ÉRASE UNA VEZ, UNA MUJER MIOPE… A Marián Marqués Érase una vez, solo una, una mujer miope. No siempre había sido miope: la visión atípica de sus ojos se debía a su rebeldía. Es usted miope, le dijo un señor con bata blanca, preocupaciones y una cierta amargura. Es usted miope, le empezaron a decir todos aquellos con los que se cruzaba por las calles pequeñas de su barrio, por las anchas avenidas que llevaban al parque donde ella imaginaba líneas persiguiendo incesantes a caprichosas sombras. Es usted miope, le dijo un niño -sin saber muy bien lo que era la palabra que repetía tras haber escuchado a su madre.