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El Dequeísmo y su panorama histórico para la creación escrita
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Mirna Aimé García Chávez
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Licenciada en Letras Clásicas por la UNAM. Cuenta con algunos diplomados realizados dentro de la misma Universidad como: “TIC para el Desarrollo de Habilidades Digitales”, “Recursos digitales en la planeación didáctica” y “Docencia y curriculum”. Es profesora de Asignatura “A” de latín y griego en el Plantel CCH Vallejo con siete años de antigüedad. Actualmente cursa la MADEMS en Letras Clásicas. mirna.garcia.cch@gmail.com
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En el proceso de creación escrita, es común que surjan dudas acerca del uso de ciertas palabras a quienes realizamos esta actividad, ya sea porque desconocemos la etimología de los conceptos o porque no comprendemos a bien su uso. El escribir conlleva una gran responsabilidad, no sólo por sostener lo que se plasma, sino también, porque nos convertimos en vigías del uso correcto de nuestra lengua materna, esto sin mencionar los alcances y el valor que puedan tener nuestras palabras escritas.
Moreno de Alba (1998, p. 365) menciona en su obra Minucias del Lenguaje que, de forma contraria, “los más grandes escritores poco o nada se han ocupado por gramatiquerías y si algunos pocos, simplemente como hombres cultos, han sabido de morfología o sintaxis”. No obstante, expresa que quienes nos dedicamos a la gramática [o hacemos uso de ella para la redacción de textos dentro de un ámbito académico] “tenemos la obligación de aprender de los buenos escritores” y a partir de estos creadores de obras, “debemos valernos de ese mismo instrumento -la lengua escrita- para trabajar”.
En esta ocasión, presentaré un breve recorrido histórico de la palabra “que” con motivo de su uso basto en nuestro léxico cotidiano, así, este artículo representará una oportunidad para tener un panorama de su origen desde el latín clásico, su paso por el latín medieval y los orígenes del español, hasta su uso en la actualidad.
El vocablo “que” en español puede ser visto de diversas maneras y dependerá de la
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categorización y su integración sintáctica para establecer su iconicidad, es decir, el grado de referencialidad o función que desempeña dentro de un texto o discurso (Givón, 1983).
Por un lado, podemos decir que es producto de una recategorización del pronombre relativo latino qui, quae, quod (el que, la que, lo que); y por otra, que es una conjunción en el español, cuya evidencia proviene de la conjunción enclítica latina -que. Sirvan de muestra los primeros versos de la Eneida de Virgilio con el propósito de evidenciar ambas formas:
Eneida, I, 1-4.
Arma virumque cano, Troiae qui primus ab oris Italiam, fato profugus, Lavinaque venit litora, multum ille et terris iactatus et alto vi superum saevae memorem Iunonis ob iram… Canto a las armas y al varón, el que prófugo por el destino, como príncipe, vino de Troya hacia las orillas de Italia y hasta los litorales Lavinios; él, en gran manera azotado, no sólo en tierras sino también en alta mar, por la violencia de los dioses supremos, a causa de la ira memoriosa de la cruel Juno…
Díaz y Díaz (1960) dice que en el latín medieval, la partícula enclítica latina –que, es la que aporta valor a la palabra que tiene mayor relieve en la frase, sin embargo, con el ejemplo anterior, podemos evidenciar que este uso ya se otorgaba en autores del siglo I a.C.
Canto a las armas y al varón, donde “el varón” virumque posee mayor importancia en el discurso, pues, dentro de esta oración hace alusión al héroe troyano Eneas. Además como pronombre relativo qui hace referencia a este primer hombre, que de Troya, llegó a los litorales de Italia.
Desde la segunda perspectiva, es decir, como pronombre relativo, su forma experimenta entre el siglo IV-V d.C. una reducción de la forma masculina qui para referirse también al género femenino; señala Díaz y Díaz (1960, p.12) que “en tiempos de la monarquía visigoda parece coexistir en este uso con [el femenino] (quae ˃ que), sufriendo así una gramaticalización de la forma en cuanto a su género, y que en español se verá reforzado por el artículo -la- ante la pérdida de los casos latinos”. Amantia qui vixit (Vives, 251) Amantia la que venció
Hallaremos así que, su cristalización en el español conllevará a construcciones determinadas como la subordinación, dado su continuum categorial (Company, 2003). A pesar de ello, la distinción y uso de la palabra “que” resulta confusa entre los hablantes del español en México, sobre todo en la forma oral, pues éstos no reconocen las propiedades de la categoría pronominal en relación con la conjuntiva.
En los casos mencionados hasta ahora, se puede ver que el uso del vocablo “que” ha tenido un deslavamiento de su significado, sin embargo, no ha perdido su sentido original (sedimentación), y en cualquiera de los casos, hace referencia a algo que se ha mencionado de forma anticipada en el discurso, y por lo tanto, su distancia conceptual es estrecha. Aunque cabe añadirse que en ocasiones el valor de “que” no hace referencia a un antecedente, y adquiere un valor sustantivado, así en: “El que llegó es mi hermano”, puede suplirse por “Ese es mi hermano”.
En cuanto a la otra función de la palabra “que”; es decir, como conjunción o nexo en las oraciones subordinadas sustantivas y adverbiales, la hallaremos sobre todo en verbos de pensamiento y lengua, como muestra tenemos: “pienso que es muy tarde para salir”, en este caso la subordinación puede suplirse por un pronombre neutro eso o esto, así pues la construcción quedaría: “pienso eso”.
Otra forma que ha ganado terreno en el habla del español en México ha sido la conjunción subordinante “que” antecedida de la preposición “de”, dicho fenómeno es llamado dequeísmo, el cuales resultado de una variación gramatical a partir del reanálisis (Timberlake, 1977) y, que corresponde a la formulación de un conjunto de relaciones y reglas de una forma distinta, basadas en parámetros lingüísticos y variantes de la construcción con la presencia de ambos elementos en estructuras donde no es necesario su uso, según la norma.
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La Real Academia Española define el dequeísmo como el uso, normativamente censurado, de la secuencia “de que” para introducir una oración subordinada que no admite ese régimen verbal; como en: “Le dije de que viniera” en lugar de “Le dije que viniera” (DRAE, 2001).
Por su parte la Nueva Gramática de la Lengua Española (NGLE), menciona que el dequeísmo es:
El uso incorrecto de la secuencia “de que” en las [oraciones] subordinadas sustantivas cuando la preposición “de” no está justificada en ellas desde el punto de vista gramatical, como en: “Creemos de que educándonos vamos a convivir mejor”. (Corpus de Referencia del Español Actual CREA oral, Paraguay) frente a la variante correcta: “Creemos que educándonos vamos a convivir mejor” (NGLE, 2009: 43.6a).
La NGLE también menciona que el uso del dequeísmo se ha propagado en forma oral en el español de América, y en menor manera, en el de Europa y, a pesar de esto, no se recomienda su empleo, pues no es considerado una forma de prestigio en la lengua culta dentro del español contemporáneo. No obstante, ante la gramaticalización de la preposición “de” y la conjunción “que”, pueden verse formas en las que su utilización se adecua en su totalidad al sistema gramatical como en proposiciones: “enterarse de que”, “pendiente de que”, “el hecho de que” (43.6b).
Más que una normatividad de su uso, correcto o incorrecto, el dequeísmo también puede observarse desde una perspectiva diacrónica, y por ello puede verse como una gramaticalización continua e inconclusa dada su naturaleza -sobre todo- en la forma oral (Hopper, 1991).
Algunas otras explicaciones acerca de su uso son mostradas por la analogía de régimen en verbos con significados afines, verbigratia: “acordarse de” (intransitivo pronominal seguido de un complemento con “de”), y por consiguiente en “recordarse de”, aunque éste no lo admita,
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pues recordar es transitivo (recordar algo; algo cumple la función de complemento directo); para ilustrar mejor: “Recuerda de que mañana es mi cumpleaños”, donde la forma correcta es “Recuerda que…” y no “Recuerda de que…”.
También se puede apreciar en construcciones con verbos de comunicación (decir), de cognición (pensar) y de emoción (temer), como en: “Temo de que no vengas” > “Temo que no vengas” y no “Temo de que…”; donde la lengua sigue manteniendo su función comunicativa a pesar de este microquiebre funcional y su mala integración paradigmática (Company, 2003).
Esta mala integración se muestra como resultado de una descompostura funcional de la idea del genitivo objetivo del latín por analogía con los verbos de abundancia o privación (complere: llenar), y, de recuerdo u olvido (oblivisci: olvidarse) que solicitan como régimen la preposición “de”, así pues, tenemos: Vivorum memini “Me acuerdo de los vivos” (Cic., Fi, 5, 3).
Ahora bien, de forma diacrónica, veremos que en el español medieval la forma “de que” constituía una frase de carácter subordinante, así en el año 1200 d.C. sólo encontramos un documento que hace uso de la construcción en el Corpus Diacrónico del Español (CORDE):
Aqui es la sacrificanza de los .xxx. dineros de que vendio Judas el traydor a Nuestro Sennor Jhesu Cristo (CORDE, 1200, La fazienda de Ultra Mar, España).
Mientras que para el año 1300 d.C. encontramos veintiún documentos, donde se evidencia una forma temporal (cuando, desde cuando, una vez que), así en:
SJ uassayllo de cosiment ganare ninguna cosa con su seynnor deue auer la meatat de quoanto que ganare el uassayllo el seynnor. Et no a torna con su seynnor entro a .x. dias sean passados de que sea partido de su seynnor (CORDE, 13001330, Fuero Navarra, España). En México, la forma “de que” aparece en el año 1600 d.C. en un Anónimo, dentro del Fragmento de una Real Cédula [Varias relaciones antiguas de la Historia de México], con la temática de Cartas y relaciones, y se presenta como equivalente a una oración subordinada final (para que, a fin de que):
Si está dubdoso, ningún medio se dará de que no se agravie él y S. M. (CORDE, 1600, Anónimo, México).
En el Coloquio octavo del testamento nuevo que hizo Cristo Nuestro Bien [Coloquios espirituales], “de que” es equivalente a una forma relativa subordinada circunstancial de lugar (en la que, donde):
¡Oh Soberana Excelencia, Pastor divino y Cordero, fuente de amor verdadero que nos llamas a la herencia de que tú eres heredero! (CORDE, 1600, González de Eslava, Fernán, México).
De igual manera sucede en el Coloquio trece. Coloquio espiritual de la pobreza y la riqueza [Coloquios espirituales]:
RIQUEZA. Pobreza ¿en qué está fundada la gloria de que te precias? Pues con tus palabras necias a mí, Riqueza preciada, tan sin causa me desprecias (CORDE, 1600, González de Eslava, Fernán, México).
Llegados a este punto, es necesario mencionar que el funcionamiento de la preposición “de” más la conjunción “que” en conceptos de gramaticalización ha sufrido una especialización en su papel de marca de subordinación, y que si bien, su uso en las formas del español contemporáneo ha ido en aumento, se puede evidenciar que es resultado de la confusión,
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pero sobre todo de su persistencia, siendo así que cuando la forma se somete de una función léxica a una gramatical, (puesto que es gramaticalmente viable) los rastros de su significado se mantienen (Hopper, 1991).
Finalmente, también podemos decir que, la frecuencia de su uso ha sido gradual, y, que la manifestación sintáctica de la incorporación de su manejo, también es resultado del punto de vista del hablante; es decir, de un proceso de subjetivización (Langacker, 1991).
Fuentes de consulta
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2. Company, C. (2003). “¿Qué es un cambio lingüístico?”. En F. Colombo y M. A. Soler (eds.). Cambio lingüístico y normatividad. México: Universidad Nacional Autónoma de México, pp. 13-32. Díaz y Díaz, M. (1960). “El latín de la Península Ibérica. Rasgos lingüísticos”. En M. Alvar, A. Badia, R. de Balbín y L. F. Lindley Cintra (dirs.). Enciclopedia lingüística hispánica. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, pp. 237-250. 3.
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12. Givón, T. (1983). “Iconic and economic motivation”. En Language, 59, pp. 781-819. Hopper, P. (1991). “On some principles of grammaticalization”. En E. Traugott y B. Heine (eds.). Approaches to grammaticalization, vol.1: Focus on theoretical and methodological issues. ÁmsterdamFiladelfia: John Benjamins, pp. 17-35. Langacker, W. (1991). “Subjectification”. En Concept, image and symbol. The cognitive basis of grammar. Berlín: Mouton de Gruyter, pp.315-342. Moreno, J. (1998). Minucias del Lenguaje, México: FCE. Publius Vergilius Maro. Aeneid I. The Latin Library. Disponible en: https://www.thelatinlibrary.com/vergil/ aen1.shtml [22/05/2020]. Real Academia Española (2009). Nueva Gramática de la Lengua Española. Manual (NGLEM). Madrid: Espasa-Calpe. Real Academia Española: Banco de datos (CORDE) [en línea]. Corpus diacrónico del español. Disponible en: http:// www.rae.es [22/05/2020]. Real Academia Española: Banco de datos (CREA) [en línea]. Corpus de referencia del español actual. Disponible en: http://www.rae.es [22/05/2020]. Santiago, L. (2015). Manual de sintaxis latina de casos. México: UNAM. Timberlake, A. (1977). “Reanalysis and actualization in syntactic change”. En Ch. Li (ed.). Mechanisms of syntactic change. Austin: Texas University Press, pp. 144-177.