El espejo de los ausentes

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El espejo de los ausentes

Germán Ortegón Pérez

El espejo de los ausentes

El espejo de los ausentes

Germán Ortegón Pérez

Textos de Germán Rey y Rafael Díaz

pontificia universidad javeriana
Campamentos de refugiados saharauis - 2017
Contenido De otros relatos El silencio vital Fotografías 11 71 16 Germán Rey Germán Ortegón Pérez Rafael Díaz
Agradezco a Daian Bernal, Diego Guerrero y Jaime Ángel.
In memoriam Chila
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De otros relatos

Esos seres feroces que invaden nuestras mañanas (las fotografías de Germán Ortegón Pérez)

Cuando la vi estaba en un rincón del vestíbulo de la recepción. Pequeña y comprimida, la exposición no llamaba la atención por su amplitud, sino precisamente por su modestia. Los paneles de donde colgaban las fotografías parecían un poco apretujados y formaban unos corredores por los que solo podía pasar un visitante en silencio. Era imposible agolparse. Fui mirando las imágenes una tras otra, en un ejercicio lento de la memoria. No había figuras humanas, sino objetos, no aparecían rostros, sino composiciones. Pero bastaba con orientar la mirada hacia esos vestigios, esas huellas, para ver aparecer los cuerpos de hombres y mujeres, de niños corriendo y de animales deambulando, en fin, de un mundo que desde ese sencillo rincón dominaba todo el espacio del que no habían querido apoderarse las fotografías.

Era una sensación extraña, porque el acto fotográfico digitalizado, que se ha convertido en una actuación multitudinaria y que en muchas ocasiones está lleno de aspaviento y bullicio, se ha ido transformando en otra forma de lo íntimo —así parezca contradictorio—, golpeado por el alarde y no pocas veces por el olvido. Sin embargo, en la gran cantidad de las conmemoraciones populares de la memoria que a diario se da en Colombia, las fotografías se vuelven una reivindicación de la presencia y de la cercanía, que, como los objetos de Germán Ortegón Pérez, no permanecen en silencio, sino que gritan.

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Estas fotografías se pueden ver en centros de memoria, museos comunitarios, velatones o marchas. Muchas veces es lo que persiste después de las masacres, de los asesinatos y de los miles de desaparecidos que dejó el conflicto armado colombiano, cuya memoria es guardada por sus familiares en imágenes que hacen visible su recuerdo, su dolor y su protesta.

En “Lo que fuimos I” (2017) y “Lo que fuimos II” (2017), las series de fotografía de Germán Ortegón Pérez, los lugares, los objetos, la composición y el tiempo forman un registro de la memoria y, a la vez, presentan una terrible resonancia de la guerra vivida durante décadas, ya sea en una casa enmontada (ese es el nombre que popularmente se le da a las edificaciones abandonadas que la vegetación va devorando de una manera implacable) o en espacios internos, como un dormitorio, una sala o una cocina, que quedaron detenidos en el tiempo. Pierre Nora, quien acuñó el concepto de lugares de memoria, escribe que

los lugares de la memoria son ante todo restos, la forma extrema bajo la cual subsiste una conciencia conmemorativa en una historia que la solicita, porque la ignora […]. Los lugares de la memoria nacen y viven del sentimiento de que no hay memoria espontánea, de que hay que crear archivos,

Esta espacialidad conserva en su suspensión y en sus ausencias unas presencias latentes y vivas. No hay mujeres trabajando en las cocinas y nadie descansa en las habitaciones, a pesar de que en algunas de las fotografías hay por lo menos un objeto con una evocación inquietante. Sus camas a medio hacer han quedado abandonadas con colchones embadurnados por la tierra que entra por las ventanas. No vive nadie allí, pero la sensación es la de un vívido recuerdo y la de que esas habitaciones fueron habitadas en algún momento.

Esa distancia temporal y sobre todo existencial entre un pasado diferente y un presente que ha cambiado radicalmente se encuentra en cada una de las imágenes de Germán Ortegón Pérez. Sus mundos con seres humanos inexistentes pero insinuados tienen una fuerza tremenda. Hay en

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1 Pierre Nora, Pierre Nora en Les lieux de mémoire, trad. Laura Masello (Montevideo: Trilce, 2008), 24-25. mantener aniversarios, organizar celebraciones, pronunciar elogios fúnebres, labrar actas, porque esas operaciones no son naturales.1

ellos unas pocas imágenes en las que los rostros de sus posibles habitantes saltan a la vista del espectador, ya sea en los retratos enfilados junto a la figura del Niño Jesús, que permanecen en una casa abandonada, o en el reloj con los minuteros detenidos frente a la foto de un joven armado con uniforme militar. En esta última fotografía hay un contraste abrumador entre la hora que ha quedado fijada en un tiempo que se va desvaneciendo en el pasado y el cuerpo del militar del que nunca sabremos nada más que su presencia atribulada.

Los objetos de las dos series de “Lo que fuimos” aparentemente están vencidos, los ha destruido el paso del tiempo, esa ausencia de los seres que los usan y la extrema sensación de que se han quedado solos después de que sus dueños huyeron o murieron. La palabra desplazados, que es común en el lenguaje del conflicto colombiano, alude literalmente a ‘perder el lugar’, ‘ser expulsados’. Su sentido es aún más fuerte y conmovedor porque lo que han perdido todas estas personas ha sido la calidez del hogar y la consistencia de los arraigos, de las relaciones. Los objetos, ya sea una puerta, unas pantuflas de hule o un sombrero roto, son los testigos de esa pérdida.

En la introducción a su libro La vida fácil, la poeta italiana Alda Merini escribe que “a los objetos no les importa nuestra vida, pero a nosotros la historia de estos seres feroces que invaden nuestra mañana nos interesa mucho. Estos seres que despiertan con nosotros al amanecer y que, crueles, no dejan de repetir: ‘Aún estás aquí, con nosotros, aún sigues viva’”.2 Algo similar sucede con las fotografías de la serie “Después de la guerra” (2018), las cuales son un testimonio histórico del mismo conflicto, pero ahora visto por los rastros de su disolución, por las huellas de su fin.

Norberto Bobbio decía que en las grandes dicotomías, como el bien y el mal o eros y tánatos, uno de los polos es mucho más fuerte que el otro. En la de la guerra y la paz, afirma, lo es la guerra.

Asomados a los tiempos de la paz, tan complejos y huidizos, cuando las puertas del templo de Jano se cierran, la guerra que termina queda

también reducida a sus propias cenizas, a la justa proporción de su desquiciamiento. Los tanques en el desierto subsahariano de la serie “Memorias

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2 Alda Merini, La vida fácil. Silabario, trads. Chiara Giordano y Javier Echalecu (España: Trama, 2018).

de arena” (2017) parecen pedazos de chatarra carcomidos por su inutilidad y las vainillas vacías de las balas se hunden en la arena de donde asoman sus cabezas de oprobio. En el caso de las FARC-EP, quedan los residuos de sus campamentos, las botas empantanadas que engulle la hierba y los esqueletos de los cambuches que nos recuerdan ignominias. Ese es un paisaje que se ha devorado a sí mismo. En él no hay ni gloria ni ningún tipo de esplendor. Por el contrario, hasta los símbolos han quedado arrasados, como si los tiempos de la paz por fin le cobraran a su polo fuerte la atracción pírrica de sus victorias en los tiempos de las violencias. “La guerra es una institución inconveniente, injusta o impía que debe ser eliminada”, escribió el mismo Bobbio en 1999.3

No hay que equivocarse con la trayectoria periodística de Germán Ortegón Pérez. Durante años ha sido productor de televisión, director de contenidos audiovisuales y maestro de jóvenes estudiantes. Sus fotos no nacen de la reportería informativa, un oficio por lo demás de una importancia creciente, a pesar de su soledad y de las valoraciones desiguales de las redacciones. Él no anda por los campos o entre las dunas del desierto con la perspectiva del reportero, metido de lleno entre los acontecimientos informativos y las responsabilidades del día a día. Él es un fotógrafo que se perfila como memorista y que calcula exactamente la distancia que diferencia a la información del arte. Su misión no es ofrecer información, sino conmover por la mirada. Por eso nos emocionan sus fotografías y estas nos provocan un silencio activo, porque son el fruto de una exploración cuidadosa y paciente, pero, sobre todo, porque nos permiten asistir a revelaciones que solo lo artístico promete y logra.

Germán Ortegón Pérez registra en este libro el drama del despojo de un modo oblicuo: no son las personas ni las familias enteras que dejaron en un momento sus tierras y sus propiedades, no es su drama en los centros urbanos o como miembros de la guerra en alguno de sus bandos, no es aquello que pudieron tomar consigo: las imágenes nos muestran el aspecto actual de lo que, por algún motivo, no pudieron llevarse.

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Germán Rey 3 Norberto Bobbio, El problema de la paz y las vías de la guerra, trad. Jorge Binaghi (México: Atalaya, 1999), 30.

Reservados todos los derechos

© Pontificia Universidad Javeriana

© Germán Ortegón Pérez

Primera edición en español:

Bogotá, D. C., julio de 2023

ISBN (impreso): 978-958-781-844-4

ISBN (digital): 978-958-781-845-1

DOI: https://doi.org/10.11144/

Javeriana.9789587818451

Número de ejemplares: 200

Impreso y hecho en Colombia

Printed and made in Colombia

Editorial Pontificia Universidad Javeriana

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Teléfono: (601) 320 83 20 ext. 4205

www.javeriana.edu.co/editorial editorialpuj@javeriana.edu.co

Bogotá, D. C.

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Corrección de estilo:

Álvaro David Urrea Ramírez

Diagramación:

Carmen Villegas

Diseño de cubierta: Carmen Villegas

Impresión:

DGP Editores

Pontificia Universidad Javeriana. Vigilada Mineducación. Reconocimiento como

universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento de personería jurídica: Resolución 73 del 12 de diciembre de 1933 del Ministerio de Gobierno.

Prohibida la reproducción total o parcial de este material, sin autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana. Las ideas expresadas en este libro son responsabilidad exclusiva de sus autores y no comprometen las posiciones de la Pontificia Universidad Javeriana.

Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S. J. Catalogación en la publicación

Ortegón Pérez, Germán, autor

El espejo de los ausentes / Germán Ortegón Pérez. -- Primera edición. -- Bogotá : Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2023.

84 páginas ; ilustraciones, Fotografías ; 24 cm

ISBN: 978-958-781-844-4 (impreso)

ISBN: 978-958-781-845-1 (electrónico)

1. Fotografía artística 2. Arte 3. Conflictos - Fotografías 4. Medio ambiente - Fotografías

5. Dolor - Fotografías 6. Artistas 7. Guerra - Fotografías I. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá. Facultad de Comunicación y Lenguaje.

CDD 779 edición 23

inp

12/04/2023

El espejo de los ausentes es una apuesta narrativa que pone a dialogar a los objetos-sujetos de cada fotografía, con la cámara, conmigo como fotógrafo, con el papel, los pigmentos, el impresor, el marquetero y los espectadores. Las huellas de historias vividas o no vividas, reflejadas en las imágenes, despiertan nuestros sentidos aquí o en cualquier lugar del mundo. La propuesta visual que cruza la geografía de lugares y objetos, producto de los vejámenes de la guerra y el abandono, expone la ausencia de sus dueños, habla de otros que no están y que también nos habitan en diversos planos, hilando historias entre la memoria y el olvido.

Los objetos rescatados en estas obras artísticas tienden un puente imaginario entre el desierto del Sahara y Colombia, que abren, a través de la interpretación, una conversación inconclusa. De esta manera, se expande nuestra consciencia y se rescata la belleza espiritual de los objetos-sujetos capturados por la cámara en el tiempo. La curaduría propuesta para la presentación de las fotografías cambió desde el momento en que se pensó presentar esta desdicha universal, de tal manera que cada imagen dialoga con las otras, independientemente de su ubicación geográfica e historia individual, convirtiéndose en un relato más universal.

Estas imágenes abandonan la mirada de la mutilación de los cuerpos, la sangre derramada, las lágrimas incontenidas, que se volvieron paisaje para los espectadores, y, en cambio, apelan a las emociones que despiertan los objetos huérfanos y solitarios en medio de la tragedia, el dolor y la desesperanza.

Germán Ortegón Pérez

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