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“Con la idea de política salvaje me propongo pensar un conjunto diverso de prácticas que no se realizan para organizar y reproducir la dominación, sino que más bien se despliegan para cuestionarla, atacarla y desmontarla” Luis Tapia Mealla
Índice Página 3 EDITORIAL Página 4 LA PREGUNTA POR LA IZQUIERDA HOY Por Tania Valenzuela
Página 8 CLAVES PARA REIMAGINAR LA IZQUIERDA Por Francisco Figueroa
Página 11 COLUMNISTAS Página 13 SITUAR EL DESAFIO DE LA TRANSFORMACIÓN; LA TAREA PENDIENTE DE SER IZQUIERDA Por Pamela Soto y Guillermo Piñones
Página 16 ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA LUCHA ANTICAPITALISTA Y POR EL SOCIALISMO EN CHILE Por Iván Carrasco
Página 19 ENTRE LO VIEJO Y LO NUEVO. SER DE IZQUIERDA HOY Maura Gálvez-Bernabé
Página 22 CARROÑA
Una publicación de Fundación Emerge Abril 2018 revistapoliticasalvaje@gmail.com fundacionemerge.cl
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Editorial Quizá parezca una pregunta trillada, incluso irrelevante en tiempos en que, para varios, la polaridad izquierda-derecha resulta una clasificación anticuada, incluso obsoleta para explicar los procesos sociales y políticos en el país y el mundo. Creemos que no. En primer lugar, porque preguntarse por lo que significa ser de izquierda, especialmente para las fuerzas que se declaran anti-capitalistas, entrega siempre la posibilidad de actualizar el debate sobre el tipo de sociedad que queremos construir y cómo la vamos a construir. Y en segundo lugar, porque el actual escenario de contraofensiva neoliberal y de reacomodos políticos e institucionales, hace perentorio reivindicar pero también otorgarle profundidad a la posición de izquierda y el conflicto que plantea, que básicamente parte por entender que las condiciones de vida son producto que una construcción histórica (política, económica y cultural) y que por tanto pueden ser transformadas en beneficio de una mayoría excluida y postergada. ¿Estamos más cerca de la izquierda del siglo XX que la del siglo XXI? Una cosa es segura: un movimiento de izquierda para este siglo no puede permitirse negar la herencia marxista, aunque tampoco perderse en las peleas por frentes primarios o secundarios. Es así como el feminismo, el medioambientalismo y la lucha de los pueblos indígenas y afrodescendiente, antes subsumidos, son actualmente elementos de primer orden en tanto aportan una mirada universal, un cambio de paradigma necesario para cualquier proyecto político transformador y refundacional. En la misma línea, una izquierda del siglo XXI debe asumir un debate serio sobre las estrategias. Y con ello no nos referimos meramente a estrategias comunicacionales, sino fundamentalmente al análisis sobre las maneras posibles de construcción popular -desde lo popular- a partir de las condiciones concretas de la sociedad chilena hoy. ¡A dejar entonces la domesticidad y el aullido, para sacar dientes y colmillos!
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LA PREGUNTA POR LA IZQUIERDA HOY Por Tania Valenzuela Rossi Consejera Regional Frente Amplio, Región de Valparaíso
Enfrentarnos a la pregunta qué significa ser de izquierda hoy, debiese ser un desafío permanente en nuestro quehacer como actrices del mundo político, pues este análisis nos obliga a mirar de manera objetiva la realidad en la que nos desenvolvemos, nos lleva a desprendernos de prejuicios y dogmas que muchas veces nublan nuestro juicio y limitan la capacidad de acción. El deber de cada militante de izquierda es siempre mirar el mundo que le rodea desde una óptica crítica y definir sus objetivos políticos en función de lograr transformaciones reales. Y cuando hablamos de reales nos referimos a acciones que en el día a día van a significar una mejor calidad de vida para
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quienes nos rodean, nuestros/as vecinos/as, familiares, etc. Bajo esa perspectiva se presentan tres elementos fundamentales que requieren atención inmediata para dar un salto cualitativo en el trabajo que estamos realizando desde los diversos espacios – como frenteamplistas, pero también desde nuestros espacios de trabajo-. Estos elementos se pueden clasificar en las siguientes categorías analíticas: el discurso, la praxis y la identidad; espacios diversos pero que se atraviesan claramente por una mirada crítica que plantea la necesidad de actualizarse en las estrategias y objetivos, aportando a la construcción de una izquierda que conquiste adherentes y que sea capaz de enfrentar las amenazas que
N°4 hoy vivimos por parte de la derecha dictatorial. Desde la categoría del discurso, es fundamental trabajar reconociendo cuáles son los temas que hoy en día son nuestras debilidades, cuáles son las líneas discursivas que hoy en día no se encuentran actualizadas o en las que no hemos podido levantar alternativas creíbles. Debemos ser capaces de revertir ese sentido común que dice “votar por la izquierda es perder el voto”, y avanzar en un programa que contemple de manera propositiva, pero también táctica, aquellas temáticas que históricamente se han catalogado como “deudas” de la izquierda tradicional. Una tarea del mundo de la izquierda actual es avanzar en una propuesta económica que nos permita seriamente defender nuestros derechos sociales, pero que genere la confianza necesaria con quienes hoy están yendo a votar. De igual forma, enfrentar los problemas de seguridad, fuertemente pauteados por el monopolio de los medios de comunicación, de manera tal de entregar confianza de que somos capaces de gobernar, de legislar y de actuar en aquellos temas que la población siente como prioritarios. Hoy en día nos encontramos con un bloque de izquierda que ha sido capaz de avanzar el trecho de manera significativa. La experiencia del Frente Amplio ha aportado a visibilizar a una izquierda responsable y que no teme hacer alianzas para concretar los objetivos definidos y que trabaja de manera articulada con las organizaciones que han levantado las
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diversas banderas de lucha. Pero la tarea no se queda solo en eso, el Frente Amplio todavía tiene puntos pendientes. Uno de ellos es profundizar esta línea discursiva que se ha logrado plasmar con algunos/as de los/as referentes parlamentarios, abordándola también desde las diversas orgánicas y referentes que se reconocen desde la vereda de la izquierda. ¿Cómo logramos esto? Siendo proactivos, dejando de lado principismos, egos y disputas infértiles, apostando por generar consensos, desde los cuales podamos avanzar y coordinar trabajos conjuntos. Abandonar la competencia que a ratos sale a la luz, apostando por el trabajo coordinado que permita avanzar en las tareas concretas y consecución de los objetivos trazados. Hoy en día nos encontramos a solo meses de haber iniciado un periodo importante; tenemos representantes frenteamplistas en diversos espacios institucionales y la tarea fundamental es lograr una coordinación que nos permita pensar de manera seria qué región queremos, donde nuestros representantes del FA le tomen el peso a esta tarea y prioricen los espacios de encuentro con la ciudadanía, y entre los/as diversos/as representantes para lograr tener una coalición con actores/actrices que verdaderamente representan los intereses de la mayoría, que entienden la trascendencia que hoy significa tener representantes de izquierda que estén a la altura de las necesidades del periodo. Esto significa que quienes estamos en cargos de representación, debemos asumir el compromiso de ser fieles representantes de los valores que han impregnado al proyecto frenteamplista, respetando los procesos de
N°4 articulación y debate ampliado, poniendo siempre como prioridad el trabajo bien realizado por sobre las ganancias personales. Desde el punto de vista de la praxis, tema en el que ya hemos anunciado algunas líneas, el debate de la izquierda debe estar centrado en cómo llevamos a la práctica, tanto desde el cargo que se representa, como también desde los trabajos que levantan las diversas orgánicas, los ejes discursivos que tanto tiempo le dedicamos a definir. Y en este sentido, es fundamental que asumamos la tarea de poner manos a la obra, potenciar que nuestras orgánicas o espacios de representación tengan una fuerte raíz en el territorio y que sea este cable a tierra el que nos entregue luces de cómo avanzar en la concreción de nuestros objetivos.
concretos que transformen nuestra realidad. Es cosa de recordar cómo se denigraba hace tan solo 5 años atrás a quienes se enfocaban de manera específica en el trabajo medioambiental o la lucha feminista, planteando que eran “pérdidas de tiempo”, que solo el trabajo sindical podía avanzar en verdaderos cambios. Hoy, nos encontramos con un escenario totalmente distinto, en que las diversas luchas están reconociendo y validando los trabajos que cada organización o agrupación está realizando, con avances sustanciales que han permitido incluso cambios legislativos impensados. Y es ahí cuando recordamos que el principal valor que debemos resguardar es el de la cooperación, comprendiendo que solo de manera articulada vamos avanzando en recuperar la dignidad que hace décadas nos fue arrebatada.
«Mientras entendamos que las diferencias no son excluyentes y empecemos a trabajar de manera articulada, más preparados estaremos para enfrentar de mejor manera los escenarios que se nos vienen a futuro»
Pensar en ser de izquierda en el contexto actual nos obliga a mirar el presente, a analizar cómo se articula el capitalismo para atacar todos los aspectos de nuestra vida, como pretende desarticularnos a partir de desorganizarnos, dividirnos y plantar falsas contradicciones. Y en eso debemos ser inteligentes, bajar las banderas que la teoría mal entendida ha logrado instaurar por décadas, y reconocer que el trabajo que realizan diversas organizaciones en sus temáticas específicas, son fundamentales para lograr avances
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Finalmente, y sin pensar que es de menor importancia, el ser de izquierda hoy, con los ojos puestos en el futuro, nos obliga a trabajar en función de una nueva identidad cultural que sea capaz de conquistar desde la subjetividad, marcando un sello de trabajo de nuestro bloque. Nuestro sello como agentes de transformación debe estar enmarcado en aquellos valores que hoy luchamos por reivindicar y/o resignificar: debemos ser profesionales, entendiendo esto fuera del marco de los estudios o títulos, sino como un sello en el trabajo que realizamos en todo ámbito; ser profesionales, responsables, comprometidos/as con toda
N°4 tarea que asumimos. Por otro lado, debemos fomentar la colaboración y la no competencia; saber reconocer cuáles son los aportes que cada cual realiza en función de un horizonte común. Despojarnos de la competencia es tarea difícil pero no imposible, que requiere de un análisis permanente sobre nuestras acciones, muchas de ellas marcadas por años de cultura competitiva fomentada por el sistema escolar tradicional. Finalmente, debemos ser honestos/as en todo momento: respecto a los procesos, las responsabilidades y compromisos que se pueden asumir, las atribuciones y los límites que tenemos. Un sello fundamental de la izquierda hoy, es saber llevar estos valores en el día a día, demostrar que estamos a la altura de los cargos que hoy hemos conquistado, y por sobre todo, ser capaces de proyectar que nuestro trabajo coordinado puede ser transformador, incluso en las condiciones limitadas que nos permite la
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actual institucionalidad. Una nueva izquierda, con actrices/actores a la altura de los desafíos que tenemos en el actual escenario es una necesidad imperativa. Tanto por los logros que ya hemos alcanzado, como por las proyecciones que vemos en conjunto con quienes nos vinculamos día a día. Las posibilidades de realizar transformaciones que vayan en beneficio de quienes nos rodean son reales en la medida que nos hagamos parte de aquellos procesos de unidad, de aquellos bloques de compañeros/as que están pensando en organizarse a pesar a de las diferencias. Y mientras más rápido entendamos que las diferencias no son excluyentes, mientras antes empecemos a trabajar de manera articulada, más preparados estaremos para enfrentar de mejor manera los escenarios que se nos vienen a futuro. Ahí están los desafíos que tenemos hoy quienes pensamos el mundo desde la vereda de la izquierda. RPS
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CLAVES PARA REIMAGINAR LA IZQUIERDA Por Francisco Figueroa Militante Izquierda Autónoma
El fin del ciclo progresista en América Latina y el avance de las derechas nacionalistas en los países del norte demuestran con dureza que las contradicciones del capitalismo avanzado no son suficientes para, por sí solas, ponerlo en verdaderos aprietos. El propio crujido de la hegemonía neoliberal ha develado la dramática carencia de una estrategia para su superación. Es que no existen “ventanas de oportunidad” por fuera de las relaciones concretas de fuerza entre quienes luchan por conservar o subvertir un orden. Se requieren sujetos para convertir crisis en oportunidades. De ahí la centralidad de la construcción de izquierda para los anhelos emancipatorios del presente.
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Esta tarea es particularmente urgente en Chile, habida cuenta de la oportunidad que constituye el ocaso de la Concertación y del régimen binominal de la transición, y la amenaza que al mismo tiempo supone el agresivo avance de la derecha. Los claroscuros del momento que nos toca vivir nos interpelan a asumir que una nueva etapa histórica, más democrática y justa, sólo podrá abrirse a condición de construir un proyecto político capaz de ampliar los límites de lo posible y ensanchar socialmente la democracia. Reimaginar la izquierda, entonces, es una tarea ineludible. Vayan aquí algunas proposiciones en materia de ideario y prácticas políticas para nutrir el debate.
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libertad:
banderas
Una de las grandes paradojas de nuestro tiempo es que pese a los inéditos avances tecnológicos y la inmensa acumulación de riqueza, la soberanía de las personas sobre sus vidas individuales y colectivas está gravemente amenazada. Somos esclavos de las deudas, de trabajos que exigen mucho y retribuyen poco y de un modo de convivencia que pone el imperativo del lucro y la productividad por sobre la valoración integral de las personas. Para organizar las energías que resisten estas tendencias deshumanizadoras, la izquierda debe asumir la importancia de las banderas de la soberanía y la libertad en la lucha contra nuevas servidumbres económicas y políticas y por crear condiciones para la real autodeterminación de las personas y la sociedad. El socialismo es un proyecto vigente El ideario y la tradición socialista constituyen una herramienta imprescindible para la interpretación y transformación de la realidad. El socialismo no es ni una doctrina estática ni la promesa de un futuro ideal, sino un proyecto emancipador en permanente actualización a través del cual la humanidad puja por tomar las riendas de su propio destino. Además la fuerza creadora del trabajo humano, fundamento del socialismo, no ha hecho sino ganar relevancia. Si organizarlo como fuerza de negación del orden establecido es más difícil que ayer no es por su pérdida de centralidad, sino por su expansión, mutación y ubicuidad. Al socialismo entonces hay que repensarlo. No imitando al pasado, sino a partir del movimiento real de las diversas luchas emancipadoras para articular desde su seno una izquierda transformadora. La interdependencia entre socialismo y feminismo
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Las luchas de las mujeres y la disidencia sexual por subvertir el orden de género establecido están a la vanguardia de la defensa y expansión de la libertad humana en la actualidad. Durante mucho tiempo la izquierda fue indiferente e incluso hostil a la apropiación política del feminismo, pero el propio desenvolvimiento de las luchas sociales demuestra hoy la necesaria interdependencia entre feminismo y socialismo. Es que no hay socialización plena del poder sin desarticular la opresión de género, ni superación de dicha opresión sin desarticular las bases materiales de su reproducción. Socialismo y feminismo deben entrelazarse en la construcción de conciencia y fuerza política transformadora. El poder no se toma, se construye El siglo XX demostró que la toma del poder estatal, ya sea por la fuerza o por las urnas, no es suficiente para la construcción de una nueva sociedad. Confundir socialismo con estatismo sigue generando estragos en los movimientos de cambio, porque la retirada de la esfera de la sociedad hacia la esfera del gobierno aliena a la izquierda de las fuerzas sociales que son el fundamento del cambio histórico. De lo que se trata es de democratizar el Estado para socializar el poder. La lucha institucional es imprescindible para conseguir cambios significativos, pero
«El dilema de la izquierda no reside en encontrar un ‘lenguaje’ que haga ‘más sentido’ a ‘la gente’, sino en organizar una fuerza social»
N°4 como una de las dimensiones en las que se juega la elaboración de capacidades materiales para construir un mundo distinto. Nuestra tarea representar
es
organizar,
no
No hay futuro para la izquierda si su única trinchera es la lucha electoral. Tampoco si asume con los movimientos sociales una relación de uso y no de construcción. No lo hay porque la capacidad transformadora de la realidad reside en la auto-organización de las mayorías trabajadoras y su autonomía política. Por eso el dilema de la izquierda no reside en encontrar un “lenguaje” que haga “más sentido” a “la gente”, como si su tarea fuese representarla desde arriba, sino en organizar una fuerza social capaz de construir formas de convivir y producir basadas en la cooperación y la libertad en lugar de la competencia y la dominación. Allí reside su fundamental acumulación de fuerza.
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La necesaria diversidad y flexibilidad del partido Los partidos como los conocimos se acabaron. Fueron desfondados por la creciente individualización y fragmentación social. En Chile y América Latina, además, el exterminio de generaciones completas de luchadores políticos y sociales impuso un abismo entre el acumulado histórico de los partidos populares y sus herederos. Pero la solución no es imitar el paisaje, naturalizando la balcanización de la izquierda en estrechos movimientos. Debemos construir movimientos amplios y diversos, generando procesos intergeneracionales e inter-sectoriales de aprendizaje, construcción de saberes compartidos y resistencia contra la despolitización. De lo que se trata es de identificar lo común de las luchas emancipatorias del presente para organizar desde allí nuestra política. RPS
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Trinchera trabajadora Por Cristián Cuevas Zambrano ¿Cuál es la situación que vive el movimiento sindical chileno ad portas de un nuevo 1° de Mayo? A pesar de un inicio de siglo que traía esperanza, con la irrupción de los/as trabajadores/as precarizados de los principales ejes del modelo de desarrollo extractivista y sus nuevas formas de explotación (contratistas del cobre, forestales, salmoneras y temporeros), la evaluación actual no es auspiciosa. El/la trabajador/a como sujeto social está hoy ausente. Una cuota de responsabilidad recae por cierto en el propio movimiento sindical, que no ha sido capaz de interpretar, organizar y orientar el movimiento de los/as trabajadores/as según los cambios que se han producido en mundo del trabajo, manteniendo la organización sindical como un actor subalterno del empresariado y los gobiernos de turno. En este escenario, creemos que el movimiento sindical necesita con urgencia de al menos cinco elementos cruciales: 1. Comenzar a construir un relato y una épica para este tiempo; 2. Focalizar los esfuerzos en lograr una efectiva negociación por rama o sector; 3. Dotar al movimiento sindical de una democracia interna profunda y radical; 4. Transparentar la gestión, de manera de contar con líderes/as con legitimidad social y política; y 5. Reconstruir la unidad sindical que permita vincular la lucha de los/as trabajadores/as con las transformaciones que con urgencia el país entero necesita.
Canibalismo Global Por Felipe Lagos Rojas y Marcelo Miño Ortiz Volver a la raíz: lecciones de las revueltas del ‘68 global para las izquierdas presentes A 50 años de mayo del ‘68: una de esas marcas temporales que invitan a la reflexión, a preguntarse sobre causas y azares, consecuencias y aprendizajes. Es de esperar la clásica operación de higienización histórica por parte de la maquina políticocomunicacional predominante; basta ver lo hecho con Martin Luther King Jr. o lo que Macron prepara en Francia. Repertorios de fechas, testimonios y reconversiones (al borde de lo religioso) de “los protagonistas", con sus conclusiones típicas: transgredimos los límites, nos excedimos. En esta clave, el aprendizaje no es sino represión, recordar con culpa – otra forma de olvido. La revuelta no es revolución, aunque tome sus formas y contenidos. Pero las revoluciones que no fueron permiten identificar la lógica de las revueltas que sí. El ‘68 concentró un evento global, que ocurrió desde Tokio a Kingston y desde Oakland a México, trascendiendo la distinción entre Primer y Tercer mundos. No es posible explicar esta globalidad olvidando las descolonizaciones en África y Asia durante los años anteriores, ni la lucha anti-colonial, anti-imperialista, dramática e ineludible que se esparcía al grito de: ¡uno, dos, cien Vietnam!). Descolonización geopolítica que tuvo su contraparte en una descolonización, digamos
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N°4 micropolítica, con los así llamados nuevos movimientos sociales comandados por el “black power” y el “woman power”. Sin embargo, Mayo del ’68 tuvo un contenido transversal claro: la demanda por autonomía expresada en la crítica a la autoridad, sea patriarcal, racial, político-institucional, incluso subliminal (como en el caso del situacionismo). Esta explosión de autonomías tuvo consecuencias, tanto a nivel teórico como práctico, en el descentramiento de referencias puramente clasistas y nacionales para los movimientos contestatarios. Explosión de autonomías reflejada en nuevas organizacionales sectoriales, incluso geopolíticas (los Países no-alineados, o la propia Tricontinental). Esta crítica a la autoridad bajo formas de autonomía se materializó, para la izquierda política, en distancia y desconfianza hacia el comunismo oficial estalinista, con su burocratización política y su esclerosis teórica. Pero este descentramiento no contó con un movimiento similar de recentramiento o reorganización. Así, parafraseando al mexicano José Revueltas, el fantasma que recorrió el ‘68 global fue el de un “proletariado sin cabeza”. Las revueltas del ‘68 global no fueron revolucionarias en sus consecuencias, pero sí en algunas preguntas y respuestas ensayadas. El movimiento conjunto entre el descentramiento de las referencias tradicionales de conducción de clase y la explosión de autonomías puso en evidencia un profundo vacío de contenidos contemporáneos, actuales, del significante “revolución”, en su oposición a la “reforma”. La proliferación de la lógica de la revuelta terminó por reducir el movimiento a sus contornos “culturales”. Pero ese vacío continúa hoy, la idea de revolución ha perdido gran parte de su sentido y, a lo mucho, rememora aspectos su propio pasado sin reinventarlos, allanando el camino para el imperio de la lógica de la reforma. La lección principal se resume en no repetir el ’68. Con todo su potencial como revuelta global, cuestionamiento de la autoridad y apuesta por nuevos modos de autonomía, debemos superar el gesto reivindicativo de lo que pudo ser. Sus consignas quedaron atrapadas en el espacio vacío de la distinción reforma / revolución (esa murmuración, ese hablar a nadie que las izquierdas aún practican). En el caso francés, atrapada en esta querella, la revuelta fue incapaz de responder activamente a la maniobra de De Gaulle anunciando la disolución del parlamento y llamado a elecciones. En menos de una semana, calles pavimentadas y trenes regulares. La falta de Mayo fue la falta de política, de afirmación o apuesta en medio de la revuelta. La apuesta es a la radicalidad, a ir a la raíz para volver a cualificar el referente de la revolución. Es una apuesta optimista. Se trata de construir política desde el trabajo constante y sistemático de protagonismo popular, plebeyo. Una política plebeya que supere los esencialismos de clase sin perder a la clase, y logre trabajar sus vicios autoritarios. Una política de la autonomía, que confíe en la creatividad de individuos, identidades y articulaciones. Del mismo modo, se trata de una política responsable, con vocación de poder, que demuestre en su propia actividad plebeya su capacidad de gobierno y de futuro. He ahí el llamado a la radicalidad. Recordando mayo del ‘68, quisimos invitar a dar este paso: aprender, aprender, aprender. Y, sobre todo, no repetir. Walter Benjamin decía que solo a una humanidad redimida le es posible conocer su pasado de modo auténtico. Pero también es cierto que únicamente quienes se arriesgan a conocer su propia historia, aunque sea de modo imperfecto, pueden evitar repetirla.
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SITUAR EL DESAFÍO DE LA TRANSFORMACIÓN; LA TAREA PENDIENTE DE SER IZQUIERDA Por Pamela Soto y Guillermo Piñones Militantes Movimiento Autonomista, Región de Valparaíso Si comparamos el mapa político nacional actual con el de fines de los ’90, qué duda cabría que estamos en presencia de un cambio de escenario. La otrora exitosa concertación (Nueva Mayoría) cuasi inerte como proyecto de centro-izquierda, la derecha en el gobierno tanto con un desafío refundacional como de permanencia y un emergente Frente Amplio, que a pesar de su reciente e inacabada formación, ha tomado un incipiente posicionamiento en la agenda política. Se evidencia un proceso de inflexión, de búsquedas y reacomodos, que
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abre la posibilidad de madurar un nuevo ciclo. No obstante, como todo proceso de tensiones e incertidumbres, no es posible predefinir el resultado de éste, si esta emergente fuerza tendrá el peso suficiente para incidir en ello, y por ende, si esto conducirá nuevamente a un pacto de élites dominantes. Puesto el escenario de oportunidad, pero a la vez de desafío, se vuelve a situar la interrogante del quehacer estratégico y de la posibilidad de transformación desde la izquierda. Ante esto, lo primero a señalar es la
N°4 necesidad de posicionarse críticamente ante el estado actual de la izquierda, y poner en valor el desarrollo de ésta en América Latina durante el siglo XX y los disímiles esfuerzos de reconstitución y avanzada en las décadas recientes. Si bien dichos esfuerzos movilizaron gran parte de las mejoras en las condiciones de vida en el continente a través de experiencias de gobiernos a distintas escalas, hoy se encuentran en un momento de reflujo, donde han brotado errores y cuestionamientos tales, que no han permitido cuajar la conformación de un proyecto de izquierda del siglo XXI nítido como expresión de los idearios colectivos de transformación a los que la misma tradición de izquierda apela.
necesariamente deberían estar presentes en sus propuestas, por ejemplo, la posición del feminismo.
Este primer acercamiento a la pregunta ¿qué es ser izquierda hoy? nos invita a aproximarnos desde al menos tres perspectivas de análisis: la primera alude a preguntarse por los contornos y límites del cambio de escenario político considerando los efectos de los gobiernos progresistas desde la actual avanzada de derecha en el Cono-Sur; una segunda perspectiva, se refiere a la necesidad de articulación de un nuevo sentido de izquierda dentro de la coalición que nos invita el Frente Amplio; y la tercera, que se pregunta por cuáles son hoy las expresiones de demandas y de transformación a incorporar en los procesos de emergencia política, y que
Desde la escena nacional la pregunta puede ser abordada a partir de interrogantes al lugar y sentido de las izquierdas al interior y exterior del Frente Amplio. Las modificaciones en el campo político que se expresan a partir de las últimas elecciones invitan a incorporar nuevos sentidos en los procesos de transformación política y social, que cuestionen el desarrollismo desde el Estado central, las implicancias de la adhesión popular electoral, burocracias partidistas, o la lógica metropolitana que han primado en la conformación del Estado-Nación, y que en el caso de Chile mantiene a las regiones del país marginalizadas, estableciendo con ello una relación de dependencia económica y productiva con la capital.
«En el pensar la tarea de la izquierda debe estar la incorporación de sectores y demandas sociales aún excluidas de la política oficial» 14
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Si revisamos el escenario geopolítico en el Cono-Sur podemos señalar que, a las dificultades y contradicciones de la avanzada progresista, la derecha logró reposicionarse con un discurso que ha capturado el interés político de votantes. Cabe preguntarse, ¿cuánto de esta avanzada implicó un efectivo retroceso político y económico de la derecha? Por ello, una primera tarea consiste en un cuestionamiento a la socialdemocracia desde el fracaso de las políticas redistributivas, los ‘quienes’ en la construcción de consensos nacionales y los límites de forjar democracias dependientes.
Dado lo expuesto, el pensar específicamente la tarea de izquierda en un proyecto que impulsa la modificación de las formas de relación, debe estar tanto en la incorporación de sectores y demandas sociales aún excluidos de la política oficial como en la modificación de las lógicas de acumulación del modelo. Son precisamente estos grupos aquellos que permitirán romper con los patrones homogeneizantes
N°4 de una lectura trascendentalista de la izquierda, y con ello territorializar los discurso, las prácticas y la política. Por esta razón, por ejemplo, pensar la administración de un gobierno local desde un sentido colectivo, un sentido de coresponsabilidad debe ser aquello que oriente el desarrollo productivo y social, con el propósito de impulsar la autonomía de los habitantes, que a través de redes de colaboración puedan desarrollar otras lógicas de producción y relación. Tarea política que debe estar acompañada de la visibilización de las contradicciones y los límites de la operatoria política como herramienta de modificación de la institucionalidad. Es en suma, tener claridad sobre las oportunidades y límites de las disputas sociales e institucionales a
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nivel local y nacional, sus capacidades reales de transformación social e incidencia en el modelo de desarrollo, y a su vez, en la construcción de subjetividades que sustenten dicho sentido de transformación. Discusiones, acuerdos y diferencias en puntos como los anteriormente descritos, hacen pensar que la labor inmediata para el Frente Amplio es abordar un debate estratégico flexible, asumiendo las dinámicas de convergencia y divergencia que entre los movimientos y organizaciones que la conforman, sin perder la amplitud y prevaleciendo la necesidad de proponer un proyecto de político de transformación al país, posible de impulsar desde este conglomerado. RPS
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ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA LUCHA ANTICAPITALISTA Y POR EL SOCIALISMO EN CHILE Por Iván Carrasco Miembro comisión política Partido Igualdad y representante de ese partido en Mesa Nacional del Frente Amplio
Sostenemos que el proceso revolucionario chileno se desarrollará en un proceso de aproximaciones sucesivas que se dará en una combinación de triunfos electorales, de revueltas locales, retrocesos y resistencias. Los elementos generales que enmarcan el proceso de lucha anticapitalista y por el socialismo en Chile son los siguientes: i) La burguesía, como lo hemos visto en Chile y el mundo, no se quedará con los brazos cruzados si pierde el gobierno.
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Resistirá e intentará organizar la derrota de cualquier gobierno popular. ii) La construcción del socialismo en un solo país no es posible. Por tanto, el programa y las tareas anticapitalistas serán un proceso complejo, no estable, contradictorio, de avance en aproximaciones sucesivas, las que serán fortalecidas y/o debilitadas por el proceso de luchas anticapitalistas a nivel mundial. iii) En Chile, existe un amplio sector de
N°4 clases medias que, si bien un gran espectro de ellas están en un proceso de pauperización constante, también es cierto que vacilaran permanentemente entre la promesa ascensional de la burguesía, y el miedo al poder popular y a los trabajadores más precarizados en su lucha radical contra el capitalismo.
elaboración de un programa de acción de las fuerza anticapitalistas.
iv) La disposición a la alternancia en el gobierno es una condición de legitimidad de los gobiernos populares y las fuerzas transformadoras.
Los ejes del proceso de construcción de fuerza en cada uno de estos 3 escenarios o frentes de lucha (esto es desde el Estado, contra el Estado y sin el Estado) debieran ser, a los menos, los siguientes:
v) El Estado chileno ha logrado instalarse profundamente en el territorio nacional, social y cultural, y ha construido durante años una capacidad de control, represión y domesticación clientelar de amplios sectores populares. En el escenario anterior, un programa de acción revolucionario con perspectiva socialista, sólo puede tener su base de apoyo en la construcción y consolidación permanentemente de espacios de participación y poder popular que permitan ser un bastión permanente del pueblo contra la burguesía. El poder estatal siempre será esquivo para la clase trabajadora, por ello la lucha del pueblo chileno por el socialismo se desarrollará en escenarios de lucha que se darán desde el Estado, contra el Estado y sin el Estado. Por ello, construir bases de poder desde la sociedad, debiera ser el eje principal de la
En este sentido, se hace necesario que los bastiones y/o instituciones de poder popular se deben crear en todos los frentes de lucha en que el pueblo luche por sus derechos y se enfrente contra los ricos y poderosos.
1) Sumar: o sea, conquistar mayorías nacionales, construir la unidad y fuerza propia del pueblo, los trabajadores en alianza con las clases medias. 2) Empujar: o sea, hacer retroceder el poder de la burguesía en lo económico, político, militar y cultural en la sociedad. 3) Consolidar: o sea, construir y estabilizar los bastiones del pueblo en los tres frentes en que se desarrolla esta lucha, ya sea en el Estado, contra el Estado y sin el Estado. Ahora bien ¿Cómo se aterrizan a un programa de acción los puntos señalados anteriormente? Creemos que en las siguientes medidas debieran ser básicas en un programa de acción de las fuerzas revolucionarias: 1.- El pueblo y las y los trabajadores deben construir expresiones políticas y partidos propios, con un claro programa anticapitalista y un programa de acción que tenga como eje la construcción del poder popular. Construir expresiones políticas eclécticas, sin una línea política clara y coherente, sólo llevará al empantanamiento de la acción y a la inoperancia política, en momentos en que justamente lo que se requiere es claridad política y un plan de acción claro y preciso. 2.- Con un programa de acción que no
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N°4 debe caer ni en el electoralismo ni en el parlamentarismo. Es fundamental que se entienda que los cambios de fondo en la sociedad chilena no vendrán desde este Estado. La participación electoral y la búsqueda de cargos de representación en este Estado son sólo parte de un proceso de construcción y acumulación de fuerzas global en la sociedad. 3.- Desarrollar e implementar el proceso unidad y alianzas entre las fuerzas revolucionarias y anticapitalistas con las fuerzas reformistas consecuentes, esto es, con fuerzas que estén dispuestas a llevar el programa antineoliberal hasta el final y no negociarlo con la burguesía. En países con una clase media importante en magnitud, las clases trabajadoras y populares no pueden conquistar el poder político por si solas, están obligadas recurrir a alianzas con las expresiones políticas progresistas de las clases medias. 4.- La eventual conquista del gobierno no se debe ver como un fin o un cierre de un proceso de lucha, sino como el inicio, desde una nueva trinchera conquistada, de un nuevo periodo de ascenso de la lucha del pueblo. Por ello, un eventual gobierno antineoliberal no debe frenar el desarrollo de las luchas del pueblo, las que se darán de forma natural en un país como el nuestro, con niveles enormes de tasas de explotación de los trabajadores, sino impulsarlo y garantizar su extensión, desarrollo y consolidación. 5.- Las áreas inmediatas en un eventual gobierno antineoliberal y transformador, deberán ser: terminar con el poder de chantaje económico y de inversión de la fuerzas capitalistas y llegar en el más breve plazo posible a construir un poder inversor no capitalista como eje de la productividad del país, basado en un Estado democratizado y en unidades productivas no capitalistas; la democratización y
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« La participación electoral y la búsqueda de cargos de representación son sólo parte de un proceso de construcción y acumulación» reforma profunda a las fuerzas armadas, terminando con la estructura de castas en su interior; transformar el Estado actual en un Estado radicalmente democratizador y profundamente participativo, cada vez más diluido y permeado por la sociedad democráticamente organizada; impulsar el poder obrero dentro de las fábricas y empresas, conquistando la democracia de los trabajadores, productores, consumidores y de las comunidades en todo el proceso productivo; y construir la unidad y fuerza de los movimientos sociales y los trabajadores entregándole poder real a sus organizaciones naturales. Creemos que solo un programa de acción que se base en los elementos señalados anteriormente, tiene las posibilidades de triunfar sobre el neoliberalismo, poner bajo control a la burguesía golpista, abrir un camino a las transformaciones anticapitalistas, construir las primeras bases del socialismo democrático chileno, y llevar a los pueblos y trabajadores de Chile a conquistar sus derechos. Con este texto queremos abrir un debate necesario sobre estos temas entre las fuerzas populares y anticapitalistas chilenas. RPS
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ENTRE LO VIEJO Y LO NUEVO. SER DE IZQUIERDA HOY Maura Gálvez-Bernabé Militante del Movimiento Anticapitalista y Juntas a la Izquierda- Internacional
“El comunismo no es precisamente una utopía y un estado de una situación de los que se podría hacer un inventario. Es más bien el movimiento real que deroga el orden existente” Daniel Bensaid Primera aproximación Al poco andar del Siglo XXI nos encontramos con un panorama turbulento, la crisis económica abierta a partir del 2008 conlleva un carácter sistémico y luego de una década se sigue enfrentando “En ausencia de los factores capaces de lanzar una nueva fase de acumulación sostenida, la perspectiva es la de una situación en la que las
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consecuencias del lento crecimiento y la endémica inestabilidad financiera, junto al caos político que ellos alimentan en ciertas regiones hoy y potencialmente en otras, convergería con los impactos sociales y políticos del cambio de clima”1; es decir atravesamos una crisis que involucra y cruza la diversidad de esferas que constituyen el sistema. Es por eso que una aproximación a la pregunta por lo que significa ser de izquierda hoy toma un valor transversal, un debate que a mi entender debiera expresar los ánimos de enfrentar el presente, por tanto, una primera noción, para mí, significa pensar y actuar, intervenir y organizarse, sobre la perspectiva de un proyecto político con carácter de totalidadad2.
N°4 El hoy, la crisis, nuevos fenómenos, la disputa. A la luz de los hechos de los últimos años, hemos visto como los gobiernos han venido desatando medidas feroces de profundización del neoliberalismo, un conjunto de reformas para reducir al mínimo las condiciones sociales afectando al 99% de la población. Esto implica re-mercantilizar las jubilaciones, la salud y la educación, acompañado de un proceso de desposesión destructiva de la tierra y los bienes comunes en los países periféricos. En ese contexto las más afectadas, nosotras: las mujeres. Un proceso que nuestro país normalizó previamente con una variante “centroizquierda” como administradores del Estado neoliberal, el PS y en el último gobierno incluido el PC.
de 2006-2011, NoMasAFP en nuestro país y sobre todo, la extensión sin fronteras del movimiento feminista que va remeciendo sin retorno los cimientos estructurales de una sociedad abatida por el despojo de derechos mínimos hacia las mujeres, pariendo una nueva ola a nivel internacional, la cual se identifica en su masividad por contener consignas democráticas intrínsecamente relacionadas con exigencias de medidas mínimas, las cuales no se pueden solucionar sin tocar intereses comprometidos, es decir contienen de fondo medidas anticapitalistas que han logrado de forma transversal convocar a diversidad de mujeres de distintas capas de la clase trabajadora. En palabras de Arruzza y Bhattacharya refiriéndose al 8 de Marzo “La huelga tendrá lugar en al menos 40 países; será la primera coordinada de manera internacional a esa escala desde hace años: en términos de su tamaño y por la diversidad de organizaciones y países involucrados, será comparable a la manifestación internacional contra el ataque imperialista en Irak”3. En nuestro país la Coordinadora 8 de Marzo, convocó a la movilización bajo la consigna: “Mujeres trabajadoras a la calle contra la precarización de la vida” y a diferencia de años anteriores, fue permeada por dirigentas sindicales, migrantes, trabajadoras a honorarios, diversos movimientos sociales, pobladoras, dando un salto cualitativo permitiendo la posibilidad de abrir la puerta a la construcción de un feminismo del 99%.
“Han ido pariendo nuevos fenómenos intermedios que constituyen un terreno de disputa que la izquierda anticapitalista debe hacerse cargo”
Es indudable que estas medidas buscan avanzar en la recuperación de la crisis capitalista, más aún hoy con gobiernos de derecha otra vez a la cabeza. También es indudable que la respuesta a esas medidas son las enormes movilizaciones -que a diferencia de periodos anterioresno son localizadas en un punto geográfico, sino que nacen y se multiplican a nivel mundial, manteniendo en su seno la contradicción de no encontrar direcciones claras frente a la debacle de los antiguos regímenes. Surgen así, nuevas experiencias y consignas, en ese hilo vimos la primavera árabe, Indignados en España, movimiento Occuppy Wall Stret y Black lives Matter en el corazón del imperialismo, el movimiento estudiantil
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En síntesis de lo anterior: La contradicción de la inexistencia de alternativas rupturistas, combinado con las ofensivas y respuestas en
N°4 un panorama de crisis, lo caracterizamos como interregno “Usando la expresión de Harvey, que es consecuencia de la contradicción entre que existe la más grave crisis del capitalismo, en un momento de ausencia de alternativas socialistas”4. Todo aquello ha ido pariendo nuevos fenómenos intermedios que no terminan de nacer, que vienen cargados de contradicciones en sus propias definiciones y límites, en la cual cohabitan sectores reformistas, liberales y posiciones de izquierda, es decir constituyen un terreno de disputa, que creo la izquierda anticapitalista debe hacerse cargo, me refiero a la aparición de nuevas experiencias políticas de carácter amplio (Podemos, PSOL, Nuevo Perú, Bloqo de Esquerda, Frente Amplio). Una segunda aproximación a Ser de Izquierda por lo tanto, es la noción de disputar, disputar ser alternativa para disputar la posibilidad de ser poder. Es ahí donde creemos que la tarea de l-s Anticapitalistas es ser propuesta fuera del marco de la testimonialidad para injerir con coherencia programática en ese nuevo campo que surge para llevar a
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fondo las nuevas experiencias. Por tanto ser de izquierda en el siglo XXI, pasa por leer la realidad para poder intervenirla con proyección transformadora, quedando de esa forma para concluir una tercera noción: La construcción de herramientas/ organizaciones/ partidos que sinteticen las propuestas políticas, la cual como estrategia tenga su horizonte transformador de la totalidad y la amplitud táctica para disputar los nuevos fenómenos que está pariendo el presente que nos toca vivir, en otras palabras una organización revolucionaria que desmantele el poder del 1%. Referencias 1 François Chernais “El curso actual del capitalismo y las perspectivas para la sociedad humana civilizada” http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n58/el-curso-actual-del-capitalismo-y-las-perspectivaspara-la-sociedad-humana2 Cinzia Arruza, “Género y capitalismo, Debate en torno a reflexiones degeneradas” Grupo de estudios Feministas GEF. 2017. Página 47 3 Cinzia Arruzza y Tithi Bhattacharya ¿Qué es una huelga de mujeres? http://vientosur.info/spip.php?article12292 4 Tito Prado (Peru)/ Israel Dutra, Roberto Robaina, Pedro Fuentes MES/PSOL http://portaldelaizquierda.com/2018/03/sobre-lasituacion-mundial-y-las-tareas-de-losinternacionalistas-en-america-latina/
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