El pediatra en la prevención de las enfermedades

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El pediatra en la prevención de las enfermedades no transmisibles

Valentina Pinzón Rodas, MD1

Marcela Fama, MD2

Iliana Curiel Arismendy, MD MPH3

Yaina Panciera Di Zoppola, ND, PhD4

“La suficiencia o deficiencia de un nutriente en un período crítico del desarrollo del infante puede tener un efecto a largo plazo o permanente”

Prof. Alan Lucas

INTRODUCCIÓN

Las enfermedades crónicas no transmisibles (ENT) son un grupo diverso de afecciones crónicas de larga duración, y se deben principalmente a una combinación de factores genéticos, fisiológicos, ambientales y de comportamiento. Existen cuatro grupos que incluyen: enfermedades cardiovasculares, cáncer, diabetes y enfermedades respiratorias crónicas, las cuales en conjunto representan una parte importante

de la morbimortalidad global. Sin embargo, otros tipos de ENT incluyen: hipertensión, dislipidemia, obesidad, síndrome metabólico, artritis reumatoide, enfermedad cerebrovascular, osteopenia/osteoporosis, depresión, deterioro cognitivo y enfermedades neurodegenerativas.

La etiología multifactorial de las ENT pone de relieve el papel de los factores de riesgo modificables, que representan oportunidades de intervención. Si bien las ENT son frecuentes en todos los grupos poblacionales, existe disparidad con poblaciones de menores ingresos, ya que ellos sufren una carga mayor debido al acceso limitado a la atención médica, a las medidas preventivas y a la educación.

En respuesta al impacto creciente de estas enfermedades, la Organización Mundial de

1. Residente de Pediatría, primer año, Universidad del Cauca; Popayán, Colombia.

2. Pediatra. Presidenta de la Asociación Latinoamericana de Pediatría (ALAPE).

3. Pediatra Mg. Salud Pública, Política Social. Investigadora del Centro NIHR de Investigación en Salud Global para el Manejo Comunitario de Enfermedades No Transmisibles en América Latina. Presidenta del Comité de Pediatría Social y Salud Global de la Asociación Latinoamericana de Pediatría (ALAPE). Docente, Universidad de La Guajira, Colombia. ORCID: https://orcid.org/0000-0003-2525-1829

4. Nutricionista Dietista. Doctora en Ciencias de la Salud, Magíster en Investigación en Actividad Física y Deportes. Docente, Universidad de La Guajira, Colombia. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2762-410X

la Salud (OMS) promueve la colaboración multisectorial y estrategias nacionales para reducir su carga y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, entre cuyas metas está reducir la probabilidad de morir por cualquiera de las cuatro principales ENT en las personas de entre 30 y 70 años para 2030. Este artículo revisa el papel fundamental del pediatra en la prevención de las ENT y subraya los factores de riesgos que actúan desde edades tempranas del desarrollo, incluso en etapas preconcepcionales y los primeros mil días. Se explica cómo estas condiciones modifican la programación fetal e inducen respuestas de adaptación epigenética, las cuales generan alteraciones anatómicas y funcionales y expresan fenotipos con una mayor susceptibilidad para desarrollar ENT y afectar a las siguientes generaciones por herencia transgeneracional. Se presentan conocimientos relevantes de la educación médica continua en pediatría para brindar a los profesionales las competencias necesarias para abordar esta problemática y contribuir a su prevención desde la infancia, lo que promueve un desarrollo saludable y orientaciones precisas con el fin de disminuir la carga de las ENT para las generaciones futuras.

SITUACIÓN ACTUAL

Según la OMS, las ENT son responsables de aproximadamente el 74% de todas las muertes en el mundo, lo que equivale a 41 millones de personas cada año. De estas, 17 millones son menores de 70 años y mueren a causa de una ENT; el 86% de esas muertes prematuras se dan en países en desarrollo. Las enfermedades cardiovasculares suponen la mayoría de las muertes por ENT (17,9 millones de personas cada año), seguidas del cáncer (9,3 millones), las enfermedades respiratorias crónicas (4,1 millones) y la diabetes (2,0 millones, incluidos los fallecimientos por nefropatía diabética). Estos cuatro grupos de enfermedades representan más del 80% de todas las muertes prematuras por ENT.

El 77% de todas las muertes debidas a ENT se concentran en países de ingresos medianos bajos. Esta creciente prevalencia de la ENT se ha vinculado con los tipos de estilo de vida, como la mala alimentación, la inactividad física, el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol, alimentación poco saludable, contaminación atmosférica, junto con determinantes socioeconómicos como la educación y el nivel de ingresos.

PROGRAMACIÓN

FETAL Y FACTORES GENÉTICOS

QUE INFLUYEN EN EL DESARROLLO DE ENT

Estudios recientes han mostrado que los eventos en las primeras etapas de la vida tienen un impacto significativo en la salud futura. Factores ambientales durante el embarazo, como malnutrición materna, estrés y exposición a sustancias nocivas, pueden inducir cambios epigenéticos en el feto. Estos cambios pueden alterar el desarrollo de órganos y tejidos, lo que predispone a enfermedades crónicas como diabetes tipo 2, obesidad, hipertensión y enfermedades cardiovasculares en la vida adulta. La programación fetal implica adaptaciones como la reducción del número de nefronas o cambios en la estructura del músculo y los vasos sanguíneos, que aumentan el riesgo de enfermedades.

Los mecanismos epigenéticos, como la metilación del ADN y alteraciones en las histonas, regulan procesos biológicos clave y afectan la salud a largo plazo. En particular, la exposición materna a la obesidad y la sobrealimentación puede programar el metabolismo lipídico y la resistencia a la insulina en el feto, lo que predispone al síndrome metabólico (Figura 1). Por lo tanto, mantener un entorno intrauterino equilibrado mediante una nutrición adecuada y estrategias preventivas es fundamental para reducir la carga de ENT en la programación fetal del niño en desarrollo.

Figura 1. Programación fetal. Tomada de: Pirola CJ, et al. Programación fetal y modificaciones epigenéticas. En: Sookoian SC, Pirola CJ, Belizan J, et al. (eds.). El papel del calcio y la vitamina D en la salud ósea y más allá: La perspectiva desde el Cono Sur. Instituto Danone Cono Sur; 2014. p. 20-44.

Ambiente metabólico intrauterino adverso

Restricción del crecimiento intrauterino

Sobreoferta de nutrientes

Programación metabólica: transmisión del fenotipo de la madre a la progenie

Alto peso al nacer Bajo peso al nacer

Modificaciones epigenéticas del ADN: cambios en la función de genes clave en el metabolismo

Riesgo de enfermedad cardiovascular en la vida adulta que afecta a ambos sexos, aunque se desconozca si lo hace en igual medida

En esta revisión se mencionan diversas teorías que refuerzan la importancia de la prevención desde edades temprana:

Programación fetal y la hipótesis de Barker

El concepto de programación fetal surgió principalmente de la hipótesis desarrollada por el Dr. David Barker en la década de 1980, conocida como la “hipótesis de Barker” o “hipótesis del origen fetal de las enfermedades”. Según esta teoría, la desnutrición materna, el estrés y otros factores adversos durante el embarazo pueden provocar cambios adaptativos en el feto.

Los factores adversos en el entorno intrauterino afectan la expresión genética a través de

mecanismos epigenéticos, como la metilación del ADN y las modificaciones de las histonas. Estas alteraciones epigenéticas pueden modificar la expresión de genes clave relacionados con el metabolismo de la glucosa y los lípidos, la sensibilidad a la insulina y la regulación de la presión arterial, lo que contribuye al desarrollo de ENT. Los estudios de Barker sugieren que los fetos con restricción del crecimiento intrauterino debido a la falta de nutrientes son más propensos a acumular grasa visceral y a desarrollar un metabolismo menos eficiente y, posteriormente, a obesidad y enfermedades metabólicas. La plasticidad del feto para sobrevivir a la desnutrición intrauterina a expensas de sacrificar el crecimiento y el desarrollo de algunas funciones específicas demuestra las profundas interrelaciones que existen entre

los primeros estadios de la vida y el establecimiento de mecanismos fisiológicos –muchos de ellos basados en procesos epigenéticos–. Estos cambios buscan asegurar la supervivencia en un ambiente intrauterino desfavorable, pero a largo plazo predisponen al niño a desarrollar ENT, como la obesidad, la diabetes tipo 2, la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares en la adultez.

TEORÍA DE LOS ORÍGENES DEL DESARROLLO DE LA SALUD Y LA ENFERMEDAD (DOHAD)

La teoría DOHaD (Developmental Origins of Health and Disease) extiende el concepto de programación fetal para incluir no solo el período prenatal, sino también los primeros años de vida. Esta teoría sostiene que la exposición a factores ambientales durante ventanas críticas del desarrollo —que incluyen el período perinatal, la infancia y la niñez temprana— puede influir profundamente en la salud a lo largo de toda la vida.

La DOHaD sugiere que el organismo tiene una “plasticidad de desarrollo” en los primeros años de vida, lo que permite adaptarse a cambios en el entorno. Sin embargo, estas adaptaciones pueden predisponer a enfermedades crónicas si las condiciones ambientales no coinciden con los ajustes realizados en las primeras etapas de vida.

Esta teoría introduce el concepto de exposoma, que abarca todas las exposiciones ambientales (como nutrición, contaminación, estrés y microbioma) que interactúan con los genes durante la vida temprana. DOHaD destaca que el exposoma no solo afecta al individuo, sino que puede tener efectos transgeneracionales, lo que influencia a la descendencia.

LA MICROBIOTA Y SU INFLUENCIA DE FACTORES INICIALES DE VIDA, DIETA Y AMBIENTE

A medida que ha avanzado la tecnología y la secuenciación bioinformática, se ha comprendido mejor el microbioma humano. El microbioma intestinal tiene más de 3 millones de genes, mientras que el genoma humano solo tiene unos 23.000; este se ha vinculado no solo a fermentar fibra dietética no digerible, sino a la homeostasis energética, la función inmune y el desarrollo de enfermedades.

El medio ambiente es fundamental para determinar la composición del microbioma, ya que de acuerdo con este se determina un 36% del mismo, aproximadamente. Esto inicia en los primeros días de vida y se extiende hasta la edad adulta, se ve modificado por la vía del parto, la alimentación con lactancia materna exclusiva o fórmula láctea, la introducción de alimentación complementaria y alimentos sólidos, y uso de antibióticos; estos, junto con otros factores más tarde en la vida como el consumo de tabaco o el estrés, determinan nuestro microbioma maduro, como se muestra en la Figura 2

La transición del entorno estéril del útero al ambiente exterior es un proceso complejo que comienza con el contacto del recién nacido con diversos microorganismos. En el contexto prenatal, se ha propuesto que la exposición microbiana podría iniciarse antes del parto, ya que estudios han identificado la presencia de bacterias en la placenta, el cordón umbilical, el líquido amniótico y el meconio, incluso en embarazos sin complicaciones. En particular, se ha sugerido que los microorganismos presentes en el útero podrían ser transferidos por vía hematógena, como lo demuestra la evidencia de estudios en modelos animales.

Figura 2. Factores influyentes en el microbioma. Adaptado y traducido de: Dong TS, et al. Clin Gastroenterol Hepatol. 2019;17(2):231-42.

Factores posnatales

• Modo de parto: cesárea, vaginal

• Lactancia materna, fórmulas infantiles

• Inicio de alimentación complementaria: comida sólida

Factores maternos

• Microbiota intestinal

• Infección vaginal

• Vida temprana (adversidad, exposición a antibióticos)

Alteraciones de la microbiota

• Dieta maladaptativa (rica en azúcares y grasas, baja en fibras)

• Medicaciones (antibióticos, inhibidor de la bomba de protones, metformina)

• Fumar (aumento de la producción de mucina colónica, aumento de señales inflamatorias

• Estrés (aumenta la permeabilidad intestinal, disminución de la producción de ácidos grasos de cadena corta

Es importante mencionar que el parto marca el primer gran evento de exposición microbiana, con el recién nacido entrando en contacto con el microbioma vaginal y fecal materno, lo que condicionarán la colonización microbiana inicial del bebé. Este microbioma es distinto al de las mujeres no embarazadas, con predominancia de especies como Lactobacillus , Bacteroides , Clostridiales y Actinomyces Por el contrario, en los nacidos por cesárea, se ha documentado una colonización inicial diferente, dominada por bacterias como Staphylococcus y Corynebacterium, lo que resulta en un retraso en la colonización intestinal. Este patrón puede perdurar hasta los siete años de edad y ha sido asociado con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades autoinmunes y metabólicas en la infancia, como el asma y la diabetes tipo 1.

Factores ambientales

• Dieta (occidental, mediterránea, grasa, proteica, fibras)

• Exposición a animales

Enfermedades

• Obesidad

• Síndrome de intestino irritable

La lactancia materna desempeña un papel crucial en la modulación del microbioma infantil. La leche materna no solo introduce microorganismos beneficiosos, como Corynebacterium y Rothia, sino que también contiene prebióticos como los oligosacáridos de leche humana, que favorecen el crecimiento de bacterias beneficiosas como Bifidobacterium. Estas interacciones entre la leche materna y el microbioma contribuyen al desarrollo de un sistema inmunológico saludable y a la prevención de enfermedades crónicas en el futuro.

Los bebés que reciben leche materna tienen un microbioma más diverso que los alimentados con fórmula, donde predominan los clostridiales y proteobacterias. Cuando inicia la alimentación complementaria la introducción de estos sólidos

causa un cambio en el microbioma, lo que aumenta la diversidad y promueve microbios asociados con la dieta adulta; esto permite que el microbioma se adapte a una dieta rica en fibra y proteínas para dicha transición.

La adversidad o la exposición a factores estresantes en edades tempranas puede alterar la composición del microbioma. Estudios replicados en ratones han demostrado una alteración de la maduración del eje hipotálamo-hipófisisadrenal y una reducción de bacterias degradadoras de fibra. Los pacientes con síndrome de intestino irritable fueron más propensos a la exposición de eventos adversos tempranos. El uso de antibióticos antes de los dos años se asoció con un riesgo aumentado de obesidad, diabetes, alergias, asma, síndrome de intestino irritable y enfermedad inflamatoria intestinal, ya que los antibióticos podrían estar relacionados con retraso del microbioma intestinal, además de disbiosis, aunque no se han establecido mecanismos claros. Los antibióticos incluso podrían favorecer cepas antibiótico-resistentes, que actualmente han obtenido respuestas favorables con trasplante fecal.

Las consideraciones anteriores determinan que la alteración del microbioma puede darse por diversos factores, ya sea ambientales como dieta o incluso antibióticos. Los antibióticos pueden generar una disbiosis marcada, ya que se inhibe la activación de los mastocitos en la mucosa intestinal, lo que suprime la absorción de lípidos dietéticos. La perturbación de los microorganismos por el antibiótico y la disminución de ácidos grasos de cadena corta derivados de la microbiota causan hiperactivación de macrófagos intestinales, expansión de células T helper proinflamatorias y susceptibilidad a infecciones. Hay una respuesta TH1 dependiente de células presentadoras de antígenos. Zheng y colaboradores mencionan que una depleción del microbioma secundario a antibióticos reduce la respuesta a anticuerpos de la vacunación contra influenza estacional, lo que repercute en los planes de prevención

secundarios a esta alteración inmune. Esta puede estar no solo alterada por los antibióticos, sino también por la dieta.

Se ha demostrado que la dieta occidental afecta profundamente la configuración de la microbiota intestinal. Dietas altas en grasas saturadas incrementan los niveles de ácido taurocólico, un ácido biliar secundario, que expande a Bilophila wadsworthia, un microorganismo que promueve respuestas inmunes de tipo TH1 e incrementan la susceptibilidad a colitis. Estudios en ratones también han evidenciado la reducción de niveles de butirato y ácido retinoico, o el consumo de carbohidratos, edulcorantes artificiales y emulsionantes puede modular la inmunidad e inflamación del huésped. Estas interacciones pueden contribuir al desarrollo de enfermedades autoinmunes sistémicas, cardiometabólicas y cáncer. Faltan estudios en humanos para tener un mayor entendimiento del efecto causal de la microbiota en la disfunción inmunológica secundaria a los factores ya descritos.

Los factores ambientales y la predisposición genética pueden causar interacciones en el microbioma y sistema inmune, lo que contribuye a enfermedades inmunomediadas. Un ejemplo en la enfermedad inflamatoria intestinal (IBD), el uso de antibióticos o cambios en la dieta, junto con mutaciones como NOD2, pueden alterar el equilibrio microbiano intestinal, lo que reduce su diversidad y modifica la composición de microbios y metabolitos. Estas alteraciones provocan respuestas inmunes disreguladas, como un aumento de células Th17, Th1 y Th2 y una disminución de células, como puede apreciarse en la Figura 3.

Cada una de estas teorías, la hipótesis de Barker, DOHaD y otras como el papel de los telómeros, la hipótesis del ahorro energético, el microbioma y la inflamación crónica, ofrecen una perspectiva distinta sobre cómo los factores ambientales tempranos influyen en el desarrollo de ENT. La convergencia de estas ideas resalta la importancia de un enfoque holístico para la

Figura 3. Disregulación del microbioma y el sistema inmune. La interacción de factores medioambientales y susceptibilidad genética propia del individuo puede generar cambios en el microbioma intestinal y sistema inmunológico, lo cual puede favorecer la aparición de enfermedades inflamatorias intestinales. En el caso de la enfermedad inflamatoria intestinal, la mutación NOD32, sumado al uso de antibióticos o cambios dietarios, puede modificar las características del microbioma intestinal, lo que lleva a alteraciones en la respuesta de las células T y deriva así en una inflamación intestinal crónica y daño tisular. Tomada de: Zheng et al. Cell Res. 2020;30(6):492-506.

Factores ambientales (por ejemplo, antibióticos, dieta)

Susceptibilidad genética (por ejemplo, NOD2, ATG16L1)

Alteración del microbioma (por ejemplo, riqueza microbiana↓ Ruminococcaceae↓ Lactobacillus↓ Proteobacteria↑ cambio de metabolito)

Disregulación inmunitaria (por ejemplo, Th17, Th2, Th1↑ Treg↓ IgA↓ )

Enfermedad (por ejemplo, IBD)

prevención de ENT, que comienza antes del nacimiento e incluye tanto factores genéticos como ambientales, con una mirada atenta a la salud materna y los cuidados perinatales y durante los primeros 1000 días.

Para el pediatra, estas teorías subrayan la importancia de una intervención temprana y de estrategias preventivas que promuevan una vida saludable desde el inicio y, potencialmente, incluso antes del nacimiento.

PRIMEROS 1000 DÍAS

Y

SU IMPORTANCIA EN LA PROGRAMACIÓN METABÓLICA

Teniendo en cuenta los puntos anteriores, los primeros 1000 días de vida, que abarcan desde la concepción hasta los dos años de edad, serán en punto crítico para la programación metabólica y estructural del organismo en desarrollo,

ya que la expresión génica es intrínsecamente flexible con posibilidad de intervención; esto repercute significativamente en el desarrollo o no de ENT en la adultez, aunque hay enfermedades que se evidencian desde temprana edad como las alergias y el asma. La actuación sobre la alimentación en este período podría disminuir la frecuencia de estas enfermedades (Figura 4), incluso la dieta materna previa a la gestación debe ser rica en nutrientes esenciales como vitaminas A, D, y E, hierro, ácidos grasos, omega-3, para que se pueda apoyar el desarrollo fetal y disminuir las alergias y el desarrollo de ENT; las deficiencias de dichas vitaminas en la madre están vinculadas con un mayor riesgo de problemas metabólicos en el niño.

Los primeros 1000 días representan una ventana crítica para el desarrollo del microbioma intestinal, que es esencial para la maduración del sistema inmunitario y la salud general. En el primer año de vida, la microbiota se enriquece con bacterias que pueden utilizar lactato. Los

alimentos sólidos promueven el crecimiento de bacterias que pueden utilizar una variedad más amplia de carbohidratos, sintetizar vitaminas y degradar los xenobióticos. La vida temprana,

por la gran plasticidad que la caracteriza, constituye el momento ideal, una ventana para la intervención y la prevención del riesgo de ENT (Figura 5).

Figura 4. Factores perinatales que influyen en la colonización y el desarrollo de microbiota intestinal en el niño. Tomado de: Moreno-Villares JM, et al. Nutr. Hosp. 2019;36(1):218-32.

Figura 5. Edades tempranas como ventana de intervención y prevención del desarrollo de ENT por su alta plasticidad. Tomado de: Moreno-Villares JM, et al. Nutr. Hosp. 2019;36(1):218-32.

Riesgo de enfermedad no transmisible

Sin intervención

Intervención tardía

Intervención precoz

Ciclo de vida

Valentina Pinzón Rodas, Marcela Fama, Iliana Curiel Arismendy, Yaina Panciera Di Zoppola
Plasticidad

EL PAPEL DEL PEDIATRA EN LAS ENT

Los pediatras desempeñan un papel clave en la prevención de ENT desde la etapa prenatal al integrar enfoques que puedan alterar la programación fetal hasta los primeros años de vida de los niños mediante prevención y educación a través de un seguimiento seguro y adecuado. Se deben revisar las nuevas tendencias, dinámicas y cambios poblacionales. Hay que destacar la importancia de los primeros 1000 días, donde se encuentra el período crítico para la programación metabólica e inmunológica que impactará a largo plazo. Durante esta etapa, varios factores como la nutrición materna, el desarrollo de la microbiota intestinal, las modificaciones epigenéticas, el uso o no de antibióticos, el tipo de dieta e introducción de la alimentación complementaria de manera adecuada van a determinar la predisposición o protección a las ENT (Figura 6).

Los pediatras deberán promover prácticas basadas en evidencia, como la promoción, protección y fomento de la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida, que se ha correlacionado con una mejor configuración del microbioma intestinal y la reducción de enfermedades metabólicas,

infecciosas y alergias, educación, asesoramiento y guía a las familias para la introducción de una alimentación complementaria saludable y adecuada; esto asegura dietas ricas en nutrientes, con texturas adecuadas, que favorezcan el equilibrio microbiano y el desarrollo inmunológico. No se trata de recomendar una “dieta sana” y de aportar una cantidad suficiente de energía para garantizar un crecimiento adecuado, sino de optimizar el aporte de nutrientes al niño en desarrollo, lo que supondrá una verdadera “programación nutricional temprana”. Otro aspecto importante de intervención es el uso adecuado de antibióticos e incluso disminuir su uso innecesario, ya que promueve una gran disbiosis y desequilibrio inmunológico. Los cambios en el microambiente intestinal después de la exposición a los antibióticos crean un entorno metabólico que favorece la germinación y la colonización de Clostridium difficile; además de lo anterior, el pediatra debe evaluar las repercusiones en el niño que pudo tener el estrés materno en la etapa prenatal dada la gran plasticidad neuronal durante esta etapa.

La atención primaria constituye la primera línea de respuesta y defensa frente a las ENT. El diagnóstico precoz y el buen control de las ENT y sus factores de riesgo en la atención primaria reducirán las complicaciones de un

Figura 6. Enfoque y salud pública. Elaboración propia.

Promoción desde edades tempranas

Acciones en los entornos escolar y comunitario

Nuevas tendencias, dinámicas y cambios demográficos

Recordar factores epigenéticos, salud perinatal y “programación fetal”, exposiciones perinatales. Educación y cocientización y atención médica preventiva

La promoción de la salud en entornos claves, como el escolar, es fundamental para inculcar hábitos saludables desde una edad temprana y establecer una base sólida para el bienestar a lo largo de la vida

tipo de enfermedad que está provocando una catástrofe de gastos de salud y muertes prematuras. Se deberá hacer énfasis en la importancia de un entorno de vida saludable, que incluye la actividad física, nutrición, evitar exposición al tabaco, fortalecer la prevención del consumo de sustancias psicoactivas y alcohol, promover buenos hábitos y estrategias preventivas y duraderas que reduzcan la carga de desarrollo de la ENT y promuevan la salud integral (Figura 7 ).

Es importante considerar que una acción repetida se vuelve un hábito, un hábito repetido se vuelve una costumbre y la práctica de una serie de costumbres se vuelve un estilo de vida. Por tal razón, el pediatra debe incidir con educación y sensibilización en las prácticas parentales. Los padres actúan como la principal fuente de prácticas y creencias de alimentación en los niños desde el inicio de un alimento hasta la generación de una rutina, además, controlan la accesibilidad de alimentos y transmiten conocimiento acerca de ellos.

Algunas claves para generar una conducta alimentaria adecuada y recomendaciones nutricionales son: promover el consumo de alimentos saludables y nutritivos desde la niñez, proporcionar los nutrientes necesarios para un adecuado crecimiento, fomentar la conciencia de una alimentación saludable, establecer

adecuados hábitos alimentarios, promover la alimentación en familia, la importancia del desayuno, promover un tiempo de sueño suficiente, disminuir el consumo de alimentos ultraprocesados y aumentar los alimentos no procesados en la dieta, reforzar la importancia de limitar el consumo de sodio en la infancia, aumentar el consumo de fibra dietética y promover la actividad física, considerando que hay una relación directa entre la ganancia de peso en los dos primeros años de vida y el riesgo de obesidad en la infancia tardía. Además, se recomienda el consumo de agua, ya que un correcto estado de hidratación surge más como el resultado de un hábito aprendido, que como una actividad refleja ante la señal de sed; por último, se deben modificar los hábitos dietéticos de los padres, especialmente en la madre, tener adecuados índices de masa corporal (IMC) preconcepcional y ganancia de peso durante el embarazo, y reducir el número de cesáreas.

La actividad física se reconoce ampliamente por los beneficios para la salud de quien la practica, especialmente en lo que respecta a la reducción y el mantenimiento del peso corporal, la salud ósea y el aporte al bienestar físico y emocional. La OMS ha implementado diversas estrategias para promover la actividad física a lo largo de las diferentes etapas de la vida, con el objetivo de abordar de manera adecuada la

propia.

Figura 7. El pediatra en la prevención de enfermedades no transmisibles. Elaboración

transición epidemiológica en cada fase. Estas recomendaciones incluyen pautas para cada grupo etario, comenzando desde el nacimiento: se sugiere que los recién nacidos, además de un buen descanso, deben permanecer activos durante las horas en que no están durmiendo, por lo que es fundamental que los cuidadores los apoyen en actividades físicas. Para los niños de 1 a 4 años, la OMS recomienda que acumulen al menos 180 minutos de actividad física diaria de cualquier intensidad, con preferencia por actividades moderadas en el caso de los

niños de 3 a 4 años. Por otro lado, los jóvenes de 5 a 17 años deben practicar actividad física vigorosa y realizar ejercicios de alta intensidad durante entre una y tres horas diarias, con el fin de fomentar una vida saludable a lo largo de su desarrollo (Figura 8).

Finalmente, en la Tabla 1 se exponen las principales recomendaciones y áreas de acción que los pediatras deben considerar al abordar la prevención de ENT, tanto en las etapas tempranas de la vida como en el seguimiento continuo.

Figura 8. Recomendaciones sobre la actividad física en bebés menores de 1 año a niños de 17 años. Tomado de: Organización Mundial de la Salud. Guidelines on physical activity, sedentary behavior and sleep for children under 5 of age. Ginebra: OMS; 2019.

Bebés menores de 1 año

Deben estar físicamente activos varias veces al día de diversas maneras a través de juegos interactivos basados en el suelo; más es mejor. Para aquellos que aún no son móviles, esto incluye al menos 30 minutos en posición propensa (tiempo de barriga) extendidos a lo largo del día mientras están despiertos.

Niños y niñas de 1 a 2 años

Deben pasar al menos 180 minutos en una variedad de actividades físicas de cualquier intensidad, incluyendo la actividad física de intensidad moderada a vigorosa, repartida a lo largo del día; más es mejor.

Niños y niñas de 3 a 4 años

Se recomienda pasar al menos 180 minutos en una variedad de actividades físicas de cualquier intensidad, de los cuales al menos 60 minutos son de actividad física de intensidad moderada a vigorosa, repartida a lo largo de día; más es mejor.

Niños, niñas y adolescentes entre 5 y 17 años

Los niños y jóvenes de 5 a 17 años deben acumular al menos 60 minutos de actividad física de intensidad moderada a vigorosa diariamente.

- -La actividad física mayor a 60 minutos diarios proporciona beneficios adicionales para la salud.

- -La mayor parte de la actividad física diaria debe ser aeróbica. Se deben incorporar actividades de intensidad vigorosa, incluidas aquellas que fortalezcan el músculo y el hueso, al menos tres veces por semana.

Tabla 1. Recomendaciones, área de intervención y aspectos clave para el pediatra en la prevención de ENT

Área de Intervención

Etapa prenatal

Aspectos clave para el pediatra

- Prevención desde el embarazo: fomentar la educación sobre nutrición materna, estrés prenatal y factores de riesgo.

- Programación fetal: influir en la predisposición metabólica e inmunológica del niño a largo plazo.

Los primeros 1000 días

Lactancia materna

Introducción de alimentación complementaria

Uso de antibióticos

Prevención y educación a padres

Entorno de vida saludable

Actividad física

- Nutrición materna y del niño: promover una dieta equilibrada, correcta introducción de alimentos y lactancia materna exclusiva.

- Microbiota intestinal: fomentar la lactancia materna, que favorece la configuración del microbioma y la salud inmunológica.

- Beneficios a largo plazo: mejora del microbioma intestinal y reducción de enfermedades metabólicas, infecciosas y alergias.

- Educación: asesorar a las familias sobre la importancia de la lactancia exclusiva hasta los 6 meses.

- Alimentos saludables: promover dietas ricas en nutrientes, texturas adecuadas y evitar alimentos ultraprocesados.

- Programación nutricional temprana: optimización de la dieta para el desarrollo infantil.

- Riesgos de disbiosis: evitar el uso innecesario de antibióticos para prevenir alteraciones en la microbiota intestinal y efectos adversos sobre el sistema inmunológico.

- Prácticas parentales: educar sobre el impacto de los hábitos alimentarios familiares y cómo estos influyen en el niño.

- Promoción de hábitos saludables: enseñar sobre la importancia de la actividad física, hidratación y alimentación saludable.

- Prevención en el entorno: fomentar actividad física regular, evitar exposición al tabaco y sustancias psicoactivas, y promover hábitos de vida saludables.

- Prevención temprana: identificación y control precoz de factores de riesgo de ENT.

- Recomendaciones de la OMS: actividad física desde el nacimiento hasta los 17 años para prevenir obesidad y mejorar la salud ósea y emocional.

- Promoción de ejercicio: fomentar al menos 180 minutos diarios de actividad física para niños pequeños y ejercicio vigoroso para los mayores.

Elaboración propia.

CONSIDERACIONES FINALES

El papel del pediatra en la prevención de las ENT es fundamental, ya que tiene la oportunidad de intervenir desde las etapas más tempranas del desarrollo. Al comprender cómo los factores de riesgo actúan incluso desde el período preconcepcional y en los primeros 1000 días de vida, los pediatras pueden identificar y modificar factores

que influyen en la programación fetal y en la adaptación epigenética, lo que evita o reduce la aparición de alteraciones anatómicas y funcionales que predisponen a enfermedades crónicas en la edad adulta. Las intervenciones tempranas y la educación a los cuidadores y familias sobre hábitos saludables son herramientas clave que el pediatra debe emplear para promover un desarrollo saludable y reducir la carga de ENT.

En este contexto, la educación médica continua en pediatría desempeña un papel crucial y brinda a los pediatras las competencias necesarias para implementar prácticas preventivas basadas en evidencia y para orientar en la creación de entornos que favorezcan la salud integral del niño. Además, el pediatra actúa como un puente en la educación a las familias, enfatizando el impacto positivo de una nutrición adecuada, la actividad física y el entorno psicosocial en la salud infantil, reduciendo así la susceptibilidad genética y epigenética hacia las ENT.

Para enfrentar de manera efectiva la problemática de las ENT y sus efectos transgeneracionales, el pediatra debe integrar un enfoque preventivo que contemple el

LECTURAS RECOMENDADAS

1. World Health Organization (WHO) [Internet]. A Brief History of Vaccination. WHO; 2021 [citado el 11 de noviembre de 2024]. Disponible en: https://www.who.int/news-room/spotlight/ history-of-vaccination/a-brief-history-of-vaccination

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desarrollo temprano como una etapa crítica y que involucre el trabajo interdisciplinario, la promoción de políticas públicas y la educación comunitaria. Esto no solo permitirá disminuir la prevalencia de las ENT, sino que contribuirá a construir una base sólida para el bienestar de las generaciones futuras.

“La salud no la elige quien quiere, sino quien puede”.

“Necesitamos una revolución mental no solo para cambiar nuestros hábitos de alimentación individuales, sino para cambiar la realidad social que nos rodea”.

Benach J. La Salud es Política. Un planeta enfermo de desigualdades. Barcelona: Icaria; 2020.

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