LA BOCA AJENA
Pura María García
Una calle sin farolas; un ave invisible, cantando sobre el cordel de madera que queda suspendido del tronco de un ĂĄrbol; la maĂąana exiliada de su propio sol, que ahora dormita; un perro que ladra en medio de un bombardeo de silencio, atacando a los profetas que hoy se han olvidado de pensar; una rĂĄfaga escapada; un faquir que escupe soledad, al fondo de la avenida que cruza un cruce de caminos... Mis pasos se tuercen por los cerros ocultos en las aceras negras.
A la vuelta de una esquina, hallo una boca que ya no es más mi boca: canturrea noticias que desconoce mi corazón, nunca sucedidas; rememora recuerdos que no me pertenecen; abren la página en blanco del blanco ayer que enceguece la ceniza que lo cubre; juzga al aire que cimbrea las huellas de las ventanas rotas; emana una voz que me es extraña. Bajo su piel, mi boca es ahora boca ajena. Tiene una voz que jamás ocupó mi garganta. Le sobran frases que no sirven. Es mercenaria del chantaje, le rinde cuentas al portal de la morada en el que viven los actos, los secretos. No cree en lo que escucha. No comprende. Sepulta las sonrisas bajo una manta oscura de pausas y vacíos. Es calavera sin nicho ni consciencia, mitad que desfallece, absurdo órgano que ya no recuerda la embestida precisa de los besos.
Esa boca de labios alquilados, me toma la saliva y anula su clamor, el mismo que escuchabas cuando tus manos remolineaban la puerta de las mías. Me miras sin comprender quién es la boca que hoy te habla. No soy yo quien desea el entonces, ni la duda, ni el arte de no ser sino una sombra de otras sombras. No soy yo quien se enfrenta a tu soledad y la vacía. No quien juzga el modo en que las sílabas te rondan el borde de los labios. Es una boca ajena, extraño huésped que se escapa de los labios de otros y me rapta una voz que nada entiende. No soy yo quien quiere huir de tus andantes labios.
Yo deseo subir hacia tu mente con la luz que en haces hasta el alba, cada día, dibujamos: no añadir un adjetivo al sustantivo que revoca la sintaxis de la piel; hablarle a tu pecho como quien abre la puerta de su hogar para habitarlo; sin balanzas ni medidas, sangrarte las mañanas con sonrisas que no ahoguen la lluvia, si regresa. Yo no quiero hablar con una voz que no es la mía. Yo no quiero más que decirte, sin decir, que cada instante es nuestro punto de partida.
Imagen: MOUTH by THINTANK ART