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Ana Wajszczuk
ANA WAJSZCZUK (1975)
Lo que no sé
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Como muchos que sobrevivieron a la Segunda Guerra, mi abuelo:
nacido en Grochów, un suburbio de Varsovia criado en Siedlce, una ciudad sin señas particulares noventa kilómetros al este de Varsovia que se recibió de ingeniero en Wilno (hoy Vilnius, capital de Lituania) a casi quinientos kilómetros de Varsovia que en Wilno se casó con su primera esposa, (un breve matrimonio del cual nadie en la familia habla) él reclutado por el Ejército Polaco como zapador en septiembre de 1939 prisionero de guerra de los soviéticos días después hundido en las profundidades del Gulag ruso, picando piedra,
construyendo rutas liberado en 1941 junto a otros miles de soldados rasos polacos que caminaron cientos de kilómetros envueltos en andrajos sobre la nieve de la estepa para unirse al ejército de deportados en Rusia bajo el mando del General polaco Władysław Anders que con ese legendario Segundo Cuerpo del Ejército viajó a Egipto (y hay una foto en el desierto para probarlo) que con ellos luego siguió hasta Italia que allí, en 1944 (mientras sus primos en Varsovia se unían a la resistencia) se entrenó como paracaidista en un comando secreto: los Cichociemny los “oscuros y silenciosos” (pero se fracturó una vértebra en uno de los saltos o estaba en el hospital por una operación en el maxilar y quedó fuera de la batalla de Arnhem y de las misiones secretas) que su nombre en clave era Miś 2
(que quiere decir “Oso 2”) subteniente de artillería combatiente en las batallas de Bolonia y de Ancona (menos gloriosas que la de Monte Cassino) que llegó a Inglaterra después de la guerra, donde conoció a Stefania que también se había unido al ejército de Anders después de la liberación junto a otras miles de hijas y esposas polacas también deportadas en vagones de ganado por los invasores soviéticos al corazón de la nada 50 grados bajo cero a vivir dentro de cuevas excavadas en la tierra pétrea de
Kazajistán y que en 1951, con mi padre de un año y medio y mi tía Eva a punto de nacer llegaron juntos a la Argentina.
de todo eso, mi abuelo, no contó casi nada.
Mientras leo un poema de Sharon Olds
(inédito)
Mientras leo un poema de Sharon Olds no pasa nada. Pasa cuando apago la luz y el poema comienza a ser una onda una vibración que crece
Estoy acostada y dentro mío una corriente oscura y densa como a tres mil metros bajo el nivel del mar ahí donde ocurren las formas de vida más fantásticas me lleva, te arrastra
Mi cuerpo sabe cosas que yo no
Como una medusa diminuta que vive porque sí porque una fuerza imposible de entender la impulsa así te impulsa esa fuerza dentro mío mientras voy cayendo en el sueño
la luz apagada los sentidos eléctricos
mientras se hunde en mi conciencia como un agua que entra por toda grieta un poema de Sharon Olds.
Stefania, 1943
Y en El Líbano era encierro hasta las cinco de la tarde: no podías salir a la calle sin que el sol te abrasara
/una estampa de ríos congelados surcará siempre lo que nombres, Stefania/
llegaban los extraños vientos y el vendaval de polvo levantando murallas
imposible escapar de la respiración implacable del desierto
mejor cerrar los ojos y los labios, dejar pasar los vientos ardientes como antes la nieve barrida por el temporal de la estepa
pensaste que era pecado en el calor enloquecido, recordar el paisaje del hielo
y llorabas porque toda tierra te era inhóspita.