guía de frutos silvestres de la península ibérica y baleares
Jorge Serrano Bolea
PRAMES
ediciones
guía de frutos silvestres de la península ibérica y baleares
Jorge Serrano Bolea
prames
guía de frutos silvestres de la península ibérica y baleares 2017
Texto: Jorge Serrano Bolea Fotografías: Jorge Serrano Bolea Ilustraciones: J. Topete prames Diseño y maquetación: Equipo gráfico de prames Imprime: Ino Reproducciones Depósito legal: Z 174-2017 ISBN: 978-84-8321-480-0
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índice
Prólogo 9 Introducción 11
Especies Especies venenosas 19 Especies no comestibles 89 Especies comestibles 149 Glosario 191 Índices de especies 195
Prólogo
Qué determinante puede ser una guía de campo con una buena fotografía de los frutos, tal y como los encontramos en la naturaleza, a la hora de identificar con precisión una planta. Si a esto añadimos un texto lo más descriptivo posible, que incida en los detalles más significativos y diferenciadores, tendremos una guía que nos será de gran utilidad en nuestras excursiones camperas. Lo anteriormente citado lo cumple esta guía, que cuenta con el valor añadido de que están prácticamente todos los frutos silvestres que podemos encontrar en la Península Ibérica y Baleares, por lo que en esta guía vamos a tener una descripción de cualquier fruto silvestre que encontremos por el campo. La mayoría de los frutos maduran a lo largo del verano, momento en que, debido al buen tiempo y a que suele ser época de vacaciones, se está más en contacto con la naturaleza, siendo el tiempo de observar estas plantas que, al estar en plenitud de colorido por la maduración de los frutos, llaman poderosamente nuestra atención. A veces, al verlos tan tersos, carnosos y brillantes, apetece comer algunos pensando: ¡no pueden ser malos! Sin embargo, hay que insistir en lo precavido que se debe de ser a la hora de consumir productos silvestres, pues, aunque los hay auténticas delicias, son muchos los que pueden causarnos graves problemas, incluso la muerte, y es que con frecuencia presentan coloridos atractivos que los hacen parecer exquisitos, tentadores, pero que pueden resultar auténticas trampas. Esta guía, especializada en frutos silvestres, será de gran ayuda para las salidas camperas a lo largo del verano, el otoño y, en ocasiones, casi todo el invierno, al ser muchas las especies en las que los frutos permanecen en las ramas desnudas, sirviendo de alimento a multitud de aves y mamíferos que encuentran en ellos una buena despensa para los duros días invernales. Al comenzar el verano y, con él, el incremento de nuestras salidas al campo, llega la hora de coger esta guía de frutos silvestres y observarlos en la naturaleza. Como siempre, el monte nos aportará mucho más que frutos; también, aromas, colorido y sensaciones, muchas inimaginables, a disfrutar.
Lonicera implexa (madreselva zampatitos) 9
Introducción
Una gran floración, promesa de una abundante fructificación
Aparecen en esta guía, prácticamente, todos los frutos que crecen silvestres en la Península y Baleares, pero con algunas excepciones. Así, por ejemplo, no hay referencias a determinadas especies que se han asilvestrado o naturalizado recientemente, a partir de “escapadas” de huertos o jardines; sí a aquellas que ya llevan tiempo naturalizadas y que ya se las considera parte de la vegetación natural. Tampoco hay referencias a los frutos de muchas plantas que, perteneciendo a una misma familia, presentan aspectos y cualidades muy parecidos, en primer lugar, porque resultaría muy repetitivo y, en segundo lugar, porque hay familias con tantas especies parecidas que requerirían por sí solas una publicación para ellas. Como muestra de estos casos se pueden citar a los pinos con sus parecidas piñas y a los rosales con sus escaramujos. De ellos solo aparecen dos o tres ejemplos que explican las características de todas esas especies similares, aunque no figure su referencia individualizada en esta guía.
Osyris alba (retama loca) 11
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los frutos y su clasificación El fruto, definido como el resultado de la polinización de la flor, es una estructura vegetal, siempre compleja, proveniente de la transformación de algunas o de todas las partes de la flor, principalmente, del ovario y de los óvulos. Normalmente, los óvulos fecundados se transforman en semillas, órganos encargados de dar lugar a nuevas plantas tras la germinación.Y para proteger esas semillas o para ayudar a su dispersión, el ovario junto a otras partes de la flor darán lugar a lo que se conoce como pericarpio (pulpa, piel, etc.), que unas veces es carnoso y otras, leñoso, siendo el resultado frutos de muy diferentes estructuras. La mayoría de los frutos silvestres presentan colores muy vivos y llamativos que, con frecuencia, se hacen muy visibles al permanecer en las ramas mucho tiempo después de que estas hayan perdido sus hojas en otoño. Pero la verdadera finalidad de esas coloristas estructuras es la dispersión de sus semillas, conquistando nuevos territorios y haciendo más viable la pervivencia de la especie. Y ese es el motivo de que evolucionen hacia formas y colores atractivos para todo tipo de fauna, especialmente aves y mamíferos, para los que a menudo son su alimento principal.Y al comerlos se convierten, sin pretenderlo, en los encargados de la dispersión de sus semillas, al expulsarlas mezcladas con las heces, con frecuencia, lejos de donde las consumieron. Un alimento que a veces resulta imprescindible en épocas invernales, sobre todo para determinadas especies de aves migradoras, que escogen su lugar de invernada en función de la abundancia o escasez de frutos en él.
Viburnum lantana (lantana)
Ribes uva-crispa (grosellero)
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introducción
No existe una única manera de clasificar los frutos, apareciendo agrupados de una u otra forma según el criterio que se haya seguido para su clasificación. El orden que siguen las distintas fichas en esta guía ya son consecuencia de una determinada clasificación, en este caso, en función de su grado de comestibilidad: Venenosos. Abarcan desde especies cuyo consumo puede provocar pequeños trastornos hasta los muy tóxicos, a veces mortales, incluso consumidos en pequeñas cantidades. No comestibles. Son muchas las especies cuyos frutos merecen esta consideración, porque unas veces su sabor insípido y otras su textura farinácea los hace carentes del mínimo valor culinario. Comestibles. Son muy pocos los frutos que merecen la catalogación de comestibles, pero entre ellos se encuentran algunos tan exquisitos como fresas, frambuesas o moras, auténticas delicias tanto para su consumo en fresco como para elaborar mermeladas. Una de las clasificaciones más elementales y más utilizadas es la que tiene en consideración la naturaleza de su pericarpio, en cuanto a si es de consistencia leñosa o no. Siguiendo este criterio, los frutos se agruparían en frutos carnosos y frutos secos: Frutos carnosos. Son aquellos cuyo pericarpio está formado por una pulpa más o menos jugosa y contienen unas semillas adaptadas a soportar el paso por el tracto digestivo de sus comensales sin descomponerse. Estos, a su vez, se pueden subdividir en: Baya. Es un tipo de fruto en el que las semillas se hallan directamente en la pulpa, sin ningún tipo de separación ni elemento que las aísle. Entre estos: uvas, muérdago, dulcamara, etc. Drupa. Es aquel fruto en el que la semilla no se haya en contacto directo con la pulpa, sino que se halla en el interior de un envoltorio leñoso que lo aísla de aquella. Ejemplos de este tipo son la cereza o el endrino. Pomo. Es un tipo de fruto en el que las semillas no tienen un protección leñosa, pero tampoco se hallan directamente en la pulpa, pues las protege una especie de fino envoltorio de consitencia coriácea. Como ejemplos de este tipo se pueden citar a la pera o la manzana.
Fruto en baya
Fruto en drupa
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Fruto en pomo
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Frutos secos. Son aquellos que carecen de pulpa, siendo leñosa toda la parte que rodea y protege a las semillas, en este caso, las partes comestibles del fruto. A su vez aparecen subdivididos en: Legumbres. Frutos divididos en dos valvas como en el espantalobos. Cápsulas. Una especie de cajas formadas por varias valvas que se abren en la madurez, como ocurre en el fruto del estramonio, que se abre en cuatro valvas. Aquenios. Son frutos de una sola semilla, en los que el pericarpio no se halla adherido o soldado a ella. Son ejemplos de este tipo las bellotas de quejigos, coscojas, etc., pero también, quién lo diría, lo que parecen semillitas dispersas por la superficie de la fresa. Otro criterio clasificatorio podría ser aquel que tiene en cuenta el tipo de envoltura que protege las semillas y que daría lugar a dos tipos de frutos: Dehiscentes. Son aquellos frutos que, al llegar a la madurez, se abren liberando las semillas que protegían en su interior y que, a su vez, se pueden agrupar en diferentes subdivisiones como: Legumbres. Los divididos en dos valvas como el ya citado espantalobos. Cápsulas. Como el estramonio, ya citado en el apartado de frutos secos. Indehiscentes. Son frutos en los que la envoltura que protege las semillas no se abre de forma natural, necesitando, para que se produzca la liberación de las semillas, que se dé alguna circunstancia externa y ajena al propio fruto, como la descomposición de la parte leñosa por putrefacción, por atravesar el tracto digestivo de determinados animales o por otras diversas causas. Con estos criterios encontramos distintos tipos de frutos:
Colutea arborescens (espantalobos)
Datura estramonio (estramonio)
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introducción
Aquenio. Como las bellotas, ya citados en el apartado de frutos de tipo seco. Nuez. Tipo de fruto seco con una sola semilla, como la avellana. Frutos carnosos. La mayoría de los frutos carnosos entrarían en esta clasificación. Además de los anteriores tipos de frutos, que podrían considerarse simples, aún quedan por citar algunas estructuras fructíferas más complejas a las que normalmente se las denomina frutos compuestos o falsos frutos. Entre ellos, algunos de los más conocidos y más sabrosos de los que se pueden encontrar en el monte de forma silvestre, como moras o frambuesas, que, más que un fruto, son una agrupación de varios frutitos de tipo drupas, como se aprecia claramente si se observan con detenimiento. Otro ejemplo de los considerados falsos frutos lo encontramos en especies como la fresa, cuyo fruto es en realidad una masa de pulpa que actúa de soporte de los verdaderos frutitos, que son de tipo aquenio y que aparecen dispersos por la superficie. Atendiendo a estas últimas consideraciones podría hacerse una nueva clasificación de la que resultarían: Simples. Provienen de un solo ovario maduro. Agregados. Son frutos que se forman de una sola flor con varios ovarios.Y como ejemplo, uno de los más exquisitos y por fortuna abundante, la fresa, una masa de pulpa con varios frutos, aquenios, dispersos por su superficie. Múltiples. Serían los provenientes de la agrupación de varias flores. Y también en este caso se puede citar uno tan abundante como la mora, que además de sabroso es de los más recolectados para elaborar deliciosas compotas y mermeladas.
Rubus ulmifolius (zarzamora)
Fragaria vesca (fresa)
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condiciones ambientales, ecosistemas, etc. En un territorio tan extenso y tan variado como el que conforma la Península Ibérica y Baleares se halla representada una gran variedad de ecosistemas y ambientes ecológicos diferentes, que van desde zonas de alta montaña como los Pirineos, al norte, o Sierra Nevada, al sur, pasando por extensas llanuras en mesetas elevadas como las castellanas, hasta zonas semidesérticas como la depresión del Ebro o los desiertos de Almería, sin olvidar el hecho de estar prácticamente rodeados por el mar y, por tanto, con muchas extensiones litorales en la Península y, especialmente, en las islas Baleares. Toda esta variedad geográfica conlleva una gran riqueza vegetal, con muchas especies diferentes de plantas y, por consiguiente, también con una gran cantidad de frutos diferentes. En ambientes tan diversos se encuentran frutos con adaptaciones muy curiosas, desde especies ubiquistas, capaces de medrar en muy diferentes ecosistemas y distribuidas por todo el territorio, hasta las plantas más selectivas, que solo crecen en zonas muy concretas donde se dan unas condiciones muy específicas y diferenciadas, entre las que cabe citar la alta montaña o las áreas semidesérticas. Además, con tanta variedad edáfica y ambiental, se producen circunstancias curiosas con plantas para las que se citan como lugares idóneos para su desarrollo ubicaciones tan diferentes como solanas o umbrías. En esta circunstancia se hallan plantas como el madroño, para el que se citan como lugares apropiados para su crecimiento las laderas más soleadas en la montaña y que, sin embargo, en las sierras de la depresión del Ebro solo medra en las umbrías más frescas. También se observan algunas variaciones en las propias plantas, en las que se pueden apreciar diferencias en el desarrollo de sus frutos, siendo los frutos que crecen en las ramas orientadas al sur los primeros en madurar y entrar en sazón.
actividades y consejos Una de las primeras y principales normas que se deben seguir en las salidas al campo es siempre el tratar de pasar los más inadvertido posible. Ropas de colores discretos para no parecer un semáforo entre las matas y arbustos del monte. Aunque como todo tiene su excepción, si se sale al monte en temporada de caza y, sobre todo, si sabemos que hay batidas por los alrededores, en ese caso es conveniente ir lo más llamativo y colorido posible, porque más de un naturalista ha tenido algún encuentro desagradable no exento de peligro.
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introducción
Viburnum opulus (bola de nieve)
Hablar en tonos normales y nunca a gritos como si pretendiéramos pregonar nuestra presencia a los cuatro vientos. Llevar siempre ropa y calzado adecuados (en el monte, para andar entre hierbas y matojos, no sirven esos mini pantalones que aparecen en las películas de selvas). Si pretendemos fotografiar detalles de las plantas como frutos u hojas, es recomendable llevar unos guantes que nos protejan de posibles pinchazos, pues son muchos los arbustos que tienen espinas en sus ramas y, algunas, de considerables medidas. Con unos de los más bastos y baratos que venden en cualquier droguería será suficiente. Llevar siempre un cuaderno de campo y anotar cuantos más datos mejor de la especie que hemos localizado: tamaño, forma de las hojas, nombre del paraje, forma y color de los frutos si es que los tiene, número de semillas que contiene cada fruto, etc. De nada sirve guardar fotos sin ninguna información, pues tan importante o más que la fotografía son los datos de su localización. Suele ocurrir que, cuando se comienza a estudiar o a indagar sobre cualquier materia, se recuerdan todos los datos por ser pocos los que hay que almacenar, sin embargo, llega un momento en que son muchos y ya no se recuerda una parte importante de ellos, perdiendo una información vital, que solo depende de una pequeña anotación en el ‘imprescindible’ cuaderno de campo.
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un vistazo a las agallas ¡AGALLAS! Expresión de un ataque por parte de un insecto y una planta que se defiende. El insecto hace la puesta en una rama o en una hoja. La planta se defiende generando unas excrecencias que envuelven la puesta, aislándola. El insecto que nace de la puesta se encuentra protegido en la ‘‘casa’’ que le proporciona la planta. Con frecuencia, estas agallas son confundidas con los auténticos frutos, con los que nada tienen que ver.
En coscoja
En rosal
En sauce
En quejigo
En rododendro
En chopo
En roble
En lentisco
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Especies venenosas
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Zumaque
Catalán Sumac Gallego Arbore das pelucas Euskera Zumakea
Rhus coriaria
Anacardiaceae
Crece con porte arbustivo, muy ramificado, sin superar los 2 o 3 metros de altura. Es una especie caducifolia, de grandes hojas compuestas, imparipinnadas, con folíolos ovados o lanceolados, de bordes aserrados y de hasta 20 cm de longitud. La floración tiene lugar en un periodo que va desde mayo a julio. Desarrolla una especie de inflorescencia o ramillete de flores en el extremo de las ramas. El fruto, del tamaño de un guisante, es una pequeña drupa que adquiere tonos pardo-rojizos al madurar en otoño. Este fruto es considerado tóxico comido en fresco por lo que debemos abstenernos de consumirlo. Se cultivaba por sus aplicaciones tintóreas en curtidurías de pieles. Hoy su cultivo está en desuso, pero pueden verse ejemplares asilvestrados en orillas de pistas y carreteras, sobre todo, cerca de pueblos o de cultivos abandonados. A veces forman pequeñas poblaciones, en zonas húmedas, dispersas por toda la Península.
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especies venenosas
Acebo
Catalán Grèvol Gallego Acivro Euskera Gorostiya
Ilex aquifolium
Aquifoliaceae
Arbustillo muy ramificado desde la base, a veces con porte de pequeño árbol de copa cónica, de no mucha altura. Se trata de una especie perennifolia, cuyas hojas, de formas ovales y bordes dentados, presentan muchas veces fuertes y duras espinas, y siempre un color verde oscuro, muy brillantes por el haz. Especie dioica, solo los ejemplares hembra darán frutos tras la floración a principios de verano: unas bolitas rojas y de tonos muy brillantes, que maduran ya entrado el otoño y que permanecen mucho tiempo en las ramas. Aunque tóxicos para el hombre, se convierten en un estupendo alimento para muchas avecillas que explotan esta despensa en una época invernal en que muchas veces escasea el alimento. No forma densas poblaciones, pero se ven grupos en lugares favorables, en lindes de caminos y canchales pedregosos. Especie de media y alta montaña, más abundante en la mitad norte, pero disperso por toda la Península y Mallorca.
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Hiedra
Catalán Heura Gallego Hedra Euskera Huntza
Hedera helix
Araliaceae
Especie trepadora, leñosa, perennifolia, que se sirve de unas pequeños raicillas que le crecen a lo largo de los tallos para asirse al soporte que encuentra más cercano, aunque puede crecer de forma rastrera. Llega a cubrir el árbol sobre el que se apoya, acabando por asfixiarlo al no poder desarrollar sus propias hojas. En la hiedra se diferencian muy claramente dos formas de hojas, romboidales las que crecen en las ramas más jóvenes, en las que se desarrollan los frutos, y de forma palmeada el resto. La floración tiene lugar en el otoño, y en la primavera y veranos siguientes maduran los frutos, una especie de bolitas negruzcas, de hasta 1 cm de diámetro. Tanto los frutos como el resto de la planta son sumamente tóxicos para el hombre. Crece en lugares frescos y ambientes húmedos, hallándose ampliamente distribuida por toda la Península, aunque más abundante en el este y sur, en zonas umbrías, llegando incluso a las sierras de cierta altitud de las islas Baleares.
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especies venenosas
Emborrachacabras
Catalán Roldor
Coriaria myrtifolia
Caprifoliaceae
Arbusto caducifolio, sus hojas, cortamente pecioladas, se unen a los tallos con disposición opuesta. Ramificado desde la base, con largas ramas que se entrecruzan conformando amasijos impenetrables, alcanza entre 2 y 3 metros de altura. Florece en primavera, desarrollándose los frutos, agrupados en racimos, a lo largo del verano. Aparecen muy coloristas, pues se ven entremezclados, algunos con tonos rojizos, todavía en desarrollo, y otros negruzcos, ya completamente maduros. Pese a su sabor agradable, son muy tóxicos para el hombre, al que incluso pueden causar la muerte. A algunos animales, como las cabras, parece que le sumen en un estado de embriaguez a decir de algunos pastores que las han visto consumirlos. Especie dispersa por todo el este peninsular, escasa, pero si se dan las condiciones adecuadas se ven poblaciones localmente abundantes. Casi siempre, en riberas de ríos, fondos de barrancos y sobre suelos con un cierto grado de humedad.
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Madreselva alpina
Catalán Diter Gallego Herba salgueira Euskera Atxapar alpetarra
Lonicera alpigena
Caprifoliaceae
Arbusto leñoso, muy ramificado, de delgadas ramas que crecen erectas y que alcanza unos 2 metros de altura. Especie caducifolia, sus hojas, crecen opuestas y se unen al tallo por medio de un peciolo de aproximadamente 1 cm de longitud. Florece a mediados de primavera y va fructificando a lo largo del verano, apareciendo los frutos de un rojo muy intenso al alcanzar la madurez. Bayas que, tanto por aspecto como por tamaño, nos recuerdan más a pequeñas cerezas que a los frutos de las otras madreselvas, por supuesto, solo en su aspecto exterior, porque, como ocurre con el resto de madreselvas, jamás debemos consumir sus tóxicos frutos. En la Península solo crece en el Pirineo central, oscense y catalán, siendo seguramente la madreselva más escasa de las que se dan en la Península. Casi siempre, poblaciones de pocos ejemplares, creciendo sobre suelos húmedos en claros de bosques de hayas y pinos o en umbrías situadas al pie de cantiles.
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especies venenosas
Madreselva biflora
Catalán Lligabosc biflor Gallego Herba salgueira Euskera Atxapar biloreduna
Lonicera biflora
Caprifoliaceae
Arbusto trepador, ramificado desde la base, con ramas tipo liana que superan a veces los 5 m de longitud. Aunque catalogado como caducifolio, en inviernos suaves puede llegar a conservar las hojas. Hojas simples y de forma ovada o elíptica, de color verde oscuro por el haz, más pálido por el envés, que crecen cortamente pecioladas, aproximadamente 1 cm, con disposición opuesta sobre las ramas. A lo largo del verano, desarrolla flores entre amarillas y blanquecinas que crecen agrupadas de dos en dos. Fructifica en otoño, una baya globosa de entre 5 a 7 mm de diámetro, con tres semillas protegidas por la pulpa, que adquiere un tono negro azulado cuando alcanza la madurez. Irritantes y tóxicas para el hombre. Crece en barrancos y ramblas cercanas a la franja litoral. En la Península lo hace de forma no muy abundante por el este y el sur, desde Tarragona (delta del Ebro), siguiendo por Valencia y Murcia, hasta la zona costera del sur de Andalucía.
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Madreselva etrusca
Catalán Galleret Gallego Enredadeira arborea Euskera Atxaparra
Lonicera etrusca
Caprifoliaceae
Planta leñosa cuyos tallos tienden a enroscarse, creciendo en forma de enredadera sobre los arbustos que encuentra más próximos. Sus hojas, que son caducifolias, crecen opuestas, escasamente pecioladas, salvo las del extremo de las ramas, donde se desarrollan flores y frutos, que aparecen soldadas por la base. La abundante floración tiene lugar en los meses de mayo y junio, fructificando sus bayas a lo largo del verano y mostrando un intenso y llamativo color rojo vivo cuando alcanzan la madurez. Como en el resto de las madreselvas son frutos muy tóxicos para el hombre, que debe abstenerse de consumirlos. Típica del área mediterránea, indiferente al tipo de suelos y poco exigente en cuanto a requerimientos hídricos, solo necesita un poco de humedad, aspectos que la convierten en una de las más abundantes y más ampliamente distribuidas por la Península, a veces con ejemplares aislados y otras formando grupos de muchos individuos.
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especies venenosas
Madreselva zampatitos
Catalán Dolçamel Gallego Herba salgueira Euskera Atxaparra
Lonicera implexa
Caprifoliaceae
Arbusto leñoso con tallos erectos o trepadores que alcanzan por lo general los 3 metros de longitud. Especie perennifolia, sus hojas crecen de forma opuesta sobre los flexibles tallos. Las de los extremos de los tallos, donde se desarrollan las flores y los frutos, aparecen tan soldadas por la base que forman una especie de cazoleta que la diferencian de las otras especies y la hacen fácilmente reconocible. A partir del mes de mayo comienza a desarrollar su abundante floración, que concluirá con la fructificación a lo largo del verano. Los frutos, una especie de bayas de unos 5 mm de diámetro, anaranjadas y translúcidas, crecen agrupados en número variable en esa especie de cazoletas que conforman las hojas de los extremos. Se le atribuyen poderes afrodisiacos, pero son bayas tóxicas que no hay que consumir. Característica del área mediterránea, crece en cualquier suelo, dispersa por el sur y el este de la España peninsular, sin ser abundante en ninguna zona.
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Madreselva japonesa
Catalán Lligabosc del japó Gallego Herba salgueira Euskera Atxaparra
Lonicera japonica
Caprifoliaceae
Planta trepadora que desarrolla unas ramas tipo lianas con las que alcanza hasta 9 o 10 m de altura. Especie caducifolia, aunque en inviernos benignos puede conservar el follaje. Sus hojas, de forma ovoidea, simples y de margen entero, de unos 5 cm de longitud, son gruesas y de color verde, más pálido por el envés. Hojas con peciolos de hasta 1 cm que crecen con disposición opuesta sobre las flexibles ramas. La floración tiene lugar durante el verano y principios de otoño, teniendo, por lo general una floración muy abundante, formada por flores amarillas muy olorosas que crecen en parejas. La fructificación tiene lugar en otoño, desarrollando una especie de bayas globosas de unos 5 mm de diámetro, de color negro cuando alcanzan la madurez y que, al igual que los de las otras especies de madreselvas, son tóxicas para el hombre. En España se utiliza como planta ornamental en muchos parques, de donde se ha ido propagando asilvestrada alrededor de poblaciones de toda la Península.
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especies venenosas
Madreselva negra
Catalán Gatzerí Gallego Herba salgueira Euskera Atxapar beltza
Lonicera nigra
Caprifoliaceae
Planta leñosa cuyos finos tallos llegan a alcanzar los dos metros de longitud, creciendo erectos o poco curvados. Las hojas, cortamente pecioladas, crecen con disposición opuesta sobre los delgados tallos. Florece a finales de primavera y principios de verano, y las bayas maduran a mediados de verano. Es quizás la madreselva más fácil de reconocer, pues es, con la japonica, la única cuyas bayas no son de color rojo o anaranjado, sino que son negras cuando alcanzan la madurez. Al igual que ocurre en otras especies, estas bayas crecen soldadas de dos en dos; bayas que tienen una pulpa azulada. Algunos estudiosos no la consideran tóxica, pero una gran mayoría recomienda no consumirlas. Especie de montaña, crece en claros de bosques de hayas y abetos, a menudo mezclada con rododendros. Propia del centro y el sur de Europa, en la Península se localiza en las montañas del cuadrante nordeste: Pirineos, Moncayo y Montseny.
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Madreselva Común
Catalán Dolçamel Gallego Cabrifollo Euskera Basoetako atxaparra
Lonicera periclymenum
Caprifoliaceae
Un problema a la hora de identificar las madreselvas atendiendo a sus frutos es lo parecidos que son en algunas de ellas, claro que tienen la ventaja de que, como los de todas las especies son en mayor o menor medida venenosos y no debemos comer ninguno, no hay posibilidad de intoxicación por error en el reconocimiento de la especie. Un detalle que ayuda a diferenciar las distintas especies es la disposición de las hojas en el tallo. En esta son libres, no soldadas por la base, salvo el par superior. La floración, siempre abundante, comienza en el mes de junio y va fructificando a lo largo de todo el verano. Los frutos, tóxicos como en todas las madreselvas, son en forma de baya, en este caso de un llamativo rojo vivo. Se trata de una planta trepadora leñosa que crece en zonas abrigadas, aunque no tengan mucha humedad. En la Península aparece dispersa, con preferencia por áreas del centro y el sur, faltando solo en la zona norte.
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especies venenosas
Madreselva pirenaica
Catalán Cireretes de pastor Gallego Herba salgueira
Lonicera pyrenaica
Caprifoliaceae
De porte arbustivo, leñoso y ramificado, y aspecto globoso, que no supera, por lo general el metro o metro y medio de altura. Sus hojas, de formas obovadas y color verde muy claro, crecen con disposición opuesta sobre unas ramas de aspecto blanquecino, a las que se unen tan cortamente pecioladas que casi parecen sentadas. Florece a principios de verano, madurando sus frutos desde mediados a finales de la estación veraniega. Los frutos, una especie de pequeñas bolitas, son unas bayas de color rojo anaranjado, brillantes y algo translúcidas, como en casi todas las especies de la familia y como en todas ellas, consideradas venenosas para el hombre. Común en los Pirineos y dispersa por el noroeste y por zonas montañosas del centro y el sur de la Península. Coloniza con frecuencia zonas rocosas, siendo frecuente verla crecer en grietas de paredones verticales, incluso en pilares de algunos puentes con ambiente climático propicio.
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Madreselva cerecillo
Catalán Boix moll Gallego Herba salgueira Euskera Atxaparra
Lonicera xylosteum
Caprifoliaceae
Arbusto caducifolio que crece muy ramificado, desarrollando largas varas que llegan a alcanzar hasta los 2 o 3 metros de longitud. Sus hojas se distribuyen por los flexibles tallos de forma opuesta y cortamente pecioladas, incluso las de los extremos. La floración y fructificación se produce a lo largo de todo el verano. En esta especie, los frutos, bayas de color rojo brillante, crecen soldadas por parejas. Cada una de esas bayas encierra en su interior 4 semillas. Aunque no llegan a ser tan mortales para el hombre como en otras especies, son lo suficientemente tóxicos como para causar vómitos y mareos, lo que desaconseja por completo su ingesta. Solo es frecuente en claros de bosques, matorrales y terrenos secos de las zonas de montaña y media montaña del norte y el centro de la Península, por donde se halla ampliamente extendida. También crece, aunque de forma escasa, en Baleares y por el Sistema Ibérico, donde solo se encuentran ejemplares aislados.
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Aparecen en esta guía, descritos con detalle, hasta 168 frutos de diferentes especies, la práctica totalidad de los que podemos encontrar en estado silvestre.
Algunos son auténticas delicias para el paladar más exigente; otros, insípidos o carentes de valor culinario; y bastantes, muy tóxicos y venenosos para el hombre. Esta última característica hace que en este libro aparezcan ordenados según su grado de comestibilidad, comenzando por los venenosos, para que se tenga siempre presente que se debe de ser muy prudente a la hora de consumir productos silvestres, por lo que recomendamos leer con detenimiento la descripción de los distintos elementos de la planta que aparece en cada ficha, para identificar al fruto correctamente y, ante la más mínima duda, abstenerse de consumirlo.
En la descripción de cada ficha, además de los nombres científicos y comunes, aparecen sus denominaciones en catalán, gallego y euskera.