Atardecer en Sant Joan de Boí
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boletín del parque nacional de aigüestortes i estany de sant maurici
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el románico del valle de boí, patrimonio mundial en un entorno rural Entre los picos más altos del Pirineo Catalán, en la comarca de la Alta Ribagorza, se encuentra el Valle de Boí, un municipio formado por ocho pequeños núcleos de población conocido internacionalmente por su conjunto de iglesias románicas declaradas Patrimonio Mundial por la UNESCO. Durante siglos los habitantes de estos pueblos han vivido de la ganadería y la agricultura de subsistencia propia de las poblaciones de alta montaña. Actualmente la economía del Valle depende principalmente del turismo. En todo este proceso de transformación las iglesias románicas han jugado un papel destacado. El inicio del proceso se sitúa a finales del siglo XIX y principios del XX con la llegada al Valle de Boí del primer turismo de salud y del excursionismo que favorecieron el redescubrimiento del patrimonio histórico-artístico de la zona. En Cataluña, el interés por el mundo medieval se inicia en el siglo XIX con los viajes histórico-literarios y el movimiento cultural de la Renaixença. Siguiendo la tendencia que se estaba produciendo en toda Europa con el Romanticismo, se empiezan a organizar las primeras exposiciones de arte románico y gótico, y se crean los primeros museos y colecciones. Con la voluntad de explorar los monumentos románicos de Catalunya, en 1907 el Institut d’Estudis Catalans organiza la “Misión Arqueológico-Jurídica en la franja de Aragón”. Durante el mes de septiembre visitan el Valle de Boí, recorren los pueblos y “descubren” las iglesias y las pinturas murales que se conservaban. Es el inicio de la puesta en valor de las iglesias del Valle, el primer paso para el estudio, la protección, la restauración y la gestión del conjunto. El Conjunto Románico del Valle de Boí está formado por las iglesias de Sant Climent y Santa Maria de Taüll, Sant Joan de Boí, Santa Eulalia de Erill la Vall, Sant Feliu de
Barruera, la Nativitat de Durro, Santa Maria de Cardet, la Assumpció de Cóll y la ermita de Sant Quirc de Durro . Las iglesias románicas del Valle de Boí son el reflejo artístico de una sociedad estructurada entorno de las jerarquías eclesiásticas y señoriales personificadas en este caso en los Señores de Erill y el Obispado de Roda de Isábena, promotores de los templos del Valle. Dentro de esta sociedad medieval, la Iglesia cumplía no sólo una función religiosa sino que también tenía un importante papel social, como lugar de reunión y refugio del pueblo. En el caso del Valle de Boí, esta función social de los templos se evidencia en la utilización de sus esbeltos campanarios de torre como elementos de comunicación y vigilancia. Construidas entre los siglos XI y XII siguiendo los modelos procedentes del norte de Italia, las iglesias románicas del Valle de Boí forman un conjunto con características arquitectónicas comunes. Son pequeñas edificaciones de una o tres naves construidas con pequeños sillares de granito y cubiertas con vigas de madera o bóvedas de cañón. La ornamentación escultórica, de influencia lombarda, con frisos de diente de sierra, arcos ciegos y lesenas, la encontramos en los ábsides y los esbeltos campanarios de torre, la imagen emblemática de la arquitectura románica del Valle. En sus interiores se conservaron gran parte de los mejores ejemplos de conjuntos de pintura mural románica (entre los cuales destacan las pinturas del maestro de Taüll), tallas (como el Descendimiento de Santa Eulalia de Erill la Vall) y frontales de altar de la época. A principios del siglo XX la mayor parte de estos bienes muebles fueron trasladados a Barcelona, a el actual Museu Nacional d’Art de Catalunya, para evitar su venta en coleccionistas privados. Actualmente en las iglesias del Valle podemos ver sus reproducciones.