Diccionario histótico textil (Jacetania y Álto Gállego)

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diccionario histórico textil —Jacetania y Alto Gállego—

Tejidos, Indumentarias y Complementos en el Viejo Aragón —Dabí Latas—

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diccionario histórico textil —Jacetania y Alto Gállego—

Tejidos, Indumentarias y Complementos en el Viejo Aragón

PRAMES


Alto Aragón- Aparición. “España tipos y trajes”, José Ortiz Echagüe


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Antecedentes

ste diccionario se presenta como una guía para todos aquellos que sienten interés por la evolución que han experimentado los tejidos y la indumentaria tradicional y burguesa del Viejo Aragón a lo largo de los últimos siglos. Está pensado para poder identificar el glosario de términos con las prendas y tejidos que se citan habitualmente en documentos antiguos y que, en muchos casos, han desaparecido del léxico vigente. Pretende ser además una herramienta práctica con la que poder diferenciar y distinguir no solamente tejidos, vestimentas y complementos que se citan en la documentación antigua, sino también los útiles empleados durante los últimos siglos para la confección de hilos, telas y ropas en esta zona del Pirineo. El hecho de centrar el estudio en el Viejo Aragón responde a dos inquietudes: la primera el apego personal hacia estas tierras que dieron vida a mis antepasados y en las que yo nací y crecí (Jaca y Sabiñánigo) y segunda la de estudiar la indumentaria tradicional de estos pueblos entre la que subrayamos la de las localidades de Hecho y Ansó, por ser una muestra de los trajes más arcaicos y singulares vestidos en Aragón hasta bien entrado el siglo XX. Subrayar que para poder conocer en profundidad la realidad de esta indumentaria no debemos presentar estas tierras como un entorno cerrado sino que es necesario estudiar también el modo de vestir de zonas limítrofes puesto que muchas de las actuales Comarcas son el resultado de una reorganización que tuvo lugar a principios del siglo XIX y que tomó como modelo las provincias de la antigua Roma. Fue en la actual Jacetania y en el Alto Gállego donde, en un periodo determinado, convivieron estos trajes ancestrales con la nueva moda internacional que vestían las gentes de clase burguesa que acudían a pasar largas temporadas a Jaca, Canfranc o zonas más concretas como los Baños de Panticosa; los habitantes de estas tierras lucían orgullosos, como seña de identidad, su modo de vestir frente a las nuevas modas. En este diccionario encontramos principalmente vocablos de uso frecuente en el habla de los siglos XIX y XX pero junto a estos se introducen otros que aluden a tejidos y prendas de vestir de épocas anteriores y que sirven de ayuda para entender un léxico complejo y variado que se ha visto expuesto a las modas, a las lenguas de los diferentes países o territorios en los que se fabricaban los tejidos, a los intereses comerciales y a otras muchas acciones que han hecho que el léxico fuera evolucionando y ampliándose con el devenir de los años. Puesto que la zona de estudio pertenece lingüísticamente al área de conservación de la lengua aragonesa, una parte importante de las voces contenidas en este diccionario presentan las soluciones fonéticas propias de esta lengua. Así encontraremos términos como cacherulo, tafarra, toballón, dubiello, faldetón de muyir, fuseta, fulco, atacadera, etc. No se indica la procedencia geográfica de las voces por no ser objeto de este trabajo. Las grafías no se han normalizado, sino que se transcriben como aparecen en los documentos estudiados, por lo que aparecen duplicidades gráficas para una misma voz, que en uno de los casos remitirán a la voz principal o lema mediante la abreviatura U.m.c. 9


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Junto a las definiciones hemos incluido en algunos casos ejemplos encontrados en distintas fuentes que ayudan a explicar y documentar el uso de la voz que se define. No solemos citar el año y la procedencia del ejemplo aunque todas las citas han sido recogidas en el Viejo Aragón. Para completar el estudio se han incorporado algunos términos que, sin ser textiles, están directamente relacionados con el vestir de las gentes de estos pueblos como es el caso de adornos como pendientes, relicarios o dijes, entre otros. Dado que en muchos casos son varias las denominaciones que recibe un mismo objeto, dependiendo del lugar o de la persona que lo nombra, se ha tomado como voz-guía principal la más repetida en la documentación antigua estudiada; un ejemplo podrían ser la utilización de la palabra chamelote como voz guía y no las palabras jamelote o camelote; el hecho de elegir la primera viene dado por ser la más habitual en los protocolos notariales y documentación antigua. Otro ejemplo podría ser el paño de cabeza, nombre que recibió habitualmente la mantilla desde el siglo XVI pero que en la actualidad se denomina erróneamente con otros vocablos, como bancal, que no corresponden a la pieza que se designa. Grabado inglés fantasioso. Biescas

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Los tejidos

a nomenclatura de los tejidos ha experimentado forzosamente, a lo largo de los siglos, una evolución importante debido a los cambios producidos por las relaciones sociales con otros países y las modificaciones exigidas por las costumbres y las modas imperantes. Significativa y no menos importante ha sido la influencia de los intereses comerciales que se mezclaba también con los gustos personales. Son muchísimos los tejidos cuyos nombres recuerdan su origen más o menos noble y valioso pero que han ido evolucionando a través de los años a causa de la competencia comercial; otros se han perdido en el tiempo sin ser echados de menos e incluso hubo otros de los que tan sólo sabemos que fueron utilizados en estas tierras gracias a que aparecen reflejados en diferentes protocolos notariales aunque esto no nos ayude a descubrir de que tipo de tejidos se trata.

Chesos. E Miranda

Desde el siglo XV son muy frecuentes en los documentos del Viejo Aragón las referencias a tejidos utilizando para ello denominaciones toponímicas concretas como Épila o Daroca. Será a comienzos del siglo XVI cuando numerosos testimonios acrediten la llegada de telas desde Flandes y los Países Bajos para abastecer la creciente demanda interna de tejidos; la inclusión de estos topónimos en las listas de ajuares familiares confería un valor adicional a los mismos puesto que se podían relacionar con una calidad de tejido que aparecía garantizada por su procedencia específica y clara. Son abundantes las denominaciones de textiles externos procedentes de Europa, seguidas en número por las originarias de las Indias Orientales. De la misma manera se hace alusión a tejidos locales y nacionales muy reconocidos, así como a otros productos que indican el lugar en el que fueron adquiridos. Otras prendas simplemente puntualizan su procedencia con expresiones tales que: como es costumbre de, de la Tierra o del País, sin añadir ninguna otra información complementaria. El empleo progresivo de nuevos tejidos con “denominación de origen” a lo largo del siglo XVIII se ve reflejado en los ajuares aragoneses de la época, aumentando considerablemente a partir de 1780. 11


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Los indumentos

s importante diferenciar dos tendencias o formas de vestir que conviven en una época determinada: la indumentaria burguesa y la indumentaria tradicional. Se conoce como indumentaria burguesa, o histórica, la forma de vestir de las familias más pudientes que evoluciona siguiendo las modas imperantes en Francia o en Inglaterra dependiendo de las épocas. Presenta una moda en el vestir que la nobleza mantiene de forma rigurosa y que es seguida por la burguesía en la medida de sus posibilidades apoyándose en esta nueva moda para marcar las diferencias sociales frente a las clases menos privilegiadas. Ejemplos de este nuevo gusto en el vestir podemos encontrarlos en las cartas de dotes de las mujeres burguesas en las que se revela cómo para ir por la calle o a misa se usaban unas prendas singulares. El traje más representativo del siglo XVIII fue la robe a la française, característico de la moda francesa del rococó, estilo elegante y refinado caracterizado por los tejidos de seda de colores pastel con estampados de flores y profusión de ornamentos que en España se denominó bata1. Otro ejemplo en el camino hacia la simplificación del vestido sería la polonesa2, también de origen francés Durante la segunda mitad del siglo XVIII las mujeres de las casas más acomodadas dejaron de lado los vestidos usados hasta el momento para comenzar a lucir trajes de dos piezas, formados por un cuerpo que llegaba hasta la altura de las caderas con la hechura de la bata o la polonesa y una saya confeccionada con el mismo tejido. En los años 80 de esta centuria los burgueses adoptan una nueva moda, en este caso de origen inglés, que lleva a introducir en el vestuario de las mujeres una prenda cuyo nombre perdura hasta la actualidad, aunque con una acepción muy diferente: los vaqueros3. El gusto por el volumen de las sayas y pechos, junto con el uso de pañuelos de busto dio lugar a la silueta característica de finales de siglo XVIII, moda compartida por las clases humildes que vestían al modo tradicional. El vestir de los hombres a lo largo de los siglos XVIII y XIX tiene una influencia militar francesa. El vestido compuesto por casaca, chupa y calzón podía estar confeccionado con un mismo tejido o bien con tejidos con colores y decoraciones dispares. La casaca se presentaba como un tipo de chaqueta larga, abierta por delante y cuello a la caja con mangas largas con vueltas y profundos pliegues en los faldones. Bajo ésta se usaba la chupa, sin cuello, sin pliegues y sin mangas y abotonaba en toda su longitud. Las piernas se cubrían con el calzón, prenda similar 1. Traje largo con cola, abierto por delante y cerrado en la cintura dejando la característica forma de V en la parte del pecho. Lo más peculiar de este llamativo vestido eran los pliegues que recorrían la espalda llegando al suelo y lo dejaban despegado del cuerpo, de ahí el nombre de bata. La parte de debajo de la bata, conocida como brial y hecho del mismo tejido que el resto de la prenda, se dejaba ver en la parte delantera a partir de la cintura. 2. Robe a la polonaisse, vestido abierto en la parte delantera pero abrochado en la zona del pecho mediante un lazo. La saya era más corta, se veían los tobillos, y se denominaba brial si era de seda, o guardapiés si era de algodón. 3. Vestido que a simple vista se asemeja a la bata, pero que se presentaba ceñido a la espalda, suprimía la cotilla y se incorporaban las ballenas al cuerpo del traje. El escote era redondeado y amplio, cubierto por un pañuelo de tela fina denominado bobiné.

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a la usada por el pueblo pero que remataba debajo de la rodilla en una jarretera cerrada con una hebilla. Los numerosos cuadros que legó Goya dan fiel testimonio de esta forma de vestir. El gran cambio en la indumentaria masculina vino de mano de la moda inglesa; nuevas ropas cómodas y prácticas, más acordes con la vida al aire libre, se impusieron en el vestir diario de los burgueses. El traje evolucionó, como en el caso de las mujeres, hacia una reducción en la cantidad de tela utilizada: la casaca se acorta, las mangas se hacen cada vez más estrechas con vueltas más pequeñas y la chupa da paso al chaleco. El paño pasa a ser el tejido más común y surge una nueva prenda, el pantalón, que sucede al calzón entre las clases altas dejando éste último como prenda característica del pueblo llano. La indumentaria popular o tradicional representa un modo de vestir que nace a finales del siglo XVIII a tenor de las pautas marcadas por la alta sociedad y que el pueblo, en un intento de vestir al uso, hace propio utilizando tejidos más modestos y dando un toque personal que en ocasiones lleva a desfigurar su inspiración burguesa de modo que en la mayoría de los casos tan sólo se aproximan a los modelos de origen. Varios aspectos básicos y fundamentales condicionan la indumentaria tradicional: en primer lugar las fibras textiles utilizadas en la confección de las prendas populares que eran más modestas y menos ricas que aquellas que intentaban imitar; el pueblo llano utilizaba sobre todo la lana, el lino y el cáñamo como base para la confección de sus ropas por ser éstas las materias primas más accesibles. En segundo lugar no podemos olvidar la labor de los sastres quienes frecuentemente repetían los mismos patrones que aprendieron de sus maestros y no renovaban las técnicas de costura ya que les resultaba dificultoso desplazarse a las capitales más grandes donde hubiesen podido conocer los nuevos patrones y modas. La escasez de recursos por parte de la inmensa mayoría de la población hacía que se recurriese a la reutilización de la ropa heredada manteniendo en el vestuario piezas de otras épocas que, por su poco uso y buena conservación, siguieron usándose en un tiempo en el que ya no se confeccionaban este tipo de prendas. Esto ocurrió por ejemplo con

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algunos tipos de jubones de seda de corte tradicional que con el paso del tiempo se siguieron usando, bien portándolos de una forma diferente escondiendo parte de la prenda como las aletas, o bien transformándolos en chambras, algo más holgadas, al gusto de las nuevas modas. No podemos olvidar el hecho de que algunos movimientos regeneracionistas potenciaron en varios momentos de la historia el vestir popular como un signo de identidad lo que llevo consigo la pervivencia del mismo; además las nuevas técnicas de costura tardaron en introducirse entre las gentes del pueblo llano mucho más que en le vestir burgués que adquiría sus indumentos en ciudades grandes como Zaragoza o Barcelona, o hacía traer sus trajes y complementos desde el otro lado de la frontera. Hacia 1870 la transformación económica e industrial de España hace que la indumentaria tradicional comience poco a poco a desaparecer de forma que entrado el siglo XX son muy pocas las gentes que continúan vistiendo trajes a la vieja usanza. Una mención aparte merecen los trajes de las localidades de Hecho y Ansó; sigue siendo un enigma el porqué tan sólo en estas dos localidades perduró el arcaísmo en el vestir, más aún cuando se sabe con relativa certeza que existió también en otras localidades que se integran en este estudio. Los protocolos notariales citan prendas similares a las usadas en Ansó y Hecho en el Valle de Tena e incluso se conserva un antiguo grabado de Biescas en el que se puede ver a una mujer que luce una basquiña y una camisa con gorguera que podría darnos pistas de lo que fue el vestir en Tierra de Biescas. Sin embargo no podemos tener la certeza de que el autor de la obra viese a esta mujer vestida de esta forma concreta en Biescas pues de todos es conocido el hecho de que algunos grabados son copias más o menos fieles de grabados anteriores; de ahí que sea conveniente trabajar el tema de la indumentaria centrándose sobre todo en las fuentes escritas. Vendedor ambulante de tejidos

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Las fuentes de investigación

on tres las fuentes en las que se fundamenta el presente estudio: nuestros cuadernos de campo que recogen el conjunto de entrevistas realizadas a las gentes mayores de los diferentes pueblos que conformaron el Viejo Aragón y la catalogación e inventario de las prendas estudiadas; la documentación antigua y por último los estudios publicados sobre la indumentaria de esta zona concreta. Dentro de la documentación antigua estudiada cabe subrayar en primer lugar la información que proporcionan las capitulaciones matrimoniales4 por ser una importante fuente de datos y un testimonio relevante y fidedigno. Es imprescindible aludir a la gran labor llevaba a cabo por Manuel Gómez de Valenzuela quien ha publicado gran número de protocolos notariales5 en los que podemos localizar innumerables inventarios de prendas de vestir, tejidos y complementos utilizados en el Viejo Aragón. En los listados de ropa incluidos en las dotes se detalla minuciosamente el ajuar que la mujer aporta al matrimonio y que habitualmente incluye ropa de cama y casa, diferentes vestimentas y algunos complementos como pueden ser las joyas. Es en estos inventarios donde se ve claramente reflejada la evolución que sufre la moda con el paso de los siglos y que esta evolución es mucho más lenta en el vestir popular que en la vestimenta usada por las clases acomodadas Para poder entender el marco de tejidos y textiles ha servido también de gran ayuda el estudio de los cabos o condiciones para reglamentar la fabricación de diversos tejidos de Jaca como son las estameñas, los paños, los cordellates y los forros. En estos cabos se recogen las normativas que deben seguir los pelaires y tejedores de Jaca para producir artículos de buena calidad y proteger al consumidor, así como las normas sobre la competencia leal y desleal entre estos profesionales. El 22 de septiembre de 1598, en el libro de deliberaciones del Consejo de Jaca, conservado en el Ayuntamiento de Archivo Municipal de Jaca y trascrito por M. Gómez de Valenzuela6, se anotaron estos reglamentos para la fabricación de tejidos y se pide que nombren veedores e inspectores, a lo que los jurados acceden: (…) Muy ilustres señores: Los cabos que los texedores de estrecho han hecho acerca de la pulicia de su officio son los siguientes: Primo que todos los peynes de hestamenia común sean de un anchario porque inporta que las hestamenias comunes que se an de bender no sean mas anchas unas que otras esto en pena de V sueldos pa la llave. 4. Destacando los trabajos realizados por Manuel Gómez de Valenzuela en torno a los Protocolos Notariales del Valle de Tena. 5. Entre los de que destacan los publicados en la colección El Justicia de Aragón. 6. Publicado bajo el título M. Arte y trabajo en el Alto Aragón (1434-1750). Gómez de Valenzuela, 2006.

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Item que en peynes de quarenta y quatro bias atrás no se puedan tejer ningunas estameñas comunes y de allí adelante si, como los estambres lo pidan porque es necesario según sean los estambres darles el peyne para que sean buenas las estamenias el que en esto faltare tenga de pena V sueldos para la llave de dicha cofradía. Item que las estameñas delgadas se ayan de tezer en peynes de quarenta y hocho o cincuenta bias porque después que serán hechas de molino tengan bara de ancho porque ynporta mucho para quien las vende y para quien las conpra tener bara de ancho. Iten que no se entiende lo sobredicho de las estameñas muy delgadas y mas curiosas porque esas ya necesitan de peynes mas delgados y mas hestrechos. Item que los peines de cordellate tengan quarenta y hocho bias estos para estambres y tramas delgadas y la estilla tenga quasi bara y media de ancho para que los cordellates se agan perfectamente y sean bara de ancho quando acabados. Item que los otros peines de cordellate no tengan ni puedan tener menos de quarenta y seys bias y sean las estillas del mismo anchario que seran las de arriba dichas y que no se pueda tecer para Jacca ni para fuera della en hotro genero de peynes sino en hotros que tuvieren mas bias y esto que sea quando los hestambres lo pidan y esto inporta para que los cordellates se agan bien y provechosos. Item que los cordellates se pagen a hocho dineros la bara si place a los seniores jurados porque son de grande trabajo si ellos se an de tecer como es justo se tezcan. Item que ningún tecedor pueda lebar puas bacias de dos adelante quando trabajare en dichos peines assi de estamenia como cordellates ni pueda quitar bia ni media del cuento de dichos peines ni aun por descuido sin yncurrir en la pena que se porna abaxo que X sueldos la mita para los veedores l´otra mita para la llave. Item que las estameñas comunes no se puedan ordir ni se urdan largas de ochenta baras por raçon que quando son muy largas no se pueden bien tecer ni azer bien de molino en pena. Y asimismo se entiende en el tiro de las delgadas. Item que nombraran dos veedores del officio para que vayan y estén obligados a yr de quince en chinze días todos los obradores por ver si se tecen bien y provechosa y políticamente las estameñas comunes y delgadas y cordellates asii de Jacca como defuera de Jacca y si se guarda lo arriba contenido acerca de los peines de lebar puas bacias no quitar bias ni usar otra cosa que no pertenezca a buenos texedores y si lo contrario allaren en alguno lo puedan essecutar en pena de X sueldos y si dichos veedores son negligentes en azere lo que están obligados pagen la misma pena por cada vez que se descuiden. 16


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Item que siempre y quando dichos veedores visiten los obradores y allaren que no se tesca o se aya tezio bien dichas estameñas encurra el texedor en la pena de diez sueldos dividiera en dos partes la una para el veedor la otra para la llave de la confraria. Para quitar de todo punto dañio y la infamia que Jacca padece acerca del mal uso que ay en estirar y gastar las estameñas comunes, a parecido a todos los texedores de estrecho en su capitol salvo el parecer de los señores jurados y tanbien de los pelayres y tezedores de ancho que estos es muy justo que pongan sus entendimientos en remedio de este dañio y affrenta que la ciudad recibe y el mal probecho que azen estas estameñias a quien las compra // que se nonbren dos veedores y que a estos les tomen juramento los señores jurados que ayan de ir a qualquier estamenia que se acabe y que antes que el texedor la entregue a su amo la ayan de midir y si la allan menos de ochenta baras incurran en la pena que a los señores jurados parescera y la dividan a su gusto dando la porción a la confraria // que los veedores se lieben por escripto esta estamenia y el tecedor se quede con la misma memoria por su escripto, que los unos y los hotros nonbren el duenio cuya es la estamenia y el mes y dia que se acabo y midio y que esto se entienda por todas las estamenias que se aran en Jacca en todo el año / y que hestas estamenias asi vistas y reconocidas por dichos veedores no las puedan bender por mas de ochenta baras en todo el mundo so pena de lo que a los seniores jurados pareciere y asi a parecido a los tecedores d´estrecho que con esta facultat se repara el danio. Los señores jurados beran lo azedero. La cofradía y ermandad de los pelaires desta ciudad desseando el bien común, descargo de las conciencias y policía del officio en pleno capitulo dan a Vs. Ms. En lo que toca a si oficio los cabos y capitoles siguientes: Et primo que Vs. Mr. se sirvan de nonbrar y nonbren dos pelaires para que examinen todos los que querrán parar botiga para trabajar lana en su casa y fuera della y para que vean y se execute a los que faltaren y sean nigligentes en cumplir con lo que Vs. Ms. manden y en los capítulos que aquí se despone para la poliçia y hobra perfecta que se tiene de azer en dicho officio. Ittem que ningún pelaire no pueda llevar menos de bente y nueve puas en la pala y quinze en el rastillo que en todo son quarenta y quatro puas en cada peina y que no pueda llevar los peines con falta de puas y el pelaire que llebara de una pua delante de falta tenga de pena cinco sueldos y en caso que en una besita le mandaren que adreze los epines y no lo hiziere y bolbiendolo a bessitar hallaren con dicha falta tenga la pena doblada y que no pueda nadie trebajar con peines que tengan menos de un palmo de bara de largo so la misma pena la cual aya de ser para la llave de la confradia y se aia de pagar a siete dineros por libra de peinar. 17


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Item que ninguno sea ossado de azer cordellate ni paño que no es cardado a dos cardos d´enborrar y enprimar pagando por los dos cardos a siete dineros de cardar y las cardas de altebax para enborrar y las rassas para enprimar eceptado para los aforros que se pueden azer a una carda y se aia de pagar quatro dineros por cada libra. Ittem por cuanto tenemos entendido y nos es notorio que se azen en esta ciudad aforros urdidos con trama y por cuanto se tienen de urdir con estambre y no açiendolo es obra falssa se suplica a Vs. Ms. pongan cabos espressos que probando lo sobredicho ser verdad den poder a dichos veedores y examinadores para qui sea quemada dicha obra con boz y pregon de falssa. Item que ninguno de hiciere estameñas, paños ni cordellates o aforros no pueda comprar estanbre que no fuere peinado en pelo ni filado sino que primero fuere visto por los que Vs. Ms. nombraran y si acaso se allare con dicho estanbre urdido ni atramado ninguna obra que aquella sea quemada con el sobredicho pregon. Y por cuanto se ussa y es mal usso yendo a buscar estambres por los lugares algunos onbres truecan sus estambres en pelo por filado y se traen los estambres de los otros, que tal que se le probare aberlos echo tenga sesenta sueldos de pena divididos en tres partes la una para los señores jurados y la otra a la llave de la confradia del oficio que fuere el acusado y la tercera para el acusador. Ittem que ningún pelaire de la ciudad ni estanjero que no estuviere en la confradia del oficio y no fuere examinado y bajo el dominio de la regla no pueda trabajar ni trabaje para el ni para otra persona alguna que no fuere visto y examinado por los examinadores que Vs. Ms. pondran. Ittem que todas las estameñas, paños, cordellates, aforros que se hicieren en dicha ciudad se ayan de bollar por los veedores y aparte de la bolla ayan de asentar los veedores de su mano el tiro de las estameñas en papel y sellar dicho albarán y que ninguno pueda bender dicha obra son la dicha bolla y dicho albarán en pena de sesenta sueldos aplicaderos como los de arriba y ayan de pagar por dicha bulla y albarán los dueños de la dicha pieça a quatro dineros por pieza y esto en la acenda de los oficios de la ciudad pelaires, texidores de estrecho y ancho y qualquiere otros de otros oficios y estrangeros paguen a medio rial por pieça la qual pena aya de ser para los tres oficiales y veedores. Y en casso que venga ningún estrangero y quisiere trabajar o rasca para parar botiga o para trabajar de obrero que ninguno sea osado de darle que trabajar que no sea visto por los dichos examinadores en pena de bente sueldos aplicaderos a la llave de dicha confradia. Ittem que ninguna persona de qualquiere estado que sea no pueda tener en su casa ni fuera della ningún moço de soldada que no fuere examinado ni tomar aprendiz de dicho officio de pelaire si no fuere los dichos confadres por cuanto ay grande abusso en esto que toman aprendizes y no salen oficiales recebiendolos en su casa onbres que no son del oficio. 18


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Suplicase a Vs. Ms. que en el nombrar los examinadores reciban hinformacion de confadres del officio para fin y efecto que se nonbren quien los entienda el oficio. La confadria y ermandad de los pelaires de Jacca. De gran relevancia han sido también los estatutos y ordenaciones de la cofradía de los sastres de Jaca, bajo la invocación del glorioso San Lorenzo mártir, fechados a 5 de julio del año 1602, de donde se extraen algunos puntos interesantes7: (…) Comiença la regla siqueire hermandad de los confrades de señor san Lorente en la Yglesia y parroquia assi llamada Sant Jaime de la ciudad de Jacca en la capilla de Sant Simon, es en la forma y manera siguiente: 1º De guardar la festividad del glorioso sant Lorente. (…) 28º. Item estatuimos y hordenamos que quoalquiere que fuere a trabajar no siendo en la confraria, que baja por cassas y trabaje de nuevo lo puedan perseguir en quoalquiera casa por cassas que lo hallaren trabajando de nuevo el prior o clabero o mairal o bedores de dicho oficio con un corredor de dichos jurados lo tomen presso asta pagar la pena de sesenta sueldos y aquellos sesenta sueldos que sean la tercera parte para los señores jurados y al corredor un real, lo demás para la llave de dicho officio. 29º. Item estatuimos y hordenamos que ningún confadre sea osado de coser vestido alguno que otro confadre aja cortado sin licencia del que lo aja cortado si no fuesse en casso de remisión del que lo ubiere cortado, la qual sea conocida por el prior y clavario sin dilation, siempre que requeridos seran por el dueño de quien fuere el vestido y el que el contrato hara pague de pena una libra de cera para la alunbraria del glorioso sant Lorente. 30º. Item estatuimos y hordenamos que ningún confadre pueda tomar ni sosacar criado de ningún confadre sin buluntad de su amo y mas si hubiere alguna diferentia entre amo y moço aja de ser conocida por los oficiales y confadres, que los oficiales se tomen para conocer la tal diferencia y poner en paz y el que lo contrario hiziere tenga de pena una libra de cera para la alumbraría del glorioso santo. 31º. Item estatuimos y hordenamos que si algún confadre hiciere algún vestido y se quisiere llevar de hechuras mas de lo justo y de lo que merece sea conocido por los bedores de dicho officio. 32º. Item estatuimos y hordenamos que si acaso algún confadre herrare algún vestido y tuviere alguna falta, sea conosida por los oficiales y bedores de dicho oficio y lo ajan de ver y conocer y lo mandar remediar a costa de confadre que el 7. Gómez de Valenzuela, 2006.

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tal vestido tuviere hecho siempre que fueren requeridos por el dueño del vestido dichos oficiales y bedores. (…) 36º. Item estatuimos y hordenamos que quoalquiere confadre que fuere llamado para tasar algún vestido, no lo pueda taçar sino que sean dos y que se agan paguar por quien fueren llamados puedan azerse paguar por sus trabajos para la alumbraría, cera o azeite de dicha confraria lo que fuere, según la cantidad del valor del vestido. 37º. Item estatuimos y hordenamos que quoalquiere confadre que fuere llamado por quoalquiere persona particular para haver de sacar recaudos de quoalquiere vestido de qualquiere condición que sea, ora sea que traigan de Çaragoça o de quoalquiere feria o de otra parte que se aja sacado por su horden de tal confadre que ningún otro sea osado de cortar ni trabajar los tales vestidos sino que sea con voluntad de tal que lo saco y pedio su tiempo de haver hecho tales diligencias, el que lo contrario hiziere pague de pena por cada vez que lo hiziere tenta sueldos, la metad para el que saco los recaudos y la otra metad para la llave de dicho officio. 38º. Item estatuimos y hordenamos que dichos oficiales y bedores ajan de ir a cassas de los oficiales a ver y reconocer las botigas de casa uno a fin y efecto que si hallan alguna piessa a contrapelo ni lienços ni otras cosas tocantes al officio que bajan una bes en cada mes y el que hallaren falta en dichos vestidos tengan de pena por cada una bez media libra de cera para dicha confraria y remendar las faltas de dichos vestidos. 39º. Item estatuimos y ordenamos que ningún sastre que no estuviere en la confraria, asy hombres como mujeres no puedan trabajar de nuevo, antes ajan de ser perseguidos por el officio en qualquiere casa o casas o monasterios de dicha ciudad, bajan los oficiales y bedores de dicho officio con un corredor de los señores jurados y si es en casa de clérigos y yglesias bajan con un nuncio del señor oficial a tomarles y sacarles esecucion con dichos bedores de dicho officio. Aseptada Maria de Lorda que queda admitida como antes pagando dos riales para misas para la confraria en cada un año. (…) Los quales dichos estatutos assi dados y librados en poder de mi dicho notario y aquellos firmados y otorgados como es costumbre, aquellos prometieron y se obligaron tener, serbar y cumplir inviolablemente y perpetuamente y contra aquellos ni cossa en aquellos contenida no venir ni fazer en tiempo alguno. A lo qual tener y cumplir etc. obligaron sus personas y bienes etc. Et si expensas etc. aquellas etc. juraron a Dios nuestro señor etc. Fiat large prount in similibus est solitum etc. Testes: Pedro Lobera mercader y Pedro Ausens verguero, habitantes en esta ciudad. 20


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Los boletines oficiales de la provincia de Huesca han resultado indispensables en el estudio de la indumentaria tradicional por ser un reflejo real del momento. En ellos, y a partir del año 1834, se pueden leer gran cantidad de anotaciones relacionadas con tejidos e indumentaria. Como ejemplo las descripciones que se hacen de los cadáveres encontrados en las que se puede leer cómo va vestido el difunto incluyendo todo tipo de detalles de las prendas que viste. El caso de las requisitorias8 es también muy relevante puesto que además de conocer de forma precisa cómo viste cada individuo nos especifica la edad, la población en la que reside y su profesión. No menos importantes y muy utilizados para este estudio han sido los géneros de comiso9 que aportan información relativa a los textiles que se importaban y detalles de los mismos como por ejemplo el tipo de tejido o los estampados y colores Ha sido importante también el testimonio escrito de viajeros extranjeros cuya misión por el Viejo Aragón no tuvo que ver directamente con la indumentaria ni con los textiles en general, pero que sin quererlo dejaron por escrito en sus cuadernos de viaje importantes y valiosos detalles de cómo vestían las gentes de esta zona del Pirineo. Así pues, entre otros muchos, el lingüista J.-J. Saroïhandy anotaba en el año 1899 en un informe sobre la lengua de Aragón en el que se recogían detalles del vestir de sus gentes: (…) Las mujeres de Ansó (ansotanas) son en general muy bonitas. Llevan todavía casi todas el antiguo traje de las montañesas. Se compone principalmente de un vestido sin talle y sin mangas (basquiña) que deja al aire las mangas de la camisa, las cuales son largas, huecas y tienen una gorguera almidonada y de pliegues, levantada alrededor de la nuca y de un velo (bancal), que les cubre la cabeza y las espaldas. Son las que se ven en invierno, en las grandes poblaciones del norte de España, algunas veces en Madrid, ofreciendo té montañés (¡que les mandan de Suiza!) a los consumidores sentados en los cafés. Fuera de su pueblo se les llama chesas (mujeres de Echo). No obstante, en Echo, la basquiña, hoy, ya se ha pasado de moda: solo una octogenaria la sigue llevando (…). Los grabados de tipos del Viejo Aragón conservados constituyen una importante fuente de información visual de los siglos XVIII y XIX. Son muchos y variados los testimonios gráficos relativos a gentes de estas comarcas pero no hay que olvidar que, como ya se ha dicho anteriormente, en muchos casos estas estampas son copiadas de unos autores a otros quienes se limitan a transformar las imágenes originales aportando un toque personal que desvirtúa la imagen real. De entre todos los grabados estudiados el que destaca es el originario de Juan de la Cruz Cano y Olmedilla por ser la imagen más antigua que se conserva sobre este tema. Data del año 1777 y forma parte de la colección de trajes de España, tanto antiguos como modernos, que comprende todos los de sus dominios. Lleva por título Chesa. Campesina del valle de Jasa en Aragón. El vestido que nos presenta la mujer es muy similar al traje de Hecho 8. Se entiende como requisitoria la orden de busca y captura de un sujeto, publicada en el boletín oficial. En esta publicación se detalla la forma de vestir del individuo indicando en algunos casos los tejidos, colores y estado de las distintas prendas. 9. Listados de tejidos requisados en el mercado ilegal y que se exponían en la capital de la provincia para su posterior venta.

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y Ansó que ha llegado hasta nosotros marcando la diferencia en el talle que se muestra ceñido en la cintura. Otro grabado de principios del siglo XIX que se copió décadas más tarde en varias ocasiones, es el procedente de Antonio Rodríguez que formaba parte de la colección de trajes que en la actualidad se usan en España, principiada en el año 1801. La imagen de la modelo es muy parecida a la de Juan de la Cruz, aunque presenta una postura diferente y otro tipo de manga, en este caso una manga abierta en vertical. En el primer cuarto del sigo XX y en un momento clave en el abandono de la indumentaria popular, se trabajó intensamente y en toda España a la vez, en la recuperación, exaltación y educación artística, con el fin de celebrar una Exposición del Traje Tradicional de las distintas provincias españolas que se celebró en el Palacio de Bibliotecas y Museos de Madrid. En la Guía editada en el año 1925 sobre la exposición, se recogía la necesidad de conservar viva la riqueza de la indumentaria y su puesta en valor con estas palabras: (...) Atendiendo a esta necesidad, se ha organizado la Exposición del Traje Regional en sus representaciones naturales y primitivas, dominadas por el medio geográfico, la raza o estirpe y la tradición histórica y artística: hay que salvarlas antes de que sean anulados estos elementos constitutivos de la raigambre nacional, por la homogeneización cosmopolita, que iguala usos, costumbres y tradiciones, en virtud de principios utilitarios que borran lo personal y típico de gentes y países. (...)Esta Exposición se hace para conocer el traje regional español por los métodos directos de la recogida y observación de los objetos, antes que tengan que ser sustituidos por los históricos, que toman el recuerdo por la realidad y pretenden revivir por documentos, libros y estampas lo que fue un hecho real y tangible. (…). El Viejo Aragón estuvo presente en Madrid en esa exitosa exposición celebrada el año 1925 y en ella se exhibieron dos trajes de fiesta procedentes de Hecho, uno de hombre y otro de mujer, junto a un gran grupo de maniquíes ansotanos ataviados con los siguientes trajes: una mujer de luto, una moza de cofradía, un hombre, una mujer y una niña con sus trajes de diario, una mujer con el traje usado para ir a misa, una pareja con sus respectivos trajes de boda, un hombre de ceremonia y un niño con el traje de su primera comunión. Junto a esta amplia representación se presentaron al público unas vitrinas, con el título de Aragón y Pirineos, en las que se recogían otras piezas puestas en valor: alforjas, chalecos, calzones, varios pañuelos, medias, calzas, una saya, una mantilla, abarcas de niño, una manta, cintas, una faja, un gorro, evangelios, delantales, un cordón de sombrero, una chaqueta, mangas, una escarapela y un escapulario. Fue gracias a esta muestra que muchos de los trajes que aún se conservaban se guardaron con mimo en las arcas pensando que las ropas usadas por los antepasados e incluso las usadas en ese momento podrían tener cierto valor. Un año antes de celebrar la exposición el Comité provincial integrado por Ricardo del Arco, Historiador y Delegado de Bellas Artes, y auxiliado por los Sres. Montaner, Acín, Bello, López Allué, Bescos, Bayatech, Pastor, Lasala y Compairé se encargó de seleccionar, investigar y mandar a Madrid las piezas: se realizó una gran labor de campo buscando información a cerca de la indumentaria tradicional y realizando 22


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numerosas fotografías que se han convertido en una de las pocas vías para acercarnos a lo que fue el vestir siglos atrás. En ésta misma época y en un esfuerzo por revivir el traje tradicional que ya había caído en desuso por parte de los más jóvenes, la Comisaría Regia del Turismo del Alto Aragón contribuyó a realzar la importancia de aquellas personas que todavía vestían el traje típico. Así pues se otorgaron los Premios a la constancia en el uso del traje regional en distintas localidades del Viejo Aragón y de otros municipios de España. La primera provincia donde se hizo entrega de estos premios fue Huesca, primeramente en Fraga y posteriormente, en una ceremonia muy concurrida, el 14 de febrero del año 1924 las autoridades se desplazaron hasta Hecho y Ansó. Surgieron nuevas ideas con el mismo fin de salvaguardar el rico patrimonio textil pirenaico que ya estaba agonizando y como narran los textos de la época se intentó “comprar un ejemplar de cada uno de los distintos trajes que se llevan hoy o ayer se llevaron de Ansó a Fraga y de Gistaín a los Monegros, para construir con ellos una sala de indumentaria, o mejor de etnografía altoaragonesa, en nuestro Museo Provincial”. Desgraciadamente este museo nunca vio la luz. Por otro lado, un aspecto primordial para el estudio del traje popular e histórico del Viejo Aragón ha sido y es la fotografía. Desde finales del siglo XIX y sobretodo a principios del siglo XX, fueron muchos los fotógrafos aragoneses y foráneos que retrataron con sus cámaras a tipos de estas comarcas. Son célebres por esta labor de divulgación los trabajos de Ortiz Echagüe, Compairé, Mas, Mora, Soler, Visuales, De las Heras, Oltra y Ricardo del Arco, entre otros. La mayoría de las fotografías que se conservan son posados artísticos que muestran la ropa de mudar vestida en días de fiesta y momentos concretos de la vida como la marcha hacia el servicio militar o la boda. Algunas de las fotografías de gentes de estos valles pirenaicos sirvieron para ilustrar textos en los que se detalla la forma de colocar las diferentes prendas. Un ejemplo claro es la cita presente en el Bulletí del Centre Excursionista de Catalunya, donde en julio de 1907 se publicó un interesante artículo con el título les Valls d´Ansó y d´Hecho, donde se hace hincapié en el pesado traje de la mujer: (…) embotides per aquella feixuga indumentaria en que les faldillas soles els pesen 5 kilos. (…) les dònes, dobertes ab aquelles fundes de llana y demés peces, totes aquestes folgades y feixugues, y que les joves, sobre tot, semblen portar com si fossin de fina batista. Para terminar con las fuentes utilizadas para elaborar este Diccionario cabe citar las publicaciones editadas a finales del siglo XX momento en el que resurge el interés por la indumentaria tradicional. Entre los trabajos más destacados por la cantidad de información relevante sobre los atavíos populares del Viejo Aragón citamos el libro Costumes populaires traditionnels des Pyrenees de Jean Vignau-Lous, el tomo 11 de la Enciclopedia temática de Aragón de Antonio Beltrán Martínez y por último el detallado estudio Indumentaria tradicional aragonesa. Apuntes para una historia de Elena Guarc Sáncho y Dabí Latas Alegre.

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En la doble página anterior. Diferentes percales para la confección de sallas

ABALORIO m. Del ár. hisp. alballúri, el de vidrio, este del ár. clás. billawr, y este del gr. βήρυλλος, berilo. 1. Cada una de las cuentas con las que se confeccionan adornos y labores. Estas cuentas, que habitualmente son de forma esférica y con una perforación, pueden encontrarse fabricadas con diversos materiales como: madera, marfil, coral, semillas, hueso, asta, nácar, perlas, azabache, metales varios, etc. En los boletines oficiales de la provincia de Huesca aparecen reflejados desde el año 1837: (…) 8 mazos abalorios a 3 rls. el mazo. 2. Collar u objeto de adorno personal de poco valor. 3. Bordado con abalorios. Técnica de bordado consistente en aplicar, con hilo de seda y de una en una, pequeñas sartas de perlas o lentejuelas con el fin de embellecer la pieza que se borda. En la indumentaria del Viejo Aragón se emplea principalmente en la decoración de enrocadores y relicarios. ABANICO m. Del dim. de abano. Instrumento para hacer aire. Oriundo de China, el abanico de pluma se usó antiguamente como atributo de la realeza. Los abanicos conservados en el Alto Aragón son en su mayoría plegables, de origen japonés y fabricados frecuentemente en Valencia, donde su uso aparece documentado ya en el siglo XIV. Es un complemento usado por la mujer y reservado para lucirlo acompañando a las ropas de más vestir en días concretos. Generalmente los abanicos están formados por un conjunto de varillas en las que se dispone una tela o papel que se denomina país. La decoración puede situarse en una sola cara o en las dos, llamándose estos últimos abanicos de doble cara. También los hay que exhiben la belleza de la tela y la madera sin ninguna decoración pintada y sin adornos. Existe otro tipo de abanicos que presentan unas varillas muy anchas, fabricadas generalmente en hueso o marfil, y que carecen de país; son los conocidos como abanicos de baraja o de invierno. El varillaje puede aparecer también decorado con unos cuidados calados que embellecen la pieza. Este tipo de abanicos se citan en el Boletín oficial de la provincia de Huesca desde el año 1839: (…) 39 abanicos de baraja a 14 rs. 26

Los abanicos tradicionales tienen aproximadamente unos veintitrés centímetros de longitud lo que es un tamaño bastante discreto si lo comparamos con los conocidos como pericones; abanicos muy de moda en todo Aragón en el último tercio del siglo XIX y que destacan por su gran tamaño. La clasificación de los abanicos viene condicionada por la época en la que fueron diseñados; se habla de abanicos de estilo isabelino, de época imperio, alfonsinos, de época Luis XV y modernistas.

Abanico

ABANINO m. Del dim. de abano. 1. Adorno de gasa u otra tela blanca con que ciertas damas de posición elevada guarnecen el escote del jubón. 2. Véase lechuguilla. ABANTAL m. De aban, delante. U.m.c. debantal. La voz abantal aparece reflejada con cierta frecuencia en los protocolos notariales de los siglos XVII y XVIII: (…) tres abantales de estameña, los dos verdes y lo otro azul. (…) Dos abantales finos, uno de estameña, una cinta común, dos de seda. (…) Mas un abantal de botiga. Mas otro de gamelote. Mas otro debantal de tegido. Mas otro de gamelote. Mas otro traido. (…) Abantales dos de botiga. ABARCA f. De or. prerromano. Voz emparentada con la palabra vasca abarka. U.t. albarca. Véase botín. Calzado de confección manual fabricado en cuero crudo o piel sin curtir que cubre sólo la planta del pié, con reborde en torno y en algunos casos parte del empeine. Se asegura al pie y al tobillo mediante abarqueras, confeccionadas principalmente con una cuerda de lana negra o con una correa de cuero. Véase abarquera.


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La referencia histórica más conocida del uso de las abarcas en Aragón se halla vinculada al sobrenombre del rey Sancho Garcés II, rey de Pamplona y conde de Aragón quién, en documentos adulterados de San Juan de la Peña, monasterio de Leyre y catedral de Pamplona cuyas copias son de los siglos XII y XIII aparece bajo el sobrenombre de Sancho Abarca; sobrenombre derivado del calzado usado por este rey en sus andanzas por tierras pirenaicas. En un principio la piel utilizada para la confección de las abarcas mantenía el pelo del animal en la cara exterior que estaba en contacto con el suelo. Esta piel es conocida en el Valle de Tena como escorcha y suele proceder del jabalí, la vaca o la cabra. La duración en días de las abarcas con pelo se ve claramente explicada en el siguiente dicho popular: Tres con pelo, tres sin pelo y tres con o pie n´o suelo. Otro tipo de abarcas muy usadas por mujeres y niños en los valles de Hecho y Ansó son las conocidas como abarcas de correjel. Estas son fabricadas por las propias mujeres y están confeccionadas con una piel de oveja o vaca sin curtir que cubre el pie y se ata a la pierna mediante abarqueras. Su confección parte de una pieza trapezoidal cuyos ángulos delanteros se cosen para conformar la puntera; el resto se dobla hacia arriba y se ribetea el doble con una basta que a su vez conforma un frunce. Este tipo de abarca cuenta con una forma puntiaguda en la parte delantera, denominada de zoqueta, y pequeños pliegues en el contorno, que permiten una mejor adaptación al pie. Los ansotanos describen así este tipo de calzado: (...) as abarcas de mullé tienen a punta de zoqueta y fan un pequeño forau en a punteta -o foforón-. El interior aparece forrado en muchos casos con tejidos de bayeta con el fin de hacerlas más confortables. Posteriormente surgen otros tipos de abarcas, que convivieron con las más rudimentarias, un poco más refinadas debido a la eliminación del pelo y al curtido de las pieles. Estas prendas se ataconan con unas piezas de cuero de buey que las hacen más resistentes, denominadas tacones, y se cosen con cuerda de cáñamo. Las abarcas más resistentes y duraderas son las confeccionadas enteramente con el cuero procedente de las patas del buey; considerándose incluso de mejor calidad el cuero procedente de las patas traseras que el de las delanteras. Para caminar más fácilmente por la nieve se colocan clavos en la suela; en algunos casos no cuentan con talonera, sino solamente con las correas de atar.

Las abarcas con puntera cerrada mediante una pequeña pieza de cuero son las más habituales entre los pastores; los labradores sin embargo las prefieren abiertas por delante para poder sacudirse la tierra que en ellas se acumula durante la labores de campo. En una dote de final de siglo XIX de Barbenuta se hace referencia a este tipo de calzado: (…) dos alpargatas, un par abarcas y abarqueras, doze gabanes, cingo chambras, dos pretadores, dos delantares, dos toballas. En el vecino lugar de Espierre se citan en una dote de principios del siglo XX: (…) Dos pares de alpargatas, un par de zapatos, un par de abarcas. Es en esta época cuando comenzaron a reciclarse los neumáticos desechados de los vehículos para la fabricación de las albarcas de goma. Son utilizadas exclusivamente por los hombres y para confeccionar la suela se emplea la parte exterior de las cubiertas de los neumáticos mientras que para el resto de la pieza se utiliza la lona engomada procedente del interior de la propia cubierta.

Abarcas de mujer

Abarcas de cuero

ABARQUERA f. De abarca. Correa o cordón fabricado en cuero o cuerda trenzada que sirve para sujerar la abarca o la galocha al empeine y al tobillo, al mismo tiempo que sujeta los peazos. Para su uso se pasa por las anseras, 27


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que aparecen dispuestas para tal fin en los bordes de la abarca. En algunos casos las abarqueras sujetan los peladizos, usados con el fin de evitar la humedad. Como se aprecia en los grabados del siglo XIX su longitud puede llegar incluso hasta media pierna disponiéndose de forma que sube y envuelve la pantorrilla haciendo un zig-zag. Más balen as abarqueras que lleban as ansotanas que todas medias de seda que lleban as riberanas. Las abarcas usadas por los hombres se aseguran al pie mediante abarqueras que están hechas con la misma piel empleada en su fabricación; también es común el uso de cordones de lana negra hilada por los pastores en las largas jornadas de trabajo. Las mujeres usan casi exclusivamente unas cuerdas trenzadas con lana o lino para sujetar las abarcas de piel. (…) Mas un par de abarcas con sus abarqueras nuebas. (…) y sus abarcas de cuero. Mal empleadas abarqueras que me coston cinco sueldos. ABARQUETA f. De or. inc. Modelo de chapín. El investigador Vicent Ferrandis apunta en sus estudios que en el año 1500, el gremio de tapineros de Zaragoza deja constancia del trabajo relacionado con esta prenda: (…) cortar cuatro pares de tapines y acabarlos totalmente, a saber: un par seran alcorques lisos de oripel de alteza de seys dedos, y un par de talonera y un par de abarquetas y un par de zapato tapin. Los quales chapines, después d´esplantellados, los aya de sacar de tavron en casa del maestro chapinero desaminador y despues los aya de acabar en casa del mayordombre desaminador; y los dichos quatro pares de japines sean juzgados despues de acabados por el dicho maestro tapinero desaminador y por los mayordombres y oficiales de aquel año. ABARRAGANADO m. De barragán. Tejido que tiene la consistencia o las cualidades del Barragán. ABATANADO m. De batán. Téc. U.t. batanado. Paño que ha sido batido o golpeado en el batán para desengrasarlo y enfurtirlo. Se trata de un enfieltramiento y espesamiento de los tejidos de lana, usado para le fabricación de fieltros. 28

Para la elaboración de un paño abatanado se parte siempre de un tejido de lana sin teñir. Tras el trabajo de abatanar la manta resultante ha perdido la mitad de su longitud. El proceso de abatanado, en el que se elaboraban tres mantas de forma simultánea, dura entre veinticuatro y treinta horas. Durante este tiempo se detiene el batán unas tres veces para cambiar las mantas de posición y una vez finalizado el trabajo se procede al secado de la manta. ABIERTA f. Del part. irreg. de abrir; lat. apĕrtus. Espacio producido por los hilos de la urdimbre que se presentan separados en dos capas, y por donde pasa la lanzadera del telar. Esta separación se produce gracias al peine. ABORLONADO m. De borla. Téc. Tejido cuya labor presenta desigualdades originadas por la presencia de hilos de diferentes grosores formando canillas. ABOTINADO m. Adj. De botín. Dicho especialmente del calzado. Hecho en forma de botín y concretamente se define así al zapato que ciñe y cierra la garganta del pie. ABOTONAR Vb. De botón. Téc. U.t.c. prnl. Acción de cerrar, unir o ajustar una prenda de vestir, introduciendo el botón por el ojal. Tradicionalmente los hombres se abrochan sus ropas de derecha a izquierda mientras que las mujeres lo hacen en sentido contrario. Esta práctica se remonta al siglo XV y tiene un origen burgués. Las mujeres que podían costearse los caros botones de la época eran vestidas por las sirvientas y camareras, en su mayoría diestras, que al encontrarse con los botones de frente consideraban más fácil abrochar las ropas de sus señoras si botones y ojales estaban cosidos como si los mirasen en un espejo. Así pues las modistas confeccionaban los trajes de las señoras de acuerdo a la sencillez de colocar las vestiduras y a partir de ahí, el pueblo como en tantas otras cosas, copió esta práctica y la aplicó en sus indumentos. ABOTONADO m. Adj. De botón. U.m.c. botonado. ABOTONADOR m. De botón. Instrumento generalmente de metal, con un gancho o con un agujero en la punta para asir el botón y meterlo en el ojal.


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ABULLONADA f. Adj. De bullón. Manga abullonada. Manga que presenta aberturas por las que sobresalen los bullones o bucles de la camisa. Este tipo de mangas fueron habituales en algunos trajes a partir del siglo XV y se generalizaron en el vestir del siglo XVI. Abotonador. Dos modelos en hierro

ABOTONADURA f. De botón. U.m.c. botonadura. ABRIDOR m. De abrir. U.m.c. recrebadó. Instrumento de hierro que sirve para abrir los cuellos alechugados. Para mantener marcados los pliegues de la gorguera de las camisas ansotanas y chesas se usa el recrebadó, fabricado en madera de boj con tallas geométricas. ABRIGALLO m. Del lat. aprīcus, defendido del frío. Manta de lana de forma rectangular usada por las mujeres para abrigarse. Es el equivalente al mantiello usado por los hombres. Ricardo Compairé inmortalizó esta prenda de lana rayada en varias de sus fotografías. ABRIGO m. Del lat. aprīcus, defendido del frío. Prenda de vestir, larga y provista de mangas, que se dispone sobre las demás y que sirve para abrigar. ABROCHO m. De abrochar. U.c. en pl. U.t. gemelo. Pasador formado por dos piezas unidas por un pequeño vástago o por una cadenita y que se usa para cerrar el puño o el cuello de la camisa.

ACABADORA f. De acabar. Parte del telar compuesta por una tabla de madera con tres lizas atadas, una a cada extremo y otra en el medio, y un listón aparte que no tiene cuerdas. Su función es finalizar la labor una vez terminado el proceso de tejido liberando para ello la materia textil del rodillo inferior del telar. ACAMBRAYADO m. Adj. De Cambray. Aplicado a los lienzos y muselinas que tienen alguna semejanza con el tejido producido en Cambray. ACANALADO m. Del part. de acanalar. 1. Tejido fabricado con dos urdimbres, una de seda y otra de algodón y una trama de algodón. El tejido forma unos canalones o cordoncillos que son el resultado de los hilos de la urdimbre de seda y a su vez presenta un fondo de punto de tafetán. También existe la posibilidad de que la urdiembre sea de seda y la trama de lana cardada. 2. Tela de seda que tiene la trama formando canales. 3. Efecto producido en los tejidos ligados o de punto. ACANDILADO m. De candil y este del ár. hisp. qandíl, este del ár. clás. qindīl, y este del lat. candēla Sombrero acandilado. Véase sombrero. ACANELADO m. Adj. De canela. U.t. canelado. Del color de la canela. Color obtenido tras una larga maceración con endrino o hiniesta. ACANILLADO m. De canilla. Paño u otra tela que por la desigualdad del hilo, del tejido o del color, forma canillas, vetas u otras listas. ACAPARROSADO m. De caparrosa. Color azul, algo verdoso, como el que presenta la caparrosa.

Abrochos

ACARAMELADO m. Adj. Del port. caramelo, carámbano, caramelo. U.m.c. acarmelado. 29


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ACARMELADO m. Adj. Del port. caramelo, carámbano, caramelo. U.t. acaramelado. Que tiene el color propio del caramelo. (…) un jubon de paño fino acarmelado con randillas.

Querebas aprendé a colcha y después de nueve meses no has aprendiu achiprén de cinco y tres.

ACEITUNADO m. De aceituna. Color verde semejante al de la aceituna. ACEITUNÍ m. Del ár. azzaytūnī, gentilicio de zaytūn, adaptación del nombre de la ciudad china de Tsö-Thung. Tejido de seda traído de Zaitún, hoy Tsiuan-chufu. Usado en la Edad Media, se comenzó a fabricar en España a partir del siglo XIV, presentándose en gran variedad de colores y motivos decorativos. Su nombre derivó posteriormente a Satin. Véase satén. ACELPADO m. De felpa. Adj. de afelpado. U.t. afelpado. Tejido similar a la felpa que como esta presenta vello o pelusilla. (…) 15 chaquetas acelpadas a 50 rs. ACERICO m. Del dim. de hazero, almohada, y este del lat. vulg. faciarĭus, de facĭes, cara. 1. U.m.c. alfiletero. Almohadilla que sirve para clavar en ella alfileres o agujas. 2. Almohada pequeña que se pone sobre las de la cama para tener más alta la cabeza. ACHAROLADO m. Adj. Del part. de acharolar. Semejante al charol. Esta voz se refleja por primera vez en los boletines oficiales de la provincia de Huesca el 5 de Mayo de 1839, entre los géneros decomisados, de la siguiente manera: (…) 23 pieles acharoladas a 30 rs. (…) 9 docenas viseras acharoladas para gorras a 9 rs. (…) 24 cordones acharolados para sable a 4 rs. (…) 24 cinturones acharolados a 4 rs. ACHIPRÉN m. Del fr. laisser, dejar y prendre, cojer. U.t. colcha, lachiprén y laxiprén. Conjunto de puntos de costura con que se adorna la unión de la gorguera y el cuerpo de la camisa. Está presente en las camisas femeninas ansotanas y chesas y se forma mediante diversas series de puntos, compuestos de puntadas de cincos y treses. Un dicho ansotano describe este punto presente en la colcha de las camisas de esta localidad. 30

Achiprén de una camisa ansotana

ACHUSTADOR m. De chusto, justo y este del lat. Iustus. 1. U.m.c. chaleco. Prenda sin mangas que cubre el tronco hasta la cintura y se coloca sobre la camisa, el lastico o la brusa. 2. U.m.c. justillo. ACICALAR Vb. Prnl. Del ár. hisp. siqál, instrumento para pulir o bruñir. Engalanarse y mudarse con el fin de tener mejor presencia. ACITARA f. Del ár. hisp. assitára, y este del ár. clás. sitārah, parapeto. Velo, cortina o paño de ornamento con el que se oculta el altar en momentos solemnes de la misa. ACLARAR Vb. Del lat. acclarāre. Volver a lavar la ropa con agua sola después de jabonada. ACOLCHADO m. De colcha. 1. U.t. piqué. Tejido similar al muletón que se fabrica en telar con hilo de algodón; puede presentarse con o sin decoraciones siendo habitales las cenefas. Los tejidos que disponen de cenefa son muy utilizados para la confección de refajos y faldones de bebé. Véase piqué. 2. Acción y efecto de acolchar. ACOLCHAR Vb. De colchar. Téc. Poner algodón, seda cortada, lana, estopa, cerda u otras materias textiles entre dos telas para bastearlas posteriormente. (…) una colcha alcolchada nueba.


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ACORTADIZO m. De or. inc. U.t. sobras y retal. Desperdicio que queda del corte de algunos materiales, como puender ser los que dejan los libreros, guanteros y otros oficios y artes mecánicas. La tarifa de aduanas de Zaragoza los presenta: (…) Acortadizos de guanteros la arroba seis sueldos.

cas que los confeccionaban se encontraban en A Coruña.

ACORZAR Vb. Del lat. accurtiāre, der. de curtāre, cortar. 1. U.m.c. alcorzar. Disminuir la longitud, duración o cantidad de algo. 2. Poner la primera saya al niño quitándole las mantillas. ACOTRACIARSE Vb. Prnl. De or. inc. Arreglarse, prepararse; preferentemente las vestiduras. ACUCHILLAR Vb. Del lat. cultellus, cuchillo. Labrar o hacer aberturas semejantes a cuchilladas en calzados y vestidos; en estos últimos, particularmente en las mangas. ADAMASCADO m. De damasco. Tela de seda, lino o lana peinada que, a imitación del damasco, presenta en su anverso un tejido de punto de raso en el fondo y gro en la muestra, y en su reverso una apariencia de tafetán. El lino adamascado es muy usado para mantelerías y toallas, reservando los tejidos adamascados confeccionados con seda y lana para un tipo de pañuelos flecados que son frecuentes en la vestimenta tradicional. Existen en una gama cromática muy amplia. En el Viejo Aragón se presentan en distintos colores aunque predominan los negros y una gran gama de tonos suaves que van desde el color crema hasta el verde amarillento. Todos estos pañuelos presentan flecos y su decoración puede ocupar la totalidad del campo o bien estar dispuesta a modo de una gran cenefa que rodea el perímetro del pañuelo. (…) 12 pañuelos de madraz con flecos adamascados a 9 rs. Es en las cuatro esquinas donde se concentra la mayor parte de estos motivos; entre los que destacan como más habituales, las figuras geométricas, motivos vegetales, figuras humanas, ángeles y animales. Estos dibujos son entretejidos y reversibles, aunque el reverso no tiene la luminosidad del derecho. Algunos de los motivos que los decoran nos muestran paisajes y escenas gallegas, algo lógico teniendo en cuenta que algunas de las fábri-

Adamascado. Pañuelo adamascado

ADEREZAR Vb. De derezar. Téc. U.t. aprestar y almidonar. Preparar con almidón, cal u otros productos como la goma algunos tejidos para que tomen consistencia. ADEREZO m. De aderezar. 1. Conjunto de joyas con las que se adorna la mujer. La voz aderezo hace referencia frecuentemente al conjunto de sofocante o collar, pendientes y peinetas. Véase joya.

Aderezo

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2. Alhaja que la mujer coloca a modo de sofocante en el cuello y que presenta forma de cruz. ADOTE m. y f. Del lat. dos, dotis. U.m.c. dote y plega. Conjunto de bienes que entrega la familia del novio y de la novia para la boda. En muchas de las capitulaciones matrimoniales del siglo XVIII se menciona esta voz en su parte final de la siguiente manera: (…) Y firmo y aseguro el dicho adote y assi mismo la ropa contenida en dicha cedula a favor de (…) mi muger y de los suios sobre mi persona y todos mis bienes y en ellos, especialmente assi muebles como sitios, etc. De los cuales los bienes mobles y los sitios etc. La qual obligación quiero sea especial (…)

(…) un angnus de plata blanca, otro de plata sobredorada. (…) otro de azabache negro. Al igual que sucede con otros fetiches, los agnusdéis aparecen enmarcados en plata u oro y sellados en su interior con un cuño de cera que impide acceder a las reliquias. En el caso de que entre las decoraciones exteriores se presente algún elemento profano se supone que su protección desaparece.

AFELPADO m. Adj. Del part. de afelpar. U.m.c. acelpado. AFORRAR Vb. prnl. De forrar. Quitarse las prendas de abrigo con el fin de quedarse en mangas de camisa. AFORRO m. De forro. 1. U.t. forro. Abrigo, defensa, resguardo o cubierta con que se reviste algo, especialmente la parte interior de las ropas o vestidos. El aforro más repetido ha sido el lienzo, usándose en jubones, justillos, refuerzos de cinturillas para sayas, calzones, achustadores, etc. 2. Ir aforro. Ir en mangas de camisa. AGNUSDÉI m. Del lat. Agnus Dei, Cordero de Dios. Amuleto protector bendecido y consagrado por el Papa formado comúnmente por una lámina de cera en la que está impresa la imagen del cordero de Dios. La tradicón popular asegura que libra a los que lo llevan de invasiones maléficas del demonio y que actúa contra las tempestades. En documentos de los siglos XVII y XVIII se detalla el material con el que estaban fabricados y engarzados: (…) un Agnus Dei de azabache negro. (…) Un Agnus Dei con tres cadenillas de plata pendientes. (…) Tres Agnus de plata sobredorados. (…) Cinco Agnus pequeños de plata, y en ellos uno grande con reliquias y marco de plata. (…) Dos joyas Agnus Dei llamados, de plata sobredoradas. 32

Agnusdéi conservado en la catedral de Jaca

AGRAMEDO m. De gramar. Téc. Operación de machacar el cáñamo con la agramiza o cascadera. AGRAMIZA f. De gramar. U.m.c. cascadera. AGREMÁN m. Del fr. agrément, placentero. Tejido enmarcado en el grupo de la pasamanería que presenta cuentas vidriadas, esmaltes y otros abalorios imitando al azabache. AGUÁ Vb. Del lat. aqua. Podrir y estropear el cáñamo o el lino por exceso de agua. Voz recogida en la localidad de Ansó. AGUJA f. Del lat. acucŭla, dim. de acus, aguja. 1. U.t. agulla y auja. Barra pequeña y puntiaguda con que se cose, borda o teje. Está fabricada con metal, hueso o madera y presenta un ojo por el


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que pasa el hilo, cuerda, correa, bejuco, etc. Las agujas laneras se caracterizan por presentar mayor tamaño y forma curvada. A lo largo del siglo XIX los boletines oficiales de la provicia de Huesca las presententan entre los objetos de comiso, de la siguiente manera: (…) 2 papeles agujas saqueras a 10 rls. uno. (…) 100 agujas para coser fardos a 12 rls. el ciento. (…) 1800 agujas de cabezón a 30 rls el millar. 2. Aguja de moño. U.t. rascamoños. La que sirve para aguantar y complementar la decoración del cabello peinado con moño; pueden ser una, dos o más. Apareció en el siglo XVIII y continuó utilizándose hasta los últimos años del traje tradicional. Fabricadas en metales varios como plata o bronce. De forma de forqueta, puede presentarse lisa o con decoración en la parte más alta; las hay de diferentes formas como abanicos, animales o motivos vegetales. 3. Aguja de pañuelo. U.t. broche. Adorno que usa la mujer para sujetar el pañuelo o mantón al torso. Puede tratarse de un simple alfiler de cabeza o de un broche más o menos decorado. Los hay redondos, ovalados o los conocidos como lanzaderas, por tener la misma forma alargada que estos utensilios del telar. Cumplen la doble función de sujetar, manteniendo en su lugar, los mantones y pañuelos, y conferir un toque de elegancia al conjunto del traje. También existen agujas que son el resultado de la unión de varias piezas que en su momento conformaron un par de pendientes; producto del reparto de los mismos en una herencia, en la que cada hermana se quedaba con un ejemplar. Las dotes matrimoniales del siglo XVIII presentan un tipo de agujas que podrían corresponder a las de este grupo. El siguiente extracto procede de la localidad de Canfranc, fechado en el año 1633: (…) mas nueve agujas de plata. 4. Aguja de toca. U.m.c. alfiler. 5. Encaje a la aguja. Grupo de encajes que se ejecutan fijando varios hilos sobre un papel o pergamino que tiene trazado el dibujo con todos sus detalles y que luego han de servir de soporte al conjunto. Utilizando una aguja y el hilo correspondiente se llenan los motivos, bordando y entrelazando, de muy diversas formas, sobre el esqueleto inicial. La unión de unos motivos con otros se hace por medio de los hilos más o menos trabajados en forma de cordoncitos de unión, o por medio de un reticulado de hilos. Una vez terminado todo

el trabajo, o solo un elemento, se desprende del pergamino sobre el cual ha sido obtenido. Un tipo de encaje de aguja es el conocido como de red. Véase red.

Agujas colchoneras

Agujas de pañuelo

AGUJETA f. De aguja. U.t. tireta. Correa o cinta con un herrete en cada punta que sirve para sujetar algunas prendas de vestir. AGUJÓN m. Del aum. de aguja. Aguja gruesa de grandes dimensiones que las mujeres colocan en la parte más alta de la cabeza como sujeción de los paños de cabeza o mantillas. Los agujones aparecen realizados en pasta sobredorada estriada en chapa, con labor de calado y burilado. Suelen presentar espejuelos engastados que le confieren mayor lucidez o una simple bolita similar a una perla que facilitaba su manejo. También se describen en los siglos XVII y XVIII unos agujones de metal dorado, consistentes en unas bolas de las que cuelgan dos cadenas de eslabones. (…) 12 paquetes agujones de arambre amarillo a 10 rs. (…) 2 paquetes de agujones a 6 rs. vn. AGULLA f. Del lat. acucŭla, dim. de acus, aguja. U.m.c. aguja. 33


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Los refranes populares de la Sierra de Guara presentan esta voz: Sastre mocoso, enfíla-me l’agulla y miá cómo coso. O trespunte d’agüela, liza del onze y agulla lanera. AGULLERO m. De agulla. U.m.c. cañuto. Pequeño tubo cilíndrico, habitualmente de madera, que suele cerrarse a rosca y sirve para guardar alfileres o agujas.

yas, un par de pendientes y algún relicario es lo más habitual en una familia de posición media. AJUSTADOR m. De ajustar. U.m.c. achustador. ALAFAYA f. De or. inc. Tejido de seda de la variedad del tafetán que se confecciona mezclando seda y aldúcar. Durante el siglo XVIII y principios del XIX, se tejía en todos los colores y se confeccionaba en Valencia. ALAMAR m. Del ár. hisp. ‘alam adorno [en la ropa]. 1. Presilla y botón, u ojal sobrepuesto, que se cose, por lo común, a la orilla del vestido o capa, y sirve para abotonarse, o meramente para gala y adorno o para ambos fines. 2. U.t. cairel. Guarnición que queda colgando en los extremos de algunas ropas, a modo de fleco. ALANQUÍN m. De Nanquín, ciudad China. U.m.c. mahón.

Agulleros

AGUDEYES m. pl. De güello, ojo. Ojales pequeños y festoneados, de forma redondeada, por los que pasan las cordetas o cordiellas de la camisa femenina ansotana. Los agudeyes presentes en los puños de las mangas de cofradía y de saya, por los que discurren los coflos, aparecen pestpunteados. AISLADO m. Del part. de aislar. Bordado aislado. Tipo de bordado que, partiendo de un bordado de contorno, se complementa a base de puntos y rayitas. AJORCA f. Del ár. hisp. aššúrka, y este del ár. clás. šuruk, pl. de širāk, correa. U.m.c. manilla. Argolla de oro, plata u otro metal, usada por las mujeres para adornar muñecas, brazos y tobillos. AJUAR m. Del ár. hisp. aššiwár o aššuwár, y este del ár. clás. šawār o šiwār. Conjunto de joyas y ropa, a menudo de color blanco, que la mujer aporta al matrimonio y que generalmente ha preparado durante años. Suele estar formado por sábanas, mantas, paños de cocina, toallas, peinadores, funda para peines, camisas, calzones y enaguas. Todas las prendas suelen llevar las iniciales de la mujer bordadas, en algunos casos también las del prometido. En cuanto a jo34

ALBA f. Del lat. albus. Túnica blanca con mangas, por lo general interior, realizada en lino y decorada con ricos encajes y bordados. Utilizada en la indumentaria litúrgica desde el siglo XV se coloca sobre el amito. Representa la pureza. Usada en todas las localidades del Viejo Aragón, aprece refejada en inventarios y libros de cuentas de las parroquias como en el siguiente extracto procedente de la iglesia de Villarreal de la Canal fechado en el año 1769: (…) y dos albas de diferentes telas con sus adornos correspondientes. ALBARCA f. De abarca. U.m.c. abarca. ALBARDA f. Del ár. hisp. albárda‘ah, y este del ár. clás. barda‘ah. 1. Lana que se deja sin esquilar. 2. Pieza principal del aparejo de las caballerías de carga, que se compone de dos almohadas rellenas, generalmente de paja, unidas por una pieza que descansa sobre el lomo del animal. ALBARDURA f. De albarda. Lana muy tupida obtenida de las ancas de las ovejas. ALBARRACÍN m. De Albarracín. U.m.c. paño de Albarracín. Véase paño.


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ALBORNOZ m. Del ár. hisp. burnús o barnús, este del ár. clás. burnūs, y este del gr. βίρρος. 1. Tela hecha con estambre muy torcido y fuerte, a manera de cordoncillo. 2. Especie de capa o capote con capucha. 3. Prenda de tela esponjosa, que se utiliza para secarse después del baño. ALCANDORA f. Del ár. hisp. alqandúra, y este del persa qanture. Vestidura a modo de camisa, o la camisa misma. Voz empleada en los documentos medievales de los siglos XIV y XV. Véase camisa.

ALDÚCAR m. Del ár. hisp. haddúqa. 1. Hilo de seda obtenido del capullo de seda defectuoso o manchado. Véase ocal. 2. Tejido de seda elaborado con el material que le da nombre. Los aldúcares más frecuentes en Aragón son los de color azul, empleados en la confección de sayas, jubones y en algunos casos ropa de niño.

ALCATIFA f. Del ár. hisp. alqaṭífa, y este del ár. clás. qaṭīfah. 1. Tapete o alfombra fina. 2. Pañuelo alcatifa. U.t. alfombrado. Prenda de abrigo de forma cuadra o rectangular usada como sobretodo. Véase cachemir. ALCORZAR Vb. Del lat. accurtiāre, der. de curtāre, cortar. U.m.c. acorzar. Disminuir la longitud, duración o cantidad de algo. ALDA f. De falda. U. t. falda y halda. La Parte baja de las camisas que cae suelta sin ceñirse al cuerpo. En las camisas más rudas solía ser de distinto material del resto de la prenda: (…) siete camisas, cinco con cuerpos de lienzo y aldas de estopa, dos de con cuerpos de cáñamo aldas de estopa.

Aldas. Los grabados muestran las adas de las camisas en vez de las enaguas, en los trajes de diario

Aldúcar. Vestido de bebé confeccionado con esta seda

ALEPÍN m. Del fr. alépine, y este del ár. clás. ḥalabī, de Alepo, ciudad de Siria. 1. Tejido muy fino que tiene la urdimbre de seda y la trama de estambre o lana merina fina y peinada. Frecuentemente de punto asargado; se fabricó en Alepo, ciudad de Siria. (…) 8 varas alepín a 16 rs. vn. la vara. 2. Tejido fuerte de seda, en cuya superficie principal se presenta la trama formando líneas o rayitas longitudinales. La urdimbre tan solo sirve para enlazar con la trama bajo las rayas de manera que apenas aparece visible por la cara del tejido. Se utiliza principalmente para la confección de sayas y chalecos. 3. Tela de lana muy fina, a veces a modo de burato. ALETA f. Del dim. de ala. U.t. picos. Cada una de las pequeñas prolongaciones, generalmente rectangulares, que caen desde la cintura de la cotilla, justillo o jubón de la mujer y que dan amplitud a la falda cuando estas se sitúan por debajo de la misma. En pinturas y grabados del siglo XVIII encontramos mujeres que lucen sus jubones disponiendo las aletas por encima de la saya, sin embargo, una moda en el vestir del siglo XIX muy extendida entre el pueblo llano hace que las mujeres escondan estas aletas o picos dando mayor volumen a las sayas. Así se refleja en la letra de una canción de Sobrarbe: 35


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En un baile en Zapatierno no me deixaron entrar, porque no llebabe os picos debaixo del debantal. (...) La muller que se l´en salen as aletas del chipón, esa podrá ser curiosa, Pero las trazas no son. Una versión de esta copla se recogió en Biescas con esta letra: No me dejaron entrar en un baile lechuguino porque no llevaba picos debajo del delantal.

ALFILETERO m. Del dim. de hazero, almohada, y este del lat. faciarĭus, de facĭes, cara. 1. U.t. acerico. Almohadilla que sirve para clavar en ella alfileres o agujas. 2. U.m.c. cañuto. Tubo pequeño de metal, madera u otra materia que sirve para contener alfileres y agujas.

Alfiletero

ALFOMBRA f. Del ár. hisp. alḥánbal, poyal o tapiz para estrados, usado en Marruecos, y este del ár. clás. ḥanbal, pelliza usada. U.t. bancal, tapete y tapiz de tierra. Tejido de lana o de otras materias, y de varios dibujos y colores, con que se cubre el piso de las habitaciones y escaleras para abrigo y adorno. ALFOMBRADO m. De alfombra. Tipo de tejido, confeccionado mediante la técnica de tapizado, usado para la fabricación de mantones. Estos tienen la particularidad de ser muy gruesos por lo que son empleados como prenda de abrigo. Los hay de forma cuadrada o rectangular; en este caso se denominan capuchas o mantones de ocho puntas. Aletas

ALFILER m. Del ár. al-filat, lo que prende o se entremete. U.t. aguja. Clavillo de metal con punta en uno de sus extremos que sirve para prender o sujetar alguna parte de los vestidos, tocados y otros adornos. Los más comunes son los de cabeza, utilizados para sujetar el pañuelo o mantón al jubón o chambra y evitar que se desprenda del busto de la mujer. Los boletines oficiales de la provincia de Huesca lo presentan en la primera mitad del siglo XIX, entre los géneros de comiso: (…) 2 paquetes alfileres del numero 16 a 16 rs. (…) 2 paquetes alfileres del numero 18 a 18 rs. 36

Alfombrado. derecho y reverso de un mantón de ocho puntas


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Los mantones alfombrados cuadrados tienen una decoración similar a la de los pañuelos de merino finos conocidos como de mil colores. La decoración está realizada a base de figuras geométricas y cachemires cuya combinación da origen a una estrella central, generalmente negra. Los mantones de ocho puntas, fabricados con la misma técnica que los anteriores, tienen la particularidad de ser rectangulares en lugar de cuadrados. La zona central aparece en algunas ocasiones en un color distinto del resto: rojo, blanco, amarillo, verde, etc. Véase capucha. ALFORJA f. Del ár. hisp. alẖurǧ, y este del ár. clás. Hurǧ. U.t. alforcha y en pl. Especie de talega abierta por el centro y cerrada por sus extremos, los cuales forman dos bolsas grandes y generalmente cuadradas en las que pueden depositarse enseres varios con el fin de transportarlos. Las alforjas usadas tradicionalmente en el Viejo Aragón se pueden clasificar en dos grupos: las más sencillas, usadas a diario y confeccionadas con cáñamo o estopa de color blanco y las empleadas para los días festivos o para acudir a las ferias, que aparecen cuidadosamente decoradas con gran variedad de dibujos y son confeccionadas por maestros tejedores en telares manuales. El rico colorido de las alforjas las convierte en la pieza de mayor cromatismo de todas las usadas por los hombres.

Los telares del Viejo Aragón se suministraban de hilos de algodón de varias zonas de Aragón, entre las que destacaban el Bajo Cinca y el Bajo Aragón. Algunas de las famosas colchas de Biescas presentan como urdimbre este material sustituyendo al habitual cáñamo. 2. Hilado o tejido hecho a partir de la borra de algodón. Existen muchas calidades y denominaciones dadas a este tejido atendiendo al resultado final. Se tiene constancia de que ya en el siglo XVII se importaba del país vecino con diversas denominaciones: cotón, cotonía, retor, percal o percalina. Entre los tejidos de algodón importados destacan las indianas, los mahones y los tejidos asargados. 3. U.m.c. tela. ALJÓFAR m. Del ár. hisp. alǧáwhar, este del ár. clás. ǧawhar, y este del pelvi gōhr, perlas. Tipo de perla de tamaño discreto e irregular usada en la fabricación de collares, pendientes y otras joyas.

Almazuela

Alforja

ALGODÓN m. Del ár. hisp. alquṭún, y este del ár. clás. quṭn. Bot. Planta vivaz de la familia de las Malváceas que presenta tallos verdes al principio y rojos al tiempo de florecer; así como hojas alternas casi acorazonadas y de cinco lóbulos. Las flores son amarillas con manchas encarnadas, y el fruto es una cápsula que contiene de 15 a 20 semillas que se presentan envueltas en una borra muy larga y blanca.

ALMAZUELA f. Del ár. almozala, alfombra, cobertor de cama. Prenda confeccionada a partir de la unión de fragmentos de telas diferenes con el fin de formar una sola pieza. Los retajos que se emplean en su realización se unen atendiendo a los colores y tamaños, pudiéndose agregar bordados con el objeto de crear un diseño diferente. El uso de estas vistosas prendas es principalmente el de cobertor y alfombra, más frecuente el segundo debido al peso que adquieren estas. En la actualidad las almazuelas son conocidas con el término inglés de patchwork. ALMIDONAR Vb. De almidón. Téc. Humedecer la ropa blanca, con el fin de que resulte más rígida, utilizando almidón cocido o desleído en agua. Véase aprestado. 37


ISBN 978-84-8321-422-0

9 788483 214220

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