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Tabla 3. Contraindicaciones de los tres procedimientos sobre el tratamiento

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Existen factores de riesgo para el desarrollo de complicaciones para cada procedimiento sustitutivo de la ERC (diálisis peritoneal, hemodiálisis y trasplante renal). En la tabla 3 se enlistan las principales contraindicaciones de cada procedimiento (CENETEC, 2014).

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Tabla 3

Contraindicaciones de los tres procedimientos sobre el tratamiento sustitutivo de la ERC

Diálisis peritoneal

• Cavidad peritoneal no útil • Endometriosis peritoneal • Estomas abdominales • Fístula peritoneo-pleural • Cirugía abdominal reciente • Válvula de derivación ventrículo-peritoneal • Tuberculosis peritoneal • Desnutrición grave o hipoalbuminemia <2.5g/dl • Cirrosis hepática con insuficiencia hepática avanzada • Obesidad mórbida • Enfermedad psiquiátrica no atribuible a síndrome urémico • Pérdida o incapacidad de obtener un acceso vascular funcional • Insuficiencia hepática grave • Cardiopatías • Implante valvular • Trastornos de coagulación • Enfermedad psiquiátrica no atribuible a síndrome urémico • Enfermedad maligna metastásica o reciente • Infección actual no tratada • Enfermedad extra renal severa e irreversible • Enfermedad psiquiátrica que altere la adherencia al tratamiento • Abuso de drogas actual • Potencial de rehabilitación limitado en forma irreversible • Oxalosis primaria

Hemodiálisis Trasplante renal

Nota: Elaboración propia a partir de Tratamiento sustitutivo de la función renal. Diálisis y hemodiálisis en la Insuficiencia Renal Crónica en el segundo y tercer nivel de atención por Centro Nacional de Excelencia Tecnológica en Salud (CENETEC), 2014, pp. 36-37.

3.4. Estrés y Enfermedad Renal Crónica

Las problemáticas derivadas de esta enfermedad son tanto a nivel macro como micro social, siendo el estrés una de las más frecuentes en los pacientes y, de no ser atendida, podría repercutir en distintos niveles de su vida (personal, familiar, escolar, laboral y social) (Vázquez, Vital, Bravo, Jurado, & Reynoso, 2009). Los factores psicosociales están asociados directamente con la ERC. El estrés representa en el paciente un factor de riesgo que dificulta la adaptación a la enfermedad, además de afectar fisiológicamente (presión arterial, frecuencia cardiaca, resistencia a la insulina, etc.) y podría estar asociado con daño y enfermedad tisular (Bruce et al., 2009). La relación entre el estrés y la salud es muy estrecha, mantener niveles altos de estrés por tiempos prolongados produce en el paciente diversos efectos negativos que originan comportamientos poco saludables, tales como consumo de tabaco, alcohol o drogas, trastornos en el sueño y alimentación, sedentarismo, entre otros, lo cual genera una progresión de la enfermedad o complicaciones, por lo que el manejo del estrés es crucial en las intervenciones del enfermo renal para la mejora de la calidad de vida (Bruce, Griffith, & Thorpe, 2015).

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4. Modelo de estrés 4.1. El modelo de estrés y afrontamiento

Un aspecto inevitable de la vida es el estrés y la manera en como se afronta es lo que hace la diferencia en la vida cotidiana y la salud. El estrés es concebido como una relación entre la persona y el ambiente, en donde el individuo evalúa sus recursos y si estos se encuentran agotados o excedidos para poder hacerle frente a alguna situación percibida como amenazante (Lazarus & Folkman, 1984). En esta evaluación se involucran procesos cognitivos y de distinción entre situaciones benignas y peligrosas, también se describe la situación evaluada como estresante valorando si es cambiante o no y cuáles son las estrategias de afrontamiento que el individuo emplea. Por situaciones estresantes se entienden aquellos estímulos ambientales, sociales y físicos que desafían las capacidades de adaptación y los recursos de un organismo (Monroe & Slavich, 2016), adicionalmente, aquellos que parecen ser molestos o perjudiciales para la persona (Cao, Masood, Lugman, & Ali, 2018). Para Lazarus y Folkman (1984), existen diferentes tipos de amenazas o situaciones percibidas como estresantes, los cuales pueden identificarse como una tríada básica: pérdida o daño, amenaza, y desafío. En ese sentido, los individuos afrontan las situaciones que perciben como estresantes mediante procesos, los cuales son definidos como esfuerzos cognitivos y conductuales constantemente cambiantes, que se desarrollan para manejar las demandas externas o internas que son evaluadas como excedentes o desbordantes de los recursos del individuo (Lazarus & Folkman, 1984). A partir de las consideraciones anteriores, dicho autores proponen un modelo transaccional para el estudio del estrés. En este modelo se retoma el concepto de afrontamiento como un proceso, donde además del carácter interaccionista, es importante considerar la valoración que el individuo realiza ante ciertas situaciones. Esta valoración se divide en tres etapas: (a) evaluación primaria, (b) evaluación secundaria, y (c) afrontamiento. La primera se caracteriza por la percepción que el individuo hace sobre la situación que se le está presentando, la segunda se refiere a determinar qué es lo que puede hacerse al respecto y cuáles serían los resultados, y por último el afrontamiento se define como aquellos esfuerzos necesarios que permiten hacer frente a las demandas estresantes (Caballo & Anguiano, 2002). Estos procesos, llamados estrategias de afrontamiento, pueden ser centrados en: (a) emoción, con el objetivo de disminuir el grado de malestar emocional, como evitación, minimización, distracción, atención selectiva, entre otras; y (b) problema, estas estrategias están dirigidas a la definición del problema, buscan solución para este y consideran diferentes opciones en función del costo-beneficio (Lazarus & Folkman, 1984). En la figura 4 se puede observar el esquema de transacción de estrés que un individuo experimenta.

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