Erase una vez una mujer miope

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ÉRASE UNA VEZ, UNA MUJER MIOPE… A Marián Marqués Érase una vez, solo una, una mujer miope. No siempre había sido miope: la visión atípica de sus ojos se debía a su rebeldía. Es usted miope, le dijo un señor con bata blanca, preocupaciones y una cierta amargura. Es usted miope, le empezaron a decir todos aquellos con los que se cruzaba por las calles pequeñas de su barrio, por las anchas avenidas que llevaban al parque donde ella imaginaba líneas persiguiendo incesantes a caprichosas sombras. Es usted miope, le dijo un niño -sin saber muy bien lo que era la palabra que repetía tras haber escuchado a su madre.


Era cierto. Ella era una mujer miope. Miope por pura rebeldía, porque un día decidió que no le daba la gana de "ver" lo que otros querían que sus ojos crecientes vieran sino lo que ella quería "contemplar" Ella era miope ante lo gris y ante el silencio. Ante lo triste y lo hipócrita. Ante lo incierto y la falsedad. Ante la crueldad y los colores marchitos... (Pero veía, PERFECTAMENTE, la ternura, lo pequeño, las manos de los niños, la sonrisa incompleta pero linda de los ancianos y la luz, y las sombras, que juegan en todos los espejos)

Pura María García


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