Otro mundo posible Miriam Ponce Ruiz
COLECCIÓN VOCES VIVAS POESÍA
Libro ganador de la Convocatoria de Obra Inédita 2019 en el género de Poesía. El jurado estuvo integrado por Frida Varinia, León Guillermo Gutiérrez y Miguel Ángel Muñoz.
Esta publicación fue financiada con recursos federales, a través del Programa de Apoyos a la Cultura en su vertiente Apoyo a Instituciones Estatales de Cultura 2019. Este programa es público ajeno a cualquier partido político. Queda prohibido su uso para fines distintos a los establecidos en el programa.
Ponce Ruiz, Miriam, autor Otro mundo posible / Miriam Ponce Ruiz. -- Cuernavaca, Morelos : Fondo Editorial del Estado de Morelos, 2019. 50 páginas. – (Colección Voces Vivas: poesía)
ISBN 978-607-8658-07-7 (Fondo Editorial del Estado de Morelos) 1. Poesía mexicana – Siglo XXI LCC PQ7298.426
Colección Voces Vivas
DC 861
Poesía
Coordinación editorial: Montserrat Orellana Colmenares Cuidado de la edición: Ángel Cuevas Diseño y formación: Jade Gutiérrez y Priscila González D.R. © 2019, por el texto: Miriam Ponce Ruiz D.R. © 2019, por la edición: Secretaría de Turismo y Cultura Fondo Editorial del Estado de Morelos Calle Miguel Hidalgo 239 Colonia Centro 62000 Cuernavaca, Morelos http://turismoycultura.morelos.gob.mx ISBN: 978-607-8658-07-7 Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio, sin el previo y expreso consentimiento por escrito de los editores. Impreso y hecho en México
Otro mundo posible Miriam Ponce Ruiz
Existió un breve estertor, un último calambre, un flashazo, de risa meliflua cualquier tarde junto al árbol en medio del patio, el temblor de mi cuello entre tus manos, en ese beso un (retrogusto) dulce en mi lengua encarnado; el estremecimiento del relámpago, la fugacidad de este final arraigado minutos meses años y ahora se desprende luminoso como silencioso rayo eléctrico (obsequiado de ojos para mejillas) en tu rostro.
Existió ese tiempo y los zumbidos de escarabajos dorados eran para ti.
7
Mina y los pájaros del cielo
Felina enredada en el arbusto lamiéndose las heridas recuerda el pecho del gorrión.
Felina en lo alto de la barda, lamiéndose el culo a la luz de la luna, recuerda el pecho del gorrión el pecho del gorrión
el centro del gorrión. Ronronea.
8
Un siniestro acontece en el canario del pecho: lluvia de respiraciones, el granizo del presentimiento.
La luz germina dentro del pecho del canario: rรกfagas y truenos el canto del relรกmpago deshecho.
Creas tormenta desde el pecho del canario del pecho entre los dientes de otro animal.
9
Un par de insectos besándose a mitad de un puente en obra negra, sienten vértigo de caer o de volver al jardín iluminado de drama y sol; su inmóvil locura intenta saltar sin aterrizaje forzoso donde es más cercano el sonido de pasos que buscan y buscan la satisfactoria oportunidad de aplastar a un par de mariposas, detenidas en tus córneas, besando a tus niñas posadas justo en medio del peatonal sin terminar.
10
Quinceañera
Podría hurtar mundos de orquídeas por tus huesos miles de manojos purpurinos, pero me acerco y encuentro un jardín de plástico, ya seco.
Now i don’t feel sad now i don’t feel sad.
11
¿Hacia dónde correr si son ojos los que persiguen?
¿Dónde esconderse si son manos de palabras las que tocan?
¿Dónde debe refugiarse el miedo a la oscura quietud de la noche?
¿Hacia dónde los pasos si su destino es llegar a casa?
¿Cuál es tu casa sino tu cuerpo? Tu casa como mi cuerpo también es la ciudad un bosque en llamas el mundo entero.
12
Tula
Fue fácil encontrar el camino entre el campo dorado y las nubes que descansan en el cielo más pálido, una línea recta nos condujo al sendero de piedras blancas, el chasquido de los pasos vibraba entre cactáceas floridas, tunas maduras y la pirámide adornada con muros de serpientes talladas, resguardada por gigantes silenciosos, pétreos, observando un país en ruinas.
13
Migrar
Buscamos una casa dentro de la palabra huída, un refugio con cálida luz y sonido de hojas secas, un lugar donde la nieve marque el camino al jardín
tranquilidad.
Escapamos de lo que nos lastima: los corazones alejados, los rostros con mirada infame, la falta de pan y el exceso de calor en la quietud de los pies. Vivimos en el infierno de la casa, sobre cadáveres gritos falsos, niños fantasma corriendo alrededor de una bandera que ahoga el asesino en su pecho. Huimos, es verdad, hacia el norte, con los ojos cerrados y las muñecas abrazadas sobre el corazón sangrando.
14
Di adiós al tren cada que escuches el rechinido de las ruedas sobre el riel. Di adiós al sol cuando escuches el primer canto de los cuervos. Adiós al viento al cerrar la puerta de la casa. Adiós a la calle cuando se esconde el sol. Di adiós, casa de los abuelos al alejarte hacia la primavera eterna primavera.
Di adiós, pichón.
15
Noche de huerta, noche silente en el papayo. Los quetzales duermen entre los árboles mientras el cielo enciende una por una un millón de estrellas;
olor a leña quemada,
sorbo a sorbitos el chocolate de agua amargo y caliente como la cama de tierra regada con lágrimas de niña que está lejos de casa.
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