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FER A DO D EL CASTILLO 4
resante -es la palabra más suave que puedo encontrar- saber que los mucho más jóvenes que nosotros comenzaron a reconocernos o a enterarse de que existíamos en los 80. No todos. algunos buscaban periódicos viejos, se acercaban a nuestras casas. pero sol amente 4 o 5. Otros, gente que ahora son nuestros amigos. pueden agruparse en lo mejor de la poesía y ele la narra ti va cubana actual. Simplemente no sabían. no se enteraron porque eran muy jóvenes. Eso, creo, le hace daño a cualquier país. a cualquier movimiento cultural, ) a cualquier ser humano por fuerte que sea su carácter y personalidad ...
F. L.: ¿Qué opinas de la figuración de Retamar y de Jamis con respecto a otros excelentes poetas cubanos contemporáneos que permanecen en el olvido?
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C. L.: ··como a partir de ese caso. en la propia_generación. se establece una división porque hay unos nombres que siguen circulando como los que acabas ele nombrar y a los que se les puede agregar otros como Luis Suardías. etc .. se establece un vacío; es decir, en América Latina y Europa los voceros, los abanderados ele la poesía en Cuba son estos nombres. Los otros son los disidentes o los problemáticos. Como todavía en este momento el cisma intelectual no era tan grande, a nosotros se nos vetó; además, no había posibi lidad tampoco de difusión y divulgación, puesto que la mayoría de este pequeño grupo. de estos castigados. no quisimos aprovechar ninguna coyuntura extrainsular, no publicamos en Cuba, pero prácticamente no publicamos fuera de Cu lt<l. En mi caso. los libros que salieron en el extranjero estaban entregados un mes antes de este problema. hablo ele La h1ísqueda y su signo, y de Segundo libro de Ciudad, que había ganado el premio Ocnos ele poesía en España, un mes antes de la explosión ele la segunda etapa del Caso Padilla. Luego hubo un silencio que implicó la no publicación tanto fuera como dentro de Cuba. Entonces, en ustedes los más jóvenes de América Latina era lógico que no nos conocieran; eso a mí no me molesta, me lo han reiterado varios amigos en esta estancia en Bogotá, y lo encuentro completamente lógico" .
F. L.: ¿Cuáles tu mecánica para escribir, a qué hora, a mano, en el bus?
C. L.: "No tengo ningún método privilegiado, sobre todo, cuando se trata de abordar la poesía, pero sí algunas manías. como todo el que escribe. Escribo poesía siempre a mano nunca a máquina de escribir, no tengo computadora, solamente trabajé en computadora cuando estaba en la Acadcmia de Ciencias, y sólo escribía cosas científicas. En el texto poético, sí hago un pase por la máquina de escribir, y empiezo a corregir, si tengo que corregir. Casi siempre tengo que corregir, retocar o reconsiderar sobre esas copias de mecanografía. Poesía escribo a cualquier hora, c;uando puedo; ya cuando se trata de los cuentos, de ensayos, sí tengo un ritmo más sosegado, prefiero escribir por la noche, siento mayor tranquilidad. Otra de mis manías, es la absoluta soledad. No me gusta escribir delante de nadie ni aún de las personas que puedan estar más cerca de mí en todo sentido: amoroso, literario, cultural. No me gusta ver a nadie, ni a mi propia familia, ni a mi mujer cuando vivía, ni a mi hija, ni a mis hermanos, ni a mis amigos, cuando estoy escribiendo; es que eso sí forma parte de un ritual. Me gusta consultar todo lo que pueda ser consultable. Yo creo que la literatura es una incorporación no sol amente de vivencias y reflexiones sino también de lo que nos rodea y que Ortega llamaría circunstancia, por eso no rechazo nunca de las circunstancias los referentes librescos o populares, ni siquiera los lugares comunes que me parecen elementos fundamentales ele la obra poética. Siempre me ha gustado tener un rincón. por suerte en mi casa en La Habana lo tengo, mi casa está frente al mar dato que ofrece muchas ventajas pero muchas desventajas también, porque el mar es violento, traicionero a veces; pero nunca entenderé cómo un poeta de la talla de J osé Maní, un hombre con la intensidad y calma espiritual y cultural que lo caracteri zaba pudo decir -y además lo reitera en un poema importante- "odio el mar".
F. L.: En algunos de tus libros se ve un formato específico. ¿Este tipo de libros tienen un proyecto o surgen espontáneamente?
C. L.: Sí y no, yo creo que hay en lodo texto núcleos generadores de poesía, esos núcleos van informando lo que va ocurriendo. Yo entiendo el poema, los poemas en su idea tradicional, como un cuerpo extenso y resistente, el poema puede ser muy ambicioso, un poema es La Ilíada, La Odisea, La Eneida, El Cid, La tierra baldía, el Anabasis ... Son las soledades, las residencias para preparar el día, los cánticos. Partiendo de esto, el trabajo es distinto; yo creo que sol amente en un libro Consideraciones, algunas alegrías se rompe esa metodología de t_rabajo, puesto que éste es un libro armado con poemas elegiacos de épocas diversas. Los demás son otra clase de trabajo, tienen esa proyección de lograr la unidad; por ejemplo, lo que estoy haciendo ahora podría ser, según algunos amigos que han leído, unos fragmentos, podría ser un Tercer libro de la Ciudad, pues los rige esa misma.idea; aunque quizás no conlleve esta actitud, estoy siendo fiel a mi concepto de extensión del poema.
F. L.: ¿Qué influencias descubres en tu obra?
C. L.: " Yo creo que todas las habidas y por haber, las que existen y las que no existen, toda la poesía, toda la naii-ativa, la ensayística, el habla, la música es fundamental, tanto la llamada clásica como la llamada popular, en realidad hay clásico en lo popular, y popular en lo clásico, todo esto se halla integrando y a veces de forma muy evidente en la trama del poema. Pienso que la escuela limita, creo que se pueden incorporar al texto tanto elementos de poesía pura, de poesía comprometida, lírica, épica, eso por arriba de los encasillamientos, en este caso estilísticos, pero inclusive los genéricos. Sería ideal lograr un texto que superara la limitación genérica de novela o de ensayo, de cuento o de obra de teatro. Esa es la forma en que veo mi trabajo".
F. L.: ¿No tienes un nombre en particular que te ayuda a vivir o escribir, una lectura que revisites?
C. L.: " Sí. Me alegra que hayas usado el término revisitar, el verbo revisitar. De niño crecí leyendo y oyendo la Biblia, porque mi familia era una familia religiosa sin ser fanática, bautista. Entonces la consideración de las sagradas escrituras por un niño evangélico o protestante es distinta a la consideración de un niño, joven, católico. Sigo visitando, revisitando, recontravis.itando estos textos como algunos otros, generalmente los clásicos españoles que me han acompañado también desde muy pronto, y mis lecturas impregnadas también desde niño de la literatura cubana del s. XIX".
F. L.: Finalmente, para no agotarte, ¿Cuál es el papel de un poeta en estos momentos en que Cuba aparentemente parece que fuese a sucumbir? hablo de un papel en pos de salvar los valores que todavía quedan en la isla.
C. L.: "Considero, sin que esto signifique un dogma, que se trata de persistir, fíjate que no hablo de resistir sino de persistir. Me parece que a ese respecto lo más interesante sería terminar esta conversación o dejarla entreabierta con un texto que es una declaración de principio y aparece en uno de mis libros, que puedes copiar para no hacérmelo leer.
"De este lado está la esperanza, la historia, la justicia. Del otro lado, aquello que se niega. De este lado está la voz, el recuerdo, la obligación y el muerto que pertenece a cada uno. Del otro lado la fiereza y los fugitivos, la sombra de las emisoras radiales subversivas. De este lado está la construcción de un mundo y su diseño. Del otro lado, lo poderoso y lo aplastante. De este lado está el sufrimiento, el desertor, y junto a la alegría está la incomprensión y alguna que otra flor marchita. Del otro lado, las deliciosas tentaciones de la abundancia y el consumo, calificados ambos de malignos. De este lado está la escasez, el bloqueo, el error como su consecuencia, está el amor desgarrado. Del otro lado, la muerte dirigida. De este lado también está la muerte. Del otro lado, quienes fabrican esta muerte. De este lado está la irritación, a veces el odio, la locura. Del otro lado, los comentarios, las cenas suculentas, los via jes sin problemas. De este lado, algunos predicadores o falsarios, disfrazados de lo que les conviene, y los risueños oportunistas de siempre y contra el tiempo. Del otro lado, lo que aparentemente concilia y pacifica. De este lado está el poeta. El poeta. De este lado, y aunque se en el silencio, está el poeta. De este lado se queda. De este lado siempre ha estado el poeta. De este lado.
*Del libro Ceremonias y ceremoniales, pág. 17. Ed.
POEMAS DE CÉSAR LóPEZ
CEREMONIAS Y CEREMONIALES
IV
En el momento de recibir la noticia se arreglaba preparando el pretexto más adecuado y verosímil para faltar a la guardia de milicias. Nopudo reprimir las lágrimas o el grito. Aunque era cierto, el muerto fue un traidor, probado, hecho y bien derecho. Y eso que lo recordó en los tiempos primeros de la lucha, cuando tal vez sólo pequeñas cosas, a unos pocos, revelaran su innoble condición futura. Era un traidor. Dejó el país, se sabe, huyendo; y organizaba tenebrosamente audaces proyectos contra la Rel'olución. Tuvo w1 final horrible. Sin siquiera salir de su riesgoso exilio en la Florida. Pero ahora, esta mujer, frente al espejo llora y lentamente cambia, pieza por pieza, su atavío. Un instante después, el rostro triste y grave, baja vestida de completo uniforme para cumplir su guardia en las milicias.
V
Los gritos y el disgusto, los insultos cuando no pudo conseguir malangas, tomates y otras cosas, o cuando lo atendieron mal en la tintorería. porque alegaban que ahora era el pueblo, sin preocuparse del pésimo servicio, hicieron recaer las sospechas sobre este hombre. Hubo quien sugirió vigilarlo, tratarlo con cuidado. "Al enemigo se le fusila rápido, y el peligro se corta por lo sano». No son muchos los que se enteraron de que sólo hace unas horas este hombre peleó a braza partido contra algunos bandidos que trataron de atacar su centro de trabajo. Claro que a la mañana siguiente arremetía, desesperado casi, sin entender, contra la escasez y contra la excesiva propaganda del cine y los periódicos. En su trabajo sigue trabajando. Dentro de unas semanas hará de nuevo guardia de milicias.
VI
Más allá de la puerta cerrada, cerca de su recinto. separada hábilmente por tiestos florecidos y cortinas, por el recuerdo y por la propia voz, que ya es un poco ronca. Rodeada, sin embargo, por la vida constante. Reclamada. La vieja madre hilvana sus memorias y, famosa, rumia despacio su equívoco presente. Cuando repasa cartas y papeles, cuando esconde referencias ocultas, viejas rencillas, flores disecadas, está sufriendo más, se está encontrando sola (lo contrario del huérfano es la madre sin hijos, la madre que ha perdido sus criaturas, arrebatadas por la muerte o el exilio). ¡Qué rara confusión, qué espanto contenido, envuelta en las historias que no entiende del todo! Afirmativa en el momento más alto de la lucha, esta mujer se pierde y se desvela cuando piensa en el hijo que le queda, en el hijo que persiste e insiste. Que la llama y quiere arrebatarla de la tierra.
X
El tiempo de los asesinos no es el tiempo de las eliminaciones, la equivocación en el lugar común citado a la memoria debido a que un poeta, en medio del tumulto de las colas,
se encuentre a otro, que puede ser su sombra, un bufón, otra figura principesca del exilio rimado. En esa temporada donde la conversación se detiene y recorre sin prisa vericuetos de sueños, lentos pasos de duelos y mujeres que entran al viejo cementerio que les sirve de fondo. Cuando no les queda otra cosa por hacer que comenzar a citar ciertos nombres, a tontas y a locas, jugando ya al equívoco y a la adivinanza, porque es cosa sabida que tanto a las tontas como a las locas los nombres apasionan, embriagan, anochecen; a los asesinos, por el contrario, los nombres enfurecen. Y sin embargo, es el caso que todos van echando verbos y nombres. No hay remedio. Una frase es capaz de perderlos. Tampoco en eso hay diferencia, sino unafila larguísima, mal hecha, llena de irritación y de torpeza. Desprendidos, los pedazos cuelgan y se arrastran, oscilan y, convulsivos, danzan sobre las cuerpos y sobre las cabezas. Como harcas predestinadas. Como perchas vacías, como cotorras frenéticas. Y desfilan, en la realidad o en la imaginación, siempre al acecho constante de la víctima. La víctima y el victimario han hecho un pacto dado por sucesivas inversiones, por vueltas y revueltas; y como en una clase en la cual un profesor tarado explica enrevesados conceptos pedantescos, donde se habla del tiempo y del espacio, donde se invoca y se convoca la historia, la víctima y el victimario quedan como figuras de sospechosa crítica literaria, de retórica vana y condenable. Nadie entiende. ¡Ah, los pobres poetas, los poetas! ¡Los insistentes, imbéciles poetas! Ellos mismos preparan su destino, su increíble pirueta. Y mientras llega, continúan conversando cerca del cementerio. ¡Ah, los pobres poetas, los poetas!
XVI
Una mujer que llora constituye el más común de todos los lugares comunes. Pero hay momentos cuando la que llora causa o provoca un gran desasosiego, un miedo casi pánico, un vómito o cierta desazón de mil demonios. Conmueve hasta el más tonto que la observa, alborota al tranquilo, desespera al paciente, aniquila, produce alguna alergia insospechada, y prolonga la lista ya larga de injusticias. A una mujer que llora en estos tiempos, ay, a una mujer que llora, por lo menos, hay el deber de oírla, de escucharla.
RODOLFO ALONSO: "EL SILENCIO NO ME APISONARA''
euatro décadas después de su primer libro (Salud o nada, 1955), la editorial Plus Ultra acaba de publicar un nuevo volumen de poemas de Rodolfo Alonso. Se trata de Música concreta, que fuera premiado por el Fondo Nacional de las Artes y lleva prólogo del portugués Antonio Ramos Rosa. Rodolfo Alonso fue el miembro más joven del grupo nucleado, durante la década de los cincuenta, alrededor de la legendaria revista de vanguardia Poesía Buenos Aires. Es autor de más de veinte libros propios, la mayoría de poemas también de ensayo y narrativa. Tradujo a numerosos poetas y escritores de diversos idiomas (entre ellos Pessoa, Pavese, Ungaretti, Marguerite Duras, Prévert, Drummond de Andrade, Montale, Eluard, Murilo Mendes, Apollinaire, Baudelaire, Dino Campana, Valéry, Manuel Bandeira, Pasolini, Sade, Gillo Dorfles) y, a su vez, fue traducido en distintos países. Escribió guiones y textos para varios filmes de cortometraje, la mayoría de los cuales fueron premiados en el país y en el exterior. Dirigió su propia editorial de libros, que llegó a publicar más de doscientos cincuenta títulos diferentes. Entre 1986 y 1989 fue Director del Fondo Nacional de las Artes.
¿ Cuándo conoció a los miembros de Poesía Buenos Aires?
"No lo olvidaré nunca. Fue en la noche del 3 de octubre de 1951, exactamente un día antes de cumplir mis diecisiete años. En el Palacio do Café de la avenida Corrientes al 700, pleno centro de Buenos Aires, me esperaban Raúl Gustavo Aguirre, Nicolás Espiro, Wolf Roitman y el músico Daniel Saidón. Allí mismo, en los días y meses y años subsiguientes, conocería a muchos otros, no sólo poetas, entre los cuales se destaca de manera indeleble, en mi memoria, la figura de Juan Carlos Paz, un músico pero también un intelectual de indomeñable personalidad original y absolutamente insumiso, muy cercano a nosotros".
¿ Cómo vivió, siendo un adolescente, ese contacto con
artistas algo mayores en edad?
"Para el muchacho inquieto pero introvertido que yo era, recién a mitad de camino en el Colegio Nacional de Buenos Aires, fue algo casi milagroso. De repente descubrí no sólo que existían, sino que me encontré conviviendo en medio de un grupo de jóvenes que, como yo mismo intuía hasta entonces oscuramente, no consideraban en absoluto a la poesía como una carrera digamos literaria y que, sin dejar de lado la máxima exigencia estética y moral, ponían el acento en la vida antes que en la literatura. Por aquellos años, y en realidad todavía hoy, aquella afortunada sentencia de Tristan Tzara: La poesía es una manera de vivir; fue para la mayoría de nosotros un emblema, un blasón, una divisa. Con todas las implicancias que acarrea".
¿Qué juicio le merece, hoy, aquella generación?
"Me resulta sumamente difícil, inclusive en la intimidad, enfocar objetivamente aquella época. Está todavía tan ligada a mi vida, en tan gran medida sigo siendo todavía básicamente el mismo, que me resulta hasta doloroso encararla con una mirada crítica. Por otra parte, y como enseñan los años, toda generación cree estar descubriéndolo todo o, al menos, así debería ser. ¿Por qué otro motivo habría dicho, sino, alguien como Pedro Hernández Ureña, aquello de que cada generación debe volver a traducir a su Homero? Claro que, muy especialmente en la adolescencia, nuestro propio entusiasmo y nuestra propia devoción tienden quizá a proyectarse sobre los otros, imaginando fraternidades instantáneas, coincidencias tan de fondo que van casi más allá de lo humanamente posible. Pero, aceptado esto, y aceptado que no todos vivíamos -ni vivimos, ni viviremos- esa u otra experiencia en estado de total unanimidad, el balance no me resulta sino favorable".
¿Por qué?
"Hoy quizá muy pocos puedan verlo en perspectiva, pero la poesía argentina no volvió a ser la misma después de Poesía Buenos Aires. Se renovaron los aires, se renovaron los conceptos, se renovaron los modos y, lo que es quizá más importante, todo el!o sin tratar de imponer en absoluto ningún dogma, ninguna receta. Una y otra vez se reiteró, casi obsesivamente, que no sabíamos qué era la poesía, que no teníamos recetas para escribir un poema. Que el poema es una experiencia, diría yo, y una evidencia, cuando se logra. Más allá de la obra de los poetas cercanos al grupo, cuyo número nunca fue demasiado alto, la riqueza y la diversidad de los caminos vislumbrados y emprendidos queda de manifiesto si, como creo, hacemos notar que sin Poesía Buenos Aires no hubieran escrito como escribieron personalidades tan distintas como Alejandra Pizarnik, Leónidas Lamborghini (que comenzaron prácticamente a escribir casi en nuestras páginas) o Juan Gel man (quien, aunque muy cercano ya desde sus comienzos a algunos de nosotros, nunca fue publicado ali í)".
¿ Y cómo ve el panorama actual?
"Si se refiere a la poesía, no puede dejar de verla integrada dentro del panorama por cierto para mí inquietante de nuestra vida cultural. Más allá de todo lo deletéreo que arrastra de por sí la sociedad de consumo y, peor aún, ahora mismo esta civilización del show, de lo superficial e instantáneo en que estamos inmersos, me parece que la situación actual de la poesía -no sólo entre nosotros-, no puede desligarse de una mutación general: la que, cada vez más aceleradamente, nos aleja de aquella civilización que mal o bien duró algunos miles de años y cuyo centro fue el lenguaje. Ese centro de irradiación y de autoconstrucción, el uso de la palabra, el umbral y el colmo mismo de la condición humana. hoy está en cuestionamiento si es que no en disolución. ¿Y qué poesía puede haber si la humanidad misma se queda sin lenguaje? Es como para recordar aquello que dijo hace ya no pocas décadas el indeleble César Vallejo: «¿ Y si después de tancas palabras/ no sobrevive la palabra?". Para mí, entonces, la crisis de la poesía (que no hace tan sólo a su difusión o a su lectura, sino a su esencia y aún a su morfología) no es apenas un mero problema estético ni siquiera sociológico. Es la manifestación más profunda de una profunda mutación cultural, que afecta a los hombres en lo que les es más ínsito: su lenguaje".
¿Por qué sigue escribiendo, entonces?
"Porque en mí no se han secado todavía esas fuentes. Porque, aunque fuéramos los últimos dinosaurios, no debemos acostarnos a morir. Y porque, como bien dijo el lúcido francés Max Gallo en una revista cultural portuguesa: " Es preciso luchar, como si fuéramos optimistas" .
¿Cuatro décadas de vida intensamente entregadas a la poesía, no sólo escribiéndola sino también traduciéndola, editándola, criticándola, difundiéndola, apoyándola, podrían llegar a parecerle acaso un tiempo perdido?
"No lo fue para mí. Yo no soy el mismo que era cuando empecé. No sería el mismo hombre que soy si la poesía no me hubiera dado organismo, esqueleto, carnadura. Y pasión, fraternidad, misterio. No sería el mismo sin ese amor, sin el amor. Y no puedo hacer otra cosa sino imaginar que sigue siendo, pese a todo, contagioso. Que, al menos, mientras siga habiendo seres humanos, para que siga habiendo seres humanos, esa actitud tiene esperanzas, es deseable, es mejor que la nada o que el ruido atronador de la nada que hoy pretende devorarnos; seductora y fatal. "El silencio sólo muele silencios», escribí en aquellos, mis primeros tiempos. « El silencio no te apisonará". El silencio no me apisonará".
POEMAS DE RODOLFO ALONSO
EL POETA BUSCA TRABAJO
tiembla copa
en tu sabor hay aíios
111agias días futuros
tie111bla conmigo
abrasa
calienta el corazón del 111undo
PARA VIVIR AQUÍ
yo hablo del a111or ww cosa posible
de tu a111or de 111i amor
en la calle en el viento en el mundo
dentro de la palabra.
AL PIE DE LA LETRA
Buenas palabras para po,dioseros, mierda de la literatura.
No se conquista el vuelo ni la salud, 110 se heredan los saltos, ni se ganan gimiendo las puertas del infierno, ni se da ,•uelta el cielo con la mano.
GE ERACIONES LITERARIAS
Las olas c¡ue nuestra pequeíiez l'e 111011/.tlllelltOS casi ev identemente se suceden unas tras otra a i111pulso de los vientos cambiantes estrellándose contra la misma playa sin conmover es claro al mar i11111e11so 111cís que en la supe,jicie de su piel.
Sólo de vez en cuando alguna de ellas qui-:.á sin proponérselo estalla de repente se diluye literalmente en el aire o dejcíndose.ir se arroja a los abismos si11fi11 bien hasta el fondo del barro original con lo que 11w1ca ya lograre111os saber o ciencia cierta s11 destino
Sobre el estrue ndo 11111do frente a nuestro silencio cada ola es a la vez ella misma y el mar
Huo DEL SIGLO
"¿Qué hay para ti en el siglo ajeno?"
Séneca, el Retórico
Que la luz te posea y le hables a la luz
Predica en el desierto
Donde se hace elocuente la lengua del lagarto
Predica en el desierto
Donde el verde asediado acoraza su savia
Predica en el desierto
Donde el sol meridiano acucia a la materia
Predica en el dPsierto
Entre curvas de sueño bajo sueños de agua
Predica en el desierto
Entre inmensos silencios donde canta la sed
Predica en el desierto
Con la arena sagrada metiéndose en la boca
Predica en el desierto
Rodeado por la sombra de sombras asombradas
Predica en el desierto
Bajo el rayo radiante la belleza instantánea
Predica en el desierto En la luz implacable en la luz seductora
Predica en el desierto
Mientras dice el simún y el resplandor estalla
Predica en el desierto
Ante pesados cielos que inundan tu cabeza
Predica en el desierto
Con la noche solar y luna al mediodía
Predica en el desierto
Y sólo de estar solo tu soledad se sacie
Predica en el desierto
Que te laven los vientos el alma la mirada
Predica en el desierto
y que te vuelvas hueso y que dejes el ansia
Predica en el desierto
Y que el hueso desnudo nueva arena se haga
Predica en el desierto
Contra todo confort sin sed!fcción sin trampas
Predica en el desierto
En el rocío mínimo la lluvia te acompaña
EL MALESTAR EN LA P OESÍA
"Las condicwnes del pájaro solitario son cinco" Juan de Yepes (San Juan de la Cruz)
¿ Canta el pájaro en sí, por sí y para sí, o canta para otros: hembra, pajarería o el que alcance a escuchar?
¿ Es el canto quien canta por la boca del pájaro? ¿El canto es quien se canta? ¿ La garganta, la música?
¿ O es la naturaleza (madre, maestra, maga) la celosa inquietante, la cantora furiosa?
¿ Y can ta porque sabe porque oyó cantar o lleva el canto impreso como huella en los genes? ¿ La belleza lo inunda, él mismo es la belleza? ¿ O será el universo confuso, interminable, quien busca el resplandor; la claridad posible, cantándose en los cantos?
¿ O acaso el cosmos mismo huyendo ante el horror del eterno silencio se hace voz en la tarde, templada, luminosa ?
¿ Y canta ante el desnudo dolor; o quizá el propio dolor mudo se canta? ¿Se canta la injusticia para acerse justicia?
¿ Y cuáles son entonces tal vez, para que cante, las condiciones, Freud, del solitario pájaro, único y general, resonando en su rama, feliz de echar al viento lo que el viento le dice, lo que el viento le dice ?
RAFAEL COURTOISIE TRATADO DEL ALQUIMISTA
La alquimia está asociada a la búsqueda de la pie dra filosofía, la producción de oro y lo esotéri co. pero bien puede cobijar otras experiencias: por ejemplo convertir un puñado de tierra en vino rojo, o un conjunto de historias grises y rutinarias en una sucesión de aventuras vertiginosas.
A Rafael Courtoisie (Montevideo, 1958) le van como anillo al dedo esos dos términos: alquimia y avenrura. El primero porque el signo de sus libros es el trastocamiento continuo, y el segundo por el despliegue de una imaginación nunca saciada.
La profusa obra de este escritor uruguayo, ampliamente comentada por críticos de su país. como también de México (allí obtuvo en 1991 el Premio Plural de poesía) y Colombia, entre otros puntos del continente, se integra con los libros de poesía Contrabando de auroras ( 1977). Tiro de gracia ( 1981 ), Tarea, ( 1982), Orden de cosas ( 1982) y Textura ( 1994), los volúmenes de cuentos: El mar interior( 1990), El mar rojo ( 1991) y un tercer libro de '·relatos breves, epigramas y fábulas" titulado Cambio de estado.
La escritura de Courtoisie zigzaguea entre el texto breve y el guión de cine, ondula entre la narrativa y la historieta, abreva en el periodismo y el discurso científico. Pero siempre convoca a estas variantes desde el ojo constrictor de la poesía, esa que farfulla lo que ve y mediante una trabajada incoherencia ablanda los metales de la razón.
Podría decirse que en la mayoría de sus textos la narratividad no surge del hecho de contar, así como su poesía tiene poco que ver con la versificación. La escritura se va conformando -sobre todo en Cambio de estado y Texturas- alrededor de una prosa poética ('-' romanza en prosa" decía Darío) en la cual la imagen y el absurdo componen un cuadro nada complaciente.
Por Jorge Boccanera
En su estudio y compilación El poema en prosa en Hispanoamérica e}, Jesse Fernández presenta a esta entidad poética originada en Francia entre los siglos XVIII y XIX. corno susceptible de «ambigüedad genérica», aunque subraya entre sus características: la «brevedad, densidad temática y expresiva, musicalidad y, sobre todo, desprendimiento de la realidad objetiva». Estamos hablando de una forma iniciada y prestigiada por Bertrand, Baudelaire, Rimbaud y Mali armé.
Sin afán clasificatorio, podría decirse que la poesía de Courtoisie entra sin esfuerzo a engrosar el repertorio de este tipo de piezas cortas. En algunos de sus análisis, menciona a escritores que se ubican en esta órbita; es el caso de Julio Herrera y Reissing (2) y Juan Cunha - "en el filo de la prosa poética"(').
Desde los mismos barrios le guiñan Lautréamont y Juana de Ibarbourou, y más acá en el tiempo Circe Maia y Marisa di Giorgio. Pero para hacer verdadera justicia habría que conformar una extensa lista de poetas que a principio ele siglo se deslizaron por la pendiente del poema en prosa, un gesto típico de rupturistas como Huidobro, Vallejo, Giron-· do, Luis Cardoza y Aragón y Pablo de Rokha.
1.
2.
3. Jesse Femández, El JJOema en JJmsa en Hispa11oa111érirn. Madrid, 1994. Hiperión.
R. C. «Poesía uruguaya: los recuerdos del futuro». en Lww Nue1•0. No. 18, 1994, Tuluá, Colombia).
R. C. «El pájaro que vino de la noche», en Maiazine Dominical. 547, Santafé de Bogotá, Colombia.
Historietas con personajes de carne y hueso
Se me ocurren, los de Courtoisie, libros de aventuras; la tela transparente de la lírica envuelve una imagen épica, destaca sus contornos, subraya las acciones, pone en evidencia cada movimiento y de este modo funda un relieve, precisamente una Textura.
La singular estructura metafórica atraviesa sus piezas breves y su relatos, pero también sus notas ¿periodísticas? ("Dinosaurios" y "El amor de los locos" , entre otros muchos ejemplos) que bajo la rúbrica de Ciudad Sumergida (bien podría ser de algún comics) y Coser y cantar publica en el semanario Brecha con el seudónimo de Xavier U ranga.
En medio de esa metrópoli sumergida se oye el murmullo de las sombras que se agitan en las paredes y retumban los pasos que corren por escaleras truncas. De este modo, entre las ruinas que cobijan la planta del espanto, está la marca humana, una señal de vida entre el retumbar de planetas vacíos; lo humano, arrastra el grillete del absurdo e instala su pequeña tienda sobre un jardín de piedras.
HugoAchugar observa una pugna: «humanismo versus barbarie de las certezas», al tiempo que llama la atención sobre un «humanismo que erosiona sutilmente el universo de los poderosos y de los seguros de sí mismos o de sus i nstrumentos»( 4 ).
Coincide Pablo Roca en su excelente prólogo a El mar interior; al señalar "una ansiosa e inamovible profesión de libertad, una lucha persistente contra lo autoritario y lo arbitrario, provenga de donde provenga, una proclama subterránea contra toda forma de estupidez" C). Habría que agregar entre éstas, la inutilidad de grandes empresas, como la guerra.
Podría decirse que el centro de su escritura es la paradoja, aunque en sus mundos sin revés se dé paso a una convivencia de elementos contrarios; un extraño maradaje que empuja la madeja del sinsentido, la sinrazón, y la pólvora de la ironía. Lo que constituye, seguramente, una de las marcas de esta poesía.
Y entre esas paradojas: el héroe que «se pasó al bando perdedor para demorar el final y para sostener a los que
4.
5. Hugo Achugar, «Humanismo en época de mutaciones», en Brecha 2/ 9/94, Montevideo, Uruguay.
Pablo Rocca, prefacio a El mar i111erio1: Banda Oriental. Montevideo, 1993.
caían"; el preso de "plan de evasión" o ese "rebaño de lobos acechado por un único, terrible cordero".
En un cruce de coordenadas -Horacio Quiroga//Lezama Lima- y con una pizca de la metafísica de Macedonio Fernández, el joven escritor uruguayo nos acerca un universo de aleaciones extrañas, un manual del pensamiento mágico en el que actos en apariencia intrascendentes desatan hechos inconmensurables.
La estética del videoclip
Como quedó anotado, la escritura de Courtoisie se hace una en un fraseo que, aligerado de sus ataduras lógicas y convencionales, integra el dato científico y la mitología, la crónica y la fantasía, el cuento de hadas y el lenguaje técnico. Esta navegación, en apariencia errática, gira, como dijimos, alrededor de un núcleo -la poesía- y quizá éste sea uno de sus méritos: el de mantener la intensidad en un lenguaje de riesgo.
El escritor uruguayo realiza «arqueología onírica» (Cardoza y Aragón), escarba frenética y continuamente en el hueco de la imaginación, raspa la cara terrosa de los sueños. La imagen, y por la mención repetida de materiales y relieves podría decirse que también el tacto, ocupan un lugar primordial. El poeta describe de manera pormenorizada los elementos y sus continuas mutaciones, ilustrando sus crónicas mediante una acertada composición visual.
Al definir los rasgos sobresa lientes de su promoción, se autodefine: "La asunción de la fantasía, el rescate de la pulsión hedónica, del erotismo, incluso del feísmo y también una estética del silenciamiento ( ... ) la estética del video clip prevalece sobre el desarrollo secuencial reflexivo ".
Enfatizando sobre los medios electrónicos de comunicación, se pregunta: "¿O es que se está fundando otra manera del pensamiento, otro lugar de creación literaria que se aprovecha de esta cultura de la imagen?. En otro párrafo señala como una constante de la escritura de los poetas de las últimas promociones, " una estética del video clip (que) prevalece sobre el desarrollo secuencial reflexivo" 5.
En su caso, imágenes y «desarrollo secuencial reflexivo» van amalgamadas en una misma respiración. Sus visiones duran un latigazo, el relampagueo de imágenes entresacadas de un todo siempre presente, aún por omisión. Su signo es la velocidad y la simultaneidad: lo que leemos está ocurriendo en este mismo instante.
En la línea de lo fantástico se sitúan los personajes de Courtoisie: la mujer sin cabeza, el navegante solitario, el estrangulador, los abofeteadores, el ilusionista, el guerrero, el cíclope, el héroe, el dragón, tejiendo una atmósfera singular (vacas criadas en el mar, personas que guardan el odio prolijamente en frascos de vidrio), y siempre inquietante (" el barro chupa como la boca de un monstruo plano").
Pero también el silencio y sus escándalos, las ausencias que ocupan más espacio que lo tangible: piedras invisibles que cortan una charla, un universo de objetos persiguiendo el tacto de una mano cortada, un ciego que cría cuervos con infinita paciencia, porque tiene aún la esperanza de perderlo todo. La metáfora de la desdicha se instala con su repertorio de mutilaciones: odios, penas, taras. angustias, nostalgias, que se suceden entre otros números de un circo brutal y descarnado.
Por momentos, Textura (en pasajes como «Fósil del dinosaurio», «Saga del entomólogo» o «La fiebre Q») adopta un aire barroco merced a un lenguaje abigarrado. El contrapunto animista, la yuxtaposición, el montaje, son conducidos por un hambre ele metamorfosis. No es causal que un ele los epígrafes que encabezan Textura, pertenezca a José Lezama Lima.
Estados alterados
Detrás de cada texto de Courtoisie hay un crisol con materiales maleables que se solidifican y se ablandan en un continuo sin fin. Aunque similares procesos sufren los sentimientos, las ideas, la historia, el conocimiento.
La escenografía es también un dato relevante; aquí puede palparse el entorno sometido constantemente a rucrzas que están mucho más allá de cualquier fenómeno físico o químico. De este modo las continuas alteraciones. llujos y reflujos, conforman un código propio ele fronteras abiertas. La verosimilitud depende de la imaginación, y la imaginación es una sala de espejos que modifican el mundo a su antojo .
Las valencias han sido alteradas: un pJaneta está amarrado a una cucharita de café; un constructor de jardines colgantes sujeta con los dientes la mole compacta del vacío. Todo ha sido trastocado: lo sólido es líquido, donde había rigidez hay movimiento, donde vivió la certeza habita la duda. Lo inalterable desaparece al contacto de un detergente barato.
La verdad absoluta, el canon, son pasajes borrosos en una constelación sin orillas llamada incertidumbre ( « ni las ciencias exactas son tan exactas como se piensa» dice Courtoisie en el texto citado de la revista Luna Nueva). Aquí lo permanente es un «Cambio de estado»: «La caída propicia el deseo de un nuevo ascenso, de una inversión en el orden de las cosas. La caída aumenta el deseo trunco de subir».
La duda sobrevuela por las harapientas tiendas del dogma. En Textura lo ilustra «Custodio del exacto», en el cual alguien altera los patrones rígidos para que los pequeños errores den en el blanco. En otro poema revelador, «Certeza del que duda», advierte: «Ah, los que ya lo saben, los que están ciertos».
Entre estas variables, aparece a ratos un mundo ele piedra donde hasta la culpa, el dolor y la pasión parecen esculpidos en roca. En el lado opuesto de Huidobro (el Julio Yéi•: ne de la poesía, según el poeta chileno Jorge Tciller), quien filma todo desde el aire con una visión de los fenómenos que acentúa los procesos de volatización, disipación y cuerpos levitando. Courtoisie suelda, compacta, comprime.
Rocas, fósiles, metales, pasan a ser la carne del planeta, dictan sus edades. Y otra vez la figura de la paradoja, como esos barcos de piedra que naufragan amarrados a un ancla de corcho.
De este modo, la escritura de Courtoisie asume en sus invenciones la «estética de los prismas» (Pablo Rocca parafraseando a Borges) para darnos hoy, en medio de tanta literatura previsible, una saludable crónica del delirio.