u otro por el estilo, de los molinetes verónicas, ayudados y pases con la derecha y a izquierda, de cualquier fenómeno del redondel; el policial, que adapta a cualquier suceso este par de títulos de su exclusiva: ‘reyerta sangrienta’ o ‘suceso desgraciado’; el palaciego encargado de comunicar con qué personas almuerza el jefe del Estado; y el obrero, anunciador de veladas, y el universitario, que consigna a diario un grado notable y una tesis sobresaliente”.

De: Porras Barrenechea, Raúl. El periodismo en el Perú. Lima: Instituto Raúl Porras Barrenechea. Ediciones del Sesquicentenario, 1970, pp. 40-42.

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