El libro álbum. Experiencias de creación y mundos posibles de la lectura en voz alta

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Los nuevos paradigmas de lectura que estas obras imponen y su evolución para lograr una indiscutible supremacía entre la ingente producción editorial otorgan al libro álbum un estimable y único valor de uso en las bibliotecas públicas y otros espacios que estimulan la formación lectora. El carácter proteico de estos libros permite aproximarse a ellos desde diferentes ciencias y perspectivas, lo que hace aún más fértil sus posibilidades de análisis y estudio.

Galia Ospina Villalba

Los libros para niños, herederos de una tradición que se remonta al siglo XVII, constituyen un espacio por excelencia donde el lenguaje visual cobra un rol protagónico, en conjunción con los textos, para crear obras que amalgaman con solidez ambos discursos en una trama que teje contextos de gran complejidad semántica e innumerables referencias a otros discursos, como la literatura, el arte y el cine.

EL EL LIBRO ÁLBUM

Desde tiempos remotos la imagen ha logrado hacer visible, en un lenguaje contundente, territorios ignotos de la psique y de la imaginación humana. Ese poder para evocar desde lo interno ha otorgado a las imágenes un valor universal, que cada vez hace más densas diferentes formas de la expresión humana, la exploración de sentimientos y el desarrollo del rico mundo de la creatividad visual.

LIBRO ÁLBUM Experiencias de creación y mundos posibles de la lectura en voz alta

GALIA OSPINA VILLALBA

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EL LIBRO ร LBUM Experiencias de creaciรณn y mundos posibles de la lectura en voz alta Galia Ospina Villalba


Ospina Villalba, Galia, autora El libro álbum : experiencias de creación y mundos posibles de la lectura en voz alta / Galia Ospina Villalba ; prólogo Fanuel Hanán Díaz. -- Primera edición. -- Bogotá : Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2016. 256 páginas : ilustraciones ; 22,5 cm Incluye referencias bibliográficas. ISBN : 978-958-716-924-9 1. PROMOCIÓN DE LA LECTURA - ÁLBUMES. 2. LECTURA ORAL - ÁLBUMES. 3. LECTURA - ÁLBUMES. 4. LIBROS Y LECTURA - ÁLBUMES. 5. LIBROS Y LECTURA PARA NIÑOS - ÁLBUMES. 6. LIBROS ILUSTRADOS PARA NIÑOS - HISTORIA - ÁLBUMES. 1. Hanán Díaz, Fanuel, prologuista. I. Pontificia Universidad Javeriana. CDD 028.9 edición 21 Catalogación en la publicación - Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S.J. __________________________________________________________ inp. Marzo 02 / 2016

El Libro Álbum. Experiencias de creación y mundos posibles de la lectura en voz alta Reservados todos los derechos Primera edición Abril de 2016 © Galia Ospina Villalba © Pontificia Universidad Javeriana © La Silueta ISBN: 978-958-716-924-9 Impreso y hecho en Colombia Printed and made in Colombia Queda hecho el depósito legal.

Corrección de estilo Alejandra Anzola Bravo Diseño y realización gráfica La Silueta Impresión: Javegraf Ejemplares: 400

Editorial Pontificia Universidad Javeriana Carrera 7 n.° 37-25, oficina 1301 Teléfono 3208320 ext. 4205 www.javeriana.edu.co/editorial Bogotá, D. C. La Silueta Carrera 18a # 40a-52 Teléfono 2859459 www.lasilueta.com Bogotá, D. C.


EL LIBRO ร LBUM Experiencias de creaciรณn y mundos posibles de la lectura en voz alta Galia Ospina Villalba



A mi familia.

Tomar un libro y abrirlo guarda la posibilidad del hecho estético. ¿Qué son las palabras acostadas en un libro? ¿Qué son esos símbolos muertos? Nada absolutamente. ¿Qué es un libro si no lo abrimos? Es simplemente un cubo de papel y cuero, con hojas; pero si lo leemos ocurre algo raro, creo que cambia cada vez. Jorge Luis Borges, “El libro” (Borges oral)


CONTENIDO 11 Agradecimientos 15 Prólogo 17 Introducción

21 La experiencia de la lectura

45 El libro álbum: una alianza perfecta entre la imagen y el texto

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La primera escena de la lectura

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El libro interno o psíquico, el libro de la intersubjetividad y el libro del mundo

47

El libro álbum: un juego de tensión poética entre la palabra y la imagen

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Leer: un acto de transgresión

49

Breve panorama histórico del libro álbum

35

La síntesis pedagógica: el diálogo

69

La arquitectura del libro álbum

39

El lugar de la lectura

77

41

El libro y las memorias

La lectura compartida en voz alta con las emblemáticas obras de Ivar Da Coll, Anthony Browne y Chris van Allsburg


89 La pedagogía por proyectos en los talleres de creación de libros álbum 93

La pregunta por el sentido

95

La pedagogía por proyectos

99

El desarrollo del proyecto

105 Resultados: una exposición de libros álbum 109 El libro objeto

153 La biblioteca: un lugar para compartir el ritual de la lectura en voz alta 163 Pasajes del diario de campo de las lecturas compartidas en familia en la Biblioteca Pública Servitá

115 El libro inspirado en la tradición cultural

175 Apéndice 3: Entrevista a María Clemencia Venegas. La mediación de la lectura en la biblioteca escolar

117 Libros de procesos cotidianos

187 Libros recomendados para compartir en voz alta

113 El libro sin palabras

123 Libros que surgen al dejarse llevar por las propias pasiones 125 Libros que resaltan el sentido de la imaginación y de los sueños 129 Conclusiones

221 Epílogo Por María Cristina Gálvez Viteri

131 A manera de epílogo

225 Bibliografía

133 Apéndice 1. Entrevista a Eyleen Carolina Camargo

243 Relación de imágenes

143 Apéndice 2. El inventor de sombrillas: como niños gigantes a la sombra de un árbol

249 Agradecimientos por la autorización para reproducir imágenes



Agradecimientos

Reconozco los valiosos aportes de muchas personas sin las cuales este libro no habría encontrado cuerpo, voz y porosidad. Quiero dar las gracias a: Mi familia, que constituye los cimientos y el soporte de mi casa humana, creativa e intelectual. Lucas Ospina, mi hermano, por su bello gesto de generosidad y decidido apoyo. Él me enseñó a enfocar todas mis energías en el trabajo creativo y a no malgastarlas en distracciones sin importancia. Beatriz Helena Robledo, por el valioso acompañamiento tutorial y su lectura lúcida, crítica y sensible. Alfonso Velasco Rojas, por su leal y preciosa colaboración en todo el proceso de gestión de reproducción de imágenes y por su noble representación en la promoción académica y comercial de mi obra. A este genuino editor, pedagogo y amigo, le debo el descubrimiento de asumirme como autora y las revelaciones del universo editorial. Él me enseñó a ver más allá y a oír los ecos de la bienaventuranza; el sonido de nuevos viajes y charlas en el exterior. Por él recobré la esperanza.

Luis David Prieto Martínez, Vicerrector Académico de la Pontificia Universidad Javeriana y a su Asistente Andrés Atahualpa Pérez, por iluminar los pasajes inciertos con la sensible escucha y la impecabilidad de sus obras. Carlos Gaitán Riveros, decano académico de la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Javeriana, por ensanchar mi “frontera indómita” y por su incondicional apoyo en este proyecto. Luis Fernando Granados, S. J., por el proceso de formación humana, emocional e intelectual que experimenté en el Seminario Resiliencia y Desarrollo Humano y por su voz de aliento en la sombra. Jaime Parra Rodríguez y Mauricio Pérez Abril, director de la línea de investigación “Sistemas didácticos en el campo del lenguaje” de la Pontificia Universidad Javeriana, en reconocimiento a la libertad expresiva, la confianza y el apoyo a esta investigación. Nicolás Morales, por acoger con entusiasmo la complejidad de este proyecto y depositar su fe en esta aventura.


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Daniela González, Juan Pablo Fajardo y Andrés Fresneda de La Silueta Ediciones, por abrazar con lucidez y notable profesionalismo la desafiante tarea de diagramar este libro. Ustedes me enseñan a ver las palabras de Heather Marshall: una obra es “una estructura compleja de arquitectura perfecta”. Ana Calle, por acompañar este libro con tanta paciencia. A Rafael Rubio por su amable y receptivo acompañamiento en el proceso editorial. Rafael Nieto, por su apoyo en la divulgación académica y comercial de mi obra. Jhon Mesa, por la amable y atenta coordinación editorial en la etapa final. Karen Teresa Sánchez, por sus gestiones administrativas. Fanuel Hanán Díaz, por su tiempo y generosidad al prologar este libro y señalarme algunos aspectos para corregir en el manuscrito. Jesús Alfonso Gallardo Vega, quien fue un apoyo crucial en el diseño y corrección de este libro en su primera fase. Claudia Helena Vergara, quien aportó su mirada crítica y profesionalismo en la digitalización de las imágenes que acompañaron al texto en su primera versión. Francisco Barrios, quien realizó excelentes traducciones al inglés en el proceso de solicitud de reproducción de imágenes. Los estudiantes que participaron en el taller de creación de libro ilustrado y volcaron todo su ser en palabras e imágenes. Los participantes del taller “La escritura de viajes” y el taller literario “El diario íntimo”. Me recuerdan que al escribir también se recorren grandes distancias y se escuchan las voces del viento. La Facultad de Humanidades y a la Biblioteca de la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano, a María Moncada, a Claudia de Greiff y a Alicia Llorente Sardi, por hacer realidad la exposición “El libro álbum: una poética de la imagen”. Recuerdo a Claudia fortaleciendo con sostenida paciencia los procesos creativos de los jóvenes, descubriendo el valor de los detalles y la limpieza esencial del diseño. Enrique Lara, por todos sus aportes críticos a las maquetas que conformaron la exposición “El libro álbum: una

poética de la imagen”. He aprendido mucho observando cada uno de sus libros, y de su persistencia y valentía para mantener viva la editorial independiente GatoMalo. Boris Greiff, por sus amenas charlas sobre historieta en los talleres de creación de libro ilustrado. María Fernanda Mantilla. La belleza sutil de su trabajo inspiró a los estudiantes del taller de creación de libro ilustrado. Paula Amador, por la amistad ancha y comprensiva, y por su inteligente asistencia en los talleres de creación de libro ilustrado. Mabel Ayure, por asesorarme con el sistema APA y por su buen sentido del humor. A Fundalectura y a BibloRed por la formación recibida y el espacio para trabajar en el programa “Leer en familia” en la Biblioteca Pública Servitá y en la Biblioteca Pública El Tunal. Graciela Prieto y al maravilloso equipo de la biblioteca del Teatro El Parque, que tuve la fortuna de conocer durante su coordinación. Todas las familias y niños del programa “Leer en familia”. Janeth Chaparro, Harold Munévar y Alexandra Chávez del Centro de Documentación de Fundalectura, por la generosidad en el préstamo de materiales, que iluminaron el trabajo de investigación. Alexandra, además de ser una aliada mágica, me cedió varias de las imágenes digitalizadas que conforman este libro. María Osorio por su ánimo para colaborarme en todo momento. Pablo Batelli y a los jóvenes de décimo grado del Colegio Gonzalo Paredes, por esa mañana musical alrededor del centro solar de la lectura. María Clemencia Venegas, por la fecunda entrevista que me concedió sacando tiempo de su apretada agenda. María Cristina Gálvez Viteri, por todas sus impecables gestiones y por esos días entrañables compartiendo lecturas en familia en el Centro Cultural Leopoldo López Álvarez del Banco de la República de Pasto. Su epílogo


cierra con broche de oro este libro y abre nuevas puertas y ventanas. Diedre Becerra, por su constante apoyo y sus valiosos comentarios críticos. María Fernanda Paz Castillo, cuyos aportes y sugerencias fueron muy significativos en el proceso de revisión del primer manuscrito. Isidro Ferrer, por sus evocadoras metáforas visuales, que iluminan pasajes de este libro. Todo el equipo humano de la Biblioteca General de la Pontificia Universidad Javeriana, por su excelente disponibilidad de servicio y el ánimo que me brindaron en los momentos de aridez creativa. Gustavo Manuel Martínez Cano, referencista de la Biblioteca General Alfonso Borrero Cabal, S. J., por su paciente asesoría en la citación de las fuentes bibliográficas. Pedro José Álvarez Vaca, referencista de la Biblioteca Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano, por su valiosa colaboración en la revisión de la bibliografía final. Natalia Miranda, coordinadora del Centro Cultural Gabriel García Márquez; a los libreros Mayra Ricardo,

Rosario Barajas, Gloria Quintana, David Insignares, Ricardo Correal, Sandra Milena Díaz, Maribel García y Óscar Moreno por las horas de oro, los libros raros, las conversaciones entrañables y la complicidad. A María Osorio, Silvia Castrillón, Alba Lucía Silva, Karina Celis, Juanita Munévar y Alberto Rendón por la hermandad literaria de los libros de Babel. A Alba Inés Arias, Ligia Araque, Yolanda Hernández, Hernán Jara, Héctor Baquero y Henry Dueñas, de la Librería Lerner. Este equipo humano, cálido y maravilloso me ha visto crecer entre los pasillos y los estantes colmados de voces por descubrir. Martha Lucía Quenguan de la Tienda Javeriana, por su completa asesoría literaria y entusiasmo. A todos los que me acompañaron afinando las cuerdas de mis afectos y a quienes resuenan en mi memoria como una inspiración constante. A los que vendrán.

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Prólogo Fanuel Hanán Díaz

Desde tiempos remotos la imagen ha logrado hacer visible, en un lenguaje contundente, territorios ignotos de la psique y de la imaginación humana. Ese poder para evocar desde lo interno ha otorgado a las imágenes un valor universal, que cada vez hace más densas diferentes formas de la expresión humana, la exploración de sentimientos y el desarrollo del rico mundo de la creatividad visual. Los libros para niños, herederos de una tradición que se remonta al siglo XVII, constituyen un espacio por excelencia donde el lenguaje visual cobra un rol protagónico, en conjunción con los textos, para crear obras que amalgaman con solidez ambos discursos en una trama que teje contextos de gran complejidad semántica e innumerables referencias a otros discursos, como la literatura, el arte y el cine. Los nuevos paradigmas de lectura que estas obras imponen y su evolución para lograr una indiscutible supremacía entre la ingente producción editorial otorgan al libro álbum un estimable y único valor de uso en las bibliotecas públicas y otros espacios que estimulan la formación lectora. El carácter proteico de estos libros permite aproximarse

a ellos desde diferentes ciencias y perspectivas, lo que hace aún más fértil sus posibilidades de análisis y estudio. La obra que nos presenta Galia Ospina revisa distintos aspectos del género editorial que ha convenido en llamar libro álbum, y que en inglés se conoce como picture book. Sin duda alguna, el evidente dominio de estos libros en el mercado editorial infantil y el hecho de que hayan impuesto nuevos modelos en la forma como se lee y en el ritmo de la lectura hacen que cobren una inusual importancia. De allí que los ensayos que intentan profundizar y sumergirse en estas aguas representen aportes ineludibles para los mediadores de lectura y esfuerzos necesarios para la revisión de preguntas básicas acerca del propósito y el modo de lectura. La obra traza diferentes caminos que delinean reflexiones más bien poéticas y personales, vinculadas a la experiencia de leer y trabajar estos libros en diferentes contextos de creación y análisis. En ese sentido, estas páginas develan un camino lector, marcado por las memorias y las evocaciones, lo que confirma el amplio abanico de acercamientos que estos libros suscitan.


El tono intimista que asume la autora permite la reflexión más pausada, y cuestionar algunas certezas que ponen en juego el recurso del espejo: mirar desde adentro y desde afuera al mismo tiempo. Los libros son espacios de significación. Este libro recoge la experiencia concreta de talleres para la creación de libros álbum, lo que enriquece la puesta en escena de ideas alrededor de cómo se llega a la construcción de propuestas bajo este formato, a partir de consignas poco comunes que recorren los caminos de la inspiración y la búsqueda del sentido. El mapa que se traza recupera la fuerza de las imágenes para reivindicar el imaginario del ser humano y penetrar terrenos del asombro y el encantamiento. Pero también consolida un contexto lector, que se aborda desde la riqueza misma con la que toda persona se acerca, apertrechada, a los libros, y el uso que pueden tener materiales de esta naturaleza en espacios de lectura.

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Y, como aporte que extiende la geografía de este viaje al universo del libro álbum, la autora propone una mirada desde la crítica para ofrecernos acercamientos teóricos sustanciales que acompañan las exploraciones más personales e instalan una perspectiva académica. De este modo revisa el sentido pedagógico de estos libros en contextos de mediación lectora. ¿Qué potencial puede ofrecer esta integración de discursos para generar comportamientos lectores más estables? La interrogante permite tejer uniones y articular diferentes piezas de este entramado, que conecta dimensiones emocionales, estéticas y críticas alrededor de la categoría de libros para niños. Ciertamente los interesados en este tema pueden avanzar en diferentes direcciones. Sin embargo, la arquitectura que la obra propone permite acentuar la perspectiva del artista, de quien se acerca de manera sensible al discurso literario y al discurso visual, desde su propia historia, desde su carga emotiva y su manera particular de asumir la poesía que abrigan estas páginas.


Introducción

La presente investigación es el resultado de mi tesis de Maestría en Educación, presentada como requisito para obtener el título de magíster en Educación de la Pontificia Universidad Javeriana. Fue muy iluminador contar con el sensible acompañamiento tutorial de Beatriz Helena Robledo y el apoyo de Mauricio Pérez Abril, coordinador de la línea de investigación “Sistemas didácticos en el campo del lenguaje”. Este libro tiene su origen en la experiencia de lectura compartida en el contexto de los talleres literarios que coordino en la Fundación Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano, y en la experiencia de lectura con niños en las bibliotecas públicas El Tunal y Servitá. Empecé a deshilvanar la escritura del texto rescatando mis lecturas de infancia y evocando el espacio de los recuerdos, que se hilan con los otros y el mundo. El libro abre la posibilidad de ser también un puente entre el mediador y los niños y jóvenes. Son tres aristas fundamentales del triángulo para mantener la coherencia y la estructura de la presente obra. La narración busca, a su vez, tejer

diferentes voces y aspectos conceptuales con un tono testimonial, que no pierda de vista el desafiante equilibrio entre la experiencia, la reflexión a partir de lo vivido alrededor del centro solar de los libros, la lectura y la relevancia del mediador en contextos pedagógicos. La escritura se convierte en un viaje marcado por las voces que se han inscrito en mi libro interior para reconfigurarme en el mundo de la intersubjetividad. El material ha sido organizado por capítulos para darle un orden lógico al planteamiento de los diversos temas tratados. Sin embargo, cada parte puede ser leída como una unidad independiente. El libro es un juego de reenvíos y reflejos entre los diferentes elementos que lo conforman como un tejido. El primer capítulo expone una reflexión autobiográfica acerca de la primera escena de la lectura y del poder de esta para construir un lugar que se expande de acuerdo con el ejercicio de nuestra memoria y nuestra imaginación. Para definir los contornos de una lectura íntegra recurrí al lúcido ensayo de Evelio Cabrejo Parra (2003) sobre el libro


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interno o psíquico, el libro de la intersubjetividad y el libro del mundo, que vuelve a unir las tres aristas del triángulo en el acto de la lectura en forma paralela a los conceptos fundamentales de la tradición estética expuestos por Jauss. Desde este enfoque se pretende realizar una aproximación a la lectura como un acto de transgresión necesario para ensanchar fronteras y hacer catarsis en medio de situaciones conflictivas y difíciles. Este concepto, inspirado en la lectura de Michèle Petit (2001), se correlaciona con la experiencia de lectura compartida con el libro Donde viven los monstruos, de Maurice Sendak (2006). A partir del emblemático álbum se profundiza en el concepto del mediador de lectura. El segundo capítulo ofrece una breve panorámica del libro álbum, que incluye una aproximación conceptual, un contexto histórico, un análisis de los paratextos internos y externos, y de algunos de los autores más relevantes del género, para redimensionarlos a la luz de la experiencia de lectura compartida con niños en las bibliotecas públicas. Con el fin de rememorar esta experiencia, fue esencial rescatar los diarios de campo que escribí después de cada sesión de lectura en familia. También se encuentra una reflexión acerca del lugar que ocupa la lectura en los jóvenes universitarios desde el reconocimiento de sus escrituras y recuerdos de infancia. El tercer capítulo rescata la pedagogía por proyectos a partir de la experiencia de generar una motivación hacia el proceso creativo de la maqueta de un libro álbum con los jóvenes universitarios. Este género permite una revolución cognitiva al elaborar una sinergia entre palabras e imágenes, que trasciende el terreno de lo obvio e inmediato para alcanzar la complejidad de la narración visual con un sentido de evocación y sugerencia. Se destaca también la superación del marco del aula para consolidar una exposición colectiva con los resultados del taller literario “Una aproximación al libro ilustrado”, que tuvo lugar en la biblioteca-auditorio Fabio Lozano de la Fundación Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano. El evento se constituyó en

un primer acercamiento entre los estudiantes y algunos maestros de diversas disciplinas, y representantes de editoriales infantiles y juveniles. El cuarto apartado reflexiona sobre la puesta en escena de la lectura en biblioteca. Se resaltan los rituales de lectura, el contacto visual, las modulaciones de la voz y los vínculos afectivos. Este material fue rescatado a partir de diarios de campo que subrayan la experiencia de la mediación de la lectura con libros álbumes y otras lecturas compartidas con niños y familias. Cuando leí para niños en bibliotecas públicas, sentía que los abrazaba. Dejaba los libros en el centro del tapete y nos sentábamos en círculo para volver al ritual del fuego. Kafka decía que los libros derriten los enormes icebergs que llevamos dentro. Son fuego puro. Compartir la lectura en voz alta es regresar a la primera casa del fuego. Este trabajo reúne entrevistas a estudiantes y a la investigadora, docente y bibliotecaria escolar María Clemencia Venegas; reseñas de libros álbumes, escritos y trabajos de los estudiantes de los talleres literarios, que se hallaban dispersos y sin confederación en el brumoso paisaje de los recuerdos. El hilo conductor de todo el texto viene dado por el tono del testimonio, la significación del libro álbum y las lecturas compartidas, que se irradian a lo largo de la obra como las ramificaciones de un árbol generoso. Espero que este trabajo pueda ser de utilidad para los promotores de lectura, los bibliotecarios, las familias, los educadores y todos aquellos que buscan en la lectura un espacio íntimo que nos ayuda a conocernos mejor. Sé que otros lectores sabrán habitar mi voz. Y entonces mi limitado “yo” se volverá coro de voces, multiplicidad. Ya no será mi palabra, mi experiencia individual. Otros se leerán en estas líneas que ya no serán mías. Que estas palabras les rindan un homenaje a los bibliotecarios que construyen nación con una red de libros encantados, a las familias, a los educadores, a los críticos e investigadores, a los ilustradores y a los editores que hacen posible que el libro continúe siendo una tríada mágica.


Me gustaría cerrar esta breve introducción con las palabras del crítico e investigador literario venezolano Fanuel Hanán Díaz:

Pienso que una imagen se conecta con el subconsciente del lector [...]. Así de potente y atómica puede ser la repercusión que una imagen puede tener en la persona que la mira. No solo porque puede dejar una huella en su almacén particular, sino porque recupera de su memoria fragmentada

otras piezas que a veces ni siquiera sabe que tiene allí, bien sean arquetipos que atesora biogenéticamente, recuerdos u otras imágenes que forman parte de esa ineludible ley de la asociación libre. Lo cierto es que, a pesar de que podemos realizar una lectura superficial, a pesar de que toda imagen admite por lo menos esa primera capa, también ella debería permitirnos explorar esas segundas y terceras capas de significación. Precisamente las imágenes de calidad pueden lograr eso. (2007, p. 171)

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La primera escena de la lectura

¿Por qué ciertos temas nos resultan reveladores y nos irradian con una intensidad perdurable? ¿Somos atraídos hacia un escritor en especial o más bien somos elegidos por él? Me pregunto cómo fui seducida por los libros álbum de Anthony Browne, Eric Carle, Maurice Sendak y tantos otros creadores que fueron dejando una huella en mí. Creo que la imagen más precisa para compartir con ustedes lo que significa un libro sería la de “una habitación para uno mismo”, retomando las palabras de Virginia Woolf (1995). Ese territorio en permanente construcción está liberado de las demandas propias y de los límites de afuera. Cada vez que experimentamos la vida, el placer por la lectura de un poema y el juego de la creación, nos encontramos en este lugar que no existiría sin la libertad. Los juegos de la infancia pertenecen a esta tercera zona o lugar potencial, como la llamaba Winnicott (1971). Tal espacio puede expandirse o achicarse de acuerdo con nuestra capacidad de soñar. Para un niño, una sábana es capaz de transformarse en una nave, una gaviota o una nube. “Él libera los objetos de la pesada carga que les ha impuesto el pasado y al liberar la

percepción de la costra del hábito mantiene el sentido de la maravilla” (Ospina, G., 2006, p. 180). En la vida como en los libros también experimentamos esos instantes mágicos en los que el tiempo y el espacio son pura intensidad y duración. Recuerdo una conmovedora anécdota del escritor peruano Julio Ramón Ribeyro que ilustra lo anterior:

La vida se nos da y se nos quita, pero hay momentos en que la merecemos, quiero decir que depende de nosotros que continúe o que cese. Y esto lo digo al recordar aquella noche atroz en el hospital, en la cual lloraba desamparado sintiéndome perdido y sin ningún socorro posible, pues hacía dos días que no dormía, mi cuerpo se evaporaba en la transpiración, tubos y sondas me salían de la nariz, la boca, el recto, la uretra, la vena, el tórax. Deseaba que me borraran todo y antes que nada mi propio sufrimiento. Una enfermera vino a protestar por mis gritos y destempladamente me hizo callar. Como los enfermos se vuelven niños, la obedecí y quedé flotando en el silencio nocturno. De pronto vi por la ventana que comenzaba a amanecer y escuché muy tenuemente el


La experiencia de la lectura

canto de los pájaros. Se acercaba la primavera. Sabía que en el hospital había un claustro arbolado e imaginé que las primeras hojas estaban por brotar. Y fue una hoja la que me retuvo. Quería verla. No podía morir sin abandonar ese cuarto y retornar aunque fuera de paso a la naturaleza. Ver esa hoja verde recortada contra el cielo. ¿Por qué absurdo raciocinio pensaba que mi vida dependía de ver esa hoja verde? Y me esforcé, resistí, luché porque llegara el día y me permitieran contemplar por la ventana el patio. El médico lo autorizó al cabo de unos días. Me bajaron en camilla por el ascensor. Y al llegar al claustro vi los árboles implacablemente pelados, pero en la rama de uno de ellos había brotado una hoja. Pequeñísima, translúcida, recortada contra el cielo, milagrosa hoja verde. (1986, pp. 138-139)

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El arte surge en la plena conciencia de la muerte. La escritura es una forma de lucha personal contra la destrucción y el olvido. Este instante revelador de la experiencia humana es el resultado de la confluencia azarosa de detalles precisos: la ventana, la cercanía de la primavera, el claustro arbolado, la enfermedad que clava sus flechas en el cuerpo... Ribeyro retrata con verosimilitud los aspectos más importantes de la acción para conducirnos al punto privilegiado donde todo converge: “la milagrosa hoja verde”. Ribeyro logró en esta prosa apátrida capturar en un párrafo la eterna duración del instante. En medio de la fragilidad de su salud, del tiempo lineal y sucesivo, el escritor rescató una imagen liberada del orden del tiempo. Su excepcional intensidad era capaz de darle más sentido a la vida del que puede adivinarse en el transcurso de muchos años. En la lectura de ciertas obras literarias se encuentran momentos privilegiados que sobresalen de su contexto y que, fuera de él, pueden sostenerse solos. Es el caso de la obra En busca del tiempo perdido de Marcel Proust (1993), en el momento en que la sonata de Vinteuil había dejado de ser una imagen fugitiva para Swann. “La memoria, como un obrero […], se esfuerza en asentar duraderos cimientos

en medio de las olas” (p. 252), y así, él podía comparar la frase anterior con la siguiente. El tiempo era una amplitud insospechada, capaz de retener lo que ya pasó como lo que está por venir. De la frase de Vinteuil surgía un nuevo tiempo libre de la angustia del pasado y del esfuerzo que hace la memoria voluntaria por producir nuevamente lo que en un momento nos había violentado. Ahora la frase lo acompañaba como una pregunta: ¿sería posible tener la experiencia de lo inefable y poder fijarla, sentirla tan real como la lluvia y el fuego?:

Y así, apenas expiró la deliciosa sensación de Swann, su memoria le ofreció, acto continuo, una trascripción sumaria y provisional de la frase, pero en la que tuvo los ojos clavados mientras que seguía desarrollándose la música, de tal modo, que cuando aquella impresión retornó ya no era inaprensible. Se representaba su extensión, los grupos simétricos, su grafía y su valor expresivo; y lo que tenía ante los ojos ya no era música pura: era dibujo, arquitectura, pensamiento, todo lo que hace posible que nos acordemos de la música. (p. 252) El septeto de Vinteuil envolvía un paisaje inaccesible diferente a los demás. No existía otra parte que le correspondiera ni una unidad de la que se hubiera desprendido. Era una partícula sobrenatural, que tenía valor dentro de ella misma, como “una frase sin ribera” que no atraviesa ningún mundo conocido y de la cual no podemos precisar el origen. Es imposible ubicarla, en cada instante cambia de lugar, hacia otro que no puede ser capturado por las palabras porque escapa a cualquier orden sucesivo y lógico. “¿Qué necesidad tenemos del resto? Este es nuestro trozo” (p. 263), le dice Odette a Swann. Lo seductor del azar es que se expresa por fragmentos, “en símbolos como mitades degolladas”, “en símbolos como oráculos” y en “el delirio de los adivinos” (como se cita en Deleuze, 1972, p. 116). ¿Qué es lo que prevalece después de haber leído una obra? En la mente queda vibrando el reflejo de ciertos fragmentos que, por su fuerza dramática, cautivaron nuestra


La experiencia de la lectura

atención. A pesar de su brevedad, registran un amplio mundo de sensaciones:

Desde el punto de vista de la recepción, la experiencia estética se distingue de otras funciones del mundo de la vida por su peculiar temporalidad: hace ver las cosas de nuevo y proporciona mediante esta función descubridora el goce de un presente más pleno; conduce a otros mundos de fantasía y suprime en el tiempo la constricción del tiempo; anticipa experiencias futuras y abre así el campo de juego de acciones posibles; permite reconocer lo pasado o lo reprimido, conservando de este modo el tiempo perdido. Desde el punto de vista comunicativo la experiencia estética posibilita tanto la peculiar distancia del espectador como la identificación lúdica: aleja lo que nos sería difícil soportar o permite disfrutar de lo que en la vida es inalcanzable; ofrece modelos ejemplares que pueden ser adoptados en servil imitación o en un seguimiento libre. (Jauss, 2002, p. 18) La percepción estética transforma a quien la recibe. La relación entre el sujeto y el objeto no es pasiva, sino un intercambio de experiencias. Ante un presente intolerable es posible construir un lugar interno similar al altillo de una casa. Este espacio permite crear una distancia protectora. Cuando Vincent van Gogh es internado en el manicomio de Saint-Rémy busca una ventana con vista al jardín. A través del cristal se filtra un punto de luz en la habitación llena de pinceles, de frascos de vidrio y tarros de pintura. Ese rayo de sol en medio de las crisis nerviosas y los padecimientos mentales le permite pintar soles negros de melancolía y cipreses azules de la muerte. Todas sus pulsiones negativas son volcadas en el lienzo con la tensión de mantener la vida adentro y la luz del mediodía intacta. La sublimación a través del arte constituye un mecanismo de defensa, que puede también llegar a convertirse en una estrategia de adaptación para trascender las situaciones límite y abrir otro espacio más acorde con las necesidades interiores.

La ventana es el gran símbolo de la literatura: a través de ella podemos darle forma a lo invisible, otorgarle cuerpo y voz al deseo o saciar nuestra perpetua sed de otredad. Ser pájaros de fuego en un cielo todavía no habitado. Leer es también un acto de amor, una flor que se abre en medio de una llanura gris y prosaica para dejarnos vislumbrar lo esencial. La lectura en la escuela pierde muchas veces la fascinación por el desciframiento del mundo y convierte las prácticas de escritura en actividades rutinarias sin ninguna conexión con la construcción de la propia identidad. Les confieso que tuve muchas dificultades para aprender a leer y a escribir. Los profesores me asignaban tediosas planas en las que debía limitarme, sin ningún derecho a réplica, a repetir círculos, palos y rayas. No comprendía por qué las formas de las letras no tenían nada que ver con el objeto que representaban. Yo escribía la palabra casa, pero en esos fríos caracteres no podía leer la calidez de mi hogar, el olor del pan de jengibre ni la dulce bienvenida que me daba mi mascota cada vez que regresaba de clases. Repetí tres veces primero de primaria y me rehusaba con obstinación a asistir al colegio. Pero, créanme, yo ya leía en el sentido vital y humano de la palabra. Me encantaba descubrir formas en las nubes que viajaban en un fondo azul o contemplar el mar hasta sentir el furioso movimiento de las olas en mi interior. Sí, yo ya leía, aunque todavía no supiera distinguir la diferencia entre la j y la g. Leía las fotografías de mi madre, las pinturas de mi hermano, que después se convirtió en artista profesional, y la voz de mi padre cuando ensayaba su papel para una obra de teatro. Soy la suma de todas esas voces. Están escritas en mi corazón como una sinfonía de los afectos. Mi madre me compraba libros de cuentos clásicos ilustrados en formatos de generosas dimensiones. Me encantaba sentirme rodeada por Blancanieves y los siete enanitos, La Bella Durmiente, Los cuentos de los hermanos Grimm y Pinocho. Me gustaba jugar a imaginarme la historia contenida en las imágenes. Sentada con el libro encima de mis piernas viajaba inmóvil a altas velocidades, quedándome suspendida

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La experiencia de la lectura

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en el espacio y en el tiempo. “Ya no era una niña con un libro: era una mujer con su amante” (Lispector, 1997, p. 11). Para contarles la historia de mi amor a los libros necesito recordar el sentido de la lectura que se fue tejiendo en mi hogar y en los espacios de silencio y soledad. Recuerdo que mi madre nos dejaba colorear con amarillo y rojo los dibujos de Federico García Lorca en la lujosa edición de Aguilar de papel finísimo, mientras escuchábamos la banda sonora de la película animada Yellow Submarine (1968) del grupo de rock británico The Beatles. Recuerdo que una noche lloraba desconsolada. Tenía seis años y extrañaba a mi madre. Era la primera vez que me separaba de ella por una larga temporada. Mi hermano mayor buscó un libro ilustrado en el apartamento de mi abuela. No lo encontró, pero entre mis textos escolares agarró una tabla en medio del naufragio: una pequeña antología de poemas de Rubén Darío. Me dijo que me pusiera cómoda y empezó a leerme con voz dulce y firme a la vez. Las palabras eran barcos que me llevaban a otros lugares trayéndome la voz de mi madre, lejana, pero a la vez actual. Descubrí que las palabras eran recipientes mágicos; apaciguaban el llanto y reconfortaban el ánimo. Descubrí que los libros acompañan. Cuando estamos solos o nos sentimos vulnerables basta abrir una de sus páginas para recobrar la paz y viajar a otras comarcas. Michel de Certeau dice: “los lectores son viajeros, circulan sobre las tierras de otra gente, nómadas que cazan furtivamente en los campos que no han escrito” (como se cita en Petit, 2001, pp. 45-46). Siempre me ha acompañado La palabra:

…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como piedras de colores,

saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció… Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto trasmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recientísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada… Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras. (Neruda, 1974, pp. 58-59) Son estas palabras las que veo brillar con intensidad en un cuento, un poema, un sonido que condensa el rumor de la vida.


El Libro ร lbum. Experiencias de creaciรณn y mundos posibles de la lectura en voz alta se terminรณ de imprimir en el mes de abril de 2016 en la ciudad de Bogotรก. En la composiciรณn se usaron las fuentes Gauthier FY y National.


Los nuevos paradigmas de lectura que estas obras imponen y su evolución para lograr una indiscutible supremacía entre la ingente producción editorial otorgan al libro álbum un estimable y único valor de uso en las bibliotecas públicas y otros espacios que estimulan la formación lectora. El carácter proteico de estos libros permite aproximarse a ellos desde diferentes ciencias y perspectivas, lo que hace aún más fértil sus posibilidades de análisis y estudio.

Galia Ospina Villalba

Los libros para niños, herederos de una tradición que se remonta al siglo XVII, constituyen un espacio por excelencia donde el lenguaje visual cobra un rol protagónico, en conjunción con los textos, para crear obras que amalgaman con solidez ambos discursos en una trama que teje contextos de gran complejidad semántica e innumerables referencias a otros discursos, como la literatura, el arte y el cine.

EL EL LIBRO ÁLBUM

Desde tiempos remotos la imagen ha logrado hacer visible, en un lenguaje contundente, territorios ignotos de la psique y de la imaginación humana. Ese poder para evocar desde lo interno ha otorgado a las imágenes un valor universal, que cada vez hace más densas diferentes formas de la expresión humana, la exploración de sentimientos y el desarrollo del rico mundo de la creatividad visual.

LIBRO ÁLBUM Experiencias de creación y mundos posibles de la lectura en voz alta

GALIA OSPINA VILLALBA

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