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El Gesto Noble en la vereda Viboral

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La fiesta de todos

La fiesta de todos

guaPacha

el Carmen de Viboral como otros municipios y regiones del país sufrió por el conflicto colombiano. La apropiación de su territorio por grupos armados, alza de tazas de muertes violentas en años como 1992-1995 y, sobre todo, desarraigo por parte del campesino hacia la vocación de su territorio son algunas marcas del pasado. Veredas como Santa Rita, Santa Inés, San José, San Lorenzo, La Esperanza, La Madera y la Florida tuvieron grupos como el ELN, FARC, EPL y la contrainsurgencia AUC, fragmentando el tejido y la vida en comunidad.

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A pesar de todo, el Festival Internacional de Teatro “El Gesto Noble” vuelve a habitar espacios no convencionales. Su primera intervención en territorios rurales fue en el año 2016 en la vereda El Porvenir, trasladando toda su utilería en un helicóptero Black Hawk convirtiendo un artefacto de guerra, en uno de arte y vida. La apertura del festival a estos territorios apartados se da para que sus habitantes puedan experimentar el arte, y al mismo tiempo, se apropien de sus diferentes dinámicas sociales y políticas. Según Alejandro López Ramírez, integrante del comité gestor del Gesto Noble hace 13 años y artista del municipio, es la sexta vez que el festival interviene en territorios diferentes a lo urbano: dos versiones en la verada El Porvenir, una en La Chapa, San Vicente, San José y esta versión en la vereda Viboral.

Este año la vereda fue seleccionada para la actividad: “El Gesto Noble en la Vereda Viboral” el martes 18 de julio a las 2 pm. Además, contará con grupos de teatro conocidos como Espada de Madera (Ecuador), su propuesta es una adaptación del cuento “Hombre de Azul” cuyo autor es Patricio Estrella, un médico e investigador ecuatoriano que recopiló algunas de sus historias como médico rural en el libro “Hombre Solo”; el espectador encontrará a Tocahi un personaje sencillo y solitario que enfrenta una historia de amor atravesada por el concepto de radio teatro; y Teatro Oficina Central de los Sueños (Medellín), su propuesta “La Ciudad de los Cómicos” abarca el teatro infantil: una compañía de cómicos ambulantes cruzan el árido desierto buscando a Dary Azar (La ciudad de los cómicos) sitiada por un dictador El Kan Rasif; las únicas armas de la ciudad son el humor y la poesía. Esta compañía de cómicos busca a un viejo compañero que es el único capaz de resolver el conflicto.

Los grupos de teatro y las obras que estarán en la Escuela Vereda Viboral llevan una propuesta cercana a la vida rural. A su vez, el Gesto Noble tiene la intención de generar espacios de reconocimiento y apropiación del tejido social a través del arte en la ruralidad. Alejandro López Ramírez coordinador de las actividades rurales del festival habla un poco sobre esto:

“La primera tarea a la que nos enfrentamos es entablar un vínculo con esa comunidad para lograr anticiparnos a lo que sería esa jornada. Luego, el rol del arte y del teatro en sí, también es como esa reconstrucción del tejido y reparación de la grieta social que se ha construido, y el teatro lo que hace es romper la realidad, en el sentido de que invita a mirar hacia otras realidades o hacia otras posibilidades de conformar la experiencia de lo humano. En ese sentido, una obra de teatro o una obra de arte lo que genera es una diversificación de las maneras de leer el mundo. Entonces, nos saca de lo cotidiano e invita a experimentar el mundo de otra manera, en este caso desde una experiencia sensible alrededor del cuerpo, la palabra, las sensaciones y las historias que se tejen alrededor de la escena de forma teatral”.

Así mismo, la comunidad de la vereda Viboral debe prepararse para una jornada de arte, teatro y vida, donde puedan reconocerse como sujetos de derechos culturales pertenecientes a esta XXVIII versión del Gesto Noble. Alejandro López cuenta un poco qué esperan de esta actividad:

“La participación de la comunidad es vital y el Gesto Noble ha configurado esa escuela de espectadores en la que tenemos un municipio donde la asistencia a los eventos es masiva, no solo en los eventos urbanos, sino en las diferentes veredas. También, de acuerdo con su número de habitantes, se da una participación del público, y por eso, esperamos que siga siendo así durante la larga vida que tenga el festival. Y así generar procesos autónomos en cada una de las comunidades; que las comunidades entiendan que ellos desde su realidad y oportunidades, están llamados a transformar la manera como interactúan desde el arte; entonces, yo que creo que el festival más que un encuentro de artistas es una escuela para formar espectadores”.

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