Francisco Javier Pérez Relato de los últimos días Letra Capital, Valencia, 2020 145 páginas, 14.90 €
Los misterios dolorosos de Francisco Javier Pérez Por DAVID NORIA Lejos habían quedado los días amplios y altos que cantara Pushkin en una lengua voluptuosa, inagotable y encauzada todavía por los grandes modelos. En ese otro país –con otro nombre y otros fríos– en que se había convertido Rusia para Rusia misma, Anna Ajmátova, la siempre viuda, no permitió que la fogata de la palabra viva alrededor de la cual se había congregado su pueblo acabara sofocada por la angustia del perpetuo toque de queda y la delación. Del fuego augusto del siglo anterior rescató apenas una llama exangüe pero íntima, dolorosa y persistente, para la que ella misma debió reducirse a la condición de veladora: «Leningrado –observa Francisco Javier Pérez– se dibuja en cada hemistiquio de esta poesía, una que mide las palabras del verso como si midiera los límites de un mundo que se enCUADERNOS HISPANOAMERICANOS
sancha y al modo de un corazón henchido de felicidad o asaetado de dolor por partes iguales... Sufrirá con los padecimientos de su ciudad en un tiempo en que sufrir fue el único verbo que ella pudo conjugar en todos sus modos». En esta filiación de la nieve, el circunspecto Brodsky recibe al cabo de sus manos, envuelta en lino, la encomienda del canto. Su tributo a la musa del llanto no se hará esperar: «Yo te agradezco que hayas encontrado en un mundo sordo y mudo el don de la palabra». Pero el saldo general de la muerte programada de tantos hombres durante tantos años –vitalidad derramada– no podrá ya entonarse sino con una voz exhausta: «Querido Telémaco, / la guerra de Troya / ha terminado. No recuerdo quién ganó. / Los griegos, debe ser: los griegos, quien si no, / pueden dejar en tierra extraña
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