Sera tuyo mi hogar

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SERA TUYO MI HOGAR ITINERARIOS DE PROFUNDIZACIÓN DE LA VOCACIÓN LAICAL MARISTA

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Equipo de Laicado Marista



SERÁ TUYO MI HOGAR ITINERARIOS DE PROFUNDIZACIÓN DE LA VOCACIÓN LAICAL MARISTA Provincia Marista Cruz del Sur Equipo de Laicado Marista

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ÍNDICE 05. PRESENTACIÓN 09. PROCESO Y EXPERIENCIAS PARA EL DESCUBRIMIENTO Y DESPLIEGUE DE LA VOCACIÓN LAICAL MARISTA 23. ORIENTACIONES GENERALES PARA LA ANIMACIÓN DEL ITINERARIO “SERÁ TUYO MI HOGAR” 35. DESARROLLO DE LOS ENCUENTROS FORMATIVOS 89. ANEXOS



PRESENTACIÓN



El Año del Discipulado Marista que nuestra Provincia celebró durante el 2011 tuvo la intención explícita de reencantar a los hermanos, laicos y laicas maristas con su vocación de discípulos y discípulas de Jesús, profundizar en la mirada de la pastoral vocacional de acuerdo con las orientaciones del XXI Capítulo General, revisar las experiencias y procesos educativo-pastorales para cualificarlos en su dimensión vocacional, y promover la vocación marista en la Iglesia y en la Provincia Cruz del Sur. Su lógica de favorecer y priorizar los procesos por sobre los eventos permitió la generación de diferentes propuestas, equipos y espacios que son muy valiosos y que han revitalizado la dimensión vocacional entre los hermanos, laicos y laicas de Argentina y Uruguay. A partir de esta experiencia, se vio la necesidad de generar un equipo específico que pudiera acompañar estos procesos desplegados, así como generar otros espacios y experiencias que favoreciera el descubrimiento y despliegue de la vocación marista. Dentro de los procesos desplegados a partir del Año del Discipulado Marista, y en consonancia con la llamada realizada por el XXI Capítulo General a favorecer “una nueva relación entre hermanos y laicos, basada en la comunión, buscando juntos una mayor vitalidad del carisma marista para nuestro mundo”; surgió la necesidad de diseñar e implementar diversos dispositivos y herramientas que permitieran la profundización de la dimensión vocacional marista en aquellos laicos y laicas de la Provincia que se sintieran cautivados por el sueño de Marcelino. “Será tuyo mi hogar” recoge la invitación que Jesús de Nazaret hace a Zaqueo, el recaudador de impuestos que nos presenta el Evangelio de Lucas. Como cuenta el relato, Zaqueo era un hombre de baja estatura, y por esta razón se trepa a un árbol para ver desde allí al hombre del que tanto había escuchado. Jesús resuelve esta situación con mucha creatividad, sencillez y afecto: ¡Se invita a su casa! Al decir “Será tuyo mi hogar” nos ubicamos, como laicos y laicas, en el lugar de una persona que quiere recibir a Jesús. Alguien que se siente sediento de un encuentro que transforme su existencia para siempre. Una persona que quiere convertirse en discípulo o discípula. Decir “Será tuyo mi hogar” implica abrir las puertas de nuestro corazón, para que Jesús nos transforme. ¡Y qué mejor regalo que hacer esto en el marco del carisma que heredamos y recreamos de San Marcelino! Como Equipo de Laicado Marista ofrecemos, entonces, a la Provincia Cruz del Sur, “Será tuyo mi hogar”: un Itinerario de Profundización de la Vocación Laical Marista. Una serie de 32 encuentros que tienen el objetivo de acompañar a los laicos y laicas, en el marco de un grupo asociativo, a profundizar en su camino como discípulos y discípulas de Jesús al estilo de Marcelino. La presente publicación contiene, en primer lugar, una presentación del marco global de referencia desde el cual comprendemos la vocación laical marista. Dicho marco expresa, también, el lugar específico en el que se encuadra “Será tuyo mi hogar” dentro de los procesos vocacionales de laicos y laicas. Luego se expresan algunos aspectos generales de presentación de la propuesta de Itinerario en relación a su metodología, modalidad de implementación, herramientas complementarias y demás aspectos que colaboren con su animación local. Finalmente, se presenta el diseño de 32 encuentros y sus respectivos anexos.

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Deseamos que esta propuesta sea fecunda y acompañe el camino de aquellos laicos y laicas que anhelan vivir su vocación de discipulado en fidelidad al sueño de Marcelino Champagnat.

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PROCESO Y EXPERIENCIAS PARA EL DESCUBRIMIENTO Y DESPLIEGUE DE LA VOCACIÓN LAICAL MARISTA PROVINCIA MARISTA CRUZ DEL SUR “El apostolado de los laicos, que surge de su misma vocación cristiana nunca puede faltar en la Iglesia”. (Decreto “Apostolicam Actuositatem”, del Concilio Vaticano II)


INTRODUCCIÓN La Vocación Laical Marista es, desde hace ya varios años, una parte inseparable de nuestro modo de concebir el carisma hoy en el mundo. Si bien el sueño fundacional de la Sociedad de María incorporaba una rama laical, tanto en el Instituto como en toda la Iglesia, el Concilio Vaticano II trazó un hito sumamente significativo que habilitó una mayor participación, adhesión y vitalidad a la vida laical dentro de las instituciones religiosas. Sin embargo, estos movimientos de incorporación y participación de laicos y laicas han tenido diversas modalidades y perspectivas. En este sentido, el Instituto de los Hermanos Maristas ha buscado favorecer, especialmente en los últimos 30 años, la construcción de procesos formativos que permitan la profundización en la identidad espiritual y apostólica del carisma marista, como camino adecuado para generar procesos de vinculación y pertenencia institucional. 10

Nuestra Provincia Marista Cruz del Sur cuenta, desde hace varios años, con diversos procesos formativos, experiencias significativas y espacios de formación conjunta que colaboran con el descubrimiento, el despliegue, la profundización y el discernimiento de la Vocación Laical Marista. El presente diseño responde a esta necesidad de desarrollar un Itinerario Formativo para la Vocación Laical Marista, que contemple las diferentes formas de aproximación al carisma, valorando la especificidad de cada una de ellas, y que ofrezca las herramientas adecuadas para su acompañamiento. Sabemos que somos herederos, hermanos, laicos y laicas, del sueño de Marcelino Champagnat; un fuego que ardió en su corazón, que nos abrasa desde nuestras identidades específicas y que hoy es regalo para toda nuestra Iglesia. Y sabemos también que, como dice Santo Tomás Moro, “la tradición no consiste en mantener las cenizas sino en transmitir la llama”. Esto se transforma, para los laicos y laicas maristas de Champagnat, en una invitación a encontrarse con el carisma, dejarse transformar por él, y enriquecerlo con nuestra propia forma de vivir.

FUNDAMENTACIÓN Y ANTECEDENTES Como se mencionaba anteriormente, el sueño fundacional de la Sociedad de María incluye a los laicos como una parte fundamental. Emili Turú, Hno. Superior General durante la preparación al Bicentenario del Instituto nos recuerda, evocando la imagen del grupo de jóvenes sacerdotes del cual Marcelino Champagnat formaba parte, que “desde el inicio, los primeros maristas imaginan la Sociedad de María como un gran árbol con diferentes ramas: religiosos sacerdotes, religiosos hermanos, religiosas y laicos”.

Párrafos más adelante, señala que, más allá de los avatares que se sucedieron y


que dieron lugar a la fundación y al desarrollo del Instituto de los Hermanos de María, “los orígenes de la Sociedad de María nos recuerdan que religiosos y laicos estamos asociados para la misión, y llamados a ofrecer el rostro mariano de la Iglesia, con nuestra manera peculiar de ser y de construir Iglesia”. Lo cierto es que, en la actualidad, miles de laicos y laicas se encuentran relacionados directa o indirectamente con el Instituto de los Hermanos Maristas: alumnos, exalumnos, padres de familia, trabajadores de los diferentes Centros Educativos, vecinos de alguna comunidad y tantas otras expresiones como nuestra creatividad pueda imaginar. Esta realidad venía acompañando al Instituto desde su misma fundación, pero es recién en 1985 que el XVIII Capítulo General expresa que, en el punto 164.4 de las Constituciones, la existencia de una “prolongación” del Instituto, conformada por el Movimiento Champagnat de la Familia Marista. Se expresa allí que “el Movimiento Champagnat de la Familia Marista, una prolongación de nuestro Instituto, es un movimiento formado por personas que quieren compartir con mayor plenitud la espiritualidad y el sentido de la misión heredados de Marcelino Champagnat. Los miembros de este movimiento - afiliados, jóvenes, padres, colaboradores, antiguos alumnos, amigos - asimilan el espíritu del Fundador para poder vivirlo e irradiarlo. El Instituto anima y coordina, mediante estructuras apropiadas, las actividades del movimiento”. No se habla aquí de la sola “existencia” de laicos y laicas cercanos al Instituto, sino que se reconoce una estructura que configura una “prolongación” del mismo, y se expresa que el Instituto tiene la misión de animar y coordinar este Movimiento mediante estructuras adecuadas. Un paso mayor en el camino del reconocimiento y la necesidad de participación laical dentro de la vida del Instituto, y la necesidad de generar las estructuras formativas adecuadas para este proceso, se encuentra en el XIX Capítulo General, celebrado en 1993. Allí se expresa “la importancia del Laicado en la misión de la Iglesia y en nuestra misión de Hermanos Maristas. Hermanos y laicos participamos en la Misión de Jesús (28) Nos comprometemos a desarrollar y a profundizar el encuentro y compromiso con los laicos, en la vida de nuestras comunidades y en nuestro trabajo apostólico. (34) Esto implica: Integrar a los seglares en todo el quehacer de nuestras obras, comprendida la dirección de las mismas; Promover y acompañar la formación sistemática de los laicos (espiritualidad, educación, gestión, justicia y solidaridad), Transmitir el carisma y la espiritualidad marista a los laicos y aceptar ser enriquecidos con su manera de vivir la vocación cristiana”. La Asamblea Internacional de Mendes, en Brasil, también realiza expresiones en esta misma dirección, haciendo especial énfasis en la necesidad de sistematizar procesos formativos y experiencias de formación conjunta entre hermanos, laicos y laicas. Estos planteos también han sido retomados por el XXI Capítulo General, celebrado el año 2009. Entre otras cosas, el Documento Final de dicho Capítulo señala la necesidad de “llevar a cabo, en las unidades administrativas y en las regiones, experiencias de formación, bien sean específicas o compartidas, que se inspiren, entre otras fuentes, en los documentos Misión educativa marista, Agua de la roca y En torno a la misma mesa”, y de “establecer una Comisión internacional, formada por hermanos y laicos, cuyo objetivo sea elaborar una guía para la formación conjunta, adaptada a las diferencias culturales y regionales”.

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Un hito sumamente significativo en la historia del laicado marista dentro del Instituto remite, también al año 2009, pero más precisamente al momento en que se publica el Documento “En torno a la misma mesa. Sobre la vocación de los laicos maristas de Champagnat”. Este Documento no solo reconoce la existencia de la vocación laical marista, su corresponsabilidad dentro de la misión y el carisma y la necesidad de desarrollarla a través de diversos procesos formativos; sino que también expresa que dicho proceso formativo atraviesa diferentes etapas, y que es necesario acompañar adecuadamente cada una de ellas. “La vocación laical marista, como toda vocación, nace y se desarrolla leyendo la propia vida a la luz del Espíritu. Este discernimiento tiene diferentes etapas; por eso, se debe acompañar a cada persona respetando su ritmo”. En nuestra Provincia Marista Cruz del Sur existieron, históricamente, diversas experiencias formativas con laicos y laicas. Al realizarse la fusión de las antiguas Provincias de Córdoba y Río de la Plata, cada una de ellas aportó lo mejor de sus experiencias preexistentes para la continuidad de los procesos laicales que venían desarrollándose. 12

Los retiros para educadores maristas, las experiencias de formación para educadores nuevos, los voluntariados y la animación conjunta de la Pastoral y la Pastoral Juvenil Marista, fueron favoreciendo procesos vocacionales en laicos y laicas, que con la consolidación de la Provincia Marista Cruz del Sur permitieron el florecimiento del laicado a nivel provincial. El Año del Discipulado Marista, celebrado durante el 2011, promovió la creación y la consolidación de diversas experiencias La historia de nuestro Instituto fue expresando, entonces, una forma de concebir la Vocación Laical Marista. Todas estas expresiones, desde los anhelos iniciales hasta las concreciones y orientaciones que se fueron desarrollando con el correr de los años, se cristalizaron en una propuesta que el Consejo General realizó al Secretariado de Laicos para presentar al XXII Capítulo General. Esta propuesta, que será consensuada durante el próximo Capítulo General, presenta 4 Niveles diferentes de relación de los laicos y laicas con el carisma Marista. Cada uno de estos niveles expresa un estilo de relación con la forma de vivir la fraternidad, la espiritualidad y la misión de San Marcelino; así como las experiencias y procesos que permiten su concreción y desarrollo. A continuación, ofrecemos una descripción del modo concreto en que la Provincia Marista Cruz del Sur ofrece este itinerario formativo para los laicos y laicas de Argentina, Uruguay y Paraguay.


LA VOCACIÓN LAICAL MARISTA EN CRUZ DEL SUR La expresión “Vocación Laical Marista”, conlleva en sí misma tres palabras con un profundo contenido y significado de fondo. Brevemente, nos detendremos a presentar qué hay detrás de cada una de estas palabras.

HABLAR DE LA VOCACIÓN La vocación es el sueño de felicidad que Dios tiene para con cada uno y cada una de los seres humanos. Es la forma particular en que cada persona descubre y despliega su propia identidad. Es aquella expresión de sentido profundo que es capaz de permear la vida cotidiana de los individuos en sus diferentes acciones, respondiendo a lo más genuino de su propio ser. Como todo componente de la vida humana, nuestra vocación es sumamente compleja y está compuesta por múltiples elementos. En este sentido, podemos afirmar que la vocación tiene diferentes dimensiones. - Una dimensión muy importante en la que se expresa la vocación, tiene que ver con el trabajo. La palabra trabajo proviene del latín “tripulare”, que significa “ocuparse de una obra”. En este sentido, ocuparse implica “llenarse”… nuestra vocación nos permite llenarnos, encontrarnos con algo que nos apasiona. Aquello que amamos realizar, aquello que gozamos como fruto de nuestras manos es, por lo tanto, parte fundamental de nuestra vocación. - Otra dimensión de la vocación humana tiene que ver con la sexualidad. En ella entran en juego y articulación componentes espirituales, eróticos y afectivos que en su interrelación definen la identidad y la orientación sexual de una persona. El modo particular en que cada persona es o quiere ser varón o mujer es, sin dudas, un elemento significativo que constituye la vocación. - Asimismo la pregunta por lo vocacional incluye, también un modo de amar. No todas las personas eligen vivir su vida de la misma manera, cuidando los vínculos de un mismo modo, o disponiendo de la misma cantidad de tiempo para sus proyectos. En este sentido, hay personas que optan por vivir en disponibilidad para una causa a la que consagran toda su vida (religiosos, laicos consagrados, personas comprometidas con una causa, luchadores sociales…); mientras que hay otras que optan por consagrar su vida a la conformación de un hogar, y desde allí destinan parte de su vida a proyectos más amplios. - Por otro lado existe un elemento de pertenencia comunitaria que también forma parte de la vocación humana. Todos los individuos necesitan de espacios de “asamblea”… reunirse con personas con las que se comparten sentidos, inspiraciones y proyectos. Espacios de encuentro con aquellos con quienes sentirse vinculado por algo en común. - Finalmente, la vocación contempla el cuidado de una espiritualidad, entendiendo a la espiritualidad como aquella fuerza que nutre, da sentido y vivifica la experiencia humana. Creemos que es necesario encontrarse con aquellas cosas que nutren y dan sentido a nuestra vida, para que nuestras opciones a futuro no las limiten sino que nos ayuden a desplegarlas.

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HABLAR DE LO LAICAL La expresión “laico” proviene del idioma griego. En este sentido original, “laikos”, significa “del pueblo”. Un laico o laica es, por lo tanto, un ser humano que forma parte del pueblo de Dios. En este sentido, ser parte del Pueblo de Dios, es una condición que reúne tanto a los laicos y laicas como a los religiosos y consagrados. La Constitución Dogmática Lumen Gentium designa como laicos a “todos los fieles cristianos a excepción de los miembros del orden sagrado y los del estado religioso sancionado por la Iglesia; es decir, los fieles que, en cuanto incorporados a Cristo por el Bautismo, integrados al Pueblo de Dios y hechos partícipes a su modo del oficio sacerdotal, profético y real de Cristo, ejercen en la Iglesia y en el mundo la misión de todo el pueblo cristiano en la parte que a ellos les corresponde”. En cuanto a su apostolado, el mismo documento nos dice: “los que es el alma en el cuerpo, esto han de ser los cristianos en el mundo”

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Como ya se expresó anteriormente, el componente laical remite a una opción específica en una de las dimensiones de la vocación humana: el modo de amar que se expresa en una opción por la intimidad o la disponibilidad. Nuestra Iglesia expresa en diversos Documentos y Encíclicas que todos los estados de vida, ya sea en su totalidad como cada uno de ellos en relación con los otros, están al servicio del crecimiento de la Iglesia; son modalidades que se unifican profundamente en el “misterio de comunión” de la Iglesia y que se coordinan dinámicamente en su única misión (ChFL 55). Dentro de nuestro Instituto, el Documento “En torno a la misma mesa” expresa bellamente que “laicos y hermanos tenemos mucho más en común que de específico en nuestra vocación…”. Los hermanos maristas optan por un estado de vida reconocido en la Iglesia como Vida Religiosa o Vida Consagrada. Este modo de amar está caracterizado por la opción de los Consejos Evangélicos, viviendo así el celibato como una opción por la fraternidad universal; la pobreza, como una opción por vivir con una mayor libertad y apertura al servicio; y la obediencia, estando disponibles para servir significativamente al Reino. Los laicos y laicas, aportan una forma particular de vivir su vocación. Desde su opción por vivir el amor desde la intimidad en las relaciones con otros, se encuentran invitados a vivir su vocación cristiana con igual intensidad, la misma entrega y la misma fortaleza que los consagrados.

HABLAR DE LO MARISTA La palabra “Marista” expresa un estilo particular y una forma específica de ser Iglesia que, en nuestro caso, encuentra su inspiración original en San Marcelino Champagnat. Refiere a una forma particular de ser discípulo de Jesús de Nazareth. Lo “marista” nos habla de una espiritualidad que se va moldeando y que, como expresa el Documento Agua de la Roca, “modela nuestra forma de relacionarnos con las personas, con el mundo y con Dios”.


Ahora bien; ¿en qué consiste este modo particular de ser Iglesia?, ¿cuál es esta forma de relacionarnos con las personas, con el mundo y con Dios?. Es una forma inspirada en María, madre de Jesús. Ella, la primera discípula, fue modelo para Marcelino. Los Maristas de Champagnat queremos ser como María de Nazareth de tres maneras particulares: - En la misión: estando junto a los niños, adolescentes y jóvenes más vulnerables en su educación, su evangelización y en la defensa de sus derechos. Nuestro carisma es apostólico. - En el silencio: cultivando nuestra interioridad y nuestra espiritualidad, contemplando el Evangelio y dando lugar a la dimensión mística de nuestras vidas. - En la fraternidad: viviendo intensamente la comunión, llamados a construir comunidad, y sintiéndonos hermanos y hermanas de todos los hombres. Este estilo particular de vivir, es el resultado de un proceso personal de profundización que se cristaliza en la vida cotidiana como consecuencia de una opción (sea o no explícita). 15

¿QUIÉNES ESTÁN INVITADOS A VIVIR LA VOCACIÓN LAICAL MARISTA? El Documento “En torno a la misma mesa” expresa claramente la diversidad de caminos por los cuales un laico o laica puede vincularse con lo marista. En este documento, se expresa que “el mundo del laicado se relaciona con lo marista a través de una variedad de expresiones. Muchas personas entran en contacto, de diversas maneras, con la vida y misión de los hermanos maristas. Alumnos, educadores, catequistas, personal de administración y servicio, ex alumnos, padres y amigos, han oído hablar del carisma marista. De esta relación sea con los hermanos, con la misión marista, con la espiritualidad, con las obras educativas, con el Instituto... surgen diferentes niveles de cercanía y participación en el carisma. Algunos viven identidades diferentes a la marista; unos, porque han hecho opciones vitales distintas a la cristiana; otros, porque ya han encontrado su propio lugar en la Iglesia. Otros laicos se han sentido atraídos por el testimonio de los hermanos [u otros laicos y laicas maristas]: admiran su vida [y su obra] y quieren vincularse de algún modo a su espiritualidad o a su misión, sin entenderlo como una vocación compartida. Existe un tercer grupo de personas que, después de un camino personal de discernimiento, han decidido vivir la espiritualidad y la misión”. Es importante comprender que los laicos maristas son aquellos que optan por vivir su vocación laical dentro de esta familia carismática. Los laicos y laicas maristas, en el marco de un proceso de formación y discernimiento específico, encarnan un compromiso público de vivir la fraternidad y la misión en el marco de una comunidad. En este sentido, todos los laicos y laicas que entran en contacto con “lo marista”, están invitadas a realizar un proceso de profundización vocacional. Sin embargo, entendemos que la vocación laical marista, expresa una opción por vivir la fraternidad,

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la espiritualidad y la misión con la inspiración del sueño de Marcelino Champagnat; que se cristaliza en los procesos de profundización vocacional.

ITINERARIO DE LA VOCACIÓN LAICAL MARISTA EN CRUZ DEL SUR En la Provincia Marista Cruz del Sur existe una hermosa diversidad de experiencias que permiten el descubrimiento, la profundización, el discernimiento y el despliegue de la vocación marista de laicos y laicas. Sin embargo entendemos que, por su profundidad, duración y contenidos; estas experiencias están dirigidas a personas con diferentes experiencias, recorridos previos y opciones vocacionales. 16

En este sentido, entendemos que los laicos y laicas pueden relacionarse con la vida Marista desde cuatro perspectivas diferentes. Habitar cuatro “territorios” particulares, cada uno con sus matices y especificidades.

EL ENCUENTRO CON EL CARISMA (LA INVITACIÓN A “IR Y VER”) Un primer territorio es el del encuentro con el carisma de San Marcelino. Hace referencia aquellos laicos y laicas que, proviniendo de diferentes experiencias personales y eclesiales se encuentran por primera vez con lo marista. Conocen la misión, a los hermanos y laicos maristas, y se contactan por primera vez con este modo de vivir la espiritualidad. Así como Jesús invitó a sus primeros discípulos a conocer dónde vivía diciéndoles “vengan y vean”; es el Maestro quien presenta por primera vez esta opción de vida de manera sencilla, despertando el interés y la curiosidad por ver qué hay detrás de esa primer aproximación. Dentro de este territorio, existen diversas experiencias que permiten que los laicos y laicas se encuentren con el carisma, que comiencen a conocerlo y encontrarse con sus principales rasgos. Como Equipo de Laicado Marista, hemos diseñado y publicado el Itinerario de Presentación Carismática “Bienvenido a casa”. Este Itinerario es un conjunto de tres encuentros diseñados para ser desarrollados a lo largo de un año con aquellos laicos y laicas que se acercan por primera vez a una presencia marista. El mismo va acompañado por un pequeño librillo que se distribuye entre los participantes de la propuesta, y que contiene algunos elementos de presentación de nuestro carisma, nuestro fundador y la historia del Instituto. También existen otras propuestas impulsadas desde diferentes espacios de la animación provincial que, entendemos, pueden colaborar en este proceso de encuentro de los laicos y laicas con el carisma de San Marcelino. Algunas de estas instancias son los Encuentros para Educadores nuevos (organizados por el área de misión en las diferentes zonas de la Provincia), los Encuentros para Navegantes de la FEMAP (Federa-


ción Marista de Padres), la primer experiencia laboral en el marco de una obra marista, la participación en experiencias puntuales de grupos pastorales y/o apostólicos, y otras experiencias locales y/o vecinales.

EL DESCUBRIMIENTO DEL CARISMA (LA INVITACIÓN A “NACER DE NUEVO”) Descubrir el carisma implica conocerlo un poco más profundamente. Aquellos laicos y laicas que se encuentran viviendo su espiritualidad en este “territorio”, sienten que el “modo marista” de ser y de hacer, sintoniza con sus sueños y convicciones. Por esta razón, estas personas se comprometen de forma gradual, con diferentes acciones puntuales que les permitan aproximarse y conocer cada vez más el sueño de Marcelino Champagnat. Cada experiencia que se vive implica un encantamiento; una conexión cada vez más profunda con lo que significa el carisma. Así como Nicodemo se acercó al Maestro buscando respuestas a sus inquietudes más profundas; Jesús también nos invita a “nacer de nuevo”, contactándonos con nuestra espiritualidad y los anhelos más genuinos de nuestro corazón. En este territorio, los laicos y laicas atraviesan por diferentes experiencias que les permiten conectarse con su vocación, con su camino como discípulos de Jesús, y con la espiritualidad y la misión maristas. Dentro del Equipo de Laicado hemos diseñado un conjunto de experiencias para el acompañamiento de este proceso de descubrimiento: los Retiros “Convocados junto al pozo”, “Bajo la sombra de Betania”, y “Como las estrellas del cielo”; y las jornadas “El secreto del viento”, “Les hablaré al corazón”, y “Amar los intentos”. Las experiencias de Retiro se organizan en las diferentes zonas de la Provincia y tienen una duración de 2 días y medio. Las jornadas son animadas por el Equipo de Laicado en los diferentes lugares de la Provincia que las soliciten, y tienen una duración de 4 horas aproximadamente. Del mismo modo, existen otras experiencias significativas de la vida de la Provincia que pueden acompañar a los laicos y laicas en este proceso. Entre ellas podemos mencionar a las Fraternidades del Movimiento Champagnat de la Familia Marista, y los Retiros de la FEMAP.

LA PROFUNDIZACIÓN DEL CARISMA (LA POSIBILIDAD DE “DEJAR QUE DIOS HAGA EN NOSOTROS”) Algunos laicos y laicas maristas sienten, luego de un tiempo de vivir cercanos al carisma y haber participado de diferentes experiencias; que su corazón desea dar un paso más. Se opta, por lo tanto, por profundizar en las dimensiones del carisma marista desde la vida: experiencias comunitarias, de misión, de espiritualidad… es un momento de profundización; de hacer un camino sistemático de mirada hacia lo más auténtico de uno mismo, encontrando en las riquezas de nuestra herencia carismática inspiraciones para resignificar nuestra vida cotidiana.

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El territorio de la profundización vocacional permite, a través de un camino sistemático y sereno, moldear nuestro corazón desde el sueño de San Marcelino Champagnat. Los laicos y laicas que experimentan su relación con el carisma desde este lugar; se entregan al sueño de Dios como María de Nazareth. Apostamos, en este sentido, a experiencias de mediano y largo plazo, que permitan cultivar el discernimiento y la interioridad en una profunda conexión con la misión; mediante la participación sistemática en encuentros y el acompañamiento personal. Como Equipo de Laicado Marista hemos diseñado, para este proceso, los Itinerarios de Profundización de la Vocación Laical Marista “Será tuyo mi hogar”. Dicho itinerario consta de 32 encuentros de aproximadamente 2 horas de duración, para ser realizados localmente en el marco de un grupo asociativo. Entendemos, también, que la participación en experiencias comunitarias o la inserción en voluntariados prolongados, son espacios privilegiados para la profundización vocacional.

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LA VINCULACIÓN Y PERTENENCIA AL CARISMA (EL REGALO DE “HACER LO QUE ÉL NOS DIGA”) Existen muchos laicos y laicas que buscan un “territorio” donde vivir su relación con el carisma marista de forma visible, comprometida y estable. Esto implica la posibilidad y la opción de pertenecer y vincularse con esta familia carismática. Se consolida, en este territorio, una opción libre y vital. El discipulado de Jesús se expresa en una experiencia comunitaria y misionera, asumiendo diferentes liderazgos o servicios, y animando la presencia marista en un lugar determinado. Como en Caná de Galilea, nos entregamos plenamente a la acción de Jesús y nos comprometemos con su misión con disponibilidad y apertura. El proceso de formación para aquellos laicos y laicas que optan por vivir su vinculación y pertenencia con el carisma combina tres formatos: el trabajo personal, el acompañamiento, y la vida comunitaria. “Con el corazón encendido” (este es el nombre que recibe el Itinerario de vinculación y pertenencia al carisma), está compuesto por un conjunto de fichas para trabajar diferentes dimensiones de la identidad y la vocación de los laicos y laicas. Este trabajo personal se comparte comunitariamente, y es acompañado de forma personal por miembros del Equipo de Laicado de la Provincia. Una vez que los laicos y laicas dan el paso de su vinculación y/o pertenencia carismática, se insertan en un proyecto de vida comunitaria de una presencia marista. Su proceso de acompañamiento, entonces, es asumido por el Equipo de Laicado, en lo individual; y por el Equipo de Animación de Hermanos y Comunidades, en lo comunitario.

A LA ORILLA DE GENESARET Durante nuestro 5º Capítulo Provincial, la Provincia Marista Cruz del Sur ha puesto como una de sus prioridades el cuidado de la vida y la vivencia de la comunión. Conscientes de la necesidad de generar espacios específicos para esta dimensión tan importante de nuestra vida, desde el Equipo de Laicado Marista queremos alentar que los laicos


y laicas de la Provincia experimenten, más allá del proceso que se encuentren realizado, el regalo del cuidado y la fraternidad. Por esta razón, junto con otros equipos del Área Vocación Marista, hemos desarrollado “A la orilla de Genesaret”: un conjunto de talleres para cuidar la vida de todos aquellos que formamos parte del sueño de Marcelino. El lago de Genesaret fue el escenario donde se desarrolló buena parte de la vida pública de Jesús. Es una zona fértil, de gran vegetación y variedad de fauna. Sobre sus orillas se instalaron diversas poblaciones, atraídos por la variedad de peces que se encuentran en sus aguas y por la posibilidad de aprovechar el lago como recurso hídrico para la agricultura. Es allí donde se producen varios episodios de sanación; la tempestad calmada, los llamados a diferentes discípulos… Las orillas del lago de Genesaret son una referencia obligada de todos aquellos que quieren encontrarse con la experiencia, la vida, la misión y la espiritualidad de Jesús de Nazareth; y muchas de las personas que vieron transformada su vida por la acción del Maestro, encuentran en las orillas de este lago un hito fundamental en su propia historia. Sentirnos convocados a estar “a orillas de Genesaret” como hermanos, laicos o laicas maristas, implica entonces, asumir que queremos que Jesús transforme nuestra vida aceptando la invitación a conectarnos con lo más profundo de nosotros mismos y abrirnos así, al encuentro fecundo e intenso con el Maestro. El lenguaje del amor y de la sanación que Jesús mismo desarrolló en este lugar bíblico, será el que nos habilite a cuidarnos y a cuidar de los otros, saboreando la riqueza misma del encuentro. Esta experiencia varía anualmente en función de los talleres que logren concretarse para cada ciclo. Más allá de esto, los laicos y laicas están invitados a participar en las diferentes instancias que se ofrezcan en este marco, independientemente de la forma de relación con el carisma que se encuentren atravesando en este tiempo de sus vidas. De este modo, podríamos graficar el proceso vocacional que invitamos a vivir a los laicos y laicas de la Provincia Marista Cruz del Sur del siguiente modo. TALLERES Y EXPERIENCIAS OFRECIDAS EN EL MARCO DE “A LA ORILLA DE GENESARET”

EL ENCUENTRO CON EL CARISMA“IR Y VER”

EL DESCUBRIMIENTO DEL CARISMA “NACER DE NUEVO”

LA PROFUNDIZACIÓN DEL CARISMA “DEJAR QUE DIOS HAGA EN NOSOTROS” LA VINCULACIÓN Y PERTENENCIA AL CARISMA“HACER LO QUE ÉL NOS DIGA”

Itinerario “Bienvenido a casa”

Retiro “Convocados junto al pozo” Retiro “Bajo la sombra de Betania” Retiro “Como las estrellas del cielo” Jornada “El secreto del viento” Jornada “Les hablaré al corazón” Jornada “Amar los intentos”

Itinerario “Será tuyo mi hogar”

Itinerario “Con el corazón encendido”

Encuentro de Ed. Nuevos Encuentro de Navegantes (FEMAP) Experiencias Locales

Fraternidades del MChFM Retiros de FEMAP Voluntariados Semanales

Voluntariados Prolongados Experiencias Comunitarias Fraternidades del MChFM

Inserción Comunitaria

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ESTILOS Y CRITERIOS PARA LA ANIMACIÓN DE EXPERIENCIAS Y EL ACOMPAÑAMIENTO DE LA VOCACIÓN LAICAL MARISTA EN CRUZ DEL SUR Cualquiera de los cuatro territorios donde los laicos y laicas pueden relacionarse con el Carisma requiere de estilos y criterios para la animación y el acompañamiento. A continuación, se explicitarán algunos de ellos.

UN ACOMPAÑAMIENTO PERSONAL ADECUADO 20

Como se mencionaba anteriormente, los diferentes territorios en que los laicos y laicas se relacionan con el carisma, implican experiencias y procesos de diferente intensidad y compromiso. En este sentido, es importante que las instancias de acompañamiento vayan en consonancia con lo que se vive en estas diferentes relaciones. Los primeros dos territorios mencionados (encuentro y descubrimiento del carisma), implican la participación en experiencias puntuales, que empiezan y terminan en sí mismas. En este sentido, es importante que aquellos laicos y laicas que participan de las mismas, puedan tener un acompañamiento adecuado durante el desarrollo de la experiencia, así como la posibilidad de dialogar respecto de sus motivaciones (antes de participar de la experiencia); y sus resonancias (luego de haberla vivido). Los procesos de acompañamiento sistemáticos y de mayor profundidad, serán para aquellos laicos y laicas que se encuentran en procesos de profundización vocacional, o en experiencias comunitarias de vinculación y pertenencia.

UN AMBIENTE ALEGRE Y FRATERNO Es sabido que el entorno y los aspectos no verbales son, tanto o más potentes, que los aspectos estrictamente verbales. Los gestos, los modos y los ambientes, comunican mucho más que las palabras. En este sentido, entendemos que es muy importante que todas las experiencias y procesos dentro de este Itinerario para Laicos y Laicas; puedan estar animados con un estilo cálido, alegre, cercano y fraterno; sabiendo que estas actitudes en el estilo de animación son componentes principales para los procesos de descubrimiento y despliegue vocacional.

EXPERIENCIAS Y PROCESOS FORMATIVOS DESDE LA VIDA La palabra “formación” encierra tantas riquezas como significados diversos. Desde el Equipo de Laicado, apostamos a que todas las experiencias y procesos formativos que com-


ponen este Itinerario Global puedan ser, efectivamente, transformadoras de la existencia. En este sentido, entendemos a la “formación” como un proceso holístico, que involucra las diferentes dimensiones y experiencias del ser humano; no limitándola a lo intelectual-racional-cognitivo (aunque tampoco desconociendo la importancia de esta dimensión).

PRIORIZAR EL CUIDADO DE LAS PERSONAS En muchas ocasiones, el ritmo vertiginoso de nuestros centros educativos o de nuestra tarea de animación provincial puede correr el riesgo de generar “descuidos” en los procesos personales, en los estilos de animación o en las formas de comunicar las acciones o decisiones. Es importante que todo el estilo de animación del Itinerario Global para Laicos esté permeado por una lógica del cuidado de las personas; priorizando esta dimensión como criterio fundamental que ordene la distribución de experiencias, la amplitud de las mismas, las formas de comunicación y otros tantos aspectos que hacen a la dimensión operativa. 21

UNA VOCACIÓN ACOMPAÑADA POR Y PARA LA COMUNIDAD Los procesos vocacionales de laicos y laicas maristas se expresan mediante la vivencia de la fraternidad. Es en el marco de una comunidad marista donde los laicos y laicas hacen un discernimiento de su vinculación y pertenencia con nuestra familia carismática. En este sentido, es imprescindible que estos procesos vocacionales puedan ser acompañados por personas que tengan una experiencia significativa de formar parte de una comunidad marista. Esto permite sintonizar con las búsquedas, las preocupaciones, las inquietudes y las certezas que atraviesa aquel que vive y encarna esta forma tan hermosamente particular de vivir.

ITINERARIOS DE PROFUNDIZACIÓN DE LA VOCACIÓN LAICAL MARISTA



ORIENTACIONES GENERALES PARA LA ANIMACIÓN DEL ITINERARIO “SERÁ TUYO MI HOGAR”


LA INSPIRACIÓN BÍBLICA DE “SERÁ TUYO MI HOGAR” Un día como cualquier otro, Jesús llegó a la ciudad de Jericó. Poco antes, cuando estaba llegando a la ciudad, había sanado a un ciego que llamó su atención al gritarle por el camino. Poco tiempo después, se produciría un encuentro que transformaría para siempre la vida de una persona. Zaqueo era, como nos cuenta el Evangelio de Lucas, un hombre muy rico… era el jefe de los recaudadores de impuestos. Y su fama y su prestigio en lo económico lo convertían, también, en una persona famosa pero no tan prestigiosa entre los judíos: era considerado un traidor… un pecador.

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Sin embargo, con el correr de los años Zaqueo se transformó en el paradigma de aquel que, conociendo a Jesús, no sólo se despoja de lo material, sino que permite que su interior también sea transformado para comenzar un proyecto de justicia (muy a pesar de aquellos que aún lo seguían juzgando). Jesús se invita a su casa, y Zaqueo estalla de alegría. Bajó rápidamente del árbol, y no sólo lo alojó y le dio de comer, sino que efectivamente dejó que su interior se transformara con la buena noticia del Maestro presente. “Será tuyo mi hogar” es una respuesta imaginaria que Zaqueo bien pudo dirigir a Jesús aquel día… es la intención de dejar que Jesús transforme la vida, para que se vaya modelando suavemente en función del proyecto del Reino.

ALGUNOS CRITERIOS A TENER EN CUENTA Una propuesta de estas características no tiene “una única” forma de ser implementada. De hecho, son múltiples los modos en que cada persona desea profundizar en su vocación de discípulo de Jesús al estilo de Marcelino. Sin embargo, nos parece que es importante explicitar algunos elementos que otorgan validez a la presente propuesta, sabiendo que existen otras formas posibles de ser laico y laica marista más allá de ella. Dentro de estos criterios, se encuentra también la intención de explicitar las razones del título de “Itinerarios de Profundización de la Vocación Laical Marista”, así como sus modalidades de implementación.

El sentido de los “itinerarios”:

la palabra “itinerario” refiere al recorrido que se realiza para llegar de un punto definido a otro punto, también predeterminado. Sin embargo la forma en que cada uno realiza ese recorrido es personal. No existen dos caminantes que hagan un mismo trayecto de forma idéntica. Los pasos, los ritmos, el disfrute del paisaje y otro montón de aspectos, hacen que cada uno tenga que encontrar su propia forma. El presente itinerario contiene una propuesta. Sin embargo, la


intención es que esta propuesta no tiene porqué ser “la única”, ni “la mejor”. Es, simplemente, una orientación que se ofrece, para que cada comunidad local pueda encontrar las herramientas que mejor le sirvan para acompañar el proceso de profundización vocacional de laicos y laicas.

El porqué de la Profundización: como se mencionaba anteriormente, existen ya en la Provincia diversas propuestas, muchas de ellas muy vitales y significativas, que impactan profundamente en la dimensión vocacional de laicos y laicas. La intención de esta propuesta no es “suplantarlas”, sino nutrirse de ellas. Es por esto, que los itinerarios tendrán la intención de acompañar la “profundización y el discernimiento” de la vocación laical marista. Si bien reconocemos que existe una instancia de encuentro, descubrimiento y compromiso con ella, entendemos que en la Provincia ya existen otras propuestas que cumplen esa función (voluntariados, experiencias de misión, retiros para educadores maristas, acompañamiento a las comunidades locales, entre otras). Este itinerario hace pie, especialmente, en el proceso sistemático de “querer dar un paso más”. 25

Dialogar y acoger la historia:

ciertamente los documentos de nuestra Iglesia, tienen la sabiduría de recoger y expresar por escrito aquello que el Pueblo de Dios se encuentra viviendo. En este sentido, los Documentos del Instituto, y entre ellos “En torno a la misma mesa”, también siguen este camino. La vocación laical marista no nace a partir de un documento, sino que se expresa y reconoce en él. Por este motivo, es imposible considerar que solamente son laicos y laicas maristas aquellos que participen de la presente propuesta de profundización de la vocación laical. Será tarea de la Animación Vocacional Provincial, ofrecer los espacios e instancias de acompañamiento y discernimiento para todos aquellos laicos y laicas que se reconozcan a sí mismos como Maristas, y que por diversas razones no puedan participar de los “Itinerarios de Profundización de la Vocación Laical Marista”.

Articular experiencias: el “Itinerario de Profundización de la Vocación Laical Marista” no nace de la nada. Es el resultado de diferentes procesos y experiencias que se venían desarrollando en nuestra Provincia desde tiempo atrás. En este sentido, esta propuesta no pretende “sustituir” aquellas instancias que ya venían realizándose, a nivel local, zonal o provincial; sino articularse con ellas ofreciendo un espacio de profundización para aquellas personas que ya han tenido contacto con el mundo marista a través de experiencias de voluntariado, retiros para educadores, encuentro para educadores maristas u otras iniciativas locales.

Una propuesta “grupal-comunitaria”:

si bien es cierto que la experiencia comunitaria es una clave fundante de la experiencia marista, también es real que el camino comunitario requiere de tiempos específicos, procesos propios y una metodología particular de acompañamiento. En este sentido, consideramos que la presente propuesta es “grupal”: implica personas que se reúnen y generan vínculos sinceros y fraternos a partir de su interés por profundizar en la vocación marista. Es importante tener en cuenta que,

ITINERARIOS DE PROFUNDIZACIÓN DE LA VOCACIÓN LAICAL MARISTA


por tratarse de una propuesta estable pero abierta, los grupos no son cerrados; y se permite la incorporación y la rotación de personas a lo largo del proceso mientras esto no afecte a los participantes. Al mismo tiempo, celebramos la posibilidad de que alguno de estos grupos opte por configurarse como comunidad laical, implementando los medios necesarios para su acompañamiento específico dentro del Área de Animación Vocacional. Del mismo modo, se ve conveniente favorecer este proceso de conformación de comunidades laicales maristas, sea dentro de este proceso o desde otra instancia local. Lo importante en este aspecto es ir acompañando la vida de las personas que realizan procesos locales, sin forzar experiencias ni dejar de plantear nuevos desafíos.

Una duración acotada que permita profundizar: así como la vocación de

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hermano marista posee una etapa de formación que responde a los tiempos vitales, a las necesidades particulares de cada individuo, y a las características que el Instituto intenta inspirar en aquellos que participan de esta vocación específica, la vocación laical también necesita de un proceso de estas características. Si bien esta duración puede variar en función de los diversos “itinerarios” posibles a ser realizados, consideramos que luego de una etapa de aproximadamente dos meses de duración destinada a la presentación de la propuesta y conformación de los grupos; los itinerarios debieran tener una duración aproximada de dos años.

Una metodología significativa:

partiendo nuevamente de la mirada de la pluralidad de “itinerarios”, que implicará la adaptación de la propuesta a las diferentes realidades locales, zonales, geográficas y culturales; consideramos que una propuesta de estas características debiera recoger, como parte de su proceso metodológico, al menos tres perspectivas: por un lado, la narración de la experiencia personal, como fuente privilegiada de encuentro con Dios. Por otro lado, el encuentro con la herencia de Marcelino, de sus primeros hermanos y de la historia del Instituto. Finalmente, la contemplación, como acción que permite que el espíritu de Dios inspire nuevos sentidos para nuestra vida a partir de lo vivido.

La experiencia humana como dinamizadora de procesos: la propuesta que presentamos es, intencionadamente, de “profundización vocacional”, y no de “formación” en un sentido intelectual de la palabra. No pretendemos que esta propuesta ofrezca “conocimientos” a quienes participan de ella. Entendemos que existe una dimensión de profundización de la experiencia vital que es necesario desplegar a partir de este tipo de propuestas. Aquellos contenidos más específicos que se desarrollan a lo largo del itinerario (por ejemplo, aquellos que tienen que ver más estrictamente con aspectos del Patrimonio Marista), serán presentados en la medida en que ayudan a la profundización de una experiencia vital determinada.

Las riquezas del acompañamiento:

la experiencia de los discípulos y discípulas de Jesús resulta inspiradora para pensar en cómo favorecer procesos de crecimiento y profundización espiritual y vocacional. Si bien todos seguían al Maestro, cada uno de


ellos y ellas realizó un camino personal, con experiencias y formas de vivir su discipulado únicas e irrepetibles. En este sentido, retomamos la intención de realizar diversos “itinerarios” de profundización de la vocación laical marista, y no “un único camino posible”. Cada persona, en el marco de una propuesta grupal-comunitaria, podrá ir haciendo su propio camino, tomando opciones y viviendo aquellas experiencias que considere más significativas en función de su proceso de discernimiento y profundización personal. Por esta razón, es fundamental que existan instancias de acompañamiento, que ayuden a la narración y la contemplación del proceso realizado. Este acompañamiento se lleva a cabo, sin dudas, como parte del proceso grupal, pero también existirá una instancia de acompañamiento personal de lo que el camino de profundización despierta en cada uno. Dentro de un conjunto de personas disponibles, cada participante del itinerario podrá escoger quién quiere que sea su acompañante a lo largo del proceso.

En síntesis, la propuesta del Itinerario de Profundización de la Vocación Laical Marista “Será tuyo mi hogar”, presenta las siguientes características:

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“SERÁ TUYO MI HOGAR”

DESTINATARIOS

Laicos y laicas (vinculados o no a las Obras), mayores de 24 años de edad que hayan participado de alguna experiencia de descubrimiento de la vocación marista (voluntariados, retiros para laicos, instancias de profundización dentro de la obra, animación pastoral, etc.)

DURACIÓN ESTIMADA

La duración dependerá de la forma concreta en que se implemente la propuesta. En el caso de que se opte por realizar un proceso sistemático, de reuniones mensuales, se sugiere realizar un camino grupal/comunitario de 1 año y medio ó 2 años de duración, luego de un período inicial de 2 meses de presentación de la propuesta y conformación de los grupos de profundización.

MODALIDAD

La modalidad de implementación será dependiendo de las realidades locales. En todo caso se acompañará la conformación de grupos, y se acompañará aquellas experiencias que quieran constituirse como comunidades laicales. Cabe destacar que la propuesta de encuentres es, simplemente, una orientación que puede rehacerse, rediseñarse, corregirse y cualificarse a partir de la experiencia que cada lugar vaya desarrollando en relación a su acompañamiento de la vida de laicos y laicas.

METODOLOGÍA

Se prevé que en todas las instancias del itinerario existan espacios para la narración de la experiencia personal y grupal, para el encuentro con la herencia y para la contemplación. Para ello se sugiere una secuencia metodológica de 4 pasos que se describirá en las siguientes páginas.

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RECORRIDO PROPUESTO Los diferentes “hitos” de “Será tuyo mi hogar”, se han organizado a partir de unidades temáticas, cada una de ellas con un objetivo específico, y con contenidos definidos. En este sentido, vale aclarar que esta es “una propuesta posible”, que puede ser modificada si la realidad local o cultural lo ameritara. Al mismo tiempo, se prevé también que existan “puntos de encuentro” entre los laicos y laicas que se encuentren participando en la propuesta. Los mismo se avisarán a través de las comunicaciones que surjan del Equipo de Laicado y del Área Vocación Marista En las páginas siguientes se adjuntará un posible diseño de implementación de estos itinerarios, con una propuesta de recursos y didácticas para el acompañamiento de esta propuesta en un formato de 32 reuniones periódicas de dos horas de duración aproximadamente. 28

A continuación se presenta el diseño general de la propuesta con sus diferentes instancias y contenidos.

“SERÁ TUYO MI HOGAR” ITINERARIO DE PROFUNDIZACIÓN DE LA VOCACIÓN LAICAL MARISTA MÓDULO “Presentación OBJETIVO Favorecer la conformación de los grupos de participantes de los itinerarios de profundización, presentando la propuesta a desarrollar.

y lanzamiento”

CONTENIDOS Características de la propuesta Profundizar en los sentidos de participar en una propuesta de profundización de la vocación laical marista. Características de lo grupal Reconocer aquellas características que requiere una experiencia grupal para capitalizar la propuesta realizada.


MÓDULO “Muchas OBJETIVO

historias para una misma historia” CONTENIDOS

Reconocer aquellos momentos y situaciones de encuentro con la espiritualidad marista, capitalizando aquello que este estilo de vida nos regala.

Mi encuentro con lo Marista Identificar personas, experiencias y lugares significativos de nuestro encuentro con lo marista, y reconocer los regalos que han dejado en nuestra vida. El espíritu sopla Identificar aquellas experiencias, personas o relatos que han sido significativos en la experiencia vital de otros, reconociendo la acción del espíritu que “sopla donde quiere”

MÓDULO “Beber OBJETIVO Profundizar en la experiencia creyente, reconociéndonos como discípulos de Jesús y capitalizando la experiencia de aquellos y aquellas que compartieron la mesa con el Maestro.

del mismo pozo”

CONTENIDOS Encuentro con Jesús y su Evangelio Profundizar en nuestras experiencias de encuentro con Jesús, reconociendo cómo estas experiencias han moldeado nuestro modo de ser creyentes. Junto a la cruz Contemplar la experiencia de la cruz, inspirándonos en ella para dar respuestas audaces al mundo de hoy. Junto al Pesebre Profundizar en la experiencia de Belén, capitalizando lo que esta imagen despierta en cada uno de nosotros. Junto al altar Profundizar en el misterio de la Eucaristía, reconociéndola como experiencia central del encuentro con Jesús.

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Los caminos de los discípulos y discípulas Encontrarse con la experiencia de los discípulos y discípulas de Jesús, reconociendo su diversidad de itinerarios e inspirándonos en los distintos modos que encontraron para seguir al Maestro. María, mujer y discípula Encontrarse con María, como mujer y discípula de Jesús, en quien se inspiró Marcelino para su acción evangelizadora.

MÓDULO “Discípulos

de Jesús al estilo de Marcelino”

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OBJETIVO Identificar aquellos rasgos centrales de la espiritualidad marista, reconociéndola como un estilo particular de ser discípulo de Jesús.

CONTENIDOS Un color y un aroma particular Reconocer al carisma como una forma particular de vivir el Evangelio dentro de la Iglesia. La riqueza de la comunidad Profundizar en la dimensión comunitaria como una experiencia central en la construcción de la Iglesia. La fraternidad como regalo e inspiración Reconocer el regalo de la fraternidad, como un modo particular de asumir las relaciones y los vínculos. La devoción a María Encontrarse con la devoción mariana de Marcelino, identificando aquellos ritos y prácticas que pueden ser inspiradores para nuestra vida cotidiana. Los desafíos de la Misión Marista Identificar la identidad de la misión Marista, y las diversas formas de encarnarla a lo largo del tiempo. El Testamento Espiritual como “mapa de ruta” Profundizar en la herencia de Marcelino y en sus intuiciones para la vitalidad del Instituto.


MÓDULO “Se OBJETIVO Encontrase con el camino que ha hecho el Instituto después de Marcelino, reconociendo la fidelidad a los sueños fundacionales y las riquezas de las innovaciones a lo largo del tiempo.

hace camino al andar”

CONTENIDOS Hno. Francisco y los primeros hermanos Reconocer la riqueza de la continuidad de la obra, a partir de la acción evangelizadora de aquellos que vivieron y conocieron a Marcelino. Llegada de los primeros Hermanos a la Provincia Encontrarse con la experiencia de los primeros hermanos que arribaron a Cruz del Sur (en sus tres países), reconociendo su iniciativa y valorando su disponibilidad. 31

Mártires Maristas: violetas que sembraron la tierra Profundizar en el encuentro con los mártires Maristas de los diferentes tiempos y contextos, como una invitación a vivir el evangelio apasionadamente. Hno. Basilio: nuevos desafíos para el Instituto Reconocer los desafíos que los nuevos tiempos ofrecieron a la evangelización y a la misión marista, valorando la experiencia de Basilio como Superior General. Ensanchar la tienda Identificar aquellas intuiciones que regalaron al Instituto los últimos Capítulos Generales, profundizando en sus invitaciones y dejándose interpelar por ellas. El rostro mariano de la Iglesia Reconocer el desafío planteado en la circular del Instituto “Nos dio el nombre de María”, a ser una expresión del rostro mariano de la Iglesia.

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MÓDULO “Laicos OBJETIVO

y laicas en este tiempo”

CONTENIDOS

Reconocer los desafíos que este tiempo histórico, social y cultural nos presenta como laicos y laicas que queremos vivir nuestro despliegue vocacional desde la inspiración de San Marcelino Champagnat.

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Mi vocación Reconocer las diferentes dimensiones de la vocación humana como una oportunidad para descubrir y desplegar quién soy Hijos de un nuevo tiempo Reconocer las riquezas de este tiempo histórico, asumiendo los desafíos que nos genera como discípulos de Jesús al estilo de Marcelino. Por el más pequeño de mis hermanos Asumir la invitación de Jesús a comprometerse, en lo personal y lo comunitario, con aquellas necesidades de nuestra sociedad, llevando a cabo acciones concretas que permitan dar pasos hacia otro mundo posible.

MÓDULO “Será OBJETIVO Profundizar en las posibilidades y desafíos que abre la vida laical dentro del Instituto, acompañando el camino de discernimiento personal para reconocerse como laico o laica marista.

tuyo mi hogar”

CONTENIDOS En torno a la misma mesa Apropiarse del documento “En torno a la misma mesa”, como expresión del papel que los laicos y laicas cumplen hoy dentro de la Misión Marista. La vocación de los laicos maristas de Champagnat Profundizar en las implicancias de la vocación laical marista a través del encuentro con relatos de laicos y laicas y de la construcción de nuestro propio relato. Distintas formas de pertenencia laical dentro del Instituto Conocer e interiorizarse en las diferentes formas de pertenencia laical dentro del instituto.


METODOLOGÍA Debido a la diversidad de recorridos previos que pueden haber realizado aquellas personas que participen en el Itinerario de Profundización de la Vocación Laical Marista “Será tuyo mi hogar”, nos parece importante ofrecer una propuesta metodológica concreta que contemple diferentes aspectos. Entendemos que dicha metodología es, justamente, una “propuesta”, y que debe ser evaluada localmente en función de las posibilidades de su implementación y las características de los participantes de la misma. Sin embargo creemos que, metodológicamente, cada instancia dentro del proceso debiera tener un momento que favoreciera el encuentro entre los participantes, que permita conectar y capitalizar diversas experiencias vitales, encontrarse con la historia de Marcelino y el Instituto, y tener un momento para contemplar la invitación que Jesús nos realiza desde el silencio, la oración, el encuentro con la Palabra, los símbolos y gestos…

Por esta razón, sugerimos un camino metodológico de 4 momentos: 1. PREPARAR LA MESA: Se trata de un momento inicial, entre unos 15 a 20 minutos de duración, que busca propiciar el encuentro entre los participantes, la bienvenida, y el encuadre y presentación de la experiencia que se profundizará durante la instancia de reunión.

2. SABOREAR LA VIDA: Tomando en cuenta la necesidad de que la propuesta formativa sea fuertemente existencial, proponemos contactarnos con las diferentes experiencias vitales que pueden ser inspiradas y que nos permiten descubrir y desplegar nuestra vocación. En principio, este espacio se desarrollaría en, aproximadamente, unos 40 minutos de duración.

3. RECONOCER NUESTRA HERENCIA: Implica tomar contacto con algún relato, símbolo o experiencia que forma parte de nuestro Patrimonio espiritual, y que nos permite reconocer el modo particular en que San Marcelino, los primeros hermanos o el Instituto ha querido vivir una determinada dimensión de nuestra identidad. La idea no es “profundizar en el conocimiento” de esta experiencia, sino ofrecerla como relato inspirador, para que cada persona pueda hacer luego su síntesis personal. Se prevé que este momento pueda durar unos 30 minutos.

4. ESCUCHAR SU INVITACIÓN: Se trata de favorecer un espacio de contemplación, de tomar contacto con el silencio, con la oración y con la Palabra de Dios. La invitación de este momento es discernir qué es lo que Dios tiene para decir a mi vocación. Se propone que este espacio pueda durar, aproximadamente, unos 30 minutos.

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NOTA IMPORTANTE No se presenta en ningún caso un diseño detallado de los encuentros, sino algunas orientaciones básicas que permitan al animador del proceso instrumentar la presente propuesta. En cualquier caso es conveniente que si se sigue el presente esquema de trabajo se pueda preparar el encuentro con antelación, familiarizándose con los contenidos propuestos y contando con todas las herramientas sugeridas. Muchos de los materiales sugeridos se ofrecen, o bien incorporados en el desarrollo de cada uno de los encuentros, o bien en el apartado de anexos.

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NOTA 2 Sería conveniente que cada participante contara con un cuaderno o bitácora personal donde registrar las preguntas y resonancias de los diferentes encuentros. Al finalizar el proceso será necesario utilizar estos elementos como forma de hacer síntesis de lo vivido.


DESARROLLO DE LOS ENCUENTROS FORMATIVOS



ENCUENTRO Nº 1 “REGRESAR JUNTOS A CASA” (Módulo: Presentación y lanzamiento) Objetivo: Presentar la propuesta de los Itinerarios de Profundización de la Vocación Laical Marista, como una invitación a descubrir y desplegar nuestra vocación como laicos y laicas Maristas de Champagnat.

PREPARAR LA MESA Se puede comenzar con un canto. Se propone preparar el salón con sillas dispuestas en ronda. En el centro de la ronda se colocará un aguayo con diferentes objetos que, a los integrantes del lugar de referencia, les evoquen diferentes expresiones de “lo marista” (imágenes, cuadros, objetos patrimoniales, fotos de referentes del lugar…). Por ejemplo: la mesa de La Valla – Hermitage – Buena Madre – Marcelino – agenda – almanaque – violetas – fotos de niños, etc) Con una música de fondo, se invita a los participantes a contemplar y a tomar contacto con esas “expresiones”. Luego de un rato, se invita a compartir brevemente qué nos inspiran estas imágenes. Se comenta que estamos invitados a recorrer un “camino de encuentro” con esta identidad del “ser marista”.

SABOREAR LA VIDA Se presenta el bloque compartiendo que queremos tener un tiempo personal para tomar contacto con nuestra propia experiencia marista.

Se entrega a cada participante una hoja en blanco (puede ser también a modo de línea de tiempo) para que puedan expresar, el camino que han ido recorriendo de descubrimiento y profundización de su ser marista. Allí podrán expresar momentos, lugares, personas, etapas, opciones, gestos, renuncias, decisiones a tomar, todo aquello que ha ido inspirando su ser marista. Intentá también registrar lo que ha sido la intensidad de esa experiencia en sus diferentes momentos.

Una vez que se ha finalizad, se propone compartir en tríos, no necesariamente “lo que se ha escrito”, sino las diferentes etapas que cada uno pudo registrar en su relato. Se comparten las etapas que cada trío ha encontrado como similares, y se comparte el siguiente aporte (puede simplemente comentarse, o entregarse impreso para leer y comentar en voz alta).

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Una invitación para volver a enamorarse Muchos de los grandes místicos y teólogos de nuestro tiempo coinciden en comprender que la espiritualidad de las personas puede ser interpretada como un “enamoramiento”. En esta etapa, el “enamorado” da sentido a su vida a partir de lo que le está ocurriendo… pareciera ser que toda la realidad gira en torno a esa persona que le hace vivir esa sensación. Queremos que este camino de encuentros, que nos invita a profundizar en nuestra vocación personal, creyente y marista, sea una invitación para volver a enamorarse. Para experimentar nuevamente la sensación de encontrar sentido a la realidad, en este caso, en torno al sueño de Marcelino Champagnat, que construyó junto con los primeros hermanos y que llega hasta nuestros días como un “contagio” que traspasa las fronteras y las generaciones.

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Somos hoy, los laicos y laicas, quienes tomamos en nuestras manos el carisma junto con los hermanos para hacerlo nuestro, encarnarlo en nuestra vida y en este tiempo y realidad concretos en que nos toca vivir. En la medida que el sueño de Marcelino sea capaz de llenar toda nuestra existencia, podremos enamorarnos cada vez más de este proyecto que nos trasciende pero que nos necesita.

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se propone compartir en grupos un resumen del Documento En Torno a la Misma Mesa entre las páginas 67 a 71… Lectura grupal… comentarios en plenario.

ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se proclama el relato Jn. 1, 35-39. Se comenta brevemente que este texto se encuentra en el inicio del Evangelio de Juan, y se invita a que los participantes puedan profundizar en esta invitación de Jesús “vengan y vean”. Se propone realizar un momento de silencio y oración personal desde las siguientes preguntas:

¿Qué me genera la invitación que me han realizado?

¿Qué espero vivir en este espacio?

¿Estoy disponible para “ir y ver” qué es lo que Jesús tiene preparado para mí?

(pueden entregarse las preguntas en una tarjeta) Al finalizar el momento personal, si se ve conveniente, se puede invitar a compartir algo de lo que el espacio me ha generado.


ENCUENTRO Nº 2 “TODOS SOMOS UNO” (Módulo: Presentación y lanzamiento) Objetivo: Reconocer las riquezas que encierra la experiencia grupal como forma de vivir un proceso de profundización vocacional.

PREPARAR LA MESA Al llegar al encuentro, el animador tendrá preparado el mismo con sillas colocadas en ronda y una serie de cuerdas de unos 30 a 50 cm de longitud. Luego de un canto de bienvenida, se propone realizar juntos diferentes ejercicios a modo de juego con las cuerdas:

Una cinchada

Balancearse mutuamente utilizando las cuerdas

Llevar a alguien en andas

Anudarlas y ponerse de pie todos juntos

• etc…

Al finalizar se hace un eco de lo realizado. En una o dos palabras poder expresar algo con respecto a los juegos anteriores. Se propone profundizar en la dimensión grupal de la propuesta, sabiendo que si bien los procesos los irá haciendo cada uno de forma personal, se invita a vivirlo junto con otros.

SABOREAR LA VIDA Se propone realizar una relajación y una visualización. Puede escucharse “Bendita tu luz”. Para comenzar se invita a los participantes a caminar por el salón para ir al encuentro del otro. Mientras caminamos vamos buscando la mirada del otro, nos saludamos con un gesto y seguimos caminando. (Esto puede repetirse dos o tres veces). Se los invita a buscar un lugar donde sentarse y cerrar los ojos. Ahora intentá recordar aquellas experiencias grupales de mayor intensidad que hayas vivido a lo largo de tu vida, cayendo en la cuenta de qué cosas de estas experiencias te han resultado positivas, y qué cosas te han resultado negativas. Estas experiencias, que a veces son hermosas y otras veces de dolor o bronca, dan la posibilidad de ir tomando el pulso del grupo, también de conocer y reconocer fortalezas y debilidades, de ampliar las capacidades y las maneras de vincularnos para con los demás. Son muchos los regalos que tenemos que descubrir, en nuestras experiencias de grupo, en las personas con las que compartimos.

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Si nos detenemos a mirar profundamente nuestras experiencias grupales (las felices y plenas y otras que no tanto o todo lo contrario) podemos aprender y descubrir varios aprendizajes y riquezas que hay detrás de ellas.

Una vez finalizado el ejercicio, se reúnen en grupos y se los invita a dialogar respecto de qué será necesario favorecer y qué será necesario cautelar para que estos procesos de profundización vocacional puedan vivirse en el marco de lo grupal. Para ello, cada grupo recibirá una hoja y un marcador donde, de manera creativa armarán un aviso clasificado de un periódico ofreciendo los Itinerarios de Profundización Laical. Concluida la dinámica, se colocan los clasificados en la pared y los participantes pasan a mirarlos. Se realiza una breve puesta en común, y se comparte el aporte “anudando la vida de nuestros grupos”.

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Anudando la vida de nuestros grupos Los orígenes y las etimologías de las palabras suelen ser bastante curiosos, y nos ayudan a comprender algunas expresiones con sus sentidos más profundos… tan profundos que, quizás, nunca nos habíamos detenido a pensar en ellos. La palabra “grupo” aparece prácticamente ausente en la historia hasta el Siglo XV. Ya nos detendremos a mirar su etimología, pero cabe mencionar que hasta ese momento de la historia, no pareciera existir ninguna expresión de ninguna lengua que se destinara a denominar a un conjunto más o menos limitado de personas que se reúnen estableciendo lazos en común y con una finalidad determinada. A lo largo de la historia han habido familias, comunidades, pueblos, clanes o muchedumbres… pero no parecieran haber existido “grupos” como los comprendemos hoy en día (o al menos no existe evidencia de que las culturas antiguas hayan destinado una palabra específica para esta forma de colectivo). Es a partir del Siglo XV en Italia que surge la palabra “kroppo”, haciendo referencia a los nudos que los pescadores hacían en sus cuerdas para armar una red. Y desde ese origen, la palabra fue configurándose en lo que hoy entendemos como un grupo humano. Participar de un grupo es, podríamos decir, “anudar” nuestra vida con la de otros con los que queremos compartir algo. Es unir aquello que tenemos y que nos caracteriza para caminar junto con otros en lo que nos anima y nos vitaliza. Por esta razón, la experiencia del grupo requiere del aporte de todos… sabemos qué ocurriría en una red si las hebras se debilitan y del mismo modo es importante que el grupo sea para cada uno y cada una de sus participantes un espacio de cuidado e integración.

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se invita a conformar grupos pequeños para leer la selección de la circular “Compañeros maravillosos” entre las páginas 41 y 51.


Luego de la lectura se invita a compartir aquellos puntos que han resonado con mayor fuerza en nuestro corazón.

ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se escucha la canción “Somos uno” de Axel y Abel Pintos. https://www.youtube.com/watch?v=lqb2iXCfGtA Se proclama el relato Mc. 3, 13-19. Se comenta brevemente que este texto está presente en los Evangelios Sinópticos. A continuación, se propone generar un espacio de silencio y oración personal a partir de las siguientes preguntas:

¿Por qué siento que Jesús me llama a mí en particular?

• ¿Qué me genera sentirme llamado con otros, a los que puedo conocer, pero con los que tal vez no comparto cotidianamente? ¿A qué me siento desafiado? Al finalizar el momento personal, si se ve conveniente, se puede invitar a compartir algo de lo que el espacio me ha generado.

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ENCUENTRO Nº 3 “SOY PARTE DE ESTA HISTORIA” (Módulo: Muchas historias para una misma historia) Objetivo: Reconocer y celebrar las diferentes experiencias de la historia de vida que nos han hecho sentirnos parte de “lo marista”

PREPARAR LA MESA Se puede comenzar con un canto. Se propone preparar el salón con sillas dispuestas en ronda.

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Se da la bienvenida a los participantes y se los invita a escuchar la canción “Soy por defecto”, de Humberto Pegoraro. https://www.youtube.com/watch?v=Kcm11jpcAJI Una vez finalizada la canción, se invita a compartir aquellas frases que, por alguna razón, nos hayan resonado de forma particular. Se comparte brevemente que la invitación del encuentro será “caer en la cuenta” del camino que cada uno ha recorrido dentro de “lo marista”, hasta llegar a este espacio de profundización vocacional.

SABOREAR LA VIDA Cada participante recibe una hoja con el dibujo de un camino y diferentes señales de tránsito. La invitación es que cada participante pueda ir registrando, de forma plástica, y utilizando la simbología de las señales, su propio itinerario personal de encuentro con lo Marista, registrando experiencias significativas, hitos, personas, crisis, confirmaciones… Una vez que se ha realizado el trabajo personal se invita a compartirlo en parejas, y luego se pone en común. Luego de recoger algunas resonancias en plenario, se comparte el aporte “Las trayectorias de nuestra propia ruta”

Las trayectorias de nuestra propia ruta Muchas veces, a lo largo de nuestra vida, hemos transitado por diferentes espacios y propuestas que nos marcaban un camino sin que tuviéramos mucha opción de elegir si estábamos o no de acuerdo con él. A modo de ejemplo, el sistema educativo funciona de este modo. Uno ingresa en una institución (sin importar cuál sea), y a partir de allí va transitando una serie de pasos que lo ubican en un lugar siguiente de un recorrido que está preestablecido y al cual toda la sociedad adhiere de forma más o menos explícita.

Sin embargo, cuando nos ponemos a pensar en nuestros procesos internos,


vemos que las cosas no son tan así… La palabra “trayectoria” tiene la particularidad de poner el énfasis en la persona que camina, más que en el camino que está marcado… es como si el recorrido fuera algo secundario, y lo más importante es la manera en que la persona se decide a transitarlo. Una trayectoria no es un mapa que seguir… una trayectoria es un “itinerario en situación”. Una trayectoria está marcada por las opciones que las personas toman a medida que van “caminando” su vida. Nuestro recorrido en el mundo de lo marista es, siempre, personal. Más allá de que hayamos participado en instancias a las que se nos haya convocado… más allá de que exista un itinerario que se nos invita a recorrer como laicos y laicas, lo cierto es que cada uno y cada una de nosotros realiza una opción personal de acuerdo a sus tiempos y sus búsquedas personales. Algunos de nosotros hemos conocido el carisma (y nos hemos enamorado de él) en un momento específico de nuestras vidas, y esto no tiene por qué coincidir con la experiencia vital de otros. También es real que nuestros tiempos y disponibilidades hacen que podamos participar de instancias que alimentan esta relación de una u otra forma. Por este motivo, cuando pensamos en nuestro recorrido a lo largo de la vida marista, lo pensamos como una trayectoria… como algo que hemos vivido; pero que es irreproducible… algo que existe únicamente en nuestra historia y nuestra experiencia y que tiene sentido en la medida que lo encarnemos y siga encendiendo nuestro corazón.

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se invita a realizar una lectura grupal comentada del Documento “Agua de la Roca”, entre los puntos 44 a 52”. Al finalizar, se pueden compartir algunas resonancias.

ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se propone reconocer el itinerario personal de un hombre que se reconoció a sí mismo como discípulo de Jesús: Nicodemo. Se proclaman los tres relatos del Evangelio de Juan en que Nicodemo aparece mencionado (Jn. 3, 1-12; Jn. 7, 45-53; Jn. 19, 38-42) Se comparte brevemente que el Evangelio de Juan muestra a Nicodemo en tres momentos bien diferentes de su vínculo con Jesús: un vínculo inicial, de descubrimiento y deslumbramiento; un momento de compromiso, en el que Nicodemo “defiende” la misión de Jesús frente a los fariseos; y un momento final de dolor, en que Nicodemo siente el dolor de ver amenazado algo que llegó a amar apasionadamente. Se invita a los participantes a tener un momento personal de oración, pensando en qué momento sienten que se encuentran hoy en su vínculo con lo marista.

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ENCUENTRO Nº 4 “LOS SECRETOS DEL VIENTO” (Módulo: Muchas historias para una misma historia) Objetivo: Encontrarnos con diferentes historias de varones y mujeres que se dejaron inspirar por el Espíritu y encontraron en “lo marista” un lugar donde descubrir y desplegar su vocación.

PREPARAR LA MESA Se da la bienvenida a los participantes que se ubicarán en ronda en el salón. Se comienza el encuentro escuchando la canción “Los secretos del viento”, de María Teresa Berbel. 44

Se invita a caer en la cuenta de que, en muchas ocasiones, así como le pasó a Nicodemo en su diálogo con Jesús, “el viento sopla donde quiere”, y el espíritu actúa de formas insospechadas.

SABOREAR LA VIDA Se invita a los participantes a realizar un mapa del lugar (barrio, ciudad, pueblo) en el que viven… no importa tanto cuál es la escala o el detalle. Dentro de este mapa se pedirá que cada participante pueda registrar, al menos, 3 ó 4 situaciones que, sientan, necesitan de una presencia marista… Al finalizar el trabajo personal, se puede ubicar en el salón un gran plano del lugar de origen dibujado en un papelógrafo. Se invita a los participantes a volcar en ese plano aquellas situaciones que cada uno pudo identificar (si es necesario se puede modificar el plano presentado), mientras va narrando con sus compañeros cuáles fueron las situaciones que identificó.

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se comparte los testimonios de diferentes hermanos y laicos maristas, respecto de qué situaciones de la realidad de sus lugares hoy los ayudan a revitalizar su opción de “ser maristas hoy” (Se puede solicitar testimonio del Hno. Arturo Buet / Hno. Teófilo Gurrea / Hno. Daniel de la Fuente / Verónica Rubí / Analía Perret / Hno. Horacio Magaldi / Julio y Biemba / referentes locales significativos).


ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se reparte a los participantes una pequeña tarjeta con la frase del Evangelio de Mateo “donde hay dos o más reunidos en mi nombre, yo estoy allí, en el medio de ellos”. Se propone realizar un momento personal de oración, cayendo en la cuenta de aquellas situaciones que nos unen como maristas de distintas latitudes, y por las cuales el espíritu nos mueve a actuar.

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ENCUENTRO Nº 5 “CRUZAR LA CALLE” (Módulo: Beber del mismo pozo) Objetivo: Encontrarnos con Jesús de Nazaret, Maestro inspirador del sueño de Marcelino, reconociéndonos sus discípulos y discípulas y profundizando en el camino de seguimiento.

PREPARAR LA MESA Se dispone el salón para dar la bienvenida a los participantes. Se invita a comenzar el encuentro escuchando la canción “Ven por mí”, de Los Nocheros. https://www.youtube.com/watch?v=ZWV4pzpqotg 46

Al finalizar la canción, se propone realizar un breve comentario de aquello que la canción ha generado en cada uno; o alguna frase que por alguna canción haya resultado significativa. Se invita a profundizar en el encuentro con Jesús, reconociéndonos sus discípulos y discípulas.

SABOREAR LA VIDA Se propone realizar este momento del encuentro al aire libre. En caso de no ser posible, sería conveniente tener el salón preparado con diferentes objetos de la naturaleza (pasto, ramas, piedras, hojas de árboles, espinas, flores, tierra…) Se invita a cada participante a reconstruir su camino personal de encuentro con Jesús, simbolizando los diferentes “hitos” de ese camino (personas, acontecimientos, opciones) a través de objetos de la naturaleza. Una vez que cada persona ha reconstruido su itinerario, se invita a ponerlo en común en parejas.

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se reparte a cada participante un resumen del libro “Un corazón sin fronteras”, de Sean Sammon con los comentarios de Eduardo Gatti, entre las páginas 44 a 47. Luego de un tiempo de lectura personal, se invita a compartir en plenario lo que la lectura despertó en nosotros.


ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se proclama el relato Mt. 9, 9. A continuación se propone tener un momento personal de oración para dar gracias a Dios por las diferentes formas en que Jesús ha llamado a cada uno a lo largo de su vida. Si se ve conveniente, al finalizar el encuentro se puede pronunciar en voz alta los nombres de aquellas personas que para cada uno han sido significativas en su camino de encuentro con Jesús.

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ENCUENTRO Nº 6 “QUIÉN ERES TÚ” (Módulo: Beber del mismo pozo) Objetivo: Encontrarnos con las diferentes imágenes de Dios que nos regala Jesús de Nazareth, encontrando en ellas nuestra propia imagen.

PREPARAR LA MESA Se dispone el salón para recibir a los participantes con imágenes iconográficas de Jesús de Nazareth repartidas por todo el lugar.

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Se invita a los participantes a caminar e ir contemplando esas imágenes y pensar con cuáles de esas imágenes se identifican, cuáles les generan mayor distancia, por qué… Luego, se ponen en común algunas resonancias al respecto.

SABOREAR LA VIDA Se ofrece a los participantes una hoja con diferentes relatos que muestran distintas dimensiones de Jesús de Nazareth (Mesías, Profeta, Sanador; Místico, Maestro, Hombre de acción…). Se invita a que cada uno pueda completar de forma personal cuáles de estos diferentes “rostros” de Jesús ha sido más significativo en su camino de encuentro con Él.

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se comparte a los participantes el texto del Día 6 de la publicación “Un mes con el pan de Marcelino. Se propone leerlo en pequeños grupos y realizar comentarios respecto de qué descubre cada uno en dicho relato.


ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se proclama el relato Mt. 16, 13-20. Se comenta brevemente que así como Jesús fue descubriendo su identidad a lo largo de su vida, también sus discípulos fueron, de a poco, encontrándose realmente con Él. Se invita a los participantes a tener un momento personal de encuentro con Jesús, cayendo en la cuenta de qué espacios puede generar cada uno en su vida cotidiana para seguir profundizando en su encuentro con Jesús de Nazareth. Se propone compartir esta oración con el grupo, y generar algún espacio de acompañamiento mutuo, donde sean los compañeros del grupo quienes se ayuden en su camino de profundización en el encuentro con Jesús. 49

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ENCUENTRO Nº 7 “QUEREMOS ANDAR CONTIGO, NAZARENO” (Módulo: Beber del mismo pozo) Objetivo: Encontrarnos con la experiencia de la cruz, como lugar de encuentro con la vulnerabilidad que nos habla de un Dios que asumió plenamente su camino.

PREPARAR LA MESA Se reúne a los participantes en torno a la imagen de una cruz. Se propone compartir brevemente qué nos despierta esta imagen. Luego de algunos comentarios, se comparte brevemente que Marcelino siempre creyó que la cruz era un lugar de encuentro con Jesús. 50

SABOREAR LA VIDA Se comparte brevemente que la experiencia de la espiritualidad humana es infinita como el mismo espacio. Por esta razón, muchos místicos que profundizaron en su dimensión espiritual han utilizado categorías astronómicas para comprender su mundo interior. Por esta razón han encontrado que la vida humana tiene un cenit (punto de mayor luminosidad), y un nadir (punto de mayor oscuridad). Se invita a los participantes a tomar una hoja con dos columnas (cenit y nadir) y completar en ella aquellas 3 experiencias de mayor luminosidad y aquellas de mayor oscuridad que me ha tocado atravesar en los últimos 5 años. Luego, se invita a “leer” ambas experiencias juntas, y ver si es posible encontrar un “hilo invisible” que una estas experiencias tan dispares. Allí, en esa unión de cenit y nadir, es por donde el espíritu nos está invitando a caminar en este tiempo. Se propone compartir el ejercicio en parejas. Si fuera necesario, se puede acompañar a las personas en la realización del ejercicio de forma individual.

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se propone a cada participante realizar una lectura personal de la selección de la Circular “Sembradores de Esperanza” a partir de la pág. 283.


ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se proclaman los relatos del Evangelio ubicados en Jn. 20, 1-18. Una vez proclamados se invita a tener un tiempo personal de encuentro con Jesús, desde la clave de la esperanza compartida por la circular a partir de las siguientes preguntas:

¿Soy capaz de mirar con esperanza mis situaciones de dolor?

¿Qué es lo que más me cuesta de los momentos de oscuridad?

• ¿Cómo puedo fortalecerme para comulgar con la oscuridad y creer en la resurrección? Finalizamos el encuentro con un canto. 51

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ENCUENTRO Nº 8 “SE HIZO UNO DE NOSOTROS” (Módulo: Beber del mismo pozo) Objetivo: Encontrarnos con Jesús en Belén, reconociendo allí la presencia de Dios que se hace hombre en la sencillez.

PREPARAR LA MESA Se reúne a los participantes en ronda y se les entrega una hoja con las distintas figuras del pesebre para que puedan encontrarse y rezar con ellas. Cada uno elegirá con quién se identifica en este tiempo. Se propone compartir la figura elegida y armar el pesebre entre todos. 52

Luego de algunos comentarios, se comparte brevemente que Marcelino siempre creyó que Belén era un lugar para encontrarse con Jesús.

SABOREAR LA VIDA Se propone realizar un trabajo personal a partir de las siguientes preguntas:

¿Cuáles siento que son los planes inesperados de Dios en mi vida?

¿Cómo se me presenta Dios en lo imprevisto, en lo no planificado?

¿De qué forma experimento la presencia de Dios en lo sencillo, lo cotidiano…?

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se invita a recorrer el lugar, recuperando aquellas memorias que, a partir de lo que veo, me evocan la presencia de Dios en lo cotidiano.

ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se invita a leer de forma personal el Capítulo 1 del libro “Seguir a Jesús en los Evangelios. Tomo V”, de Carlos Mesters. A partir de esta lectura se invita a compartir espontáneamente una oración con aquellas resonancias que el texto ha despertado a cada participante.


ENCUENTRO Nº 9 “AL PARTIR EL PAN” (Módulo: Beber del mismo pozo) Objetivo: Reconocer y celebrar “la última mesa de Jesús”, en la que nos regala el mandamiento del amor y nos invita a reunirnos en memoria suya.

PREPARAR LA MESA Se reúne a los participantes en torno a la imagen de la última cena con un cartel que diga “El mandamiento del amor”. Armarán grupos de tres o cuatro personas. Cada grupo recibe una hoja en donde cada uno escribe brevemente lo que le despierta esta imagen. No puede repetirse la idea anterior. Posteriormente, se hace una puesta en común en el mismo grupo para armar una idea general para el plenario. Luego de algunos comentarios, se comparte brevemente que Marcelino siempre creyó que el altar era un lugar de encuentro con Jesús.

SABOREAR LA VIDA Se invita a los participantes a realizar un breve trabajo personal de relajación y visualización. Imagina que estás preparando una comida muy importante en tu casa, llevas días programando cada detalle, los arreglos, las invitaciones, los lugares en la mesa… ¿Cómo te preparás para ese momento? ¿Qué sensaciones te inudan? ¿Quiénes son los invitados? Trata de pasar por tu corazón los rostros de esas personas que quieres que estén sentados a tu mesa. ¿Por qué quieres compartir con ellos ese banquete? ¿Qué los une? ¿A quiénes no invitarías? ¿Por qué?  Llega el gran día y te encuentras con cada una de esas personas que soñaste que estuviesen allí. ¿Cómo te sientes? ¿Qué sentimientos hay en tu corazón? Abre lentamente tus ojos y escribe en la mesa que tienes los nombres de esas personas con las que compartiste tu cena.

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se propone a cada participante realizar una lectura personal del resumen del libro de Mesonero “San Marcelino Champagnat, experiencia de Dios y vida mística”, Cap. 2.

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ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se reparte un Evangelio a cada uno de los participantes, y se invita a que cada uno pueda leer los diferentes relatos de la última cena en los Evangelios. Cada participante podrá registrar los matices, detalles, formas diferentes de narrar o énfasis particulares que cada evangelista compartió respecto de aquella situación. Al finalizar el momento personal, se propone compartir en parejas aquella Buena Noticia que Jesús me ha regalado releyendo estos relatos.

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ENCUENTRO Nº 10 “DIFERENTES CAMINOS; UN SOLO MAESTRO” (Módulo: Beber del mismo pozo) Objetivo: Encontrarnos con los caminos de los discípulos y discípulas de Jesús, reconociendo que no existe un único modo de seguir al Maestro, y buscando en sus testimonios inspiración para hacer nuestro propio camino de seguimiento.

PREPARAR LA MESA Se prepara el salón para recibir a los participantes. Se reparte a cada participante un planisferio, y se invita a que brevemente puedan trazar en dicho mapa los “diferentes recorridos” que cada uno hizo para llegar a ese espacio de encuentro (pueden ser recorridos propios, lugares significativos que cada uno haya conocido, el camino de sus antepasados…) Se comparten brevemente los itinerarios trazados en los planisferios en parejas o tríos.

SABOREAR LA VIDA Se reparte a cada participante la hoja “Los diferentes caminos de los discípulos de Jesús”, y se invita a que cada uno pueda, en ese mismo material, expresar cuál es su modo particular de ser discípulo.

ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un tapete en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se comparten los relatos de diferentes discípulos, una adaptación del libro de Dolores Aleixandre. A continuación se invita a que cada uno pueda discernir qué nuevos pasos quiere dar en su experiencia como discípulo de Jesús.

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ENCUENTRO Nº 11 “MUJER Y DISCÍPULA” (Módulo: Beber del mismo pozo) Objetivo: Inspirarnos en las diferentes dimensiones de María en el Evangelio, como madre, misionera, discípula, abierta a la invitación de Jesús, al servicio de los demás y firme junto a la Cruz.

PREPARAR LA MESA Se puede comenzar con un canto.

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Se propone preparar el salón con sillas dispuestas en ronda. Se ubican repartidas en el salón diferentes imágenes de María. Brevemente se comenta qué nos evoca cada una de estas imágenes, cuáles sentimos que nos resultan más cercanas o lejanas, cuáles tienen mayor significado en nuestra vida o nuestra historia.

SABOREAR LA VIDA Se coloca una música suave de fondo, y se invita los participantes a realizar un ejercicio de concentración y visualización. Luego de un primer momento de trabajar a partir de la respiración, se propone ir visualizando diferentes situaciones y momentos de María, siguiendo la guía de la hoja “Con María como modelo”. Se invita a que cada participante pueda quedarse con uno de los rasgos de María de Nazareth que sienta que es inspirador para este momento de su vida. Se propone compartir en grupos pequeños cuál ha sido el rasgo de María que cada participante ha elegido.

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se distribuye entre los participantes el folleto elaborado para el 15 de Agosto (Fiesta de la Asunción de María). Una vez repartido, se propone compartir la lectura en grupos pequeños haciendo resonancias de lo que más resuena en el interior de cada uno.


ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se ubica una imagen de María en el centro y se invita a que cada persona pueda escribir en un papel alguna intención particular. Luego, se invita a depositar estas intenciones en torno a la imagen de María. Se puede finalizar cantando la canción “Buena Madre”/ “Junto a ti María”. https://www.youtube.com/watch?v=Y-T-KpUJiUg https://www.youtube.com/watch?v=F5T_EY_bJPM

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ENCUENTRO Nº 12 “UN COLOR Y UN AROMA PARTICULAR” (Módulo: Discípulos de Jesús al estilo de Marcelino) Objetivo: Encontrarnos con las diferentes expresiones del carisma marista, que ofrecen a la Iglesia una forma particular de ser discípulos y discípulas de Jesús.

PREPARAR LA MESA Se prepara el salón para recibir a los participantes, distribuyendo en él diversos espejos (curvos, rectos) y diferentes tipos de lente (transparentes, de colores, lupas…).

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Se propone que cada participante pueda explorar por unos instantes el espacio con estos diferentes recursos. Una vez finalizado la dinámica se comparten algunas resonancias y se invita a descubrir cuál es concretamente el “modo de mirar” que nuestra familia MARISTA (carismática) ofrece a la Iglesia.

SABOREAR LA VIDA Se invita a cada participante a escribir en una hoja diferentes frases de canciones que a lo largo de su vida hayan sido significativas y hayan, de una u otra forma, “forjado” su propia identidad. Una vez finalizado el trabajo, se propone compartir en parejas. Al finalizar este momento, luego de realizar algunos comentarios en plenario, el animador comparte el aporte “Un color y un aroma particular”.

Un color y un aroma particular El Espíritu Santo actúa en nuestra Iglesia generando las riquezas de la diversidad de los carismas. Cada familia, cada comunidad creyente, regala al conjunto de la iglesia un modo particular de ser discípulos de Jesús. Eso es, justamente, el carisma: un modo… un color… un aroma. Así como las canciones que hemos elegido han formado nuestra forma de entender la realidad, nos han dado perspectivas desde las cuales comprendernos a nosotros mismos y a lo que nos rodea; así también el carisma que heredamos nos permite mirar el mundo con un color diferente…

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se propone realizar una lectura grupal de la selección de puntos de la Encíclica Lumen Gentium. Una vez realizada la lectura, se comparten los puntos centrales que cada participante ha rescatado.


ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se proclama el relato I Cor 12, 1-31. Una vez finalizado, se invita a que en un clima orante, cada participante pueda dar gracias por las diferentes familias espirituales con las que ha compartido su vida y que le han ayudado a descubrir y profundizar su vocación de ser discípulo de Jesús.

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ENCUENTRO Nº 13 “LAS RIQUEZAS DE LA COMUNIDAD” (Módulo: Discípulos de Jesús al estilo de Marcelino) Objetivo: Reconocer la dimensión comunitaria de nuestra experiencia creyente, como una opción fundamental de nuestro carisma que nos invita a reunirnos con otros para celebrar la vida y la fe.

PREPARAR LA MESA Se puede comenzar con un canto.

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Se propone preparar el salón con sillas dispuestas en ronda. En el centro del grupo un papelógrafo con la palabra COMUNIDAD escrita en el centro. Espontáneamente, se propone a los participantes escribir sobre ese papelógrafo diferentes palabras que vinculen con la comunidad, a modo de lluvia de ideas. Se encuadra el trabajo del encuentro comentando que se profundizará en la dimensión comunitaria de nuestra espiritualidad marista.

SABOREAR LA VIDA Se invita a realizar un momento personal en el que cada participante pueda registrar diferentes experiencias significativas de grupo que haya experimentado a lo largo de su vida. A partir de allí se invita a que, en grupos de 3 ó 4 integrantes, puedan elaborar una síntesis de cuáles serían las claves que “nutren” la experiencia comunitaria (nota: es importante en este punto ayudar a realizar una distinción entre lo que implica una experiencia grupal y lo que implica una experiencia comunitaria… conviene aclarar este aspecto al momento de formular la consigna).

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se propone a los participantes a compartir el texto del Día 13 de la publicación “Un mes con el pan de Marcelino” en los mismos grupos que trabajaron anteriormente. La consigna de lectura será reconocer qué aspectos de lo comunitario estuvieron presentes en los inicios de nuestra Congregación y pueden ser significativos para nuestras experiencias actuales.


ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se proclama el relato de las Primeras Comunidades Cristianas Hch. 2, 42-47. Se comenta qué dimensiones de la Primer Comunidad Cristiana quisiéramos cultivar en nuestro lugar para realizar el camino de convertirnos en comunidad.

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ENCUENTRO Nº 14 “SOMOS HERMANOS” (Módulo: Discípulos de Jesús al estilo de Marcelino) Objetivo: Encontrarnos con las oportunidades de crecimiento que conlleva la “fraternidad”, agradeciendo a Dios por aquellas personas que a lo largo de nuestra vida han sido “hermanos”.

PREPARAR LA MESA Se puede comenzar con un canto.

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Se propone preparar el salón para recibir a los participantes. Se reparte previamente a cada participante una hoja con diferentes “emoticones” (caras que expresen emociones) y se invita a que cada uno pueda seleccionar algunas que cree que expresan lo que vive en este tiempo de su vida.

SABOREAR LA VIDA A continuación, se invita a cada participante a realizar de forma personal el ejercicio de la “Ventana de Johari”. Para ello cada uno deberá dividir una hoja en 4 cuadrantes iguales e ir completando: • 1er Cuadrante: diferentes características de mi personalidad que yo reconozco en mí y que los que me rodean también reconocen con facilidad • 2do Cuadrante: características de mi personalidad que yo reconozco en mí pero que los demás no suelen ver pues intento no mostrarlas • 3er Cuadrante: aspectos de mi personalidad que los demás identifican en mí pero que yo no reconozco o no acepto de mí mismo. • 4to Cuadrante: aspectos de mi personalidad que permanecen ocultos, tanto para mí como para el resto, pero que afloran o han aflorado ante circunstancias particulares. Al finalizar el trabajo personal, se comparte en grupos pequeños. Luego se invita a compartir el aporte “La ventana de Johari. Una oportunidad para crecer con otros” (se encuentra en el anexo)

RECONOCER NUESTRA HERENCIA En los mismos grupos que han compartido anteriormente, se propone dialogar el texto contenido en el Día 14 del libro “Un mes con el pan de Marcelino”. Al finalizar la conversación se comparten algunas resonancias en plenario.


ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se escucha la canción “Tengo tantos hermanos”, de Atahualpa Yupanqui. https://www.youtube.com/watch?v=NvgTCTbIgTA Una vez finalizada, se invita a dar gracias espontáneamente por aquellas personas que a lo largo de la vida de cada uno han sido importantes para aprender el verdadero significado de la palabra “fraternidad”.

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ENCUENTRO Nº 15 “TÚ LO HAS HECHO TODO ENTRE NOSOTROS” (Módulo: Discípulos de Jesús al estilo de Marcelino) Objetivo: Reconocer en María la fuerza inspiradora que movió a Marcelino a fundar el Instituto, viendo en ellas actitudes que pueden inspirar nuestra práctica cotidiana.

PREPARAR LA MESA Se propone comenzar el encuentro escuchando la canción “Tú lo has hecho todo”, de la Obra “Sociedad de Hermanos” (sería conveniente tener también la letra de la parte recitada). Una vez finalizada la canción se propone compartir brevemente aquellas frases que más han resonado en nuestro interior. 64

SABOREAR LA VIDA Se invita a cada participante a registrar diferentes momentos de la vida en que cada uno ha sido “apoyo” para otros. Momentos en que alguien necesitaba sostén, seguridad, ayuda, amparo, y hemos podido estar presente para esas personas. Se comparte brevemente en grupos de 3 ó 4 integrantes. En plenario se realizan algunos ecos generales y se rescata que la expresión “nuestro recurso ordinario”, utilizada por Marcelino, tenía que ver justamente con esta sensación de abandonarse en una figura incondicional.

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se reparte a cada participante una copia del texto del Día 28 del libro “Un mes con el pan de Marcelino”. Se realiza una lectura orante del mismo en parejas.

ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Para finalizar, se invita a que cada participante pueda escribirle una carta a María confiándole lo más genuino de su corazón, aquellas cosas en las que necesita apoyo o auxilio.


ENCUENTRO Nº 16 “NACEMOS DE UNA EXPERIENCIA DE ENCUENTRO” (Módulo: Discípulos de Jesús al estilo de Marcelino) Objetivo: Contactarnos con la dimensión apostólica de nuestro carisma, reconociendo que nacemos de una experiencia solidaria de encuentro.

PREPARAR LA MESA Se comparte el relato del encuentro de Marcelino Champagnat con el joven Juan Bautista Montagne. Si es necesario se realizan las aclaraciones o comentarios que permitan contextualizar adecuadamente el relato. 65

SABOREAR LA VIDA Se propone a cada participante realizar un registro de las tres principales experiencias de misión marista que haya conocido o de las que haya participado a lo largo de su vida. Se invita a que el registro pueda contener cómo eran esas experiencias, qué personas participaban y por qué razón fueron significativas para su vida. Una vez finalizado el trabajo personal se comparte en parejas y luego se realizan breves comentarios en plenario.

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se reparte a los participantes la carta “La danza de la misión”. Se dividen en 4 grupos. La intención será que uno lea de manera personal el fragmento asignado subrayando aquellas cosas que le resultan más inspiradoras para su vocación marista en este tiempo. Luego se compartirán las ideas en el grupo que tiene el mismo texto y posteriormente en plenario. Grupo 1- 1-5 Grupo 2. 6-11 Grupo 3. 11-16 Grupo 4. 17 -20

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ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Finalmente se propone que cada participante pueda expresar una oración de agradecimiento por aquellas partes del documento que más significativas le han resultado, y por los desafíos que cada uno cosechó a partir de su lectura.

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ENCUENTRO Nº 17 “ABRIENDO NUEVOS HORIZONTES” (Módulo: Discípulos de Jesús al estilo de Marcelino) Objetivo: Tomar contacto con los diferentes elementos que componen el carisma marista, reconociendo que el carisma se encarna en personas concretas que lo recrean cotidianamente.

PREPARAR LA MESA Se comienza el encuentro encendiendo una vela en el medio de los participantes. Se invita a contemplar brevemente el fuego que desprende, la forma de la llama. Luego de unos instantes, se comenta brevemente que la imagen del fuego es utilizada para representar el dinamismo y la transformación. Como decía Tomás Moro: “la tradición no consiste en mantener las brasas sino en transmitir la llama”. Por esa razón, este encuentro invitará a profundizar en algunas formas en las que el carisma marista se ha ido recreando a lo largo del tiempo.

SABOREAR LA VIDA Se propone a los participantes realizar un breve registro de 4 personas del lugar de origen que sientan que viven intensamente lo marista. La propuesta será pensar qué actitudes y gestos concretos de estas personas hacen que el carisma marista se viva y se recree en nuestra tierra. Una vez que se realiza el trabajo se invita a registrar los nombres de estas personas en un papelógrafo. Se comenta brevemente que el carisma, como todo elemento vivo, se transforma, se crea y se recrea en cada persona que lo incorpora. Por esta razón, se invita a apropiarse de un documento que expresa de qué manera concreta muchos maristas en el mundo de hoy sienten que el carisma marista puede actuar en nuestra realidad.

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se distribuyen a los participantes las conclusiones de la II Asamblea Internacional de Misión Marista (Nairobi, Kenia), contenidas en el Documento “Voces del fuego”. Se realiza una lectura comentada en parejas, resaltando aquellos puntos del documento que a cada uno le resultan más atractivos como modos particulares de recrear el carisma.

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ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se proclama el relato de la llegada del Espíritu Santo Hch. 2, 1-13. Se entrega una vela a cada participante y se invita a que cada uno pueda expresar aquellas cosas del carisma que mayor vitalidad dan a su vida.

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ENCUENTRO Nº 18 “EL DESAFÍO DE LA MISIÓN EDUCATIVA MARISTA” (Módulo: Discípulos de Jesús al estilo de Marcelino) Objetivo: Encontrarse con la dimensión educativa de la Misión Marista, celebrando que desde nuestros orígenes tenemos vocación de acompañar la vida de niños, niñas, adolescentes y jóvenes.

PREPARAR LA MESA Se propone escuchar la canción “Educar para amar”, de la Obra “Sociedad de Hermanos”. Al finalizar la canción se puede compartir de forma sencilla aquellas frases que más significativas hayan resultado. 69

SABOREAR LA VIDA Se reparte a cada participante el dibujo de un pizarrón. Se propone que allí cada uno pueda registrar, a través de palabras o símbolos por qué razón se convirtió en educador… cuál es el origen de su vocación por un carisma, por la opción de estar entre los niños, adolescentes y jóvenes (entendiendo la palabra “educador” en un sentido amplio). A continuación, se invita a registrar del otro lado del papel, donde se encuentra otro pizarrón dibujado qué es hoy para mí la educación… qué sentido tiene. Se propone compartir este trabajo en parejas.

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Una vez finalizado este momento de compartida, se invita a que las mismas parejas puedan compartir la lectura del Documento “Misión Educativa Marista”, entre sus puntos 69 a 96. A partir de allí se invita a registrar aquellos párrafos más significativos para mi modo de concebir lo educativo.

ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se proclama el relato Lc. 8, 40-56. Una vez leído el relato el animador lo comenta brevemente siguiendo el aporte “Talita Kum” que se encuentra en el Anexo. Al finalizar, se invita a realizar el gesto de “poner de pie” a los compañeros expresando las palabras que Jesús pronunció a la niña: “Talita Kum”.

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ENCUENTRO Nº 19 “EL MAPA DE RUTA QUE NOS DEJÓ MARCELINO” (Módulo: Discípulos de Jesús al estilo de Marcelino) Objetivo: Reconocer la necesidad de “dejar huella” que tenemos como seres humanos, encontrándonos con el legado que Marcelino nos dejó para continuar con su obra.

PREPARAR LA MESA Se propone comenzar el encuentro viendo el video de la canción de despedida “El viaje”, de Agarrate Catalina.

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https://ar.video.search.yahoo.com/search/video;_ylt=A0LEV2fAPVBZvXcAxcqr9Qt.;_ylu=X3oDMTB0N2Noc21lBGNvbG8DYmYxBHBvcwMxBHZ0aWQDBHNlYwNwaXZz?p=el+viaje+de+agarrate+catalina&fr=mcafee&fr2=piv-web#id=1&vid=1be9c4e8f4d4d0caf763dd4398b2d0d1&action=view Luego de realizar algunos comentarios respecto de la misma, se comenta brevemente que todos necesitamos sentir que hemos “dejado huella”.

SABOREAR LA VIDA Se invita a los participantes a hacer un registro de “su propio viaje”, imaginando cómo les gustaría que fuera su propio epitafio. Una vez elaborado, se comparte en grupos de tres integrantes.

RECONOCER NUESTRA HERENCIA En los mismos tríos se propone leer de forma conjunta el Testamento Espiritual de Marcelino Champagnat, dejando resonar aquellos legados que él dejó a sus primeros Hermanos.

ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se proclama el relato Jn. 21, 1-14. Se comenta brevemente que Jesús había dejado una huella imborrable en la vida de sus amigos; y por esta razón ellos se reencontraban con él en los lugares en los cuáles lo habían conocido, como por ejemplo, en el lago de Galilea. Se invita a que cada uno pueda dar gracias por aquellos lugares personales y particulares en los que se encontró con Jesús de Nazareth a lo largo de su historia.


ENCUENTRO Nº 20 “LAS VIOLETAS DEL CAMPO” (Módulo: Discípulos de Jesús al estilo de Marcelino) Objetivo: Reconocer el estilo sencillo de presencia marista, como un modo particular de ser discípulo de Jesús en aquellos lugares donde hay niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad social.

PREPARAR LA MESA Se ubican en el salón diferentes fotografías con rostros de niños en diferentes situaciones. Pueden ser fotografías famosas, de rostros del lugar, de rostros de otros lugares… Se propone dejar un momento para que cada uno comparta espontáneamente qué le despiertan estos rostros. A continuación, se invita a profundizar qué llamados siento para desplegar mi vocación marista en este tiempo.

SABOREAR LA VIDA Se reparte a los participantes una hoja en blanco y se propondrá que cada uno pueda dibujar allí un mapa. Puede ser un mapa del mundo, del país, de la ciudad, del barrio… La invitación es a que cada uno ubique en ese mapa cuáles son aquellos lugares que reconoce donde es necesaria su presencia como marista de Champagnat. Una vez finalizada la elaboración del mapa se invita a compartir en tríos los lugares que cada uno ha identificado y las diferentes razones que reconoció.

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se invita a compartir en tríos el Anexo del libro “Carisma Institucional” de los “Cuadernos Champagnat”. A partir de la lectura se invita a profundizar en qué inspiraciones le regala el texto a mi modo particular de estar en el mundo.

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ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se invita a proclamar el relato Mt. 10, 5-15. Una vez transcurrido el relato se propone pensar en cuáles son aquellas características de mi forma de ser que me permiten compartir la Buena Noticia de Jesús en esos lugares. Se registran estas características en un papel de forma personal. Si se ve conveniente se puede generar un espacio para compartir espontáneamente. Al finalizar el encuentro, se invita a hacer un gesto de ofrenda de estas características que Dios ha depositado en nuestro corazón.

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ENCUENTRO Nº 21 “FIEL RETRATO” (Módulo: Se hace camino al andar) Objetivo: Encontrarse con los regalos que nos dejan los compañeros de camino para nuestra propia trayectoria como discípulos de Jesús.

PREPARAR LA MESA Se comienza el encuentro escuchando la canción de Laura Pausini “Las cosas que vives”. https://www.youtube.com/watch?v=Q0PqILAGUsk Una vez escuchada se invita a resonar alguna frase que por alguna razón nos resulte particularmente significativa. 73

SABOREAR LA VIDA Se reparte a cada participante un afiche y distintos marcadores. La invitación será a realizar un “Identikit” que contenga las características que más valoro de cada uno de mis amigos. Es importante aclarar que la clave de la dinámica está en reconocer la mayor diversidad posible de características, e intentar que queden expresadas en el dibujo. En caso de que una misma característica se repita, es posible ponerla dos veces. Las características pueden expresarse de forma simbólica o a través de palabras concretas. Lo importante es describir la característica sin que sea necesario aclarar a qué persona hace referencia. Una vez que los participantes han completado su dibujo, se invita a compartir la producción en parejas. Al finalizar la puesta en común se propone realizar algunos comentarios generales respecto de qué sensaciones ha despertado en cada uno el trabajo. Se puede comentar brevemente que las demás personas nos ayudan a “completar” lo que somos.

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Desde esta clave de trabajo, y reforzando la idea de que los demás “nos ayudan a enriquecernos”, se propone leer en las mismas parejas en que se ha compartido el trabajo el Cap. 2 del libro “Hermano Francisco. Fiel retrato del Padre Champagnat”. Al finalizar la lectura se invita a hacer resonancias respecto de lo encontrado en el relato.

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ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se proclama el relato Mt. 16, 13-20. Se invita a dar gracias espontáneamente por aquellas personas que “nos devuelven” algo nuevo de lo que somos; y que en buena medida nos permiten redescubrirnos a través de sus acciones y sus palabras. Se puede finalizar con la danza de bendición. (Se adjunta un video orientador) Música: https://www.youtube.com/watch?v=fUyQhwk3G-U Vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=HRT0Jk7_P0A

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ENCUENTRO Nº 22: “UN DIARIO DE VIAJE” (Módulo: Se hace camino al andar) Objetivo: Encontrarse con los orígenes de la presencia Marista en nuestro lugar, valorando la visión de futuro que han tenido sus fundadores, y reconociendo los desafíos de crecimiento que encierra.

PREPARAR LA MESA Se prepara el salón para recibir a los participantes donde habrá diferentes objetos patrimoniales (cartas, objetos, libros, fotografías) que hablen de los primeros tiempos de Presencia Marista en el lugar. Luego de un tiempo de reconocimiento, se propone compartir espontáneamente qué reconocemos de esos diferentes objetos, qué sensaciones despiertan…

SABOREAR LA VIDA Se invita a que cada uno pueda completar, en una hoja, cuáles son los rostros más antiguos de presencia marista en el lugar que recuerda. Qué características recuerda de cada una de esas personas, qué soñarían para el lugar, a qué se dedicaban… Se propone que el trabajo se realice, al menos, en base a tres personas diferentes. Una vez completado, se propone compartir espontáneamente en plenario, enriqueciendo la puesta en común con los aportes colectivos.

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se puede invitar a un integrante del Equipo de Patrimonio Marista de la Provincia a narrar los orígenes de la presencia Marista en el lugar. Sería importante que la exposición permita el diálogo y el intercambio, y retome los aspectos que los participantes reconocieron en el momento metodológico anterior.

ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se invita a realizar un breve ejercicio de relajación y visualización procurando tomar contacto con lo que soñarían aquellos primeros maristas que hicieron presencia en el lugar. Al finalizar el ejercicio se proclama el relato Lc. 4, 16-22. Se finaliza el encuentro dando gracias por lo que la presencia marista le ha regalado al lugar.

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ENCUENTRO Nº 23 “VIOLETAS QUE SEMBRARON LA TIERRA” (Módulo: Se hace camino al andar) Objetivo: Encontrarse con la experiencia de los mártires maristas, como una invocación del Espíritu a ser testigos de la Buena Noticia de Jesús, aún en las circunstancias más adversas.

PREPARAR LA MESA Se proyecta el video “Mártires del Zaire”, elaborado por la Prov. Marista Cruz del Sur en homenaje a los hermanos asesinados en Bugobe, Zaire. 76

https://www.youtube.com/watch?v=ga8TU_9n6-0 Al finalizar el video se deja un momento de silencio para que las imágenes resuenen al interior de cada uno.

SABOREAR LA VIDA Se propone a cada participante escribir libremente una carta a Dios, contándole qué ha despertado este video en el interior de cada uno. Al finalizar el trabajo se puede compartir esta carta en parejas o tríos.

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se propone leer en las mismas parejas o tríos el documento “Brasas ardientes, testigos de la fe”, de Emili Turú. En la lectura se propone resonar con aquellas partes del texto más significativas para cada participante.

ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se proclama el relato Hch. 5, 12-42. Se propone a los participantes compartir espontáneamente a qué sienten que les invita Jesús a partir de lo compartido.


ENCUENTRO Nº 24 “NUEVOS DESAFÍOS PARA EL INSTITUTO” (Módulo: Se hace camino al andar) Objetivo: Reconocer los desafíos que el Instituto Marista ha ido afrontando a lo largo de su historia, descubriendo que lo que hoy vivimos en nuestras presencias maristas hunde sus raíces en estas decisiones.

PREPARAR LA MESA Se ubica en el centro del grupo un cartel con el año 1976 escrito. Se puede agregar en torno al cartel algunos acontecimientos significativos del mundo en aquel entonces. Se invita a que los participantes puedan ir completando ese cartel con todo lo que vivía el mundo en torno a esa fecha (no es necesario que sea exactamente ese año). Una vez finalizado este momento, se comenta brevemente que así como el mundo estaba convulsionado en aquel entonces, también el Instituto Marista estaba siendo atravesado por profundos procesos de transformación en aquel entonces.

SABOREAR LA VIDA Se propone compartir en parejas cuáles son los principales rasgos de la vida marista que cada uno valora de su lugar, qué personas los encarnan y de qué manera se viven. Una vez respondida la pregunta, se realiza un plenario.

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se propone leer en grupos de 4 integrantes la Carta del XVII Capítulo General, intentando identificar y reconocer cuáles de esos rasgos valorados están presentes en dicho documento.

ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se invita a poner en oración de forma sencilla a aquellas personas que reconocemos que han hecho algo por vivir la espiritualidad y la misión marista de un modo significativo para nuestro lugar.

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ENCUENTRO Nº 25 “ENSANCHAR LA TIENDA” (Módulo: Se hace camino al andar) Objetivo: Identificar los principales desafíos que el mundo actual regala al Instituto Marista, sintiéndose invitado a dar respuesta a ellos.

PREPARAR LA MESA Se escucha la canción “Un corazón, una misión”. https://www.youtube.com/watch?v=iuPKA_PL3eQ

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Al finalizar la canción se propone realizar unos breves ecos de alguna frase que por alguna razón haya resultado significativa.

SABOREAR LA VIDA Se reparte a cada participante una hoja en blanco con la pregunta: ¿Cómo me siento hoy al mirar la presencia marista en el mundo? La invitación es a poder contactarse con la diversidad de expresiones que tiene hoy en día la presencia marista y poder profundizar en qué despierta esta realidad en el interior de cada uno. Al finalizar el trabajo personal se puede compartir en parejas y realizar algunos ecos del mismo en plenario.

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se propone leer en grupos la carta “El futuro tiene corazón de tienda”, realizando comentarios respecto de cuáles son los principales desafíos que identifica cada uno para la presencia Marista en el mundo.

ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se deja un espacio de silencio para que cada uno encuentre, con una Biblia, un relato que sienta que puede ser inspirador para la experiencia que vive actualmente el Instituto.


ENCUENTRO Nº 26 “UNA IGLESIA DE ROSTRO MARIANO” (Módulo: Se hace camino al andar) Objetivo: Encontrarse con la inspiración mariana de nuestro carisma, reconociendo los desafíos que este modo de ser Iglesia regala a nuestra espiritualidad.

PREPARAR LA MESA Se ambienta el salón para recibir a los participantes. Se comienza el encuentro escuchando la canción “Si no fuera tu amor”. Una vez escuchada, se propone realizar un momento de silencio y escucharla nuevamente, encontrándonos interiormente con nuestra Buena Madre.

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Se invita a que cada participante pueda, a través de un breve ejercicio de relajación y visualización, identificar de qué modo está viviendo su espiritualidad en este tiempo de su vida. A partir de allí, se invita a identificar de forma personal cuáles son los principales desafíos que cada uno identifica en su modo particular de vivir la espiritualidad. Se puede compartir esto en grupos de 4 integrantes.

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se invita a leer en grupos la circular “Nos dio el nombre de María”. Se puede proponer, dependiendo de las características del grupo y del tiempo de reunión, una lectura total del documento, o una lectura acumulativa en la que cada grupo lea una parte y luego la ponga en común. En cualquier caso, la consigna que recoja esta lectura tendrá que ver con identificar qué rasgos del rostro mariano de la Iglesia siento que pueden inspirar mi modo particular de vivir la dimensión espiritual.

ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se proclaman los relatos de María en la Anunciación, la Visitación y Pentecostés. A partir de estos relatos, se deja un tiempo personal de oración a María, pidiéndole que pueda inspirar la experiencia espiritual de cada uno. Si se ve conveniente, se puede compartir espontáneamente cuál es ese rasgo de la espiritualidad que cada uno desea cultivar.

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ENCUENTRO Nº 27 “HIJOS DE UN NUEVO TIEMPO” (Módulo: Laicos y laicas en este tiempo) Objetivo: Reconocer los desafíos que el mundo actual nos regala a los laicos y laicas maristas, asumiendo nuestro compromiso ciudadano y cristiano.

PREPARAR LA MESA En el medio de una ronda de sillas, se presenta un papelógrafo en blanco a modo de mural, y aerosoles o marcadores. Se invita a que espontáneamente cada uno pueda acercarse al mural expresando, a modo de graffiti, los principales gritos de la realidad de nuestro tiempo. 80

SABOREAR LA VIDA Se reparte a cada participante una hoja en blanco. En ella, se invitará a expresar a modo de “tapa de diario” las principales situaciones de la realidad que sentimos que son un dolor para nosotros. Lo importante es reconocer diferentes gritos o situaciones, y utilizar el recurso de la “tapa del diario” como una forma de condensar los principales gritos de este tiempo. Una vez realizado el trabajo se comparte en grupos de 3 ó 4 integrantes. Al finalizar el momento de compartir en grupos, se pueden llevar al plenario las resonancias del trabajo realizado.

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se propone leer en los mismos grupos el Capítulo 2 del Documento “En torno a la misma mesa”, identificando en la lectura qué me siento llamado a realizar como laico o laica marista, Se invita a que cada grupo pueda identificar 3 llamadas “fundacionales” (es decir, 3 llamadas a realizar algo nuevo, sea de manera personal o grupal).


ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se proclama el relato Lc. 9, 10-17 enfatizando en la invitación que Jesús realiza a “dar nosotros de comer”. Sabiendo que la respuesta está en nuestras manos, se deja un momento de silencio para que cada uno pueda reconocer algo que se siente invitado a impulsar en este tiempo como respuesta efectiva a la realidad que vive el pueblo.

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ENCUENTRO Nº 28 “LA FUERZA DE LA SEMILLA” (Módulo: Laicos y laicas en este tiempo) Objetivo: Tomar contacto con nuestra dimensión vocacional, reconociendo los principales rasgos de nuestra identidad y asumiendo los desafíos que nos regalan nuestros sueños.

PREPARAR LA MESA Se prepara el salón para recibir a los participantes. Se reparte a cada uno de ellos una semilla. Se pide que la conserven hasta el final del encuentro. Se propone compartir espontáneamente qué evoca a cada uno la semilla que tiene en su mano. 82

SABOREAR LA VIDA Se entrega a cada participante un afiche en blanco y diversos materiales para realizar un collage (marcadores, tijeras, revistas, plasticolas, etc). La invitación será a que cada uno pueda expresar de forma creativa una respuesta a dos preguntas:

¿Quién soy?

¿qué sueño para mi vida?

Una vez realizado el trabajo personal, se comparte en parejas. Al finalizar la puesta en común se realizan algunos comentarios en plenario y se comparte el aporte “La fuerza de la semilla”.

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se propone realizar una lectura personal de la carta “Reavivar el fuego”. A partir de allí, cada uno puede identificar qué rasgos de lo que expresa la carta conectan con su propia vocación.

ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se ubica también en la ronda una maceta con tierra y una jarra con agua. Se proclama el relato Mt. 13, 31-33. A partir de allí se propone que cada participante pueda sembrar su semilla, expresando públicamente algo que sueña para su vida en este tiempo.


ENCUENTRO Nº 29 “UN CORAZÓN SIN FRONTERAS” (Módulo: Laicos y laicas en este tiempo)

Objetivo: Encontrarse con el llamado a vivir la internacionalidad que el Instituto realiza a hermanos, laicos y laicas en este tiempo, asumiendo la invitación a crecer en apertura a la misión.

PREPARAR LA MESA Se invita a escuchar la canción “Un corazón sin fronteras” (incluyendo los recitados), subrayando aquellas frases más significativas. https://www.youtube.com/watch?v=cPXF0FaBUeU Al finalizar la canción, se pueden compartir los párrafos que cada uno ha marcado.

SABOREAR LA VIDA Se invita a compartir el video “La misión marista en el mundo”, disponible en https:// www.youtube.com/watch?v=npieUrJAQQ8 A partir de allí, se comparten brevemente algunas resonancias en grupos.

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se invita a leer de forma personal la carta “Hasta los confines de la tierra”, del Hno. Emili Turú. A partir de la lectura se propone un tiempo personal de oración.

ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se proclama el relato Mt. 8, 5-13, comentando brevemente que la invitación de Jesús no conoce de fronteras, y es para “los de oriente y los de occidente”. Se invita a que en parejas cada uno pueda hacer un comentario breve de lo que le ha despertado el relato y el encuentro. Al finalizar, se invita a realizar una oración espontánea.

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ENCUENTRO Nº 30 “SER IGLESIA DE JESÚS” (Módulo: Laicos y laicas en este tiempo) Objetivo: Reconocernos parte de la Iglesia de Jesús, cayendo en la cuenta de sus diferentes dimensiones y asumiendo la invitación a construirla desde nuestra realidad.

PREPARAR LA MESA Preparado el salón para recibir a los participantes, se coloca en el centro un papelógrafo con la palabra “IGLESIA” en el centro. Se invita a que espontáneamente los participantes puedan escribir, a modo de lluvia de ideas, diferentes palabras que asocian con ella en el mismo papelógrafo. 84

SABOREAR LA VIDA Se invita a que, en grupos de 3 ó 4 integrantes puedan completar un papelógrafo con las siguientes consignas: • esperanza?

¿Qué cosas de la Iglesia de este tiempo me generan preocupación/des-

¿Qué cosas de la Iglesia en este tiempo me generan alegría/esperanza?

Luego de haber completado los papelógrafos se realiza una puesta en común y se comparte el aporte “Las diferentes dimensiones de la Iglesia de Jesús”

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se invita a realizar una lectura de los puntos 1 al 7 del documento “En torno a la misma mesa”. A partir de la lectura se invita a profundizar y dialogar en los grupos respecto de qué llamados sentimos que hace este tiempo a la Iglesia.

ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se propone a los participantes leer los capítulo 2 y 3 de los Hechos de los Apóstoles, subrayando aquellos rasgos de la Iglesia que se sienten invitados a vivir. Al finalizar, se puede compartir espontáneamente aquellos rasgos que queremos vivir con mayor intensidad en este tiempo.


ENCUENTRO Nº 31 “EN TORNO A LA MISMA MESA” (Módulo: Será tuyo mi hogar) Objetivo: Reconocer la invitación del Espíritu a ser, hermanos, laicas y laicos; corresponsables de la misión marista en nuestros pueblos.

PREPARAR LA MESA Colocadas las sillas en ronda, se propone comenzar el encuentro ubicando un cartel con la palabra “corresponsabilidad”. Espontáneamente se invitará a que cada uno pueda expresar libremente qué le sugiere esta palabra. 85

SABOREAR LA VIDA Se invita a tener un momento personal para responder las siguientes preguntas: Para los hermanos ¿En qué medida siento que los laicos y laicas enriquecen mi vocación? ¿Por qué quiero dar gracias a los laicos y laicas? ¿Qué quiero pedir a los laicos y laicas? ¿Qué quiero decir a los laicos y laicas en relación al futuro de la misión marista? Para laicos y laicas ¿En qué medida siento que la presencia de los hermanos enriquece mi vocación? ¿Por qué quiero dar gracias a los hermanos? ¿Qué quiero pedir a los hermanos? ¿Qué quiero decir a los hermanos en relación al futuro de la misión marista?

Una vez respondidas las preguntas de forma personal, se invita a generar un espacio cálido de escucha y acogida, donde cada uno pueda expresar sus respuestas a las preguntas realizadas.

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se invita a leer los puntos 45 a 57 del Documento “En torno a la misma mesa”. Es importante que en cada uno de los grupos conformados haya hermanos, laicos y laicas. La invitación será a compartir brevemente qué me sugiere el texto.

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ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se invita a que, espontáneamente, cada uno pueda expresar una acción de gracias a Dios por el espacio vivido.

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ENCUENTRO Nº 32 “SER MARISTA DE CHAMPAGNAT” (Módulo: Será tuyo mi hogar) Objetivo: Celebrar el camino realizado a lo largo del Itinerario, expresando que la vocación marista pertenece a hermanos, laicos y laicas, y ofreciendo la posibilidad de realizar una opción por llevar a cabo un proceso formativo para la vinculación y pertenencia al Instituto.

PREPARAR LA MESA Comenzamos el encuentro con el salón ambientado para recibir a los participantes. Se propone escuchar la canción “Zaqueo”, de Eduardo Meana. https://www.youtube.com/watch?v=kN7ing9RgJM Al finalizar la canción se invita a expresar brevemente qué ha despertado en cada uno.

SABOREAR LA VIDA Se propone que cada participante pueda recorrer los materiales y reflexiones realizadas a lo largo del itinerario. Se coloca una música suave de fondo y se invita a responder la pregunta: ¿Qué me ha regalado Dios a lo largo de este camino? ¿a qué siento que me desafía? Se comparte brevemente en plenario lo que cada uno ha rescatado del trabajo.

RECONOCER NUESTRA HERENCIA Se propone realizar una lectura personal del Documento “Sembradores del Evangelio de la Vocación”. Se invita a subrayar en el texto aquellos puntos que cada uno identifica como centrales para su propia vocación.

ESCUCHAR SU INVITACIÓN Se prepara el lugar adecuadamente para realizar un momento de oración personal, que ayude a la contemplación y el discernimiento. Se puede colocar un aguayo en el suelo, poner música suave de fondo, una vela encendida y la Palabra de Dios. Se invita a que cada participante pueda expresar en voz alta aquello por lo que quiere dar gracias a Dios.

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ANEXOS


Queridos laicos y laicas Maristas: Ponemos en sus manos el conjunto de anexos para que puedan desarrollar los diferentes encuentros tal y como están propuestos en el Itinerario “Será tuyo mi Hogar”. En las siguientes páginas encontrarán todos los materiales sugeridos, salvo aquellas cartas y documentos completos que ya han sido impresos y distribuidos por la Provincia durante años anteriores. Se trata de: - Anexo al Encuentro Nº 16: “Montagne. La danza de la misión” - Anexo al Encuentro Nº 23: “Brasas ardientes, testigos de la fe” - Anexo al Encuentro Nº 25: “El futuro tiene un corazón de tienda” - Anexo al Encuentro N° 26: “Nos dio el Nombre de María” 90

- Anexo al Encuentro Nº 29: “Hasta los confines de la tierra” - Anexo al Encuentro Nº 32: “Sembradores del Evangelio de la vocación” Los restantes materiales, se encuentran impresos en el presente Documento; y también estarán disponibles en formato digital. Para dichos materiales, podrán encontrarlos con el siguiente código QR .

¡Que sean fecundos para alentar la vocación de los laicos y laicas Maristas de Champagnat en la Provincia Cruz del Sur! PROVINCIA MARISTA CRUZ DEL SUR


ANEXO 1 DOCUMENTO «EN TORNO A LA MISMA MESA» (Carta abierta completa / págs. 67 a 71) CARTA ABIERTA Hoy nos sentimos parte de una familia. Nos sentimos contentos, dichosos y agradecidos porque unidos, hermanos y laicos, podemos compartir la misma espiritualidad y la misma misión. Una nueva experiencia de Iglesia ha nacido hoy. (Bolivia)

Estimados hermanos y hermanas: Nos hace muy felices presentaros esta carta. Somos un grupo de personas que, siendo muy diferentes entre sí, nos sentimos profundamente llamados a ser laicos maristas, y queremos compartir con vosotros la vivencia gozosa de que:

Dios nos ha regalado la vocación marista Hemos experimentado que el Dios de Jesús de Nazaret nos ama infinitamente y hemos quedado seducidos por su amor. Por ello, queremos ser, ante todo, seguidores de Jesús, apasionados servidores de su Reino. En este seguimiento, y gracias al ejemplo de muchos hermanos, hemos descubierto que Dios nos llama a vivir el carisma marista como una vocación personal. Y, como María, hemos respondido ‘Sí’. Esta vocación nos une a los hermanos y nos lleva a compartir con ellos misión, espiritualidad, formación… la vida. Tenemos la certeza de que nuestras vocaciones específicas, sin confundirse, se iluminan mutuamente; y somos los unos para los otros una constante fuente de riqueza. Nos sentimos llamados a ser seguidores de Cristo al estilo de Champagnat. San Marcelino es nuestra inspiración. Él nos lleva a Jesús a través de María, nuestra Buena Madre y Recurso ordinario. Con la Iglesia, creemos que él es un don de Dios para el mundo, que nos impulsa a prolongar su carisma en la historia. El carisma marista empapa nuestra existencia. No sabemos ser de otra forma. Nuestra vida se multiplica y se fortalece en la misión, se nutre de la espiritualidad y se enriquece en la vida compartida marista. Misión, espiritualidad y vida compartida son los tres colores que, juntos en una sola armonía, nos caracterizan y nos hacen confesar: ¡Somos maristas!

Nos queman las necesidades de los niños y jóvenes, y soñamos que la misión marista se multiplica y se recrea con vigor entre hermanos y laicos. Sentimos que el sueño de Marcelino está más vivo que nunca. Millones de niños y jóve

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nes están abandonados, explotados, olvidados… Sus gritos son los clamores del Espíritu de Dios, que nos queman, nos sacan de nuestras comodidades y nos envían a servirles. Por eso, sentimos que nuestra presencia marista, tanto de hermanos como de laicos, debe multiplicarse ya, sin demora. Debemos llegar hasta el último rincón del mundo donde se nos necesite. Maristas todos, somos corresponsables de responder a esta misión común, en tareas diferentes. Juntos, queremos decidir, planificar, llevar a cabo y evaluar lo que Dios nos pide: - Evangelizar a los niños y jóvenes allí donde se encuentran, en sus formas propias de ser, en medio de una cultura plural, compleja, donde muchas veces no ven esperanza alguna de futuro mejor o donde el consumo y la superficialidad absorben su vida. - Trabajar sin descanso por un mundo más justo, donde ninguna persona quede excluida, donde la miseria no tenga lugar, donde todos podamos desarrollarnos como lo que somos, hijos e hijas de Dios.

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- Hacer crecer entre nosotros y en la sociedad nuevas relaciones de reciprocidad entre hombres y mujeres, aprendiendo a valorar al otro en lo que es y educando a una nueva generación para un mundo de iguales y diferentes. - Profundizar en el diálogo interreligioso y ecuménico, porque escuchando a nuestros hermanos y hermanas de otras iglesias y religiones, escuchamos al Espíritu que nos espera en ellos para llevarnos juntos hacia Dios. - Difundir una nueva relación con la naturaleza, más evangélica, que nazca del deseo de respetarla y cuidarla, y que permita a nuestros jóvenes maravillarse ante la creación y vivir un estilo de vida que haga posible la sostenibilidad del planeta.

Es por todo esto que nos comprometemos, con toda el alma, a dejar lo mejor de nosotros mismos en esta misión.

Queremos vivir en el Espíritu al estilo marista Como cristianos, queremos vivir en el Espíritu. Hemos aprendido de Marcelino a encontrarnos con Jesús en el Pesebre, la Eucaristía y la Cruz. La espiritualidad marista: - nos anima a la constante presencia de Dios en nuestra vida diaria; - nos invita a vivir la sencillez, la transparencia que nace del sentirse amado por Dios, sin condiciones, lo que de suyo ya es un signo profético en medio del mundo; - nos llena de alegría y de creatividad, haciendo que apreciemos cada día como una oportunidad; - nos transforma en servidores de todos, apasionados del trabajo por el Reino; Ser discípulos de Jesús, al estilo de Marcelino, nos enseña a vivir un espíritu de familia, que nos reúne en comunidad y que nos une a los hermanos en una gran familia marista. María de Nazaret es nuestro modelo. Ella nos enseña a vivir en familia, a evangelizar


con la presencia, a comprometernos con los pobres y a ser acogedores con todos aquellos que viven a nuestro lado. Queremos vivir en Cristo, a través de su amor de madre. María, compañera de camino, nos lleva a Dios. Queremos caminar junto a los Hermanos y revitalizar el carisma marista Juntos, compartiendo vida, misión y espiritualidad, nos conocemos cada vez mejor. Respondiendo a la llamada de Dios, descubrimos y disfrutamos tanto lo que nos une como lo que nos diferencia. Constatamos con alegría que nuestra fraternidad se multiplica y se enriquece, que una tienda nueva se construye entre todos. Ahora es el momento de dar los pasos que nos pide el Espíritu. No podemos defraudarle. Creemos que nos llama a: - Mostrar, juntos, el rostro de Dios. Laicos y hermanos vivimos formas de vida que se complementan. Los laicos, insertos en las realidades temporales, consagramos el mundo a Dios. Los hermanos, por sus compromisos religiosos, son profecía del Reino. Juntos mostramos el rostro de Dios al mundo. - Crear más espacios de comunicación profunda entre nosotros, que nos permitan compartir la vida en todas sus facetas: disfrutar de la convivencia, proyectar la misión, orar juntos, compartir nuestra historia y formación… Todo esto nos hace crecer en fraternidad y ser una auténtica familia. - Aprender a perdonarnos es imprescindible. No siempre las relaciones son positivas. Hay personas doloridas, heridas por cerrar. No deben asustarnos los conflictos. Lo importante es saber sanar las heridas, comprender y aceptar las limitaciones de cada uno y reconciliarnos en torno a la misma mesa. - Cuidar, multiplicar y revitalizar la vocación marista. La propuesta y acompañamiento de la vocación marista, de hermano y de laico, es para nosotros una urgencia, porque nos quema la misión encomendada: los niños y los jóvenes nos esperan. -Por ello, nos comprometemos a implicarnos en procesos de formación de ambas formas de vocación marista. Queremos que nuestro testimonio atraiga a muchas más personas, contagiar nuestra ilusión. Estamos enamorados y deseamos que más personas disfruten de este amor que hace plena nuestra vida.

Estimado hermano y hermana, queremos decirte que hoy Dios ha bendecido a esta familia suscitando una nueva forma de vida marista: la vida laical marista. Le damos gracias por este don y le pedimos que convierta nuestros corazones para estar a la altura de la llamada.

Con sencillez, pedimos a Dios que nos ayude a ser fieles toda la vida. Junto a los hermanos, nos sentimos enviados por Él a extender y vivir con mayor hondura el carisma de Champagnat para bien de los niños y jóvenes, para bien de la Iglesia y del mundo. Estamos invitados a soñar, rezar y vivir juntos el sueño de Dios.

Sueño con unas obras maristas donde la persona siempre esté por encima de todo lo

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demás. Donde la misión compartida sea tan real que se proyecte, se trabaje y se decida en común, en corresponsabilidad. Sueño con que seamos cada día más valientes y arriesgados en la opción por los más desfavorecidos. Sueño con una familia de laicos y hermanos donde nos demos apoyo y nos responsabilicemos, unos junto a otros, en el servicio mutuo. Una familia donde Jesús sea, de verdad, el centro de nuestra vida. (España)

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Esto es, en verdad, una Buena Noticia. Gracias Jesús, por llamarme a seguirte Gracias María, por tu presencia tierna, cercana. Gracias Marcelino, por contagiarme tu pasión y permitir que me sume a tu proyecto. Gracias hermanos, por compartir vuestro tesoro, invitarnos a soñar juntos, en fraternidad; viviendo, con un solo corazón la misma misión. Gracias a todos, hermanos y laicos maristas, por enseñarme que uno puede ser más feliz cuando sabe trabajar y amar: trabajar por lo que se ama y amar aquello en que se trabaja. Amén. (Uruguay)


LA ESPIRITUALIDAD ¡Qué mejor estilo de vida y propuesta a nuestro mundo de hoy que la espiritualidad marista! El amor a María, el espíritu de familia, la sencillez, el trabajo y la presencia en las familias que más nos necesitan, nos lanzan al reto de vivir, día a día, paso a paso, con gran confianza en Dios, siempre con la sonrisa en los labios, el anuncio de la Buena Nueva: ¡Que Jesús nos ama! (México)

Vivir en el Espíritu1 59. Espiritualidad es vivir en y desde Dios. La espiritualidad es como la savia del árbol. No está a la vista, pero sostiene, hace crecer y da fruto. De igual manera, los cristianos experimentan que la fuerza del Espíritu da sentido a su existencia, alimenta sus convicciones e impulsa sus acciones. 60. Espiritualidad es querer vivir desde la raíz, no sólo en la superficie. El ser humano abierto a la espiritualidad descubre que cada instante es un tiempo de oportunidad. Es capaz de mantener la esperanza en la alegría y el dolor, apuesta por vivir a fondo cada instante de esta existencia maravillosa y difícil. Esto no se confunde con una religiosidad ritualista, sino que conduce a un cambio real de vida. 61. Marcelino y los primeros hermanos vivieron en el Espíritu. La tradición marista ha recogido sus experiencias y enseñanzas, su herenciai, y la ha ido transmitiendo, de generación en generación, de manera fiel y renovada. El manantial de esta tradición es hoy un río caudaloso que fecunda pueblos y culturas de todo el mundo. A él contribuimos también nosotros, los laicos maristas, aportando nuestra propia experiencia de Dios. 62. La espiritualidad marista está en sintonía con la vida laical porque es práctica y empapa lo cotidiano. Su lugar está entre los niños, en el hogar, en el trabajo. Las personas y sus circunstancias son el libro de Dios en el que aprendemos, y con el que enseñamos a leer la vida. Es una espiritualidad contagiosa, fácil de dar y de recibir, que nos conecta con las esperanzas de nuestros niños y jóvenes.

1

Cf. Constituciones, 49 ITINERARIOS DE PROFUNDIZACIÓN DE LA VOCACIÓN LAICAL MARISTA

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ANEXO 2 CIRCULAR

«COMPAÑEROS MARAVILLOSOS» DE SEAN SAMMON

(Parte II “Las comunidades religiosas como grupos” págs. 41 a 51)

PARTE II LAS COMUNIDADES RELIGIOSAS COMO GRUPOS

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Los miembros del 20º Capítulo nos lanzaron el reto de hacernos responsables de que nuestras comunidades maristas sean lugares donde haya un crecimiento humano y espiritual. Sabemos que no es una tarea fácil de emprender, pero podemos descansar confiados en que Dios nos dará los dones y gracias necesarios para completar la labor. La psicología puede proporcionarnos algún apoyo en este terreno. En los años que siguieron al Concilio Vaticano II, muchos de nuestros hermanos encontraron en esa ciencia una fuente de mayor conocimiento personal. También les llevó a entender con más profundidad las dinámicas que funcionan en la vida comunitaria y en cualquier otra parte. Siendo cierto que la psicología ha sido una ayuda para vivir en comunidad con más plenitud, en estos últimos años los sociólogos nos vienen recordando que ellos también tienen algo que decir sobre el particular. La psicología tiende a centrarse en el individuo, en tanto que la sociología se orienta hacia el grupo. Por esta razón, es posible que en ésta encontremos una visión más completa que la que ha ofrecido la psicología, de cara al conocimiento de la realidad comunitaria.

Los grupos Un grupo existe cuando tres o cuatro personas no relacionadas entre sí se reúnen e interactúan de una manera estable. Por tanto, una dimensión importante de toda comunidad marista la constituye esa propia realidad de que es un grupo. Hay grupos de todas las formas y tamaños, y sirven para una diversidad de propósitos. Por ejemplo, cuando un hombre desempeña su empleo pertenece a un grupo de trabajo. La tarea común que le ha reunido a él y a sus colegas da la definición de ese tipo de comunidad. Los sociólogos nos dicen que también se puede definir un grupo por el grado de compromiso que requiere. En una comunidad intencional, pongamos por caso, uno se compromete libremente a vivir, trabajar, orar y recrearse con un determinado grupo de personas, en tanto que en una asociación invertimos sólo una cierta parte de nuestros recursos en el grupo para alcanzar una meta o un objetivo concretos. En el pasado parece que no había otro tipo de comunidad religiosa que el de la co-


munidad intencional. La condición de miembro exigía un precio. El espíritu de mortificación caracterizaba la vida de los componentes del grupo, los cuales tenían que entregar su tiempo y sus energías con generosidad. También se aprendía rápidamente que la misión trascendente de la comunidad estaba por delante de sus necesidades particulares. Uno llegaba a entender de manera intuitiva que lo que a él le llenaba personalmente quizá podría obstaculizar el desarrollo efectivo del carisma del grupo. Recogiendo nuestra propia historia, el sacrificio nos vinculaba al Instituto: se nos pedía que vistiéramos de determinada forma, que asumiéramos tales o cuales trabajos sin previa consulta, que aceptáramos la voluntad del superior, y que siguiéramos lo que ahora en retrospectiva podríamos denominar benévolamente un estricto reglamento cotidiano. Determinados rituales y rutinas –en muchos casos procedentes del tiempo de Marcelino- marcaron nuestra vida en el Instituto a partir de la formación inicial. Celebrábamos ciertas festividades, tales como las cinco grandes fiestas marianas, observábamos costumbres que nos habían sido transmitidas, y teníamos el capítulo de culpas. Por el contrario, el modelo de asociación se puede ilustrar con el ejemplo de un hermano que, a todo efecto práctico, está viviendo solo de una manera más o menos continua. Él mantiene su independencia personal y un amplio margen para disponer de su tiempo libre. Al final sucede que los hermanos de su provincia o distrito, y el Instituto en general, tienen la sensación de que les queda poco derecho a exigir algo de él. Esta situación confunde hoy a bastantes hermanos y también a jóvenes que aspiran a hacer suyo nuestro tipo de vida. Por ejemplo, un candidato me preguntaba recientemente: “¿Desde cuándo eso de vivir solo de modo permanente, buscarse un empleo propio y decidir autónomamente sobre el uso de casi todo el tiempo libre, con escuetos contactos tangenciales con la provincia y el instituto, ha dejado de llamarse ´vida de soltero´ y ha pasado a ser otra forma de comunidad marista?” Los institutos religiosos que se orientan hacia ese modelo de asociaciones corren el riesgo de no durar más allá de la generación presente. El hecho de que plantee estas cuestiones de las comunidades intencionales y las asociaciones no significa que esté abogando por un retorno a las rígidas estructuras del pasado. Sencillamente se trata de familiarizarnos con lo que los sociólogos dicen acerca de ambas, con el fin de aprender algunas lecciones importantes sobre la vida marista y su futuro. ¿Tenemos la apertura suficiente para soñar cómo podría ser hoy una comunidad intencional marista, tal como aquí la definimos y a la luz de las diferencias culturales que se dan en nuestro Instituto y de todo lo que hemos aprendido en los últimos cuarenta años de renovación? El asunto de la vida comunitaria es urgente en nuestro Instituto hoy. Yo creo que nuestra misión marista y nuestro modo de vida acabarán por morir en las provincias y distritos donde hay hermanos –cada vez másque están o viviendo solos, o como si lo estuvieran, dada la escasa relación que tienen con los otros miembros de la comunidad. Me temo que un resultado parecido cabe esperar en las unidades administrativas donde los hermanos continúan tolerando un nivel de activismo del que lo menos que podemos decir es que bordea lo patológico, o piensan que la elección de comunidad es un asunto personal y siguen buscando razones para mantenerse en el mismo sitio año tras año.

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Jamás se pensó que la vida religiosa consistiera en un grupo de personas que se reúnen meramente para vivir en camaradería o interactuar superficialmente. Más bien estamos llamados a ser presencia retadora en nuestro mundo. Esta finalidad sólo puede llevarse a efecto si dejamos que Dios nos manifieste su deseo a través de la mediación de nuestros hermanos. Y esto vale tanto a la hora de constituir las comunidades como para las tareas que se nos encomiendan en nombre del Instituto y otras áreas de nuestra vida.

Gracia costosa La vida comunitaria es un espacio donde se hace evidente la debilidad que aportamos cada uno. Por lo tanto, es bueno que nos hagamos a menudo estas preguntas: ¿Estamos dispuestos a colocar nuestras legítimas necesidades humanas detrás de los objetivos generales de la comunidad? ¿Es eso visible en nuestro modo de vivir, orar y compartir la vida? ¿Estamos disponibles para asumir la responsabilidad de revitalizar y animar nuestras comunidades, o pasamos el tiempo criticando a los que lo hacen? 98

¿Se percibe en nosotros el discipulado en el día a día comunitario tan claramente como en las tareas apostólicas que llevamos a cabo en el nombre de Jesús? Dietrich Bonhoeffer, pastor luterano cuyas convicciones fundamentadas en el mensaje del evangelio le costaron la vida durante la Segunda Guerra Mundial, escribió cosas conmovedoras acerca de la experiencia del discipulado. Para él había una distinción entre gracia costosa y gracia barata, utilizando sus términos. La primera es un don que debemos pedir. Cuesta el precio de nuestras vidas, y es gracia porque a cambio recibimos la única vida verdadera que vale la pena tener. Por el contrario, no se paga nada por la gracia barata; es gracia sin discipulado, sin la cruz, sin Jesucristo vivo y encarnado. Desdichadamente no faltan quienes, asustados por el precio de la gracia costosa, escogen a cambio el consuelo de la gracia barata. Al vernos incapaces de sostenernos cuando emprendemos la aventura de la vida comunitaria marista contemporánea, puede que echemos de menos el remedio de esa gracia. La fe tiene sus consecuencias. El discipulado nos exige que sacrifiquemos nuestra comodidad personal, que asumamos ciertos riesgos, y que actuemos con valentía. Jesús hablaba muy en serio cuando presentó su reto: “El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga.” Es la misma seriedad que manifestó al prometer a cambio el ciento por uno en este mundo y después la vida eterna.

Etapas en el crecimiento de una comunidad He mencionado anteriormente que toda comunidad marista es un grupo. Hemos de asumir por tanto que, más que permanecer estáticos, atravesaremos varias etapas desde el momento en que los miembros se reúnen por primera vez hasta que la comunidad llega a su fin, al producirse la marcha de algún hermano o la llegada de otros nuevos. La primera etapa en la formación del grupo consiste en la sencilla experiencia de juntarse. La comunidad se constituye. Las siguientes etapas son descubrir las diferencias


entre los miembros comunitarios, establecer normas para el grupo, y finalmente llevar adelante la tarea de vivir y servir juntos. Cada etapa requiere su tiempo de desarrollo, y si nos saltamos alguna, corremos el riesgo de perder la oportunidad de vivir juntos de una manera que sea a la vez auténticamente humana y profundamente espiritual. Para la mayoría de nosotros, la primera etapa en la vida de la comunidad a la que vamos supone un período de adaptación. Los comienzos suelen estar cargados de dificultades; en una situación desconocida todos necesitamos un tiempo para orientarnos. Cuando pasamos a formar parte de una comunidad nueva, por ejemplo, probablemente lo primero que haremos será tratar de encontrar nuestro propio sitio en el grupo. Si nos sentimos ansiosos e inseguros es fácil que empecemos a comparar nuestra situación presente con la que hemos dejado atrás. Sin embargo, la verdad es que casi todos mostramos lo mejor de nosotros mismos justamente cuando nos estrenamos en una nueva comunidad. Incluso aunque tengamos impresiones iniciales más bien negativas sobre el grupo y sus componentes, generalmente nos las guardamos para nosotros. Durante esta primera etapa del desarrollo de la comunidad, los veteranos del lugar tienen que procurar no andar todo el tiempo hablando de personas y de cosas que sólo ellos conocen. Si no cuidan ese aspecto, los nuevos tendrán que estar continuamente preguntando o correrán el riesgo de verse cada vez más excluidos de la conversación cotidiana. La tarea de elaborar el Proyecto de Vida Comunitaria se suele acometer también por esta época. Incluso si la comunidad ya tiene un proyecto del año anterior, siempre es bueno volver a reflexionar sobre sus detalles y consensuarlos de nuevo. Y eso hay que hacerlo necesariamente cuando se produce un cambio de hermanos en la comunidad. Cada vez que alguien marcha y alguien viene tenemos nueva comunidad, lo cual requiere volver a empezar en diversos aspectos. Aunque algunos se lamenten del esfuerzo que lleva elaborar o revisar un Proyecto de Vida Comunitaria, y lo vean como una pérdida de tiempo y energía, pensad que con invertir un poco de tiempo para esas cosas al principio de la temporada se pueden cosechar grandes beneficios a largo de los doce meses siguientes. ¿Cuál es la mejor manera de definir la segunda etapa en la formación de una comunidad marista? Con estas palabras: descubrir las diferencias. Para que sigamos avanzando más allá de la primera fase del juntarse, debemos saber discrepar como hermanos, incluso acaloradamente a veces, y aprender a resolver nuestras diferencias poniendo cada uno su parte. Desdichadamente, al no haber comprendido bien el auténtico significado de la virtud de la caridad, no pocos han perdido la capacidad de decir la verdad. En lugar de ello, preferimos el silencio para mantener la paz. La virtud de la caridad se practica cuando hablo con sinceridad desde el respeto hacia el otro. Y lo hago así ya sea la verdad grata o amarga. No tengo por qué decir la verdad entera, al menos tal como la veo yo, de golpe, pero la caridad me pide que diga la verdad. Es mucho más positivo, por ejemplo, responder a un hermano con franqueza en una reunión comunitaria que pasarse el resto de la semana contando a todos los demás lo que quería haberle dicho. La primera respuesta es fraternal, la segunda es condescendencia. De modo semejante, permanecer callado y permitir que una persona que está enoja

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da, encerrada en sí misma, o que abusa del alcohol, bloquee a la comunidad con su conducta, tiene poco que ver con vivir el evangelio. Al optar por no intervenir todos los que forman el grupo quedan dañados. Recuerda: nuestras comunidades maristas son sistemas. Lo que pasa en la vida de uno de los hermanos tiene ramificaciones en todos los del grupo. Muchas veces etiquetamos a la persona que está causando dificultades –desde nuestro punto de vista- como la fuente de los problemas; pero luego guardamos silencio y con ello nos confabulamos contra esa persona y aumentamos la desintegración del grupo. Saber discrepar y acertar a resolver las diferencias son destrezas que pueden adquirirse. Y tenemos que aprenderlas. ¿Qué otra alternativa nos queda? ¿Retorcernos las manos con desesperación por el estado de nuestra comunidad local? Bien sabemos que con eso haremos muy poco por cambiar la calidad de vida dentro del grupo.

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Durante esta segunda etapa en el desarrollo de la comunidad es posible que se advierta en algunos hermanos una cierta lucha por el control de la situación. Puede que algunos –pocos- traten de medir su influencia en el grupo, y lo hagan habitualmente de una manera sutil. Otros quizá intenten establecer una jerarquía de importancia entre los miembros comunitarios basándose en la edad, titulaciones académicas, una actitud progresista o tradicional hacia la vida religiosa y su renovación, u otros criterios. ¿Cuál es el mejor antídoto para contrarrestar las maniobras de esos miembros que quieren obtener mayor poder dentro de la comunidad? Aseguraos que todos los del grupo han tomado conciencia de su valía personal. Esta segunda etapa de desarrollo es un momento incómodo en la vida de toda comunidad. El miedo al conflicto y a la falta de disposición por parte de algunos para aceptar las naturales diferencias que existen entre los miembros de cualquier grupo puede llevar a que se decline toda la responsabilidad en un líder fuerte. En consecuencia, se eluden muchas decisiones que deben tomarse por el grupo en su conjunto. Cuando esto ocurre, el crecimiento de la comunidad se resiente. Las normas se establecen durante la tercera etapa en la formación de una comunidad marista. Una vez pues- tos de acuerdo en que se puede no estar de acuerdo, los miembros de la comunidad se hallan en condiciones de hablar abiertamente sobre sus esperanzas y decepciones, y llegar por esa vía a un consenso en torno a los detalles de la vida en común. ¿Quién va a administrar las finanzas del grupo? ¿En qué momentos y de qué manera vamos a hacer la oración comunitaria? ¿Qué responsabilidades tienen los unos para con los otros? Éstas son sólo algunas de las muchas preguntas que hay que responder. Obviamente, nuestras Constituciones juegan un papel muy importante en la vida del grupo en esta etapa. Si nos hemos comprometido a formar una comunidad que sea una fuente de crecimiento espiritual, emocional e interpersonal, tendremos que analizar en grupo las directrices que hallamos en ese documento y también en el Mensaje del 20º Capítulo General. Finalmente, habiendo pasado por las etapas de reunirse, descubrir las diferencias, y establecer normas, la comunidad llegará a la última fase de su desarrollo inicial: llevar adelante la tarea encomendada. ¿Qué conlleva esta etapa exactamente? Habiendo


echado un sólido cimiento para la vida en común, estamos ahora en disposición de asumir las realidades cotidianas que todo grupo tiene ante sí. Todo marchará bien si se favorece el respeto hacia los otros hermanos de la comunidad, y si reina un buen clima de entendimiento mutuo. En esta cuarta etapa, por tanto, ya podemos llevar a cabo, como comunidad, la tarea que tenemos en nuestras manos: ser hermanos los unos para los otros y proclamar la Buena Noticia de Jesús a los niños y jóvenes desfavorecidos. Una observación final. Hemos dicho que, cuando se forma una comunidad, sus miembros atraviesan por diversas fases. De la misma manera, cuando uno o más cambian de lugar, también hay un proceso. Podemos tener una oración especial seguida de una celebración. Eso ayudará a todos los compañeros a dar realce al cambio que está teniendo lugar, y contribuirá a canalizar los sentimientos que inevitablemente lo acompañarán. Cuánto mejor si además, durante una reunión, algunos de los presentes le dicen al que se va lo mucho que su presencia ha significado para ellos personalmente y para la comunidad en general. 101

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ANEXO 3 DOCUMENTO

“AGUA DE LA ROCA” (Puntos 44 a 52) 2. CAMINAMOS EN LA FE El ángel Señor se acercó a María. Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios. El Espíritu Santo vendrá sobre ti. Bienaventurada tú, que has creído. He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.

El ángel del Señor se acercó a María 102

44. La vida es un misterio que se revela a medida que se va desarrollando. Incluso después de muchos años, hay aspectos que permanecen ocultos para nosotros. Este continuo despliegue de nuestra interioridad es dinámico, provoca y desafía; es una invitación constante a mantenernos en búsqueda. 45. Cuando atravesamos las diferentes etapas de la vida experimentamos belleza y fealdad, alegría y dolor, certeza y duda. Todo esto nos atrae y nos asusta al mismo tiempo. 46. Nuestros corazones suspiran por encontrar la felicidad, ansían creer que podemos hallar el amor y compartir las bendiciones de la vida. Pero también tenemos miedo al daño y la traición, por eso titubeamos en nuestras relaciones y compromisos. 47. Vivimos en un tiempo de cambios culturales y sociales rápidos y de largo alcance. Las fronteras se desplazan y cambian, los viejos valores están cuestionados y las prácticas del pasado parecen haber perdido vigencia. 48. Es posible que nos sorprendamos a nosotros mismos preguntándonos por el objeto de nuestra existencia: ¿Quién soy yo?, ¿qué sentido tiene mi vida?, ¿qué puedo cambiar en ella?, ¿a quién pertenezco?, ¿de quién o de qué soy responsable? Preguntas como estas pueden inundar nuestras mentes y corazones. A medida que adquirimos mayor conciencia de la vida que hay dentro de nosotros y a nuestro alrededor, se percibe con más agudeza esta sensación de desasosiego o ansiedad. 49. Suspirando por algo que dé sentido a nuestra existencia, vamos en pos de una idea, una persona, una actividad que integre las distintas dimensiones de la vida: sentimientos y deseos, relaciones y acciones, sexualidad y amor, derechos y responsabilidades, esperanzas y sueños. 50. En esas situaciones humanas es donde descubrimos a Dios como el único por quien verdaderamente suspiran nuestros corazones. Nos damos cuenta de que este anhelo no es obra nuestra sino ante todo trabajo del Espíritu de Dios que actúa en las profundidades de nuestro ser. Con confianza, abrimos nuestro interior y hacemos experiencia de Dios.


51. María se sorprende ante la irrupción de Dios en su vida. Está atemorizada. Luego se sosiega porque intuye su presencia amorosa. Sin tener todas las respuestas a sus dudas, ella se fía y se ofrece a Dios que le infunde confianza. 52. Marcelino Champagnat* también tuvo que debatirse con la inesperada intervención de Dios tempranamente en su vida. La llamada que le hizo el sacerdote reclutador -Dios lo quiere- lo movió a replantearse su proyecto de vida.

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ANEXO 5 LIBRO

«MARCELINO CHAMPAGNAT. DISCÍPULO DE JESÚS AL ESTILO DE MARÍA - UN CORAZÓN SIN FRONTERAS» Eduardo Gatti y Sean Sammon (Apartado “El movimiento Marista se pone en marcha”, págs. 44 a 47)

El Movimiento Marista se pone en marcha La Revolución Francesa había iniciado una oleada de persecución contra la Iglesia Católica. Las órdenes religiosas declinaron rápidamente en número e influencia. 104

Por el contrario, la (Segunda) Restauración puso en marcha un flujo de actividad religiosa. Muchas congregaciones que habían sido suprimidas volvieron a emerger, y otras distintas surgieron por doquier. El reverendo Bochard, uno de los vicarios generales de la diócesis de Lyon, también estaba decidido a fundar una nueva congregación. Finalmente formó un grupo llamado la Sociedad de la Cruz de Jesús. Vio en el seminario un campo fértil para obtener vocaciones con las cuales engrosar su pequeña banda. Con la esperanza de que así fuera, recurrió a la ayuda inestimable de un seminarista llamado Juan Claudio Courveille. Courveille había nacido en una acomodada familia de comerciantes. Cuando fue al seminario llevaba consigo alguna historia personal. A la edad de diez años, por ejemplo, había contraído una seria dolencia ocular a causa de un brote de viruela. Su madre, preocupada por la visión del hijo, le llevó al santuario de Nuestra Señora del Puy. Allí, en 1809, a la edad de 22 años, se le curó la ceguera tras ser ungido con aceite de una lámpara del santuario, aplicado sobre sus ojos enfermos. Este suceso indujo a Courveille a dedicar su vida al servicio de María. Años más tarde proclamaría que había escuchado una voz en la fiesta de la Asunción de 1812, que le llamaba a fundar la Sociedad de María. La finalidad de este grupo era concreta: hacer para la Iglesia del siglo XIX en Francia lo que los Jesuitas habían hecho por la Iglesia en el siglo XVI. Bochard estaba deseoso de hablar con Courveille, sobre todo cuando supo los planes que tenía el joven de fundar una congregación. Ya que aquél, como antes hemos dicho, andaba madurando la idea de establecer su propia asociación religiosa, pensó que podría fusionar los dos proyectos. El vicario general animó a Courveille a buscar miembros para el grupo Marista que tenía en mente. Las intenciones de Bochard, sin embargo, no eran puras como la nieve: se dedicó a evaluar a cada uno de los hombres en los que se iba fijando Courveille, con ánimo de tomarlos finalmente para la Sociedad de la Cruz de Jesús. Ajeno a los esquemas del vicario, Courveille continuó con su búsqueda de vocaciones y en poco tiempo había reunido quince candidatos. Todos ellos en edades entre los veinte y los treinta años, y que procedían, mayormente, de familias francesas cam-


pesinas. Estos hombres pasaron el curso 1814-1815 profundizando en los principios fundamentales de la nueva Sociedad. Ésta se compondría de sacerdotes, hermanos auxiliares, hermanas y hombres y mujeres seglares. El grupo de sacerdotes constituiría el núcleo de la Sociedad. Ya desde los primeros diálogos, Marcelino propugnó la idea de introducir otra rama en la Sociedad, una que estuviese formada por hermanos educadores. Sus compañeros de seminario no mostraban excesivo entusiasmo ante ese plan. Ahora ya sabemos que Marcelino, aparte de otras cosas, era un espíritu tenaz. Se mantuvo firme en sus pensamientos, y finalmente los otros accedieron: la Sociedad de María incluiría. Los años del seminario entre sus miembros un grupo de hermanos dedicados a la enseñanza. De todos modos, la responsabilidad de llevar adelante el proyecto quedaba en las manos del que había propuesto la fundación. ¿De dónde venía esa insistencia de Marcelino para que el grupo de hermanos formara parte de la nueva Sociedad? Antes que nada, él quería atender la lacerante falta de educación religiosa que se daba en aquellos tiempos. El hermano Juan Bautista pone en boca de Marcelino estas palabras: “Necesitamos hermanos que enseñen el catecismo, que ayuden a los misioneros y que dirijan escuelas”. Su sueño era ambicioso: dar a conocer a Jesús y hacerlo amar entre los jóvenes, particularmente los más desatendidos. Podemos encontrar otras razones que nos llevarían a recordar las experiencias personales de Marcelino, sus peleas con el francés, su falta de base académica a la hora de ir al seminario, el sonrojo que debió experimentar al compartir las clases con compañeros más jóvenes y mejor preparados. En 1815 el gobierno había admitido también que existía déficit de escuelas en Francia. El Comité de Instrucción Pública, que se había tomado el deber de organizar la educación en todo el país, presionó a los ayuntamientos para que se adoptaran medidas tendentes a garantizar la enseñanza primaria a todos los niños de la localidad, y que ésta fuera gratis para los pobres. Ya se habían dado algunos pasos iniciales para atajar la crisis educativa del país. Napoleón había rehabilitado a los hermanos de La Salle en 1803 21 junto con algunas congregaciones religiosas femeninas. Aunque Marcelino valoraba el trabajo de aquéllos, sabía que sus esfuerzos estaban concentrados en los muchachos de las áreas urbanas. Y suspiraba por poder brindar las mismas oportunidades a los jóvenes de los caseríos, aldeas y pequeños poblados de la montaña.

Capítulo II También es posible que Marcelino estuviese al corriente de los detalles de la Real Ordenanza del 29 de febrero de 1816, mediante la cual se ofrecían subvenciones para los que quisieran colaborar en el campo de la educación. Todos estos factores le impulsaban a llevar adelante su proyecto. Sin embargo, sería el encuentro que tuvo con un joven llamado Juan Bautista Montagne lo que hizo cristalizar su sueño y le movió a convertirlo en realidad sin dilación.

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ANEXO 6 Libro: Un mes con el pan de Marcelino

DÍA 6. AMAR Y HACER AMAR “Vamos en búsqueda de una nueva sabiduría: la del amor” EPV, 82 Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Dedicamos esta meditación a cinco seguidores de Jesús que por los caminos trazados por San Marcelino, siguieron sus huellas y llegaron a ser testigos luminosos de su amor hasta dar la vida: el Hermano Henri Vergés, Marista mártir de Argelia, y los Hermanos Miguel Ángel Isla, Julio Rodriguez, Fernando de la Fuente y Servando Mayor, Maristas mártires del Zaire y de todo el Pueblo de Dios. 106

SAN MARCELINO NOS INVITA “Queridísimos, muy amados, muy queridos Hermanos: Amémonos unos a otros. No podría emplear otro lenguaje más cercano a mis gustos y mis afectos, si interrogo a mi corazón, a mis sentimientos, a la pena que me causa la más pequeña de sus desgracias, a sus dificultades que son las mías, a todos mis años de preocupación, todo ello me responde que puedo con atrevimiento y sin temor, dirigirles las palabras que el discípulo amado pone al inicio de todas sus cartas; amadísimos, amémonos unos a otros, porque la caridad viene de Dios”. “Este es mi mandamiento: ámense los unos a los otros, como yo los he amado” ¿Por qué lo llama Jesucristo “su” mandamiento?: Porque Jesús es amor, vino del cielo a traer a los hombres la paz, el amor, y antepone este mandamiento a todos los demás. Porque nos lo enseñó no tanto con sus palabras como sus ejemplos: su vida entera fue un acto de amor al hombre. Porque todos los mandamientos se encierran en éste, toda la ley se reduce al mandamiento del amor “Ama y haz lo que quieras.” Porque la religión de Jesucristo es religión de amor, y en el amor se encierra toda la religión. Por el amor, los hombres son hijos de Dios, son todos hermanos: todos forman un solo pueblo, una sola Iglesia, una sola familia, un solo cuerpo. Si suprimimos el mandamiento del amor, todo este hermoso edificio se viene abajo. Porque el amor es el distintivo de los discípulos de Jesús, que nos dijo: “En esto conocerán todos que son mis discípulos, si se tienen amor unos a otros.” Porque este mandamiento durará eternamente, mientras que todos los demás han de cesar: “El amor no pasará jamás.”


MEDITACIONES PARA NUESTROS DÍAS “Amar a Dios y hacerlo amar, esa debe ser la vida de un hermano.” “No es posible realmente, conversar a menudo con Jesús, sin adquirir su espíritu, sin parecerse a Él.” Esto siempre sucede cuando nos referimos al amor, pues “cuando se ama mucho a alguien se nos va pegando el acento.” Es una consecuencia del amor. Por eso “amar y hacer amar a Jesús” fue la pasión de San Marcelino y el horizonte de su misión. “Queridos míos, si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros.” El amor al prójimo es la prueba de nuestro amor a Dios y el miedo más eficaz para hacerlo crecer: “Estar a la escucha de Dios en presencia del pobre abrirá el corazón del hombre y le llevará a buscar un encuentro personal siempre nuevo con Dios. Ese encuentro que Dios solicita, Él, que no deja de buscar a todo hombre y a todo el hombre, continuará en el camino diario que transforma progresivamente la vida del que acepta <<abrir la puerta>> a Dios mismo, que humildemente toca. El hombre que acepta cambiar su modo de vivir para poder adoptar el que Dios mismo nos ha mostrado en las palabras de Cristo, se pondrá al servicio del bien común, de la promoción integral de todos los hombres y de todo hombre en particular. Liberado progresivamente de temores y ambiciones meramente materiales, iluminado sobre las consecuencias posibles de sus propios actos, sea cual fuere el lugar que ocupa, el hombre que acoge la presencia de Dios en todos los SPECTOS de su vida, se transformará en agente de la civilización del amor. Discretamente, en lo más profundo, su trabajo asumirá un carácter de misión, en la cual tiene el deber de ejercer y desarrollar sus talentos; de contribuir a la reforma de las estructuras y de las instituciones; de adoptar un comportamiento de calidad que estimule a los que le rodean a actuar del mismo modo, y de encaminarse esencialmente al servicio de la dignidad de la persona humana y del bien común. Se puede decir, en cierto modo, que cada cual es responsable de los demás. Esta es una de las tonalidades del llamamiento al amor que Dios no deja de hacer razonar. Es tarea de cada uno, en circunstancias a veces difíciles y que pueden incluso traer consigo un sufrimiento cercano al de testigo-mártir; sabiendo que es posible apoyarse en la fuerza de Dios que nos promete su ayuda si lo colocamos en el centro de nuestra vida.”

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PARA REZAR JUNTO A LA FUENTE “¿Dónde están mis manos en la tierra? Manos que se unen para orar, Manos que acaricien bondadosas, Manos que disciplinen amorosas, Manos que se eleven hacia mí. ¿Dónde están esos pies que se acercan presurosos, Y silenciosos dejan huellas a seguir, Que acompañen el cansado en el camino, que los siguen incansables hacia mí?

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¿Cómo puedo yo llegar al hombre si no estás tú ahí para anunciar? ¿De quién es la voz que oí en la noche, Decir: “Heme aquí para hacer tu voluntad”? ¿Cómo puedo yo expresarles mi ternura, Si no estás tú presente para amar.”


ANEXO 7 CIRCULAR

«SEMBRADORES DE ESPERANZA» (págs. 283 a 287) El Misterio Pascual La base de nuestra esperanza es la lealtad de Dios, el amor que nos tiene. La esperanza supone fidelidad con Dios, y el único camino que conduce a ello es el sendero que trazó Jesús siguiendo la voluntad del Padre, optando una y otra vez deliberadamente en su ministerio cotidiano; tomando decisiones valientes dictadas por el deseo de permanecer absolutamente fiel al Padre, al que conocía, amaba y servía. Dentro de este orden de cosas, es importante que nos convenzamos de que Dios no nos llama a ser hombres de éxito; nos llama a ser fieles. Hay un peligro en moverse con la idea de triunfar; si estamos estimulados primariamente por el deseo de acertar, a lo mejor elegimos medios de escasa consistencia para la labor del reino, con el riesgo incluso de obstaculizar esa misma labor. Desde luego, Jesús fue un completo fracasado a los ojos de los dirigentes de su tiempo, tanto seculares como religiosos, dado que ellos habían rechazado de principio la visión de Dios ofrecida por Jesús, en favor de la suya propia. Pero Jesús mantuvo la postura de total fidelidad al Padre y a la misión que el Padre le había confiado: comunicar y vivir la verdad; esto es lo que le impulsó a desafiar a los poderes establecidos de su época, y a aceptar las consecuencias: fracaso, rechazo y cruz. Una búsqueda inquebrantable de la voluntad del Padre en tales parámetros conduce inevitablemente a la cruz, y, por esa vía, al Misterio Pascual. El momento preciso que marca la degradación y el hundimiento de Jesús señala también el punto álgido de su triunfo y liberación. La cruz trae nueva vida a Jesús, y lo mismo hace con nosotros. La cruz es inseparable de nuestro amor al Padre y a su misión, igual que lo fue para Jesús: «Buscamos en todo la realización de la voluntad del Padre, uniéndonos así al misterio pascual del Hijo» (C. 36). La cruz es parte componente de nuestras vidas, y por ello la llevamos como señal de seguidores de Cristo, como Él fieles al Padre, aunque ello pueda significar sufrimiento, y como signo, también, de liberación, la nueva vida que Cristo ha ganado para todos nosotros. En al Eucaristía nos unimos a Jesús y con Él nos entregamos al Padre y a su designio: «De esta manera, nos vamos identificando cada vez más con Jesús, que se ofrece de continuo al Padre, y, como Él, entregamos nuestra vida por los demás» (C. 69). Y en el lugar donde está Jesús crucificado vemos también a María, modelo de esperanza valiente. Su permanencia junto a la cruz es signo de fidelidad al proyecto que aceptó en la Anunciación. Ella es tipo de la Iglesia, en la medida en que la Iglesia se mantiene fiel a la integridad de su misión. Con este espíritu alentaba María a las primeras comunidades cristianas, y sigue hoy acompañando a las comunidades que luchan por la llegada del Reino.

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Pablo VI expresó bellamente esta idea escribiendo en la Marialis cultus: Esta unión de la Madre y el Hijo en la tarea de la redención alcanza su culmen en el calvario, donde Cristo «se ofreció a sí mismo como sacrificio sin tacha a Dios» (Hb 9,14) y donde María «estaba junto a la cruz» (cf. Jn 19,25) sufriendo angustiosamente junto a su único Hijo. Ella se unió al sacrificio con corazón maternal, y consintió amorosamente en la inmolación de esa víctima que ella misma había dado a luz y que ahora estaba ofreciendo al Padre (20).

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La primera vez que visité la magnífica basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, en Ciudad de México, encontré aquella iglesia enorme llena de gente. Resultaba evidente que su inmensa mayoría eran personas de condición humilde, los pobres. Me preguntaba a mí mismo qué imagen tendrían ellos de María: la verían como alguien que comprende sus dificultades y sufrimientos, alguien que había padecido el exilio, la humillación y el dolor inmenso al pie de la cruz. Sabiendo que la fe de aquellas gentes era tan rica y sus intuiciones tan hondas, imaginaba sus vidas impregnadas de un sentido de esperanza porque se unían a María en su permanencia junto a la cruz; a lo mejor reco nocían también que su sufrimiento era redentor, como el de Jesús y María, y que sus sacrificios por los hijos y la familia estaban vinculados al sacrificio de Jesús y María, ayudando de esa manera a manifestar el reino en sus seres queridos. Nosotros también acompañamos a María al pie de la cruz, uniendo nuestro dolor e incomprensión a las penas de Jesús, pero en la confianza de que el Padre puede sacar bien, puede sacar vida del sufrimiento, valiéndose de nosotros como mensajeros de esperanza, de vida nueva para nosotros mismos y para los demás.


ANEXO 8 <<SEGUIR A JESÚS EN LOS EVANGELIOS>> Tomo V. Capítulo 1 - Carlos Mesters LA ENCARNACIÓN DE JESÚS Jesús asume la condición humana con sus limitaciones y posibilidades “Igual a nosotros en todo, menos en el pecado” (Hch. 1,15) Cada uno de nosotros, por el simple hecho de nacer en este mundo, nace condicionado de muchas maneras. Son condicionamientos que nadie escoge, pero afectan la vida de principio a fin. Lugar donde se nace: país, región, ciudad, periferia, campo. Tiempo en que se nace: época, siglo, guerra, paz, cambios. Cultura que se recibe: lengua, acento, mentalidad, historia. Familia que nos recibe: padres, hermanos, parientes, vecinos. Carácter o temperamento: tímido, expansivo, introvertido. Color de tez: blanco, negro, amarillo, moreno, mestizo. Sexo: femenino, masculino. Religión: católica, protestante, budista, sectas, incrédulos. Clase: pobre, rica, media. Físico: bonito, feo, fuerte, pequeño, frágil, petacón.

Estos condicionamientos son inherentes a la condición humana, anteriores a nosotros mismos. Son punto de partida para cualquier cosa que se quiera hacer en la vida. Son la encarnación, la inserción básica, por donde cada uno de nosotros entra en la convivencia humana. No son iguales para todos. A unos les pesan mucho, a otros, poco. Para unos son verdaderas limitaciones, para otros una oportunidad de elección. Sin embargo, muchos no pueden elegir: los pobres, los empobrecidos, los enfermos, los paralíticos, los ciegos, los excluidos, ¡tantos! La mayor de todas las limitaciones que afecta la vida es la certeza de la muerte. Para muchos, todos estos condicionamientos son un dolor permanente en su vida. A algunas personas les quitan incluso el deseo de vivir. Para algunos, son motivo de rebeldía; para otros, motivo de conformismo. “¡Paciencia, Dios lo quiere así!” Y, ¿para Jesús? ¿Qué fue para Él? Jesús asumió estos condicionamientos, y los asumió donde más pesan: en medio de los pobres. “Siendo de condición divina, se despojó de su grandeza, tomó la condición de esclavo y se hizo uno de tantos” (Fil. 2,6-7). “Siendo rico, se hizo pobre” (2Cor.8,9), “hijo de un carpintero” (Mt. 13,55).

1- Nacido en Belén de Judea (Mt. 2,1), fue criado en Nazaret de Galilea (Lc. 4,16).

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Hablaba arameo, con acento judío de Galilea. La samaritana lo vio como judío (Jn. 4,9), y los judíos de Judea como galileo (Mt.26,69). Nació en un lugar y se crió y vivió en otro.

2- Fue criado en el interior, en el campo, donde más se sentía la explotación de los poderosos. No tuvo oportunidad de estudiar como Pablo; tuvo que trabajar. No era doctor de la ley, ni pertenecía a los grupos de fariseos o esenios. Para conocer la vida del Hijo de Dios durante 30 años, basta analizar la vida de cualquier nazareno de la época, ver cómo vivían de la mañana a la noche, cambiarle el nombre, llamarlo Jesús, y tendrás así su biografía.

3- La familia de Jesús no era sacerdotal. Jesús no nació sacerdote ni hijo de sacerdote. Nació laico, pobre, sin la protección de una clase. Tal vez, la familia de José haya emigrado de Belén a Judea (Lc. 2,4), en tiempo de los hasmoneos (142 a 63 antes de Cristo), para vivir y trabajar en Galilea. 112

Como todos los judíos del campo, Jesús trabajaba como agricultor. Aprendió también la profesión de su padre (Mt. 13,55) y servía al pueblo como carpintero (Mc. 6,3). Sus parientes no lo entienden y, a veces, lo molestan. En alguna ocasión, lo quieren llevar a su casa, pensando que ha perdido el juicio (Mc. 3,21), otras veces, quieren que se manifieste al pueblo en Jerusalén, la capital (Jn. 7,3-8).

4- Antes de nacer, Jesús era ya víctima del sistema. El emperador de Roma mandó levantar un censo con vistas al cobro de impuestos (Lc. 2,1-3). Por eso, Jesús nació fuera de casa (Lc. 2,4-7). Después de su nacimiento, fue perseguido por la tiranía del rey Herodes (Mt. 2,13). Su infancia estuvo marcada por la violencia. Como veremos, los doce primeros años de vida de Jesús fueron uno de los períodos más violentos de la historia de Palestina.

5- Según el cálculo de un especialista, los 2.000 años transcurridos desde Jesús hasta hoy, comparados con el tiempo total de la historia del mundo desde la creación hasta este momento, son como un segundo dentro de un año entero. Por tanto, los treinta y tres años de vida de Jesús, no son más que un abrir y cerrar de ojos. Y de esos treinta y tres pasó treinta en el anonimato, en Nazaret, un pueblo sin importancia (Jn. 1,46). Allí vivió aprendiendo en su casa, con la familia, en su comunidad, con el pueblo. Esa fue la escuela de Jesús. Jesús vino a salvar a toda la humanidad, y no salió de Palestina. Vino a salvar toda la historia, y sólo vivió treinta y tres años. La geografía y la cronología de Jesús son muy limitadas. “Probado en todo como nosotros, menos en el pecado… ofreció ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado en atención a su actitud reverente; y aun siendo Hijo, aprendió a ser obediente a través de lo que padeció” (Heb. 4,15; 5,7-8) En esta reflexión de la carta a los Hebreos, se trasluce la convicción de los primeros


cristianos de que Jesús no se sometió posesivamente a los condicionamientos y limitaciones de la vida. Al contrario, él sintió la debilidad, fue probado, pero resistió. Las limitaciones que para unos son fatalidad y para otros motivo de protesta, para Jesús era el caldo de cultivo para crecer en la vida y cumplir su misión en la tierra. Era el contexto en el que procuraba leer la voluntad del Padre (Jn. 5,19, 4-34) Las limitaciones que a muchos les quitan libertad, eran para Jesús la fuente de su libertad: “Nadie tiene poder para quitarme la vida; soy yo quien la doy por mi propia libertad” (Jn. 10,18). Fue muy duro para Jesús seguir este camino. Tuvo que aprenderlo a través de mucho sufrimiento, discernimiento y oración. Es difícil sentir en carne propia la flaqueza a que está condenado el pueblo empobrecido. Él pasó por la tentación de seguir otros caminos (Lc.4,1-13). Pero resistió (Mt. 16,21-23). Fue obediente a su Padre, poniéndose del lado de los pobres hasta la muerte, y muerte de cruz (Fil. 2,8). Su vida se resume en esta frase: “Aquí estoy, para hacer tu voluntad” (Heb. 10,7) (Cfr. Apoyo 18). 113

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ANEXO 9 LIBRO

“SAN MARCELINO CHAMPAGNAT. EXPERIENCIA DE DIOS, VIDA MÍSTICA” Manuel Mesonero Sánchez (Págs. 61 a 72) SIGNIFICADO DE SU NOCHE OSCURA: “LA DIVINA PROVIDENCIA DISPONE CON CUIDADO” El sufrimiento es una experiencia esencial de la vida. No podemos evitarlo. Los santos han convertido este dolor en medio eficaz de unión con Dios. Ellos han encontrado en esas circunstancias, dolorosas y absurdas, un significado desde la fe. Realmente Marcelino experimentó a Dios en medio de sus contratiempos. 114

La dinámica de la fecundidad apostólica que los evangelios nos presentan es la del grano de trigo que tiene que morir para dar vida. Esta lectura de la fecundidad del sufrimiento fue la que hicieron los apóstoles de la muerte de Cristo: “¿No era necesario que el Cristo padeciera esos sufrimientos y entrara así en la gloria?” Los santos explican la realidad de sus dolores de una manera que le resulta extraña a la teología, que afirma que Dios ni es autor del mal ni nos envía los sufrimientos. Ellos ven en sus dolores un modo de cooperar con la redención del Señor. Marcelino, refiriéndose a esta noche oscura, comenta: -“Todos estos contratiempos me afligen de verdad, pero no me sorprenden, pues hasta pienso y digo que no estamos al final de las pruebas. Estoy incluso seguro de que la divina providencia DISPONE CON CUIDADO todavía algunas más. Pero me atrevo a decirlo, con tal que Dios no me abandone. ¡Bendito sea su santo nombre!, yo nada temo. Llama meros contratiempos a lo que hemos considerado unas circunstancias tan adversas como para acabar con el naciente instituto y con él mismo. Su sabiduría interior le hace ver que estos sucesos son preparados por Dios, que es providente y permite todo para bien de los que ama. El verbo ménager, que es el término original francés que usa Marcelino, indica disponer con cuidado un acontecimiento. Con su lenguaje los santos relacionan el sufrimiento con la acción de Dios. Y así las pruebas son señal de vocación y de bendiciones. Y ahondando en esta experiencia del sufrimiento, por el que también pasó Teresa de Calcuta, en su noche oscura prolongada a lo largo de muchos años de su vida, concluye: -“Nuestros sufrimientos son caricias bondadosas de Dios, llamándonos para que nos volvamos a Él y para hacernos reconocer que no somos nosotros los que controlamos nuestras vidas, sino que es Dios quien tiene el control y podemos confiar plenamente en Él”. Volvemos sobre esta visión coincidente del sufrimiento como gesto del cariño de Dios para quien lo padece. Esta purificación hace al creyente más conocedor de la acción


de Dios y le convierte en un instrumento más eficaz. El dolor físico, las críticas de la gente, la marcha de sus compañeros sacerdotes, quedarse sin el líder fundacional… son acontecimientos donde Marcelino ha experimentado el cariño y amor de Dios para con él. En los momentos donde los demás nos alejamos de Dios, los santos, con su perseverancia, consiguen una cercanía mayor.

SIGNIFICADO DE SU NOCHE OSCURA: “ESFUERZO ESPANTOSO DEL INFIERNO” Adentrarse en este misterio del dolor es hacerlo también en el del mal y el pecado. No todas las fuerzas que percibe la humanidad, dentro y fuera de ella, son positivas ni nos llevan al bien. Por eso la mirada de fe escruta la realidad desde nuevas perspectivas y sitúa al creyente dentro de la humildad y la adoración. El asunto del Padre Courveille forzó a Marcelino a profundizar en esta realidad. Este sacerdote fue durante muchos años su socio económico y tenido como el líder de toda la Sociedad. Sólo después de años pudo salir de la perplejidad en la que quedó después de los acontecimientos vividos en esta noche oscura. Por eso, más tarde, Marcelino emplea expresiones muy vigorosas al referirse al asunto más perjudicial para la obra de Dios. - “El desdichado asunto que tuvo lugar con aquel que parecía ser su jefe es un esfuerzo espantoso del infierno. Pero Jesús y María serán siempre el apoyo de mi confianza.” El dramatismo y la lucha enfrentan a los esfuerzos espantosos del mal contra las fuerzas y el apoyo de Jesús y María. Se trata de dos realidades con fines contrarios y, por tanto, irreconciliables. A nosotros se nos pide acoger las bendiciones y ser perseverantes en los sufrimientos. El hermano Roger de Taizé, ante el carisma de unidad que vivió, comprendió muy bien el antagonismo del que hablamos: - “El misterio del bien se opone al misterio del mal, y aunque los poderes de las tinieblas parecen prevalecer, el creyente sabe que el mal y la muerte no tienen la última palabra.”

LAS PURIFICACIONES OBRADAS EN MARCELINO DURANTE LA NOCHE OSCURA La aparente ausencia de Dios en esta fase de la vida de Marcelino no sirvió para purificar su fe y producir en el santo una maravillosa transformación. Sólo después de un largo tiempo podemos reconocer que lo que parecía una derrota dolorosa y cruel, era, en realidad, una bendición singular de Dios. San Juan de la Cruz, aludiendo a este tiempo de experiencias, dice: - “Cómo sabe él tan sabia y hermosamente SACAR DE LOS MALES BIENES…” No se trata de buscar responsables, y menos culpables, de las circunstancias que rodearon estos momentos de Marcelino. La condición humana es limitada y de ahí nacen las fuerzas destructivas presentes en el mundo. Éstas atacan con frecuencia nuestra fe, sobre todo, en los santos que están a la vanguardia intentando construir el Reino de Dios. La primera purificación a la que fue sometido Marcelino fue su LIMITACIÓN FÍSICA. Una parte de su apostolado la había basado en trabajar más, en llegar físicamente más allá que los demás. No es casualidad que las anécdotas de proezas físicas que recogen

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sus testigos sean anteriores a 1826. Su salud nunca volvió a ser lo que fue. Por eso, desde entonces no pudo volver a sus hazañas. Las cartas que nos quedan aluden con frecuencia a malestar o problemas de salud. Los catorce años restantes de su vida estuvieron marcados por la enfermedad. Se acabaron las grandes obras para llegar a la santidad. La transformación que vivió consistió en encontrar, en la debilidad de sus fuerzas, un modo nuevo de corresponder a la gracia y aceptar el amor incondicional de Dios, que se manifiesta también en la limitación. Veamos un ejemplo: - “Una indisposición, que tal vez no será muy grave, me impide continuar el camino y me obliga a regresar. Dios sea mil veces bendito.” Ante la enfermedad que le impide viajar, se dirige a Dios para alabarle de manera generosa: “mil veces bendito”. Su sucesor, el hermano Francisco, fiel exponente de su espiritualidad, en el retiro de preparación a su profesión perpetua se siente llamado a vivir el seguimiento a partir de las cosas ordinarias para mayor gloria de Dios. Desde estas pequeñas obras también se puede alcanzar la santidad: 116

[17] Dios no me pide cosas extraordinarias, pero si quiere que haga con mucha exactitud, fervor y constancia las cosas comunes y ordinarias que, por este medio, adquirirán un gran valor ante él, por J.C. uniéndolas a todo lo que hacen y harán todos los santos en toda la iglesia por la gloria de Dios y la salvación de las almas”. La segunda purificación obrada en Marcelino fue una nueva CONCIENCIA DE SÍ MISMO. En la noche oscura encontrará nuevas respuestas sobre el papel y el significado de lo que su misión representa. Él unía su llamada como fundador al liderato de Courveille en la Sociedad de María, al que todos habían considerado como su primer inspirador. Sin embargo, ahora quedaba definitivamente descartado para esa misión. Él aprendió mucho de esta historia desconcertante. El hombre, con sus resistencias, condiciona los planes de Dios. Marcelino aprendió que el único líder es Dios, las personas somos sólo sus instrumentos. Cuando el líder no es instrumento deja de serlo. Hablando de su experiencia como fundadora, Chiara Lubich dibuja una imagen del trabajo de Dios en el sujeto, que puede iluminarnos en esta noche que sufrió Marcelino, ya que los dos fueron llamados a fundar una nueva obra en la Iglesia. Las pruebas, para los fundadores, se convierten en un modo extraordinario de purificación y les dan una nueva conciencia de sí mismos: - “Y mientras el instrumento se mueve en las manos de Dios, Él lo forma a través de mil y mil expedientes dolorosos y gozosos. Así lo hace cada vez más idóneo para el trabajo que debe desarrollar, hasta que, habiendo adquirido un profundo conocimiento de sí mismo y cierta intuición de Dios, pueda decir con verdadera convicción: yo no soy nada, Dios es todo”. Esta nueva conciencia de sí mismo, de no ser nada, de ser sólo un instrumento, Marcelino la adquirió al comprobar la multitud de sus esfuerzos anteriores. Poco a poco el santo se sitúa en una nueva conciencia de la que habla Chiara. - “Porque nosotros que estuvimos en los comienzos somos las PIEDRAS TOSCAS que se echan en los cimientos: no se usan las piedras pulidas para eso”. Marcelino que entiende mucho de construcciones y piedras se llama a sí mismo piedra


tosca. Es decir, esta piedra que no puede utilizarse para las fachadas, por lo imperfectas que son. Su misión está en los cimientos sosteniendo la obra desde los inicios, haciendo de base de todo el edificio. Tiene su misión en los momentos oscuros y de anonimato de la construcción de la nueva congregación. Marcelino se considera esa piedra que no se pone para ser vista a los ojos de los hombres para adornar y hacer crecer. Ellas pueden llevarse la admiración y la alabanza.

La tercera purificación se realizó en el DESAPEGO A LAS PERSONAS. Marcelino de carácter apasionado, es particularmente emotivo y de fuerte personalidad lo que le da un liderazgo indiscutible. Mantiene una gran fidelidad a las personas. Precisamente por este carácter sociable y de cierto apego a las relaciones le costó tiempo adquirir un nuevo tipo de relación que intuyó en estos momentos de soledad. Vuelve a ser el hermano Francisco, hábil para anotar detalles que a otros se les escapan, el que nos descubrirá una vivencia profundamente humana que sintió en estas circunstancias críticas: - “El P. Champagnat decía que cuando uno está abandonado por la mayoría de sus amigos, los que vienen a verle le causan una gran alegría dando pruebas de este modo de su sincero afecto hacia él.” La cita hace referencia a los hechos de esta época en que, hasta los que estimaban su obra les de qué pensar y se mantienen lejos. Por eso se tiene una alegría mayor al constatar la diferencia entre amigos y amigos. Los mejores son los que están cuando más lo necesitas. Para referirse a este modo nuevo de relacionarse con los demás utilizará el término “desapego”, implica tener un afecto libre y desprendido de los otros. El amor a Cristo purifica el amor a las personas colocándolo en su sitio. Se sigue armando, pero sin apegos; es decir con un amor fraterno. Marcelino lo expresa de este modo: - “Trabajar cada día en despegar nuestro corazón de las criaturas para entregarlo a Jesús y a María.”

LA NOCHE OSCURA ESCLARECE LA VERDAD DE CADA UNO Las cosas ponen a prueba a los que sufren y coloca a cada uno en su lugar. La perseverancia en los momentos decisivos se convierte en elemento que define a la persona y le da su identidad. Así ocurrió con Marcelino. Uno de los que mejor le conoció fue su confesor al morir, en el retrato que quiso plasmar de él, la evocación a este año se hizo inevitable. El P. Champagnat tuvo sus pruebas; yo las conocía bien. Sin embargo, él continuaba de frente con su obra con el valor de siempre, caminando con un corazón libre en medio de un sin número de vicisitudes [y es que él] apuntaba por encima de esos intereses personales y no soñaba sino en trabajar por Dios y para Dios solo. Uno de los grandes merecimientos de este sacerdote era SU PACIENCIA en las dificultades y SU SILENCIO en los momentos de prueba. Duplay refleja a la perfección la imagen que Marcelino dio de sí mismo en este tiempo

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difícil. Ninguno de los testigos recoge una salida de tono o una impaciencia de nuestro personaje. Mientras que la gente, incluso los más allegados le dieron la espalda, él caminó en silencio con un corazón libre en medio de las tribulaciones. ¿Por qué? Porque su mirada apuntaba más allá de los sucesos: miraba la gloria de Dios. Estas características destacadas por Duplay en la vivencia de la crisis se repiten entre los testimonios que conservamos: - “Tuvo que sufrir rudas pruebas, pero las supo soportar con admirable paciencia. Se le hizo pasar como un hombre de carencia de talentos que había perdido la razón”. Esta experiencia de Dios enmarcada en la noche oscura, configuró una buena parte de su vida. En el TESTAMENTO espiritual dejó a los continuadores de su carisma una enseñanza de cómo vivir en momentos de prueba. Fue el último consejo del que había dado ejemplo durante muchos años de su vida. “HAY PRUEBAS (que superar) para vivir como un buen religioso, pero la gracia lo suaviza todo. Jesús y María les ayudarán además la vida es muy leve y la eternidad no tendrá fin”. 118

Las palabras finales de Marcelino recogen este equilibrio entre pruebas y gracia. La vida requiere luchar frente a las adversidades, pero la gracia y la ayuda de Jesús y María son una garantía. En medio de las pruebas, la nota de sabiduría está en pensar que serán breves, frente a la sugestión que ellas nos dan de que serán duraderas.

LA VIVENCIA DEL LEMA EN LA NOCHE OSCURA En la noche oscura la gloria de Dios se transforma en la oscuridad de Dios, en la ausencia de Él. Dios está, pero no se le ve. Está cercano, pero parece lejano. El sufrimiento anula la visión de la gloria de Dios como le sucede a Cristo en la pasión donde su divinidad se esconde. Sólo más tarde, con la salida de la noche se podrá ver lo fructífero que ha sido para la gloria de Dios el haber soportado las tinieblas con esperanza. En la noche oscura de mayor gloria de Dios por las que se hacen las buenas acciones no se ve y aparece el escándalo de las malas acciones. En esta noche se vivencia la traición provocada por aquellos a los que se les tenía puesta la confianza. No resaltan las buenas acciones sino las infidelidades. La gente al mirar a Marcelino y su obra no aprecia la gloria de Dios sino sus fallos y los de sus colaboradores. Lo que se había hecho con buena intención es percibido de un modo distorsionado por el entorno. En la noche oscura no se pueden tomar nuevas decisiones. El discernimiento queda inutilizado porque en momentos de desolación lo mejor es “no hacer mudanza”. La voluntad de Dios se esconde, no se manifiesta. A Marcelino le resta, como virtud fundamental de estos momentos, la paciencia y el silencio. Estamos en el momento de resistir y no de emprender.


ANEXO 10 - A «LOS DIFERENTES CAMINOS DE LOS DISCÍPULOS DE JESÚS» “Seguir” a Jesús, era un término acorde al sistema educativo de la época. Era usado para indicar la relación entre discípulo y maestro, relación diferente a la que se da hoy en día entre alumno y docente. Los alumnos asisten a clases de un profesor, pero no conviven con él. Los discípulos “siguen” al maestro compartiendo su cotidianeidad. A los treinta años de edad, Jesús ya era Maestro. Reúne discípulos y discípulas para formar comunidad con ellos. Todos ellos “siguen” a Jesús, formando grupos alrededor de Él: - Un núcleo cercano de doce, como las tribus de Israel (incluso de acuerdo a las necesidades del momento, Jesús forma grupos menores dentro de estos doce, por ejemplo cuando llama a Pedro, Santiago y Juan para momentos de oración). - Una comunidad más amplia de hombres y mujeres. 119

- Un grupo mayor de setenta y dos. - Las multitudes que se reúnen a su alrededor para escuchar su mensaje. Vamos a profundizar en algunos de los discípulos y discípulas de Jesús, recuperando qué pistas nos regalan sus experiencias de encuentro con Jesús para repensar nuestra propia experiencia de discipulado. PERSONAJES

¿QUIÉN ES?

PEDRO

Persona generosa y entusiasta. Desde un comienzo se siente invitado a dejar las redes y seguir a Jesús en todo el camino. Se siente convocado a continuar con la transmisión de la experiencia de Jesús hasta su muerte.

ANDRÉS

Persona práctica. Fue el que encontró al joven con los cinco panes y los dos pescados (Jn 6, 8-9). A él se dirige Felipe para que ayude a los griegos que querían ver a Jesús (Jn 12, 20-22). Una persona activa y de corazón solidario.

TOMÁS

Era una persona racional y terca. Capaz de mantener su opinión durante una semana entera contra el testimonio de todos los demás. Necesitaba ver a Jesús, tener una experiencia de confirmación personal, para poder creer en Él.

NICODEMO

Era miembro del Sanedrín, Tribunal Supremo de la época. Era un personaje importante. Aceptó el mensaje de Jesús pero no tuvo el coraje de manifestarlo públicamente. Aparece en muy pocas ocasiones, generalmente de noche.

MARÍA MAGDALENA

¿QUÉ PISTAS NOS REGALA SU CAMINO?

Nació en Magdala (de allí proviene su apellido). Jesús la curó de una enfermedad (Lc. 8,2). Fue una fiel seguidora de Jesús y lo acompañó en su camino hasta la cruz.

JOSÉ DE ARIMATEA MARTA MAGDALENA

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ANEXO 10 - B HACERSE DISCÍPULO (Adaptación sobre un texto de Dolores Aleixandre) A continuación, te invitamos a leer los testimonios de diferentes personas que, en algún momento de su vida, se encontraron con Jesús. Estos relatos no son históricos. Son relatos adaptados de un texto escrito por una teóloga llamada Dolores Aleixandre. Ella se permitió “imaginar” cómo habría sido el momento de encuentro de diferentes personas que aparecen en el Evangelio con Jesús. Te invitamos, entones, a que puedas leer estos relatos desde esa misma clave: imaginando. Tratá de leer cada palabra con detenimiento e ir imaginándola… es un primer ejercicio de acercarnos al Evangelio como si fuera un fragmento de la película que vimos hace unos instantes. 120

Encontrarás el nombre del personaje elegido y la cita del Evangelio en la cual aparece mencionado. Te recomendamos, entonces, que en primera instancia puedas leer el relato del Evangelio para luego leer la narración que sigue. ¡Buena suerte!

TOMÁS, EL MELLIZO Para saber quién es Tomás, te invitamos a leer el relato del Evangelio de Jn. 20, 24-29. Luego de leerlo, pasa al siguiente relato… Seguí a Jesús por una extraña vida sin domicilio fijo… como un pájaro sin nido. Y todo fue muy bien hasta que lo escuché proclamar sus insólitas declaraciones de felicidad. Y hubo algo dentro de mí, algo escéptico y decreído, que comenzó a decirme de no continuar. No sé cómo logré superar mi crisis en aquel primero momento, pero pronto se presentaron otras. Allí volvió a aparecer de nuevo ese “mellizo”… ese “otro yo” que vivía en mi interior. Todo lo que había abandonado al día siguiente en que escuché la invitación de Jesús, de pronto tenía mucho atractivo, y mi decisión de irme con él comenzó a parecerme fruto de un espejismo engañoso. La incertidumbre y las preguntas me enredaron mucho tiempo y me sentí como un caminante detenido por una barrera de espinos… ¿cómo pude entregar mi fe a este galileo de origen oscuro, de quien no sé nada, y que no me ofrece más que un futuro incierto? Me separé, entonces, del grupo; pero al tiempo regresé Todas mis rupturas interiores se curaban al lado de Jesús. Volví cabizbajo y sombrío, esperando sus reproches. Pero Él se sentó a mi lado en la cena, me ofreció un trozo de pan y me dijo con amistosa cercanía “Tomás, cuéntame lo que te ocurrió en Betsaida”. El Tomás creyente que hay en mí volvió a despertar con fuerza y decidí que ya solo deseaba caminar junto a él hasta el final de mis días, unido a su mismo yugo y corriendo su misma suerte. Por eso llegué a decir a los otros, cuando subíamos a Jerusalem, sabiendo que la amenaza de


muerte estaba cerca: “Vamos nosotros también… si es necesario, moriremos con Él”.

LA PECADORA QUE UNGIÓ A JESÚS Para saber quién es esta mujer, lee el Evangelio de Lc. 7, 36-50 Luego de leerlo, pasa al siguiente relato… Yo sé que todos conocen los rumores que circulan sobre mi pasado. También imagino que, aunque no hayan estado allí saben lo que ocurrió aquel día en casa de Simón, el Fariseo. Pero lo que no saben y nunca revelaré a nadie es el secreto del día en que nací de nuevo; aunque todos deben notar en mis ojos el brillo que aparece cuando alguien nombra a Jesús. Yo vivía fragmentada en mi interior… como si no pudiera ser yo misma. El encuentro con Jesús fue, para mí, el momento en el que mi vida empezó a pertenecerme y en el que conseguí firmeza y seguridad. Sentí que por fin podía existir sin más, sin que el peso del juicio de otros me aplastara, sin que mis propios temores me tuvieran encadenada. Todo comenzó un sábado cuando, al pasar cerca de la sinagoga, oí los comentarios escandalizados de un grupo de fariseos: “¡Este Jesús dijo que las prostitutas estarán antes que nosotros en el Reino de los cielos!”. Al verme, uno de ellos escupió con desprecio mientras yo sonreía con amargura al reconocer que era uno de mis clientes. Pero eso no importaba tanto en ese momento… ¿quién sería este Jesús? Un día me sumé a la multitud que se dirigía a Galilea para escucharlo. Muchos me miraban y cuchi-cheaban entre ellos… por eso tuve que sentarme sola, lejos de todos. Lo vi llegar con su grupo de amigos y se sentó muy cerca de donde yo estaba. Dirigiéndose a la gente empezó a decir “Sean compasivos… no juzguen y no serán juzgados… no condenen y no serán condenados… perdonen y serán perdonados”. Me sentí mirada como nunca antes lo había hecho. Sin juicio, sin desprecio, sin codicia. Volví a mi casa renovada. Corté relaciones, rompí viejas costumbres y tomé la decisión de ir a su encuentro… necesitaba agradecerle el milagro que su palabra de perdón había creado en mí. Supe que Simón, el Fariseo, celebraba una cena en su casa y que Jesús estaba entre los invitados. Sabía que mi presencia allí iba a escandalizarlos, pero me presenté con mi frasco de perfume y aprovechando una distracción de los criados entré en la sala del banquete. Me situé detrás de donde estaba Jesús y ante el estupor de los invitados derramé sobre sus pies el perfume mezclado con mis lágrimas… lo fui secando con mis cabellos. Sentí las miradas reprobadoras de todos pero solo había una que me importaba: la de Jesús… y yo sabía que Él, que compartía mi secreto estaba leyendo el agradecimiento que encerraba mi gesto. Escuché las palabras que Jesús dijo luego y me convencí de que era yo quien tenía mayor capacidad de amar. Mi deuda era inmensa. El Maestro me había puesto de pie y había hecho de mi una mujer nueva.

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LEVÍ, EL DE ALFEO Para saber quién es Leví, te proponemos leer el Evangelio Mc. 2, 13-14 Luego de leerlo, pasa al siguiente relato… Cuando lo vi parado delante de la mesa donde cobraba los impuestos aún no sabía nada de Él. Por eso quedé asombrado al sentir que un desconocido me miraba con franqueza y cordialidad, sin reproches ni juicios… “Leví, te necesito, vente conmigo”, me dijo. A pesar de mi estupor, una fuerza misteriosa me empujó a levantarme de mi mesa para irme con Él y proponerle cenar en mi casa. Debo confesar que tuve miedo de que se negara a compartir la cena conmigo, pero enseguida me di cuenta de que para Jesús no parecía contar ni una sola de las separaciones que existen entre los seres humanos.

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A lo largo de la cena lo vi participando y hablando conmigo y con mis amigos. Pero sentíamos algo que nos alegraba mucho más que la cena o el vino: estar allí, alrededor de Jesús, hacía caer el peso del “personaje” que teníamos que cumplir todos los días, y empezábamos a experimentar la libertad de no estar atados a ninguna jerarquía social, religiosa ni económica, ni a normas de pureza o de legalidad. Era como si Él estuviera convencido de que esa comunidad de mesa podía romper las divisiones que nos separaban a unos de otros. En la sobremesa se puso a contar la historia de un hombre que tenía cien ovejas y, al contarlas por la noche, se dio cuenta de que se le había perdido una. Se echó al monte bajo la lluvia para buscarla y recorrió muchas leguas sin dar con ella. Casi de madrugada escuchó un balido en el fondo de un barranco; bajó a toda prisa, la cargó en sus hombros y lleno de felicidad convocó a todos sus vecinos para celebrar que había encontrado la oveja que se le había perdido. Uno de los comensales, que conocía la historia le dijo: “Te olvidaste de contar que la oveja perdida era la mejor del rebaño… por eso la quería tanto el pastor”; pero Jesús le respondió “No, he cambiado la historia porque las cosas con Dios no son así… Para Él nadie necesita estar cargado de méritos ni de cuali-dades para ser querido”. Estaba hablando justo al revés de lo que había escuchado toda mi vida. Nos dimos cuenta, rápidamente, que estábamos ante otra manera de interpretar el mundo, la ley, las tradiciones, la relación con Dios, y el futuro de nuestro pueblo. Todo estaba cambiando vertiginosamente y el centro de la espiral era aquella mesa en la que un grupo de personas que estábamos perdidas, empezábamos a darnos cuenta de que habíamos sido encontradas.

NICODEMO, EL FARISEO Para saber quién es Nicodemo, te proponemos leer el Evangelio Jn. 3, 1-21 Luego de leerlo, pasa al siguiente relato… Si existe algo de lo que me he sentido siempre orgulloso es de mi condición de fariseo. Mi padre me envió a estudiar para convertirme en un especialista de la Ley. Estaba convencido de que la sabiduría me daría una influencia y un prestigio que nunca


encontraría por otros caminos. He pasado toda mi juventud estudiando Escrituras y sometido a una dura disciplina; pero me fascina el conocimiento y nunca me he arre-pentido del esfuerzo invertido en alcanzarlo. Siempre quise estar cerca de aquellos de los que pensaba que podían enriquecerme con su sabidu-ría. Por eso me dirigí a aquel rabí del que todos hablaban con el deseo de mantener una conversación que me ayudara a aumentar mis conocimientos. Respetuosamente lo llamé “maestro” y le dije que reconocía en Él una prudencia que debía proceder del Altísimo. Pero en vez de lo que esperaba escuchar (una instrucción, una pregunta, un consejo…), lo que me dijo me dejó desconcertado: “Nicodemo, no intentes seguir añadiendo saberes…¡Atrévete a nacer de nuevo!”. Cuando conseguí recuperarme de mi sorpresa, le respondí de manera defensiva… le pregunté con ironía si él tenía el secreto de cómo volver al vientre materno cuando uno ya es adulto. Y me dijo que eso era cosa del Espíritu. Y aunque siguió hablando, yo ya no lo escuchaba… estaba confundido… perplejo. A partir de entonces esa sensación de confusión y perplejidad sigue acompañándome, y tengo la sensación de que lo que realmente deseo es ese nuevo nacimiento. Hasta que lo conocí a Jesús no hice más que acumular enseñanzas que ahora pesan sobre mí como una carga agobiante. Todo lo que sabía no me sirve para este nuevo desafío. A veces intento huir y refugiarme en mis antiguas costumbres; otras me siento llamado a dejar atrás todos los caminos ya frecuentados. El vértigo se apoderó de mi, y mis seguridades y saberes comienzan a parecerme inservibles. La vida que quiero no está vinculada a leyes, reglamentos, templos, ritos, edificios o costumbres; sino a esa otra manera de vivir que me propone Jesús. Su palabra da vueltas en mi y me debato entre retornar al mundo ya conocido de mis certezas sacadas de los libros o entrar en esa nueva vida que se respira junto a Él. ¿Estaré aún a tiempo de ese nuevo nacimiento?

SANTIAGO, EL HIJO DEL TRUENO Para saber quién es Santiago, te proponemos leer el Evangelio Mc. 1, 21-38. Luego de leerlo, pasa al siguiente relato… Aquel primer día que pasamos con él fue decisivo y eso que ninguno de nosotros sabía bien en qué extraña aventura nos estábamos embarcando cuando dejamos todo lo que teníamos. Muchas veces hemos comentado entre nosotros qué poder de atracción ejerció con nosotros aquel desconocido, para que la casa, la barca y todo lo que constituía nuestra vida hasta ese momento fueran incapaces de retenernos. Comenzamos junto a Él una extraña vida itinerante, aunque no éramos capaces de comprender muchas de sus costumbres y afirmaciones. Un día dijo: “Les aseguro… a todos los desposeídos, humillados y sometidos, Dios va a darles la tierra en herencia…”. Nos quedamos perplejos, sin entender. Yo simpatizo abiertamente con el grupo revolucionario de la sociedad, los zelotes… por esta razón me entusiasmé. Los más próximos a mis posturas argumentaban que la transformación era necesaria, y repro

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chaban a los demás una actitud pasiva que dejaba todo como estaba. Unos y otros defendíamos nuestras posturas, aferrados a nuestras ideas sobre la paz y los medios para alcanzarla. Mientras seguíamos discutiendo, Pedro y Andrés habían arrimado la barca a la orilla y sacado los peces que traían para la cena. Jesús se había levantado sin decir una palabra, había tomado los peces y se había puesto a preparar el fuego para asarlos. Nos sentamos a cenar, y como si nada hubiera ocurrido, nos invitó a mirar cómo el fuego se había apoderado de los palos secos de forma tal que ya era imposible separarlos. Era algo así lo que Dios quería de nosotros, dijo. Siguió hablando mucho rato y en aquel anochecer a la orilla del lago, en torno a unas brasas aún encendidas, supimos que teníamos que arrojar en ellas nuestra agresividad y nuestro rencor.

EL JOVEN RICO 124

Para saber quién es el joven rico, te proponemos leer el Evangelio Mc. 10, 17-22 Luego de leerlo, pasa al siguiente relato… Vanias, mi administrador, acaba de comunicarme con satisfacción que la última cosecha de vino ha sido estupenda, y que tenemos comerciantes de Antioquía dispuestos a comprarla a un precio más alto de lo que esperábamos. Por otra parte, el negocio de pieles que heredé de mi padre es cada día más floreciente y todos me felicitan por ello. Soy consciente de que mi posición económica provoca cierta envidia, pero no termino de ser feliz con eso. Hubo un momento en mi juventud en que viví inquieto y en búsqueda: como hijo de fariseo, estaba habituado desde niño a cumplir rigurosamente la ley; pero no lograba comprender cómo un Dios que me había sido presentado como bondadoso, exigía solamente un aburrido cumplimiento de normas y leyes. Soñaba con una vida plena y libre, pero cuando preguntaba a algún rabí, sus consejos me implicaban siempre hacer algo más y esmerarme en el cumplimiento de los mandatos. Como la fama de Jesús se había extendido por toda Judea, decidí acudir a él buscando, una vez más, consejo y orientación. Me dijeron que estaba saliendo de la ciudad, al parecer en dirección a Jerusalem, y eché a correr hasta alcanzar al grupo con el que caminaba. Cuando me vio llegar se detuvo: yo me puse de rodillas como señal de respeto. “¿Qué tengo que hacer para conseguir la vida eterna?”, le pregunté mirándolo a los ojos. Y aunque sentí en el acto una corriente de afecto, su respuesta me decepcionó mucho… era la misma que había escuchado cientos de veces. Sin embargo, algo me hizo intuir que no era eso lo que quería decirme, y ante mi insistencia me hizo una extraña propuesta: “Vende cuanto tengas y dáselo a los pobres… después vente conmigo”. Se apoderó de mí el estupor y me sentí como un corredor que, de pronto, se encuentra al borde de un abismo: ¿dejar atrás la seguridad de lo que tengo para emprender la aventura incierta de irme con alguien que no tiene ni siquiera un domicilio fijo?, ¿atreverme a creer una palabra que afirmaba que la vida plena, feliz y desbordante


estaba más en el dejar que en el poseer? Me estaba pidiendo que renunciara no solo a mis posesiones materiales, sino también a todo aquello que hasta ese momento constituía mi seguridad y mi riqueza…. y sentí miedo. Sus discípulos eran gente ruda y sencilla, con ropa descuidada y sandalias polvorientas. Recordé las comodidades de mi hogar, las tierras que tenía y el respeto que todo esto me otorgaba. Me puse de pie lentamente, evitando mirarlo, y me alejé despacio, consciente de que sus ojos continuaban fijos en mí. Desde aquel momento no ha habido hora, ni día, ni año en que no me haya arrepentido de ello. Vivo sin carecer de nada, pero me falta alegría. Soy alguien a quien se considera y se consulta, pero daría mi vida por haberme hecho discípulo de aquel Maestro que me habló desde otra sabiduría. El dinero y el poder se han convertido en ataduras, tan fuertes que han ahogado mis sueños y me han encerrado dentro de unas vallas que me impiden caminar libre de trabas. Y ya nunca me abandonarán la nostalgia y la añoranza por no haber confiado en la promesa de vida que me ofreció aquel galileo itinerante que un día se cruzó en mi camino.

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ANEXO 11 «CON MARÍA COMO MODELO » - Como María de la Anunciación (Lucas 1, 26 -38), estamos abiertos a la acción de Dios en nuestras vidas. A pesar de nuestras dudas y miedos, aceptamos su invitación a participar en la labor de proclamar la Buena Noticia. En este tiempo de autosuficiencia, hacemos sitio a Dios. - Como María de la Visitación (Lucas 1, 39- 45), salimos de nuestro encuentro con el Señor llenos de fe y esperanza. Vamos al encuentro de los jóvenes allí donde nos necesitan, ofreciéndoles nuestra amistad. En este tiempo de individualismo, ponemos primero a los demás. 126

- Como María del Magnificat (Lucas 1, 46 - 55), alabamos al Señor por el don de la vida. En este tiempo de ética ambiental, nos ponemos del lado de los pequeños. - Como María de Belén (Lucas 2, 1-20), hacemos que Jesús nazca en el corazón de los demás. Estamos dispuestos a trabajar por ello en los lugares más inhóspitos. En este tiempo de consumismo, nos conformamos con poco. - Como María de Nazaret (Lucas 2, 39-52), atendemos, orientamos y cuidados de los jóvenes, haciendo crecer en ellos el conocimiento y el amor de Dios que actúa en sus vidas, y en el respeto por todo lo que Él ha creado. Como María, los aceptamos tal como son, incluso cuando no entendemos del todo sus actitudes. En este tiempo de gratificación personal, ofrecemos amor con generosidad. - Como María de Caná (Lucas 2, 1-11), somos sensibles a las necesidades de los demás. Invitamos a los jóvenes a hacer lo que Jesús quiere que hagamos. En este tiempo en que reina el egocentrismo, nos preocupamos por los demás. - Como María del Calvario (Juan 19, 25-27), reconocemos a Jesús en el rostro de los que sufren, padecemos con ellos con corazón de madre, y creemos en ellos con pasión de madre. En este tiempo en que la esperanza lucha contra la desesperanza, nosotros nos mantenemos al lado de los que están sufriendo, o mueren. - Como María del Cenáculo (Hechos 1, 12; 2, 4), construimos comunidad en torno nuestro. En este tiempo de desorientación espiritual, creemos en una Iglesia nueva, llena del Espíritu Santo.


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María de Nazaret. Fuiste madre, mujer y discípula. Desde muy temprano fuiste enseñando a Jesús a tener un corazón sincero, abierto, y con lugar para que quepan todos los varones y mujeres del mundo. Tu forma de mirar el mundo, y de anunciar la Buena Noticia, inspiraron a Marcelino, que intentó imitar tus virtudes para dar a conocer a Jesús y hacerlo amar. Te pedimos, Buena Madre, que guardes en tu corazón los nombres de estas

ORACIÓN A NUESTRA BUENA MADRE

personas a las que queremos. Sabemos que ellos necesitan de tu fortaleza, y tu ternura. Te pedimos, también, que nos ayudes a nosotros a estar cada vez más atentos a lo que el mundo nos está pidiendo, para dar respuestas sinceras y efectivas. Que aprendamos a guardar en nuestro corazón lo que vemos y vivimos, que despleguemos nuestra ternura y cercanía con aquellos que lo necesitan y que seamos cada vez más inquietos en nuestra manera de salir al encuentro de los demás. Te lo pedimos a vos, María, nuestra Buena Madre, Amén.

• Preparar algún lugar que nos sirva para este espacio de encuentro y oración. Sería importante ubicar la imagen de María sobre algún mantel o tapete, encender la vela y cuidar que no haya alrededor elementos que puedan distraernos (radio, TV, etc). • Los invitamos a elegir algún relato del Evangelio en el que aparezca María, y quedarse, como familia, con alguna frase que por alguna razón nos parezca significativa.Podemos, también, dialogar algunos minutos acerca de lo que nos haya llamado la atención de este relato. • Luego los invitamos a escribir en un papel el nombre de alguna persona que nos parezca que en este tiempo está necesitando especialmente que María lo guarde en su corazón. • Dejamos estos nombres a los pies de la imagen de María, y rezamos juntos la “Oración a nuestra Buena Madre” • Se puede finalizar con alguna canción referida a María.

Queremos invitarlos a que, como familia, puedan tener un pequeño espacio de encuentro y oración este 15 de Agosto. Será un momento sencillo pero profundo. Para poder llevarlo a cabo, tendremos que contar con alguna imagen de María (no importa si es una estatua, una lámina, una tarjeta), una vela, lapiceras y hojas en blanco, y un Evangelio. Luego, los invitamos a seguir los pasos que se mencionan a continuación.

UN MOMENTO DE ENCUENTRO Y ORACIÓN .................................

Nuestro nombre de MARISTAS, fue dado por el Fundador de los Hermanos Maristas, Marcelino Champagnat. Este nombre, significa “de María”, y de este modo, Marcelino quiso expresar que toda su obrase había inspirado en María. Por eso también para nosotros, los maristas, es María quien nos inspira en nuestra forma de ser y de actuar: como ella, compañera de camino que conoce las satisfacciones y dificultades de la vida de todo hombre y mujer, escuchamos atentamente a Dios, somos sensibles a las necesidades de los demás, llevamos una vida sobria, servicial y laboriosa y establecemos relaciones sencillas y transparentes con Dios.

El día 15 de Agosto celebramos la Fiesta Patronal del Instituto Marista.

María estuvo al lado de Marcelino en los primeros días de la vida marista; ella estuvo al lado de nuestros hermanos durante la crisis de 1903; y, con sólo pedírselo, ella estará a nuestro lado en estos omentos, como guía y compañera.

Fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen María

15 de agosto


MARÍA EN LOS EVANGELIOS ........................................................................

No es casual que Marcelino haya elegido a María como su inspiración para crear al Instituto. Él formaba parte de un grupo de seminaristas que, poco tiempo después de finalizada la Revolución Francesa y una vez ordenados sacerdotes,se deciden a fundar lo que llamarán la “Sociedad de María” conformada por sacerdotes, hermanos y hermanas. Tenían la intención de ser sacerdotes misioneros y pasar por los pueblos para llevar la buena noticia de Jesús, en una Francia aún golpeada por las consecuencias de la guerra. Marcelino, como miembro de este grupo, insistirá en formar hermanos catequistas para acompañar la educación cristiana de los niños.

ALGO DE HISTORIA: MARCELINO Y SU DEVOCIÓN A MARÍA

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Instalado ya en la Parroquia del pueblito de La Valla, Marcelino muy sensibilizado por el abandono en que vivían los niños y jóvenes del lugar. Luego de acompañar a un joven que se encontraba cerca de la muerte y no conocía nada sobre Dios, se decide a concretar su proyecto reuniendo a un grupo pequeño de jóvenespara formarlos como maestros y catequistas. Nacía así, un frío 2 de enero de 1817, su tan querida y soñada obra a la que denominó inicia su proyecto tan este grupo de Hermanos educadores. Como venía poniendo todo su trabajo en manos de la Buena Madre, decidió que esta sociedad tuviera el nombre de“Pequeños Hermanos de María”. María fue, desde entonces, la Buena Madre que los acompañaría, iluminaría y asistiría en su tarea como Hermanos Educadores de aquellos niños y jóvenes tan necesitados de formación humana y espiritual. Hoy, a casi 200 años de aquel humilde inicio en Francia, María y Marcelino siguen inspirando y acompañando a hermanos y laicos maristas de todo el mundo en su misión educativa y evangelizadora. Nosotros también desde la Argentina y el Uruguay sentimos la urgencia de acompañar a nuestros pibes y guríses con la misma pasión de los maristas que nos precedieron. Sus textos son fiel reflejo de esta profunda devoción a María que Marcelino tenía. En una de sus cartas, dirigida a un Hermano, Marcelino plantea: “Diga a sus niños que María y Jesús los aman mucho a todos”. Es habitual, también, que las cartas que escribía a sus Hermanos terminaran con un saludo que incluyera a María… “Les dejo a todos en los Sagrados Corazones de Jesús y María. ¡Son tan buenos lugares! ¡Se está tan bien en ellos!”. María se le ofrece a Marcelino como una nueva perspectiva… como modelo de acción. La imitación de María como un pedido de Marcelino es también frecuente en sus escritos y en otros testimonios.

María es madre y discípula de Jesús. Además es mujer sencilla y humilde de pueblo que se abre al misterio de Dios quien transforma su vida al expresar su disponibilidad y apertura. La palabra Evangelio proviene de un vocablo griego, y significa “buena noticia”. Los relatos que aparecen expresados en los Evangelios son, por lo tanto, la “Buena Noticia” de Jesús que sus primeros discípulos querían dar a conocer. En los Evangelios, María aparece mencionada en los momentos claves de la vida de Jesús. Por ello a través de este testimonio de los discípulos de Jesús podemos saber cómo era, qué actitudes tenía, y porqué ha sido tan valiosa para nuestra historia como comunidad creyente:

- María es una mujer profundamente creyente, que acepta la voluntad de Dios en la Anunciación, y que permite que el Espíritu obre en ella.

- Presente y tierna ante su el sufrimiento de su Hijo, permanece fiel junto a la cruz y es aquella en torno a quien siguen reuniéndose los discípulos tras la Pascua de Jesús hasta recibir el Espíritu Santo.

- Es una mujer servicial y atenta a las necesidades de los demás. En Caná de Galilea, cuando los novios se quedaban sin vino para celebrar su boda, fue ella quien alertó a Jesús de la situación.

- Es una mujer de silencio y oración. Cuando Jesús se pierde y es encontrado en el templo, los Evangelios destacan que María “guardaba todo esto en su corazón”.

- María es una mujer de encuentro. Sale en busca de su prima Isabel al saber que estaba embarazada.

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ANEXO 12 PABLO OBISPO, SIERVO DE LOS SIERVOS DE DIOS, JUNTAMENTE CON LOS PADRES DEL CONCILIO PARA PERPETUO RECUERDO

«CONSTITUCIÓN DOGMÁTICA SOBRE LA IGLESIA*» LUMEN GENTIUM CAPÍTULO II

El Pueblo de Dios 9. En todo tiempo y en todo pueblo es grato a Dios quien le teme y practica la justicia (cf. Hch 10,35). Sin embargo, fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo, que le confesara en verdad y le sirviera santamente. Por ello eligió al pueblo de Israel como pueblo suyo, pactó con él una alianza y le instruyó gradualmente, revelándose a Sí mismo y los designios de su voluntad a través de la historia de este pueblo, y santificándolo para Sí. Pero todo esto sucedió como preparación y figura de la alianza nueva y perfecta que había de pactarse en Cristo y de la revelación completa que había de hacerse por el mismo Verbo de Dios hecho carne. «He aquí que llegará el tiempo, dice el Señor, y haré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá... Pondré mi ley en sus entrañas y la escribiré en sus corazones, y seré Dios para ellos y ellos serán mi pueblo... Todos, desde el pequeño al mayor, me conocerán, dice el Señor» (Jr 31,31-34). Ese pacto nuevo, a saber, el Nuevo Testamento en su sangre (cf. 1 Co 11,25), lo estableció Cristo convocando un pueblo de judíos y gentiles, que se unificara no según la carne, sino en el Espíritu, y constituyera el nuevo Pueblo de Dios. Pues quienes creen en Cristo, renacidos no de un germen corruptible, sino de uno incorruptible, mediante la palabra de Dios vivo (cf. 1 P 1,23), no de la carne, sino del agua y del Espíritu Santo (cf. Jn 3,5-6), pasan, finalmente, a constituir «un linaje escogido, sacerdocio regio, nación santa, pueblo de adquisición..., que en un tiempo no era pueblo y ahora es pueblo de Dios» (1 P 2, 9-10). Este pueblo mesiánico tiene por cabeza a Cristo, «que fue entregado por nuestros pecados y resucitó para nuestra salvación» (Rm4,25), y teniendo ahora un nombre que está sobre todo nombre, reina gloriosamente en los cielos. La condición de este pueblo es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios, en cuyos corazones habita el Espíritu Santo como en un templo. Tiene por ley el nuevo mandato de amar como el mismo Cristo nos amó a nosotros (cf. Jn 13,34). Y tiene en último lugar, como fin, el dilatar más y más el reino de Dios, incoado por el mismo Dios en la tierra, hasta que al final de los tiempos El mismo también lo consume, cuando se manifieste Cristo, vida nuestra (cf. Col 3,4), y «la misma criatura sea libertada de la servidumbre de la corrupción para participar en la libertad de los hijos de Dios» (Rm 8,21). Este pueblo mesiánico, por consiguiente, aunque no incluya a todos los hombres actualmente y con frecuencia parezca una grey pequeña, es, sin embargo, para todo el género humano, un germen segurísimo de unidad, de

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esperanza y de salvación. Cristo, que lo instituyó para ser comunión de vida, de caridad y de verdad, se sirve también de él como de instrumento de la redención universal y lo envía a todo el universo como luz del mundo y sal de la tierra (cf. Mt 5,13-16).

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Así como al pueblo de Israel, según la carne, peregrinando por el desierto, se le designa ya como Iglesia (cf. 2 Esd 13,1; Nm 20,4;Dt 23,1 ss), así el nuevo Israel, que caminando en el tiempo presente busca la ciudad futura y perenne (cf. Hb 13,14), también es designado como Iglesia de Cristo (cf. Mt 16,18), porque fue El quien la adquirió con su sangre (cf. Hch 20,28), la llenó de su Espíritu y la dotó de los medios apropiados de unión visible y social. Dios formó una congregación de quienes, creyendo, ven en Jesús al autor de la salvación y el principio de la unidad y de la paz, y la constituyó Iglesia a fin de que fuera para todos y cada uno el sacramento visible de esta unidad salutífera [15]. Debiendo difundirse en todo el mundo, entra, por consiguiente, en la historia de la humanidad, si bien trasciende los tiempos y las fronteras de los pueblos. Caminando, pues, la Iglesia en medio de tentaciones y tribulaciones, se ve confortada con el poder de la gracia de Dios, que le ha sido prometida para que no desfallezca de la fidelidad perfecta por la debilidad de la carne, antes, al contrario, persevere como esposa digna de su Señor y, bajo la acción del Espíritu Santo, no cese de renovarse hasta que por la cruz llegue a aquella luz que no conoce ocaso. 10. Cristo Señor, Pontífice tomado de entre los hombres (cf. Hb 5,1-5), de su nuevo pueblo «hizo... un reino y sacerdotes para Dios, su Padre» (Ap 1,6; cf. 5,9-10). Los bautizados, en efecto, son consagrados por la regeneración y la unción del Espíritu Santo como casa espiritual y sacerdocio santo, para que, por medio de toda obra del hombre cristiano, ofrezcan sacrificios espirituales y anuncien el poder de Aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz (cf. 1 P 2,4-10). Por ello todos los discípulos de Cristo, perseverando en la oración y alabando juntos a Dios (cf. Hch 2,42-47), ofrézcanse a sí mismos como hostia viva, santa y grata a Dios (cf. Rm 12,1) y den testimonio por doquiera de Cristo, y a quienes lo pidan, den también razón de la esperanza de la vida eterna que hay en ellos (cf. 1 P 3,15). El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico, aunque diferentes esencialmente y no sólo en grado, se ordenan, sin embargo, el uno al otro, pues ambos participan a su manera del único sacerdocio de Cristo [16]. El sacerdocio ministerial, por la potestad sagrada de que goza, forma y dirige el pueblo sacerdotal, confecciona el sacrificio eucarístico en la persona de Cristo y lo ofrece en nombre de todo el pueblo a Dios. Los fieles, en cambio, en virtud de su sacerdocio regio, concurren a la ofrenda de la Eucaristía [17] y lo ejercen en la recepción de los sacramentos, en la oración y acción de gracias, mediante el testimonio de una vida santa, en la abnegación y caridad operante. 11. El carácter sagrado y orgánicamente estructurado de la comunidad sacerdotal se actualiza por los sacramentos y por las virtudes. Los fieles, incorporados a la Iglesia por el bautismo, quedan destinados por el carácter al culto de la religión cristiana, y, regenerados como hijos de Dios, están obligados a confesar delante de los hombres la fe que recibieron de Dios mediante la Iglesia [18]. Por el sacramento de la confirmación se vinculan más estrechamente a la Iglesia, se enriquecen con una fuerza especial del Espíritu Santo, y con ello quedan obligados más estrictamente a difundir y defender la


fe, como verdaderos testigos de Cristo, por la palabra juntamente con las obras[19]. Participando del sacrificio eucarístico, fuente y cumbre de toda la vida cristiana, ofrecen a Dios la Víctima divina y se ofrecen a sí mismos juntamente con ella [20]. Y así, sea por la oblación o sea por la sagrada comunión, todos tienen en la celebración litúrgica una parte propia, no confusamente, sino cada uno de modo distinto. Más aún, confortados con el cuerpo de Cristo en la sagrada liturgia eucarística, muestran de un modo concreto la unidad del Pueblo de Dios, significada con propiedad y maravillosamente realizada por este augustísimo sacramento. Quienes se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de la ofensa hecha a El y al mismo tiempo se reconcilian con la Iglesia, a la que hirieron pecando, y que colabora a su conversión con la caridad, con el ejemplo y las oraciones. Con la unción de los enfermos y la oración de los presbíteros, toda la Iglesia encomienda los enfermos al Señor paciente y glorificado, para que los alivie y los salve (cf. St 5,14-16), e incluso les exhorta a que, asociándose voluntariamente a la pasión y muerte de Cristo (cf. Rm 8,17; Col 1,24; 2 Tm 2,11-12; 1 P 4,13), contribuyan así al bien del Pueblo de Dios. A su vez, aquellos de entre los fieles que están sellados con el orden sagrado son destinados a apacentar la Iglesia por la palabra y gracia de Dios, en nombre de Cristo. Finalmente, los cónyuges cristianos, en virtud del sacramento del matrimonio, por el que significan y participan el misterio de unidad y amor fecundo entre Cristo y la Iglesia (cf. Ef 5,32), se ayudan mutuamente a santificarse en la vida conyugal y en la procreación y educación de la prole, y por eso poseen su propio don, dentro del Pueblo de Dios, en su estado y forma de vida [21]. De este consorcio procede la familia, en la que nacen nuevos ciudadanos de la sociedad humana, quienes, por la gracia del Espíritu Santo, quedan constituidos en el bautismo hijos de Dios, que perpetuarán a través del tiempo el Pueblo de Dios. En esta especie de Iglesia doméstica los padres deben ser para sus hijos los primeros predicadores de la fe, mediante la palabra y el ejemplo, y deben fomentar la vocación propia de cada uno, pero con un cuidado especial la vocación sagrada. Todos los fieles, cristianos, de cualquier condición y estado, fortalecidos con tantos y tan poderosos medios de salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre. 12. El Pueblo santo de Dios participa también de la función profética de Cristo, difundiendo su testimonio vivo sobre todo con la vida de fe y caridad y ofreciendo a Dios el sacrificio de alabanza, que es fruto de los labios que confiesan su nombre (cf. Hb 13.15). La totalidad de los fieles, que tienen la unción del Santo (cf. 1 Jn 2,20 y 27), no puede equivocarse cuando cree, y esta prerrogativa peculiar suya la manifiesta mediante el sentido sobrenatural de la fe de todo el pueblo cuando «desde los Obispos hasta los últimos fieles laicos» [22] presta su consentimiento universal en las cosas de fe y costumbres. Con este sentido de la fe, que el Espíritu de verdad suscita y mantiene, el Pueblo de Dios se adhiere indefectiblemente «a la fe confiada de una vez para siempre a los santos» (Judas 3), penetra más profundamente en ella con juicio certero y le da más plena aplicación en la vida, guiado en todo por el sagrado Magisterio, sometiéndose al cual no acepta ya una palabra de hombres, sino la verdadera palabra de Dios (cf. 1 Ts 2,13). Además, el mismo Espíritu Santo no sólo santifica y dirige el Pueblo de Dios mediante

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los sacramentos y los misterios y le adorna con virtudes, sino que también distribuye gracias especiales entre los fieles de cualquier condición, distribuyendo a cada uno según quiere (1 Co 12,11) sus dones, con los que les hace aptos y prontos para ejercer las diversas obras y deberes que sean útiles para la renovación y la mayor edificación de la Iglesia, según aquellas palabras: «A cada uno... se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad» (1 Co 12,7). Estos carismas, tanto los extraordinarios como los más comunes y difundidos, deben ser recibidos con gratitud y consuelo, porque son muy adecuados y útiles a las necesidades de la Iglesia. Los dones extraordinarios no deben pedirse temerariamente ni hay que esperar de ellos con presunción los frutos del trabajo apostólico. Y, además, el juicio de su autenticidad y de su ejercicio razonable pertenece a quienes tienen la autoridad en la Iglesia, a los cuales compete ante todo no sofocar el Espíritu, sino probarlo todo y retener lo que es bueno (cf. 1 Ts 5,12 y 19-21).

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13. Todos los hombres están llamados a formar parte del nuevo Pueblo de Dios. Por lo cual, este pueblo, sin dejar de ser uno y único, debe extenderse a todo el mundo y en todos los tiempos, para así cumplir el designio de la voluntad de Dios, quien en un principio creó una sola naturaleza humana, y a sus hijos, que estaban dispersos, determinó luego congregarlos (cf. Jn 11,52). Para esto envió Dios a su Hijo, a quien constituyó en heredero de todo (cf. Hb 1,2), para que sea Maestro, Rey y Sacerdote de todos, Cabeza del pueblo nuevo y universal de los hijos de Dios. Para esto, finalmente, envió Dios al Espíritu de su Hijo, Señor y Vivificador, quien es para toda la Iglesia y para todos y cada uno de los creyentes el principio de asociación y unidad en la doctrina de los Apóstoles, en la mutua unión, en la fracción del pan y en las oraciones (cf. Hch 2,42 gr.). Así, pues, el único Pueblo de Dios está presente en todas las razas de la tierra, pues de todas ellas reúne sus ciudadanos, y éstos lo son de un reino no terrestre, sino celestial. Todos los fieles dispersos por el orbe comunican con los demás en el Espíritu Santo, y así, «quien habita en Roma sabe que los de la India son miembros suyos» [23]. Y como el reino de Cristo no es de este mundo (cf.Jn 18,36), la Iglesia o el Pueblo de Dios, introduciendo este reino, no disminuye el bien temporal de ningún pueblo; antes, al contrario, fomenta y asume, y al asumirlas, las purifica, fortalece y eleva todas las capacidades y riquezas y costumbres de los pueblos en lo que tienen de bueno. Pues es muy consciente de que ella debe congregar en unión de aquel Rey a quien han sido dadas en herencia todas las naciones (cf. Sal 2,8) y a cuya ciudad ellas traen sus dones y tributos (cf. Sal 71 [72], 10; Is 60,4-7; Ap21,24). Este carácter de universalidad que distingue al Pueblo de Dios es un don del mismo Señor con el que la Iglesia católica tiende, eficaz y perpetuamente, a recapitular toda la humanidad, con todos sus bienes, bajo Cristo Cabeza, en la unidad de su Espíritu [24]. En virtud de esta catolicidad, cada una de las partes colabora con sus dones propios con las restantes partes y con toda la Iglesia, de tal modo que el todo y cada una de las partes aumentan a causa de todos los que mutuamente se comunican y tienden a la plenitud en la unidad. De donde resulta que el Pueblo de Dios no sólo reúne a personas de pueblos diversos, sino que en sí mismo está integrado por diversos órdenes. Hay, en efecto, entre sus miembros una diversidad, sea en cuanto a los oficios, pues algunos desempeñan el ministerio sagrado en bien de sus hermanos, sea en razón de la condición y estado de vida, pues muchos en el estado religioso estimulan con su ejemplo


a los hermanos al tender a la santidad por un camino más estrecho. Además, dentro de la comunión eclesiástica, existen legítimamente Iglesias particulares, que gozan de tradiciones propias, permaneciendo inmutable el primado de la cátedra de Pedro, que preside la asamblea universal de la caridad [25], protege las diferencias legítimas y simultáneamente vela para que las divergencias sirvan a la unidad en vez de dañarla. De aquí se derivan finalmente, entre las diversas partes de la Iglesia, unos vínculos de íntima comunión en lo que respecta a riquezas espirituales, obreros apostólicos y ayudas temporales. Los miembros del Pueblo de Dios son llamados a una comunicación de bienes, y las siguientes palabras del apóstol pueden aplicarse a cada una de las Iglesias: «El don que cada uno ha recibido, póngalo al servicio de los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios» (1 P 4,10). Todos los hombres son llamados a esta unidad católica del Pueblo de Dios, que simboliza y promueve paz universal, y a ella pertenecen o se ordenan de diversos modos, sea los fieles católicos, sea los demás creyentes en Cristo, sea también todos los hombres en general, por la gracia de Dios llamados a la salvación. 14. El sagrado Concilio fija su atención en primer lugar en los fieles católicos. Y enseña, fundado en la Sagrada Escritura y en la Tradición, que esta Iglesia peregrinante es necesaria para la salvación. El único Mediador y camino de salvación es Cristo, quien se hace presente a todos nosotros en su Cuerpo, que es la Iglesia. El mismo, al inculcar con palabras explícitas la necesidad de la fe y el bautismo (cf. Mc 16,16; Jn 3,5), confirmó al mismo tiempo la necesidad de la Iglesia, en la que los hombres entran por el bautismo como por una puerta. Por lo cual no podrían salvarse aquellos hombres que, conociendo que la Iglesia católica fue instituida por Dios a través de Jesucristo como necesaria, sin embargo, se negasen a entrar o a perseverar en ella. A esta sociedad de la Iglesia están incorporados plenamente quienes, poseyendo el Espíritu de Cristo, aceptan la totalidad de su organización y todos los medios de salvación establecidos en ella, y en su cuerpo visible están unidos con Cristo, el cual la rige mediante el Sumo Pontífice y los Obispos, por los vínculos de la profesión de fe, de los sacramentos, del gobierno y comunión eclesiástica. No se salva, sin embargo, aunque esté incorporado a la Iglesia, quien, no perseverando en la caridad, permanece en el seno de la Iglesia «en cuerpo», mas no «en corazón» [26]. Pero no olviden todos los hijos de la Iglesia que su excelente condición no deben atribuirla a los méritos propios, sino a una gracia singular de Cristo, a la que, si no responden con pensamiento, palabra y obra, lejos de salvarse, serán juzgados con mayor severidad [27].

CAPÍTULO IV

Los laicos 30. El santo Concilio, una vez que ha declarado las funciones de la Jerarquía, vuelve gozoso su atención al estado de aquellos fieles cristianos que se llaman laicos. Porque, si todo lo que se ha dicho sobre el Pueblo de Dios se dirige por igual a laicos, religiosos y clérigos, sin embargo, a los laicos, hombres y mujeres, por razón de su condición y misión, les atañen particularmente ciertas cosas, cuyos fundamentos han de ser considerados con mayor cuidado a causa de las especiales circunstancias de nuestro tiempo. Los sagrados Pastores conocen perfectamente cuánto contribuyen los laicos

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al bien de la Iglesia entera. Saben los Pastores que no han sido instituidos por Cristo para asumir por sí solos toda la misión salvífica de la Iglesia en el mundo, sino que su eminente función consiste en apacentar a los fieles y reconocer sus servicios y carismas de tal suerte que todos, a su modo, cooperen unánimemente en la obra común. Pues es necesario que todos, «abrazados a la verdad en todo crezcamos en caridad, llegándonos a Aquel que es nuestra cabeza, Cristo, de quien todo el cuerpo, trabado y unido por todos los ligamentos que lo unen y nutren para la operación propia de cada miembro, crece y se perfecciona en la caridad» (Ef 4.15-16). 31. Con el nombre de laicos se designan aquí todos los fieles cristianos, a excepción de los miembros del orden sagrado y los del estado religioso aprobado por la Iglesia. Es decir, los fieles que, en cuanto incorporados a Cristo por el bautismo, integrados al Pueblo de Dios y hechos partícipes, a su modo, de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, ejercen en la Iglesia y en el mundo la misión de todo el pueblo cristiano en la parte que a ellos corresponde.

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El carácter secular es propio y peculiar de los laicos. Pues los miembros del orden sagrado, aun cuando alguna vez pueden ocuparse de los asuntos seculares incluso ejerciendo una profesión secular, están destinados principal y expresamente al sagrado ministerio por razón de su particular vocación. En tanto que los religiosos, en virtud de su estado, proporcionan un preclaro e inestimable testimonio de que el mundo no puede ser transformado ni ofrecido a Dios sin el espíritu de las bienaventuranzas. A los laicos corresponde, por propia vocación, tratar de obtener el reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios. Viven en el siglo, es decir, en todos y cada uno de los deberes y ocupaciones del mundo, y en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social, con las que su existencia está como entretejida. Allí están llamados por Dios, para que, desempeñando su propia profesión guiados por el espíritu evangélico, contribuyan a la santificación del mundo como desde dentro, a modo de fermento. Y así hagan manifiesto a Cristo ante los demás, primordialmente mediante el testimonio de su vida, por la irradiación de la fe, la esperanza y la caridad. Por tanto, de manera singular, a ellos corresponde iluminar y ordenar las realidades temporales a las que están estrechamente vinculados, de tal modo que sin cesar se realicen y progresen conforme a Cristo y sean para la gloria del Creador y del Redentor. 32. Por designio divino, la santa Iglesia está organizada y se gobierna sobre la base de una admirable variedad. «Pues a la manera que en un solo cuerpo tenemos muchos miembros, y todos los miembros no tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero cada miembro está al servicio de los otros miembros» (Rm 12,4-5). Por tanto, el Pueblo de Dios, por El elegido, es uno: «un Señor, una fe, un bautismo» (Ef 4,5). Es común la dignidad de los miembros, que deriva de su regeneración en Cristo; común la gracia de la filiación; común la llamada a la perfección: una sola salvación, única la esperanza e indivisa la caridad. No hay, de consiguiente, en Cristo y en la Iglesia ninguna desigualdad por razón de la raza o de la nacionalidad, de la condición social o del sexo, porque «no hay judío ni griego, no hay siervo o libre, no hay varón ni mujer. Pues todos vosotros sois “uno” en Cristo Jesús» (Ga 3,28 gr.; cf. Col 3,11). Si bien en la Iglesia no todos van por el mismo camino, sin embargo, todos están llamados


a la santidad y han alcanzado idéntica fe por la justicia de Dios (cf. 2 P 1,1). Aun cuando algunos, por voluntad de Cristo, han sido constituidos doctores, dispensadores de los misterios y pastores para los demás, existe una auténtica igualdad entre todos en cuanto a la dignidad y a la acción común a todos los fieles en orden a la edificación del Cuerpo de Cristo. Pues la distinción que el Señor estableció entre los sagrados ministros y el resto del Pueblo de Dios lleva consigo la solidaridad, ya que los Pastores y los demás fieles están vinculados entre sí por recíproca necesidad. Los Pastores de la Iglesia, siguiendo el ejemplo del Señor, pónganse al servicio los unos de los otros y al de los restantes fieles; éstos, a su vez, asocien gozosamente su trabajo al de los Pastores y doctores. De esta manera, todos rendirán un múltiple testimonio de admirable unidad en el Cuerpo de Cristo. Pues la misma diversidad de gracias, servicio y funciones congrega en la unidad a los hijos de Dios, porque «todas... estas cosas son obra del único e idéntico Espíritu» (1 Co 12,11). Los laicos, del mismo modo que por la benevolencia divina tienen como hermano a Cristo, quien, siendo Señor de todo, no vino a ser servido, sino a servir (cf. Mt 20,28), también tienen por hermanos a los que, constituidos en el sagrado ministerio, enseñando, santificando y gobernando con la autoridad de Cristo, apacientan a la familia de Dios, de tal suerte que sea cumplido por todos el nuevo mandamiento de la caridad. A cuyo propósito dice bellamente San Agustín: «Si me asusta lo que soy para vosotros, también me consuela lo que soy con vosotros. Para vosotros soy obispo, con vosotros soy cristiano. Aquel nombre expresa un deber, éste una gracia; aquél indica un peligro, éste la salvación» [112].

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ANEXO 13 LIBRO

UN MES CON EL PAN DE MARCELINO Día 13: La vida de Familia “La verdadera vida de familia es la caridad puesta en práctica.” San Marcelino Champagnat Entre los sueños más deseados de San Marcelino, mana como fuente inagotable su anhelo por crear y hacer crecer entre sus hermanos los sentimientos y actitudes de una verdadera Familia en torno del Señor.

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Él es padre, hermano, hijo que invita a la comunión con Dios y con todos; sus palabras se hacen realidad en sus actitudes. Su método más eficaz para contagiar este anhelo es el amor entrañable, la ternura, la entrega y la alegría que brinda; actitudes que invitan al gozo de la vida compartida.

Nos dice San Marcelino “Es para mí un consuelo muy dulce tenerlos a todos reunidos, con un solo corazón y un mismo espíritu, formando una sola familia, no buscando sino la gloria de Dios.” “Los amo a todos muy tiernamente, quiero, deseo ardientemente que nos amemos unos a otros como hijos de un mismo padre que es Dios y de una misma madre que es la Iglesia.” “El espíritu de una escuela marista ha de ser el de una familia.” “La verdadera vida de familia es la caridad puesta en práctica.” “Él vive, reza y trabaja con los apóstoles tratándolos como si fueran hijos, hermanos y amigos, como si cada uno de ellos fuera su propia persona. Es más, se convierte en acompañante y sirviente de ellos, enseñándoles y sirviéndolos con amor y paciencia: “Yo estoy entre ustedes como el que sirve” les llega a decir. “No tengan la menor duda de que al mirarlos a todos como a mis queridos hijos en Jesús y María, por el dulce nombre de padre que ustedes me dan, los llevo a todos, con mucho cariño, en mi corazón. Comparto intensamente todas las preocupaciones que les pueden causar las dificultades que padecen. Cuídense mucho para que puedan cumplir su difícil tarea”. “Se me hace muy larga la espera para ir a verlos y abrazarlos a todos. No los olvido en mis oraciones y me encomiendo a las suyas. Tengo el honor de ser para ustedes un Padre muy querido. Marcelino Champagnat

Meditaciones para nuestros días San Marcelino vuelve a ser para nosotros maestro del espíritu, profeta que nos anuncia


e ilumina en esta reflexión que tanto necesitamos sobre la vida de familia. Sus palabras son tan actuales como las reflexiones que nos brinda el Magisterio sobre este tema, claras y sencillas que necesitan pocos comentarios. ¿Queremos vivir como familia? Pues entonces amémonos unos a otros. Marcelino compone un comentario al himno a la caridad de San Pablo para explicarnos que la calidad de la vida de familia tiene sus cimientos en el amor. Amor que implica humildad, compromiso, madurez y confianza mutua: 1- Humildad: “Para vivir la auténtica vida de familia, nos basta descubrir en el hermano al mismo Salvador, recordando siempre las palabras del Maestro que nos dice: “Lo que hicieron con algunos de estos hermanos míos más pequeños, conmigo lo hicieron.” Viéndolo así, con los ojos de la fe: ¿Cómo no lo amaremos?” “Tener caridad, vivir en paz con los hermanos, tolerarse mutuamente, fomentar la concordia y no tener humildad, es cosa imposible”. 2- Compromiso: “Como dice San Juan, la caridad se manifiesta no de palabra sino con obras.” Cualquier otra manifestación de benevolencia es falsa. Alguno dice: “Amo al prójimo y para demostrárselo le brindo una sonrisa y lo trato bien.” No está mal, pero algo falta. Otros agregan: “Yo hago más, quiero tanto a mi hermano, que siempre que puedo le presto algún servicio”. Eso está mejor y manifiesta el amor puesto en práctica, pero Jesús nos invita a más: “Ámense como yo los he amado.” Entregando mis trabajos, mis fuerzas, mi salud, en una palabra, entregando toda mi vida en favor de mis hermanos, de ese modo cumpliré la ley de Cristo. De este modo descubriremos que la caridad es servicial y no guarda nada para sí. 3- Madurez: Quien ama, crece. No anda con niñerías, con autocompasión, con miramientos. San pablo al comentar los atributos de la verdadera caridad nos recuerda que para vivirla ya tuvimos que dejar de lado las actitudes infantiles: “Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño, pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño.” La madurez nos habilita para salir de sí y para mirar al otro como la causa de nuestra alegría: “Un hermano que realmente ama mira el bien de los demás como el suyo propio y desconoce las palabras “mío” o “tuyo”. Por eso se regocija con los éxitos de los hermanos, alaba a Dios por el bien que consiguen y considera como reveses personales todos los fracasos de los demás”. “No se anda fijando si lo miran o no, si lo tratan con más o menos respeto, mayor o menor atención. Sabe que el amor se cuida y crece con los actos y eso hace continuamente.” 4- Confianza mutua: “La caridad todo lo cree y todo lo espera. Espera y crea en todo el bien que oye del hermano y todo lo bueno que dicen de él; se cree el menor de todos delante de Dios y busca por eso hacerse servidor de todos por medio del amor; cree y confía en las explicaciones que le dan si algún hermano o alumno se excusa frente a algo que parecía dudoso y se alegra de ver que no todo es como parece a primera vista; cree también en las palabras del Apóstol cuando dice: “La caridad cubre la multitud de los pecados”. Y por último cree que el amor es el primero, el más excelente y más necesario don.”

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Como buen padre que saca de sus tesoros bienes para compartirnos, también nos da recomendaciones y consejos prácticos para intentar vivir la vida de familia en el amor: “Recuerden siempre aquella enseñanza tan sugerente de San Pablo: “No tengan otra deuda con nadie que no sea la del amor mutuo” ¿Saben cuáles son estas deudas?: el amor y el respeto; la tolerancia mutua; el diálogo fraterno; el servicio y la ayuda de unos a otros; y el crecimiento constante del amor. De este modo la caridad puesta en práctica es lo que hace feliz al hermano y a los demás, ya que a todos les hace disfrutar de los encantos de la vida de familia”.

Para rezar junto a la fuente “El amor es paciente, es servicial; el amor no es vanidoso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, 138

no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasará jamás.”


ANEXO 14 LIBRO

UN MES CON EL PAN DE MARCELINO Día 14. Los hermanos sean unidos “La creación es fruto de la unión, obra de la familia.” San Marcelino Champagnat La Iglesia es esencialmente misterio de comunión, muchedumbre reunida por la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. La vida fraterna quiere reflejar la hondura y la riqueza de este misterio, configurándose como espacio humano habitado por la Trinidad. Marcelino se lanza a vivir este proyecto fraterno de unidad en el amor desde el día en que fue a compartir su destino con los primeros discípulos que se habían reunido en una pequeña casa. Allí surgieron los Hermanitos de María y desde entonces, vivió con ellos compartiendo la vida en comunidad. Esto es lo que le ha permitido apreciar de ella los gozos y las riquezas que contiene, y también las dificultades y las penas. En el contacto diario con sus hermanos, ha adquirido una gran experiencia y en sus enseñanzas trata con frecuencia sobre la necesidad de la unión, para mostrar lo que se opone a ella y para resaltar sus beneficios.

Nos dice San Marcelino “Del mismo Dios viene la primera lección de la vida de familia cuando dijo: “Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra”, Él no dijo: “Voy a hacer”, sino: “Hagamos, juntémonos para crear al hombre, que cada uno aporte en esta obra lo que corresponde, y cooperemos a ella trabajando unidos unos con otros.” Así es como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo nos enseñan que la creación es fruto de la unión, obra de familia.” “Esta unión es el modelo que debiera reinar en todas nuestras casas. Para educar no basta un hombre solo, es necesario el trabajo de todos los miembros de la comunidad. La unión y la armonía entre los hermanos es lo que da fuerza y fecundidad al trabajo en las escuelas; genera paz y dicha en las personas, y contagia el espíritu de Dios: una comunidad, así como el paraíso.” “Deseo, amadísimos hermanos, que reinen siempre entre ustedes la unión y la caridad de las que hablaba el discípulo amado. Que los que han de obedecer lo hagan con humildad y los que mandan lo hagan con suave caridad, de este modo la paz y la alegría del Espíritu Santo estarán siempre con ustedes.” “Que no haya entre Ustedes más que un solo corazón y una sola alma. Que se pueda decir de los Hermanitos de María como de los primeros cristianos: miren cómo se aman. ¡Qué unidos están!” “No hay nada que no esté dispuesto a sacrificar para salvar del naufragio la obra de María. Les aseguro que creo más que nunca que Dios quiere esta obra, pero de forma

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distinta a como se encuentra ahora. No nos sigan dividiendo como se hizo en el pasado. No nos faltarían ni personas ni medios materiales. “¡Miren qué bueno y qué precioso es ver a los hermanos habitar en unidad!” La desunión lo ha echado todo a perder; la unión lo recuperará de nuevo; el resultado será la gloria de Dios. Nuestros Hermanos dicen y piensan lo mismo que yo. Que en todo esto se haga la voluntad de Dios.”

Meditaciones para nuestros días Viviendo la unidad en el amor hacemos creíble la Buena Noticia de Jesús. El mundo comienza a ser casa de todos y lugar de una nueva creación, un nuevo paraíso: “En nuestras casas debe haber comunión no sólo de bienes materiales sino también de los bienes del espíritu: las dotes intelectuales de cada uno han de redundar en beneficio de todos. 140

Lo mismo podemos decir de todos los bienes del cuerpo, la salud, las fuerzas, los dones y talentos personales que han de compartir al servicio de los demás. El espíritu de familia va más allá: Así como se alegra de todos los dones, talentos y bienes de sus hermanos como si fueran propios; también hace propias las penas, sufrimientos, aflicciones y adversidades de cada uno, poniendo el hombro para aliviar y consolar al triste, asistir al necesitado, compartir el trabajo con quien está agobiado, cargando juntos los males de uno o de todos, pues afligen a toda la comunidad.” La unidad es querida por Jesús: “Que todos sean uno” es su deseo, que convierte en súplica al Padre. Él quiere que esta unidad reine entre todos aquellos que se reúnen en su nombre: “Porque donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy presente en medio de ellos.” Estando unidos tenemos la certeza de su presencia. “La comunidad como tal es un nuevo ser distinto de la sumatoria de sus componentes. Tiene también ella su peculiar carácter y, por lo tanto, desde un punto de vista pedagógico no basta tener en cuenta el proyecto personal de vida de cada uno de los integrantes, es necesario enfocar la educación de la comunidad en cuanto comunidad. También ella tiene que tener su trayecto y sus objetivos educativos. Toda comunidad debe dar una respuesta viva a las necesidades básicas que busca todo hombre en el seno de los grupos: un clima de verdad, justicia, aceptación, afecto y sentido de presencia valiosa en el seno de las comunidades más amplias.” ¿Qué sentido tiene la búsqueda de la unidad para cada uno de nosotros? ¿Por qué insistir tanto en esta unión? San Marcelino nos ilumina: -Porque la unión es vida: “Porque la unión es la vida y la división es la muerte. La unidad da al cuerpo la fuerza y la salud. La unidad fortifica a las familias, las ciudades, los países. La discordia quiebra y destruye todo, y trae los conflictos y las guerras.” - Porque la unión es fuerza: “Los hermanos unidos entre sí son fuertes como una muralla; son semejantes a los cerrojos que cierran las puertas de las ciudades y no pueden ser quebradas por el enemigo”. Por esto deseo que la unión y la caridad reinen siempre entre ustedes. De este modo, la paz y el gozo del Santo Espíritu estarán siempre con ustedes.”


- Porque la unidad convierte nuestra vida en morada de Dios: “La unidad construye felicidad. Donde hay concordia, ahí está Jesucristo, está Dios, está la Santísima Trinidad, por eso allí se halla la felicidad y la alegría de Dios”. - Porque la unidad es camino y proyecto para toda la humanidad: “Les daré un solo corazón, para que me amen todos los días de su vida y sean felices.” “De ese modo tendrán fuerza y prosperidad, en síntesis, la unidad trae consigo todos los bienes. Quiten la unión y sólo quedan ruinas, corten la rama del tronco y ya no dará fruto, si el arroyo no se une a la fuente queda seco.” La unidad nos convierte en profetas para toda la humanidad que hoy tiene sus fetiches en el individualismo, la indiferencia, la búsqueda del beneficio propio a costa de los demás, donde el “divide y reinarás” es la llave del éxito y el poder. Frente a esto, hablar de unidad suena a mal negocio, a fracaso seguro, a utopía y a locura. En tiempos de Jesús, sus palabras también provocaban lo mismo en los oídos de muchos. Un seguidor del Maestro como Marcelino Champagnat, hizo carne, proyecto y sueño este anhelo. Nos referimos al hermano Henri Vergès, mártir de Argelia, que en una de sus cartas desde tierras musulmanas nos dejó este mensaje: “nuestro caminar en Dios no puede sino converger”. La unidad pasa por la unión con aquellos con quienes convivo: familia, comunidad, compañeros, amigos, o más simplemente, con todo ser con quien me encuentro, tratando de amarlo con el mismo amor con el que Jesús me amó. Así, humildemente, desde nuestra pobreza comenzaremos a vivir el sueño que Jesús quiere y espera ver cumplido: “Que todos sean uno, Padre, como tú en mí y yo en ti”.

Para rezar junto a la fuente “¡Oh, santa unidad, qué necesaria eres y cuántos bienes encierras!

¡Oh, santa unidad,

ven a habitar entre nosotros,

a reinar por siempre entre nosotros,

queremos por siempre vivir en ti!

¡Oh, santa unidad, a ejemplo de nuestros hermanos, estamos dispuestos a hacer todo lo posible para conservarte!

Permanece siempre con nosotros,

y haz que teniendo todos

un solo corazón y un mismo espíritu,

pueda decirse de nosotros:

“¡Miren cómo se aman,

qué unidos viven!”.

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ANEXO 14 - B « LA VENTANA DE JOHARI » La ventana de Johari es un ejercicio de autoconocimiento creado por dos psicólogos durante la década de 1970, intentando explicar de qué forma los procesos de interacción humana enriquecen a los que participan de ellos. De acuerdo con esta postura, la posibilidad de encontrarnos con otros, nos permite ir explorando zonas de nuestra identidad que para nosotros permanecen ocultas, pero que sí pueden ser percibidas por quienes nos rodean. Y por otra parte, nos permite ser transparentes y mostrar a los demás aspectos de nuestra personalidad que no siempre develamos.

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En este sentido, y si bien siempre existirán las 4 zonas en todos los seres humanos; el equilibrio consiste en ampliar la zona pública o abierta de la Ventana, permitiéndome ser yo mismo delante de otros, y dejando que los que me rodean me conozcan tal cual soy, aceptando lo que ellos pueden devolver de mi persona.


ANEXO 15 LIBRO

UN MES CON EL PAN DE MARCELINO Día 28: En la escuela de María “María es fuente de enseñanzas religiosas.” Evangelii Nuntiandi 53

Fijando sus ojos en la Madre, San Marcelino quiso vivir bajo su amparo, encontrando en ella una Maestra de vida que nos acerca al Señor. Por eso, al iniciar su obra, deseó que sus hijos recordaran dos características que consideraba los cimientos de la Congregación: “Crecer a la sombra de la cruz de Jesucristo y bajo el amparo de María. ¿Qué quiere decir esto? ¿Qué nos quiere enseñar? Que el espíritu del Instituto es un espíritu de humildad y sencillez; que la vida de los hermanos, ha de intentar reflejar la de María, de modo especial su humildad y su caridad ardiente, viviendo abrasados de amor a Jesús.” Esto es vivir en la Escuela de María.

Nos dice San Marcelino “María se pasó la vida entera estudiando a Jesús, meditando sus misterios, escuchando sus palabras. Desde el nacimiento del Salvador hasta su muerte, no le perdió de vista ni un solo instante, intentando sobre todas las cosas comprenderlo con su mente y su corazón continuamente, pues era el objeto de su amor: En pos de la Madre de Dios, los verdaderos hijos de esta congregación están siempre junto a Jesús y ponen especial empeño en meditar su vida y misterios.” “Si considera que los miembros de la Sociedad de María son demasiado imperfectos como para tomarlos por modelos, ponga los ojos en aquella que puede ser modelo para los perfectos y para los imperfectos, y que además ama a todos: a los perfectos porque llevan a los demás hacia el bien; y a los imperfectos, porque sobre todo por ellos y para ellos, fue elevada a la sublime vocación de ser nuestra Madre. Así pues, si se considera perfecto, debería agradecer a los pecadores el regalo de proporcionar a toda la humanidad una Madre tan buena, tan amable.” “Junto con la salud, la mayor y la única condición que se necesita para entrar en nuestra casa es la buena voluntad y el sincero deseo de agradar a Dios. Venga con esta disposición y será recibido con los brazos abiertos. Hará el bien en nuestra casa, María nuestra Buena Madre lo protegerá y la tendrá como Primera Superiora y Reina del Cielo.”

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Meditaciones para nuestros días Una “escuela de amor” es el proyecto de San Marcelino, el que anhela para todos sus hijos, para todos los lugares donde con su espíritu se intenta educar y acompañar a quienes lo necesitan. Una escuela donde María es la principal educadora y donde todos nos sentimos discípulos, hermanos e hijos muy queridos. El <<sí>> de María es para todos los cristianos una lección y un ejemplo de obediencia a la voluntad del Padre, un camino y un medio de seguimiento de su Hijo. María de Nazaret, fue algo del todo distinto de una mujer pasivamente remisiva o de religiosidad alienante, antes bien fue mujer que no dudó en proclamar que Dios es defensor de los humildes y de los oprimidos y derriba sus tronos a los poderosos del mundo.

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“María, sobresale entre los humildes y los pobres del Señor, mujer fuerte que conoció la pobreza y el sufrimiento, la huida y el exilio: situaciones que no pueden escapar a la atención de quien quiere secundar con espíritu evangélico las energías liberadoras del hombre y de la sociedad; y no se le presentará María como una madre celosamente replegada sobre su propio Hijo, sino como mujer que con su acción favoreció la fe de la comunidad apostólica en Cristo y cuya función maternal se dilató, asumiendo sobre el calvario dimensiones universales. La santidad de la Virgen nos mueve a levantar los ojos a María, que brilla como modelo de virtud ante toda la comunidad. Virtudes sólidas, evangélicas: la fe y la dócil aceptación de la Palabra de Dios (cf. Lc 1,2638;1,45;11,27-28; Jn 2,5); la obediencia generosa (cf. Lc 1,38); la humildad sencilla (cf. Lc 1,48); la caridad solícita (cf. Lc 1,39-56); la sabiduría reflexiva (cf Lc 1,29.34;2,19.33.51); la piedad hacia Dios (cf. Lc 2,21.22-40.41), agradecida por los bienes recibidos (Lc 1,4649), que ofrecen en el templo (Lc 2,22-24), que ora en la comunidad apostólica (cf. Hech 1,12-14); la fortaleza en el destierro (Cf. Mt 2,13-23), en el dolor (cf. Lc 2,34-35.49; Jn 19,25); la pobreza llevada con dignidad y confianza en el Señor (cf. Lc 1,48;2,24); el vigilante cuidado hacia el Hijo desde la humildad de la cuna hasta la cruz (cf. Lc 2,1-7; Jn 19,25-27); la delicadeza solidaria (cf. Jn 2,1-11); la pureza virginal (cf. Mt 1,18-25; Lc 1,26-38); el fuerte y casto amor familiar. Éstos son sólo ejemplos, sin embargo, en ellos aparece claro cómo la figura de la Virgen no defrauda la esperanza profunda de los hombres de nuestro tiempo y les ofrece el modelo perfecto del discípulo del Señor: protagonista, peregrino, promotor de la justicia que libera al oprimido y de la caridad que socorre al necesitado, pero sobre todo testigo activo del amor que edifica a Cristo en los corazones.” María es la pedagoga que nos trae y nos lleva hacia su Hijo, llena del Espíritu, acerca a nosotros un nuevo Pentecostés a estas tierras sedientas de aires nuevos, de soplos de Dios vitales y renovadores. “Mientras peregrinamos, María será la Madre educadora de la fe. Cuida de que el Evangelio nos penetre, conforme nuestra vida diaria y produzca frutos de santidad. Ella tiene que ser cada vez más la pedagoga del Evangelio en América Latina para


que él se haga más carne, más corazón. Esta es la hora de María, tiempo de un nuevo Pentecostés que ella preside con su oración.” “María es fuente de enseñanzas evangélicas. A ella, la bienaventurada, la dulcísima, la humildísima, a ella dirigimos la mirada implorante, como amorosa maestra de vida.”

Para rezar junto a la fuente “María, tú que aceptaste que Dios entrara en tu vida y cambiara tus planes, Enséñanos a buscar con fe lo que Dios nos pide. María, tú que eres dichosa Por haber creído en la Palabra del Señor,

Enséñanos a mirar con ojos de fe

los acontecimientos de nuestra vida.

María, tú que proclamaste que el Señor destruye los planes de los soberbios y encumbra a los humildes,

Enséñanos a descubrir los caminos de Dios

en las situaciones injustas de nuestro mundo.

María, tú que asumiste el dolor en tu vida Como camino de fidelidad a Dios,

Enséñanos a aceptar con fe

los sufrimientos de cada día.

María, tú que eres dichosa porque supiste Hacerte pequeña ante Dios y ante los hombres,

Enséñanos a poner al servicio de todos

lo que somos y lo que tenemos.

María, el Señor hizo en ti maravillas Porque te dejaste modelar por Él,

Enséñanos a comprender que Dios también

escribe recto en renglones torcidos.

María, mujer sencilla y discreta Entre los humildes de Nazaret,

Enséñanos a descubrir el paso de Dios

en nuestras vidas.

María, que intercedes ante tu Hijo en Caná,

Enséñanos a esperar la hora de Dios.

María, que fuiste fiel hasta en la cruz,

Enséñanos a amarte e invocarte como nuestra Madre.”

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ANEXO 16 PATRIMONIO ESPIRITUAL MARISTA TESTIMONIOS MAYORES H.JUAN BAUTISTA FURET

«VIDA DE JOSÉ BENITO MARCELINO CHAMPAGNAT» (Edición del Bicentenario) CEPAM/abm PRIMERA PARTE

CAPITULO VI El señor Champagnat funda el Instituto de los Hermanos de María. Vocación de los primeros discípulos. Reglamento que les dio 146

Los trabajos de su ministerio sacerdotal y los frutos de salvación que conseguía en las almas, no habían logrado quitar del pensamiento del señor Champagnat el proyecto de fundación de los Hermanos. La idea lo obsesionaba a todas horas: en medio de las más absorbentes ocupaciones, en sus correrías y en las visitas a la gente del campo, que encontró sumida en la más crasa ignorancia, en las catequesis que daba a los niños, en su oración y hasta en el altar durante el augusto sacrifico de la misa. En sus coloquios con Dios no cesaba de confiarle su proyecto. Le decía a menudo: ”Aquí me tienes, Señor, para hacer tu santa voluntad.”1 Otras veces, por miedo de ser víctima de alguna ilusión, exclamaba: “Dios mío, si esta idea no procede de ti y no va a redundar en tu gloria y en la salvación de las almas, apártala de mí.”2 Esta incertidumbre, consecuencia de su profunda humildad, no le impidió comenzar su proyecto. Desde el primer día3 de su llegada a Lavalla, se había fijado en un joven para convertirlo en el primer miembro de la Sociedad que pensaba fundar. Este muchacho vino una noche a buscarlo para que fuera a confesar a un enfermo. El señor Champagnat aprovechó la oportunidad para hablarle de Dios y de la fugacidad de las cosas terrenas con el fin de animarlo a la práctica de la virtud y sondear sus disposiciones respecto al estado de vida que pensaba seguir. Quedó tan entusiasmado de sus respuestas y de los excelentes sentimientos que lo animaban, que a la mañana siguiente se presentó en su casa4 y le llevó el Manual del cristiano5. Como Juan María Granjon -era el nombre del joven- rehusara aceptarlo, alegando que no sabía leer, le dijo el señor Champagnat: “Aún así, tómalo. Te servirá de método de lectura y, si te parece, yo mismo te enseñaré a leer.” Poco después lo invitó a que 1 Sal 39, 9; Hb 10, 9. 2 Tuvo certeza moral de la necesidad de fundar la Sociedad de los Hermanos y, con motivo de su dimisión, en 1837 (OME, doc. 152, pág. 339), recordará que había recibido de los demás futuros maristas la misión de encargarse de la rama de los Hermanos. 3 Por segunda vez utiliza el autor la expresión “primer día” (cfr. nota 14 del cap. IV). 4 El Padre Bourdin dice a este respecto: “El primer domingo de octubre, él (Hermano Juan María)-muy buena persona- vino a buscarlo para atender a un enfermo de La Rive (aldea de Lavalla); allí lo conoció” (OME, doc. 166 [1], página 437). También LPC 2, pág. 300. 5 1.- Sal 39, 9; Hb 10, 9.


viniera a residir a Lavalla para tener oportunidad de seguirlo de cerca y darle lecciones con mayor asiduidad. Juan María Granjon vino, pues, a vivir cerca de la iglesia y, bajo la dirección del señor Champagnat, no sólo aprendió a leer y escribir, sino que pronto se convirtió en modelo de piedad y virtud para toda la parroquia. Así estaban las cosas cuando un acontecimiento, sin duda providencial, vino a acabar con las vacilaciones del señor Champagnat y a decidirlo a no dilatar por más tiempo la fundación de los Hermanos. Un día lo llamaron para confesar a un niño enfermo6 y, según su costumbre, se puso inmediatamente en camino. Antes de confesar al muchacho, le hizo algunas preguntas para saber si tenía las disposiciones necesarias para recibir los sacramentos. ¡Cuál no fue su sorpresa al comprobar que ignoraba los principales misterios y que ni siquiera tenía noción de la existencia de Dios! Profundamente afligido al encontrar a un niño de doce años7 en tan absoluta ignorancia, y asustado al verlo morir en esta situación, se sentó a su lado para enseñarle las verdades y los misterios fundamentales de la salvación. Dos horas empleó en instruirlo y confesarlo y sólo con gran esfuerzo consiguió enseñarle lo indispensable, pues el niño estaba tan enfermo que apenas comprendía lo que le estaba diciendo. Después de confesarlo y haberle sugerido actos de amor de Dios y constricción para disponerlo, lo dejó para atender a otro enfermo que se hallaba en la casa vecina. Al salir, quiso saber cómo se encontraba el muchacho. “Falleció poco después de dejarlo usted” dijeron sus padres sollozando. Un sentimiento de alegría por haber llegado tan oportunamente se mezcló en su alma con otro de temor al comprobar el peligro que había corrido el pobre chico al que acababa de instruir. Regresó embebido en estos pensamientos y repitiendo en su interior: “¡Cuántos niños se encontrarán a diario en la misma situación y correrán los mismos riesgos por no tener a nadie que les enseñe las verdades de la fe! “Y la idea de fundar una Sociedad de Hermanos, dedicados a la educación cristiana, se hizo en él tan obsesiva que fue a buscar a Juan María Granjon y le expuso sus planes. Después de ponderarle el bien que el proyectado Instituto estaba destinado a realizar, le preguntó si estaría dispuesto a formar parte de él para dedicarse a la educación de los niños. El joven, que le había seguido con suma atención, le respondió: “Estoy en sus manos. Haga de mí lo que quiera. Me consideraré inmensamente feliz de poder consagrar mis fuerzas y salud e incluso la vida a la instrucción cristiana de los niños, si considera que sirvo para eso”. Encantado y edificado por esta respuesta, el señor Champagnat le dijo: “¡Animo! Dios te bendecirá y la Santísima Virgen te enviará compañeros.” La promesa no tardó en cumplirse, y el sábado8 de la misma semana vino otro muchacho a compartir la misma vida.

6 Juan Bautista Montagne, que vivía en Les Palais, más allá de Bessat (OM, 4, pág. 220). 7 El Hermano Francisco, en una conferencia, alude al joven moribundo, cuya muerte va a decidir al Padre Champagnat; pero le atribuye la edad 17 años. Este adolescente, Juan Bautista Montagne, nació el 20 de floreal del año 8 (= 10 de mayo de 1800) y murió el 28 de octubre de 1816. Tenía, pues, 16 años y medio (cfr. Registro de la catolicidad de Lavalla). 8 El primer sábado siguiente al 28 de octubre de 1816 fue el 2 de noviembre.

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ANEXO 18 «TALITA KUM » Resulta sumamente inspirador, como educadores, el trato que Jesús tuvo con una muchacha de unos 12 años, hija única de un jefe de sinagoga llamado Jairo. Este relato se encuentra en Lc. 8, 40-56, y nos regala algunas claves a partir de las cuales podemos encuadrar nuestra pedagogía para que, más allá de nuestro lugar institucional o nuestra forma de concebir lo educativo podamos ser fieles al estilo de relación que el Maestro propone. - Pedir por ellos: Si repasamos el texto, en principio vemos al padre de la niña que se acerca a Jesús y le suplica por su vida. Este es un gesto que nos identifica y nos interpela. Necesitamos acercarnos a Jesús y suplicarle por las vidas de las y los preadolescentes para que encuentren la oportunidad de crecer con entusiasmo y cariño. 152

- Jesús nos da la clave… BASTA QUE TENGAN FE: Jesús dice, en medio del desconsuelo y el desencanto: “no teman, basta que tengan fe”. En nuestra tarea de acompañar en el crecimiento a preadolescentes estamos invitados por Jesús a confiar en el regalo de la fe. - Un trato delicado, respetuoso de la intimidad personal: Jesús no dejó entrar donde estaba la niña más que a unas pocas personas. Este es un gesto delicado, sensible y respetuoso de la intimidad de la niña, y es inspirador del cuidado que debemos tener en nuestra tarea, puesto que ellos están expuestos a la vergüenza, tal vez más que cualquier otra persona que se encuentre en otra etapa de la vida. - Ni deprimidos ni ajenos: Aunque Jesús dijo que sólo estaba dormida, todos estaban seguros de la muerte de la niña, por eso muchos lloraban mientras que otros se reían de la “ingenuidad” de Jesús. Esta actitud nos revela dos actitudes distintas. Por un lado la desconfianza; unos se entristecen por lo que ya no esperan, y otros se burlan de quienes esperan lo que ellos ya han dejado de esperar. En cambio, Jesús confía. Y ese es el camino que nos propone para superar esa trampa que nos puede conducir a la depresión o a la burla indiferente ante el desarrollo de la vida de los demás. - Un ejercicio legítimo, tierno y auténtico de la autoridad: Jesús se acercó a la niña y le tomó la mano. Estableció con ella una relación cercana, íntima… todo eso fue comunicado no verbalmente, sino con actitudes. Al mismo tiempo le dijo “Talitha Qum”, que quiere decir “niña, levántate”. A la niña le volvió el aliento y se levantó. De un modo seguro, tierno y confiado la impulsó a ponerse de pie para integrarse a la corriente de la vida. También nosotros debemos ser para los preadolescentes estos maestros legítimos, serenos, tiernos y auténticos. - Preocupación por lo primordial: Apenas despierta la niña, Jesús se preocupó por su salud física. Pese al asombro de la gente, él invita a que den de comer a la niña. Esta actitud tan atenta nos invita a mirar permanentemente lo primordial, la vida de las y los preadolescentes; y tratar de descubrir sus necesidades reales y concretas.


DOCUMENTO

«MISIÓN EDUCATIVA MARISTA» (Puntos 69 a 96)

Somos sembradores de la Buena Noticia 69. El centro de la misión de Marcelino Champagnat era “dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar”, viendo en la educación el medio de llevar a los jóvenes a la experiencia de la fe, y de hacer de ellos “buenos cristianos y buenos ciudadanos”. 70. Nosotros, como seguidores suyos, asumimos esta misma misión,y ayudamos a los jóvenes, sin importar la fe que profesen o la etapa de búsqueda espiritual en que se hallen, de manera que lleguen a ser personas integras y esperanzadas, con un profundo sentido de responsabilidad orientado a la transformación del mundo que les rodea. Esta tarea de promover el crecimiento humano es inherente al proceso de evangelización.Al extender los valores del Evangelio a través de todas nuestros proyectos, los educadores maristas contribuimos a la construcción del Reino de Dios sobre la tierra. 71. Vamos aún más lejos. Inspirados por las palabras de Marcelino: “No puedo ver a un niño sin sentir el deseo de catequizarle, de decirle cuánto lo ama Jesús”, presentamos a Jesús a los jóvenes como una persona real, al que pueden llegar a conocer, amar y seguir. 72. En Jesús vemos a Dios que viene a nosotros para que podamos “tener vida y tenerla en plenitud”. Él nos revela en qué consiste la plenitud humana. Sus palabras y acciones responden a nuestras aspiraciones más profundas. Nos trae a todos salud y esperanza. Perdona a los pecadores reconciliándose con la debilidad humana. Acoge con amor especial a los pobres y a los marginados. Nos enseña a orar. 73. Jesús viene “a traer fuego a la tierra”, denunciando las estructuras de dominación, poniéndose del lado de los oprimidos. Él no acepta la lógica del mundo. Al contrario, proclama una nueva visión de la sociedad humana que comienza con el amor de los unos a los otros, incluyendo a los enemigos, y nos invita a compartir el pan de vida, y a superar las divisiones que hemos originado a causa de la raza, la diferencia social, la riqueza, el sexo o cualquier otro motivo de exclusión. 74. La muerte de Jesús en la Cruz y su resurrección como el Cristo de nuestra fe revelan la profundidad del amor del Padre y el poder de Dios para desterrar el mal a favor del bien, inspirando nuestra esperanza como no lo hace ningún otro acontecimiento de la historia. Su Espíritu continúa obrando en nuestro corazón y en nuestra sociedad, redimiendo, liberando y reconciliando. Con fe respondemos a la acción de Dios en nuestra historia y nos dejamos transformar. Esta es la Buena Noticia de Jesús, “Camino, Verdad y Vida”.

Nuestra misión de evangelizar a través de la educación 75. Siguiendo a Marcelino Champagnat, tratamos de ser apóstoles para los jóvenes, evangelizándoles a través de nuestra vida y nuestra presencia entre ellos, así como mediante nuestra enseñanza: no somos ni exclusivamente catequistas, ni sólo maestros de materias profanas. 76. La educación, en su sentido más amplio, es nuestro marco de evangelización: en escuelas, en programas sociales y pastorales, y en encuentros informales. En todos ellos ofrecemos

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una educación integral,xv sustentada en la visión cristiana del desarrollo personal y humano. 77. Con la cooperación activa de los jóvenes, buscamos formas creativas para: - desarrollar su autoestima y su capacidad para orientar sus vidas. - proporcionar una educación del cuerpo, la mente y el corazón, adecuada a la edad, talento personal, necesidades y contexto social de cada uno. - animarles a que cuiden de los demás y de la creación de Dios. - educarles para que sean agentes de cambio social, y trabajen a favor de una mayor justicia para todos los ciudadanos, y para que tomen conciencia de la interdependencia de las naciones. - alimentar su fe y compromiso como discípulos de Jesús y apóstoles para otros jóvenes. - despertar en ellos un espíritu crítico y ayudarles a tomar decisiones basadas en los valores del Evangelio. 78. Elegimos estar presentes entre los jóvenes de la misma manera que Jesús estaba con sus discípulos en el camino de Emaús: 154

- respetando su conciencia y su ritmo de entender a las cosas, - compartiendo con amor sus preocupaciones, - caminando a su lado como hermanos y hermanas, - desplegando gradualmente ante ellos la riqueza y la relevancia de la visión transformadora que tiene Jesús de los hombres y del mundo. 79. Acogemos a los jóvenes. Les escuchamos, les interpelamos. Vemos en ellos la imagen y semejanza de Dios, merecedores de nuestro respeto y ternura, sean cuales sean sus circunstancias, convicciones religiosas o necesidades personales de conversión.

DAMOS TESTIMONIO PERSONAL Y COMUNITARIO DE NUESTRA ALEGRÍA, ESPERANZA Y VIDA CRISTIANA. 80. Ayudamos a los jóvenes a crecer en libertad personal y a conocer las exigencias de la vida.xx Les instamos a darse a sí mismos, a compartir lo que tienen, y a comprometerse con entusiasmo. Les ayudamos a descubrir su dimensión espiritual: la experiencia personal del Espíritu que trabaja en lo hondo del corazón humano, inspirando, animando, apoyando, consolando; su capacidad de sorprenderse ante las maravillas de la creación, su intuición de lo trascendente, de que nuestro destino final es estar con Dios.

INVITAMOS A LOS JÓVENES A UN DIÁLOGO DE VIDA QUE LOS PONGA EN RELACIÓN CON LA PALABRA DE DIOS Y EL ESPÍRITU QUE ACTÚA EN LOS CORAZONES. 81. Tendemos puentes entre las culturas que se cruzan en nuestra misión. Orientados por la luz del Evangelio, afirmamos todo lo que tienen de positivo y nos mostramos críticos con otros valores que subyacen en su conducta y en sus prioridades. Con verdadero espíritu de diálogo, animamos a los jóvenes a expresar, en su propio lenguaje, su búsqueda de fe, con sus aspiraciones y planteamientos.

PARTICIPAMOS EN LA MISIÓN QUE TIENE LA IGLESIA DE EVANGELIZAR LAS CULTURAS. 82. Presentamos la Buena Noticia no sólo en términos personales, sino también contemplando la comunidad humana a través de la visión de Jesús: llegando hasta el “desecho” de la sociedad, buscando el bien de todos, y comprometiéndonos respon-


sablemente con el futuro de la humanidad y de la creación de Dios.

EDUCAMOS EN Y PARA LA SOLIDARIDAD. 83. Acompañamos a los que son creyentes hacia un encuentro más cercano con Jesucristo. Compartimos con ellos la persona de Jesús, fuente de vida nueva, de esperanza, y de energía renovada para todos y cada uno de nosotros. Les animamos a crecer como discípulos de Jesús que han sido favorecidos con los dones del gozo, la paz interior y la superación de los temores.

COMPARTIMOS NUESTRA FE. 84. Proporcionamos a los jóvenes creyentes una experiencia de comunidad cristiana, de manera que lleguen a sentirse miembros de la Iglesia local. Procuramos que participen activamente en las comunidades que celebran y alimentan su fe en la Palabra y en el Sacramento. Les animamos a que sean ellos mismos portadores de la Buena Noticia en sus relaciones cotidianas, en sus diversos ambientes culturales y sociales.

FACILITAMOS LA INICIACIÓN SACRAMENTAL A AQUELLOS QUE LO PIDEN.

TRABAJAMOS EN LA CONSTRUCCIÓN DE COMUNIDADES CRISTIANAS LOCALES QUE PUEDAN ACOGER A LOS JÓVENES

85. En los ambientes donde existe pluralismo religioso, respetamos la libertad de conciencia de todos, y valoramos la riqueza de la presencia de Dios en las tradiciones religiosas de la humanidad. Ayudamos a los jóvenes de todas las creencias a vivir juntos en paz en sus vidas cotidianas, a mostrarse receptivos entre sí, y a trabajar y orar juntos. Animamos a los que no profesan la fe cristiana a que “practiquen con sinceridad lo que es bueno en su tradición religiosa”. Ayudamos a los jóvenes católicos a tener conocimiento claro de nuestra identidad y nuestra herencia, de manera que no caigan en falsas espiritualidades y actitudes sectarias.

PROMOVEMOS EL DIÁLOGO ECUMÉNICO E INTERRELIGIOSO.

Respetamos su edad y circunstancias 86. Cada niño y cada joven es diferente. Todo grupo de jóvenes tiene su carácter distintivo. Los diversos contextos culturales y las variadas circunstancias sociales plantean sus propias posibilidades y nos interpelan en nuestra misión evangelizadora. Conscientes de esta pluralidad, desarrollamos metodologías apropiadas que respeten el grado de disponibilidad y las necesidades particulares de los jóvenes a los que nos dedicamos. 87. Al trabajar con los niños insistimos en la relación con la naturaleza, la apertura a los compañeros y el descubrimiento de Jesús como amigo. Les iniciamos en la oración, en el conocimiento de la Biblia, en la vida sacramental y en actitudes de servicio y solidaridad. 88. Acompañamos a los adolescentes en su proceso de identificación y equilibrio personal, en la aceptación de sus capacidades y limitaciones, y en su nueva manera de relacionarse con los demás, con sus amigos y familiares. Les ayudamos a encontrar su lugar en el mundo y a superar la imagen infantil que tienen de Dios. Les apoyamos también en la búsqueda de valores e ideales que puedan orientar su vida. Prestamos especial atención a la integración positiva de su sexualidad y afectividad. Nos mostramos pacientes y comprensivos ante sus momentos de superficialidad, rebeldía e inestabilidad, característicos de la edad.

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89. En nuestro trabajo con los jóvenes, tratamos de dar respuesta a sus interrogantes acerca del sentido de la vida, de la responsabilidad, de los valores trascendentes. Fomentamos su conciencia social y política y los animamos a participar en organizaciones y grupos que se esfuerzan por cambiar la sociedad. Los preparamos para que sean fuente de renovación y dinamismo en la Iglesia local. Les proporcionamos una formación religiosa más sólida para que lleguen a ser animadores cristianos y puedan transmitir mejor su fe y esperanza en medio de los ambientes en que viven. 90. Les ayudamos a clarificar su vocación en la vida y les presentamos las diversas opciones de vida: celibato, matrimonio, sacerdocio, vida religiosa. Invitamos a los que se muestran receptivos a que consideren la posibilidad de la vida religiosa marista. Les acompañamos en su deseo de dar respuesta a la llamada vocacional.

Con la fuerza del Espíritu, a la manera de María

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91. La labor de evangelización es primordialmente tarea del Espíritu Santo. El Espíritu ungió a Jesús y le dio el poder de anunciar la venida del Reino de Dios mediante signos y prodigios. Fue el Espíritu, el prometido, el que trajo luz, fuerza y crecimiento a la Iglesia naciente. Es el mismo Espíritu el que guía a toda la humanidad, y de modo especial a la Iglesia, en el camino de la fe, haciendo que el nuevo orden de Dios sea una realidad entre nosotros. 92. Marcelino no fue ajeno al poder del Espíritu. Junto con sus compañeros de la Sociedad de María, tuvo la convicción de que el Espíritu les inspiraba en su búsqueda de nuevas formas de estar presentes como Iglesia en una época de increencia. Nosotros hoy queremos ser igualmente receptivos y sensibles a las inspiraciones del Espíritu. 93. Champagnat, siempre consciente de la presencia de Dios, especialmente en los momentos de prueba y dificultad, estuvo abierto a la voluntad de Dios que se manifestaba en los hechos y circunstancias de la vida. El salmo 127: “Si el Señor no construye la casa en vano se cansan los que la fabrican...”, se convirtió en su oración constante. Marcelino confió su persona y su ministerio a María “que lo ha hecho todo entre nosotros”.Nosotros hacemos de esa actitud de oración una orientación diaria dentro de nuestro trabajo de evangelización.

Con vocación de educadores 94. Nuestra tarea educativa no es sólo una profesión, es una vocación. El Papa Pablo VI nos recordaba que “los hombres y las mujeres de hoy escuchan mejor a los testigos que a los maestros, y si escuchan a los maestros es porque son testigos”. 95. No se trata de un proceso unidireccional. Los jóvenes también nos inspiran y nos evangelizan, y nosotros les evangelizamos a ellos. Su confianza en nosotros, su energía, fuerza, honestidad y búsqueda, su bondad y su fe nos conmueven y alientan nuestra propia fe. 96. Marcelino Champagnat describió nuestra vocación a uno de sus primeros discípulos con palabras que nos recuerdan la responsabilidad que tenemos hacia los jóvenes que educamos, pero también la confianza que Dios ha puesto en nosotros: “Su vida entera será el eco de lo que usted les haya enseñado. Entréguese, no ahorre esfuerzos en formar a sus muchachos en la virtud, haga que se den cuenta de que sólo Dios puede hacerles felices, que solo para Él fueron creados. ¡Cuánto bien puede usted hacer, mi querido amigo!”


ANEXO 19 «TESTAMENTO ESPIRITUAL DE MARCELINO CHAMPAGNAT» «Mis queridos Hermanos....Del mismo modo que vuestra voluntad debe coincidir con la de los Padres de la Sociedad de María en la obediencia a un Superior General único, es mi deseo que vuestros corazones y sentimientos se fusionen siempre en Jesús y María. Haced vuestros los intereses de los Padres; constituya un placer para vosotros acudir en su ayuda siempre que os lo pidan. El mismo espíritu e idéntico amor os unan a ellos, como ramas de un solo tronco, como hijos de una sola familia unidos a su bondadosa madre, para nosotros la divina María. Puesto que el Superior General de los Padreslo es también de la rama de los Hermanos, ha de ser el centro de unión de unos y otros.

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ANEXO 20 COLECCIÓN

«CUADERNOS CHAMPAGNAT» Tomo “Nuestro carisma institucional” D. CUARTO COMPONENTE: UN ESPÍRITU PECULIAR Nota previa Cada congregación religiosa presenta en sí y en sus miembros una serie de constantes visibles que, a través del tiempo y del espacio, constituyen su característica o índole propia. Esas constantes son la expresión del espíritu propio de un instituto algo que colorea el ser y el hacer, y el aparecer. El espíritu propio de una congregación procede del fundador, se lo encuentra con densidad en los primeros discípulos; los demás miembros lo van adquiriendo a lo largo de la formación. Es siempre el mismo, cualesquiera que sea las circunstancias de tiempo y espacio. El espíritu del instituto es algo que no se impone por la fuerza, sino que simplemente se asume con suavidad. No se enseña, más bien se transmite por contagio. Es difícil definirlo. Es algo para vivirlo. Se barrunta lo que era cuando está ausente de donde tendría que estar presente. No pertenece al reino de la erudición, sino al de la sabiduría. Ese espíritu es algo vivencial quien desea ser formador debe preocuparse, ante todo de vivir lo que es en presencia de sus formandos. Mas formará por sus reacciones que por sus charlas y consejos. Tener <<el espíritu de su instituto>> equivale a sentirse feliz y satisfecho en la vocación en la que se está.

I.

LA VALLA, FUENTE DE ESE ESPÍRITU

La cuna de nuestro espíritu fue La Valla. Nació en esa diminuta aldea. Después, ese espíritu palpitó en el Hermitage. Desde allí como las aguas del Gier, que se fue extendiendo por todas partes. Hoy se encuentra en los cinco continentes. Se muestra allí donde hay verdaderos hermanos maristas. Como rasgos característicos de ese nuestro espíritu, sin la pretensión de ser los únicos, podrán citarse: -

Un elevado sentido de Dios con sus naturales exigencias: Oración, celo apostólico.

-

Las virtudes de humildad, sencillez y modestia.

-

La devoción a María.

-

La vida de familia.

-

El amor al trabajo (laboriosidad).

El Padre vivió esos rasgos; Los primeros hermanos también los vivieron ayer, la inmen

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sa mayoría de los hermanos del instituto lo viven hoy. Nuestro espíritu marista crea un parentesco de almas que trasciende el tiempo y el espacio, nos comunica un cierto <<aire de familia>> inconfundible.

<< (Todo hermano marista) Sabía que eran 10.000, esparcidos por todos los rincones del mundo, y que cada uno de ellos, blanco, negro, amarillo o café con leche ya se expresara en francés, en español, en inglés o en portugués, era idéntico a todos los demás, y podía estar con ellos en las nieves de Canadá como en los bosques de los trópicos>>. (cfr. A. Chanson, La petite odysèe, Gallimard, 1965, París, pág.15) En una mirada retrospectiva, desandemos camino y veamos cómo se gestó nuestro espíritu. Volvamos a las fuentes y reflexionemos. Con el fin de mantener y robustecer entre nosotros las mismas actitudes de alma que tuvieron nuestro fundador y sus primeros discípulos que constituyen los elementos básicos de nuestro espíritu, es necesario que su escala de valores sea también nuestra escala. 160

II.

TRIPLE EXPRESIÓN DEL SENTIDO DE DIOS:

HUMILDAD, SENCILLEZ Y MODESTIA Creo poder afirmar que el Padre Champagnat no formuló nunca esta trilogía. Nos dejó, eso sí, doctrina sobre la humildad, referencias y actitudes sobre la sencillez. En cuanto a la modestia, alguna referencia implícita podremos encontrar. Esta trilogía es característica de la vida oculta de la familia de Nazaret: vida que se propone como modélica a los hermanos maristas. Estas virtudes son fruto del sentido de Dios, nacen de un clima de oración. Por desgracia, durante mucho tiempo fueron consideradas como negatividades, desde sólo parámetros socio psicológicos. Así las cosas, la humildad era signo de una pobre personalidad, la sencillez era sinónimo de simpleza, la modestia era considerada como síndrome de personalidad inhibida. Felizmente, hoy son mejor comprendidas. Esta revaloración ha sido posible gracias a la profundización que diversos grupos y movimientos en la Iglesia y “fuera de ella” han realizado sobre la espiritualidad bíblica.


ANEXO 21 LIBRO

HERMANO FRANCISCO. FIEL RETRATO DEL P. MARCELINO GUY CHASTEL (Págs. 41 a 48)

II. UN SUPERIOR GENERAL DE 31 AÑOS Desde 1836, el Padre Champagnat había ido notando la declinación de su salud. Tenía por ese entonces 47 años, aunque a esa edad su cuerpo se había agotado ya a causa del excesivo trabajo, de las tribulaciones sufridas y de sus reiterados viajes. Estaba desilusionado, además, por el fracaso de sus gestiones en París, donde había solicitado en vano que quedaran librados sus religiosos del servicio militar, mediante la aprobación oficial de su Instituto. En torno a él se inquietaban también sus compañeros de la Sociedad de María, principalmente por la sucesión en la conducción de los Hermanos. En los orígenes, Padres y Hermanos habían constituido un solo cuerpo con un gobierno central único. Aunque Marcelino fuera el Fundador y Superior de los Hermanos, pensaba que ambas ramas pertenecían al mismo árbol, del que consideraba Superior al Padre Colin. Éste último acudió, empero, al Arzobispo de Lyon para que lo invistiera de los poderes necesarios para proceder a una elección que consideraba indispensable, en vista de la situación. Esta elección tenía el carácter de un acontecimiento trascendental para la Congregación de los Hermanos; significaba algo así como un segundo nacimiento. La elección se realizó al fin el 12 de octubre de 1839. Debió hallarse precedida de largas horas de oración, de silencio y de meditación y estuvo acompañada por un ceremonial de cuidadosas precauciones. Antes de la ceremonia central, el Padre Colin terminó la preparación con esta oración de los apóstoles de Pentecostés: “Señor, Tú que conoces los corazones de cada ser humano, haznos descubrir a quien has elegido”. Sobre 92 Hermanos profesos, reunidos solemnemente para dar sucesión al Padre Champagnat, el Hermano Francisco fue elegido por 87 votos. Para los cargos de colaboradores en el gobierno, el Hno. Luis María, que debía sucederle un día, obtuvo 70 votos, y el Hermano Juan Bautista que fue un trabajador incansable -empleó más de 20 años en recoger documentos con los cuales escribió una vida del Padre Champagnat50 votos. El Hno. Juan María, muerto como un santo, alcanzó 45 votos. Los Hermanos Luis María y Juan Bautista fueron considerados como los Asistentes o colaboradores del nuevo Superior General. Este contaba en ese momento 31 años y seis meses. “Bendito sea Dios”, suspiró el Padre Champagnat al conocer el resultado. ¡Esos eran los religiosos que necesitaba el Instituto!

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En cuanto al Hno. Francisco dejó consignados en su cuaderno, el 12 de octubre de 1839, los sentimientos que en ese momento embargaban su alma. Escribe: “¿Qué voy a realizar yo, que reconozco claramente no poseer ni las fuerzas corporales ni la salud indispensable y menos aún las cualidades espirituales y la virtud necesaria? La voluntad de Dios se ha manifestado. Me resigno con la dulce confianza de que Aquel que con una mano sobre mis hombros esa responsabilidad sabrá, con la otra, ayudarme a sostener su peso.” Habiendo sido, desde los orígenes mismos del Instituto, el hijo de los ensayos iniciales y el confidente asociado a los grandes proyectos del maestro, lugarteniente inmediato, unido a sus responsabilidades de Superior, el hijo espiritual, participante de los favores del Padre, se convirtió a su vez en jefe de la gran familia que había contribuido a engendrar. ¿Cómo reaccionará él? El momento es decisivo.

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Hemos observado que Padres y Hermanos constituían una sola familia. En Roma se había decidido para el porvenir inmediato, una vida más segura y más acertada. La Santa Sede dispuso que era necesario, sin dilación, separar las dos fundaciones que no tenían ni las mismas actividades ni iguales fines. Que siguieran caminos paralelos y guardaran los lazos afectivos de la primera hora; que los Padres asumieran la misión que se les había asignado y que, a su vez, los Hermanos, se rigieran por un gobierno personal y eligieran entre ellos, un Superior General. La transición implica riesgos. El Hno. Francisco no era sacerdote. No suministraría a su Instituto el prestigio debido a la ordenación sacerdotal. El carisma no descendería de él como descendía cada día, hasta entonces, del corazón encendido del Padre Champagnat. Se pudo pensar que por su incapacidad o falta de pericia el nuevo Jefe quizá permitiera que la Congregación se desviara de su orientación primitiva. A pesar de todo, los antecedentes del Hno. Francisco eran suficientes para depositar en su persona la más completa confianza. En una carta de que Marcelino Champagnat le escribiera a Monseñor Pompallier, Vicario Apostólico de Nueva Zelanda, el Fundador le decía: “El Hno. Francisco es mi brazo derecho, todos los Hermanos se someten a él sin dificultad; en mi ausencia me reemplaza”. No obstante, no podemos dejar de tener en cuenta que la Congregación de los Hermanos de María no presentaba en ese momento seguridad desde el punto de vista civil y religioso, ni los elementos propios para dar solidez y cohesión capaces de asegurar su porvenir. Pensemos, también, que la obra del Padre Champagnat, no inspiraba entre los “prudentes”, es decir, entre los que se apoyan en las previsiones humanas, ninguna confianza. Por último, recordemos que cuando Marcelino escribía en favor de su discípulo esas líneas, vivía aún entre sus hijos. Se apreciaba en el Hno. Francisco a su delegado. Su presencia efectiva era simbólica; el Padre tenían aún entre sus brazos a todos sus hijos. Pero al morir, el 6 de junio de 1840, el Hno. Francisco quedará solo. Está solo al morir el Padre Champagnat; no se le ocultan los sacrificios que habrán de acompañar sus actividades. Antes de su muerte, en el momento de la elección, el Padre había hecho una alocución patética al confiarle el gobierno de la Congregación: “Pobre Hermano, te compadezco. El gobierno de un Instituto es de un peso agobiante. Pero el espíritu de celo y


de piedad, la confianza en Dios te ayudarán a soportarlo. Acuérdate de que no podrás ser útil a los demás y procurar la salvación de las almas sino sacrificándote”. Si el gobierno puede pasar sin riesgo de las manos del Fundador a las del Hno. Francisco se debe a tres razones fundamentales: en primer lugar, el Hno. era fidelísimo. Las superiores consignas que acababan de proporcionarle las aplicaría en el sentido más estricto. Soportaría sus preocupaciones y las de sus Hermanos. Su maestro no había realizado otra cosa y le había recomendado imitar su conducta. Al morir el Padre, ¿quedaría solo el sucesor? Estaba convencido de que no. El Padre continuante lo asistía y velaba desde el cielo por su obra. El Hno. no perdía nunca de vista su presencia y procuraba que fuese siempre el modelo sobre el cual se apoyaba. Hacía mucho que había constituido un solo ideal con su maestro y eso daba solidez a su misión rectora. El 30 de febrero de 1841 recibía el retrato del Fundador, y escribía en su cuaderno: “Recibí el Padre Champagnat; debo procurar en convertirme en su retrato viviente”. En segundo lugar, el Hno. Francisco se preocupó por no innovar. Era un hombre joven y decidido; de firme voluntad. Desde el primer día de su mandato imprimió en la marcha del Instituto las características que había recibido de Marcelino. El Padre fallecido continuaba orando por su intermedio como si viviera. Lo hacía revivir en su persona y por eso tenía entre los Hermanos la misma autoridad que el Fundador. En fin y sobre todo, el pasaje de un gobierno a otro se realizó sin mayor dificultad porque el nuevo Superior era el “Hno. Francisco”. Sus cualidades y defectos regulaban su personalidad. Los defectos en el nuevo Superior tendremos que descubrirlos. Las cualidades se revelarán de inmediato a través de las obras que iremos enumerando. Aparecieron después de la muerte del Padre Champagnat los ejemplos de la vida íntegramente religiosa del Hno. Francisco que su persona representa al pastor que reúne a sus ovejas. Las que en algún momento corrieron el riesgo de dispersarse, encontraron en el nuevo Superior a alguien que tuvo el privilegio de unirlos más y más. El mismo día que tomó posesión del generalato escribió en su diario: “Espíritu Santo, unión de las inteligencias y eterna verdad y de los corazones en perfecta caridad”. Esta caridad tuvo resultados inmediatos. La Congregación se unió en la persona del Hno. Francisco porque descubrió en él un hombre digno de ser imitado, a un hombre digno de ser amado. Estamos en los comienzos de una carrera progresiva y tendremos, hasta el final, la dicha de constatar que no sólo los subordinados se unen a imitación de su Jefe, sino que los que contemplan desde fuera del Instituto su actuación se dan cuenta de su valor. Después de la prueba que acaban de sufrir, los Hermanos se reunieron felices, para realizar el retiro, en octubre de 1840. Los lazos que hubieran parecido distenderse se estrecharon más y la confianza se incrementó. Con un Superior General de 31 años, la cabeza era solidaria y el corazón rebosaba de caridad para con los súbditos. Al arriarse la bandera de las manos del Padre Champagnat fue izada en las manos del más digno de sus hijos. El porvenir se presentaba luminoso y seguro.

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ANEXO 24 DOCUMENTO

«HERMANOS MARISTAS, HOY» Carta del XVII Capítulo General Roma, 30 de octubre de 1976

HERMANOS: A vosotros, que estáis en las primeras etapas de vuestra incorporación al Instituto, y tratáis de entender mejor lo que es la vida en la cual os comprometéis;

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a vosotros, que estáis en plena actividad, solicitados en todas las direcciones por exigencias diversas de trabajo y de apostolado; a vosotros, a quienes el «Varón de dolores» ha invitado a compartir su cruz en la enfermedad, los achaques, la invalidez; a vosotros, que habéis recorrido ya un largo camino como discípulos de Marcelino Champagnat y os habéis visto forzados a reducir vuestra actividad por efecto del desgaste de los años y de la fatiga; a vosotros, ¡Hermanos Maristas de todos los países, de todas las culturas, de todas las lenguas!, Os dirigimos este mensaje de gozo y de esperanza.

I. TODOS INTERPELADOS 1. UNA EXPERIENCIA DE VIDA Procedentes de todas las Provincias maristas del mundo, delegados por nuestros Hermanos, hemos vivido una experiencia que nadie hubiera podido imaginar. Sin conocernos, sin acuerdo previo, hemos tomado conciencia: de ser hijos de un mismo Padre, de poseer el mismo espíritu de familia, de compartir la misma herencia y de vivir fondamentalmente los mismos valores. Juntos hemos hecho frente a los inconvenientes de las diversas lenguas y a la dificultad de las distintas mentalidades, y juntos hemos puesto nuestras esperaza en el futuro. Hemos unido nuestros esfuerzos en el trabajo, en la reflexión, en la plegaria, en la vida fraterna, creando así,dia tras dia, nuestra comunidad. Somos testigos de este acontecimiento: Es posible ser Hermano Marista, hoy. A pesar de nuestras flaquezas e infidelidades, esta buena noticia constituye, a la vez, un consuelo y una exigencia, una alegría y una esperanza.


Lo que hemos visto y oído constituye para todos nosotros —en estos días de «tiempo favorable»— una llamada a la renovación personal, comunitaria e institucional.

2. PARA PROSEGUI LA RENOVACIÓN Llamada que - a través de los miembros de este Capítulo General - se extiende a todo el Instituto. Hemos vivido durante estos últimos nueve años, como la mayor parte de las congregaciones religiosas, un período de cambios intensos, e incluso de conmociones más o menos graves. Hemos examinado algunas de nuestras estructuras tradicionales, y las hemos adaptado a la situación actual para que respondan mejor a las nuevas exigencias de nuestra vida. La búsqueda de formas nuevas, el temor de perder determinados valores fundamentales, y la dificultad de armonizar los distintos puntos de vista, han producido inquietud, e incluso angustia. Comprobamos, sin embargo, que la inspiración del XVI Capítulo General nos dio un nuevo impulso, salvaguardando al mismo tiempo la unidad, a despecho de las tensiones. En diversas regiones del Instituto, algunas Provincias han profundizado el sentido de su vida religiosa y se han comprometido en una pastoral vocacional seriamente organizada: Surge ya una nueva generación, pletórica de porvenir. Es una invitación a todos nosotros para renovar nuestro esfuerzo en medio de las situaciones que vivimos actualmente.

3. A LA ESCUCHA DEL MUNDO El reto y la esperanza del mundo actual son, en cierto sentido, más profundos que en el pasado, debido particularmente al cambio radical operado en iodos los aspectos de la vida contemporánea. Vaticano II hace a este respecto una descripción luminosa en la Gaudium et spes. A ello se deben agregar los procesos de secularizacion liberacion producidos en forma más aguda en estos últimos años.

4. ... DE LA IGLESIA La Iglesia, Pueblo de Dios, implicada ella misma en la evolución del mundo, nos interpela por la voz de sus Pastores, nos exhorta a unir nuestros esfuerzos en favor de la justicia, bajo todas sus formas, nos brinda nuevas pistas de reflexión y de acción para la catequesis, nos invita a una nueva visión de su presencia en el mundo. Escuchamos también - a un nivel más ordinario - la voz de las Iglesias locales, y, particularmente, la llamada de las Iglesias jóvenes, invitándonos a la inserción humilde entre los pobres y a la aceptación respetuosa de los valores de todas las culturas.

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5. ... DE LOS JÓVENES Las necesidades apremiantes de la juventud nos afectan, en verdad, muy particularmente. Nos encontramos - de formas muy diversas según los países - con jóvenes: desorientados por la fragilidad de los valores, confinados en el seno de una sociedad sin alma, en búsqueda de un absoluto que los adultos parecen incapaces, de descubrirles. Su rebeldía contra todo tipo de manipulación de las conciencias y su oposición a la sociedad de consumo, traducen la búsqueda angustiosa del sentido de su existencia. El mismo ámbito educativo en el que evoluciona esta juventud se encuentra perturbado por una revisión pedagógica constante. Nuestra misión es, ciertamente, más actual que nunca. 166

6. BAJO LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU Frente a todas estas llamadas de la juventud y del mundo, ni hemos de tener miedo ni debemos encerrarnos en nosotros mismos. El Espíritu de Pentecostés y la inspiración de María orante, presente en nuestra Comunidad, como lo estuvo entre los Apóstoles, nos invitan a abrir nuestras puertas de par en par a la esperanza. Prosigamos, pues, nuestro caminar por las vías de la renovación, llenos de una rejuvenecida confianza en nuestra misión y en nuestro quehacer.

II. ELEGIDOS Y CONSAGRADOS 7. TESTIGOS ENTRE LOS HOMBRES ... Lo que ante todo y sobre todo cuenta para nosotros, Hermanos Maristas, es la Persona viviente de Cristo y su Evangelio. Respondemos a una llamada totalmente gratuita: es el Señor quien nos consagra y nos envía para ser sus testigos en las diferentes situaciones históricas y culturales en que se encuentra el Instituto. Observamos, sin embargo, que a nuestro alrededor se dan falsos absolutos, «ídolos» que constantemente nos seducen: en la fascinación del poder, del dinero y del sexo, se encuentra el origen de otros condicionamientos que obstaculizan la Buena Nueva de Cristo. Nuestra fidelidad se ve sometida a prueba: Estamos obligados, en efecto, a mantener la permanente actualidad de nuestros votos y su sentido profético.


8. ... DE CRISTO REDENTOR Nuestra vida carece, por consiguiente, de sentido: si no está consagrada a seguir a Jesucristo, y si no conseguimos actualizar su presencia entre los hombres de hoy, especialmente entre los jóvenes. Cuando nuestro Fundador afirma: «Dar a conocer a Jesucristo y hacerle amar, tal es el fin de vuestra vocación y la finalidad del Instituto.» está viviendo realmente ese sentido evangélico profundo, y es la razón por la que considera al Hermano como «sembrador del Evangelio». En esa misma línea, M. Champagnat va, con profunda intuición, a lo primordial: Cristo Salvador. Y con la misma profunda intuición nos señala los primeros puestos: La cuna de Belén, el Calvario, el altar. La misma experiencia mariana del Fundador y la de los primeros Hermanos nos ha sido presentada siempre en este contexto redentor. María es la «Madre bondadosa» que fue llamada a colaborar en la obra salvífica de un modo particularísimo: En la fe y en la esperanza, la Virgen da su respuesta de amor.

9... PARA UNA CONVERSIÓN EVANGÉLICA Este ideal del P. Fundador, aun constituyendo una fuente de alegría y optimismo para todo el Instituto, nos vuelve muy humildes. Reconozcamos que no hemos logrado aún realizarlo: a veces nos hemos apartado del Evangelio de Jesucristo y experimentamos la necesidad de conversión. La historia de la vida religiosa y nuestra propia historia marista nos invitan constantemente a volver a las fuentes vivas del Evangelio. El P. Champagnat era muy consciente de la debilidad humana, y vivía, como nosotros, en un mundo en cambio. Poseía, sin embargo, un profundo conocimiento del inmenso poder de la gracia de Cristo para sostener la buena voluntad de sus Hermanos. También hoy debemos ser testigos de una conversión radical a Cristo. Ello nos impulsa a tomar decisiones, tal vez insólitas, en conformidad con los signos de los tiempos. Tal conversión se pone de manifiesto: en una vida personal más auténtica, en una fraternidad que trata de imitar la de los primeros cristianos y la de nuestros primeros Hermanos. Todo ello suscita, como consecuencia, la renovación de nuestras instituciones comunitarias y educativas para que reflejen más claramente el Evangelio de Jesucristo.

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III. SEDUCIDOS POR SU PRESENCIA 10. ¡CLAMAMOS A TI, SEÑOR! El mundo actual y nuestra misión apostólica nos exigen un testimonio inequívoco de nuestra experiencia vital de Dios: Sólo la fuerza transformadora de la oración puede conducirnos a ella. Hermanos Maristas de hoy, si experimentamos tensiones y desgarramientos personales y comunitarios, no se debe a que somos Maristas, sino a que formamos parte del Pueblo de Dios. Hacemos la experiencia del Éxodo: Dios conduce a su Pueblo al desierto para purificarlo y hablar a su corazón. Decimos con frecuencia que al Señor le encontramos: en la naturaleza, 168

en nuestro trabajo, y de manera especial en las personas, y que dicho encuentro constituye nuestra oración. Pero una lectura sobrenatural de nuestra vida no puede esclarecerse sino mediante un encuentro prolongado con Cristo. El Espíritu que clama en nosotros la alabanza al Padre nos guía en esta experiencia personal. Nos responsabilizamos así de nuestra oración individual y podemos vivificar, en consecuencia, la oración comunitaria.

11. «LA PALABRA DE DIOS ES VIVA» Diversos síntomas alentadores manifiestan hoy que muchos Hermanos y comunidades se orientan hacia una oración renovada, una oración que se alimenta sobre todo en la Sagrada Escritura. Encuentran en ella una llamada a la fe y a la acción, porque «la Palabra de Dios es viva y enérgica.» Cuantas veces nos juntamos para alabar a Dios, compartiendo la Escritura y el Pan eucarístico, su Palabra se encarna en nuestra comunidad, y el temor cede el paso al amor. Acrecentamos así nuestras energías, lo que nos permite volver de nuevo a los hombres para compartir sus sufrimientos y para anunciarles con más autenticidad el Evangelio de Cristo.

12. ORACIÓN DE APÓSTOL Tal es el fundamento de la oración de Marcelino Champagnat. Para él, orar es sumergirse profundamente en la presencia de Dios. En la oración centra él todas las situaciones de su vida: afanes pastorales por los caminos montañosos de La Vallá y del Hermitage, trabajos y esfuerzos para fundar y desarrollar su obra...: La oración les comunica a todos ellos una nueva dimensión.


13. EN LA ESCUELA DE MARÍA A ejemplo de nuestro Fundador, estamos unidos en espíritu con María, la Virgen de la escucha y de la respuesta. Nos hacemos más y más pobres para que, bajo el influjo del Espíritu, la Palabra de Dios pueda encarnarse cada día en nuestras vidas. Para eso, fijémonos en María con mirada contemplativa; dejémonos educar maternalmente en su escuela de vida. María nos enseña a orar en el Espíritu.

IV. ENVIADOS POR EL SEÑOR 14. «ID, ENSEÑAD A TODAS LAS NACIONES» Esta consigna de Cristo resucitado, primero a sus Apóstoles y’ luego a la Iglesia a lo largo de los siglos, llega hasta nosotros. Bautizados y consagrados como religiosos laicos, dentro del Pueblo de Dios tenemos como misión especifica el apostolado de la juventud, especialmente en la escuela católica. En un período histórico en el que los jóvenes representan una proporción creciente en la mayoría de los países, los educadores estamos colocados «en primera fila entre los que preparan el porvenir de la sociedad y de la Iglesia». Podemos regocijarnos de que Marcelino Champagnat nos haya confiado la apasionante tarea de la educación.

15. PERO, ¿QUÉ EDUCACIÓN? La que tiende a la formación integral del hombre. La que tiene en cuenta las exigencias de una actualidad en constante mutación. La que suscita en los jóvenes el sentido crítico de la vida, equipándolos contra las presiones sociales, culturales y políticas, que enajenan la libertad. La que quebranta los individualismos e impulsa a la persona al diálogo y a la acción en la comunidad de los hombres, al servicio de los más desamparados. La que salva de la debilidad y del pecado bajo la acción de Jesucristo e infunde la fuerza para comprometerse en la formación de comunidades de Iglesia. Esta educación es la expresión actual del deseo del P. Champagnat, cuando pide que sub Hermanos se preocupen de formar «buenos cristianos y virtuosos ciudadanos.»

16. EDUCADORES MARISTAS Al educador marista se le propone el modelo más elocuente y eficaz: «La Santísima Virgen, educadora y servidora del Niño Jesús.» El primer afán del educador, antes aun que el de la palabra, es el de la presencia, ya que el Hermano tiene que convivir entre los jóvenes durante mucho tiempo. Con toda sencillez ‘aportamos una presencia fraternal que anima y se abre a todos sin distinción, aunque con cierta preferencia hacia quienes, sin embargo, nunca son los preferidos. La Virgen, educadora de Cristo, escucha también lo que su Hijo le enseña: «María con

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servaba todas esas cosas en su corazón.» Ella crece al mismo tiempo que ayuda a crecer. Como educadores, recibimos tanto como damos. No estamos en posesión de la verdad; tenemos que compartir las inquietudes de los educandos y realizar juntos parte del camino en la alegría serena y en el amor a la vida.

17. PARA UNA ENCARNACIÓN ADAPTADA A ejemplo de Nazaret, esta actitud caracteriza cada uno de nuestros compromisos apostólicos. Integrados en la Pastoral de conjunto del Pueblo de Dios, tomamos en consideración las diversas situaciones locales y las circunstancias históricas, que nos inducen a una gran flexibilidad en nuestra presencia en el mundo de los jóvenes. Tal abanico de opciones, exponente de nuestra capacidad de adaptación, lejos de constituir una causa de inquietud, es, por el contrario, una manifestación de vitalidad apostólica.

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Comprometidos en la aventura evangelizadora de las Iglesias jóvenes, bajo el impulso inicial del P. Champagnat que deseaba él mismo ser misionero, profesamos un respeto profundo hacia las culturas locales y nos proponernos la encarnación total del apóstol, para suscitar en el alma de todo hombre el impulso liberador de la Buena Nueva. Disponibles para dirigirnos al encuentro de los jóvenes en el lugar en que se hallan, vamos con audacia a los ambientes, quizás inexplorados, en los que la expectación de Cristo se manifiesta en la pobreza espiritual y material. Comprometidos en instituciones educativas, garantizamos su valor asegurando su calidad. A ejemplo del P. Champagnat, que no se arredraba ante las innovaciones en la pedagogía de su tiempo, tampoco nosotros debemos tener miedo en promover cualquier investigación educativa que tienda a una mejor realización del «hombre nuevo»19 en cada uno de aquellos sobre quienes tenemos responsabilidad. En este mismo sentido, nos empeñamos en hacer de nuestras obras lugares abiertos, centros de convivencia, de intercambio, de irradiación, a nivel social, cultural y apostólico, según las necesidades de los ambientes en que trabajemos.

V. EN LA COMUNIÓN FRATERNAL 18. HERMANOS ENTRE NUESTROS HERMANOS La comunidad es el medio en el cual vivimos nuestro compromiso de consagrados, y donde encontramos a la vez ayuda y aliento, aunque también dificultades. La autenticidad de nuestra vida comunitaria está por encima de las formas, tradicionales o nuevas, que puede adoptar: Si Dios está en el centro de la vida de cada uno, se puede comenzar a construir una verdadera comunidad, aunque seamos hombres débiles y limitados. Esta empresa requiere la participación constructiva de todos los miembros, cada uno con sus riquezas personales y su capacidad de perdón hacia los demás.


19. PARA HACER JUNTOS El valor de una experiencia comunitaria - y toda comunidad es una experiencia - se calcula por su capacidad de favorecer el crecimiento humano y religioso de sus miembros, cada uno conforme a su edad, mentalidad o actividades. Las evaluaciones periódicas - mucho más que la referencia a un determinado modelo - nos permitirán apreciar este crecimiento. El intercambio de nuestras riquezas comienza por el de la amistad que nos une los unos a los otros. El «vivir con» y el «hacer cosas juntos» exigen una armonía profunda y un intercambio permanente. Cada Hermano es, en efecto, un «enviado» de la comunidad para su apostolado específico. Tiene derecho, por consiguiente, a sentirse apoyado siempre por el testimonio comunitario de sus Hermanos; tiene el deber, asimismo, de suministrar una información constante y precisa acerca de su trabajo profesional y apostólico. En consecuencia, la actividad de cada Hermano sólo tiene sentido en la medida en que se inserta en la obra común, y va referida a la comunidad.

20. EN LA DIVERSIDAD Y LA UNIDAD Las diferencias de situaciones entre nuestras Provincias, e incluso entre las comunidades de una Provincia, constituyen una gran riqueza de nuestra época. Este signo de los tiempos nos induce al reconocimiento efectivo de una diversidad de estilos de vida comunitaria para vivir con dinamismo la vida religiosa. En este sentido, el proyecto de vida comunitaria, ¿no constituirá hoy un medio importante de unificación en nuestra vida? Para que así sea, los Hermanos necesitan precisar en él: los valores a los que quieren servir, los objetivos que juntos se comprometen a alcanzar, los medios que les parecen más oportunos para conseguirlos. Nuestras comunidades —distintas según las circunstancias— tienen todas, como punto de referencia, las Constituciones. Son ellas las que contribuyen en cualquier situación al desarrollo de la unidad.

21. COMUNIDAD ABIERTA Y DISPONIBLE Nuestras comunidades se esfuerzan en hacer prioritario el consejo evangélico de la hospitalidad. Es la manera concreta de manifestar el gozo de su virginidad: intercambios sencillos y acogedores en los que todos dan y todos reciben. Esta acogida es especialmente cordial cuando se trata de jóvenes. En una época en la que, además, la agitación de la vida nos expone a olvidarnos de lo esencial, nuestras casas deben poder ser moradas de recogimiento, de oración, de intercambio espiritual.

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La primera apertura tiene que ser, sin embargo, para la comunidad provincial, ya que ella encarna al Instituto y su carisma en una Iglesia local. A través de la Provincia, y por encima de ella, nos esforzamos en abrirnos a las dimensiones del Instituto y de la Iglesia. La libertad interior de los servidores del Evangelio y la pertenencia a un Instituto permiten a una determinada comunidad que realiza una misión apostólica concreta, en un ambiente dado, abandonar ese lugar para encaminarse a donde su presencia responda mejor a las nuevas necesidades. La pobreza de una comunidad, en efecto, no le permite sentirse instalada nunca, ni siquiera en su acción apostólica.

22. PARA IRRADIAR EL EVANGELIO La comunidad da testimonió de la presencia de Cristo: por la calidad de su oración, por su capacidad de intercambio, 172

y a través de su misión apostólica. Testimonio que se manifiesta: en nuestra vida fraternal, en la alegría de encontrarnos juntos, y en el gozo de amarnos sinceramente, pese a todas nuestras diferencias. Esta caridad se alimenta y se expresa: en frecuentes Eucaristías participadas, en las fiestas de familia, y en las mil atenciones de la vida cotidiana, especialmente con los enfermos y ancianos. Hijos de Marcelino Champagnat, nos esforzamos por vivir en nuestras comunidades una espiritualidad transida: de sencillez, de celo en el trabajo, de espíritu de Nazaret. La organización de la Sagrada Familia puede inspirar, por otra parte, la distribución de servicios en nuestras comunidades. Quienes las dirigen, cumplen su labor como un servicio a cada uno de los miembros que las constituyen, a ejemplo de San José. Los Hermanos, por su parte, no tienen más preocupación que la de llevar a cabo su tarea en la oscuridad y en el gozo apacible de quien se siente bajo la mirada de Dios. De este modo, y frente al individualismo creciente en la civilización contemporánea, la comunidad - a pesar de sus propias debilidades - desempeña una misión profética:


denunciando el egoísmo social; anunciando humildemente la posibilidad de la vida fraterna. Por encima de bellas teorías, nuestra dedicación a los pobres y a las víctimas de la injusticia y la opresión se manifiesta precisamente en nuestro modo de vida y en nuestras actitudes.

VI. TRAS LA HUELLA DEL FUNDADOR 23. ¿ SIGUE VIVO PARA NOSOTROS MARCELINO CHAMPAGNAT ? Con frecuencia obramos como si nunca hubiera existido. La persona y la obra de Marcelino Champagnat constituyen, sin embargo, un don del Espíritu para sus Hermanos y para la Iglesia. Al ingresar en el Instituto de los Hermanos Maristas, nos hacemos partícipes de ese don: Partícipes, esto es, beneficiarios y responsables. Dicha herencia nos ha sido transmitida por el H. Francisco y los primeros Hermanos, pero también por las generaciones sucesivas de nuestros predecesores. Se trata, según la dinámica propia de todo don de Dios, no tanto de un patrimonio que hay que conservar celosamente, cuanto de una riqueza que es menester desarrollar y comunicar al mundo actual.

24. UN HOMBRE SEGÚN EL EVANGELIO Marcelino Champagnat, al margen de su manera de pensar o de hablar, aparentemente caduca y envejecida, es un hombre que hizo la experiencia de Dios viviendo el Evangelio como María. Aprendió la actitud de pobreza ante su Creador y Padre en la contemplación de María, «su Madre y Modelo». Durante toda la vida sólo busca sencilla y apasionadamente la voluntad de Dios, a ejemplo de la humilde esclava de Nazaret. Cuando la oración y la lectura de los acontecimientos de su vida le manifiestan esta voluntad, nada le detiene. Audazmente emprende cuanto tiene que emprender. Si surgen dificultades, acude a María «como un niño acude a su madre», ya que sabe por experiencia que María puede ayudarle en todo. No se trata de una confianza indolente, sino de la búsqueda de un apoyo sólido que ayude y sostenga su debilidad. «Ésta es obra tuya. . . Así pues, contamos con tu ayuda en este mo -mento crítico y con ella contaremos siempre.»

25. ENTRE SUS HERMANOS... Entre sus Hermanos se muestra siempre como un hombre de corazón. Sus primeros discípulos son campesinos toscos, cuya cultura dista mucho de ser refinada. Sin embargo, en La Vallá no duda un solo instante en compartir plenamente con ellos, desde el principio, sus condiciones de trabajo y su pobreza material y espiritual. En el Hermitage incrementará aún más la comunión plena con la vida de sus Hermanos.

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Es uno más por la oración, los sacrificios y el trabajo. Cuando se trata de perfeccionar su instrucción o los medios pedagógicos, forma equipo con ellos: los más avanzados ayudan a los principiantes. Para el gobierno y la dirección del naciente Instituto se rodea de los consejeros más expertos entre los Hermanos, «y no decide casi nada sin consultarles.» Pero quiere, por encima de todo, que los Hermanos consideren a la Santísima Virgen como Madre, Patrona... y que, por tanto, tengan para con ella los sentimientos correspondientes a tales atributos. Puesto que es «ella quien debe dirigirlo todo», Marcelino se esfuerza en llegar a ser «un buen instrumento entre sus manos». Esta misma disposición le encamina hacia la misión educativa y le’ impulsa a anticiparse a las necesidades de la juventud de su tiempo.

26. UNA LLAMADA PARA LOS TIEMPOS ACTUALES 174

En un mundo en que las aspiraciones profundas del hombre son frecuentemente ignoradas, semejante bondad, sencilla y acogedora, semejante comprensión de la persona humana, ¿carecerán hoy de atracción y de sentido? Esta llamada, esta gracia, no nos pueden dejar indiferentes. A pesar de nuestras flaquezas e infidelidades, Dios nos urge a proseguir hoy la obra confiada a nuestro Fundador.

VII. DE CARA AL PORVENIR Hermanos, con toda sencillez hemos querido compartir con vosotros el gozo y la esperanza de la común llamada del Señor. El carácter profético de nuestra Congregación seguirá siendo actual si continuamos creyendo profundamente. «Escuchadme, los que vais tras la justicia, los que buscáis al Señor: Mirad la roca donde os tallaron, la cantera de donde os extrajeron.» Cuando consideramos «la roca donde nos tallaron», hacemos, en realidad o en espíritu, una peregrinación al Hermitage, en donde palpita todavía el espíritu del Fundador. La presencia y el mensaje de Marcelino Champagnat conservan hoy su plena vigencia. A nuestra fidelidad incumbe el hacerlos más dinámicos y más significativos. En el gozo de Cristo, sepamos contemplar confiadamente el porvenir. Esta alegría - en la medida en que resplandezca en nuestras comunidades - será para todos la señal de nuestra plenitud en Cristo. Al observar nuestras vidas, los jóvenes podrán advertir la llamada que Jesús nunca dejará de hacerles.


ANEXO 27 DOCUMENTO

«EN TORNO A LA MISMA MESA» Capítulo II (puntos 36 a 64)

LA MISIÓN En mi mente veo dos imágenes: la del pan, que se parte y reparte para que alcance a todos, para que todos se alimenten; y la de la vela, que, ofreciendo lo mejor de sí – la luz –, se gasta, como el ideal de vida del hermano Basilio Rueda, “quemar mi vida por Cristo”, aunque en ello se consuma la propia vida. (Venezuela)

CRISTO NOS ENVÍA: LA MISIÓN DE LOS LAICOS 1. Los laicos, desde el bautismo, somos enviados por Cristo a la única misión de la Iglesia: anunciar la Buena Noticia, ser sacramento y fermento del Reino de Dios en la humanidad. 2. Somos evangelizadores del mundo, viviendo en medio del mundo. Como sal en la comida, manifestamos la profundidad que se esconde en la vida cotidiana, e inmersos en ella, testimoniamos las tres dimensiones de la misión de Cristo: consagrar el mundo a Dios, ser profeta de un futuro distinto y estar al servicio de los demás. 3. Por nuestro compromiso bautismal: - Somos signos de Dios para los demás. Injertados en Cristo, que hace nuevas todas las cosas, vivimos la encarnación en las realidades terrenas, ayudando a vincularlas con su verdadera raíz, el amor. Así consagramos el mundo a Dios. - Como profetas, anunciamos un mundo de paz basada en la justicia, y denunciamos las causas de explotación y exclusión que viven millones de personas, generando la esperanza de que otro mundo es posible. - A través del trabajo y de las relaciones humanas construimos un mundo más fraterno y reconciliado, donde el más grande es el que se hace servidor de los demás. 4. Como cristianos laicos estamos atentos a los signos de los tiempos, manteniéndonos a la escucha de lo que el Espíritu nos dice por medio de la historia, la sociedad, las personas. Encarnados en la realidad, vivimos en continuo diálogo con el mundo, mostrando el rostro amoroso de Dios. 5. Esta triple dimensión de la misión subraya la universalidad de la llamada a la santidad de todos los cristianos. La consagración bautismal genera una comunidad de hermanos y hermanas que son iguales en dignidad y responsabilidad dentro de la misión de la Iglesia.

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CON LA PASIÓN DE MARCELINO: LA MISIÓN LAICAL MARISTA María y Marcelino me animan y me dan el valor para entregarme de lleno a esta misión recibida, que consiste en acoger, escuchar y acompañar a los jóvenes, a pesar de mis limitaciones y las de aquellos que están empeñados conmigo en esta misión. En los momentos de duda, cuando me vienen ganas de tirar la toalla, les miro a los dos. Y ellos me dan fuerza para hacer realidad el “Sí” que pronuncié una noche en la capilla de Nuestra Señora de L’Hermitage. (Francia)

6. Nuestro corazón late en sintonía con la pasión de Marcelino, que se manifiesta hoy en las palabras que el H. Seán Sammon, Superior, dirige a los hermanos: Vivir y trabajar en medio de los jóvenes; evangelizar primariamente a través de la educación y a veces por otros medios; y demostrar una preocupación particular por los niños y jóvenes pobres, los que viven en las orillas de la sociedad. 176

7. Esta es nuestra misión: contribuir a que las nuevas generaciones descubran el rostro de Dios y tengan vida en abundancia. Siguiendo las huellas de Champagnat, también nosotros debemos responder al grito de los Montagne que tenemos alrededor. No podemos ver un niño sin amarle y decirle cuánto le ama Dios. - Consagramos el mundo ayudando a los jóvenes a descubrir el sentido de su existencia y a ser capaces de tomar la vida en sus manos, a la luz de la fe. - Somos profetas con los jóvenes anunciándoles que la vida en sí misma es maravillosa, que vale la pena luchar por construir un mundo mejor. Les animamos a ser críticos con la sociedad que les rodea y les invitamos a comprometerse a transformar ese sueño en realidad. - Somos también servidores de los jóvenes, estando junto a ellos y siendo referencia para sus vidas, permaneciendo atentos a sus necesidades y acompañándoles en sus aciertos y errores, en sus dudas y aspiraciones. 8. La misión marista es única, realizada a través de una diversidad de tareas, ya sea el ejercicio de la profesión, la dedicación voluntaria, la familia o la oración. La pluralidad laical hace que las labores sean muy múltiples. Podemos compartir la misión marista en cualquier trabajo, vivido desde la fe. 9. Cada acción individual, comunitaria o institucional es un hilo con el que entretejemos la red de la misión marista. Lo fundamental es que vibremos con esta misión única y que nos mantengamos unidos a ella con la fuerza de la oración.

CORRESPONSABLES EN LA MISIÓN COMÚN

Juntos en la misión Estar con los niños menos favorecidos, trabajar en medio de ellos, estar atentos a sus necesidades, son realidades que vivo con los monitores, monitoras y hermanos. Ahí estamos, los unos para los otros y todos para los niños, formando una gran familia. (Canadá)

10. Laicos y hermanos hemos recibido el don del carisma de Marcelino. Por tanto, so-


mos compañeros en la misión marista, y corresponsables ante Dios de llevarla a cabo. 11. La corresponsabilidad abarca todos los niveles: toma de decisiones, planificación, realización y evaluación. Compartimos la riqueza que los dones de cada uno y los diversos estados de vida aportan a la misión común. 12. Para los laicos maristas, las tareas en las que se concreta la misión son más amplias que las obras de los hermanos. Algunos sienten que, en determinado momento de su vida, deben dedicarse más al cuidado y educación de sus hijos. Otros viven la misión trabajando en obras educativas que dependen de las instancias oficiales o de otras comunidades de la Iglesia. Y hay quienes comparten su vida y su tiempo en otros campos. En esta diversidad, propia de la vida laical, cultivamos la comunión y buscamos juntos nuevos caminos de expresión de la misión marista.

LA RELACIÓN LABORAL Para mí, la escuela se convirtió en mi segunda casa y la comunidad marista, en mi segunda familia. Aunque recibíamos un modesto salario, no medíamos el coste de lo que hacíamos. (Filipinas)

48. Muchos laicos maristas viven la misión trabajando como profesionales en obras del Instituto. Esta relación laboral es fuente de fecundidad y puede ser también, en ocasiones, origen de tensiones. 49. Es fuente de fecundidad: - Para la obra, porque juntos podemos profundizar en su identidad marista y animar con más energía y creatividad su acción evangelizadora. - Para los hermanos, que encuentran así apoyo y ven enriquecida su vocación y su tarea. - Para los laicos, que concretamos la misión marista en un ámbito que sentimos especialmente nuestro y vemos también enriquecida nuestra vocación en la relación con los hermanos. - Para los niños y jóvenes, que experimentan la vitalidad de la presencia marista desde diversas vocaciones. 50. Se pueden suscitar tensiones: - Por diferencias de criterio o una concepción personalista de la gestión, que, a veces, dan lugar a injusticias, heridas y hasta la exclusión de laicos identificados con el carisma. - Por la actitud de profesionales que no responden con la debida competencia u honestidad a sus obligaciones, o que usan sus responsabilidades en las obras para beneficio personal. - Por una deficiente articulación de las relaciones laborales. Para una adecuada dinámica entre empleador y empleado se requieren condiciones de trabajo claras y justas, que no sólo vayan acordes con la legislación vigente, sino que estén inspiradas en el evangelio y la doctrina social de la Iglesia.

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LA RELACIÓN DE VOLUNTARIADO En la sencillez de vida de tantos hermanos y laicos me he dado cuenta que la vida marista no es sólo para pedagogos; que cada uno desde su profesión, desde su oficio, cualquiera que sea éste, estamos en capacidad de dar amor a muchas personas que lo necesitan, especialmente a los niños, y así educarlos como buenos cristianos y virtuosos ciudadanos. (Colombia)

51. Otros laicos maristas participan en obras del Instituto como voluntarios, tanto en obras sociales como pastorales. También esta relación puede ser fuente de fecundidad. - Su fecundidad es la misma que la que existe en la relación laboral, tanto para la obra, como para los laicos o hermanos. La singularidad radica en la fuerza del testimonio cristiano, que da gratis lo que se ha recibido gratis. La entrega de tiempo y esfuerzo es una imagen privilegiada del amor de Dios. 178

- Este amor se muestra de forma especial en aquellos que abandonan su tierra y su familia para servir como voluntarios en otras partes del mundo con un amor sin fronteras. 52. La relación de voluntariado también puede ser, en ocasiones, causa de tensiones. A las ya citadas anteriormente, podemos añadir las siguientes: - No es fácil encontrar un sano equilibrio entre la entrega personal voluntaria y las exigencias de la vida profesional o familiar. - La entrega voluntaria no puede ser utilizada para suplir el trabajo profesional, cuando éste se requiere. - Puede existir la tentación de hacer uso de esta dedicación gratuita para satisfacer intereses personales o familiares, ir en búsqueda de poder, prestigio u otras motivaciones.

GESTIÓN Y CORRESPONSABILIDAD Sabemos que hay mucho camino por recorrer, que quedan metas por alcanzar en la búsqueda de autonomías y complementariedades. Participar es poder: poder decir, poder hacer, poder decidir, poder ser y ser con los otros, poder ser digno hijo e hija de Dios donde deseamos estar, poder saber, poder disfrutar. (Argentina)

53. La gestión de una obra debe ser reflejo de la espiritualidad que testimoniamos. Cuando el espíritu de familia preside nuestras relaciones laborales y de voluntariado, e inspira un modelo de gestión corresponsable, disminuyen las tensiones internas y aumenta la fecundidad de la obra. 54. Los laicos y hermanos que ejerzan cargos de corresponsabilidad deben tener capacidad profesional, junto con una formación actualizada permanentemente, y han de caracterizarse por el respeto y solidaridad para con las personas, así como por una vivencia profunda de la espiritualidadviii. 55. Todos debemos poner nuestra parte para superar las tensiones e injusticias que puedan surgir. Esto exige: crear o desarrollar estructuras de gestión participativa, es-


tablecer con claridad el perfil y las atribuciones de cada función, evaluar de forma sistemática desde criterios transparentes, y garantizar procesos y políticas comunes más allá de los cambios que puedan producirse en los equipos de animación y gobierno de las obras o de la provincia. 56. Sintiéndonos corresponsables de la misión, mostramos disponibilidad para asumir las tareas que se requieran, de acuerdo a nuestras capacidades y situaciones vitales, viviéndolas como un servicio y sin apegarnos a ellas. 57. Por amor a la misión, los laicos maristas estamos comprometidos en una formación permanente que contribuya a mejorar la acción educativa y pastoral. La institución marista está atenta a proporcionar los medios adecuados para que esta formación llegue a todos de manera efectiva.

APASIONADOS POR MULTIPLICAR LA MISIÓN Pienso jubilarme de la enseñanza el próximo año, pero espero seguir dedicándome a la evangelización explícita con la ayuda de Dios. No hay jubilación para una marista comprometida. (Nigeria)

58. El amor de Dios enciende en nuestros corazones la pasión por llegar a más niños y jóvenes, y hacer que vivan en plenitud. Especialmente, escuchamos hoy las voces que nos piden: - anunciar la Buena Noticia de Jesús, sobre todo en los lugares donde no se conoce, haciéndolo con amor ardiente, celo apostólico y métodos renovados; - denunciar y comprometernos a luchar contra las nuevas formas de pobreza; - educar a las nuevas generaciones en amor y respeto a la creación; - educar en la igualdad de género, en la diversidad cultural, religiosa y étnica, insertos en los mundos juveniles; - erradicar las causas de la exclusión y explotación de los niños y jóvenes, a través de nuestro compromiso socio-político; - ser solidarios con la realidad de los pueblos, más allá de nuestras propias fronteras. 59. Estas llamadas nos piden no sólo que atendamos más obras, sino también que nos abramos a nuevos estilos de presencia y nuevos espacios, donde no hemos estado hasta ahora. El deseo de atender las necesidades de los niños y los jóvenes nos hace innovadores y nos ayuda a salir de la inercia y de la comodidad. Hoy disponemos de más oportunidades de formación, y más recursos humanos y materiales, que los que tuvo Marcelino. Su audacia nos inspira a usar estos medios con creatividad y profecía. 60. Los laicos podemos aportar una nueva forma de animar la vida marista en las obras. Junto a los hermanos, podemos formar comunidades locales que sean el corazón de la misión y la garantía de su identidad marista evangelizadora. Estas comunidades pueden ser la semilla de una nueva vitalidad de la misión, que no se basa sólo en el número o la presencia de hermanos en el lugar. 61. La vocación laical marista nos impulsa a colaborar en la evangelización de las nue

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vas fronteras de la misión universal: las periferias de las ciudades, las víctimas de la exclusión social, los medios de comunicación social, la promoción de la paz, la lucha a favor de la justicia y la salvaguardia de la creaciónix. 62. La Asamblea Internacional de la Misión Marista, celebrada en septiembre de 2007, en Mendes (Brasil), ha sido el símbolo del camino recorrido y del horizonte hacia el que nos dirigimos, laicos y hermanos, animados por el Espíritu. En ella hemos sido invitados a empeñarnos en una educación evangelizadora, una educación comprometida con la solidaridad y la transformación social, atenta a las culturas y al respeto del medio ambiente; una educación sin discriminación, que crea espacios para aquello que carecen de ellax. 63. La Misión Ad Gentes, revitalizada en estos últimos años por los hermanos, es también para nosotros, los laicos, una llamada que nos invita a abrir nuestras mentes y corazones a nuevas formas de presencia y generosidad, hasta ahora insospechadas. 64. Juntos, desde nuestra especificidad y misión común, buscamos descubrir el sueño de Dios. Él nos llama a revitalizar la misión, ampliándola y abriéndola a nuevos desafíos, y nos envía a convertir su sueño en realidad. 180


ANEXO 28 CARTA INAUGURAL

«¡REAVIVAR EL FUEGO!» Año vocacional marista Hermano Seán Sammon, FMS - 6 de junio de 2004

HIJOS DE UNA NUEVA ERA Descálzate, desenmaraña las capas de ropa que ocultan el juego de tus huesos, los tonos aterciopelados de tu piel, tu yo bello, esencial. Aplanado, convocado por el amor, en llamas estallarás y en zarza ardiente te convertirás, y, con aspecto de ángel, de ella una realidad nueva surgirá. Hemos llegado muy lejos, un enorme raudal de movimientos, de rezos y pensares, un largo río de dolores. ¿No percibiremos el gran rayo de fuego, el haz de luz que desciende, que corta el agua, que toca nuestra desnudez con nueva y tierna alegría? Catherine de Vinck (1967)

La vitalidad del Instituto se manifiesta por nuestra fidelidad personal, por la fecundidad apostólica y la riqueza de vocaciones. Constituciones y Estatutos, 163.

6 de junio de 2004 Queridos Hermanos y cuantos sentís como vuestro el carisma de Marcelino Champagnat: Son las tantas de la madrugada aquí en Roma. Se han ido ya los últimos invitados venidos a la celebración de la vigilia de la fiesta del fundador, se ha quedado en silencio la casa y las primeras luces del nuevo día anuncian su venida. ¡Qué mejor momento para escribirte esta carta sobre el despertar de las vocaciones en los Pequeños Hermanos de María que cuando alborea ya el día de San Marcelino! El día 8 de septiembre de 2004, iniciaremos en todo el Instituto un año lleno de esfuerzos con esta intención: promover las vocaciones. Os invito a que iniciemos juntos este tiempo de gracia. Como muchos otros más, yo también sigo creyendo que Dios continúa moviendo los corazones de los jóvenes y que continúa llamándolos a seguirle dentro de una variedad de vocaciones en la Iglesia. Por ello, comprometámonos a realizar todo lo que esté en nuestras manos para suscitar su respuesta generosa y concentremos nuestra atención en quienes estén llamados a vivir nuestra vida y misión como Pequeños Hermanos de María (C 192). Nuestras Constituciones y Estatutos nos recuerdan que obrar así es signo de nuestra vitalidad como Instituto (C 163).

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SUSCITAR VOCACIONES Unas publicaciones bien concebidas, unos carteles atractivos, unas presentaciones dinámicas y bien pensadas sobre nuestra vida y apostolado, son todos ellos recursos muy válidos y comprobados para cultivar las vocaciones. Cada uno de estos medios tiene su estilo peculiar de ayudar a los jóvenes, a los padres y a la Iglesia en general a conocer mejor nuestro ser y hacer en la Iglesia y, especialmente, a descubrir eso que valoramos y apreciamos más. ¿Acaso no han sido las vidas ejemplares de esos miles de hermanos maristas en los casi doscientos años de historia del Instituto lo que ha constituido el medio más valioso y eficaz del que hemos dispuesto para suscitar vocaciones?

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Igualmente, la historia de nuestra propia vocación constituye un excelente punto de partida para entender mejor el significado del próximo año. No viene mal preguntarse, de vez en cuando, qué fue lo primero que nos motivó a ser un Pequeño Hermano de María y qué es lo que nos motiva a perseverar en este camino. Mi historia personal empezó cuando conocí a los hermanos que dirigían y regentaban el colegio situado en el centro de Nueva York y al que yo asistía. A pesar de los años transcurridos, todavía recuerdo ese algo especial que poseían esos hombres y que cautivó mi imaginación y mi corazón. Se veía a simple vista que eran religiosos, felices de trabajar juntos y de estar comprometidos en esa labor. Entre ellos se palpaba también ese espíritu de sacrificio que, de alguna manera, cautivó mi corazón juvenil. Y estaba, por fin, su pasión. No se puede pasar por alto este importante elemento porque se encuentra en el corazón de toda vocación que se precie. Aunque quizás no me di cuenta en aquel momento, ahora sí que recuerdo a ese pequeño grupo de hermanos apasionados que había allí. Al volver la vista atrás, veo cómo estos hombres, llenos de amor por Jesucristo y por su Buena Nueva y por sus alumnos, compartían con nosotros esas cualidades que el fundador ya había cultivado antes con aquel otro grupo de jóvenes y que hoy conocemos como François, Laurent, Jean Baptiste, Dominique, Louis Marie. Incluso ahora, me sorprende ver la forma tan sutil que Dios tenía de actuar en mi vida, aunque nunca me hubiera imaginado emplear ese lenguaje a los 14 años. Por eso, debo decir que Dios me bendijo muy pronto, pues para mí fue una bendición encontrarme con ese grupo de varones que gozaba ayudando a esa multitud de muchachos algo rudos a madurar y a relacionarse con Dios. Así de sencillo. Estos hombres, muchos también jóvenes, estuvieron dispuestos a perder su tiempo con nosotros. Su tiempo, el único capital que poseían, lo compartieron libre y generosamente con nosotros. Quizás por imitación o por la acción de la gracia, algunos de los momentos más felices que he vivido en los años posteriores han sido aquellos en los que he estado en compañía de los jóvenes, compartiendo sus esperanzas y sueños, sus miedos e inquietudes, sus problemas de fe. Por eso, ahora, antes de proseguir, te invito a que te tomes tiempo y reflexiones sobre la historia de tu propia vocación y, luego, te animo a que compartas tus pensamientos con otros. Para mí, ésta es la mejor forma de comenzar este año especial dedicado a suscitar vocaciones.


VOCACIONES PARA LA MISIÓN, NO PARA LA SUPERVIVENCIA Nunca se debería acometer la promoción vocacional por razones de supervivencia únicamente. De igual manera, no se puede reducir simplemente a una cuestión aritmética. Ni la cantidad de miembros de una congregación es necesariamente un signo de su viabilidad, ni la edad es siempre el mejor indicador de su vitalidad. Nuestra razón fundamental para suscitar vocaciones debe ser el celo por la misión, y no el deseo de sobrevivir “a toda costa”. Esta práctica se remonta a la época del Padre Champagnat. La historia siempre fascinante de nuestro Instituto nos enseña que lo que convenció a Marcelino de la necesidad de fundar una comunidad de hermanos fue su encuentro con Jean-Baptiste Montagne en su lecho de dolor; se propuso como objetivo: proclamar la Buena Nueva de Dios a los niños y jóvenes pobres. Conocemos muy bien este relato. Cuando se le llamó para que atendiera a un joven moribundo llamado Jean-Baptiste, el fundador descubrió que no conocía los rudimentos de la fe. Marcelino le instruyó y le administró “los últimos sacramentos”, como se decía entonces. Más tarde, de regreso de la casa, el sacerdote se enteró de que el joven había fallecido. Me he preguntado muchas veces qué es lo que pasaría por la mente y el corazón del fundador esa noche, a la vez que aceleraba el paso para llegar raudo a la casa parroquial de Lavalla. Imaginémoslo caminando deprisa durante todo ese viaje a pie. También sabemos que, a su llegada, se reunió de inmediato con Jean Marie Granjon, el que había sido granadero en el ejército de Napoleón. Piensa en la conversación que mantendrían en el puente hoy situado cerca del Hermitage. Tan clara tenía Marcelino la misión y tan evidentes eran las razones para fundar una comunidad de hermanos que, durante el transcurso de su conversación en ese puente, la pasión del fundador cautivó el corazón de aquel antiguo soldado y le convenció a que le siguiera en esa aventura que más tarde conoceríamos como los Pequeños Hermanos de María. El fundador amaba a los niños y jóvenes de su tiempo. Más de una vez dijo: “No puedo ver a un niño sin decirle cuánto le ama Jesucristo, y cuánto le amo yo”. Hoy, en nuestro mundo, hay muchos niños y jóvenes que son explotados: víctimas de las guerras, del tráfico de personas, los niños de la calle. Privados del derecho a la educación y de otros derechos humanos fundamentales, necesitan urgentemente escuchar la Buena Nueva de Dios. Y, por eso, te pregunto: ¿Crees igual que yo que la misión de nuestro Instituto es hoy tan vital y urgente como lo fue en tiempos de Marcelino, y que lo seguirá siendo así en el futuro? Si es sí, entonces estarás de acuerdo conmigo en que la tarea de suscitar nuevas vocaciones no puede seguir siendo un pasatiempo marginal para nosotros. Más bien, tenemos que desarrollar un plan de acción para promover las vocaciones y emplear las medidas necesarias para poner en marcha ese plan.

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UNA PRIMERA SERIE DE RETOS Antes de continuar, echemos un vistazo a algunos de los retos que nos esperan. Comienzo dirigiéndome a mis hermanos en religión. Si queremos que la promoción vocacional sea nuestra prioridad más importante durante el próximo año, entonces la mayoría de nosotros, por no decir todos, tendrá que reorganizar sus compromisos de modo que dedique el 20 por ciento de su mejor tiempo directamente a esa labor. Por qué el 20 por ciento? Porque tenemos mucho que aprender y que hacer. Todos podemos escurrir el bulto invocando buenísimas razones para no involucrarnos: falta de tiempo, exigencias del trabajo, edad... ¿Quién no ha escuchado antes esta letanía? Por tanto si queremos que nuestro Instituto tenga futuro, habrá que dejar de poner peros y, en su lugar, comprometernos con entusiasmo a la tarea que este año se ha fijado para la promoción de las vocaciones. -----------------------------------184

PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN Dedica unos momentos en silencio a ordenar tus pensamientos. Ahora, dirige tu atención a las preguntas que siguen. Quizás desees escribir algunas notas como respuesta a cada pregunta. Te serán útiles si decides compartirlas con otros más tarde. 1. ¿Qué fue lo que primero te atrajo de la vida y misión maristas y lo que te mantiene en ella? Explícalo. 2. ¿Crees que la misión marista es hoy tan necesaria como lo fue en la época de Marcelino? Si dices sí ¿por qué? y si dices no, ¿por qué? 3. ¿Qué te parece la idea de reservar en este próximo año el 20 por ciento de tu tiempo útil para suscitar vocaciones a nuestra vida y misión maristas? ----------------------------------Y ahora me dirijo a los colaboradores laicos. Os pido que os unáis a nosotros durante este importante período de doce meses en la labor de formar a los padres, a los jóvenes que nos han sido confiados y a la Iglesia en general, sobre lo que constituye la naturaleza de nuestra vida y apostolado de hermanos en los albores del siglo XXI. Nos conocéis y sabéis lo que estimamos y apreciamos más. Ayudadnos a encontrar los medios para que otros lleguen a conocernos igualmente. Y, también, colaborad con nosotros invitando a jóvenes que tengan las cualidades requeridas a descubrir si nuestro modo de vida puede ser también el suyo. Por ello, no dudo en pediros que deis la máxima prioridad a esta tarea de invitar a nuevos miembros a unirse a nosotros. Cuantos comparten el carisma del fundador deben estar entusiasmados con la idea de promover la misma vocación que Marcelino soñó. Hay muchos más niños y jóvenes de lo que podamos imaginar que esperan el anuncio de la Buena Nueva de Dios. ¿Y que pasaría si todos nosotros, hermanos y laicos, no tomáramos la decisión de hacer de la promoción vocacional nuestra mayor preocupación o si no dedicáramos todo el tiempo necesario a trabajar en esta importante misión? ¿Cuáles serían sus con-


secuencias? Algunos dirán que, si no actuamos o no lo hacemos decididamente, disminuirán con toda probabilidad las posibilidades para nuestra vida y misión de un futuro vivo y apasionante. Otros, más duros en su dictamen, nos dirán que, si no actuamos, será quizás porque no merecemos tener futuro.

EL MUNDO DE LOS JÓVENES En un Instituto de las dimensiones del nuestro, ¿se puede decir algo que sirva para todos sobre el “mundo de los jóvenes?” Hay que tener presente que estamos actualmente en 77 países. De ellos, unos son países ricos y otros pobres; muchos de ellos son cristianos, pero en otros existe una pluralidad religiosa; y están representados muchos sistemas políticos diferentes. Por eso, para nosotros, el “mundo de los jóvenes” tiene muchos rostros diferentes. Igualmente, en algunas partes del mundo, los jóvenes entran a formar parte del Instituto después de un largo contacto con los hermanos. En otros, sin embargo, llegan a las casas de formación con un conocimiento pobre sobre el fundador o de lo que significa ser hermano. Hay otros lugares del mundo en que los candidatos proceden, en su mayoría, de culturas no cristianas, o en las que las tradiciones y costumbres locales cuestionan algunas de las antiquísimas prác-ticas de la vida religiosa. Teniendo en cuenta estas diferencias, tenemos que ser prudentes a la hora de hablar de una nueva generación. Por eso, en lugar de intentar dar una imagen global, voy a relatar algunas historias con jóvenes de distintas partes del mundo. A medida que vayas leyendo las próximas páginas, imagínate que estás hojeando un álbum de fotos, donde se recogen instantáneas de los muchos rostros que componen nuestro Instituto en el mundo.

a. Háblenos del sacrificio Hace algunos años, visitaba uno de nuestros colegios del sur de Australia. Durante mi estancia, le pregunté al director del colegio si podía reunirme con los alumnos del último curso. Se organizó una reunión con una treintena de chicos y chicas del último curso. A poco de empezar el encuentro, les hice el siguiente comentario y esta pregunta: “No son muchos los jóvenes que ingresan en la vida religiosa en mi país, y tampoco lo son los que optan por la vida religiosa aquí en Australia. ¿Me podríais explicar el por qué?” Un joven, llamado George, fue el primero en responder. “Seán”, -me dijo-, “parte del problema reside en que tu gene-ración ya no habla a la nuestra de sacrificio”. Me sorprendió su respuesta. George continuó hablando: -“Vuestra vida es una vida de sacrificio, esto lo sabemos todos. Pero los hermanos siguen diciéndonos que es una vida como todas las demás. Si es entonces una vida como todas las demás, ¿por qué razón debería entregar mi vida a ello?”

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Quizás os preguntaréis: -“Bueno ¿qué enseñanza debemos sacar de este ejemplo? Respondo: No demos por sentado que conocemos lo que piensan los jóvenes, sobre todo respecto a la vida religiosa. Es triste decirlo, pero lo hacemos con frecuencia. O, incluso peor, aceptamos sin rechistar los informes de los medios de comunicación que nos hablan de las actitudes y puntos de vista de los jóvenes. Tú, en cambio, prueba a hablar con jóvenes de ambos sexos directamente. Seguro que obtendrás una imagen muy distinta.

b. Comunidad y oración, pilares de la misión Si hablas con muchos jóvenes y no sólo con un grupo reducido, descubrirás que existen diferencias generacionales hoy en la Iglesia y en la vida religiosa. Por ejemplo, a menudo se dice que la misión, la comunidad y la oración constituyen los pilares de la vida religiosa. Aunque la anterior generación de hermanos no descuidó las dos últimas, favoreció sobre todo la primera.

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Como consecuencia, las cuestiones que tantos jóvenes de muchas partes del mundo se plantean sobre la espiritualidad, sobre Jesús, la oración y la fe han constituido una preocupación para la generación de hermanos de edad mediana comprometidos en ciertos trabajos. ¿Y cuál es el origen de su desasosiego? Temen que el centro de atención de estos jóvenes deje de ser la misión y degenere rápidamente en una espiritualidad que se resume en la frase: “Sólo Dios y yo”. Quizás las preguntas que estos muchachos y muchachas plantean sobre la oración y la fe pueden llevar a un resultado muy diferente y nos pueden ayudar a caminar hacia una espiritualidad que llegue al corazón de la gente de hoy. Sí, tal vez el fruto de su inquietud por la situación actual será el descubrimiento de nuevas formas de alabar a Dios.

c. Algunos jóvenes más “ortodoxos” En bastantes países que constituyen el llamado “mundo desarrollado”, las Hermanas, los Padres y Hermanos te dirán que un gran número de los jóvenes que solicita entrar en la vida religiosa hoy, parecen ser más ortodoxos que muchos miembros de las congregaciones en las que buscan entrar. Sí es cierto que algunos Hermanos han hecho referencia a veces a este fenómeno. Se han esgrimido muchas razones para explicar esta situación. Una que me parece lógica es la siguiente: a la juventud católica de numerosos países le falta el conocimiento de su fe, porque la formación religiosa recibida en la escuela fue floja cuando tuvo que explicar algunas de las tradiciones más venerables. Esta laguna en temas de fe ha hecho que los jóvenes busquen respuestas claras y sólidas. Además, en algunos países, la generación que emerge es la que ha sido testigo de cambios impresionantes. Y ahora buscan una mayor estabilidad.

d. ¿Quiénes somos, qué es lo que más valoramos? Cuando invitemos a un joven a que opte por nuestra vida, deberíamos poder decirle lo que somos y lo que nos diferencia de otros grupos eclesiales. Dicho con otras palabras, tenemos que tener clara nuestra identidad y bien definida nuestra misión. Pero para llegar ahí, tenemos que elegir el estilo de vida y misión que queremos para nuestro Instituto. Hoy, muchos jóvenes están deseando entregarse a algo que suponga pasión y com-


promiso. Y no son distintos a los demás quienes se interesan por la vida religiosa. Quieren ser parte de algo mayor que ellos mismos y vivir con un estilo de vida que marque la diferencia. Y eso quiere decir servir a Dios de forma radical, lo que sólo es posible en comunión con los otros. Por ejemplo, los jóvenes coinciden al afirmar que se puede vivir plenamente la comunidad de muchas maneras. Al mismo tiempo, también quieren compartir la vida en común, no sólo de forma esporádica, sino con otros que tienen la misma visión y valores; desean formar parte de una comunidad cuyos cimientos para la misión sean el interés común, el apoyo mutuo y la vida de oración. Más aún, estos jóvenes quieren hablar de Jesús, de oración, de fe y de lo que significa tener una relación con Dios que requiere sacrificio. Se desconciertan cuando nos descubren extrañamente reservados en estos temas. Muy especialmente, ambicionan una vida religiosa exigente.

e. Felicidad Muchos jóvenes de hoy también piensan que Dios les pide vivir una vida auténtica y ser felices. No nos precipitemos en nuestro juicio y pensemos que esta búsqueda de felicidad es poco menos que egocentrismo. Al fin y a la postre, lo contrario de felicidad no es tristeza sino falta de vida. Las vidas de los santos no nos enseñan que el sufrimiento nos hace felices. Más bien, nos ayudan a entender que, al emprender el camino de la santidad, hacemos también propia una experiencia de felicidad en la que el sufrimiento no es un obstáculo necesariamente. Si vemos que los jóvenes con estos ideales no dirigen su mirada hacia la vida religiosa en nuestra parte del mundo, ten dremos que preguntarnos justamente el porqué. La vida religiosa es más apropiada para quienes buscan un desafío y una vida de sacrificio y servicio. A un joven que no le interese mucho esto, hay que aconsejarle que busque mejor en otra parte cuando deba realizar su opción vital. La vida religiosa hoy no debería ser nunca el refugio de quienes buscan un sitio cómodo y confortable. ------------------------------------

PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN Dedica algún momento a pensar en los jóvenes que conoces. Pueden ser miembros de tu familia, los hijos de tus amigos, alumnos, aquellos con quienes trabajas, jóvenes de la parroquia o de otras partes. Una vez hecho esto, presta atención a las preguntas que siguen. 1. ¿Qué es lo que más admiras en la generación que emerge? Toma tiempo para explicar tu respuesta más detalladamente. 2. ¿Qué es lo que más te desconcierta en los jóvenes que conoces? De nuevo, explica tu respuesta más detalladamente. 3. ¿Qué cualidades buscas hoy en un joven que sea candidato a la vida marista? -------------------------------------------Por último, otras dos áreas señalan la confusión que se puede causar a los jóvenes interesados en nuestra vida. La primera se refiere a los compromisos permanentes y la se-

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gunda, a la castidad célibe y la sexualidad. Examinemos cada una de ellas por separado.

f. Compromisos permanentes En algunas culturas en las que está implantado el Instituto, a la hora de suscitar vocaciones tendremos que luchar contra la visión generalizada que existe sobre los compromisos permanentes. Por ejemplo, en algunas partes de Europa, de América del Norte y del Pacífico se nos ha dicho que la mayoría de los jóvenes son reacios a echar raíces en un sitio. Su indecisión se debe, en parte, a lo que han vivido durante su adolescencia: la desintegración de la vida familiar y el desmoronamiento de algunas instituciones veneradas. Muchos también creen que serán más libres si “mantienen sus opciones abiertas”. Esta idea es equivocada. Tenemos que asegurar a estos jóvenes que los compromisos permanentes son perfectamente compatibles con la libertad. La verdadera libertad, al fin y al cabo, significa ser autónomo. ¡Y qué mejor forma de lograr ese objetivo que echando raíces en un sitio!

g. Habla con sinceridad sobrela castidad célibe 188

La castidad célibe es otra área que hay que educar. En el pasado, si alguien preguntaba a un hermano por qué optó por vivir una vida de castidad célibe, se podía encontrar con esta respuesta: “Por el Reino de los cielos; para amar a todos y no únicamente a una persona; para estar más disponible”. La mayoría de las veces, el debate acababa ahí. ¡Pero hay que ver cómo han cambiado los tiempos! Si en el pasado nadie hacía ya más preguntas, hoy, en cambio, sí que las hacen. Y las respuestas que se daban ayer, aunque válidas, no satisfarán a muchos jóvenes actuales. Para dificultar aún más las cosas, han surgido los recientes casos de abusos sexuales a menores y otros escándalos en los que se han visto envueltos algunos sacerdotes y hermanos. Esto ha hecho que numerosas personas se pregunten si la vida de castidad célibe es una forma saludable de vivir plenamente la sexualidad. Dos cosas: Una, la mayoría de las personas que preguntan sobre la castidad célibe lo hacen por curiosidad. A fin de cuentas, sólo un pequeño porcentaje de la población mundial opta por vivir su sexualidad así. Dos, al responder a preguntas sobre este aspecto de nuestra vida, recuerda que no somos asexuados; la castidad célibe es una manera de ser persona sexual. La vida espiritual debe estar en el corazón de nuestra vida de castidad célibe. Y, finalmente, se necesita disciplina, ascetismo, soledad y un sentido de humor para vivir plenamente una vida de castidad célibe. ¿Acaso no se requieren estas mismas cualidades para vivir satisfactoriamente cualquier otro tipo de vida? Cuando una persona manifiesta curiosidad por nuestra vida de castidad célibe, la mayoría de las veces se pregunta por el puesto que ocupa la intimidad en nuestra vida. Nos hacen esta pregunta: “¿Es posible en la vida religiosa una intimidad auténtica?” La mejor respuesta a esa cuestión es comprobar que existen en nuestro Instituto personas muy equilibradas que cuentan con amigos íntimos y que tienen facilidad para relacionarse con otros sin problemas.


UN PLAN PASTORAL PARA SUSCITAR VOCACIONES En 1822, Marcelino Champagnat se enfrentó a una crisis de vocaciones, la primera en la historia del Instituto. ¿Y cómo reaccionó? Tomando medidas y comenzando con una peregrinación a la capilla de Nuestra Señora de la Piedad. Hoy nos convendría seguir su ejemplo

CULTIVO DE LAS VOCACIONES Hoy, muchas personas usan la expresión cultivo de las vocaciones para describir el entorno favorable que necesita una vocación para arraigar y florecer. Tú y yo podemos promover este cultivo en todo el Instituto el próximo año si creemos que existen vocaciones para el Instituto de Pequeños Hermanos de María y que, con la gracia de Dios y el trabajo de los hombres, las podremos encontrar y cultivar. Un Plan Pastoral para suscitar vocaciones es un instrumento importante para organizar el trabajo que se debe realizar para suscitar vocaciones a nuestra vida y misión. Varias Provincias y Distritos ya tienen en marcha un plan bien elaborado. El próximo año constituye una ocasión para revisarlo y evaluar su eficacia permanente. ¿Y qué les sucederá a las Provincias y Distritos que carezcan de ese plan? Pues que dispondrán de mucho tiempo en los próximos doce meses para elaborar uno. Otros puntos. En primer lugar, todo plan tiene que ser global y debe incluir en sus detalles a todos los componentes de la Provincia o Distrito, así como a cada comunidad y obra apostólica. Asegúrate de que en tu plan estén todos los que comparten el carisma de Marcelino y que quieren implicarse en el trabajo de este próximo año de promoción vocacional. En segundo lugar, al redactar el plan, convendría que nos concentráramos más en lo que podemos hacer que en lamentarnos por las cosas que no podemos cambiar. Por ejemplo, en algunas partes del mundo, las familias son menos numerosas que en el pasado, los jóvenes se enfrentan ahora a un amplio abanico de opciones de vida, y se comprometen definitivamente a una edad más tardía. No podemos hacer mucho para alterar estas realidades. Sin embargo, podemos invitar de nuevo a los jóvenes a abrazar nuestra vida y misión y les podemos abrir nuestras casas y nuestro corazón. También podemos ayudar a estos jóvenes, a sus padres y familias, así como a la Iglesia en general, a comprender mejor todo lo que ha acontecido en la vida religiosa y en nuestro Instituto durante estos casi 40 años que han pasado desde la clausura del Concilio Vaticano II. Sí, es cierto, son muchas las cosas que podemos hacer para promover vocaciones, así que pongamos nuestras energías en eso y dejemos de atormentarnos pensando en lo que no podemos cambiar. Al elaborar el plan, también tenemos que asegurarnos que esté adaptado a la cultura en la que nos encontramos. La idea de elaborar un Plan de Pastoral vocacional para todo el Instituto es poco realista. Existen diferencias entre una región y otra, y las costumbres también son distintas. Lo que parece aceptable en una parte del mundo es visto en la otra con desconfianza.

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Por consiguiente, quiero que se entienda que las páginas que siguen son solamente ideas para empezar a caminar. Sé todo lo creativo que puedas al realizar la planificación de este año dedicado a suscitar vocaciones, y hazlo a escala provincial o distrital, comunitaria y pastoral. Y no olvides de detallar en el plan lo que tú preves hacer personalmente durante los próximos doce meses para promover las vocaciones a la vida marista.

a. Provincia o Distrito Para que este año de promoción vocacional alcance su objetivo, cada Provincia y Distrito deberá disponer de un plan de acción detallado y de un sistema que evalúe su eficacia y el grado de participación de todos los interesados. Algunas sugerencias. En primer lugar, cada unidad administrativa deberá tener al menos un promotor vocacional a tiempo completo cuya única misión sea la promoción vocacional.

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Segundo, ayuda a que los demás entiendan que la promoción vocacional no es una responsabilidad exclusiva del promotor vocacional designado. Para ser más exactos habría que decir que su misión es ayudar a que otros hagan lo que tienen que hacer para que este año sea lo que debe ser. Tercero, piensa en el diseño de un programa formativo sobre la vida religiosa actual dirigido a los laicos, hombres y mujeres. ¿Por qué? Pues porque si algunos hermanos padecen algo así como la neurosis de la guerra debido a los cambios extraordinarios que se han producido en nuestro estado de vida en las últimas tres o cuatro décadas, imagínate las reacciones que tendrá el católico medio. En los últimos años, algunos hermanos se han sentido traicionados y no han logrado entender, por ejemplo, por qué en algunos países ya no dirigimos las escuelas locales o vivimos en la casa de los hermanos junto a la iglesia. Desarrollar un programa formativo como el que se sugiere, tendría una influencia considerable para ayudar a explicar los cambios que han tenido lugar en nuestro estado de vida y en nuestro Instituto en particular durante las últimas cuatro décadas. Tal programa es urgente también por otra razón muy distinta: todos los miembros de la comunidad eclesial tienen la responsabilidad de reclutar nuevos miembros para las congregaciones religiosas, y eso incluye a obispos, sacerdotes y laicos, así como a los propios religiosos. En los últimos años, algunos de estos grupos parecen reacios a actuar así. No puedo por menos que creer que parte de su reticencia provenga de una falta de conocimiento de nuestra vida hoy y de la trayectoria que hemos seguido desde la clausura del Concilio Vaticano II. ------------------------------------

PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN Dedica tiempo a pensar sobre lo que podrías hacer individualmente para suscitar vocaciones durante este próximo año. ¿Qué talentos puedes aportar a esta tarea que sean beneficio-sos para los jóvenes, particularmente para los que tienen un interés en nuestro Instituto? ¿Cómo puedes transmitir las múltiples facetas que comporta nuestra vida en lugar de limitarte a una u otra? Sí, tómate tiempo para orar, para conocer lo que Dios te está pidiendo este año en relación con el suscitar vocaciones, y luego, vuelve tu atención a las preguntas que siguen.


1. Cuando consideras este año reservado para promover vocaciones a nuestra vida marista, ¿qué medidas personalmente tomarás para hacer justamente eso: suscitar vocaciones? 2. ¿Qué harás el primer mes, los tres primeros meses, la primera mitad del año? 3. ¿Hay una forma de combinar tus esfuerzos con los de otros para tener incluso una mayor influencia en el despertar vocacional durante este tiempo de gracia? Explícalo. -----------------------------------Los padres católicos merecen una atención especial. Hubo un tiempo en el que ellos fueron nuestros mejores aliados en esta tarea de suscitar vocaciones. Hoy, en cambio, muchos padres no ven claro lo de la vida religiosa, ni su naturaleza y utilidad, ni la forma en que se vive. En aquellos lugares en que haya decrecido su confianza, debemos hacer un esfuerzo para restaurarla y conseguir su apoyo nuevamente. ¿Cómo se podría utilizar el programa formativo que diseñemos? El gobierno provincial puede alentar a los hermanos a que lo ofrezcan como un curso de formación para adultos en su parroquia local, o utilizar partes del programa en la escuela como un curso de formación permanente para el profesorado o con otros grupos durante su trabajo, o como parte de una reunión de padres de alumnos con profesores, o dentro de un ciclo de conferencias cuaresmales o del adviento y que ofrece un grupo de la Iglesia local. Existen muchos otros medios de formación. Una persona con dotes de escritora podría escribir un artículo sobre nuestra forma de vida para el boletín parroquial o diocesano. Otros podrían pensar en pronunciar unas palabras durante o al final de la misa dominical. Lo más importante es el mensaje y no tanto los medios: nuestra vida y misión de hermanos está viva y llena de vigor y lista para recibir a nuevos candidatos. Una vez que los laicos tengan una idea más exacta sobre nuestra vida y misión, estarán dispuestos a esforzarse para invitar nuevos miembros a nuestro estilo de vida. El promotor vocacional de la Provincia, a tiempo pleno, podría coordinar el trabajo descrito anteriormente. No debería, sin embargo, asumir estas tareas, responsabilidad exclusiva de la comunidad local, simplemente porque sus miembros no lo quieran hacer. Empleará mejor su tiempo trabajando para convencerlos de que las tareas mencionadas les corresponden y que tienen recursos de sobra para realizarlas. Por último, allí donde se disponga de los medios de comunicación y de Internet se podrá echar mano de estos poderosos medios para ayudarnos a despertar vocaciones. Donde exista una página web de la Provincia, el promotor vocacional se asegurará que el tema vocacional aparece en ella, y de que se presenta de forma atractiva.

b. Las comunidades locales Las comunidades locales tienen muchas oportunidades para promover las vocaciones. En primer lugar, tienen que reunirse antes de comenzar el Año de Promoción vocacional para ponerse de acuerdo sobre un plan conjunto que asegure que el trabajo no se hará por duplicado, y que se realizará todo lo que el grupo decida. La oración debe formar parte del plan general vocacional de la comunidad, pero también debe haber otras acciones concretas por parte del grupo.

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Por ejemplo, tres o cuatro veces al año, la comunidad podría ponerse de acuerdo para invitar a grupos diferentes de jóvenes que tengan interés en la vida religiosa. Pueden venir de los colegios u otros lugares en donde trabajen los miembros de la comunidad, o de la parroquia local. Una visita a una de nuestras comunidades, particularmente si se planifica bien, puede ayudar mucho más a una persona a entender nuestro estilo de vida y nuestra misión que una serie de conferencias sobre el asunto. Otra comunidad podría invitar a un grupo de feligreses de todas las edades a un tiempo de oración, seguido por refrescos y por una charla. Durante esas charlas, la comunidad plantea la cuestión de la promoción vocacional. Muchas personas están dispuestas a participar y a ayudar. Pero, no lo harán a menos que se les pida. La parroquia local es otro lugar para implicarse, sobre todo si tiene un proyecto dinámico de pastoral juvenil. Muchos jóvenes se beneficiarían de tener un mayor conocimiento de nuestra vida y misión. Una de las formas mejores para adquirir esta información es a través del contacto con un hermano u otro religioso o un laico que conoce de qué va el tema. 192

Una comunidad también podría mandar imprimir un folleto que describa nuestra vida y misión y ponerlo en el vestíbulo de la iglesia de la parroquia local, o en otros lugares en donde aparecen materiales parecidos. En los países en donde el periódico o la televisión locales tengan programas de interés humano, uno o dos miembros de la comunidad se podrían comprometer a escribir un artículo o a participar en una entrevista sobre nuestra vida y misión.

c. Las obras ¡Visibilidad! Ése debe ser el criterio con el que midamos todo esfuerzo en favor de las vocaciones en las instituciones en que trabajamos. Carteles, folletos, días reservados para presentar la historia, vida y misión de los Pequeños Hermanos de María todos éstas cosas deben ser moneda común en toda escuela que regentemos, en todo proyecto de prestación social en que estamos implicados, o que cofinanciamos. Al final del año, nuestros colaboradores y aquellos a quienes servimos deberían tener más claro lo que significa ser miembro de los Hermanos fundados por Marcelino. Al mirar más allá de la escuela, de la parroquia o de las otras instituciones en las que estamos, debemos también asegurarnos de no olvidar a aquellos con quienes compartimos la misión. Por ejemplo, a menudo hay miembros del cuerpo profesoral que han pensado en la vida relgiosa y en nuestra vida en particular pero que no saben cómo abordar este asunto. Durante el próximo año, tenemos que asegurarnos que existirán oportunidades para tratar el asunto, y que serán abundantes.

d. Cada hermano y laico Si me pidieras que sugiriera una cosa que pudieras hacer personalmente durante el próximo año para promover las vocaciones, te respondería inmediatamente: invita a los jóvenes que conozcas a reflexionar en la posibilidad de adoptar nuestra vida. No hay nada mejor que una invitación personal por parte de un hermano para que un joven o menos joven reflexione seriamente en la posibilidad de optar por nuestra vida y apostolado. Es esta experiencia la que se menciona a menudo cuando se habla del momento en que se tomó en serio la llamada a esta vocación.


Por eso, a mis hermanos les digo: suscitad vocaciones durante este próximo año para encontrar vuestro sustituto. Y a los laicos: suscitad vocaciones que aseguren una colaboración sólida entre los hermanos y vosotros mismos. Sin un número suficiente de hermanos, la colaboración con vosotros no es posible. Y a todos os recuerdo lo siguiente: la oración personal es lo más importante. Así que, reza por quienes sueñan con la vida religiosa como opción para sus vidas. Ora diariamente por ellos. Ora por ellos nominalmente. Si tienes facilidad para escribir, utiliza este talento durante el próximo año y escribe sobre nuestra vida y misión. Y si la música o el arte o los medios de comunicación son tu pasión, úsalos para de despertar vocaciones durante los próximos meses. Instruye sobre nuestra vida si tu talento es la enseñanza; estimula las vocaciones si tu don es motivar a las personas. Y sobre todo, sé creativo a la hora de planificar este año reservado a suscitar vocaciones. Una y otra vez, hazte esta pregunta: ¿Cómo puedo utilizar alguna de las capacidades que Dios me ha dado para ayudar en la promoción vocacional? Dedica el 20 por ciento de tu mejor tiempo al esfuerzo, y no te olvides de invitar.

CONCLUSIÓN Al terminar esta carta, quiero expresar mi agradecimiento a los Hermanos Théoneste Kalisa y Ernesto Sánchez. Se han pasado varios meses planificando los muchos acontecimientos que constituirán el año vocacional a punto de inaugurarse. Su entusiasmo y duro trabajo por este proyecto son evidentes y os están agradecidos, como yo también lo estoy, a todos los que habéis contribuido con ideas, sugerencias y con vuestra sincera buena voluntad. Durante toda su vida, Marcelino Champagnat poseyó muy pocas cosas. Cuando fundó el Instituto de los Pequeños Hermanos de María, toda su riqueza la constituían dos inexpertos mozos y una casa comprada con dinero prestado y necesitada de “una urgente reparación”. Pero Marcelino Champagnat tenía un sueño. Y ese sueño se apoderó tanto de él que apenas podía evitar decir a todos aquellos con quienes se encontraba cuánto les amaba Jesucristo. Hoy, el fuego de ese sueño debe arder con tanta intensidad en ti y en mí como lo hizo en él. Porque es este mismo fuego el que tocó los corazones de los dos discípulos de Emaús, y el que transformó inmediatamente a los asustados pescadores de Israel a quienes Jesús llamó sus amigos y discípulos. El fuego, la pasión siempre han atraído al joven a la vida religiosa. Cuando nos disponemos a entrar en este año dedicado a las vocaciones, no olvidemos que, cuando se vea el fuego en el centro de nuestra vida y misión, atraerá igualmente a jóvenes generosos, jóvenes que serán los François, Laurent y Jean Baptiste de este nuevo siglo. De esto no tengo ninguna duda. Pido al Señor que siga bendiciéndote y protegiendo y que te haga de los suyos. Y que María y Marcelino sean nuestros fieles acompañantes durante estos próximos meses. Con todo mi afecto y la seguridad de mi oración, Hermano Seán Sammon, FMS - Superior General

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ANEXO 30 DOCUMENTO

«EN TORNO A LA MISMA MESA» Capítulo I (puntos 1 a 7)

LA VOCACIÓN LAICAL MARISTA Un hermano se acercó a mí y me preguntó: “¿También tú eres marista?” (Creo que me quería preguntar si era hermano marista). Y yo le respondí: “Sí, soy marista”. Esta expresión me salió de lo más hondo del alma y me sentí reconocido al decirlo de esa manera. (España)

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HIJOS DE NUESTRA ÉPOCA 1. Nuestra época, como todos los períodos de la Historia, es una mezcla de luces y sombras. Así como ha aumentado la sensibilidad en torno a cuestiones como la paz, la justicia, la ecología y la espiritualidad, también hemos de reconocer que la Tierra se agota, millones de personas sufren la miseria o viven desde la superficialidad y el deseo de poder. 2. Nosotros, cristianos laicos, compartimos los gozos y esperanzas, las tristezas y angustias de las personas de nuestro tiempo y, seducidos por el Dios de Jesús, queremos vivir y dar testimonio hoy de la Buena Noticia del evangelio. Hijos del espíritu renovador del concilio Vaticano II, hemos redescubierto nuestra vocación de bautizados y nos sentimos impulsados a transformar este mundo en un lugar más justo y humano, caminando tras las huellas de Jesús. 3. En este despertar de la vocación laical, algunos hemos descubierto que nuestra identidad alcanzaba su plenitud a través de los carismas de órdenes o institutos religiosos. Su espiritualidad y misión nos han cautivado y sentimos que Dios nos llama a compartir su herencia para impulsarla hacia el futuro. Muchas familias religiosas han acogido este don con alegría. 4. Así ha sido también entre nosotros, los maristas. El carisma de san Marcelino Champagnat, presente en el Instituto de los hermanos, ha arraigado entre los laicos. A algunos de nosotros, Dios nos ha tocado y nos ha dado un corazón marista. Ciertamente, más que decisión nuestra, ha sido iniciativa de Dios. No podemos vivir de otra manera, somos maristas. Puedo decir que me siento realizada y orgullosa de ser una mujer laica con corazón marista. Ha sido una revelación en la que Dios, poco a poco, se me ha ido manifestando con nuevas llamadas, iniciativas, sueños; una historia llena de vida que nunca se termina de escribir. (Brasil)


LOS LAICOS EN LA IGLESIA, PUEBLO DE DIOS Cuando me acerqué a la institución marista, sólo iba en busca de trabajo, pero Dios me salió al paso y descubrí el eco de la intuición de Marcelino dentro de mi propio corazón. De alguna manera entendí que esta llamada también era para mí, que trabajar con los niños y niñas era algo que me llenaba, me daba ilusión, tocaba mi vida. Siento que esto es algo que puedo hacer el resto de mis años. Y debo hacerlo bien. (El Salvador) 5. La vida laical nace, como toda vocación cristiana, de la respuesta al encuentro con Dios, que nos ama infinitamente. Es fruto del bautismo que nos envía a la única misión cristiana: hacer presente el Reino de Dios en este mundo. 6. Cristo nos reúne como Pueblo de Dios, iguales en dignidad y diferentes en servicios y estados de vida. Todos y cada uno trabajamos en la única y común viña del Señor con carismas y ministerios diversos y complementarios. Somos un Pueblo de hermanos porque somos hijos de un mismo Padre. 7. Dentro de esta comunión eclesial, el Espíritu ha hecho brotar, entre los laicos, carismas que nacieron, en origen, en institutos religiosos. El don del carisma compartido inaugura un nuevo capítulo, rico de esperanzas en el camino de la Iglesia. El carisma de san Marcelino Champagnat se expresa en nuevas formas de vida marista. Una de ellas es la del laicado marista.

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ANEXO 30 «LAS DIMENSIONES DE LA IGLESIA DE JESÚS» A lo largo de la historia, nuestra Iglesia ha encontrado diversos modos de expresar su misión y su razón de ser, de acuerdo a sus intuiciones, sus búsquedas, sus fuerzas o a lo que el contexto le podía sugerir. Sin embargo, si buscamos en la práctica de Jesús de Nazareth, podemos encontrar allí diferentes dimensiones de ser Iglesia que puedan ser inspiradoras para nuestro tiempo. Ronaldo Muñoz, un teólogo chileno, identificó las siguientes dimensiones a partir de indagar en los Evangelios.

196 DIMENSIÓN DE LA IGLESIA

DESCRIPCIÓN

HOGAR

La Iglesia está llamada a ser hogar. Un lugar donde llegar y “sentirse en casa”. Donde cada uno es reconocido por su nombre, en su identidad y sus particularidades. Donde no es necesario “ser perfecto” para poder estar

PROFÉTICA

La Iglesia está llamada a pronunciarse frente a lo que vive el pueblo, expresando cuál es el sueño que Dios tiene para nuestra humanidad. Anunciando y denunciando aquello que ocurre con el pueblo de Dios en cada momento concreto de la historia.

MISTERIO

La Iglesia está llamada a ser el lugar donde cultivar la espiritualidad; donde vivir y celebrar, de forma personal y comunitaria, el misterio de Dios presente junto a nosotros.

SAMARITANA

La Iglesia está llamada a ser samaritana. Hacerse cargo de aquellos que quedan “tirados a un costado del camino”, y buscando los modos de atender las necesidades de aquellos que viven junto con nosotros.

COMUNIDAD

La Iglesia está llamada a ser comunidad; grupo de varones y mujeres que ponen sus bienes en común, celebran juntos su fe y comparten una misión común. No es una Iglesia de “uno solo”, sino punto de encuentro y comunión.

MISIONERA

La Iglesia está llamada a anunciar la Buena Noticia de Jesús. De diferentes formas, en diferentes contextos, pero sabiendo que dar a conocer a Jesús y hacerlo amar puede dar sentido a la vida de muchos varones y mujeres de nuestro tiempo.


ANEXO 31 DOCUMENTO

«EN TORNO A LA MISMA MESA» Capítulo I (puntos 45 a 57)

JUNTOS EN LA MISIÓN Estar con los niños menos favorecidos, trabajar en medio de ellos, estar atentos a sus necesidades, son realidades que vivo con los monitores, monitoras y hermanos. Ahí estamos, los unos para los otros y todos para los niños, formando una gran familia. (Canadá)

1. Laicos y hermanos hemos recibido el don del carisma de Marcelino. Por tanto, somos compañeros en la misión marista, y corresponsables ante Dios de llevarla a cabo. 2. La corresponsabilidad abarca todos los niveles: toma de decisiones, planificación, realización y evaluación. Compartimos la riqueza que los dones de cada uno y los diversos estados de vida aportan a la misión común. 3. Para los laicos maristas, las tareas en las que se concreta la misión son más amplias que las obras de los hermanos. Algunos sienten que, en determinado momento de su vida, deben dedicarse más al cuidado y educación de sus hijos. Otros viven la misión trabajando en obras educativas que dependen de las instancias oficiales o de otras comunidades de la Iglesia. Y hay quienes comparten su vida y su tiempo en otros campos. En esta diversidad, propia de la vida laical, cultivamos la comunión y buscamos juntos nuevos caminos de expresión de la misión marista.

LA RELACIÓN LABORAL Para mí, la escuela se convirtió en mi segunda casa y la comunidad marista, en mi segunda familia. Aunque recibíamos un modesto salario, no medíamos el coste de lo que hacíamos. (Filipinas) 48. Muchos laicos maristas viven la misión trabajando como profesionales en obras del Instituto. Esta relación laboral es fuente de fecundidad y puede ser también, en ocasiones, origen de tensiones. 49. Es fuente de fecundidad: - Para la obra, porque juntos podemos profundizar en su identidad marista y animar con más energía y creatividad su acción evangelizadora. - Para los hermanos, que encuentran así apoyo y ven enriquecida su vocación y su tarea. - Para los laicos, que concretamos la misión marista en un ámbito que sentimos especialmente nuestro y vemos también enriquecida nuestra vocación en la relación con los hermanos.

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- Para los niños y jóvenes, que experimentan la vitalidad de la presencia marista desde diversas vocaciones. 50. Se pueden suscitar tensiones: - Por diferencias de criterio o una concepción personalista de la gestión, que, a veces, dan lugar a injusticias, heridas y hasta la exclusión de laicos identificados con el carisma. - Por la actitud de profesionales que no responden con la debida competencia u honestidad a sus obligaciones, o que usan sus responsabilidades en las obras para beneficio personal. - Por una deficiente articulación de las relaciones laborales. Para una adecuada dinámica entre empleador y empleado se requieren condiciones de trabajo claras y justas, que no sólo vayan acordes con la legislación vigente, sino que estén inspiradas en el evangelio y la doctrina social de la Iglesia.

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LA RELACIÓN DE VOLUNTARIADO En la sencillez de vida de tantos hermanos y laicos me he dado cuenta que la vida marista no es sólo para pedagogos; que cada uno desde su profesión, desde su oficio, cualquiera que sea éste, estamos en capacidad de dar amor a muchas personas que lo necesitan, especialmente a los niños, y así educarlos como buenos cristianos y virtuosos ciudadanos. (Colombia) 51. Otros laicos maristas participan en obras del Instituto como voluntarios, tanto en obras sociales como pastorales. También esta relación puede ser fuente de fecundidad. - Su fecundidad es la misma que la que existe en la relación laboral, tanto para la obra, como para los laicos o hermanos. La singularidad radica en la fuerza del testimonio cristiano, que da gratis lo que se ha recibido gratisi. La entrega de tiempo y esfuerzo es una imagen privilegiada del amor de Dios. - Este amor se muestra de forma especial en aquellos que abandonan su tierra y su familia para servir como voluntarios en otras partes del mundo con un amor sin fronteras. 52. La relación de voluntariado también puede ser, en ocasiones, causa de tensiones. A las ya citadas anteriormente, podemos añadir las siguientes: - No es fácil encontrar un sano equilibrio entre la entrega personal voluntaria y las exigencias de la vida profesional o familiar. - La entrega voluntaria no puede ser utilizada para suplir el trabajo profesional, cuando éste se requiere. - Puede existir la tentación de hacer uso de esta dedicación gratuita para satisfacer intereses personales o familiares, ir en búsqueda de poder, prestigio u otras motivaciones.


GESTIÓN Y CORRESPONSABILIDAD Sabemos que hay mucho camino por recorrer, que quedan metas por alcanzar en la búsqueda de autonomías y complementariedades. Participar es poder: poder decir, poder hacer, poder decidir, poder ser y ser con los otros, poder ser digno hijo e hija de Dios donde deseamos estar, poder saber, poder disfrutar. (Argentina) 53. La gestión de una obra debe ser reflejo de la espiritualidad que testimoniamos. Cuando el espíritu de familia preside nuestras relaciones laborales y de voluntariado, e inspira un modelo de gestión corresponsable, disminuyen las tensiones internas y aumenta la fecundidad de la obra. 54. Los laicos y hermanos que ejerzan cargos de corresponsabilidad deben tener capacidad profesional, junto con una formación actualizada permanentemente, y han de caracterizarse por el respeto y solidaridad para con las personas, así como por una vivencia profunda de la espiritualidadii. 55. Todos debemos poner nuestra parte para superar las tensiones e injusticias que puedan surgir. Esto exige: crear o desarrollar estructuras de gestión participativa, establecer con claridad el perfil y las atribuciones de cada función, evaluar de forma sistemática desde criterios transparentes, y garantizar procesos y políticas comunes más allá de los cambios que puedan producirse en los equipos de animación y gobierno de las obras o de la provincia. 56. Sintiéndonos corresponsables de la misión, mostramos disponibilidad para asumir las tareas que se requieran, de acuerdo a nuestras capacidades y situaciones vitales, viviéndolas como un servicio y sin apegarnos a ellas. 57. Por amor a la misión, los laicos maristas estamos comprometidos en una formación permanente que contribuya a mejorar la acción educativa y pastoral. La institución marista está atenta a proporcionar los medios adecuados para que esta formación llegue a todos de manera efectiva.

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