Más de 25 años de juventud M
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John Wilson Osorio Historiador, especialista en Educación, MSc. en Administración Jefe del Departamento de Humanidades de la Universidad CES Miembro del grupo de investigación en Salud, Humanismo y Ética (Etices)
A medida que se amplía la expectativa de vida de los seres humanos, los segmentos en que la dividimos culturalmente también se agrandan. La niñez, un invento de la modernidad occidental que no alcanza todavía los cuatro siglos, empieza con el nacimiento y se prolonga hasta los 15 años. La juventud bien puede empezar a los 18 y extenderse hasta los 43 o 45. Y la vejez bien puede marcarse desde los 60 años hasta la muerte. Muerte que en muchos países está esperada hacia los 80 y en otros hasta más allá de este promedio. Como producto de la Revolución Industrial, de las revoluciones y cambios sanitarios drásticos, de las variaciones en la nutrición y dietética, de las transformaciones sanitarias en obras públicas y de los logros en las ciencias médicas, durante los últimos 200 años de historia humana, la expectativa de vida se ha incrementado de modo casi matusalénico. Con lo cual hay más tiempo para vivir como niño y también como anciano. Pero sobre todo como joven. Si hay un período de moda, alabado y ensalzado en nuestra cultura posmoderna, ese segmento etario es el de la juventud. ¡La juventud lo es todo! Pareciera ser el mensaje incuestionable. Por supuesto que es muy seductor, incluso evolutivamente hablando, el período juvenil de la existencia. Pues la
juventud es época de lozanía, de plenitud corporal, de salud, de rudeza física, de gracia estética, de aplicación laboral, de apareamientos, de reproducciones. La juventud es un período sin debilidades ni negaciones. La juventud pareciese no tener lunares. Por oposición a la juventud, la vejez está relegada. La vejez se niega, se aísla y se asila, se devalúa. La vejez parece estorbosa, incómoda, indeseada. Los viejos quisieran volver a ser jóvenes. Y los jóvenes no quisieran llegar a ser viejos. Y por eso es común ver de muchas maneras y poses a viejos que no se asumen y que se disfrazan de jóvenes. Pero nunca lo contrario. Los jóvenes tienen la fuerza sin la experiencia y los viejos tienen la experiencia sin la fuerza. No hay época perfecta. Porque cada período vital en sí mismo tiene ventajas y perjuicios, problemas y soluciones, sus más y sus menos. Pero, como en las sociedades todo es siempre tan contradictorio, el cada vez más extenso período existencial de la juventud está lleno de altas valoraciones culturales, pero también está inundado de dificultades. Al joven se le exige experiencia que no tiene para poder ingresar al mercado laboral, pero se le niega la posibilidad de adquirirla. El joven es proyecto de todo, pero es realización de nada. La juventud está abierta a cualquier criterio, pero no tiene ideas fundamentadas CCAP Volumen 12 Número 1 ■
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Más de 25 años de juventud
sobre nada, con lo cual se banaliza o se fanatiza. Entonces es o demasiado liberal o sumamente conservadora o demasiado indiferente. Los jóvenes son vulnerables al delito como víctimas o victimarios. Y el período que habitan es de alto riesgo porque en su transcurso son hábiles para cualquier forma de actuación en los conflictos armados: pueden ser, por ejemplo, en el caso colombiano, reclutados o reclutadores, asesinos o asesinados, policías o soldados, guerrilleros o paramilitares. La juventud tiene enormes problemas de salud pública. De hecho, ser joven, muy paradójicamente, es estar en condición de fragilidad. La misma intrepidez, espíritu de aventura y condición de aguerrido con que se asocia a los jóvenes involucra situaciones de peligro, de cercanía al riesgo. Los comportamientos a la ligera e impremeditados con los cuales casi universalmente suele asociarse a la juventud conllevan unas posibilidades altas de accidentes, equívocos y yerros. Esto es visible en eventos catastróficos de tránsito, en
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uso y abuso de drogas, en manipulación por los medios de comunicación, en manipulación a manos de grupos políticos o religiosos. Otros problemas que se presentan con suma frecuencia en la cada vez más prolongada edad de la juventud suelen ser estos: suicidio, embarazos no deseados, criminalidad, violencia sexual y violencia familiar, siniestros de tránsito, explotación laboral, desempleo, drogadicción, fracaso y abandono escolar, estrés y ansiedad, complejos de superioridad o de inferioridad. Es decir: un período aparentemente tan lleno de potencial y posibilidades, tan abrigado por la luz, está permanentemente cubierto de claroscuros y sombras. Está cada vez más próximo el tiempo en el que el período de la vejez le gane en tamaño de años a la juventud. Por ahora, la juventud es la época más extensa de la vida humana. Pero, cuando la vejez se amplíe, también el período para ser joven se estirará. Lo cual equivale a decir que la humanidad cada vez se tendrá que acostumbrar a vivir con más años de juventud.