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www.cemca.org.mx/elenayelagua Elena y el agua. Un cuento en torno a los cambios de usos de agua en Morelos Primera edición, octubre 2019 Coedición: Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos / Secretaría de Turismo y Cultura-Fondo Editorial del Estado de Morelos D.R. ©2019, por el texto y las ilustraciones: Jade Latargère Imágenes de archivo: Instituto Nacional de Antropología e Historia y Comisión Nacional del Agua / Archivo Histórico y Biblioteca Central del Agua Este libro se realizó con el apoyo del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) emisión 2018 Ilustraciones: Sheila Uranga Diseño Gráfico: Luis Felipe Alanis Corrección de estilo: Paz Lavín Montoya e Irving Juárez Coordinación y cuidado editorial: Montserrat Orellana Colmenares y Jade Gutiérrez D.R. ©2019, por la edición Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos Río Nazas No. 43 Col. Cuauhtémoc, 06500 Ciudad de México http://cemca.org.mx/es/ D.R. ©2019, por la edición Secretaría de Turismo y Cultura Fondo Editorial del Estado de Morelos Calle Miguel Hidalgo 239 Colonia Centro, 62000 Cuernavaca, Morelos http://turismoycultura.morelos.gob.mx ISBN (CEMCA): 978-2-11-155867-0 ISBN (FEDEM): 978-607-8658-04-6 Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio, sin la autorización previa por escrito de la autora. Impreso y hecho en México.
Elena y el agua Un cuento en torno a los cambios de usos de agua en Morelos
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A mis hijas Lena y Marina, morelenses de corazón. A mis sobrinos Pedro y María, para que hereden parte de la sabiduría del abuelo… Al abuelo Pedro Tortuga, que se nos fue antes de tiempo. A todos los niños de Morelos, para que se acuerden del pasado y, al acordarse, puedan decidir cómo será el futuro.
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Me llamo Elena en honor a mi abuela paterna quien murió algunos días antes de que yo viniera
al mundo. Nací en Tlaltizapán, Morelos, pero vivo en la Ciudad de México porque cuando llegó mi hermanita, mis papás decidieron irse a la capital para conseguir un trabajo mejor pagado. Ellos dicen que hay más oportunidades en la ciudad. Tlaltizapán es un pueblo muy bonito. Ahí tenía su cuartel Emiliano Zapata, uno de los generales más importantes de la Revolución Mexicana. Él quería quitarles la tierra a los hacendados y dársela a los campesinos para que pudieran tener sus cultivos y no se murieran de hambre. En la entrada del pueblo, hay una enorme estatua de Zapata, con un rifle en una mano y un libro en la otra, para que recordemos su lucha por la justicia y la libertad.
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C ada dos semanas, mis papás, mi hermanita y yo vamos a Tlaltizapán a visitar al abuelo.
El abuelo no trabaja en una oficina como mi papá, se dedica a cultivar la caña de azúcar y como pasa la mayor parte del tiempo al aire libre, no lleva traje ni corbata, sino un pantalón desgastado y un gran sombrero que lo protege del sol.
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Mi papá dice que el trabajo del abuelo no sirve para nada, pero no estoy de acuerdo. A mí me parece muy, muy importante porque de la caña sacan el azúcar, y así hacen los dulces. Sin caña no habría dulces ni piñatas ni fiestas. ¡Qué triste sería el mundo! A veces, mi abuelo me lleva a los campos donde crece la caña. Me divierte mucho ir, pues cuando las cañas están altas, no ves nada y estás como en un laberinto, donde das vueltas sin encontrar la salida. 11
Mi abuelo es muy viejo. No recuerdo exactamente
cuándo nació pero fue hace muchos años. Me contó que cuando era pequeño no había televisión en las casas ni agua potable. Cada mañana, su mamá lo mandaba a la fuente con botes para que trajera agua a la casa. Mi abuelo no dice fuente como nosotros, dice hidrante, porque en aquella época, las fuentes no eran solo decorativas, servían para que la gente tomara agua. Debía caminar varias cuadras cargando los botes llenos de agua y tener cuidado de no derramar el líquido en el camino. Era una tarea pesada. Por eso, años después, cuando se construyeron las tuberías que llevan el agua directamente a las casas, fue un gran acontecimiento en el pueblo.
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