Anexo 14

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ANEXO 14 LIBRO

UN MES CON EL PAN DE MARCELINO Día 14. Los hermanos sean unidos “La creación es fruto de la unión, obra de la familia.” San Marcelino Champagnat La Iglesia es esencialmente misterio de comunión, muchedumbre reunida por la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. La vida fraterna quiere reflejar la hondura y la riqueza de este misterio, configurándose como espacio humano habitado por la Trinidad. Marcelino se lanza a vivir este proyecto fraterno de unidad en el amor desde el día en que fue a compartir su destino con los primeros discípulos que se habían reunido en una pequeña casa. Allí surgieron los Hermanitos de María y desde entonces, vivió con ellos compartiendo la vida en comunidad. Esto es lo que le ha permitido apreciar de ella los gozos y las riquezas que contiene, y también las dificultades y las penas. En el contacto diario con sus hermanos, ha adquirido una gran experiencia y en sus enseñanzas trata con frecuencia sobre la necesidad de la unión, para mostrar lo que se opone a ella y para resaltar sus beneficios.

Nos dice San Marcelino “Del mismo Dios viene la primera lección de la vida de familia cuando dijo: “Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra”, Él no dijo: “Voy a hacer”, sino: “Hagamos, juntémonos para crear al hombre, que cada uno aporte en esta obra lo que corresponde, y cooperemos a ella trabajando unidos unos con otros.” Así es como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo nos enseñan que la creación es fruto de la unión, obra de familia.” “Esta unión es el modelo que debiera reinar en todas nuestras casas. Para educar no basta un hombre solo, es necesario el trabajo de todos los miembros de la comunidad. La unión y la armonía entre los hermanos es lo que da fuerza y fecundidad al trabajo en las escuelas; genera paz y dicha en las personas, y contagia el espíritu de Dios: una comunidad, así como el paraíso.” “Deseo, amadísimos hermanos, que reinen siempre entre ustedes la unión y la caridad de las que hablaba el discípulo amado. Que los que han de obedecer lo hagan con humildad y los que mandan lo hagan con suave caridad, de este modo la paz y la alegría del Espíritu Santo estarán siempre con ustedes.” “Que no haya entre Ustedes más que un solo corazón y una sola alma. Que se pueda decir de los Hermanitos de María como de los primeros cristianos: miren cómo se aman. ¡Qué unidos están!” “No hay nada que no esté dispuesto a sacrificar para salvar del naufragio la obra de María. Les aseguro que creo más que nunca que Dios quiere esta obra, pero de forma

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distinta a como se encuentra ahora. No nos sigan dividiendo como se hizo en el pasado. No nos faltarían ni personas ni medios materiales. “¡Miren qué bueno y qué precioso es ver a los hermanos habitar en unidad!” La desunión lo ha echado todo a perder; la unión lo recuperará de nuevo; el resultado será la gloria de Dios. Nuestros Hermanos dicen y piensan lo mismo que yo. Que en todo esto se haga la voluntad de Dios.”

Meditaciones para nuestros días Viviendo la unidad en el amor hacemos creíble la Buena Noticia de Jesús. El mundo comienza a ser casa de todos y lugar de una nueva creación, un nuevo paraíso: “En nuestras casas debe haber comunión no sólo de bienes materiales sino también de los bienes del espíritu: las dotes intelectuales de cada uno han de redundar en beneficio de todos. 140

Lo mismo podemos decir de todos los bienes del cuerpo, la salud, las fuerzas, los dones y talentos personales que han de compartir al servicio de los demás. El espíritu de familia va más allá: Así como se alegra de todos los dones, talentos y bienes de sus hermanos como si fueran propios; también hace propias las penas, sufrimientos, aflicciones y adversidades de cada uno, poniendo el hombro para aliviar y consolar al triste, asistir al necesitado, compartir el trabajo con quien está agobiado, cargando juntos los males de uno o de todos, pues afligen a toda la comunidad.” La unidad es querida por Jesús: “Que todos sean uno” es su deseo, que convierte en súplica al Padre. Él quiere que esta unidad reine entre todos aquellos que se reúnen en su nombre: “Porque donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy presente en medio de ellos.” Estando unidos tenemos la certeza de su presencia. “La comunidad como tal es un nuevo ser distinto de la sumatoria de sus componentes. Tiene también ella su peculiar carácter y, por lo tanto, desde un punto de vista pedagógico no basta tener en cuenta el proyecto personal de vida de cada uno de los integrantes, es necesario enfocar la educación de la comunidad en cuanto comunidad. También ella tiene que tener su trayecto y sus objetivos educativos. Toda comunidad debe dar una respuesta viva a las necesidades básicas que busca todo hombre en el seno de los grupos: un clima de verdad, justicia, aceptación, afecto y sentido de presencia valiosa en el seno de las comunidades más amplias.” ¿Qué sentido tiene la búsqueda de la unidad para cada uno de nosotros? ¿Por qué insistir tanto en esta unión? San Marcelino nos ilumina: -Porque la unión es vida: “Porque la unión es la vida y la división es la muerte. La unidad da al cuerpo la fuerza y la salud. La unidad fortifica a las familias, las ciudades, los países. La discordia quiebra y destruye todo, y trae los conflictos y las guerras.” - Porque la unión es fuerza: “Los hermanos unidos entre sí son fuertes como una muralla; son semejantes a los cerrojos que cierran las puertas de las ciudades y no pueden ser quebradas por el enemigo”. Por esto deseo que la unión y la caridad reinen siempre entre ustedes. De este modo, la paz y el gozo del Santo Espíritu estarán siempre con ustedes.”


- Porque la unidad convierte nuestra vida en morada de Dios: “La unidad construye felicidad. Donde hay concordia, ahí está Jesucristo, está Dios, está la Santísima Trinidad, por eso allí se halla la felicidad y la alegría de Dios”. - Porque la unidad es camino y proyecto para toda la humanidad: “Les daré un solo corazón, para que me amen todos los días de su vida y sean felices.” “De ese modo tendrán fuerza y prosperidad, en síntesis, la unidad trae consigo todos los bienes. Quiten la unión y sólo quedan ruinas, corten la rama del tronco y ya no dará fruto, si el arroyo no se une a la fuente queda seco.” La unidad nos convierte en profetas para toda la humanidad que hoy tiene sus fetiches en el individualismo, la indiferencia, la búsqueda del beneficio propio a costa de los demás, donde el “divide y reinarás” es la llave del éxito y el poder. Frente a esto, hablar de unidad suena a mal negocio, a fracaso seguro, a utopía y a locura. En tiempos de Jesús, sus palabras también provocaban lo mismo en los oídos de muchos. Un seguidor del Maestro como Marcelino Champagnat, hizo carne, proyecto y sueño este anhelo. Nos referimos al hermano Henri Vergès, mártir de Argelia, que en una de sus cartas desde tierras musulmanas nos dejó este mensaje: “nuestro caminar en Dios no puede sino converger”. La unidad pasa por la unión con aquellos con quienes convivo: familia, comunidad, compañeros, amigos, o más simplemente, con todo ser con quien me encuentro, tratando de amarlo con el mismo amor con el que Jesús me amó. Así, humildemente, desde nuestra pobreza comenzaremos a vivir el sueño que Jesús quiere y espera ver cumplido: “Que todos sean uno, Padre, como tú en mí y yo en ti”.

Para rezar junto a la fuente “¡Oh, santa unidad, qué necesaria eres y cuántos bienes encierras!

¡Oh, santa unidad,

ven a habitar entre nosotros,

a reinar por siempre entre nosotros,

queremos por siempre vivir en ti!

¡Oh, santa unidad, a ejemplo de nuestros hermanos, estamos dispuestos a hacer todo lo posible para conservarte!

Permanece siempre con nosotros,

y haz que teniendo todos

un solo corazón y un mismo espíritu,

pueda decirse de nosotros:

“¡Miren cómo se aman,

qué unidos viven!”.

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ANEXO 14 - B « LA VENTANA DE JOHARI » La ventana de Johari es un ejercicio de autoconocimiento creado por dos psicólogos durante la década de 1970, intentando explicar de qué forma los procesos de interacción humana enriquecen a los que participan de ellos. De acuerdo con esta postura, la posibilidad de encontrarnos con otros, nos permite ir explorando zonas de nuestra identidad que para nosotros permanecen ocultas, pero que sí pueden ser percibidas por quienes nos rodean. Y por otra parte, nos permite ser transparentes y mostrar a los demás aspectos de nuestra personalidad que no siempre develamos.

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En este sentido, y si bien siempre existirán las 4 zonas en todos los seres humanos; el equilibrio consiste en ampliar la zona pública o abierta de la Ventana, permitiéndome ser yo mismo delante de otros, y dejando que los que me rodean me conozcan tal cual soy, aceptando lo que ellos pueden devolver de mi persona.


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