10 años de cómic en la Academia de España en Roma
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Tyto Alba Carla Berrocal Los Bravú Ana Bustelo Joan Casaramona Miguel Cuba Yeyei Gómez Julia Huete Martín López Lam Álvaro Ortiz Federico Pazos Brais Rodríguez Javier Sáez Castán Antonia Santolaya Joaquín Secall Adolfo Serra
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10 años de cómic en la Academia de España en Roma
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Ángeles Albert
Enrique Bordes
Contar historias. Un sueño hecho realidad
10 Miguel Cuba
26 Martín López Lam
Contar un monte de oro
14 Federico Pazos 18 Joaquín Secall
22 Álvaro Ortiz
30 Los Bravú
34 Antonia Santolaya 38 Joan Casaramona 42 Tyto Alba
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46 Javier Sáez Castán
50 Julia Huete
54 Adolfo Serra 58 Ana Bustelo
66 Yeyei Gómez
70 Brais Rodríguez
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Valerio Bindi
Ana Merino
Cómic arte de vanguardia
Roma en tres viñetas
El cerro, la casa, la encrucijada Alessio Trabacchini
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Las comunidades transhistóricas del tebeo
Otras obras
Julia Ramírez-Blanco
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Traducciones
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CONTAR HISTORIAS Un sueño hecho realidad Ángeles Albert Directora de la Real Academia de España en Roma Érase una vez un lugar en el que los deseos se cumplían, en el que soñar no solo estaba permitido sino que era una premisa para todos aquellos que tenían la suerte de llegar hasta allí. Miro atrás y creo que no recuerdo un lugar en el que la magia se fundiera con la realidad de un modo tan natural. Quizá porque era difícil, muy difícil alcanzar la cima de la colina. Del monte... del monte de oro. Porque solo unos pocos eran cada año elegidos. Las gotas de sudor escurrían por la frente de aquellos jóvenes y no tan jóvenes que cargaban sus maletas llenas de ilusiones, pinceles, lápices de colores y por supuesto portátiles llenos de programas con los que editar, retocar y siempre dibujar… Llegaban, llegábamos, con el corazón desbocado y casi sin respiración subíamos los peldaños del Vía Crucis queriendo aprehender con ansiedad lo que pensábamos nunca íbamos a tener, corriendo como si de un juego imaginario se tratara y en realidad se trataba de jugar con la vida. Eso sí, una nueva vida. Porque después de cruzar la puerta ya nada sería nunca igual. Incluso antes, al atisbar tras la reja las nítidas formas del Templete de Bramante todo comenzaba a desdibujarse. Una mezcla de sudor y lágrimas. Sonrisas y escalofríos. La piel de gallina. Significaba el llegar a casa. Eso es lo que sentí, eso es lo que sentimos, eso es lo que siento. Hoy, como ayer. Sin duda mañana también será así. San Pietro in Montorio retumba en los oídos y corazones de los que lo habitan, como Beatrice Cenci que no deja de recordarnos que el eco de los que vivieron en esta casa se seguirá oyendo año tras año, siglo tras siglo. En unos casos para, como ella, recordar que
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las injusticias no quedan impunes. Y que le corten la cabeza a una -o perder la cabeza…a veces tiene sentido. Joan Casaramona nos lo recuerda en su historia de un día cualquiera, un año cualquiera que es, simplemente, la de la vida de cualquier generación de la Academia. Que la voz de los artistas es casi siempre la de un cronista del presente o del pasado presente, que se plasma en lienzos, viñetas, acuarelas o, por qué no, vídeos. Algunas veces con historias aparentemente imaginadas que siempre tienen algo de verdad. Como insiste Tyto Alba, Toña Santolaya, Álvaro Ortiz, Joaquín Secall … Otras, impertérritas no renuncian a evidenciar la injusticia del olvido que ayer como hoy quieren hacer caer, casi siempre, sobre las mujeres. De eso hablan mujeres que ellas mismas, sin duda, merecen pasar a la historia como Carla Berrocal o Yeyei Gómez. También sería extraño que desapareciera de la memoria lo que supuso la pandemia para todos, para los residentes de ese año que se vivió la estupefacción de un encierro que no se entendía, que se fijó en las tintas etéreas que venían de otras épocas y se mezclaban con los monstruos de las etiquetas de Adolfo Serra. O la tristeza de la distancia con tesón dibujada capa a capa pero que Ana Bustelo intentaba velar a nuestros ojos. Las páginas que continúan, además, ofrecen la posibilidad de asomarse a la ciudad compleja, rica y nada evidente como los barrios que delineó Brais Rodríguez, llenos de arquitecturas infinitas. Una ciudad que significó un cambio radical en el modo de hacer de artistas que saltaron de las viñetas, del cómic digital a otra forma de pintar. Y en esta ocasión, con una mirada nueva, quizá un poco nostálgica pero
sugerente como siempre, Los Bravú (Dea y Diego) y Julia Huete vuelven a reencontrarse con el cómic. Sin embargo, otros, como Federico Pazos se han mantenido fieles a ese mismo cómic y sus personajes corren por las librerías de Buenos Aires, brincando a las pantallas de series o películas que luego disfrutaremos. Sin olvidar la importancia de una beca que, desde que se extendió a América Latina y el Caribe, sigue diluyendo fronteras y salpicando la Academia de numerosos acentos y colores. Como Martín López Lam y el brillo inconfundible de sus palmeras, nubes, aves o de la búsqueda de sus paraísos en los detalles más nimios de la vida cotidiana, siempre cruzando límites físicos o imaginarios. Siempre un paso más allá. Como el que se dio con Miguel Cuba, el primer becario de cómic de la historia de esta Academia que sigue haciendo historia. Miguel abrió camino para que hoy podamos disfrutar de las obras de estas 17 mujeres y hombres como las que sin duda seguirán llegando, inundando la Academia con su fantasía y provocando a todos los que alguna vez dudaron de la importancia del tebeo, del cómic, de las historietas, del fumetto… llamémosle como sea, de uno de los lenguajes propios y con más personalidad de la creación contemporánea actual. Y realmente como el tiempo parece no existir en Roma, en la Academia, es necesario que alguien nos recuerde que cada día es en sí mismo un milagro. Que el tiempo es caprichoso, que puede tener idas y vueltas que, como Javier Sáez Castán insiste, nos descoloca como la vida de una mosca que se ciñe a un día, o el laberinto de la vida de Brais en el que no se sabe cuál es el inicio o el final o un día cualquiera como la foto fija de Joan que se asoma a la portada de esta maravillosa casa dorada. Pero si esta historia tiene un principio, quizá hay que situarlo en la buhardilla en la que Enrique Bordes piensa las cosas, o en el lápiz mágico con el que dibuja en su ordenador, o quizá siempre estuvo en el estudio 2 cuando, como un becario más, miraba al jardín de los
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sueños, en el que todo se hace posible. Él ha unido a los artistas en un relato en el que quienes escriben estas páginas solo tienen que mirar más allá de los nombres; los ha hilvanado junto a generosos editores como Martín y Ricardo con hilos de oro, como esa arena que, sabia, se nos queda entre los dedos al abrir y releer este pequeño milagro que es Contar un monte de oro. Y es que en el cómic se resume la apuesta institucional de dar voz a los contadores de historias. A los que miran y actúan desde otro lado. 10 años que se reflejan en una magnífica colección y en miles de ejemplares de historias que cruzan el Atlántico y llegan al Pacífico. Como nuestros artistas del fumetto. Una Academia que tiene la enorme suerte de haber querido ser contada desde el cómic, el tebeo, desde la ilustración de relatos. Con un lenguaje de hoy para una Academia que mira al futuro desde el presente sin olvidar el pasado y la eterna belleza de la ciudad en la que está. Una historia, la de nuestra Academia, tejida con lo mejor de las mujeres y hombres que la han habitado, de la Roma que han vivido. En la que el Templete de Bramante, el Panteón de Agripa, Fellini, los estorninos, los muros grafiteados del Trastévere, los pinos, los barrios como el de Garbatella o la cabeza cortada de Beatrice Cenci, sueñan con nosotros. Un homenaje a todos los contadores de historias que ya forman parte del Mons Aureo, de la maravillosa ciudad de Roma y una bienvenida a todos los que están por llegar para seguir creando páginas de nuestra historia.
CONTAR UN MONTE DE ORO Enrique Bordes El 14 de marzo de 2023 inauguramos en el Gianicolo. Ese martes primaveral, en el claustro del antiguo monasterio de San Pietro en el Monte de Oro, hablé de amor y de la importancia de contar. Amor por la Academia de Roma, un lugar privilegiado para crear y vivir. También amor por el tebeo, un medio mutante y fronterizo, con un potencial extraordinario de alcance democrático. La importancia de contar el tiempo, nuestros días, los años. Marcar, por ejemplo, los primeros 10 años de tebeos en un centro de creación que cumple 150. Lo vital que es contar (raccontare) nuestras historias y construirnos a través de relatos. En esta década, 6 autoras y 11 autores con la beca de cómic entrelazaron su carrera artística con Roma. Conviviendo junto a otras disciplinas, tantearon sus límites de expresión a través de un proyecto personal. En este aniversario, estas 17 miradas vuelven para contar, recordar y reflexionar sobre lo que implica (con)vivir y crear en esta colina. Desde sus respectivos mundos regresaron con la simple intención de fare un fumetto, dos páginas que condensaran su experiencia romana y fueran el corazón de la muestra. Contar... 2012-2013, Miguel Cuba. Miguel, el pionero, aterrizó sin referentes comiqueros en la institución y vivió así un doble choque con Roma. Un choque fértil que se tradujo en las enormes pinturas de IconVille. Su novela gráfica, Cara Roma, tuvo un proceso de maduración más largo hasta completar, a lo largo de la década, sus más de 370 páginas. A la espera de que encuentre editorial, parte del tebeo ha sido primicia de esta muestra. 20132014, Federico Pazos, Joaquín Secall.
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Federico arrancó La resaca, un espectacular coro gráfico todavía inédito en España (no así en su Argentina). Joaquín, un ejemplo de la capacidad de alcance e inmediatez del medio, todavía mantiene activa su Academia en la web a través de Lugar Común. 2014-2015, Álvaro Ortiz. Álvaro y un servidor fuimos compañeros de beca y pertenecimos a la primera generación con apoyo económico para producción. Esto fue vital para que su proyecto Rituales acabara editado y fuera el primer tebeo de la Academia de amplia distribución en España. 2015-2016, Martín López Lam. Martín trajo consigo los sótanos del Crack, el mayor festival de cómic underground del mundo -¡que se celebra en Roma!-. Los espíritus del Forte Prenestino ocuparon, amorosamente, los espacios de la Academia, haciéndose fuertes en el taller de grabado, mientras las Ediciones Valientes producían a toda máquina. 2016-2017, Tyto Alba, Los Bravú, Joan Casaramona, Antonia Santolaya. Este año diez manos trabajaron con la narración gráfica. Como suma a la exposición Presentes1, se hizo una pequeña reflexión, Academia de Tebeo, que fue el germen de este proyecto. Tyto soñó a Fellini con su imparable acuarela; Antonia tuvo una productiva bajada a los infiernos gráficos de la violencia; Joan, durante su breve estancia, no dejó de destapar sutiles claves de nuestro lenguaje visual; y Los Bravú, Dea y Diego, consolidaron su cruce al bando de “los pintores” de la mano de figuras como Miki Leal, que llegó a cederles un gran papel lienzo para dar el salto, presente en la muestra. 2017-2018, Javier Sáez. Javier, ilustrador fronterizo, retratará el vuelo de una mosca romana, un año después de su Premio Nacional, demostrando que no hay trayectoria inalterable para Roma. También la futura edición de La mosca y las cosas se pudo presentar a lo largo de la exposición, con la autora Bambi Kramer como invitada. 2018-2019, Julia Huete. Julia y su exploración abstracta nos regalaron Como un verde, libro verde, para después echar su ancla en Roma y seguir consolidando su lenguaje plástico en otros medios. 20192020, Ana Bustelo, Carla Berrocal,
Adolfo Serra. Llegó la pandemia y la Academia no se detuvo, con una actividad encerrada que no dejó de mirar a Roma. Carla, que descubrió el lugar con Presentes, volvió como becaria para construir su Doña Concha. Ana, para nuestro disfrute, se complicó con retablos, cómics y pliegos de impresión. Adolfo, entre monstruos, no dejó de narrar con dibujos y talleres. Ilustrador nato, se nos puso un traje de autor de cómic, parece hecho a medida. 2020-2021, Yeyei Gómez. Isabel aterrizó en una ciudad todavía en pandemia, de la mano de Maria Teresa León y muchas (des)memorias. En su camino, no dejó de repartir viñetas en mil soportes. 2021-2022 Brais Rodríguez. Y Brais, de elipsis en elipsis, compartió su trabajo como maestro de tiempos y trazos. Con él se cierran los primeros diez años. El proceso creativo en convivencia hace que nazcan obras y guiños imposibles de prever en los proyectos de solicitud. Así, tuvimos las crónicas dibujadas que dejó Antonia, los carteles de Brais para proyectos de compañeros o las viñetas de Yeyei, que amasaron el pan de Miguel de Torres o trataron con espejismos del lugar. Y no es difícil adivinar algún personaje de esos días en las páginas de Rituales o de Lugar Común. Todo el agradecimiento a estas autoras y autores que han contado y amado tan generosamente. Esa víspera del idus de marzo, pudo acudir una buena parte y a los pies del tempietto quedó inmortalizada, una especial intergeneración del tebeo. Acompañan este catálogo 4 miradas amigas, becarias y cómplices, que responden a varios ejes: Academia/Roma,España/Italia, Institución/Contracultura. Julia Ramírez, experta clave para entender qué es crear en convivencia, desde la experiencia en carne propia y el estudio, es además heredera del cuidado académico al cómic. Ana Merino, poeta, amante eterna del tebeo y esencial para entender su mirada académica. Alessio Trabacchini, cómplice romano de la RAER con alma de fumetto,
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sea en su papel de crítico, de comisario o de editor. Valerio Bindi, pilar romano de una hermosa relación entre institucionalidad y underground resistente… y uno de los mejores abrazos de Roma. Este proyecto habría sido imposible sin la implicación total de Ángeles Albert. Sin saberlo, esa noche de marzo, nuestra directora cerró un círculo repitiendo el ritual que inspiró este título: repartió a esta intergeneración unos frascos de la arena de oro del Gianicolo. El oro, ya lo descifraron, es la red de afectos y creación, esa (su) Academia de la que somos parte. La Academia es un generador de historias. Contar un monte de oro ocupó tres espacios de convivencia: un claustro, un salón y una terraza. En el claustro, lugar clave, parte de este libro se extendió sobre tableros de dibujo recogiendo una mirada de presente. El salón, gabinete expositivo y rincón de lectura, fue el espacio de recuerdo de las obras que nacieron en la estancia romana. La terraza, con 4 instalaciones mirando a la ciudad, acogió la celebración de la Roma constantemente observada; una invitación a las historias futuras que no dejarán de llegar. Presente, pasado, futuro. El cómic nos recuerda que es un sofisticado dispositivo espacio-temporal. En tan solo dos dimensiones, registra tiempo, espacio, historias, deseos… La exposición evidenció esto y exploró los modos de exponer (y contar) el cómic: originales, reproducciones, instalaciones site-specific, obras derivadas de exploración o espacios para la lectura. El tiempo tiene estas cosas y esa versión de la exposición ya solo existe en este libro. Con un presente viajero, un pasado que se guardará con esmero en la Academia y la esperanza de que, en el futuro, el tebeo siga contando en este Monte de Oro. 1. Presentes, autoras de tebeo de ayer y de hoy, comisariada por Carla Berrocal y Elisa McCausland para AECID. Itinieró desde Perú a Tailandia, empezando por Roma. Tuve el honor de trabajar junto a ellas definiendo la museografía.
Doctor en Bellas Artes por la Universidad de Vigo. En 2011 editó su primera novela gráfica, Punto de fuga, premiada con una de las Axudas para a creación de banda deseñada de la Xunta de Galicia. Desde entonces ha concebido obra para numerosos proyectos editoriales y expositivos (O puño e a letra, BD de l’Akrasie, Iconville. La ciudad de los signos). Miguel fue el primer becario de cómic en la Academia (2012-2013). Junto a los lienzos para su serie Iconville, inicia la novela gráfica Cara Roma. El libro, ya finalizado, es un elogio vitalista del viaje, un grito apasionado a Roma y a la amistad.
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2012 – 2013
MIGUEL CUBA
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Es ilustrador, animador y autor de cómics. Como ilustrador ha colaborado en distintos medios desde 1999, entre ellos La Vanguardia, Muy Interesante Junior o Les Inrockuptibles. Ha estado involucrado como editor y autor en publicaciones independientes como Grotowski (2000-2001); Bodhisattva! (2001), Caja de pino (2011) o ¡Inconsciente! (2015). Como autor participa en publicaciones antológicas a ambos lados del Atlántico (Fierro, Dos Veces Breve). Es autor de la novela gráfica La Ciudad de los Puentes Obsoletos, (2011). Durante su estancia en Roma (2013-2014) inició el trabajo de la novela gráfica La resaca. En ella cuatro grupos de personajes construyen una narración coral in crescendo.
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2013 – 2014
FEDERICO PAZOS
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Estudió Bellas Artes en Salamanca. Ha desarrollado su particular humor gráfico en distintas tiras para prensa: La tira... (El País), Arena de Gatos (revista R21), Ilustrísimo Planeta (El Asombrario). Es también autor de la novela gráfica Anillo de Fuego (2008) y ha realizado incursiones en el terreno expositivo, como Santuarios en Matadero Madrid. Después de ser becado en la Real Academia de España en Roma (2013-2014) con su web-cómic No van a volver, ha creado la web www.lugarcomun.es donde se expande el universo de los personajes.
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2013 – 2014
JOAQUÍN SECALL
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Estudia diseño gráfico en la Escuela Superior de Diseño de Aragón e ilustración en la Escola Massana de Barcelona. Activo historietista desde que en 2003 gana el premio INJUVE, es autor de obras como Cenizas (2012), Murderabilia (2014) los éxitos pandémicos El murciélago sale a por birras (2020) y PRDRO y MAILI (2021) o el premiado La pequeña genia (2022). Durante su estancia en Roma (2014-2015) afronta un intento de biografía de Caravaggio que se acaba convirtiendo en Rituales (2015) y posteriormente en Dos holandeses en Nápoles (2016).
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2014 – 2015
ÁLVARO ORTIZ
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Artista gráfico, vive y trabaja en Valencia desde 2003 centrado en la publicación independiente, el cómic, el dibujo y la serigrafía. Con presencia en múltiples publicaciones y editoriales internacionales (Kuti, Puck, Kus, Penguin, Fulgencio Pimentel), cuenta con su propio sello, Ediciones Valientes. Desde 2011 forma parte de Vendo Oro, responsables del Festival de Autoedición Tenderete. Como becario (2015-2016) exploró la vertiente expositiva del cómic mientras indagaba en la vida del poeta peruano Jorge Eduardo Eielson.
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2015 – 2016
MARTÍN LÓPEZ LAM
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La pareja artística formada por Dea Gómez y Diego Omil es licenciada en Bellas Artes. Como Los Bravú han desarrollado una carrera multidisciplinar inicialmente vertebrada por el cómic, con publicaciones como MUJER! (Fulgencio Pimentel, 2016) o colaboraciones con Apa-Apa y Fosfatina. Durante su estancia en la Academia (2016-2017) consolidaron su salto a la pintura que desde entonces les procuró un éxito internacional. La convivencia artística en el Gianicolo acompañó la transición definitiva hacia el medio pictórico y el cambio al gran formato.
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2016 – 2017
LOS BRAVÚ
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Graduada en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, con estudios en Ormond Road Workshop y la St. Martins School. Desde 2000 trabaja como ilustradora, galardonada en numerosas ocasiones. Cuenta con publicaciones como la versión ilustrada de Feminismo para principiantes (2018) y cómics como Winnipeg, el barco de Neruda (2014), Viñetas de vida (2014) o El apocalipsis según San Juan (2012). En Roma (2016-2017) realiza la exploración gráfica para Del Trastevere al Paraíso, una novela gráfica con guión de Hernández Cava, con los convulsos años 70 como contexto.
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2016 – 2017
ANTONIA SANTOLAYA
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Estudia Ilustración y Diseño por la Escola Massana de Barcelona y trabaja en diversos campos de la creación visual: ilustración (Blackie Books, A Buen Paso o El vaixell de vapor) y animación (Arròs covat o Heavies tendres para el estudio Juanjo Sáez). En su breve estancia en Roma (2017), Joan abordó una intensa reflexión gráfica en torno a Una novelita lumpen de Bolaño, tanteando el límite entre lo escrito y lo visual, explorando el dibujo como método de escritura y el papel de la ilustración en la literatura. Estas reflexiones se verán de nuevo materializadas en obras editadas posteriormente como Gato en el camino.
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2016 – 2017
JOAN CASARAMONA
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Inicia su carrera como pintor y tras una estancia en México gira hacia la ilustración para después saltar al cómic. Es autor de numerosas novelas gráficas: Sólo para gigantes (2012), La casa azul (2014), Tante Wussi (2015), La vida (2016) o las más recientes Whitman (2021) y la adaptación de El olvido que seremos (2021). Durante su estancia en la Academia (20162017) sus acuarelas siguieron los pasos de un Federico Fellini que deambula por Roma entre la ensoñación y el insomnio.
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2016 – 2017
TYTO ALBA
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Javier Sáez Castán (Premio Nacional de Ilustración 2016 y residente de la Academia durante 2017-2018) es autor e ilustrador de álbumes, cómics, novelas y otros artefactos ilustrados. Algunos de sus libros han sido traducidos a numerosos idiomas: El Animalario Universal del Profesor Revillod (2004) y El Animalario Vertical (2016), ambos en colaboración con Miguel Murugarren, y Mvsevm (2019), en colaboración con Manule Marsol. La mosca Ninetta vino al mundo en Roma, en una fría mañana de enero de 2018. En la inesperada delicadeza de los manteles de papel de las pizzerías callejeras, descubrió la insondable profundidad de las cosas más comunes del cuarto donde vivía: un reloj, una lámpara o un plato.
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2017 – 2018
JAVIER SÁEZ CASTÁN
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Licenciada en Bellas Artes por la Facultade de Pontevedra con intercambios en la Universidad de Porto y Guadalajara (México). Su obra plástica ha sido expuesta y premiada internacionalmente. En Roma (2018-2019) continúa su trabajo sobre la capacidad enunciativa de la forma abstracta y las unidades mínimas narrativas y materiales. Construye un ensayo plástico sobre la relación entre pintura y poesía. Intuición, deriva o decisión. En las termas de Caracalla un juego sobre la Tabula Lusoria desvela las claves de su proceso, Nescis, ploras, agis, cav(e)bis (No sabes, lloras, mueves, serás cuidadoso).
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2018 – 2019
JULIA HUETE
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Técnico Superior de Artes Plásticas y Diseño en Ilustración, estudió en la Escuela de Artes y Oficios Arte10 de Madrid y se graduó en Publicidad y relaciones públicas por la Universidad Complutense de Madrid. Se dedica principalmente al campo de la ilustración infantil y juvenil e imparte talleres de creatividad. Sus ilustraciones han sido seleccionadas en ferias de todo el mundo desde Bologna hasta Shanghai. Durante su beca en la Academia (2019-2020) ejecutó el proyecto Bomarzo, cuyo propósito era buscar respuestas a la experiencia de leer imágenes a partir de imágenes abiertas, junto con laboratorios de creación y con el Sacro Bosque de Bomarzo como punto de partida.
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2019 – 2020
ADOLFO SERRA
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Estudia Bellas Artes en Madrid y se especializa en diseño gráfico. Desde 2007 trabaja como ilustradora, principalmente en el ámbito editorial, y como docente. De manera paralela, desarrolla proyectos personales en los que aborda la ilustración desde una perspectiva más experimental, colaborando con distintas galerías o a través de la autoedición. En la Academia (2019-2020) trabajó en el estudio y revisión de la estructura formal y narrativa del Retablo. A veces las cosas no son como una espera, autoeditado en 2022, traslada la fisicidad y tridimensionalidad del retablo al papel, utilizando pliegues y métodos de encuadernación poco convencionales como recurso protagonista.
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2019 – 2020
ANA BUSTELO
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Formada en ilustración y diseño gráfico, se vincula pronto al cómic a través de la crítica (Guía del Cómic, Radio Círculo) y el lanzamiento de su primer tebeo en 2004. Ilustradora con una carrera consolidada, como autora es colaboradora habitual de la revista M21. En la Academia (2019-2020) desarrolló el proyecto biográfico Doña Concha donde reivindica a la cantante de copla Concha Piquer, además revisitó con su mirada otros iconos de la identidad nacional.
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2019 – 2020
CARLA BERROCAL
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Dibujante y viñetista, es graduada en Diseño Gráfico por la Escuela Superior de Diseño, especializada en Grabado y Estampación en Arte10. Su obra se sitúa en el campo de la ilustración editorial, el humor gráfico y el cartelismo (The New York Times, Columbia University, Tribune, Frankfurter Allgemeine Zeitung, CNT). En 2016 recibe el premio Injuve con el que publica Naufragio Universal, un compendio de sus viñetas reeditado en 2021 por la editorial francesa Éditions en Apné, a los que siguen Guy (2017), Cuidado con los dueños (2023), El viaje (2023), y Spoiled baby (2023). Su obra ha sido expuesta galerías como La Empírica (Granada, 2017); la Sala Amadís (Madrid, 2017 y 2018) o el Antiguo Hospital de Santa María la Rica (Alcalá de Henares, 2018). También docente y Máster en formación de profesorado por la UAM, ha desarrollado materiales sobre las capacidades expresivas del cómic (Cuaderno de clase, 2019). En su estancia romana (2020-2021) desarrolla Eppur si muove, un proyecto sobre María Teresa León y las distintas capas de desmemoria que caen sobre ella a partir del exilio en Roma. Con la fuerza narrativa del cómic y la secuencia, Yeyei explora el territorio más allá del formato libro.
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2020 – 2021
YEYEI GÓMEZ
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Licenciado en Bellas Artes por la Universidade de Vigo, es dibujante, historietista y docente. Sus inicios se vinculan al colectivo Polagia. Desde entonces ha publicado diversos fanzines bajo el sello Carne Líquida, entre los que se encuentran La Chica con el Sol en la Cabeza (2016), Sombra (2017) y Onde estás? (2019). Desde ese mismo sello, convertido en un espacio de creación y experimentación, publica La era de las imágenes desaparecidas (2019) con el Museo Nacional del Prado. En Roma (2021-2022) su proyecto consiste en la realización de un cómic mudo (de futura publicación) con el objetivo de explorar e investigar los recursos de la imagen y el tiempo en el medio. Igualmente colabora haciendo numerosas piezas gráficas para el colectivo de becarios.
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2021 – 2022
BRAIS RODRÍGUEZ
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CÓMIC ARTE DE VANGUARDIA Valerio Bindi
Fue uno de los primeros libros que se publicaron en Italia: Il linguaggio dei comics (1975) de Román Gubern, traducido por Gianni Guadalupi y maquetado con el espléndido grafismo de Fulvia Serra para Milano Libri Edizioni. Ese texto nació entre 1970 y 1972, basándose en las conversaciones con Enric Sió, el historietista que poco después –oponiéndose al franquismo– abandonaría Barcelona y se trasladaría a Italia durante una temporada, colaborando con Linus. Con cierta modestia, Gubern propuso muchas innovaciones en el análisis del medio e identificó una profunda transformación, coincidiendo con el momento de desarrollo de ese género. El cómic, de ser un producto de la cultura de masas y sometido al debate diario o semanal con su público, se convertió, en esa época, en un objeto refinado y concebido para un público intelectual, especialmente europeo. Leyendo la evolución de los lenguajes autorales, Gubern expresó su preocupación por la manera en que esto alejaría al gran público para dirigirse solo a círculos especializados. En resumen, como el libro fue publicado por la editorial Linus –es decir, el bastión de esos intelectuales y semiólogos que flanqueaban la transformación de la que él hablaba–, Gubern les acusó de haber puesto en marcha un mecanismo para el declive del medio. Esto parecería una contradicción, siendo él uno de esos intelectuales distinguidos: interesado a la evolución de los lenguajes de las distintas generaciones de autores, fue pionero en los estudios sobre el cómic. En Il linguaggio dei comics Gubern sienta las bases de un análisis del género a partir
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de la relación de este con los sistemas de producción, con la industria de lo imaginario y con la cultura de masas. Estudia y organiza tanto los formatos del cómic como la respuesta creativa que se da frente a sus limitaciones: en el cómic no hay narrativa ajena a las formas de producción, sino que las dos vertientes están siempre conectadas, son interdependientes. Se trata de una línea de razonamiento en boga aún en la actualidad en todos los análisis acerca de la materialidad de los medios, tanto industriales como de producción propia. Es precisamente siguiendo esta pista –o sea, haciendo hincapié en los formatos de lujo en los que se imprimen los cómics– como Gubern planteó los problemas relacionados con la evolución del género en tiempo real. Previó la línea que luego desarrollaría el cómic alternativo y más tarde la novela gráfica. Ama el cómic y profundiza en sus propias contradicciones. ¿Puede un arte que ha gozado de gran popularidad entregarse a un público minoritario y esnob que lo transformará hasta desactivar su alcance? ¿Y cómo se debe juzgar ese tipo de cómic que descubre nuevas posibilidades nunca vistas, que revoluciona los códigos precedentes? A lo largo del texto, Gubern traza una rápida cronología que recorre los años Sesenta y señala los puntos más destacados de esta progresión, la cual tiene su centro de gravedad entre Italia, Francia y España. En esas mismas líneas, surge otro elemento de análisis que, en mi opinión, se acerca mucho a estas obras que vemos expuestas en los espacios de la Academia de España en Roma. Tras identificar el año 1963 como
el momento en que el Pop Art llevó el Nona Arte a los museos –sirviéndose de formas que citaban, reproducían y hacían eco de algunos de los elementos constitutivos del cómic– afirma que estas nuevas formas del cómic se acercaban a lo que él define como «arte superiore» y cumplían la misma «funzione (o le funzioni) dell’avanguardia artistica e della sperimentazione nel campo dell’estetica» (p. 84), con las consiguientes paradojas, contradicciones y enriquecimientos. Además, señala tres elementos significativos relacionados con esta evolución: la problematización de los lenguajes autorales, la aparición de la crítica de cómics y la formación de un nuevo público consumidor, minoritario en comparación con la masa del público tradicional. Por último, cierra su argumentación reconociendo a un autor ejemplar del género de principios del siglo XX, Winsor McCay, la introducción de ciertos elementos visuales propios de esta tendencia, construyendo, así, un puente con la historia del medio. Gubern sufre esta crisis de comunicación y público derivada del proceso de innovación que se está poniendo en marcha, emitiendo juicios negativos sobre lo que observa. Pese a ello, construye paralelamente un avance teórico y una línea histórica.
y a lo largo de estas dos líneas, estética y experimental, desde donde en Roma trabajan y se enfrentan –a través de intercambios y cooperaciones– dos entidades muy diferentes: el Festival CRACK! –que se celebra desde hace menos de veinte años en el Forte Prenestino CSOA– y la Academia de España, que con esta exposición conmemora diez años de becarios de cómic, residentes en esta institución. A pesar de su distinta naturaleza, el trabajo y la investigación que estas expresan tienen puntos de encuentro que les permiten construir puentes y establecer cooperaciones profundas y no formales que sustancian investigaciones y proyectos. Crean en esta ciudad un panorama cultural que produce investigación de vanguardia y visiones del futuro en las expresiones del Nona Arte. Por ósmosis cultural, los becarios, una vez terminada su investigación en la Academia, participan cada año en el Festival y llevan el germen de las dos aptitudes culturales, las cuales se complementan y se integran. Asimismo, hay proyectos –por ejemplo, las numerosas colaboraciones con la artista y becaria Clara Montoya– que se engendran en el arte plástico para introducirse en el mundo del cómic como objetos que distorsionan y amplían el horizonte.
Considero que la obra seminal del historietista español es importante, quizá visionaria, precisamente por eso: al tiempo que lee con preocupación su presente, introduce dos elementos fundamentales del futuro del cómic, como son la vinculación con el arte visual y con la experimentación e innovación de lenguajes. De hecho, cabe recordar que en aquella época el mundo de la crítica se centraba en los aspectos históricos y sociológicos del cómic, analizándolo desde un punto de vista semiótico, cuan novela dibujada. Al contrario, Gubern relaciona el cómic del futuro con el ámbito de las artes visuales, y creo que sus palabras previeron e influyeron en el avance posterior. Quizá sea precisamente desde aquí, desde esta puerta entreabierta por su pensamiento
El cómic es uno de los centros de interés del estudio que la Academia fomenta y apoya, de acuerdo con la tradición de su país. En esta década, 6 autoras y 11 autores españoles y latinoamericanos han pasado por el Monte de Oro de la Academia de España: Tyto Alba, Carla Berrocal, Ana Bustelo, Joan Casaramona, Miguel Cuba, Yeyei Gómez, Julia Huete, Martín López Lam, Los Bravú (Dea Gómez y Diego Omil), Álvaro Ortiz, Federico Pazos, Brais Rodríguez, Javier Sáez Castán, Antonia Santolaya, Joaquín Secall y Adolfo Serra. Muy a menudo, la residencia supuso un punto de inflexión en sus investigaciones. En algunos casos –como por ejemplo, Martín López Lam– la relación con el mundo subterráneo era preexistente e,
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incluso, constitutiva: el Festival Tenderete de Valencia, del que es miembro, y el Festival CRACK! llevan años colaborando. Son miradas muy diferentes las que aporta este grupo de autores y autoras, que solicitan varios lenguajes del cómic y su intersección con las artes. Con los años, las instalaciones creadas para los proyectos –a las que creo que Enrique Bordes ha siempre asistido– han rendido cuenta de una multiplicidad de perspectivas y visiones distintas. Durante estos diez años hemos recorrido matrices secuenciales, instalaciones multimediales, obras colaborativas y abiertas, proyectos sobre la tabulación diagramática de la narración, grandes obras intimistas, mundos de artista, cuentos e historias, incluso la gran historia de las mujeres del cómic español: todas visiones narradas al público curioso de visitantes y profesionales, con maestría y disponibilidad.
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En sus palabras, Enrique Bordes subraya cómo es tiempo de que el cómic opere en el espacio bidimensional de la página. Esto es sin duda cierto, uniéndose el hecho de que el cómic es también una trayectoria humana y artística. Este camino nos demuestra que se sabe atravesar una ciudad como Roma por medio de una viñeta –del centro a la periferia–, que sabe intercambiar y producir visiones del futuro, sin exclusiones y sin necesidad de un camino prefijado por el mercado, resaltando precisamente aquellas expresiones laterales portadoras de valores sociales. La investigación que la Academia de España permite llevar a cabo construye con el tiempo una plataforma común que produce política cultural en Roma, en su sentido más elevado. Nunca falta conciencia e investigación en esta mirada abierta, que sigue siendo un gran regalo y una oferta generosa hacia nuestra ciudad.
ROMA EN TRES VIÑETAS Ana Merino
I LLEGARON El arte secuencial de las viñetas encuentra en Roma la mejor de sus tramas. Es un espacio vivo de líneas y trazos que se sumerge en la ciudad a contemplar las multitudes maravilladas con la Historia o ensimismadas por el tiempo que se respira a través de las piedras y sus cicatrices. La imaginación porosa espía y observa a la ciudad monumental que crece con los pinos y los cipreses, y sabe alzar el vuelo para conquistar el horizonte con el ímpetu de los estorninos. La vida más sencilla macera en el trazo dibujado de las viñetas que quieren evocar los planos del territorio cotidiano. Allí está el jardín trasero, la cocina pegada al salón, el claustro, las estancias con sus retratos, las habitaciones con sus mesas de trabajo y la gran terraza. La silueta de los sueños se cobija en este monte de ventanales inmensos que se despierta con el sonido del campanario y brinca con el estruendo de la pólvora escupiendo fuego de colores en nochevieja. Llegaron los becarios historietistas, hombres y mujeres que hacen de las viñetas su alimento, que impulsan la fuerza de la línea, el trazo de la idea que palpita y se hace voz encapsulada en una cartela o en un globo. Seguros de sí mismos, conocen bien el don de las miradas que expresan la belleza en dos lenguajes. Siempre dispuestos a ilusionarse armonizan su ritmo con la mecánica de las
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ideas que fluyen. El idioma del dibujo les sirve para relatar la aventura de estar en el presente mientras evocan el sonido de las palabras como cúmulo de sensaciones y recuerdos. Llegaron a la Academia los becarios del cómic con sus cuadernos, sus lápices, sus plumillas y rotuladores pincelados, sus ganas de reinventar el impulso de la creatividad, romper con las ideas solemnes y hacer del pensamiento plasticidad de formas que se narran. II DIBUJA LO QUE FUE Ser el becario absorto de los dibujos y enfrentarse al ritmo de lo que se va a inventar. El plan de cada día expandiéndose en una página, en una cartulina blanca sobre la que se apoyan el cartabón y la regla transparentes y de plástico duro. La línea recta busca su acomodo, es el marco de la escena que suma otras viñetas y se vuelve secuencia. El hilo de una idea es impulso que crece en borradores, crece con fuerza y se compromete con los instantes que celebra. Roma está en el fondo cotidiano de la existencia, es la atmósfera que rodea la invención misma de una rutina. Dibujar desde un rincón que rezuma ecos de otras vidas donde se inventaron instantes paralelos. La condensación de las ideas rodeadas de nuevas amistades que comparten las mismas inquietudes. Llenar el espacio del pensamiento callejeando, subir
y bajar escalinatas y dar paseos. Caminar antes de la jornada, como los gatos sobre los tejados buscando el sol en invierno, sobre el empedrado de las calles, sobre las cúpulas, sobre las nubes que murmuran llovizna. Apoyarse en el hombro de algún becario que dibuja, que sonríe y te muestra su mesa de trabajo. Recuerdo a Carla Berrocal metida de lleno en su proyecto de “Doña Concha” en noviembre de 2019. Llegar a su estudio en la Academia y observar los bocetos mientras escuchaba todos los detalles, el plan que daba forma a su libro. Carla estaba evocando la vida de una mujer, quería redescubrir a Cocha Piquer y volverla materia prima dibujando el rastro de su esencia. Hacerla renacer en forma de novela gráfica. En Roma había encontrado la atmósfera creativa de luz y tiempo. Había descifrado el sosiego que nutre las ideas, pero también había descubierto el impulso de la amistad en la cocina compartida. Otros becarios la acompañaban con sus proyectos y dialogaban con ella. La sinergia de la creatividad era un espacio de emociones políglotas. Carla escuchaba y se nutría de las experiencias de los demás procesos: arte, literatura, investigación académica, música… Todo se mezclaba y tocaba su propia sinfonía de ideas, cafeteras, platos, cucharitas… todo armonizaba con su propio proceso. Carla dibujaba con la pulsión de esa vida de amistad y el recuerdo de una mujer convertida en misterio de viñetas. III EL TIEMPO DE LA AMISTAD Los becarios se nutrieron de la ciudad, pero también se acompañaron unos a otros y se dieron apoyo y muchos ánimos. Los dibujantes de cómics suelen ser personas meticulosas y constantes, trabajadoras solitarias que se cobijan en su mesa. En el
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delicado trazo de sus dibujos se condensan infinitas horas de intuiciones gráficas. Pero, la Academia también les ha dado el tiempo con los demás, con los otros becarios que trazaban la ruta de sus propias intuiciones. La gran cocina era el territorio de los primeros encuentros, los que trataron y consiguieron volver hogar un gran edificio histórico. Desde los ventanales de esa cocina, Roma es horizonte, es silueta de inmensidad donde todos tratan de permanecer. Antes de volver a la mesa de trabajo en el cuarto estaba la contemplación del día desde la cocina. Y allí se cruzaban las conversaciones que clareaban con el frescor de las mañanas y el café burbujeante. Las jornadas más largas eran balanceadas con subidas y bajadas a la cocina, con un guiño a las horas tensas trazando personajes y al respiro junto a unos compañeros que comprenden la lucha del creador en pleno proceso. El tiempo de la amistad en la Academia de España en Roma es el ingrediente clave que impulsa los latidos de las ideas. Las ideas como murmullo que se comparten en las sobremesas del patio trasero. El jardín ofreciendo sus exuberantes rincones y su geografía interior, su remanso de plantas y estatuas para que todo tenga sentido. Para que se contemple el dibujo, para que la línea sea plenitud de muchas posibilidades, para que las letras suspiren sonidos y cada plano crezca y todo evolucione. Los cómics llegaron a la Academia con ganas de quedarse para siempre, y se quedaron, y comparten la ilusión del gesto transformado en viñetas.
EL MONTE, LA CASA, LA ENCRUCIJADA Alessio Trabacchini
Cuando se contempla Roma desde la terraza de San Pietro in Montorio, la ciudad continúa siendo un misterio: una construcción cambiante de tiempo y espacio que envuelve narraciones y absorbe identidades. Al menos para mí, Roma es así, fragmentada y capilar, aparentemente quieta pero eternamente móvil, de tal modo que no se sabe si se hunde o se eleva. Por consiguiente, si tuviera que limitarme a una palabra para describir la ciudad en la que vivo, quizá elegiría “confusa”, que es el mismo adjetivo que utilizo cuando hablo del cómic, un arte que se desliza entre definiciones y en el que cada elemento individual no puede distinguirse claramente de los demás: un arte que nació antiguo y, aún en pañales, se desarrolla disolviéndose. Por ende, dejándome confundir por estas dos confusiones, podría seguir diciendo que Roma, como el cómic, convierte el tiempo en espacio y a través del espacio cuenta el tiempo. Leer esta ciudad es difícil, como es difícil leer cómics, aunque a veces no lo parezca. Sin embargo, volvamos a la terraza en lo alto del monte Janículo desde la que, unas líneas más arriba, contemplábamos el panorama. Detrás de nosotros está el monasterio de San Pietro in Montorio donde, desde hace un siglo y medio, tiene su sede la Real Academia de España en Roma. Alrededor del Tempietto de Bramante –ejemplo supremo del orden, contrapunto perfecto y firme de la metrópoli que se extiende bajo el monte– se han sucedido así legiones de artistas y escritores. Desde hace diez años –como ya sabréis al tener este catálogo entre vuestras manos– diecisiete historietistas, hombres y mujeres,
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de habla hispana, se han también alojado en el antiguo monasterio, asomándose al mirador y recorriendo la ciudad. Con motivo del aniversario, estos artistas han relatado una Roma de vértigo y de silencios, de capas y de cruces, de animales y de sillas vacías a través de una variedad de enfoques y estilos que por sí sola bastaría para responder, sin palabras, a la pregunta “¿qué es el cómic?”. Y esto es sólo un reflejo de la obra polifacética germinada a lo largo de estos diez años. En la actualidad veo los resultados de todo este trabajo, sólo viendo crecer una pequeña parte de aquel momento... quién sabe cuánto verdaderamente habré aprendido de ello. Las huellas dejadas por los residentes de la Academia ponen en relieve la voluntad del cómic de ser contaminado por las demás formas de expresión, ya que quizá sea la única entre las artes que se vuelve más precisa cuanto más se contamina, que se identifica cuanto más se pierde. En este sentido, podríamos preguntarnos cuántos de los residentes de la Academia en su larga historia han sido historietistas en potencia, artistas con instintos narrativos y narradores con aptitudes visuales que nunca han creado nada que identificaríamos, sin duda, como “tebeo”, pero que entendemos que podrían haberlo hecho en una época o en un entorno cultural diferente. Una pista para futuras investigaciones. Sin embargo, debería estar escribiendo de otra cosa, y ahora ya no hablo como lector y como romano que aprende cada vez a mirar su ciudad a través de los ojos de
quienes la dibujan, sino como operador militante de cómics. Diecisiete residentes haciendo cómics durante diez años es una excepción desgraciadamente extraordinaria entre las instituciones culturales. Junto a la diversidad y al valor de la oferta, hay que destacar la continuidad del compromiso, del cuidado y de la apertura con que se han puesto a disposición estas energías vitales. Han surgido conexiones y colaboraciones personales. Se ha consolidado un vínculo con el Crack! en una línea vertiginosa que une el monte Janículo con las celdas de Forte Prenestino y ha habido colaboración con el festival boloñés BilBolbul... pese a todo, me parece que aquí, en Roma –por no decir en
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Italia–, no siempre hemos estado a la altura de la oferta. La ciudad, bajo el monte, es también un poco un pantano. Como lector, romano, editor, crítico y comisario, me gustaría que este doble aniversario –150 años de la Academia y 10 años de residencias dedicadas al cómic– fuera también el comienzo de un nuevo compromiso. Me gustaría que el trabajo realizado por la Real Academia de España se convirtiera en un ejemplo y que la red fuera más amplia, densa y visible. El monasterio en lo alto del monte, pues, no sería sólo un mirador y un refugio, sino cada vez más una encrucijada. El hogar perfecto para aquello que es la encrucijada de las artes: una vez más, el cómic.
LAS COMUNIDADES TRANSHISTÓRICAS DEL TEBEO Julia Ramírez-Blanco
Desde su propio planteamiento Enrique Bordes, comisario de Contar un Monte de Oro. 10 años de Cómic en la Academia, parece estar inquiriendo acerca de la experiencia de hacer tebeo en la RAER. En la muestra, dispuestas en torno al espacio del claustro y la terraza, se despliegan una serie de páginas hechas ex profeso que refieren al período romano de sus autores. Estas imágenes reflejan en gran medida la abrumada fascinación de la visión panorámica de Roma, desde ese lugar elevado de contemplación urbana que es el monte del Gianicolo. Pero frente al paisaje exterior, algunas de estas páginas dirigen su mirada hacia dentro de la Real Academia de España en Roma. A las habitaciones de ese impresionante palacio que durante un tiempo delimitado comparten creadores e investigadores dentro de la Ciudad Eterna. Martín López Lam habla de cómo la residencia en la Academia ofrece espacio y tiempo. También, compañeros de diálogo creativo. La imagen de Joan Casaramona que sirve de cartel para la exposición muestra el retrato coral de los distintos residentes escribiendo, bailando, haciendo fotos, lanzando malabares, o leyendo. Las habitaciones se disponen como viñetas de una historia interconectada, en una arquitectura donde exterior e interior se mezclan, y en la que la luz de Roma lo invade todo. Esta visión de transparencia y simultaneidad aparece a su vez ante el fantasma de Beatrice Cenci: entre becarios circula la leyenda de que el fantasma de Cenci habita en la Academia de Roma, como en un sortilegio benigno. Esta presencia inmaterial no hace más que
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confirmar un hecho evidente del edificio: la ineludible presencia del pasado en el presente. La comunidad de la RAER es transhistórica, y en ella conviven los becarios que están y los espectros del pasado, lejano y reciente. En el caso del cómic, se suman los de aquellos investigadores que abrieron camino en la apreciación de lo que algunos han dado en llamar el octavo o noveno arte. No hace tanto que el cómic se considera arte, y en este proceso arduo y difícil fue fundamental el rol de algunas figuras. En 1975 Juan Antonio Ramírez defendió la primera Tesis Doctoral de Historia del Arte dedicada al cómic, que se situaba dentro de un marco teórico proveniente de la historiografía marxista y de la semiótica. Su investigación dio lugar a tres libros interrelacionados: El cómic femenino en España. Arte sub y anulación (Edicusa, 1975), La historieta cómica de posguerra (Edicusa, 1975) y Medios de masas e historia del arte (Cátedra, 1976). Ramírez hablaba de la hostilidad que generaba este caso de estudio en el mundo universitario de su momento. Y también referiría más adelante cómo estudiar el cómic supuso una transformación en su manera de entender las imágenes, obligándole a replantearse el funcionamiento de las imágenes dentro de la vida social. También de la mano de Ramírez, en 1978 la historieta entró en los manuales de historia del arte españoles, desglosándose su desarrollo desde 1896 hasta llegar a una “edad de Oro” protagonizada por personajes como Félix el Gato, Dick Tracy, Flash Gordon o Barbarella. El carácter de industria
cultural del cómic y su dimensión popular dificultarían la apreciación de un género que tardaría aún en asentar su reconocimiento. El historiador y guionista Santiago García señala cómo el respeto al género se relacionó con la “adultización” del mismo a partir del comix underground y contracultural, que terminaría desembocando a su vez en la novela gráfica. Correspondiente con la época en la cual se ha integrado dentro de la institución romana, el cómic que ha llegado a la RAER ya está más próximo a estas nociones autorales. La experimentación con la imagen y el texto a su vez lo acercan al conjunto heterogéneo de creadores que populan la Academia. De hecho, el carácter híbrido que tiene el cómic, situado como una disciplina situada entre lo visual y lo textual, entre la literatura y las artes visuales, se presta especialmente a la conversación entre disciplinas. Las influencias mutuas son frecuentes y se corresponden a un espacio de porosidad e intercambio constante. Autores como Los Bravú o Julia Huete ya llegaron en un momento en que simultaneaban proyectos pictóricos y gráficos. Precisamente Dea Gómez (una de las componentes del dúo artístico de los Bravú junto con Diego Omil), y Antonia Santolaya serían las primeras mujeres autoras de cómic en ser becadas, en el año 2016. Todos los autores de cómic han compartido tiempo y espacio con pintores, escultores, escritores, cineastas, músicos. Y si bien en siete promociones la beca de cómic ha
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sido unipersonal, también ha habido varios momentos de encuentro entre varios artistas de cómic. Los autores de tebeo pudieron convivir entre sí por primera vez en la generación de 2013-2014. El curso de 20162017, conocido como “de los pintores” fue en realidad también el año de los autores de cómic, durante el cual convivieron el dúo Los Bravú, Antonia Santolaya, Tyto Alba y Joan Casaramona. Los meses de tránsito de 2019 a 2020 alojaron a su vez a Carla Berrocal, Ana Bustelo, y Adolfo Serra. Y finalmente, prácticamente todos coincidirían en la inauguración de Contar un Monte de Oro. 10 años de Cómic en la Academia. Durante la promoción de 2015-2016 yo fui residente en la RAER, el mismo período que Martín López Lam. En su proyecto, se mezclaban el cómic underground, la autoedición y la novela gráfica. Recuerdo un taller de serigrafía colectivo que organizó para las compañeras y compañeros, en el que nos devoraban los mosquitos en una estancia poco usada, situada al fondo del jardín. Recuerdo también un gran cartel que me regaló y que llevé conmigo como una explosión de colores que siempre me hablará de Roma. La Academia nos muestra cómo las comunidades son siempre transhistóricas y están tejidas entre quienes están y quienes han estado en una particular hauntología, por decirlo en términos de Marc Fisher. Las habitaciones y pasillos, las terrazas y los jardines, la cocina y los salones, llevan la marca de encuentros y desencuentros, diálogos e intercambios, conversaciones y comidas, cristalizadas para siempre en proyectos creativos.
La producción de los meses de beca, en torno a cada proyecto, es de una riqueza única: exploraciones gráficas de gran y pequeño formato, bocetos, pinturas, esculturas, estampas, recortables, máscaras, animaciones, dibujos solares... Una mínima parte, conservada en la RAER como donaciones, se integró en el salón/gabinete de la muestra.
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Un rincón de lectura recogía otro condensado clave, las obras publicadas que han nacido (o nacerán) de esta beca. 2
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Tyto Alba, Fellini en Roma, Astiberri, 2017. Carla Berrocal, Doña Concha, la rosa y la espina, Random House, 2021. Ana Bustelo, A veces las cosas no son como una espera, autoedición, 2022. Miguel Cuba, Cara Roma, 2023. Yeyei Gómez, El viaje, autoedición, 2023. Spoiled baby, Noediciones, 2023. Julia Huete, Como un verde, libro verde, Nordés Ediciones, 2020. Martín López Lam, Gialla, Ediciones Valientes, 2015. El título no corresponde, Ediciones Valientes, 2016. Álvaro Ortiz, Rituales, Astiberri, 2015. Viajes, Astiberri, 2016. Dos holandeses en Nápoles, Astiberri, 2016. Federico Pazos, La resaca, Hotel de las Ideas/Loco Rabia, 2019. Javier Sáez Castán, Imágenes para una memoria del mundo, Ayuntamiento de Pamplona, 2021. Una vida de mosca, 2023. Antonia Santolaya, Trastevere-Paradiso, Círculo Vicioso, 2017. (con Felipe Hernández Cava) Del Trastevere al Paraíso, Reservoir Books, 2020. Joaquín Secall, Lugar Común, lugarcomun.com, 2014.
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Miguel Cuba, extracto de Cara Roma, inédita, 2012-2022.
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Federico Pazos, reproducción de página original y página final de La resaca, Hotel de las Ideas/Loco Rabia, 2019.
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Joaquín Secall, montaje a partir de Lugar Común, visitable en www.lugarcomun.es, 2014.
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Álvaro Ortiz, extracto de Rituales, Astiberri, 2015.
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Martín López Lam, extracto de El título no corresponde, Ediciones Valientes, 2016.
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Joan Casaramona, dibujo de sol, figuras recortadas en cartón, bocetos, todos parte de Una novelita lumpen, inédito, 2017.
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Los Bravú, foto de estudio y VR Trastévere, 2017.
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Antonia Santolaya, pinturas para el proyecto Trastevere/Paradiso, 2020. (Siguiente página) Extracto de Del Trastevere al Paraíso, Reservoir Books, 2020.
LA IZQUIERDA CONVIRTIÓ A AQUEL POLICÍA DE TREINTA Y DOS AÑOS EN SU GRAN MONSTRUO EN AQUELLOS AÑOS. "UNO DE LOS VERDUGOS MÁS CRUELES DE TODA LA HISTORIA ITALIANA", LLEGÓ A ESCRIBIRSE SIN EL MENOR SONROJO.
CUANDO LAS BOMBAS DE PIAZZA FONTANA EN DICIEMBRE DE 1969, CALABRESI ERA UN JOVEN COMISARIO EN LA PREFECTURA DE MILÁN. ESTABA ESPECIALIZADO EN LOS GRUPOS ANARQUISTAS, A LOS QUE SE ATRIBUYÓ EN UN PRIMER MOMENTO AQUELLA MASACRE, TRAS LA CUAL, COMO ALGUNOS INTUYERON YA ENTONCES, SE ENCONTRABA LA EXTREMA DERECHA.
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Tyto Alba, extracto de Fellini en Roma, Astiberri, 2017.
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Javier Sáez Castán, dibujos y maqueta del proyecto Una vida de mosca, 2018-2023.
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Julia Huete, extracto de Como un verde, libro verde, Nordés Ediciones, 2020.
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Adolfo Serra, BOMARZO I. Tintas y acuarelas sobre papel en formato etiqueta, 160 dibujos en caja de madera, 74 x 102 cm, 2019.
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Ana Bustelo, A veces las cosas no son como una espera, autoedición, 2022.
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Carla Berrocal, extracto de Doña Concha, Random House, 2022.
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Yeyei Gómez, extracto del proyecto Eppur si muove, inédito, 2020-actualidad.
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Brais Rodríguez, extracto del proyecto Still life, inédito, 2021-actualidad.
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Pasear una nube a Centocelle Cuatro instalaciones gráficas habitaron la terraza de la exposición con obra de Carla Berrocal, Joan Casaramona, Miguel Cuba y Martín López Lam. Esta última, en un gesto cómplice, dejó un fragmento en un ricón del Forte Prenestino. El sábado 10 de marzo, Martín realizó el viaje hasta Centecelle, donde la rebautizada
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“nube roja” se quedó a la espera del resto de la exposición, que tendría su primera itinerancia en el CRACK! Caníbal de 2023, con especial agradecimiento a Valerio Bindi, Giusy Noce y a la ayuda de Carlotta Vacchelli. Registró el viaje Enrique, acompañado por Amaya, Eliett y Pauni.
TRADUCCIONES
RACCONTARE STORIE. UN SOGNO CHE DIVENTA REALTÀ Ángeles Albert Direttrice dell’Academia de España en Roma C’era una volta un luogo in cui i desideri si avveravano, in cui sognare non solo era permesso, ma era una premessa per tutti coloro che avevano la fortuna di arrivare fino a lì. Mi guardo indietro e non credo di ricordare un luogo in cui la magia si fondesse con la realtà in modo così naturale. Forse perché era difficile, molto difficile raggiungere la cima della collina. Del monte... del monte d’oro. Perché solo pochi venivano scelti ogni anno. Perle di sudore scendevano sulla fronte di quei giovani e meno giovani che portavano con sé valigie piene di illusioni, pennelli, matite colorate e naturalmente laptop pieni di programmi con cui modificare, ritoccare e sempre disegnare... Arrivavano, arrivavamo, con il cuore all’impazzata e quasi senza fiato salivamo i gradini della Via Crucis, cercando con ansia di afferrare ciò che pensavamo di non ottenere mai, correndo come se si trattasse di un gioco immaginario quando in realtà si trattava di giocare con la vita. Appunto, una nuova vita. Perché dopo aver varcato la porta nulla sarebbe stato più uguale. Anche un po’ prima, nell’intravedere dietro l’inferriata le forme chiare del Tempietto di Bramante, tutto cominciava a sfumare. Un misto di sudore e lacrime. Sorrisi e brividi. Pelle d’oca. Significava arrivare a casa. Questo è ciò che ho provato, questo è ciò che abbiamo provato, questo è ciò che provo. Oggi, come ieri. Senza dubbio anche domani sarà così. San Pietro in Montorio risuona nelle orecchie e nei cuori di chi vi abita, come Beatrice Cenci che non smette di ricordarci che l’eco di chi ha vissuto in questa casa continuerà a farsi sentire anno dopo anno, secolo dopo secolo. In alcuni casi per ricordarci, come ha fatto lei, che le ingiustizie non restano impunite. E farsi tagliare la testa – o perderla... – a volte ha senso. Ce lo ricorda Joan Casaramona nel suo racconto di un giorno qualunque, di un anno qualunque,
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che è, molto semplicemente, il racconto della vita di una generazione qualsiasi dell’Accademia. Che la voce degli artisti è quasi sempre quella di un cronista del presente o del passato presente, che viene catturato su tela, in vignette, acquerelli o, perché no, video. A volte con storie apparentemente immaginarie che hanno sempre un fondo di verità. Come insistono Tyto Alba, Toña Santolaya, Álvaro Ortiz, Joaquín Secall... Altri, imperterriti, non rinunciano a evidenziare l’ingiustizia dell’oblio che ieri come oggi si vuole far ricadere, quasi sempre, sulle donne. Ne parlano donne che, senza dubbio, meritano di passare alla storia, come Carla Berrocal o Yeyei Gómez. Sarebbe anche strano che sparisse il ricordo di ciò che la pandemia ha significato per tutti, per i residenti di quell’anno che hanno vissuto sbalorditi una reclusione che non si capiva, che guardavano gli inchiostri eterei che provenivano da altre epoche e si mescolavano ai mostri delle etichette di Adolfo Serra. O la tristezza della distanza che con tenacia si disegna strato dopo strato, ma che Ana Bustelo ha cercato di velare ai nostri occhi. Le pagine che seguono, inoltre, offrono la possibilità di sbirciare nella città complessa, ricca e per nulla scontata, come i quartieri delineati da Brais Rodríguez, pieni di infinite architetture. Una città che ha significato un cambiamento radicale nel modo di fare degli artisti che sono passati dalle vignette, dal fumetto digitale a un altro modo di dipingere. E in questa occasione, con uno sguardo nuovo, forse un po’ nostalgico ma suggestivo come sempre, Los Bravú (Dea e Diego) e Julia Huete si ritrovano con il fumetto. Ma altri, come Federico Pazos, sono rimasti fedeli a quello stesso fumetto e i loro personaggi girano per le librerie di Buenos Aires, saltando sugli schermi di serie o film che poi apprezzeremo. Senza dimenticare l’importanza di una borsa di studio che, da quando è stata estesa all’America Latina e ai Caraibi, continua a diluire le frontiere e a schizzare l’Accademia con numerosi accenti e colori. Come Martín López Lam e l’inconfondibile luminosità delle sue palme, delle nuvole, degli uccelli o la ricerca dei suoi paradisi nei più piccoli dettagli della vita quotidiana, superando sempre i limiti fisici o
immaginari. Sempre un passo oltre. Come quello fatto con Miguel Cuba, il primo borsista di fumetti nella storia di questa Accademia, che continua a fare la storia. Miguel ha aperto la strada affinché oggi potessimo godere delle opere di queste 17 donne e uomini come di quelle che senza dubbio continueranno ad arrivare, inondando l’Accademia con la loro fantasia e provocando tutti coloro che un tempo dubitavano dell’importanza delle vignette, delle strisce, del fumetto, del comic... comunque vogliate chiamarlo, uno dei linguaggi con più personalità nella creazione contemporanea di oggi. E davvero, visto che a Roma, in Accademia, il tempo sembra non esistere, è necessario che qualcuno ci ricordi che ogni giorno è di per sé un miracolo. Che il tempo è capriccioso, che può avere degli sbalzi che, come sottolinea Javier Sáez Castán, ci fanno perdere l’equilibrio, come la vita di una mosca che si ferma a un giorno, o il labirinto della vita di Brais in cui non sappiamo quale sia l’inizio o la fine, o un giorno qualsiasi come l’istantanea di Joan che appare sulla copertina di questa meravigliosa casa dorata. Ma se questa storia ha un inizio, forse va trovato nella mansarda in cui Enrique Bordes riflette, o nella matita magica con cui disegna sul suo computer, o forse è sempre stato nello studio 2 quando, come un borsista qualsiasi, guardava il giardino dei sogni, dove tutto diventa possibile. Lui ha unito gli artisti in una storia in cui chi scrive queste pagine deve solo guardare al di là dei nomi; li ha infilati insieme a editori generosi come Martín e Ricardo con fili d’oro, come quella sabbia che, saggia, ci rimane tra le dita quando apriamo e rileggiamo questo piccolo miracolo che è Contar un Monte de Oro (Raccontare un Monte d’Oro). Ed è nel fumetto che si riassume l’impegno istituzionale di dare voce ai narratori. A chi guarda e agisce da un’altra parte. 10 anni che si riflettono in una magnifica collezione e in migliaia di copie di storie che attraversano l’Atlantico e raggiungono il Pacifico. Come i nostri artisti del fumetto. Un’Accademia che ha l’enorme fortuna di aver voluto farsi raccontare dal fumetto,
dalla vignetta, dall’illustrazione di storie. Con un linguaggio di oggi per un’Accademia che guarda al futuro dal presente senza dimenticare il passato e l’eterna bellezza della città in cui si trova. Una storia, quella della nostra Accademia, intessuta con il meglio delle donne e degli uomini che l’hanno abitata, della Roma che hanno vissuto. In cui il Tempietto di Bramante, il Pantheon di Agrippa, Fellini, gli storni, i muri graffitati di Trastevere, i pini, i quartieri come la Garbatella o la testa mozzata di Beatrice Cenci, sognano noi. Un omaggio a tutti i narratori che già fanno parte del Mons Aureo, della meravigliosa città di Roma, e un benvenuto a tutti coloro che arriveranno per continuare a creare pagine della nostra storia.
RACCONTARE UN MONTE D’ORO, DIECI ANNI DI FUMETTI Enrique Bordes Il 14 marzo 2023 c’è stata l’inaugurazione sul Gianicolo. In quel martedì di primavera, nel chiostro dell’antico monastero di San Pietro sul Monte d’Oro, ho parlato dell’amore e dell’importanza di (ra)ccontare. Amore per l’Accademia di Roma, un’istituzione unica, un luogo privilegiato per creare e vivere. Amore anche per il fumetto, il tebeo, un mezzo mutevole e di confine, con uno straordinario potenziale di diffusione democratica. L’importanza di contare il tempo, i nostri giorni, gli anni. Di mettere in risalto i primi 10 anni di fumetti, in un centro creativo che ne comprie 150. Di sottolineare la vitalità nel raccontare le nostre storie e nel costruirci attraverso i racconti. In questo decennio, 6 autrici e 11 autori con la borsa di studio in fumetto e illustrazione hanno intrecciato le loro carriere artistiche con Roma. Convivendo con altre discipline, hanno saggiato i loro limiti espressivi attraverso un progetto personale. In occasione di questo doppio anniversario, questi 17 sguardi tornano per raccontare, ricordare e riflettere su cosa significhi (con)vivere e creare su questo colle romano. Dai loro rispettivi mondi sono tornati con la semplice intenzione di fare un fumetto, due
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nuove pagine che condensassero la loro esperienza romana e fossero il cuore della mostra. Raccontare... 2012-2013, Miguel Cuba. Miguel, il pioniere, è approdato all’istituzione senza riferimenti fumettistici e ha quindi vissuto un doppio scontro con Roma. Uno scontro fertile che è sfociato negli enormi quadri di IconVille. La sua graphic novel, Cara Roma, ha avuto un processo di maturazione più lungo fino a completarsi, nel corso del decennio, nelle sue 370 pagine. In attesa di trovare un editore, una parte del suo fumetto è un’esclusiva per questa mostra. 2013-2014, Federico Pazos, Joaquín Secall. Federico ha dato vita a quella che sarebbe poi diventata La resaca, uno spettacolare coro grafico ancora inedito in Spagna (ma non nella sua Argentina). Joaquín, un esempio della capacità di portata e immediatezza del mezzo, mantiene ancora attiva la sua Academia en la web attraverso Lugar Común… 2014-2015, Álvaro Ortiz. Álvaro e io eravamo compagni di borsa di studio ed eravamo i primi residenti con un sostegno finanziario per la produzione. Questo è stato fondamentale affinché il suo progetto Rituales venisse pubblicato e diventasse il primo fumetto dell’Accademia ad essere ampiamente distribuito in Spagna. 2015-2016, Martín López Lam. Martín ha portato con sé i sotterranei del CRACK!, il più grande festival di fumetti underground del mondo -che si tiene a Roma!-. Gli spiriti del Forte Prenestino hanno amorevolmente occupato gli spazi dell’Accademia, fortificandosi nel laboratorio di incisione, mentre Ediciones Valientes produceva a pieno ritmo. 2016-2017, Tyto Alba, Los Bravú, Joan Casaramona, Antonia Santolaya. Quest’anno, dieci mani hanno lavorato alla narrazione grafica. Oltre alla mostra Presentes1, è stata realizzata una piccola riflessione, Academia del Tebeo, che è stata il germe di questo progetto. Tyto ha sognato Fellini con il suo inarrestabile acquerello; Antonia ha avuto una produttiva discesa negli inferi grafici della violenza; Joan, durante la sua breve permanenza, non ha smesso di scoprire sottili chiavi di lettura del nostro linguaggio visivo; e Los Bravú, Dea e Diego, hanno consolidato il loro passaggio dalla parte dei “pittori” accompagnati da figure come Miki Leal, che per fare il salto li ha persino omaggiati di una grande tela di carta, presente nella mostra. 2017-2018, Javier Sáez. Javier, illustratore di frontiera, ritrarrà il volo di una mosca romana, a un anno
dal Premio Nazionale, dimostrando che non esiste una traiettoria inalterabile per questa città. Durante la mostra è stata presentata anche la futura edizione di Una vida de mosca. 2018-2019, Julia Huete. Julia e la sua esplorazione astratta ci hanno regalato Como un verde, libro verde, per poi gettare l’ancora a Roma e continuare a consolidare il suo linguaggio plastico in altri media. 2019-2020, Ana Bustelo, Carla Berrocal, Adolfo Serra. Arriva la pandemia e l’Accademia non si ferma, con un’attività chiusa che non smette di guardare Roma. Carla, che aveva scoperto il luogo con Presentes, è tornata come borsista per costruire la sua Doña Concha. Ana, per il nostro totale divertimento, si è complicata la vita tra pale d’altare, fumetti e fogli di stampa. Adolfo, tra i mostri, non ha mai smesso di raccontare con disegni e laboratori. Illustratore nato, per questa mostra ha indossato un costume da autore di fumetti, come se fosse stato fatto su misura. 2020-2021, Yeyei Gómez. Isabel è sbarcata in una città ancora in pandemia, accompagnata da Maria Teresa León e molti ricordi e oblii. Nel suo percorso, non ha smesso di distribuire vignette su mille supporti. 2021-2022 Brais Rodríguez. E Brais, di ellissi in ellissi, ha condiviso il suo lavoro di maestro di tempi e tratti. Con lui si concludono i primi dieci anni. Il processo creativo in coesistenza dà vita a opere e spunti impossibili da prevedere nei progetti con cui si fa la richiesta della borsa di studio. Abbiamo così avuto le cronache disegnate dell’Accademia lasciate da Antonia, i manifesti di Brais per i progetti dei compagni o i fumetti paralleli di Yeyei, che impastavano il pane di Miguel de Torres o trattavano i miraggi del luogo. Allo stesso modo, non è difficile intuire come qualche personaggio di quei giorni di convivenza sia scivolato, ad esempio, nelle pagine di Rituales o Lugar Común. Non potrei essere più grato a queste autrici e a questi autori che hanno raccontato e amato così generosamente. Alla vigilia delle Idi di marzo, un gran numero di loro ha potuto partecipare e lì, ai piedi del Tempietto, è stata immortalata una speciale intergenerazione speciale del fumetto. A proposito di gratitudine, questo catalogo è accompagnato da quattro sguardi amici, borsisti e complici, che rispondono agli estremi di vari assi: Accademia/Roma, Spagna/Italia, Istituzione/Controcultura.
1. Presentes, autoras de tebeo de ayer y hoy, a cura di Carla Berrocal ed Elisa McCausland per AECID. Ha viaggiato dal Perú alla Tailandia, iniziando da Roma. Ho avuto l’onore di lavorare con loro alla definizione della museografia.
Julia Ramírez, esperta fondamentale per capire cosa significa creare in coesistenza, a partire dalla propria esperienza e dai propri studi, è anche erede della cura accademica del fumetto. Ana Merino, poetessa, eterna amante dei fumetti e fondamentale per comprenderne la prospettiva accademica. Alessio Trabacchini, complice romano della RAER con l’anima di un fumettista, nel suo ruolo di critico, curatore ed editore. Valerio Bindi, pilastro romano di un bel rapporto tra istituzionalità e underground resistente... e uno dei migliori abbracci di Roma. Questo progetto sarebbe stato impossibile senza la dedizione totale di Ángeles Albert, l’attuale direttrice di questa Accademia. Senza saperlo, quella sera di marzo, Ángeles ha chiuso un cerchio ripetendo il rituale che aveva ispirato il nostro titolo: ha distribuito ai nostri protagonisti dei vasetti contenenti la sabbia dorata del Gianicolo. Quell’oro, come avete già intuito, è il simbolo perfetto di tutta una rete di affetti e di creazione, quella (sua) Accademia di cui facciamo parte. L’Accademia è un generatore di storie. Contar un Monte de Oro ha occupato tre spazi abitativi: un chiostro, un salone e una terrazza. Nel chiostro, luogo chiave, una parte di questo libro è stata stesa su tavole da disegno, con uno sguardo al presente. Il salone, vetrina espositiva e angolo di lettura, è stato lo spazio per ricordare le opere nate dal soggiorno romano. La terrazza, con 4 installazioni grafiche che guardano la città, ha ospitato una celebrazione della Roma costantemente osservata, dal Gianicolo al Forte Prenestino; è diventata un invito alle storie future che non smetteranno mai di arrivare. Presente, passato, futuro. Il fumetto ci ricorda che è un sofisticato dispositivo spazio-temporale. In due sole dimensioni, registra il tempo, lo spazio, le storie, i desideri... La mostra è stata un modo per rendere evidente questo aspetto e per esplorare i modi di esporre, e raccontare, il fumetto: originali, riproduzioni, installazioni site-specific, opere derivate dall’esplorazione o spazi di lettura. Il tempo fa queste cose e quella versione della mostra ora esiste solo in questo libro. Con un presente itinerante, un passato che sarà custodito con cura in Accademia e la speranza che, in futuro, i fumetti continuino a raccontare su questo Monte d’Oro.
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FUMETTO ARTE AVANGUARDIA Valerio Bindi È uno dei primi libri usciti in Italia: Il linguaggio dei comics (1975) di Román Gubern, tradotto da Gianni Guadalupi e impaginato nella splendida grafica di Fulvia Serra per la Milano Libri Edizioni. Quel testo nasce fra il ‘70 e il ‘72 dalle conversazioni con Enric Sió, il fumettista che poco dopo obiettando al franchismo avrebbe abbandonato Barcelona e si sarebbe trasferito per qualche tempo proprio in Italia, collaborando con Linus. Gubern propone, con un certo understatement, molte innovazioni nell’analisi del medium e individua, proprio mentre si stava svolgendo, una profonda trasformazione: il fumetto, da prodotto della cultura di massa e sottoposto al confronto quotidiano o settimanale con il suo pubblico, sta in quel momento diventando un oggetto raffinato destinato ad un pubblico intellettuale, soprattutto europeo. Gubern legge l’evoluzione dei linguaggi autoriali ed esprime preoccupazione per quanto questo avrebbe allontanato il pubblico più vasto, per rivolgersi solo ai circoli di specialisti. Insomma, essendo il libro pubblicato dalla casa editrice di Linus, cioè il fortino di quegli intellettuali e semiologi che stavano fiancheggiando la trasformazione di cui parlava, Gubern li accusa di aver messo in moto un meccanismo di declino del medium. Sembra una contraddizione visto che in realtà Gubern è proprio uno di quegli intellettuali raffinati: curioso degli sviluppi dei linguaggi delle diverse generazioni di autori ha precorso gli studi sul fumetto. In Il linguaggio dei comics Gubern pone le basi di un’analisi del fumetto a partire dal suo rapporto con i sistemi di produzione, con l’industria dell’immaginario e con la cultura di massa. Studia e organizza i formati del fumetto e la risposta creativa che viene data al confronto con le limitazioni di questi: nel fumetto non esiste narrazione slegata dalle forme della produzione, sono sempre connesse, interdipendenti. Si tratta di un ragionamento sul fumetto che è rimasto operante anche oggi, in tutte le analisi che riguardano la materialità dei supporti, siano industriali o autoprodotti. E proprio seguendo questa pista, sottolineando i formati di lusso in cui a partire da quel momento viene stampato il fumetto, Gubern si è posto in tempo reale i problemi legati all’evoluzione del medium. Legge in anticipo la linea che svilupperà più avanti il fumetto alternativo e a seguire
il graphic novel. Ama il fumetto e scava nelle sue stesse contraddizioni. Un’arte che ha avuto una grandissima popolarità può essere consegnata ad un pubblico minoritario e snob che la trasformerà fino a disattivarne la portata? E come giudicare quel tipo di fumetto che scopre nuove possibilità mai viste prima, rivoluziona i codici? Nel corso del testo Gubern fa una rapida cronologia che percorre gli anni Sessanta e segnala i punti salienti di questa progressione che ha un baricentro tra Italia, Francia e Spagna e proprio in quelle righe emerge un ulteriore elemento di analisi che credo riguardi molto da vicino questi lavori che vediamo esposti negli spazi della Real Academia de España en Roma. Dopo aver individuato nel 1963 il momento in cui la Pop Art porta nei musei la Nona Arte attraverso delle forme che riecheggiano, citano, riproducono alcuni elementi costitutivi del fumetto, dice che queste nuove forme di fumetto si spostano verso quella che definisce «arte superiore» e svolgono la stessa “funzione (o le funzioni) dell’avanguardia artistica e della sperimentazione nel campo dell’estetica”(p. 84), con i conseguenti paradossi, contraddizioni e arricchimenti. Usa proprio queste parole. E segnala tre elementi significativi connessi a questo sviluppo: la problematizzazione dei linguaggi autoriali, la comparsa della critica del fumetto, e il formarsi di un nuovo pubblico consumatore, minoritario rispetto alla massa del pubblico del fumetto tradizionale. Chiude infine il ragionamento riconoscendo ad un autore esemplare del fumetto di inizio secolo, Winsor McCay, l’introduzione di alcuni elementi visuali che fanno capo a questa tendenza, costruendo così un ponte con la storia del medium. Gubern soffre per questa crisi di comunicazione e di pubblico, derivante dal processo di innovazione che si sta mettendo in moto, e dà giudizi negativi sull’innovazione che vede ma, allo stesso tempo, costruisce un varco teorico e una linea storica. Credo che sia importante, forse visionario, il lavoro seminale dello storico spagnolo proprio per questo: mentre legge con preoccupazione il suo presente introduce due elementi portanti del futuro del fumetto, cioè il nesso con l’arte visuale e con la sperimentazione e l’innovazione dei linguaggi. In quel momento, vale la pena ricordarlo, il mondo della critica era focalizzato sugli aspetti storici e sociologici relativi al fumetto, e lo analizzava dal punto di vista semiotico, come romanzo disegnato. Invece Gubern pone il fumetto
del futuro in relazione alla sfera delle arti visuali, credo che le sue parole abbiano previsto e influenzato i passaggi successivi. Forse è proprio da qui, da questa porta socchiusa dal suo pensiero e su queste due linee, estetica e sperimentale, che a Roma due entità molto diverse fra loro lavorano e si confrontano con scambi e cooperazioni. Sono il Festival CRACK!, che si svolge da poco meno di vent’anni al Forte Prenestino CSOA, e l’Accademia che con questa mostra rievoca i dieci anni di borsisti di fumetto ospiti di questa istituzione. Nonostante la differente natura, il lavoro e la ricerca che esprimono trovano punti di incontro, costruiscono ponti, cooperazioni non formali ma profonde, che sostanziano ricerca e progetti. Creano un panorama culturale che produce ricerca d’avanguardia e visioni del futuro nelle espressioni della Nona Arte in questa città. Per osmosi culturale i borsisti, concluse le loro ricerche in Accademia, partecipano al Festival ogni anno e portano da una parte e dall’altra i semi delle due attitudini culturali che sono complementari e integrate. Ci sono anche progetti, penso alle numerose collaborazioni intercorse con l’artista e borsista Clara Montoya per esempio, che nascono dall’arte plastica e si introducono nel mondo del fumetto come oggetti che depistano e allargano l’orizzonte Il fumetto è uno dei centri di interesse dello studio che l’Accademia incoraggia e sostiene, secondo la tradizione del suo paese. In questo decennio 6 autrici e 11 autori spagnoli e latinoamericani si sono assecondati sul monte d’oro della Real Academia de España en Roma: Tyto Alba, Carla Berrocal, Ana Bustelo, Joan Casaramona, Miguel Cuba, Yeyei Gómez, Julia Huete, Martín López Lam, Los Bravú (Dea Gomez e Diego Omil), Álvaro Ortiz, Federico Pazos, Brais Rodríguez, Javier Sáez Castán, Antonia Santolaya e Joaquín Secall. Molto spesso la residenza è stato un punto di svolta della loro ricerca. In alcuni casi, penso a Martín López Lam, la relazione con il mondo underground era preesistente e anzi costitutiva: il Festival Tenderete di Valencia, di cui è parte, e il CRACK! Festival collaborano da anni. Sono sguardi molto diversi quelli che questo gruppo di autrici e autori portano, che sollecitano diversi linguaggi del fumetto e la loro intersezione con le arti. Nel corso degli anni le installazioni studiate per i progetti, che credo Enrique Bordes abbia sempre seguito, hanno reso conto di una molteplicità di prospettive
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e visioni assai distanti. In questi dieci anni si sono attraversate matrici sequenziali, installazioni multimediali, opere collaborative e aperte, progetti sulla tabulazione diagrammatica della narrazione, grandi opere intime, mondi d’artista, storie e racconti, anche la grande storia delle donne del fumetto spagnolo: tutte visioni narrate con la massima disponibilità al pubblico curioso dei visitatori e dei professionisti. E con grande maestria. Enrique Bordes evidenzia nelle sue parole come il fumetto sia tempo che opera nello spazio bidimensionale della pagina. È senza dubbio vero, e questo si unisce al fatto che il fumetto è anche una traiettoria umana e artistica. Questo percorso ci mostra che sa attraversare una vignetta o una città come Roma, dal centro alla periferia, che sa scambiare e produrre visioni del tempo futuro, senza esclusioni e senza che sia indispensabile una via prefissata dal mercato, anzi evidenziando proprio tutte quelle espressioni laterali e più portatrici di valore sociale. La ricerca che la Real Academia de España en Roma permette di perseguire costruisce nel tempo una piattaforma comune che produce nel senso più alto politica culturale a Roma. Non manca mai consapevolezza e ricerca in questo sguardo aperto che resta un grande dono e un’offerta generosa alla nostra città.
ROMA IN TRE VIGNETTE Ana Merino I SONO ARRIVATI L’arte sequenziale delle vignette trova a Roma la migliore delle sue trame. È uno spazio vivo di linee e tratti che si immerge nella città per contemplare le folle meravigliate dalla storia o assorbite dal tempo che si respira attraverso le pietre e le loro cicatrici. L’immaginazione porosa spia e osserva la città monumentale che cresce con i pini e i cipressi, e sa spiccare il volo per conquistare l’orizzonte con l’impeto degli storni. La vita più semplice macera nelle linee disegnate delle vignette che evocano i piani del territorio quotidiano. C’è il
giardino sul retro, la cucina accanto al soggiorno, il chiostro, le stanze con i loro ritratti, le camere da letto con le loro scrivanie e la grande terrazza. La silhouette dei sogni trova riparo in questo monte dalle immense vetrate che si sveglia al suono del campanile e salta con il fragore della polvere da sparo che sputa fuoco colorato la notte di Capodanno. Sono arrivati i borsisti, specializzati in fumetto, uomini e donne che fanno delle vignette il loro nutrimento, che guidano la forza della linea, il tratto dell’idea che pulsa e diventa voce incapsulata in un poster o in un balloon. Sicuri di sé, conoscono bene il dono degli sguardi che esprimono la bellezza in due lingue. Sempre pronti a emozionarsi, armonizzano il loro ritmo con la meccanica delle idee che scorrono. Il linguaggio del disegno serve a raccontare l’avventura dell’essere nel presente, mentre evocano il suono delle parole come accumulo di sensazioni e ricordi. I borsisti del fumetto sono arrivati in Accademia con i loro quaderni, le loro matite, le loro penne e i loro pennarelli, la loro voglia di reinventare l’impulso della creatività, di rompere con le idee solenni e di rendere pensabile la plasticità delle forme che si raccontano. II DISEGNA CIÒ CHE FU Essere il borsista assorto dai disegni e affrontare il ritmo di ciò che si deve inventare. Il piano di ogni giorno che si espande su una pagina, su un cartoncino bianco su cui poggiano la squadra e il righello di plastica trasparente e dura. La linea retta cerca il suo posto, è la cornice della scena che aggiunge altre vignette e diventa una sequenza. Il filo di un’idea è un impulso che cresce nelle bozze, cresce con forza e prende un impegno con i momenti che celebra. Roma è sullo sfondo quotidiano dell’esistenza, è l’atmosfera che circonda l’invenzione stessa di una routine. Disegnare da un angolo che trasuda echi di altre vite in cui sono stati inventati momenti paralleli. La condensazione delle idee circondate da nuovi amici che condividono gli stessi interessi. Riempire lo spazio del pensiero vagando per le strade, salendo e scendendo le scalinate e facendo passeggiate. Camminare prima della giornata, come gatti sui tetti in cerca del sole d’inverno, sulle strade acciottolate, sulle cupole, sulle nuvole che
mormorano pioggerellina. Appoggiarsi alla spalla di un borsista che disegna, sorride e ti mostra la sua scrivania.
personaggi e alla tregua con i colleghi che capiscono la fatica del creatore nel bel mezzo del processo.
Ricordo Carla Berrocal nel vivo del suo progetto “Doña Concha” nel novembre 2019. Arrivare nel suo studio all’Accademia e guardare i bozzetti ascoltando tutti i dettagli, il piano che dava forma al suo libro. Carla stava evocando la vita di una donna, voleva riscoprire Concha Piquer e trasformarla in materia prima, tracciando la scia della sua essenza. Farla rinascere sotto forma di graphic novel. A Roma aveva trovato l’atmosfera creativa della luce e del tempo. Aveva decifrato la calma che alimenta le idee, ma aveva anche scoperto l’impulso dell’amicizia nella cucina condivisa. Altri borsisti la accompagnavano con i loro progetti e dialogavano con lei. La sinergia della creatività era uno spazio di emozioni poliglotte. Carla ascoltava e si nutriva delle esperienze degli altri processi: arte, letteratura, ricerca accademica, musica...
Il tempo dell’amicizia all’Academia de España en Roma è l’ingrediente chiave che fa battere il cuore delle idee. Le idee come un mormorio condiviso nelle conversazioni in giardino. Il giardino con i suoi angoli lussureggianti e la sua geografia interna, la sua oasi di piante e statue affinché tutto abbia un senso. Affinché il disegno sia contemplato, la linea sia la pienezza di molte possibilità, le lettere siano suoni e ogni piano cresca e tutto si evolva.
Tutto si mescolava e suonava la propria sinfonia di idee, caffettiere, piatti, cucchiaini... tutto si armonizzava con il suo processo. Carla disegnava con la pulsione di quella vita di amicizia e il ricordo di una donna trasformato in un mistero di vignette.
IL COLLE, LA CASA, IL CROCEVIA Alessio Trabacchini
III IL TEMPO DELL’AMICIZIA I borsisti hanno attinto dalla città, ma si sono anche accompagnati l’un l’altro, dandosi sostegno e incoraggiamento. I disegnatori di fumetti sono in genere persone meticolose e costanti, lavoratori solitari che si rifugiano nella loro scrivania. Infinite ore di intuizioni grafiche si condensano nelle delicate linee dei loro disegni. Ma l’Accademia ha regalato loro anche del tempo con gli altri, con gli altri borsisti che tracciavano il percorso delle proprie intuizioni. La grande cucina era il territorio dei primi incontri, quelli che hanno cercato e ottenuto di rendere casa un grande edificio storico. Dalle finestre di quella cucina, Roma è un orizzonte, una sagoma di immensità dove tutti cercano di rimanere. Prima di tornare alla scrivania nella propria stanza, c’era la contemplazione della giornata dalla cucina. E lì le conversazioni si incrociavano con la freschezza del mattino e il gorgoglio del caffè. Le giornate più lunghe si bilanciavano con andate e ritorni dalla cucina, con un cenno alle ore di tensione passate ad abbozzare i
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I fumetti sono arrivati in Accademia con il desiderio di restare per sempre, e sono rimasti, e condividono l’illusione del gesto trasformato in vignette.
Quando si guarda Roma dalla terrazza di San Pietro in Montorio, la città rimane un mistero, un costrutto mutevole di tempo e di spazio che avvolge le narrazioni e assorbe le identità. Almeno per me Roma è così, frammentata e capillare, in apparenza ferma ma eternamente mobile, così che non puoi dire se sprofonda o sta salendo su. Dovessi ridurmi a una parola sola per descrivere la città in cui vivo, forse sceglierei “confusa”, che è poi lo stesso attributo che uso accostare, quando ne parlo, al fumetto, un’arte che scivola tra le definizioni e dove ogni singolo elemento non può essere chiaramente distinto dagli altri, un’arte nata già antica e ancora in fasce, che si sviluppa dissolvendosi. Lasciandomi confondere da queste due confusioni, potrei continuare col dire che Roma, come il fumetto, converte il tempo in spazio, e attraverso lo spazio racconta il tempo. Leggere questa città è difficile, così com’è difficile leggere i fumetti, anche se a volte non sembra. Ma torniamo alla terrazza in cima al Gianicolo da cui, qualche riga più in alto, si guardava il panorama. Alle nostre spalle c’è il monastero di San Pietro in Montorio dove, da un secolo e mezzo, ha sede la Real Academia de España en Roma. Attorno al Tempietto del Bramante – supremo esempio di ordine, perfetto e saldo contrappunto alla metropoli sparsa sotto il colle – si sono dunque avvicendate
legioni di artisti e di scrittori. Da dieci anni, come saprete già avendo tra le mani questo catalogo, anche diciassette tra fumettiste e fumettisti di lingua spagnola hanno abitato l’antico monastero, si sono affacciati dal belvedere, hanno attraversato la città. In occasione dell’anniversario, questi artisti hanno raccontato una Roma di vertigini e di silenzi, di strati e attraversamenti, di animali e di sedie vuote, con una varietà di approcci e di stili che da sola basterebbe a rispondere, senza parole, alla domanda “cos’è il fumetto”. Ed è solo un riflesso del lavoro multiforme germogliato in questi dieci anni. Di tutto questo operare vedo ora i risultati, e ne ho visto crescere sul momento solo una piccola parte, chissà quante cose avrei imparato. Le tracce lasciate dai residenti dell’Academia mettono in evidenza la disponibilità del fumetto a contaminarsi con tutte le altre forme d’espressione, perché questa è forse l’unica tra le arti a precisarsi tanto più si contamina, a identificarsi quanto più si perde. Tanto che potremmo anche chiederci quanti tra gli ospiti dell’Academia nella sua lunga storia sono stati i fumettisti potenziali, gli artisti dall’istinto narrativo e i narratori dall’attitudine visiva che non hanno mai creato nulla che identificheremmo senza esitazione come “tebeo”, ma che capiamo avrebbero potuto, in un tempo o in un ambiente culturale diverso, farlo. Uno spunto per ricerche future. Ma quello di cui dovrei scrivere è forse altro, e ora non parlo più da lettore e da romano che impara ogni volta a guardare la sua città attraverso gli occhi di chi la disegna, ma da operatore militante del fumetto. Diciassette ospiti che fanno fumetto in dieci anni sono un’eccezione purtroppo straordinaria tra gli istituti di cultura. Accanto alla diversità e al valore dell’offerta, bisogna mettere in evidenza la continuità dell’impegno, la cura e l’apertura con cui queste energie vitali sono state messe a disposizione. Sono nate connessioni personali e collaborazioni. Si è consolidato un legame con il Crack!, in una linea vertiginosa che unisce il Gianicolo alle celle del Forte Prenestino, e c’è stata una collaborazione con il festival bolognese BilBOlbul… eppure mi sembra che qui, a Roma, per non dire in Italia, non siamo sempre stati
all’altezza dell’offerta. La città, sotto il colle, è anche un po’ una palude. Da lettore, romano, editor, critico e curatore, vorrei che questo doppio anniversario, 150 anni di Accademia e 10 di residenze dedicate al fumetto, fosse anche l’inizio di un impegno nuovo. Vorrei che il lavoro fatto dalla Real Academia de España diventasse un esempio e che la rete diventasse più ampia, fitta e visibile. Il monastero in cima al colle, allora, non sarà solo un punto di avvistamento e un rifugio, ma sempre più un crocevia, la casa perfetta per quello che è il crocevia delle arti, ancora un volta, il fumetto.
LE COMUNITÀ TRANSISTORICHE DEL FUMETTO Julia Ramírez-Blanco Con il suo approccio Enrique Bordes, curatore di Contar un Monte de Oro. 10 anni di fumetti in Accademia, sembra interrogarsi sull’esperienza di fare fumetti alla RAER. Nella mostra, allestita nello spazio del chiostro e della terrazza, sono esposte una serie di pagine appositamente realizzate che fanno riferimento al periodo romano dei loro autori. Queste immagini riflettono in gran parte il fascino travolgente della vista panoramica di Roma, da quel luogo elevato di contemplazione urbana che è il colle del Gianicolo. Ma in contrasto con il paesaggio esterno, alcune di queste pagine guardano all’interno della Real Academia de España en Roma. Nelle stanze di questo imponente palazzo che per un periodo limitato di tempo viene condiviso da creatori e ricercatori della Città Eterna. Martín López Lam racconta il modo in cui la residenza all’Accademia offre spazio e tempo. E inoltre compagni per il dialogo creativo. Nell’immagine di Joan Casaramona che fa da manifesto alla mostra c’è il ritratto corale dei diversi residenti che scrivono, ballano, fotografano, giocano o leggono. Le stanze sono disposte come vignette di una storia interconnessa, in un’architettura in cui esterno e interno si mescolano e in cui la luce di Roma invade tutto. Questa visione di trasparenza e simultaneità appare a sua volta davanti al fantasma di Beatrice Cenci: tra i borsisti circola la leggenda che il fantasma della Cenci abiti nell’Accademia di Roma, in una specie
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di sortilegio benevolo. Questa presenza immateriale non fa che confermare un fatto evidente dell’edificio: l’ineluttabile presenza del passato nel presente. La comunità RAER è transtorica, e in essa convivono i borsisti presenti e gli spettri del passato, sia lontano che recente. Nel caso del fumetto, a loro si aggiungono quei ricercatori che hanno aperto la strada alla valorizzazione di quella che qualcuno ha definito l’ottava o la nona arte. Non da molto il fumetto viene considerato arte, e in questo processo arduo e difficile il ruolo di alcune figure è stato fondamentale. Nel 1975 Juan Antonio Ramírez difese la prima tesi di dottorato in storia dell’arte dedicata al fumetto, che si collocava in un quadro teorico derivato dalla storiografia marxista e dalla semiotica. La sua ricerca ha dato origine a tre libri collegati tra loro: El cómic femenino en España. Arte sub y anulación (Edicusa, 1975), La historieta cómica de posguerra (Edicusa, 1975) e Medios de masas e historia del arte (Cátedra, 1976). Ramírez parla dell’ostilità generata da questo caso di studio nel mondo universitario dell’epoca. In seguito avrebbe raccontato anche che lo studio del fumetto comportò una trasformazione nella sua comprensione delle immagini, costringendolo a ripensare il modo in cui le immagini funzionano nella vita sociale. Sempre grazie a Ramírez, nel 1978 i fumetti entrarono nei manuali spagnoli di storia dell’arte, con una descrizione del loro sviluppo dal 1896 a una “età dell’oro” con personaggi come Felix the Cat, Dick Tracy, Flash Gordon e Barbarella. La natura di industria culturale dei fumetti e la loro dimensione popolare avrebbero reso difficile apprezzare un genere che avrebbe avuto ancora bisogno di tempo per affermarsi. Lo storico e sceneggiatore Santiago García sottolinea come il rispetto per il genere fosse legato alla sua “adultizzazione” a partire dai comix underground e controculturali, che a loro volta avrebbero finito per portare al graphic novel. In corrispondenza con il periodo in cui è stato integrato nell’istituzione romana, il fumetto arrivato alla RAER è già più vicino a queste nozioni autoriali. La sperimentazione con l’immagine e il testo lo avvicina a sua volta al gruppo eterogeneo di creatori che popolano l’Accademia. In effetti, il carattere ibrido del fumetto, situato come disciplina tra il visivo e il testuale, tra la letteratura e le arti
visive, si presta particolarmente bene alla conversazione tra discipline. Le influenze reciproche sono frequenti e corrispondono a uno spazio di porosità e di scambio costante. Autori come Los Bravú o Julia Huete sono arrivati in un momento in cui lavoravano contemporaneamente a progetti pittorici e grafici. Dea Gómez (membro del duo artistico di Los Bravú insieme a Diego Omil) e Antonia Santolaya sono state le prime autrici di fumetti a ricevere una borsa di studio, nel 2016. Tutti gli autori di fumetti hanno condiviso tempo e spazio con pittori, scultori, scrittori, registi e musicisti. E sebbene in sette annate la borsa del fumetto sia stata individuale, ci sono stati anche diversi momenti di incontro tra più fumettisti. Gli autori si sono potuti incontrare per la prima volta nel 2013-2014. Il 2016-2017, noto come “l’anno dei pittori”, è stato in realtà anche l’anno degli autori di fumetti, durante il quale il duo Los Bravú, Antonia Santolaya, Tyto Alba e Joan Casaramona hanno vissuto insieme. I mesi di transizione dal 2019 al 2020 hanno ospitato Carla Berrocal, Ana Bustelo e Adolfo Serra. E infine, praticamente tutti hanno partecipato all’inaugurazione di Raccontare un monte d’oro. Negli anni 2015-2016 sono stata residente alla RAER nello stesso periodo di Martín López Lam. Il suo progetto mescolava fumetti underground, self-publishing e graphic novel. Ricordo un workshop di serigrafia collettiva che organizzò per le compagne e i compagni, durante il quale fummo divorati dalle zanzare in una stanza poco frequentata alla fine del giardino. Ricordo anche un grande poster che mi regalò e che portai con me come un’esplosione di colori che mi parlerà sempre di Roma. L’Accademia ci dimostra che le comunità sono sempre transistoriche e sono intessute da chi c’è e chi c’è stato in una particolare hauntologia, per usare le parole di Marc Fisher. Le stanze e i corridoi, le terrazze e i giardini, le cucine e i saloni, portano il segno di incontri e scontri, dialoghi e scambi, conversazioni e pasti, cristallizzati per sempre in progetti creativi.
MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES, UNIÓN EUROPEA Y COOPERACIÓN DE ESPAÑA
REAL ACADEMIA DE ESPAÑA EN ROMA
Ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación José Manuel Albares Bueno
Embajador de España en Italia Miguel Fernández-Palacios
Secretaria de Estado de Cooperación Internacional Pilar Cancela Rodríguez Director de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo Antón Leis García Director de Relaciones Culturales y Científicas Santiago Herrero Amigo
Consejero Cultural Carlos Tercero Castro Directora Mª. Ángeles Albert de León Secretaria Mª. Luisa Sánchez Llorente Patronato Presidenta: Pilar Cancela Rodríguez Vicepresidente: Santiago Herrero Amigo Secretaria: Belén Yuste Rojas Vocales natos Mª. Ángeles Albert, Isabel Celaá, Miguel Fernández-Palacios, Tomás Marco, Carmen Páez, Eloísa del Pino, Isaac Sastre y Fernando Villalonga. Vocales no natos Juan Bordes, Estrella de Diego, José Ramón Encinar, Santiago Eraso, Jorge Fernández León, Concha Jerez, Rosario Otegui, Jordi Teixidor y Remedios Zafra.
ISBN: 978-84-19148-79-7 Depósito Legal: M-23194-2023 NIPO: 109-23-028-9 Esta publicación ha sido posible gracias a la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). El contenido de la misma no refleja necesariamente la postura de la AECID. Catálogo general de publicaciones oficiales: https://cpage.mpr.gob.es © AECID © de los textos: sus autores © de las imágenes: sus propietarios Todos los derechos reservados. No está permitida la reproducción total o parcial de la obra ni su tratamiento o transmisión por cualquier medio o método, sin la autorización previa y escrita del editor.
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Un agradecimiento a todos aquellos que, desde SECI, AECID y MAUEC, han dedicado sus esfuerzos a la Academia y a estas promociones de residentes y, muy especialmente, a José María Bastida, Marisa Sánchez, Diego Mayoral y Marta Llueca. Entre otros, por su apoyo a la gestión diaria, gracias a Mar Álvarez del Real, Laura G. Bardina, Álvaro Callejo, Elvira Cámara, Gabino Cisneros, Héctor Cuesta, Aurora Escudero, Lucía García, Enrique León, Miguel Lizana, Irene Martínez, Fátima Mogué, Guadalupe Moreno, Soledad Moreno, Francisco Prados, Ana Ramos, Rosa Ramírez, Alejandro Remesal, Alicia Rodríguez, Cándida Segarra, Javier Serena, Enric-Sol Brines, Laura Torrecilla y Sonsoles Vázquez. A toda la Consejería de Cultura de la Embajada de España en Roma.
EXPOSICIÓN CONTAR UN MONTE DE ORO. 10 AÑOS DE CÓMIC EN LA ACADEMIA
CATÁLOGO CONTAR UN MONTE DE ORO. 10 AÑOS DE CÓMIC EN LA ACADEMIA
Coordinación general Mª. Ángeles Albert de León
Coordinación general Mª. Ángeles Albert de León Enrique Bordes Cabrera
Comisario y diseño expositivo Enrique Bordes Cabrera Coordinación de montaje Margarita Alonso Campoy Apoyo en la coordinación de montaje y documentación Sonia Mª. Armada Galán Apoyo en la gestión de documentación complementaria Paloma Gutiérrez Moreno Álvaro López Quesada Producción gráfica Museoteca Tipografía Carnicella Sogester Montaje expositivo Arteria Logística de Arte Marco Colluci Luca Piccolo Alessandro Manca Gestión Cultural Miguel Ángel Cabezas Ruiz Cristina Esteras González Maria Nadal de Valenzuela Gestión Económica María Luisa Sánchez Llorente Silvia Serra Brenda Zúñiga Prensa Alessandra Santerini Traducción Elisa Tramontin
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Gestión editorial Ricardo Esteban (Nuevo Nueve) Diseño y maquetación Martín López Lam (Ediciones Valientes) Colaboradores de la publicación Margarita Alonso Campoy Apoyo en la coordinación de la publicación Sonia Mª. Armada Galán Fotografía Giorgio Benni Fernando Maquieira Coordinación Editorial AECID Héctor Cuesta Romero Traducción Noemi Ciavola Elisa Tramontin Impresión Estugraf Editor Nuevo Nueve Editores Esta publicación ha contado con la ayuda y complicidad de la Dirección General de Industrias Culturales por lo que agradecemos a todos y especialmente a Adriana Moscoso y Francisco Villar que apoyaron el proyecto desde su inicio. Gracias igualmente a María Morazo y al equipo del Centro Cultural de España en Buenos Aires por hacer posible la participación en Roma de Federico Pazos. No hubiera sido posible sin el resto del equipo de la Academia de España y colaboradores habituales: Gustavo Altamura, Federica Andreoni, Enzo B. Celani, Pino Censi, Mino Dominijanni, Attilio Di Michele, Adriana Laespada, Carolina Manjarres, Adriana Montiel, Nicole Parravano, Carlo Sebastiani, Roberto Santos, Maria Spacchiotti, Simona Spacchiotti, Paola Di Stefano, Romina Suriano y Adriano Valentini. La Academia de España agradece especialmente a todos los residentes que han contribuido con conocimiento, creatividad y entusiasmo a CONTAR UN MONTE DE ORO 10 AÑOS DE CÓMIC EN LA ACADEMIA.
Tyto Alba Carla Berrocal Los Bravú Ana Bustelo Joan Casaramona Miguel Cuba Yeyei Gómez Julia Huete Martín López Lam Álvaro Ortiz Federico Pazos Brais Rodríguez Javier Saez Castán Antonia Santolaya Joaquín Secall Adolfo Serra
GOBIERNO DE ESPAÑA
MINISTERIO DE CULTURA Y DEPORTE