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El papel de las comisiones auxiliares
1887 habían mermado la producción agropecuaria;(29) en ese mismo estado, la plaga y la sequía también acendraron las diferencias existentes entre el poder legislativo y el ejecutivo, quienes se imputaban mutuamente la ineficiencia para ayudar a la población.(30) En Oaxaca, los fuertes temporales de septiembre de 1886 y un posterior terremoto a principios de octubre, dañaron siembras, ganado, viviendas y vías de comunicación. Debido a ello, "fue preciso abrir suscripciones para auxilio de las víctimas" no sólo en la entidad sino en todo el país, ya que: muchísimos infelices han quedado sin hogar y sin propiedades, sin elementos para combatir la epidemia que se les viene encima [y al] no ser suficientes los recursos del estado para ir en su ayuda, [el gobernador solicitó] el auxilio de los demás estados de la Confederación.(31) La insuficiencia de fondos en el erario oaxaqueño pudo haber sido provocada porque, desde 1883, el estado había sido "blanco de la adversidad" por las epidemias de fiebre amarilla, cólera, sarampión, tifo y tosferina que diezmaron la población; por las sequías intraestivales y las plagas de langosta que "en repetidas ocasiones han destruido extensos sembrados, sustituyendo con escasez y hambre la comodidad y la abundancia", así como por granizadas y heladas que perjudicaron la producción agropecuaria, deterioraron las construcciones y destruyeron las vías del ferrocarril.(32) En Campeche, el ciclón del 15 al 17 de octubre 1887 provocó inundaciones en varias poblaciones; ocasionó múltiples muertes; destruyó ranchos, casas habitación y obras públicas; acabó con salinas, arrozales, cañaverales y sementeras de maíz, y los fuertes vientos arrojaron algunos buques a la playa. Las pérdidas sufridas a consecuencia de este fenómeno natural redundaron en "una gran escasez de carne de res y demás artículos de primera necesidad", además de dislocar el comercio interno y externo al perderse gran cantidad de embarcaciones dedicadas al cabotaje con las localidades ubicadas en la costa del Golfo de México y la península. En Yucatán, el inicio de la temporada de lluvias ocasionó algunos percances, pero también prometió "las mejores esperanzas de recoger las más pingües cosechas". Éstas se esfumaron cuando la langosta destruyó innumerables plantíos de maíz, frijol, tabaco, yuca y caña de azúcar, en tanto que la sequía intraestival causó la pérdida de las siembras en algunas poblaciones. El reinicio de las lluvias y la parcial extinción de la langosta en algunos puntos, renovaron las expectativas de obtener abundantes cosechas, lo cual pudo haber sucedido en poblaciones del sur del estado, pero no en las del norte y oriente que resintieron los estragos causados por el ciclón que, a mediados de octubre, afectó a ésta y otras entidades de las costas del Golfo.
La situación en los estados norteños
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Mientras las poblaciones ubicadas en el centro, sur y sureste de México sufrían de la abundancia de agua, algunos estados del norte se enfrentaron a una escasez del vital líquido.(33) Con ciertas diferencias regionales, entre junio y agosto de 1887, la sequía cedió su lugar a una abundante lluvia. En Coahuila y Nuevo León la sequía ocasionó la muerte de ganado, así como la pérdida de cosechas, con la consecuente escasez de semillas. Pero la agricultura de los estados norteños no sólo fue afectada por la sequía, sino también por una plaga de gusano que infestó los cultivos de
Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres en América Latina
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