ANEXO 5 LIBRO
«MARCELINO CHAMPAGNAT. DISCÍPULO DE JESÚS AL ESTILO DE MARÍA - UN CORAZÓN SIN FRONTERAS» Eduardo Gatti y Sean Sammon (Apartado “El movimiento Marista se pone en marcha”, págs. 44 a 47)
El Movimiento Marista se pone en marcha La Revolución Francesa había iniciado una oleada de persecución contra la Iglesia Católica. Las órdenes religiosas declinaron rápidamente en número e influencia. 104
Por el contrario, la (Segunda) Restauración puso en marcha un flujo de actividad religiosa. Muchas congregaciones que habían sido suprimidas volvieron a emerger, y otras distintas surgieron por doquier. El reverendo Bochard, uno de los vicarios generales de la diócesis de Lyon, también estaba decidido a fundar una nueva congregación. Finalmente formó un grupo llamado la Sociedad de la Cruz de Jesús. Vio en el seminario un campo fértil para obtener vocaciones con las cuales engrosar su pequeña banda. Con la esperanza de que así fuera, recurrió a la ayuda inestimable de un seminarista llamado Juan Claudio Courveille. Courveille había nacido en una acomodada familia de comerciantes. Cuando fue al seminario llevaba consigo alguna historia personal. A la edad de diez años, por ejemplo, había contraído una seria dolencia ocular a causa de un brote de viruela. Su madre, preocupada por la visión del hijo, le llevó al santuario de Nuestra Señora del Puy. Allí, en 1809, a la edad de 22 años, se le curó la ceguera tras ser ungido con aceite de una lámpara del santuario, aplicado sobre sus ojos enfermos. Este suceso indujo a Courveille a dedicar su vida al servicio de María. Años más tarde proclamaría que había escuchado una voz en la fiesta de la Asunción de 1812, que le llamaba a fundar la Sociedad de María. La finalidad de este grupo era concreta: hacer para la Iglesia del siglo XIX en Francia lo que los Jesuitas habían hecho por la Iglesia en el siglo XVI. Bochard estaba deseoso de hablar con Courveille, sobre todo cuando supo los planes que tenía el joven de fundar una congregación. Ya que aquél, como antes hemos dicho, andaba madurando la idea de establecer su propia asociación religiosa, pensó que podría fusionar los dos proyectos. El vicario general animó a Courveille a buscar miembros para el grupo Marista que tenía en mente. Las intenciones de Bochard, sin embargo, no eran puras como la nieve: se dedicó a evaluar a cada uno de los hombres en los que se iba fijando Courveille, con ánimo de tomarlos finalmente para la Sociedad de la Cruz de Jesús. Ajeno a los esquemas del vicario, Courveille continuó con su búsqueda de vocaciones y en poco tiempo había reunido quince candidatos. Todos ellos en edades entre los veinte y los treinta años, y que procedían, mayormente, de familias francesas cam-