boletín del parque nacional de aigüestortes i estany de sant maurici
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conozcamos el parque
Sagalisia
Pulsatilla alpina
flora
¿quién sabrá apreciar la sagalisia? Más allá de la aparente uniformidad de los prados del Parque Nacional, de estas alfombras verdes que invitan a la siesta. Más allá de las notas de color que pintan las flores de montaña y que pueden llamar nuestra atención cuando son más grandes y olorosas. Más allá del sabio conocimiento de las vacas que pastan pausadamente y seleccionan en cada bocado aquellas especies que tienen un sabor más agradable (y rechazan otras que son amargas, puntiagudas o indigestas)... Más allá de esta primera mirada, hay un mundo mucho más complicado de lo que parece. Dentro de lo que llamamos “césped” se esconden una gran diversidad de especies, con flores pequeñas y poco aparentes, con hojas largas y delgadas. Muchas pertenecen a la familia de las gramíneas, donde también están todos los cereales básicos para nuestra alimentación. Las gramíneas son una de las familias botánicas más extensas, con un éxito evolutivo tan grande que ha permitido a sus representantes conquistar la mayoría de los lugares del planeta, desde las zonas desérticas hasta la alta montaña. Entre ellos está el género Festuca, que contiene unas 200 especies diferentes de hierbas, muchas de las cuales son especies que dominan y dan nombre a los pastos donde viven, sobre todo en las montañas pirenaicas. Algunas tienen mucha importancia económica como forraje o pastos. En el piso montano, cerca de los pueblos y en el fondo de valle, la explotación secular por parte de rebaños de vacas, ovejas y yeguas favorece la existencia de unos pastos espesos y con muchas especies donde suele ser abundante la festuca roja (Festuca nigrescens). La existencia de estos pastos secundarios depende del mantenimiento de la actividad ganadera. Si desaparecen los pastores, los arbustos irán invadiendo este espacio, paulatinamente, hasta que se instale de nuevo el bosque original que corresponda en cada lugar. La alta montaña caliza que encontramos en algunos puntos concretos del Parque Nacional, como puede ser en la montaña de Llessui, permite el crecimiento de unos prados más ricos y nutritivos, muy apreciadas desde antiguo por los ganaderos de este lugar del Pallars Sobirà. Poco a poco, eliminaron los pinares y robledales que quizá algún día dominaron el paisaje primitivo, para dejar más espacio para ocuparlo con más y más rebaños trashumantes, que acudían desde el llano de Lleida para pasar el verano. Festuca
gautieri es la especie principal en estos ambientes. El granito es la roca predominante en el Parque y es también el responsable de que sea tal y como lo conocemos. La alta montaña granítica, si la comparamos con lugares de roca caliza, da lugar a suelos más pobres en nutrientes y con una menor diversidad natural. Una gran parte de estos ambientes graníticos de alta montaña están ocupados por pedregales inmensos y prados de alambrón (Festuca eskia), una hierba puntiaguda y poco apetitosa que los animales pueden comer cuando no encuentran nada más. En lugares altos, más o menos planos y con un poco más de suelo (cosa rara en el piso alpino), se instala un prado raso y espeso, de poco más de un palmo de altura, bastante rico en especies, aunque predomina la festuca supina (Festuca airoides). Hay lugares un poco especiales, más soleados y calientes, con suelos profundos, capaces de almacenar una cantidad de agua suficiente que compense la intensa evaporación que sufren estos prados. En estos lugares prosperan unas pastos altos que nunca son muy extensas y que están dominadas por la sagalisia (Festuca paniculata). De todas las festucas que hemos mencionado, esta última es la más robusta, las hojas, planas y largas, forman una macolla densa que puede medir alrededor de 50 cm. La inflorescencia, en forma de gran panícula (racimo compuesto de otros racimos), puede llegar a superar el metro de altura y adquiere un color amarillo dorado bastante característico. Es comprensible que poca gente se fije en las macollas de esta gramínea grande de panículas doradas. Los prados altos de sagalisia constituyen una muestra espléndida de la flora más espectacular de la alta montaña, con especies de gran porte y flores espectaculares. ¿Quién irá a fijarse en la sagalisia? Si al lado de esta hierba con reminiscencias esteparias encontramos el lirio de San Bruno (Paradisia liliastrum), el lirio pirenaico (Iris latifolia), el gamón (Asphodelus albus) o la flor de viento (Pulsatilla alpina)... Los sarrios, poco impresionables por las flores hermosas, saben que estas hojas anchas son mucho mejores que las del alambrón. A menudo encontraremos las hojas del sagalisia recortadas, mordidas por quien sabe apreciar las cosas buenas del campo. Gerard Giménez