El Parche Wabi - Sabi

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EL PARCHE WABI-SABI

Héroes de los derechos y la felicidad

SECRETARÍA DE GOBIERNO


Enrique Peñalosa Londoño Alcalde Mayor de Bogotá Miguel Uribe Turbay Secretario de Gobierno de Bogotá Cristian Francisco Pulido Acuña Director de Derechos Humanos de la Secretaría Distrital de Gobierno Mardory Llanos Cortés Directora de Convivencia y Diálogo Social (E) Adriana Peña García Coordinadora equipo de formación en derechos humanos Liliana Milena Hernández Rojas Contratista apoyo técnico iniciativas Gabriel Camero Ramos Presidente Cruz Roja Colombiana – Seccional Cundinamarca y Bogotá Ronald Prado De La Guardia Director Ejecutivo Cruz Roja Colombiana – Seccional Cundinamarca y Bogotá Andrés Felipe Liñeiro Coronado Director para la Acción Humanitaria y el Desarrollo Erika Cardona Patiño Coordinadora de Bienestar y Desarrollo Comunitario Juan David Roldán Líder Componente de Formación Elaborado por: Carolina Bautista Equipo formador Diseño Carlos Antonio Arbeláez Ilustraciones Charlie Torres carlosclaros52@gmail.com


El parche wabi-sabi

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Introducción ¡Hola! estás a punto de conocer una historia que le sucedió a una niña de edad similar a la tuya, su nombre es Daniela, quien se encargará de contar desde su experiencia, algunos elementos que te ayudarán a comprender qué sucede en las vidas de los niños y niñas cuando hablamos de los derechos humanos; te invitamos a que disfrutes y puedas identificar si las situaciones que vive Daniela, también las vives tú, alguien de tu familia o algún amigo cercano a ti. Antes que des inicio a esta lectura, es necesario reconocer que muchas de estas situaciones suceden en la vida diaria, por tanto, es importante que sepas que hacer si te encuentras en un momento en donde sientas que tu vida corre peligro o sientes miedo, por esto te invitamos a que realices la lectura hasta el final. Al terminar el cuento, podrás encontrar varias alternativas, de las muchas que pueden existir a estos problemas. Esperamos que este cuento sea de tu agrado. Lo importante entender que ¡todos tenemos derechos y responsabilidades! ¡Adelante, ya puedes iniciar! 3


El parche wabi-sabi

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héroes de los derechos y de la felicidad

El parche Wabi-Sabi Héroes de los derechos y de la felicidad

Daniela Hernández tiene 8 años, está en primero de primaria en el Colegio Rural Jorge Veloza y no tiene muy buenas notas, es algo tímida y es fanática de James Rodríguez, colecciona recortes de las revistas con fotos del futbolista que pega en la pared de su cuarto. Vive con su mamá y su hermano mayor Kevin, con el que pelea a veces por el televisor. Le gusta mucho la comida que hace su mamá, especialmente la pasta con pollito y salsa de tomate. 5


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Le tiene miedo a un vecino, Don Segundo que la mira extraño cuando va para el colegio, por eso sale corriendo cada vez que lo ve, pero no se atreve a decirle a nadie para que no se burlen de ella y además no le crean.

El lunes salió muy tarde de su casa porque su mamá la regañó por no tender la cama y llegó a su colegio ya pasadas las 7:15 de la mañana; la coordinadora de disciplina la regañó y la mandó a recoger los papeles del patio.

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Ella pensó que era muy injusto y tuvo ganas de reclamarle a la profe, pero le dio pena y se dispuso a levantar los papelitos; cuando pasó cerca del baño, Johny, el más cansón del colegio, la empezó a molestar como siempre; le decía: “Tonta” y le tiraba papelitos; como no había profes cerca, se acercó a ella, le jaló el cabello y le sacó del bolsillo una moneda de quinientos pesos que su mamá le había regalado. Como ella no se defendió, él aprovechó para molestarla más, le dio un empujón tan duro que la mandó por las escaleras tirándola a la biblioteca, ella se golpeó en la cabeza y le salió un poco de sangre. Daniela se puso muy brava y triste, le dolía el golpe pero lo que más le dolía era que Johny siempre golpeara a sus compañeros y a ella, y nadie los defendiera ni parara esa situación.


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No podía dejar de llorar, se fue a la biblioteca y se sentó en el piso, cada vez sollozaba más fuerte y de la rabia se movía contra los estantes. Sin darse cuenta, tumbó un estante con un montón de libros viejos, algunos le cayeron encima llenándola de polvo, al levantarse vio como una especie de túnel que nunca había visto, le dio miedo, pero también curiosidad, lo pensó mucho y decidió bajar. 8


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Había muchas escaleras y en la medida que bajaba escuchaba voces de niños y niñas que hablaban en susurros y reían en voz baja. Daniela se detuvo y pensó en devolverse, tenía mucho miedo, no sabía por qué, pero cada vez que iba a compartir con niños que no conocía, se sentía tímida y pensaba que no la iban a querer. Llegó hasta el último escalón y se detuvo allí con mucho cuidado de que no la vieran, se quedó quieta escuchando a los niños y las niñas que estaban en esa especie de sótano.

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Le llamó la atención que en las paredes había afiches de personas que ella nunca había visto, con frases que hablaban de algo como derechos, justicia, paz, solidaridad, responsabilidades y cosas de las que los adultos siempre hablan pero que pocas veces ella entendía por el uso de palabras tan raras. Le pareció extraño que niños y niñas de su edad, y un poco más grandes, hablaran y pensaran en esto. 10


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Escuchó a una niña que parecía la líder de aquel grupo…

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Y se preguntó : - ¿Cómo esos niños van a detener a Johny?, ¿será que le van a dar una paliza entre todos?, ¿será que lo van a denunciar con los profes al fin?, ¿no les da miedo? Johny es muy grande y los amigos que tiene son como “alzados” No pudo evitar notar en su forma de vestir algo extraño, no tenían el uniforme del colegio y, sin embargo, todos lucían igual, ¿por qué? 12


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Mientras se hacía esas preguntas, escuchó a Esneider un niño de su salón con el que había jugado en el parque del colegio en los descansos; él dijo:

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Mientras los demás movían la cabeza en señal de que estaban de acuerdo con lo que Esneider decía, Daniela movió sus pies y sin querer pisó mal el escalón en el que estaba, perdiendo el equilibrio y cayendo en el piso justo al lado de los niños y las niñas que la miraban con asombro. Se puso rojita y le dio pavor, muchísimo miedo, no sabía qué hacer y quería llorar, le daba miedo que los niños le pegaran; sin pensarlo más se levantó y salió corriendo hacía el patio. Los niños se quedaron como estatuas, sabían quién era Daniela, la habían visto en el colegio; además, todos sabían muy bien que era una de las niñas que más sufría por los malos tratos de Johny. Paula, la niña que Daniela identificó como la líder y que efectivamente lo era, dijo: -Tenemos que hablar con ella, de otro modo nos va a delatar y ya no podremos seguir haciendo cosas heroicas; nuestro parche WABISABI debe seguir siendo secreto, tenemos que hablar con la profe Mónica. Paula se acomodó su súper traje y por medio de su comunicador intergaláctico en forma de aguacate contactó a la profe para contarle lo ocurrido, seguro ella tendría la respuesta. 14


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Quedaron de encontrarse ese mismo día al final de la jornada para analizar lo que pasó y tomar decisiones al respecto. Daniela entró a clase, parecía que nadie había notado su ausencia, trató todo el día de olvidarse de lo que vio, ocuparse de sus cosas y no buscarse líos; aburrida escuchaba las clases y miraba al tablero y aunque lo intentó, no pudo dejar de pensar, con la mirada perdida y la expresión “lejana”, en todo lo que había visto y escuchado. Trató y trató pero la curiosidad no la dejaba en paz, quería saber cómo iban a detener a Johny, y también tenía miedo que la buscaran para pegarle; a lo mejor le hicieran algo por descubrir su secreto. 15


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El día escolar terminó y todos los niños y niñas salieron corriendo, saltando, discutiendo y jugando para sus casas. Daniela evitó todo el día a los niños y niñas del sótano, se escabulló y trató de pasar inadvertida, era muy tímida y sabía bien cómo hacer que no la notaran. Mientras tanto, Paula se encontró con la profe Mónica en la sala de profes y fueron a la guarida secreta, le contó todo lo que pasó mientras la profe escuchaba y sonreía, al terminar la historia, la profesora Mónica con una mirada misteriosa dijo:

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El día pasó y llegó la noche, pese al miedo, Daniela tomó una decisión valiente y temeraria, se paró de un salto de la cama con una expresión de ánimo, iba a descubrir lo que tramaban esos niños que vio en la biblioteca, no sabía cuál era el lugar en el que se reunían, pero conocía la casa de Esneider, lo iba a seguir. Y así lo hizo, se armó de su ruana más potente y salió de la casa. Los ladridos de Canchas, su perrito, casi la delatan pero una salchicha de la nevera lo hizo callar. Llegó a la casa de Esneider, que era muy cerca de la suya en la misma vereda; aún faltaba media hora para la cita y la luz del cuarto de su compañero estaba prendida. Se paró junto a las matas de acelga de la vecina y esperó. Como a los cinco minutos salió Esneider, iba vestido de una forma muy particular igual que en la mañana; tenía una sudadera negra y unos tenis del mismo color; lo extraño era su ruana que tenía una forma algo distinta, como un diamante y tenía un nombre muy raro bordado “Super Esney del parche Wabi-Sabi ”, no parecía algo en español, eso le llamó mucho la atención. 17


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El niño cogió su bici y salió rápido; Daniela no había llevado su bicicleta, así que tuvo que correr muy rápido para no perderlo de vista, por suerte para ella no iba muy lejos. Esneider se bajó de la bici en la tienda de don Jaime, quien además era el papá de Mónica, la profe de sociales que era muy buena con los niños, era la favorita de Daniela. Poco a poco fueron llegando los demás, en menos de tres minutos ya estaban juntos los dos niños y tres niñas que había visto en el sótano; todos tenían la misma ropa que Esneider y en cada una de las ruanas había una inscripción distinta además de la que ya había visto.

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La ruana de Paula decía: -“Paula 1a del parche Wabi-Sabi”; las de las otras dos niñas decían “Poder de la justicia del parche Wabi-Sabi” y la “Fuerza de la paz del parche Wabi-Sabi” respectivamente; y la del otro niño decía “tormenta 20 del parche Wabi-Sabi”. Ella se acercó lo más que pudo, hacía mucho frío y la neblina le ayudaba a camuflarse; pudo hacerse en una pequeña zanja cerca de la valla que divide la casa de don Jaime de la de la señora María, otra vecina de la vereda. Desde allí, pudo escuchar lo que decían; al parecer habían citado a Johny con el pretexto de darle el dinero que les había pedido para no pegarles. Él llegó como siempre, con aspecto agresivo y malgeniado, con dos niños más que siempre lo acompañaban -Jair y Simón-, igual de bruscos y de abusivos. 19


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Daniela no lo pudo evitar, ver a Johny le daba miedo; comenzó a temblar del frío y del susto. Escuchó todo, incluso cuando Paula le dijo a Johny:

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Tomando aire y como si fuera a decir algo muy importante, Paula puso cara de “acontecimiento” y comenzó :

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Realiza un dibujo que ilustre lo sucedido en esta parte del cuento.

Al escuchar esto, Johny se puso más pálido que una hoja blanca de papel e intentó negarlo, pero por alguna razón que él mismo no entendía, sus ojos se llenaron de lágrimas; sentía rabia de que supieran su secreto, pero también sentía rabia al recordar las cosas que le pasaban con ese señor Segundo. Su boca no pudo decir nada, solo seguía de pie con los puños apretados y la mirada fija en Paula, mientras las lágrimas no paraban de salir. Paula seguía hablando: -Mire Johny, nosotros lo citamos acá porque no queríamos “dar boleta” en el colegio sabemos que lo que le pasa está mal y no es su culpa, por eso cuando nos dimos cuenta, le dijimos a una persona que sabíamos que nos podía ayudar. 22


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En ese momento salió de la casa la profesora Mónica que al parecer estaba escuchando todo. Johny intentó salir corriendo, pero los demás niños del parche WABI-SABI lo detuvieron, la profe abrazó a Johny que al comienzo se resistió y dijo una que otra palabrota para que lo soltara, pero al verse cogido no tuvo más remedio que acogerse a ese abrazo y llorar todo lo que tal vez la rabia que sentía no le había dejado. Paula le dijo entonces: -Johny, nosotros solo le dijimos a la profe y ella nos dijo que habláramos con usted, queremos ayudarle; decirle que no está solo; que usted no tiene la culpa de que ese señor le haga eso; que tiene que pararlo; que esto ya no puede pasar más y para eso hay formas y personas que pueden ayudarlo.

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En ese momento, la profe Mรณnica tomรณ la palabra.

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Con mucha dificultad, el niño dijo entre sollozos mientras se limpiaba los mocos con la manga del saco: -Profe si yo les digo a mis papás no me van a creer; además, él me dijo que si le contaba a alguien me mataba, yo le tengo mucho miedo. Mientras todo eso pasaba, Daniela seguía escuchando, estaba muy asombrada; ahora que sabía ese secreto, Johny no le parecía tan malo y hasta le daba pesar verlo llorar así; a él que siempre se veía tan fuerte y tan malo. Daniela pensó que a lo mejor por eso era tan brusco y la molestaba a ella y a los demás compañeros del colegio. Ya se sentía muy cansada y se fue a su casa sin hacer ruido, se acostó en su cama y mientras miraba las fotos de su ídolo pensaba y pensaba en todo lo que había pasado ese loco día. 25


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En la mañana se levantó con un ánimo inusual; no sabía por qué, pero sentía en el aire un olor agradable. Decidió no hacerle más caso a sus miedos; llegó muy temprano y, para su sorpresa, la profe Mónica y los demás niños y niñas del “parche” la estaban esperando. Otra vez se puso rojita y su corazón se aceleró, su timidez volvió; la profe le dijo con amabilidad: -Dani, vamos a la biblioteca. Ella asintió y bajó con ellos al lugar donde los había visto reunidos por primera vez, las fotos en la pared y todo igual; la única diferencia era una mesa llena de frutas, dulces, jugos y galletas y decorada con bombas, se preguntó si compartirían todo eso tan chévere con ella.

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La cosa se puso seria, todos y todas hicieron un círculo ubicándola a ella en el centro. La profe Mónica se puso al mando indicándole a todos que hicieran silencio; se paró al frente de Daniela y le dijo:

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Daniela no supo que hacer, ella jamás se imaginó que algo así le pudiera pasar; se sentía pequeña y nada especial. Como si la profe supiera leer la mente, dijo: -Sabemos que a veces uno no se siente especial, pero en todos reside el gran poder del universo; en todos está el secreto para hacer de este, un mundo mejor; contamos con derechos y libertades que otros y otras antes han conquistado y nos han garantizado, pero lo olvidamos. Muchas veces no los conocemos, en cada uno de nosotros está el poder de transformarnos y de trasformar el mundo, así que, es el momento: Daniela, ¿aceptas pertenecer a nuestro parche?

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A pesar del miedo, a Daniela le pareció que era una gran oportunidad, pero tuvo que preguntar: -Yo no tengo ningún poder y no soy nada especial, ¿cómo puedo estar en su parche? Mariana otra de las niñas del parche le dijo:

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Ella dijo que sí con la cabeza. En ese momento dos de los niños fueron por un baúl de madera que estaba en un rincón del lugar; la profe Mónica lo abrió y extrajo lo que parecía un rollo de papel muy viejo y leyó las siguientes palabras: -Levanta la mano derecha en alto para activar tu súper poder de defender a las personas que lo necesitan, especialmente a los niños y las niñas. Abre tu boca para denunciar injusticias y para decir la verdad; abre tu corazón para ser solidaria siempre con los demás y actuar ayudando. Abre tus ojos para ver en ti y en todos y todas su valor inmenso. Abre tus manos para recibir este texto donde se consagran la Convención de los Derechos de los niños y las niñas y también, los instrumentos del país para defenderlos.

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Y le entregó una caja donde estaban los escritos y un tótem de madera con la forma de un oso de anteojos que al estar en las manos de Daniela, tomó vida y levitando en el cielo con voz grave le dijo:

-Soy el guía y mensajero de este parche que se integra para luchar por los derechos humanos, la paz y la reconciliación. WabiSabi es una antigua expresión japonesa que significa justo lo que hacemos. Ahora que eres parte del parche Wabi-Sabi, ¿cuál será tu nombre heroico? Debes escogerlo con el corazón.

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Daniela tuvo que detenerse un momento a pensar, y de repente una luz en sus ojos indicó que ya sabía la respuesta. Dijo: -Mi nombre es Daniela Hernández y además, soy la fanática más grande de nuestro 10 “James”. Me llamaré DH 10. Habiendo dicho esto, todo el espacio se tornó brillante y el piso comenzó a temblar, el oso de anteojos puso su mano en el corazón de la niña y le dijo: -He descubierto en tu corazón pureza y solidaridad, tu súper poder será la ayuda y desde hoy siempre estarás lista para ayudar a los niños y las niñas que lo necesitan. 32


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La niña se elevó del suelo y su ropa fue cambiando; tenía la sudadera negra que le vio al parche el día anterior y una linda ruana beige en forma de diamante que tenía escrito DH 10. Daniela estaba muy emocionada y feliz. El oso volvió a tomar la forma de la madera, todos los niños se lanzaron para abrazar a Daniela y felicitarla por estar en su parche. La profe Mónica los interrumpió diciendo: - ¡A celebrar! Dani y los demás niños corrieron a la mesa y entre risas y bromas terminaron las cosas ricas que estaban allí.

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Luego fueron a clases y a la hora de las onces el parche WabiSabi fue llamado por la profe Mónica y la orientadora del colegio a la oficina de la rectora. Allí estaban Johny y sus padres; él estaba distinto, ya no se veía desafiante y agresivo, más bien triste y pensativo. La orientadora del colegio les explicó a los presentes las razones para citarlos allí. Explicó que los niños, las niñas y los adolescentes son personas especialmente protegidas por la ley al ser “más vulnerables” debido a su edad y a las maneras en que tradicionalmente han sido tratados en las familias y las instituciones.

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Les contó, que en 1989 se proclamó una Declaración de Derechos para los niños y las niñas y que, en Colombia con la Ley 1098 y con los mecanismos e instancias que hay en el país, se pueden restituir los derechos y buscar protección.

Los padres de Johny, un poco tristes agradecieron a los niños el haber “salvado” a su hijo; preguntaron a las profes a dónde debían ir para denunciar lo sucedido y también donde podían acompañar al niño en su proceso de superación de lo que pasó. 35


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Johny, por su parte, les dio las gracias a todos con algo de timidez y cuando salieron le dio un abrazo muy fuerte a la profe Mónica quien se lo devolvió con mucha fuerza y le dijo:

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Daniela salió al patio y comenzó a saltar lazo con unas amigas del salón. Tuvo ganas de usar el baño y fue hacia allí; cuando entró escuchó a una niña llorar, sus súper poderes se activaron. Le preguntó: -¿Qué te pasa?, ¿cuál es tu nombre? Quiero ayudarte. La niña con timidez dijo:

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Daniela salió diciendo: -Esto es un caso para el parche Wabi-Sabi. Sacó su aguacate parlante y activó la alarma: - ¡Alerta!, hay un nuevo caso, debemos reunirnos ahora en la guarida secreta para idear un plan, ¡es urgente! Una vez reunidos en la guarida, Dani les cuenta lo que está pasando. Valentina, una de sus compañeras, pregunta: -¿Que vamos a hacer para ayudar a Gaby?, no está bien que esté triste y llorando por esta situación, debemos actuar.

Continuará... 38


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¿Qué harías tú para ayudar al parche Wabi-Sabi en su misión con Gaby?

Realiza un dibujo mostrándonos cómo ayudarías a Gaby.

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DEBO ESTAR ATENTO CUANDO Mi papá, mi mamá o la persona a mi cuidado no me llevan al médico cuando necesito atención, no me dan el alimento que necesito, me dejan al cuidado de extraños o no cumplen con la cuota para mi sostenimiento.

Tengo que trabajar y no tengo tiempo para ir a estudiar, y tengo que responder económicamente en mi familia, o trabajo como empleada doméstica en mi casa o en otra casa.

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Alguna persona realice actos abusivos en mi cuerpo, me toque, me tomen fotos o videos, me hablen de forma desagradable sobre mi cuerpo, me obligue a hacer o a ver cosas inapropiadas para mi edad, me haga trabajar con mi cuerpo, me exhiba o me exponga.

Me obligan a hacer parte de grupos armados, como pandillas, guerrilla, paramilitares u otros, obligándome a portar armas, ayudar en actos violentos, ilegales o alejarme de mi familia para permanecer con ellos.

Me golpeen en mi casa de forma constante, dejando marcas en mi cuerpo, sin darme la posibilidad de ser escuchado; si utilizan palabras para herirme diariamente y no me tratan con afecto y protección.


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TAMBIÉN NOS PUEDE PASAR Que nos maltraten, se burlen, amenacen, intimiden por ser niña o niño, por nuestro color de piel, por el lugar donde vivimos o por otra razón.

Que mi hermana, una prima, una vecina, amiga o conocida este embarazada antes de los 18 años y necesite ayuda y orientación.

Que alguien que conozco o yo mismo me sienta muy triste y tenga ideas de hacerme daño o de quitarme la vida.

Que otroS niños o jóvenes me ofrezcan drogas, trago u otro tipo De sustancias que van en contra de mi seguridad o mi salud.

Que otros niños, niñas, adolecentes o jóvenes cometan delitos, me roben, me agredan y necesite denunciar.

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QUÉ HACER EN CASO DE MALTRATO, A QUIÉNES PODEMOS DECIRLES A mis papas, cuidadores, familiares o cualquier adulto en el que confíe, que sienta que me creerá y que me va a ayudar. Los profes y orientadoras del jardín o del colegio nos pueden ayudar.

A la línea 106 donde nos atienden 24 horas todos los días y hay personas que nos pueden orientar, nos escuchan y nos ayudan. Si es una emergencia podemos llamar al 123.

A la personería. Teléfono: 143. Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. Teléfono: 01 8000 91 80 80.

A la policía de infancia y adolescencia. Teléfono: 141. 42


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