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ANÁLISIS PREELECTORAL: PESCAR A RÍO REVUELTO
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VOLVIÓ EL COMANDANTE Y...
Nuevamente en el centro de la escena política Las guerras por la energía se calientan
Narcotráfico, insrumento de dominio imperial
El capitalismo extractivo y las diferencias en los gobiernos progresistas
LA LUCHA MUNDIAL DE CLASES: LA GEOGRAFÍA DE LA PROTESTA
Apuntes para el Socialismo del siglo 21
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E l momento político venezolano, a 120 días de las elecciones presidenciales sigue fuertemente impactado por la evolución
de la salud del presidente Hugo Chávez, por un lado, y por las crecientes dudas sobre si la tan pregonada unidad opositora se mantendrá hasta el 7 de octubre, habida cuenta de que la candidatura de Henrique Capriles Radonsky no tomó impulso siquiera durante los meses en los que el mandatario estuvo prácticamente fuera del ruedo, atendiendo sus problemas de salud. Lo cierto es que el mandatario regresó de su radioterapia y ocupó nuevamente el centro de la escena política. Chávez volvió a ocupar su lugar de siempre en un punto: si él no dice las cosas, pareciera que no sirve que nadie las diga por él. Posiblemente, el peligro en Venezuela no es por los resultados electorales, sino por el proceso hacia las elecciones, donde una serie de grupos y personajes (nacionales y foráneos, que de alguna forma hay que calificarlos) no quieren que la elección se realice, sino que aspiran a provocar una ruptura antes y forzar al gobierno a una situación de emergencia. El panorama de esta lucha por el poder sigue con grandes turbulencias, que no parecieran desaparecer antes del 7 de octubre próximo. De parte del chavismo, la falta de una dirección colectiva del proceso y de una alianza estratégica con bases políticas de partidos y movimientos afines, se ve ahora como una debilidad para poder asegurar un futuro de estabilidad, continuidad, legitimidad y participación, cuando se habla del próximo período presidencial 2013-2019. Sorprendentemente, Conferencia Episcopal y gobierno reanudaron el diálogo después de... ¡tanto tiempo! Pero héte aquí que la Iglesia eligió nuevos directivos y recomendó el
Aram Aharonian
acercamiento. Fue una reunión donde predominó la necesidad de recomponer esas relaciones. El tema de fondo fueron las perspectivas hasta el 7 de octubre, los riesgos planteados y la necesidad de contribuir a llevar tranquilidad y borrar tanta incertidumbre. Amén. Mientras, las agresiones a periodistas -identificados con el chavismo- pasaron de castaño a oscuro con medios del Zulia: el diario Qué pasa, y la TV Catatumbo. Una granada de mano al periódico y unos doce disparos a la sede de la tele en un estado donde el gobernador es opositor a Chávez (y ex precandidato presidencial) Asimismo, llamaron la atención las serias denuncias de Héctor Navarro sobre sabotaje en la industria eléctrica, siguiendo a las que sobre el Metro de Caracas adelantara su presidente, Haiman El Troudi. “Que no nos sorprenda más adelante el uso de explosivos”, comentó el director de Últimas Noticias, Eleazar Díaz Rangel. El sociólogo Javier Biardeu señala que la conclusión predominante sigue siendo que “sólo” el sistema de conducción político concentrado en Chávez, garantiza la unidad y continuidad del proceso bolivariano. Y, extrañamente, es el propio Chávez quien más énfasis pone en la necesidad de unidad –“unidad, unidad, unidad o la anarquía nos devorará”- del movimiento bolivariano, debilidad que es aprovechada por la dirigencia opositora y sobre todo por los medios comunicacionales cartelizados. Hasta el momento sigue siendo tabú hablar de la sucesión o la sustitución de Chávez, de cara a los seis años de gobierno que le esperan, de ganar en octubre. La Constitución señala que de no lograr completar los dos primeros años de gobierno se deberá llamar a nuevas elecciones. Si no, el orden de sucesión es primero
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CHÁVEZ, NUEVAMENTE EN EL CENTRO DE LA ESCENA POLÍTICA el Vicepresidente (que es de designación directa del mandatario) y luego el presidente de la Asamblea Nacional: Elías Jaua y Diosdado Cabello, por ahora. Aunque hablar de ello es tabú, varias encuestadoras han medido los potenciales apoyos electorales a dirigentes chavistas. Ante la posibilidad y/o eventualidad de que Chávez no sea el candidato el 7 de octubre, por motivos de su enfermedad, el gobierno ha cambiado su discurso publicitario, ya que ahora el mensaje se centra en que los venezolanos tendrán que escoger entre dos proyectos, y no solo sobre una persona, tratando de darle sustentabilidad en el futuro al chavismo, más allá de las individualidades. Chávez sabe que debe aflojar las tensiones, pujas y disputadas dentro del campo bolivariano, y por ellos enfatiza en las dimensiones del proyecto nacional y popular, pero también en las cívico-militares: “La unidad cívico-militar es la garantía de la independencia del país”, señaló, e instó a los efectivos militares a elevar el nivel de conciencia, soberanía y patria ante los planes desestabilizadores que preparan los partidos de la derecha venezolana, auspiciados por el gobierno de Estados Unidos. Un sector de la oposición sigue planteado el retiro de la candidatura de Capriles. “El muchacho no levanta”, y así lo revelan todos los días las diferentes encuestas. Pero no hay que olvidar, tampoco, que los medios de comunicación comerciales cartelizados, desde el 12 de febrero, adoptaron la estrategia de contenerlo y tampoco los partidos integrantes de la Mesa de Unidad Democrática le han reconocido su liderazgo. Hay quienes apuestan a nuevas elecciones en los próximos dos años… Para varios analistas, la estrategia de Washington es tratar de evitar la realización de las elecciones venezolanas a partir de actos de desestabilización, con el uso de terroristas, paramilitares, para evitar el resultado. Chávez alertó que “sectores enloquecidos” de la ultraderecha serían capaces de cometer cualquier tipo de locura, articulando un movimiento con intervención extranjera, dado “el poco arrastre” de la candidatura de Capriles. Recordó que a pesar de las amenazas extranjeras en Venezuela existe un proceso en marcha, y por lo tanto señaló que un ataque similar al de Siria no es aplicable en América Latina. Para muchos, el principal peligro que confronta la estabilidad política venezolana, es la importación de terroristas colombianos contratados por fuerzas opositoras, que pueden tratar de fomentar el caos y la subversión en pleno período electoral. Tanto oficialismo como oposición presentan estructuras cruzadas por tensiones, presiones y líneas de fractura, que para algunos analistas se mantienen unidas quizá por la polarización política. Este equilibrio seguramente se resquebrajará ante una derrota, lo que amenaza a un desarrollo más allá de lo político: violento. Obviamente, la derrota es el disolvente de la cohesión. La lucha es también por la supervivencia y para ello se hace necesario dividir al adversario ya que una derrota contundente acelerará y profundizará las fracturas internas. Con una pequeña ayuda de ... Hay novedades en el campo mediático. Convencidos de la falta de credibilidad de los medios venezolanos, la estrategia comunicacional que aplica la derecha nacional y trasnacional es la de “generar” informaciones en diversos medios gráficos de América Latina (La Nación de Argentina, por ejemplo), Estados
Unidos y Europa, para intentar presentarlos como “objetivas, imparciales y neutrales” y reproducirlas dentro del país. Para el diario español ABC, Chávez toma un opiáceo que es “cien veces más fuerte que la morfina” para aliviar los fuertes dolores que le causa “el persistente avance del cáncer en los huesos”, según un “informe de inteligencia”. Además de ese medicamento, denominado “fentanilo”, los médicos también le suministran “bisfosfonato para combatir la progresión de la metástasis” y “corticosteroides para aliviar los efectos secundarios de la radiación y la quimioterapia”, indica el medio. La campaña siguió en Estados Unidos, donde el “periodista” Dan Rather, de la cadena HDNet, señaló –sin siquiera ruborizarseque el cáncer del presidente de Venezuela se encuentra “en su etapa final” y es “dudoso” que le permita vivir para ver los resultados de las elecciones del 7 de octubre. Rather cita “una fuente altamente respetada y cercana a Chávez, que conoce su estado y su historial médico”, y señala que el mandatario padece de rhabdomyosarcoma metástico, un tipo de cáncer muy agresivo que se encuentra “en su
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ANÁLISIS PREELECTORAL JAVIER BIARDEAU R
etapa final”, “un par de meses, como mucho”. Lo triste es que Rather fue un ícono del periodismo en Estados Unidos cuando allí todavía existía el periodismo. Fue el fin de una larga y prestigiosa carrera personal, y también el del gran periodismo en las cadenas de televisión que junto a los grandes diarios se transformaron en divulgadores de la propaganda corporativa. El miedo y la política El exvicepresidente José Vicente Rangel denunció la especie que comenzó a circular semanas atrás en el sentido de que la población venezolana es prisionera del miedo. “Pero no del miedo al hampa, que se justifica plenamente debido al auge del delito, sino a un miedo difuso, de signo político, para ejercer presión sobre la opinión pública. Especie de antesala al cuestionamiento de un resultado electoral favorable al chavismo el 7 de octubre. El sacerdote jesuita Luis Ugalde, exrector de la Universidad Católica señaló que el hecho de que las encuestas le otorguen a Chávez amplia ventaja sobre Capriles Radonski, se debe a que los encuestados tienen miedo de manifestar su verdadera intención de voto. Es decir, que el temor es determinante en lo que registran esos instrumentos. La característica de esta campaña -con abundante difusión mediática- la confirma el exalcalde derechista Leopoldo López: “Hay que sacudirse el miedo a represalias por ir a votar el 7-O”. Otra dirigente opositora, Corina Machado, sostiene que “las personas tienen miedo de revelar su intención política. Pareciera que preparan nuevamente el ambiente para futuras denuncias de fraude. Hay otra clase de miedo, como lo reconoce Carlos Blanco, ex ministro de Carlos Andrés Pérez, quien reconoce que hay ciudadanos que quieren cambio pero que no encuentran todavía en la candidatura opositora la posibilidad de conseguirlo y conservan la remota esperanza de que la reelección del presidente Chávez impida el caos. Un miedo válido y lógico, por lo demostrado por las fuerzas opositoras hasta ahora. La intención de voto a favor de Hugo Chávez marcó 54,8% en mayo pasado, mientras que el candidato opositor Henrique Capriles se ubicó en 26,3%, de acuerdo con un estudio realizado por el Instituto Venezolano de Análisis de Datos (Ivad), que por cierto no es nada oficialista. Más a la derecha Nadie duda que Primero Justicia (PJ), el partido de Capriles Radonsky, es por sus definiciones ideológicas y su filiación internacional, es la expresión ultraconservadora… pero a veces la vida te da sorpresas, y que muchas otras organizaciones dentro de la MUD los superan en parecerse cada vez más al PP español. Es interesante la nueva mirada del PJ sobre las misiones –quizá sea sólo por ventajismo electoral-, mientras otros sectores socialdemócratas y socialcristianos insisten en alejarse cada vez más de las demandas populares, como la campaña que hicieron en los medios contra la reducción de la jornada laboral, la nueva ley del Trabajo y su amenaza de “denunciarla” ante la OIT. Hoy ya es muy difícil saber quien está más a la derecha, si el MUD, Primero Justicia o los medios cartelizados.
Es conveniente desechar todas las ilusiones triunfalistas. Desconocer que no todos los escenarios son favorables, incluso ganando el proceso electoral por estrecho margen hay que demoler la doxa triunfalista. Ciertamente, si Chávez supera los 8.5000.000 votos el 7-O, la revolución bolivariana entraría en una fase de profundización hegemónica y consolidación, siempre y cuando los escenarios de baja abstención favorezcan al gobierno. Si la revolución no llega a los 7.500.000 votos y la oposición logra superar los 6.500.000 el proceso de radicalización y de profundización quedaría prácticamente bloqueado, la trayectoria más viable sería un socialismo reformista con amplias concesiones y negociaciones a los actores sociales y políticos de la oposición. Un exceso de confianza y triunfalismo haría imposible llegar a los 9.000.000 de votos pues, si tomamos en consideración los datos históricos, una meta de 10.000.000 de votos implicaria una reducción nunca vista de la abstención (< 20 %), un techo de la oposición en 6.000.000 de votos; y por tanto una canalizaciòn nunca vista de nuevos votantes y de no alineados hacia la opción bolivariana. La situación de salud del Presidente, dado el carácter del sistema de conducción del proceso bolivariano, es una variable determinante de cualquier resultado en juego. Las especulaciones sobre si un presidente enfermo puede ganar un proceso electoral son eso: simples especulaciones. Lo que si aparece sobre el horizonte es una amplia zona de incertidumbre sobre el reconocimiento o no de los resultados electorales, lo cual obliga a reforzar de modo urgente la autoridad electoral del CNE y del resto de la institucionalidad del Estado, incluyendo al Plan República, la Defensoría del Pueblo, la Fiscalía General de la República, la Asamblea Nacional y el TSJ. El reciente Consejo de Estado podría ser un agente articulador o dinamizador de dos dimensiones de la coyuntura: a) lograr el fortalecimiento institucional de las instituciones del Estado ante la coyuntura electoral; y b) viabilizar políticamente unos parametros mínimos de diálogo y concertación sobre reglas de juego electorales claras, respetadas por los actores que participan en el conflicto sociopolítico venezolano, canalizado electoralmente. El Comando antigolpe podría pasearse por escenarios no electorales, que incluyen una mirada mas fría de la realidad electoral, no contaminada exclusivamente por las interpretaciones de encuestas, analizando experiencias comparadas, monitoreando exhaustivamente el rigor técnico de las empresas encuestadoras, asì como el juego de intereses económicos, internacionales,mediáticos y políticos que las condicionan. Lo más preocupante es que no se haya aprendido de la experiencia del “golpe mediático” del 11 de abril, para impedir que condiciones como las que se presentarán sin duda el día 7-O sean aprovechadas como estructuras de oportunidad para activar un plan de desconocimiento de los resultados electorales que tiene como blanco fundamental la manipulación de percepciones y la distorsión informativa. Es falso, por ejemplo, que si un actor conquista el corredor electoral del país gana las elecciones nacionales. Hay que desactivar esta trampa a tiempo. No es posible confundir deliberadamente la “parte” con el “todo”, por más que “la parte” concentre significativos recursos de poder a ser movilizados: económicos, políticos, informacionales,
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Pescar a río revuelto
comunicacionales, internacionales e incluso focos de agitación militar. Finalmente, habrá que reconocer la heterogeneidad constitutiva de las bases sociales de apoyo de la revolución bolivariana. Existen apuestas pragmáticas e identificaciones ideológicas con la revolución bolivariana. Todavía sigue siendo una tarea clave de los partidos y movimientos sociales que participan en el impulso del proceso bolivariano el conquistar o ganarse electores sin definición político-ideológica; transformar a los actores pragmáticos en actores concientes mas comprometidos con el proyecto nacional y ahondar en su conocimiento pleno de las fuerzas antagónicas, para evitar sorpresas y zarpazos que pueden anticiparse con medidas de alerta temprana. El Comando Carabobo y el GPP deben articularse como expresiones organizativa en todos los ámbitos de la geografía nacional de las fuerzas bolivarianas, para la actuación estratégica – operativa de la Misión 7-O. Para asegurar el triunfo electoral en el 7 de octubre de 2012 es preciso comenzar por reconocer que no será una elección convencional. Como directrices estratégicas para la campaña electoral, debe reconocerse que: a) La búsqueda del voto es una actividad fundamental de todas las unidades de base, de las patrullas y de cualquier forma de organización de base de los partidos y movimientos que suman sus esfuerzos a la revolución bolivariana.. b) hay que evitar los intentos de fraude opositores en los centros de votación donde controlan tanto miembros de mesa como testigos.. c) hay que incorporar decisivamente a los no alineados y a los excluidos políticos en la opción bolivariana. d) Hay que aislar y neutralizar a las fuerzas golpistas y desmontar cualquier plan de agitación y creación de focos de violencia antes, durante y luego del proceso electoral del 7-O. e) Hay que consolidar la fuerza electoral que se tiene, sembrar y fortalecer la unidad bolivariana a toda costa. f) Hay que atraer el segmento indeciso y no alineado, explicarle las razones para votar por Chávez, para consolidar un proceso de desarrollo con justicia social, e impedir una nueva entrega de la independencia nacional. g) Hay que neutralizar el crecimiento del adversario, además de conocer con certeza las líneas que dividen a una oposición que juega a reconocer el proceso electoral como forma para dirimir diferencias, de aquella que está casada con un plan para derribar la revolución bolivariana a cualquier costo humano
y político. El incrementó del Registro Electoral, la inclusión de los sectores más marginados de la población, donde el proceso bolivariano, el asegurar una alta participación del electorado de las barriadas pobres del país, la incorporación de nuevos centros electorales en las barriadas pobres, todo esto son elementos para asegurar la construcción de un voto popular mayoritario. Frente a cualquier contingencia, los organismos de seguridad del Estado y las redes de inteligencia social deben advertir de cualquier acción o plan activado el 15 de agosto, así como confrontar cualquier matriz mediática que pretenda desconocer la autoridad electoral del CNE o promover hechos de sabotaje o de desobediencia en los centros de votación, a fin de enrarecer, demorar u obstaculizar los comicios. Debe desplegarse una fuerte organización social de base por cada centro de votación en procura de reducir los márgenes de de la oposición desestabilizadora, sobre todo en aquellos bastiones territoriales donde se cuente con información veraz sobre posibles acciones de desconocimiento de los resultados electorales. Es la respuesta popular, junto a la amplia presencia de acompañantes internacionales, medios independientes de los países de UNASUR y del ALBA, e internacionales desplegados en todo el territorio nacional, los que pueden neutralizar cualquier tendencia desestabilizadora. Estas y otras medidas que aparecerán desde el seno del pueblo, deben canalizarse adecuadamente en el seno del GPP y el Comando Carabobo en función de modificar la actitud del triunfalismo por la actitud del activismo político y social en las actuales circunstancias. Esto implica dejar atrás las pasiones tristes, actuar conforme a un criterio de unidad de propósitos y manejar con madurez las diferencias y matices sin necesidad de obviar que los enemigos del proceso tratan de socavar la unidad patriótica de la revolución bolivariana con cualquier pretexto o subterfugio. En cualquier caso, sea la candidatura de Chávez o sea la candidatura de la revolución bolivariana, lo fundamental es asegurar la consolidación, reconducción y profundización del proceso de revolución democrática y socialista de alcance descolonizador y ecológico, en función de la construcción del buen vivir y el desarrollo humano con justicia e inclusión social para todos y todas. Sin necesidad de tantas polémicas infecundas para el beneficio del avance y la unidad de todas las izquierdas presentes en el campo bolivariano. El asunto clave del 7-O es la victoría y la acumulación de fuerzas para un proyecto de nuevo socialismo democrático y liberador.
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Socialismo: ¿Cambiar los términos de referencia?
“La historia del socialismo como discurso y práctica del movimiento obrero administrado, concluye actualmente en una bifurcación en la cual el socialismo reformista se ha vuelto expresión y práctica cotidiana de la subsunción de la sociedad global en el capital, mientras que el socialismo revolucionario ha devenido en un socialismo nacional que reivindica la sustentabilidad de la acumulación de capital al amparo de un único Estado nacional, y de este modo expresa a este capitalismo que por su debilidad es excluido de la globalización. En ambos casos el socialismo ha perdido el momento de la separación del orden despótico del capital o, mejor dicho, lo ha convertido en un momento totalmente interno al movimiento del capital que diferencia la acumulación global de las acumulaciones nacionales.”(S.N) (Enzo del Bufalo; Adiós al Socialismo, p. 515) El debate sobre la izquierda y el socialismo continúa. El amigo Rigoberto Lanz en su entrevista a Últimas Noticias (4-32012) considera que el debate del “Socialismo del siglo XXI” es un tema de “intelectuales, para gente que está en otra onda”, y que por tanto no tenga incidencia electoral. Disentiré de esta opinión. La crisis de la modernidad, del capitalismo, de la civilización tecno-industrialista, del desarrollismo afecta los modos cotidianos de socialidad de las personas, su pleno “desarrollo humano”. No se trata tampoco de plantear que la muchedumbre abigarrada y los “trajes ambulantes” que recorren las catedrales de consumo, plazas, playas y bulevares anden correlacionado sus actitudes cotidianas con dilemas existenciales sobre “Socialismo o Capitalismo”. Tal vez lo que está en el tapete hoy reside en la salud del Presidente Chávez, cómo podría afectar el curso de la vida de un país, e incluso, de una región entera. Sin embargo, he insistido que desde que fue utilizada la “bandera del socialismo del siglo XXI”, el extravío sobre este horizonte de emancipación ha devenido en una tragi-comedia de equivocaciones que encallan en la equivalencia “Socialismo del siglo XXI=Socialismo Burocrático del siglo XX”. En parte, por la campaña anticomunista con cierta influencia
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polimediática que no sale aún de los espectros ideológicos del “inciso sexto” de López Contreras. En parte, por el desastroso handicap ético-intelectual de la izquierda venezolana que acompaña al “chavismo” como fenómeno de movilización nacional-popular. El siglo XXI requiere algo más que mitos consoladores del siglo XX o del seguidismo ideológico legado por una subcultura de la “importación rentista” en el campo intelectual. El imaginario político (en el sentido fuerte de Castoriadis) ha sido clausurado si seguimos atascados en que la izquierda sólo tiene dos vías: a) el socialismo reformista (Bernstein), b) el socialismo revolucionario (Lenin). O para contextualizar en nuestros marcos provincianos: “O Rómulo Betancourt o Fidel Castro”. ¿Crisis del imaginario instituyente de izquierdas? Sin duda. Quizás cabe aún retomar la distinción entre Teoría tradicional y Teoría crítica (Horkheimer-Adorno). La realidad no se agota en lo existente-instituido, la realidad es cambio, transformación, devenir, mutaciones, invenciones, procesos instituyentes. Allí estriba la diferencia entre un pensamiento crítico radical y un marxismo burocrático encallado en la “veneración supersticiosa del Estado”=Estatismo (palabras literales de Marx). ¿Cuándo el Socialismo devino momento de subsunción al proceso de valorización del Capital o reproducción del orden de sumisión=Socialismo-Nacional-Estatal? Justamente, cuando perdió el momento de crítica radical, lo que Badiou llama la “Invariante Comunista”. Al perderse esta invariante, las “revoluciones jacobinasblanquistas” instalan una “Nueva Clase”, mientras los procesos “reformistas” se hacen proclives del “Gatopardismo”. El momento de separación reside en combatir cualquier “Nueva Clase”, como desenmascarar las imposturas de “Gatopardos”. A esa posibilidad la llamamos Democracia socialista. Más allá del Capital, sin estatismos autoritarios ni los cantos de sirena del capitalismo con Rostro Humano.
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Escenarios de la oposición
NICMER EVANS
con o sin Capriles Hoy, tres meses y medio después de haber escogido a su candidato Capriles, lo que avizorábamos como escenarios posteriores se van cumpliendo: un candidato con poca pega da popular, y una gran tensión entre Primero Justicia y Acción Democrática Difícil la tiene en este momento la oposición que otrora dio la pelea en las elecciones del año 2010 para la elección de La Asamblea Nacional, o que pretendió engañar al pueblo venezolano con una abultada cifra de participación de 3 millones de personas en las primarias para escoger su candidato presidencial, teniendo posteriormente que salir corriendo a quemar los cuadernos electoral para que no se evidenciara la cifra real de movilización en los centros destinados para tal fin. Hoy, tres meses y medio después de haber escogido a su candidato Capriles, lo que avizorábamos como escenarios posteriores se van cumpliendo: un candidato con poca pega da popular, y una gran tensión entre Primero Justicia y Acción Democrática, que pone en juego la “unidad”, imposibilitados incluso definir una tarjeta “única”, sustituida por una “unitaria”, en pocas palabras, más falsedades sobre la artificialidad de un pacto antichavista. Pero, ¿qué le queda a la dirigencia de oposición en la actualidad?, enumeremos algunas posibilidades: Capriles se mantiene como candidato A pesar de las dificultades que presenta la candidatura, como consecuencia de la elección de candidato, se producen cambios en la estrategia de campaña, reorientando el discurso de no confrontación por el de confrontación directa con Chávez, pretendiendo apostar porque una mayor polarización permita generar el repunte en la opinión pública a su favor. El candidato mantiene el discurso de no confrontación, pero se agudiza el conflicto con el resto de los actores aliados, buscando generar acciones que produzcan algún impacto en la opinión pública para revertir en 4 meses los resultados favorable del presidente Chávez. Los sectores extremistas se apoderan del escenario político de
oposición, e inician acciones que pretendan reproducir el fenómeno de “Atocha” (que permitió revertir la victoria de Aznar a favor de Zapatero), a pesar de la pasividad discursiva del candidato Capriles. Capriles sorpresivamente logra generar empatía popular, se conecta con las necesidades populares y revierte inesperadamente los resultados de los estudios de opinión pública, con el apoyo de todas las organizaciones de la MUD, incluyendo AD (escenario menos probable). Se sustituye a Capriles. Como consecuencia de las proyecciones dadas por asesores en opinión pública, se decide sustituir la candidatura de Capriles por varias vía: 1.Capriles se retira en una demostración de madurez política, convencido de su imposibilidad de levantar vuelo electoral, y en respeto de las primarias se nombra al segundo en votos, Pablo Pérez, y AD se reactiva, desplazando a los otros dos comandos de Capriles, dirigidos por Briquet y Leopoldo, centrando sus esfuerzos en la MUD. 2. Capriles no se retira pero la
MUD decide designar un candidato outsider que amalgame el apoyo de la MUD y otros sectores de oposición no alineados, desplazando la candidatura de Capriles. Precedente histórico de este caso es Irene Saez y Alfaro Ucero en 1998. 3. Se genera un atentado, desde el seno de la misma oposición extremista contra el candidato Capriles que lo inhabilita para continuar y el fenómeno “Atocha” se desarrolla pero sin Henrique, y con una sociedad movilizada por el impacto del suceso. Este conjunto de escenarios, más o menos probables, muestran al final una candidatura muy débil, y sin posibilidades ciertas de éxito real, al menos que haya algo sorpresivo en el proceso de campaña. Me inclino por pensar que si Capriles se mantiene como candidato: 1. El giro discursivo será inevitable. 2. Los sectores extremistas de oposición articularan acciones para activar el fenómeno “Atocha”, aplicado en el plano de la inseguridad y la violencia cotidiana. Y por último, un candidato alterno es un escenario altamente probable, sea sin Capriles o en paralelo a él.
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La revolución en constante combate H G OMAR
ARCÉS
Según sentencia de Mao Tse-Tung, “la ausencia de un firme núcleo dentro de las fuerzas revolucionarias lleva la revolución al fracaso”. Esto es tan cierto como también que -sin unos objetivos concretos- no puede haber dirección política. Ambas situaciones están imbricadas. Una determina la otra y no pueden excluirse bajo ningún argumento. Por ello, ninguna revolución socialista podría consolidarse dependiendo sólo del azar, de la improvisación o, sencillamente, del carisma de alguno de sus líderes. Son los revolucionarios, forjados en el crisol de las luchas populares y dotados con una sólida formación ideológica, quienes determinan el avance revolucionario. De ahí que resulte trascendental profundizar respecto a cuáles son las bases ideológicas que definen -en uno u otro sentido- la orientación de la revolución que se impulsa. Si éstas no existen, es una deficiencia que podría ser aprovechada exitosamente por la contrarrevolución. Hace falta, por tanto, que cada revolucionario se convierta en un generador de políticas revolucionarias, estén o no ellas enmarcadas o esbozadas en las leyes vigentes, o sean permitidas por la dirigencia partidista y/o las estructuras del Estado. Así, muchas de las conquistas revolucionarias podrían concretarse en un corto tiempo si sus defensores plasmaran en la realidad gran parte del caudal teórico que manejan, constatando lo hecho con lo que se ha dejado de hacer en función de la construcción del poder popular. De esta forma se ayudaría a establecer espacios en los cuales los sectores populares promuevan, refuercen y protagonicen la acción cotidiana de la democracia directa en la cimentación del socialismo revolucionario. Esto supone desarrollar un arduo trabajo por parte de la vanguardia revolucionaria, suponiendo que ésta se halle compenetrada en cuerpo y alma con los postulados emancipatorios que enarbola, y entendiendo -ademásque la misma está constituida por combatientes “perspicaces en lo político, competentes en el trabajo, impregnados de espíritu de sacrificio, capaces de resolver independientemente los problemas, indoblegables ante las dificultades y fieles en su servicio a la nación”, como bien lo apuntara Mao en otra ocasión. La revolución socialista no puede limitarse, por consiguiente, a la obtención de algunos éxitos esporádicos y unos fragmentos de la verdad. Aun con errores, contradicciones e indefiniciones, la revolución tiene que estar en correspondencia plena con las aspiraciones e historia de luchas del pueblo; todo lo cual es posible si se mantiene en constante combate contra todo aquello que atente su vigencia, continuidad y principios. Esto implica ampliar la visión de lo que representa, en verdad, una revolución de contenido popular. Hace falta entender que dicha revolución persigue, en una última instancia, la humanización de los oprimidos, lo cual significa, en resumidas cuentas, subvertir el orden establecido, justamente lo que tanto temen y rechazan las clases dominantes.
JULIO ESCALONA
Invasiones en marcha El 5 de mayo de este año, varios colectivos populares, entre ellos, la Red Patria Urgente, organizamos un acto político de unidad cívico-militar contra la desestabilización y el golpismo. Tuvimos el honor de contar con el ministro de la Defensa, Henry Rangel, calumniado por el imperio y aplaudido por el pueblo bolivariano, un nuevo momento de nuestra lucha. El poder financiero mundial continúa destruyendo la democracia, intensificando la explotación de los trabajadores y la guerra contra la humanidad y el planeta con el propósito de construir dos mundos: el mundo de las corporaciones pleno de riqueza y un mundo de los pueblos caótico, ingobernable, disciplinado a través de pogromos, proveedor seguro de fuerza de trabajo esclavo y recursos naturales. Es el mundo de la globalización neoliberal. No es sólo una política económica. Es una visión del planeta que sustituye las relaciones internacionales entre Estados soberanos por la relación entre los mercados; las relaciones interpersonales por las relaciones entre las cosas, por ende, la sustitución de la democracia por la dictadura de mercado tratando de dar el salto final hacia la universalización del reino de las mercancías. La conquista de los recursos del Sur genera una invasión de capitales hacia la minería, lo cual intensifica la destrucción de los ecosistemas, que incluyen la población campesina y las comunidades originarias. El territorio como espacio físico sostiene el reino de las cosas y es dominado por ellas, un modelo de desarrollo desde el capital y hacia los centros hegemonizados por él, que alimenta nuestro subdesarrollo, contrario al desarrollo desde dentro fundado en la integración de los pueblos, de las culturas y, en general, al modelo de integración liderado por el presidente Chávez representado por la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba). Aquí entran en escena la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (Iirsa) y el Plan Puebla Panamá, complejo de autopistas, carreteras, puertos y aeropuertos orientados hacia la desnacionalización, arrastrando mercenarios y narcotraficantes para la desestabilización política y moral del país, de la guerra de bandas y pandillas, el sicariato, etc., con la complicidad de la corrupción y la ineficiencia de instituciones civiles, militares y policiales.
Geopolítica de Río+20
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JULIO ESCALONA La posición de la cúpula financiera está tomada: no hay negociación. Tal como han procedido en relación a las negociaciones sobre cambio climático conduciéndolas al fracaso, como en Durban, en diciembre 2011. La globalización neoliberal se viene imponiendo violentamente en Europa, EEUU y el Sur, con algunas excepciones como Islandia en Europa y los países de la Alba en nuestro continente. Es decir, donde ha habido resistencia. Si el Presidente Chávez no se hubiese mantenido firme en Canadá-2001, el Alca no se hubiese derrumbado en Mar del Plata-2005 y no hubiese surgido la Alba. La civilización fundada en la acumulación a costa de la destrucción de la naturaleza y la superexplotación de los asalariados, no tiene otra salida que la transformación de los asalariados en esclavos y la mercantilización extrema de la naturaleza arrasando los ecosistemas, saltando las leyes internacionales para explotar los fondos marinos, tratando de privatizarlo todo, los conocimientos genéticos, la sabiduría de los pueblos primigenios, etc. Esto es la llamada economía verde. La guerra tiene dos variantes: la guerra contra la humanidad y la guerra contra el planeta. La política se encarga de hacerla posible. Río+20, su proceso preparatorio y su desenlace, son un teatro de operaciones bélicas de baja intensidad, no una negociación convencional. En el Consejo de Seguridad se discute sobre la eventual destrucción de Siria, que luego puede ser Irán, Venezuela… En Río+20 se debate la suerte de los ecosistemas. Pero es una y la misma guerra global. En Río+20 no hay término medio: o los gobiernos y los pueblos derrotan los despropósitos del capital financiero o este continúa acumulando ganancias a costa de todas las formas de vida. Las soluciones intermedias, orientadas a salvar el multilateralismo, conducirían a una desastrosa derrota. El capital financiero está sustituyendo el multilateralismo tradicional centrado en la ONU por un multilateralismo centrado en alianzas militares, la destrucción de los Estados soberanos y la creación de dos mundos: un mundo opulento y una periferia caótica, forajida, ingobernable, que debe ser disciplinada de tiempo en tiempo para garantizar la explotación de sus recursos naturales y su fuerza de trabajo. Todo esto se juega en Río+20.
El Porteñazo Hace ya 50 años. Primero fue el Carupanazo, el 4 de mayo de 1962, comandado por el Capitán de corbeta Jesús Teodoro Molina Villegas, el Mayor Pedro Vegas Castejón y el Teniente Héctor Fleming Mendoza. Un mes después, el 2 de junio, ocurrió el Porteñazo, comandado por el Capitán de navío Manuel Ponte Rodríguez, el Capitán de fragata Pedro Medina Silva y el Capitán de corbeta Víctor Hugo Morales. En ambos la militancia del MIR y el PCV se batió con heroísmo. El Porteñazo probablemente sea la batalla urbana más importante de nuestra historia contemporánea. Con gran heroísmo se luchó calle por calle y casa por casa. Más de 400 muertos y 700 heridos fue el parte oficial. Así se selló una vez más la unidad cívico-militar, que data de la guerra de independencia, pues el Libertador Simón Bolívar fue un líder civil y militar. Simultáneamente se profundizaron las acciones populares en las calles, en la guerrilla urbana y la guerrilla rural. Nuestra generación, la generación del 58, que dejando atrás muertos, heridos y torturados, venía de la resistencia contra Pérez Jiménez, en los años 60 volvió a cumplir con su deber. Aun cuando la mayoría de nosotros apenas sobrepasaba los veinte años, no optamos por el exilio ni mandamos a otros, la tradición practicada por parte de la dirigencia del siglo XX venezolano. Nos quedamos en el país a pelear y a morir por lo que creíamos. Cruzamos ciudades, campos, ríos, llanos, selvas, montañas y aquí estamos, plenos de fe y esperanza. En la revista diaria que pasan nuestros compañeros caídos en el combate, con orgullo podemos seguir diciendo ¡Presentes! No hemos deshonrado ni a los muertos ni a los vivos. Allá los que tomaron otro camino. Esta historia no está escrita aún. Hubo errores, cierto. Lo que no está en discusión es la entrega, la pasión y el amor por Venezuela y la humanidad. Los balances que continuarán publicándose irán poniendo las cosas en su lugar y una etapa decisiva de la historia de Venezuela se irá iluminando. Hermanados con el proceso bolivariano continuamos al lado de Cuba y de la revolución de América Latina, el Caribe y del planeta todo. La gran tarea es ganar la batalla política por la paz que frene los planes imperiales de guerra contra la humanidad y el planeta. Ganar esa batalla es frenar el proceso de desestabilización contra el gobierno bolivariano, en el que participan paramilitares que han ido ocupando parte del territorio venezolano, los traficantes que organizan el microtráfico de drogas para corromper a los jóvenes, fomentar pandillas, el sicariato, secuestros y en general, un clima de inseguridad y caos, que facilite la conspiración contra el Presidente Chávez. Nuestras son las banderas de la paz. Sólo el imperio necesita la guerra. Llegar al 7-O, garantizar un triunfo contundente del Presidente Chávez, defenderlo y derrotar el probable desconocimiento de los resultados, es el reto que hemos asumido con el pueblo chavista.
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¡Pongamos que alguien pierde!
RIGOBERTO LANZ “No hay que asombrarse de que los más profundos problemas no sean propiamente problemas”. LUDWIG WITTGENSTEIN: Tractatus Logicophilosophicus, p. 71 En las contiendas políticas hay mucho en común con la subcultura del apostador, tal vez un rasgo resalta por su fuerza: saber perder. Se dice rápido pero no crea usted que es senillo. Comenzando por que a nadie le gusta perder. Salvo el síndrome holibudense del “perdedor” estructural, el resto de los mortales gozan un puyero con lo contrario: ganar. En un torneo electoral, en el arranque, la pulsión psico-política de ganar tiene que estar en juego, de lo contrario, la derrota se inscribe perversamente en el propio punto de partida. Claro está, hablamos de contiendas objetivamente emparejadas, donde las posibilidades de unos y de otros son de verdad intercambiables (como es el caso actualísimo de las elecciones en Francia: mientras usted lee este artículo está a punto de despejarse esa incógnita) Sería ridículo que un mini-grupo que participa en elecciones con otros objetivos (los hay en todos lados), se plantee en serio esto de “ganar”. Moraleja: la pulsión ganadora que es tan esencial no funciona en el aire. Los analistas fríos y numéricos le dirán con gran convicción que alguien perderá. Esta “genialidad” de la electorametría lo que quiere decir es que se pierde y se gana, que perder está en la agenda, como también ganar; que usted debe estar preparado para todo. Esa es la psicología típica del apostador: juega siempre a ganar, pero sabe que eso es imposible. Los jugadores compulsivos a veces pelan el pedal y se van al foso (millones de anécdotas se suceden a diario) Otros se hacen ricos en una noche, otros pasan la vida ganando y perdiendo. Habría que hacer una psico-socioantropología de la lúdica venezolana para rastrear el hilo rojo que conecta al apostador de gallos (en cada pueblo hay una gallera), con el fanático de bingos y casinos, con el jugador de cartas y dados (en cada pueblo hay un lugar secreto—que todos conocen—donde amanecen jugando los “turcos” del lugar), con los jugadores de caballos y animalitos (extendido como arroz en todo el país), con los jugadores de loterías, con
los apostadores duros que juegan a toda clase de eventos. Hay allí una subcultura que se desliza en todos los ambientes de la sociedad. También en el juego electoral. Se complica el asunto cuando el afán propagandístico y la “bulla” que es típica de los tinglados electorales no pueden ya hacer la diferencia entre querer ganar y poder ganar. Como esta línea es muy tenue, siempre será posible una interpretación acomodaticia que deja bien al contendor. El problema es que este esquema mental no puede estar presente en los operadores que están al frente de estos procesos. Alguien tiene que saber—puertas adentro—cuál es la situación real (independientemente de lo que se diga para la calle) He visto por estos días con cierto asombro la banalidad con la que ciertos analistas despachan este asunto. Alguien sostiene con abundosa retórica: “yo no creo en encuestas, el triunfo se respira en la calle”. Esa metafísica de “se respira en la calle” es justamente el dispositivo psico-político que no puede ser contrastado luego con una sencilla derrota electoral. Quien anda por allí propagandeando—demagógica o sinceramente—que el triunfo “se respira en la calle” no puede admitir la derrota, será el primero en cantar fraude, buscará explicaciones telúricas, se esconderá, etc. Este perfil delirante de operadores políticos ya lo hemos visto en experiencias recientes (he escrito al respecto) Si tal psicopatología se apodera de los voceros y decisores de una determinada parcela, ello enreda de un modo impresionante el desenlace normal de una disputa electoral. Que la muchedumbre rechine de fervor por un triunfo que no existe, es algo patético pero entendible. Que los dirigentes se lo crean por que no manejan la información apropiada, porque es muy duro admitirlo, porque se habían hecho la ilusión, porque “se sentía en la calle”, es el colmo de la ridiculez. En la gallera hay una fórmula que funciona: taparse (interesados consultar con un experto) Que los dirigentes se lo crean por que no manejan la información apropiada, porque es muy duro admitirlo, porque se habían hecho la ilusión, porque “se sentía en la calle”, es el colmo de la ridiculez. En la gallera hay una fórmula que funciona: taparse (interesados consultar con un experto)
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Apuntes para el socialismo del siglo XXI
MICHAEL LÖWY Y SAMUEL GONZÁLEZ
La crisis de civilización que hoy experimentamos es el resultado de más de dos siglos de modernidad capitalista, un proceso histórico que nos ha conducido a un panorama de miseria social y a una temible crisis ecológica que amenaza la vida sobre el planeta, lo cual anuncia una verdadera crisis de sentido para la vida y para la historia de nuestras sociedades. ¿Acaso la modernidad falló tanto en su apuesta liberal como socialista? ¿Acaso la historia perdió sentido; acaso se haya fatalmente condenada? Para nosotros, si la historia puede cobrar un sentido diferente tendría que hacerlo en un sentido opuesto a la lógica actual de la sociedad; tendría que hacerlo fuera de la lógica cosificada del valor, fuera del individualismo, el autoritarismo, el machismo y la depredación ecológica. Esto implica reinventar el mundo, reinventar la sociedad sobre bases completamente diferentes. La pregunta sería desde dónde construir la experiencia de esa historia distinta. Desde qué posturas teóricas, desde qué valores, desde qué ética y desde qué experiencias históricas. Sin esperar, por supuesto, que ello consista en una receta mágica, monolítica o dogmática. Un cambio posible deberá sembrarse sobre la base de la pluralidad y el debate constante. Desde nuestra perspectiva, la lucha por resignificar la historia debería ser una experiencia que logre atajar los antagonismos modernos entre tradición y modernidad; entre naturaleza y sociedad; entre campo y ciudad y ello representa un ejercicio abierto al debate, abierto a la pluralidad y a la creatividad. La sola idea de cambiar el mundo implica hacer un intento por recuperar las experiencias más valiosas de la humanidad y, al mismo tiempo, ser capaces de innovar, ser capaces de ir contra y más allá de la moderna sociedad capitalista. Sin duda alguna el proyecto liberal de la modernidad capitalista sólo ha sido brutalmente contrastado y puesto en cuestión por el horizonte socialista. El socialismo, como perspectiva de emancipación, se instala en la moderna sociedad industrial intentando cuestionar el orden social en su totalidad; intentando consolidar una verdadera resignificación de la vida y de la historia más allá de la opresión y la explotación.
El socialismo, por supuesto, no es ningún bloque estático u homogéneo ya que en su interior conviven diversas perspectivas de emancipación social, pasando por el anarquismo, el comunismo e incluso ciertas formas de socialismo utópico. ¿Pero es válido, o quizás factible, el proyecto socialista como proyecto histórico, como movimiento de transformación social, como anhelo de reinvención radical para la historia? Nos parece, a la vista de las experiencias de lucha social y política a nivel mundial de la última década, que hoy más que nunca es necesario y coherente el horizonte socialista para este siglo pues, frente a la crisis de civilización, el socialismo continúa proponiendo e impulsando la creación de un mundo sin opresión ni explotación, sin propiedad privada ni Estado. Esto indica la vigencia y la necesidad de seguir pensando la realidad de manera distinta; de seguir actuando de manera crítica y radical, es decir, revolucionaria. La pregunta, por supuesto, es qué tipo de socialismo construir y bajo qué supuestos históricos y teóricos, lo cual constituye un reto que sobrepasa a una sola corriente teórica, a una sola corriente política o a un sólo autor. Por ello es importante resaltar la necesidad de consolidar un ambiente de diálogo permanente entre autores y corrientes con la intención de recrear nuestros horizontes prácticos y teóricos. En ese campo de lucha y de emancipación el marxismo revolucionario, sin lugar a dudas, juega un papel primordial. Debemos reconocer que cualquier perspectiva revolucionaria de la
modernidad debe transitar necesariamente por las coordenadas esbozadas por Marx y por los distintos marxismos que se han desarrollado en el seno de esta compleja tradición teórica y política. El presente esfuerzo pretende contribuir, de manera simultánea, a una reflexión crítica sobre el proyecto comunista de sociedad y sobre la necesidad y vigencia de la teoría marxista en vistas de reinventar el sentido de nuestras vidas y de nuestra historia. Como todo esfuerzo teórico se ve limitado por distintas razones, y es en esa medida que este ensayo pretende ser una invitación explícita –también- a reinventar la teoría marxista revolucionaria. Con la intensión de impulsar un socialismo revolucionario y libertario, a lo largo de este artículo nos proponemos operar un abordaje y un rescate crítico, desde una perspectiva marxista, de tres corrientes de teóricas y políticas que en la actualidad gozan de un peso significativo para las luchas de las clases subalternas a nivel mundial: el romanticismo revolucionario, el anarquismo y el ecosocialismo. Todo ello, con la intención de entretejer una perspectiva creativa y dinámica para el socialismo del siglo XXI. La decisión de retomar estas tres perspectivas no fue casual. Desde nuestra perspectiva el socialismo del siglo XXI debe emprender una revisión crítica de estas corrientes de pensamiento en vistas de su propio proyecto histórico. Para nosotros, existe la urgente necesidad de hacer de la política socialista una herramienta útil en la lucha de clases actual y, para ello, debe lograr apropiarse
/Junio de 2012 de una perspectiva romántica, libertaria y ecosocialista. Entre la tradición y la modernidad: el romanticismo revolucionario Contrariamente a lo que se puede leer en los manuales de historia de la literatura, el romanticismo es mucho más que una escuela literaria de principios del siglo XIX. Se trata más bien de una visión del mundo, que atraviesa todos los campos de la cultura – literatura, artes, filosofía, religión, doctrinas políticas, historiografía, antropología, etc. - y que tiene por eje principal una crítica cultural a la moderna civilización capitalista en nombre de ciertos valores – sociales, culturales, religiosos – del pasado premoderno. La protesta romántica se levanta en contra de algunas de las características centrales de las sociedades burguesas modernas: el desencantamiento del mundo, la cuantificación de las relaciones sociales, la mecanización de la vida y la atomización de los individuos. De hecho, el romanticismo es una de las principales estructuras de sensibilidad de la cultura moderna, que aparece en mediados del siglo XVIII -se puede considerar JeanJacques Rousseau como su « fundador » - y continúa hasta hoy. Un movimiento político-cultural como el surrealismo es un ejemplo evidente de romanticismo en el siglo XX. Para muchos marxistas, el romanticismo, por su referencia al pasado, es necesariamente un movimiento reaccionario. Pero en realidad, el campo cultural romántico es muy heterogéneo políticamente, y en su interior se cristalizan dos polos opuestos: uno, el romanticismo regresivo, restaurador y/o reaccionario, que sueña con una (imposible) vuelta al pasado; el otro, el romanticismo utópico y/o revolucionario, para el cual se trata más bien de un giro por el pasado en dirección al futuro. Para el romanticismo revolucionario -que hace suyos los valores emancipadores modernos, libertad, igualdad, fraternidad- la nostalgia del paraíso perdido es proyectada hacia un futuro ideal. De hecho, el socialismo romántico es una de las formas que puede tomar el romanticismo revolucionario. La critica romántica de la modernidad no deja de ser, a pesar de su « pasadismo », una forma cultural moderna; se le puede considerar una auto-critica cultural de la modernidad. Su protesta tiene por algo aspectos fundamentales de la civilización capitalista: la mercantilización, la reificación, el espíritu de cálculo comercial, la disolución de todos los valores cualitativos (estéticos, éticos o
sociales) y la dominación exclusiva de la cantidad, del valor de cambio, del dinero. Una impresionante síntesis de esta crítica romántica anti-capitalista es el siguiente pasaje de un autor del siglo XIX: « Finalmente vino un tiempo en el cual todo lo que los seres humanos habían considerado inalienable se transformó en objeto de cambio, de tráfico y pudo alienarse. Es el tiempo en el cual las cosas mismas que hasta entonces eran transmitidas pero jamás cambiadas ; regaladas pero jamás vendidas ; obtenidas pero jamás compradas – virtud, amor, opinión, ciencia, consciencia, etc. - una época en la cual finalmente todo paso en el comercio. Es el tiempo de la corrupción general, de la venalidad universal, o, para hablar en términos de economía política, el tiempo en el cual todas las cosas, morales o físicas, transformadas en valor venal, son llevadas al mercado para ser apreciadas a su justo valor ». ¿Quién es el autor, tan nostálgico del pasado pre-capitalista, de esta feroz crítica moral de la sociedad burguesa? Muchos lectores habrán reconocido la pluma de… Karl Marx. 1 ¿Sería Marx un pensador romántico? No, por cierto, pero Marx reconocía a la crítica romántica de la sociedad burguesa una cierta legitimidad: « En etapas anteriores de la evolución se manifiesta una mayor plenitud del individuo (…). Es tan ridícula la nostalgia de esta plenitud originaria, cuanto la creencia en la necesidad de quedarse en el vacio
presente. La concepción burguesa nunca logró superar a la romántica, y por tanto esta la va a acompañar, como su legitima oposición, hasta su bendito termino ». 2 Además, existe en los escritos de Marx un « momento romántico », que se manifiesta, por ejemplo, en su interés por el « comunismo primitivo » y, en sus últimos escritos, en defensa de la comunidad rural rusa con sus tradiciones colectivistas. En una carta a la socialista rusa Vera Zasulitsch, en 1881, Marx considera esta comuna como el punto de partida para una regeneración socialista de Rusia. En última instancia, escribe Marx en uno de los borradores de la carta, que es el socialismo sino el « retorno de las sociedades modernas a una forma superior del tipo más arcaico: la producción y la apropiación colectiva » Añadiendo un comentario irónico: « no hay que dejarse intimidar por la palabra ‘arcaico’ ». 3 Se trata de una dialéctica entre el pasado (« arcaico » o « primitivo ») y el futuro (utópico) típica del romanticismo revolucionario. El socialismo romántico se va desarrollar, después de Marx, en la obra de autores como William Morris, revolucionario inglés de sensibilidad marxista/libertaria, autor de la célebre novela utópica, News from Nowhere (Noticias de ninguna parte) (1890), o el filosofo marxista Ernst Bloch, que caracterizaba sus primeros escritos como expresión de « romanticismo revolucionario ». Uno de los socialistas románticos más importantes del siglo XX es el marxista peruano « heterodoxo » José Carlos Mariátegui. C ontra el romanticismo retrogrado de las elites - la nostalgia del periodo colonial - él apela a una tradición más antigua y profunda: las civilizaciones indígenas precolombinas: “El pasado incaico ha entrado en nuestra historia, reivindicado no por los tradicionalistas sino por los revolucionarios. En esto consiste la derrota del colonialismo (…). La revolución ha reivindicado nuestra tradición más antigua” 4 . Mariátegui llamó a esta tradición “el comunismo incaico. 5 No se trata para él de volver al pasado pre-colonial, sino de entender las raíces indígenas del futuro: “El socialismo, en fin, está en la tradición americana. La más avanzada organización comunista primitiva, que registra la historia, es la incaica. No queremos ciertamente, que el socialismo en América sea calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indoamericano. He aquí una misión digna de una nueva generación” 6 . Este mensaje no quedó olvidado. Una
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visión romántico/revolucionaria semejante se encuentra en muchos de los movimientos indigenistas actuales en América Latina. Estos movimientos – en Perú, Ecuador, Bolivia, pero también México - se refieren al pasado comunitario inca o maya, no para restaurar el Twantisuyo, o la civilización de los Mayas, sino para plantear una alternativa radical al neo-liberalismo, al colonialismo, al mismo sistema capitalista. La expresión “socialismo comunitario” que circula en Bolivia es una de las manifestaciones de esta visión del socialismo del siglo XXI. Perspectivas libertarias para el socialismo del siglo XXI Por ruidoso que pueda resultar para muchos, en las luchas de las clases subalternas podemos hallar un sabor libertario inconfundible que trae hasta nosotros la memoria del movimiento anarquista internacional. En la actualidad el anarquismo es un espectro difuso que se mezcla en las luchas cotidianas de las clases subalternas en todo el mundo, a pesar del pensamiento dominante que intento borrarlo, a toda costa, de la memoria de los oprimidos. ¿Tendrá la historia del anarquismo algún significado o valor frente a la situación actual? A lo largo de más de una década tuvieron lugar distintos eventos de lucha cuyo contenido libertario remembraba, no sin melancolía y un sabor utópico inigualable, las grandes odiseas del anarquismo internacional, una historia de luchas, y también de persecución, tortura y deportación. Las luchas antineoliberales emergen en un ambiente completamente distinto pero enfrentado, en muchísimos sentidos, a un panorama que anuncia la necesidad de recrear la política de las mayorías bajo perspectivas abiertamente libertarias. Y en ese caso nos parece que el anarquismo tiene un valor inigualable. El anarquismo, como parte del movimiento socialista, es una de las corrientes políticas más radicales de crítica romántica a la modernidad, pero al mismo tiempo profundamente moderna pues sus aspiraciones llevan hasta sus últimas consecuencias el ideal de la autonomía de individuos y comunidades para conducir sus vidas y su historia. A lo largo del siglo XX, el socialismo libertario logró constituirse como uno de los principales profetas de la revolución socialista como una lucha primordialmente antiestatal y predominantemente social basada en prácticas federativas y autogestivas, elementos presentes en las luchas de las últimas décadas a nivel mundial. Basta recordar el perfil autonomista de los movimientos indígenas en América Latina, los proyectos autogestivos también en
esta región así como la autogestión de numerosas fábricas en países como Argentina y Canadá. Es necesario señalar que las tendencias libertarias de las protestas sociales de la última década han traído a colación viejos debates dentro de la izquierda revolucionaria a nivel internacional relacionados con la toma del poder, la construcción del Estado y la participación electoral. Y es que no podemos negar que, desde hace aproximadamente una década, han vuelto de manera contundente las discusiones estratégicas entre los distintos movimientos sociales del mundo. Las tensiones y contradicciones de este proceso fueron particularmente fuertes entre los movimientos latinoamericanos que alcanzaron la capacidad de derribar gobiernos. Desde esta perspectiva consideramos fundamental que el proyecto socialista de este siglo vuelva sobre las experiencias y las concepciones del movimiento anarquista, pues detrás de todos estos episodios podemos encontrar un legado inigualable para las luchas revolucionarias de este siglo. Para las y los socialistas de nuestra época debe ser de gran interés un nuevo acercamiento a la literatura ácrata con el firme objetivo de renovar el proyecto socialista desde perspectivas libertarias. Debemos ser conscientes que tras las experiencias del movimiento socialista durante el último siglo el horizonte socialista para este siglo debe ser capaz de integrar dentro de sus elementos constitutivos una crítica
radical del autoritarismo, el burocratismo y el estatismo desarrollados no sólo en las experiencias de la Unión Soviética. Para ello, consideramos fundamental operar un rescate crítico del socialismo libertario. No debemos olvidar que desde sus inicios el anarquismo hizo de la libertad el valor supremo de su pensamiento. Desde esta visión, es la libertad la fuente, pero al mismo tiempo, la única posibilidad de progreso para la humanidad. Es en este sentido que, bajo el enfoque libertario de Proudhon, libertad y solidaridad son conceptos hermanados orgánicamente pues como lo indica en su Confesión de un revolucionario: eradas desde el punto de vista social, libertad y solidaridad son dos conceptos idénticos. Encontrando la libertad de cada uno, no un impedimento en la libertad de los demás, como dice la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1793, sino un apoyo, el hombre más libre es el que mayores relaciones tiene con sus semejantes” Como podrá intuirse, dentro del movimiento anarquista no existe una concepción definitivita de la libertad. Sin embargo, todas las corrientes anarquistas coinciden en identificar la libertad con la autonomía plena de individuos y colectividades para decidir el sentido y la dinámica de sus vidas en contraposición a cualquier tipo de jerarquía. De esta manera, la concepción anarquista de la libertad transgrede los tradicionales límites modernos del concepto ya que para el anarquismo la libertad emerge en una oposición irreductible al Estado. Desde la perspectiva ácrata no es el Estado la garantía para la libre autodeterminación
/Junio de 2012 de la sociedad. Pero, lo que resulta verdaderamente sorprendente es cómo esta concepción de la libertad fue constituida a través de prácticas históricas completamente radicales. De hecho, la historia del anarquismo es la historia de una serie de experiencias que intentaron llevar, hasta sus últimas consecuencias, esta concepción de la libertad. Esto se hizo evidente en la experiencia de las rebeliones campesinas en Ucrania (1917- 1920) y Corea (19291930), la experiencia de la CNT-FAI en la revolución española (1936-38), y en la experiencia del sindicalismo revolucionario en Italia (USI), Argentina (FORA), Bolivia, en otros muchos países. Es necesario reconocer que en todas estas experiencias se ejercieron prácticas que hoy deben volver a pensarse y, sobre todo, a revalorarse. En primer lugar, la perspectiva antiautoritaria del socialismo libertario logró impulsar prácticas tan radicales como las milicias voluntarias en España y Ucrania, la reorganización de la economía sobre la base de la solidaridad a través de cooperativas cuya estructura fue en muchas ocasiones rotativa pero en general una serie de acciones que tendían abiertamente a la autogestión de la vida social. Todas estas experiencias nos muestran que una revolución social en manos de las clases subalternas deberá ser una revolución que aspire a la disolución del Estado y a la autogestión de la vida social. Al mismo tiempo, no queremos dejar de lado las limitaciones y contradicciones de todas estas experiencias. No debemos olvidar que los socialistas libertarios experimentaron en carne propia las contradicciones de una perspectiva estratégica que pretende la disolución inmediata del Estado, y esto fue más que evidente en la experiencia del revolución española en donde la CNT se vio implicada en la participación gubernamental. En la actualidad la disyuntiva está abierta para los distintos movimientos sociales a nivel internacional, sobre todo tras la rebeliones populares en América Latina y recientemente en el mundo árabe y en Europa las cuales revelan que no basta con la lucha social, que a ella debe sumarse la perspectiva estratégica de la toma del poder ya que, sin quererlo o no, el Estado no se disuelve automáticamente sobre todo si pensamos la revolución como un proceso internacional e internacionalista. Desde este enfoque el socialismo del siglo XXI debe pensarse como un proceso revolucionario capaz de combinar la toma del poder con practicas autogestivas abiertamente antiestatales, es decir, la revolución deberá proyectarse como un proceso social y político que debe mezclar la creación de formas
democráticas de poder con prácticas que sobrepasen al Estado y que apunten directamente a la autogestión de la vida social. En otras palabras: buscando, como lo sugería Marx a propósito de la Comuna de Paris, formas no-estatales de poder político de los trabajadores. Para nosotros la revolución socialista debe ser una revolución libertaria capaz de reinventar la historia sobre la base de la libertad y la creatividad. La apuesta ecosocialista, la apuesta por una nueva civilización La crisis ecológica planetaria ha tomado un giro decisivo con el fenómeno del cambio climático. Primera constatación: todo se acelera mucho más rápidamente que lo previsto. La acumulación de gases con efecto de estufa, la elevación de la temperatura, la fusión de los hielos polares y de las « nieves eternas » de las montañas, las sequias, las inundaciones: todo se precipita, y los balances de los científicos, apenas la tinta de los documentos ha secado, se revelan demasiado optimistas. Ya no se habla de lo que pasará dentro de cien años, en un futuro remoto, sino de catástrofes que pueden darse en las próximas décadas. Los efectos de feed-back pueden provocar un salto cualitativo en el efecto de estufa y un desbordamiento incontrolable e irreversible del calentamiento global. ¿Qué pasará si la temperatura supera los 2 o 3 grados? Sabemos que la subida del nivel del mar puede llevar a la sumersión de las grandes ciudades marítimas de la civilización humana. ¿A partir de un cierto nivel de temperatura - por ejemplo seis grados - la Tierra seria aun habitable para nuestra especie? Infelizmente no disponemos de un planeta de repuesto en el universo conocido por los astrónomos… ¿Quién es el responsable por esta situación, inédita en la historia de la humanidad? Es el Hombre, contestan los científicos. La respuesta es correcta, pero un poco corta: el hombre habita la Tierra hace milenios, pero la concentración de
gas carbónico ha empezado después de la Revolución Industrial y se ha agravado considerablemente en las últimas décadas. En cuanto marxistas, creemos que la respuesta es: la culpa la tiene el sistema capitalista, con su lógica absurda de expansión y acumulación infinita, su productivismo obsesionado por la ganancia. Un sistema intrínsecamente perverso, que el pretendido « socialismo real », ya desaparecido sin gloria, trató de imitar, tanto en el terreno del aparato productivo – basado en las mismas fuentes de energía, fósil y nuclear - cuanto en su obsesión productivista, en una variante de corte burocrático. La racionalidad estrecha del mercado capitalista, con su cálculo inmediatista de pérdidas y ganancias, es necesariamente contradictorio con una racionalidad ecológica, que toma en consideración la temporalidad larga de los ciclos naturales. No se trata de oponer los « malos » capitalistas ecocidas a los « buenos » capitalistas verdes: es el propio sistema, basado en la feroz competencia, en la impiedosa exigencia de rentabilidad, en la corrida por la ganancia rápida, que es inevitablemente destructora de la naturaleza. Una reorganización del conjunto del modo de producción y de consumo es necesaria, basada en criterios exteriores al mercado capitalista: las necesidades reales de la población y la defensa de los equilibrios ecológicos. Esto significa una economía de transición al socialismo, en la cual es la misma población - y no las « leyes del mercado », o un Buró Político autoritario – quien decide, democráticamente, las prioridades de la producción y del consumo. Esta transición conduciría no solo a un nuevo modo de producción y a una sociedad más igualitaria, más solidaria y más democrática, sino también a un modo de vida alternativo, una nueva civilización, ecosocialista, más allá del reino del dinero, de los hábitos de consumo artificialmente inducidos por la publicidad, y la producción al infinito de
Junio de 2012/ mercancías inútiles. ¿Qué es entonces el ecosocialismo? Se trata de una corriente de pensamiento y de acción que se refiere al mismo tiempo a la defensa ecológica de la naturaleza y a la lucha por una alternativa socialista. En ruptura con la ideología productivista del « progreso » y del « crecimiento » - en su forma capitalista y/o burocrática – esta corriente representa una tentativa original de articular las ideas fundamentales del socialismo - marxista y/o libertario - y del anti-capitalismo con los avances de la crítica ecológica al productivismo. El ecosocialismo es un movimiento revolucionario que pretende abrirse paso fracturando la vida contemporánea en todas sus escalas. No demos olvidar que una revolución ecosocialista debe emerger, simultáneamente, como una revolución política pero también como una revolución de la vida cotidiana. Un proceso en donde los grandes y los pequeños cambios no son contradictorios sino complementarios. Desde ahora las y los ecosocialistas debemos emprender un combate por hacer coincidir las luchas sociales y políticas con las luchas ecológicas en una perspectiva de cambio radical. Como lo podemos constatar, el entrecruzamiento entre estas luchas será cada vez más intenso como lo demuestra la situación actual en América Latina y en muchísimas regiones del mundo. Nos encontramos frente a un panorama muy contradictorio en donde la crisis ecológica es combatida por las clases subalternas de todo el mundo, no solo mediante resistencias sino también mediante prácticas alternativas que portan, en la práctica, una visión ecológica anticapitalista. Ello puede observarse nítidamente en numerosos territorios de América Latina en donde diversas comunidades, mayoritariamente rurales e indígenas, gestionan de manera autónoma diversos recursos naturales. Las luchas ecológicas en todo el mundo representan un amplio escenario lleno de vida. Un escenario en donde se funden tradiciones antiquísimas de respeto a la naturaleza con nuevas experiencias que intentan inaugurar una nueva relación con la naturaleza. Uno de los ejemplos más significativos, a pesar de sus tensiones y contradicciones, lo podemos encontrar en Bolivia: por un lado, el país sigue dependiendo de las energías fósiles (gas), pero por el otro, el gobierno de Evo Morales ha encabezado las movilizaciones internacionales en contra del cambio climático. En la actualidad las luchas ecológicas a nivel internacional hacen evidente que las luchas ecológicas son simultáneamente luchas políticas en donde se disputa el rumbo de la historia.
Contrario a los que muchos quisieran, la crisis ecológica es un conflicto de clases. No podemos olvidar que los costos de la crisis son actualmente descargados sobre las y los explotados del mundo. Por esta razón, pensamos que el horizonte ecosocialista debe operar multiescalarmente, apoyando procesos locales y regionales e impulsando, simultáneamente, perspectivas nacionales, continentales e internacionales. Nuestra labor es hacer converger todas estas movilizaciones no sólo en el terreno de lo social, mediante proyectos de autonomía y autogestión, sino también mediante la lucha por el poder pues debemos ser conscientes de que el capitalismo no desaparecerá de la noche a la mañana. De ello se desprende la necesidad de combinar los combates sociales con los combates políticos. No basta luchar por cambios de gobierno, pero tampoco basta con la lucha social al margen del poder. Ambas dimensiones deben impulsarse simultáneamente. Es desde esta visión que consideramos fundamental pensar en la construcción de gobiernos no solo anticapitalistas sino también ecologistas ya que, como lo demuestran las pugnas actuales socioambientales en América Latina, se trata de consolidar experiencias de gobiernos anticapitalistas con una perspectiva ecologista. Nos encontramos en un momento estratégico para las luchas ecológicas a nivel internacional. Sobre todo, si tenemos en cuenta el desastre de la COP 16 que anunció la intensificación de los desastres ecológicos, pero sobre todo tras la cumbre de los pueblos realizada en Cochabamba en donde se hizo evidente la necesidad de pasar a la ofensiva, de ir más allá de la resistencia avanzado sobre la consolidación de alternativas sociales y políticas, más allá del capitalismo. Finalmente, queremos expresar que luchar por una revolución ecosocialista implica resignificar el sentido de nuestras vidas pues una relación distinta con la naturaleza conlleva una relación distinta con nosotros mismos.
Conclusión El socialismo del siglo XXI se sitúa en una relación dialéctica de continuidad y ruptura en relación con el socialismo del siglo XX. La continuidad se refiere a lo mejor que ofreció el pensamiento y la acción de los revolucionarios del pasado, desde Emiliano Zapata y Augusto Cesar Sandino, hasta José Carlos Mariátegui y Ernesto Che Guevara ; desde Rosa Luxemburgo y León Trotsky, hasta Bonaventura Durruti y Emma Goldman ; desde György Lukács y Ernst Bloch hasta Antonio Gramsci y Walter Benjamin ; desde William Morris y Gustav Landauer hasta André Breton y Guy Debord. La lista es obviamente mucho más larga… Nos interesa la herencia marxista revolucionaria, libertaria y romántica, en su pluralidad contradictoria pero potencialmente convergente. No se trata de inventar un nuevo dogma, un sistema cerrado con pretensiones exclusivas, en lugar del llamado « marxismo-leninismo » del siglo XX, sino de buscar inspiración en la diversidad de las culturas revolucionarias. Nos interesan también, pero con una perspectiva crítica, las grandes experiencias revolucionarias del siglo XX, no sólo las victoriosas - la revolucion rusa, la cubana - sino también las que fueron derrotadas: la revolución mexicana, la alemana, la española - entre otras. No empezamos desde cero, ni hacemos del pasado tabla rasa: sin memoria del pasado, no habrá futuro. La ruptura se refiere a las tendencias dominantes en el socialismo del siglo XX, el reformismo social-demócrata, cómplice de la Primera Guerra Mundial, responsable del asesinato de Rosa Luxemburgo en 1919 y de varias guerras coloniales, y el estalinismo, responsable de numerosos crímenes en contra de la humanidad en nombre del « comunismo ». Estas dos tendencias comparten una concepción estatista, « desde arriba », del socialismo, donde todas las transformaciones son iniciativa del Estado - burgués, en el caso
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de la social-democracia, burocrático/ autoritario en el estalinismo – y de sus aparatos. La ruptura se refiere también a la tendencia productivista, predominante en las corrientes socialistas del siglo XX, desde las más moderadas hasta las más radicales. La opción por el ecosocialismo es, desde un cierto punto de vista, la más novedosa dimensión del socialismo del siglo XXI en relación a las tradiciones del pasado en la izquierda y el movimiento obrero. Ella implica una ruptura con el culto « socialista » del infinito « desarrollo de las fuerzas productivas », y con la ideología del progreso irreversible, traducido por el « crecimiento » y la « expansión » de la producción y del consumo. Hemos propuesto tres dimensiones que nos parecen importantes para el socialismo del siglo XXI: el romanticismo, el anarquismo y la ecología. No las planteamos como alternativa al marxismo revolucionario, sino como una forma de enriquecerlo, y de radicalizar su oposición a la civilización capitalista. Estas tres dimensiones no son separadas, sino que se interrelacionan y se combinan de diferentes formas. El anticapitalismo romántico está presente tanto en la ecología radical como en el socialismo libertario - y viceversa. El socialismo del siglo XXI es un horizonte utópico, una propuesta revolucionaria, la perspectiva de « un otro mundo posible », más allá de las infamias del capitalismo. Pero no se trata, para nosotros, de esperar por el « Gran Día », el derrocamiento final del capitalismo, la revolución mundial. El camino hacia el socialismo del siglo XXI empieza hic et nunc, aquí y ahora, en la convergencia
de luchas de clases y luchas ambientales, contra el enemigo común que son las políticas neo-liberales, la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el imperialismo yanqui, el capitalismo global. La lucha de las comunidades indígenas, de los campesinos sin tierra y de los trabajadores del campo de Perú, Ecuador y Brasil en defensa de la Amazonia, bien común de la Humanidad, en contra de las multinacionales petroleras, los latifundistas, las empresas madereras y el agro-negocio es un ejemplo evidente de estos combates por un futuro distinto. Lo mismo se puede decir de la rebelión de los estudiantes en defensa de la educación como servicio público en Chile, de las ocupaciones de fábricas en Argentina, de los acampamientos de los sin-tierra en Brasil, - así como de algunas de las discusiones e iniciativas que se dan en el Foro Social Mundial, con la perspectiva de que « otro mundo es posible » - todas éstas son -potencialmentesemillas del socialismo del siglo XXI. Hay que mencionar también la extraordinaria experiencia del movimiento zapatista de Chiapas, con sus iniciativas de auto-organización de las comunidades indígenas, y con su planteamiento internacionalista, materializado en la Conferencia Intergaláctica de 1994 – iniciativa pionera del movimiento altermundialista. Algunas de las medidas de los gobiernos anti-imperialistas de Venezuela, Bolivia y Ecuador son también pasos en esta dirección ; pero se trata de procesos cargados de contradicciones, que sólo podrán avanzar en la medida que los movimientos sociales lo impulsen a través
de movilizaciones « desde abajo » - lo que implica que los sindicatos, los ecologistas, los movimientos campesinos, las comunidades indígenas y las fuerzas de la izquierda anti-capitalista se organicen de forma autónoma en relación al gobierno y al Estado. La pregunta, por supuesto, es cómo reconstituir y reposicionar el horizonte socialista como un proyecto histórico viable, no como un proyecto de minorías radicales sino como una aspiración paras las mayorías explotadas y oprimidas de todo el mundo, pensando, al mismo tiempo, al socialismo como un proyecto y como un proceso heterogéneo y abierto, en constante cambio pero firme en sus convicciones históricas. Esta tarea exige dejar atrás las fórmulas dogmáticas y sectarias proponiéndonos consolidar experiencias verdaderamente históricas que respondan a la situación actual, a las necesidad de las luchas contemporáneas. Tal y como Rosa Luxemburgo lo mencionaba, las y los socialistas no somos, ni debemos ser, los maestros rojos de la revolución, por el contrario, la tarea de los revolucionarios es lograr tejer un puente entre el proyecto socialista y las luchas actuales; ello implica precisamente un ejercicio de sensibilidad ineludible. Pensar el socialismo del siglo XXI es pensar una revolución para la vida. Pensar y actuar como socialista es ser capaces de subvertir el orden común, de cuestionar radicalmente el mundo tal cual es, atreviéndonos a soñar con un mundo completamente diferente. André Breton, fundador del surrealismo, co-autor, con Leon Trotsky, del Manifiesto por un Arte Revolucionario Independiente (Mexico, 1938), escribió en 1935 estas palabras aun actuales: Marx decía “tenemos que transformar el mundo”, el poeta Arthur Rimbaud decía “hay que cambiar la vida”; para nosotros, los dos constituyen un solo y único imperativo. Notas: 1 Karl Marx, Misère de la Philosophie, Paris, Ed. Sociales, 1947, p. 33. 2 K.Marx, Grundrisse der Kritik der politischen Ökonomie, , Berlin, Europäische Verlaganstaltung, 1953, p. 80 3 K.Marx, « Brouillons de la réponse à Vera Zassulitsch, 1881, in Œuvres II. Economie, Paris, Gallimard, 1968, pp. 1561, 1570 4 JC Mariátegui, “La tradición nacional”, 1927, Peruanicemos el Perú, Lima, Amauta, 1975, p. 121. Mariátegui Total, Lima, Empresa Editora Amauta S.A., 1994, p. 326. 5 Esta expresión aparece también en la Introducción a la Crítica de la Economía Política de Rosa Luxemburgo– publicada en Alemania en 1925 e indudablemente desconocida por Mariátegui. 6 JC Mariátegui, “Aniversario y Balance”, 1928, Ideología y Política , pp. 248-249. Mariátegui Total , Lima, Empresa Editora Amauta S.A., 1994, p. 261.
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ANNIE BIRD/COUNTERPUNCH
¿Intenta EE.UU. a recuperar el control de Latinoamérica a través de guerras regionales por encargo, por medio de Colombia? Las Cumbres de las Américas comenzaron en 1994 como foros para promover el libre comercio. En 2009 el enfoque de la Cumbre se orientó hacia demandas a favor de la inclusión de Cuba en organismos políticos regionales y del fin del embargo económico de EE.UU., un debate que continuó en la Sexta Cumbre de este mes en Cartagena. Pero un nuevo tópico se introdujo en las noticias sobre la Cumbre del 14 y 15 de abril en Cartagena: el llamado a discutir la ‘descriminalización” de las drogas. Sorprendentemente, el llamado fue lanzado por precisamente los presidentes que más han apoyado la militarización bajo el disfraz de la guerra contra la droga. Los encabezó el presidente guatemalteco Otto Pérez Molina, de quien se informa que fue un activo de la CIA y ex general acusado de realizar crímenes contra la humanidad. Pérez Molina afirma que pensó en la propuesta junto con el presidente colombiano Juan Manuel Santos. Mientras tanto, entre bastidores el 15 de abril, los presidentes Obama y Santos firmaron el Plan de Acción Regional de Cooperación en Seguridad Colombia-EE.UU., un acuerdo para la cooperación en seguridad en todo el hemisferio y en África Occidental, cuyo objetivo declarado es responder al aumento de la inseguridad generada por el crimen organizado. El llamado al debate sobre un tópico tan importante y delicado por los aliados militares de Washington, mientras EE.UU. lanza con ellos un nuevo proyecto regional de ‘seguridad’ es turbador. Pero también ocurre mientras EE.UU. intenta desafiar un conjunto de populares dirigentes suramericanos que se proponen forjar una Latinoamérica independiente. La dominación estadounidense es un tema delicado en Latinoamérica, y se puede ganar muy poco capital político consintiendo a los deseos de Washington. Al contrario, los que cuestionan a EE.UU. han llegado a ser extremadamente populares, lo que conduce a la sospecha de que el llamado de los guerreros de la droga a favor de un debate sobre la “descriminalización” podría ser un intento de distracción para conseguir popularidad para un nuevo conjunto de presidentes latinoamericanos favorables a EE.UU.
Anfitrión colombiano ayuda a que EE.UU. recupere el centro del escenario en la Cumbre Mientras dirigentes suramericanos se concentran en reforzar un bloque económico y político latinoamericano independiente de sus vecinos norteños de habla inglesa, las cumbres han sido escenas de tensiones diplomáticas. En 2009, durante la última cumbre en Trinidad y Tobago, los informes en la prensa estadounidense se concentraron en la “arenga” del presidente nicaragüense Daniel Ortega contra el imperialismo de EE.UU. e informaron sobre el regalo del presidente venezolano Hugo Chávez a Obama del libro Las venas abiertas de América Latina” como si fuera una afrenta. Cualquier deferencia a Obama que haya faltado en Trinidad y Tobago fue más que compensada en Colombia. Se informó que en la cena de etiqueta Obama fue colocado en una plataforma elevada muy por sobre los demás presidentes, quienes no pudieron ser servidos hasta la llegada y toma de asiento de Obama, más de una hora después que todos los demás. Miami, la capital extraoficial de los negocios de Latinoamérica y centro nervioso de la red política que promueve los intereses en Latinoamérica de corporaciones basadas en EE.UU.
también obtuvo la oportunidad de mostrar su poderío en el contexto de una Cumbre en una Cumbre de directores ejecutivos corporativos convocada por el presidente colombiano del Banco Interamericano de Desarrollo, Luis Alberto Moreno. Impedido por su batalla contra el cáncer, el presidente venezolano Hugo Chávez no pudo asistir. En la cumbre de 2005, Chávez anunció que el Área de Libre Comercio de las Américas (FTAA) estaba muerta y enterrada, mientras Venezuela lanzaba una alternativa, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA). El único punto de tensión Norte-Sur del que se informó desde la Cumbre fue la discusión de panel convertida en debate, dirigida por el co-panelista presidente Santos, entre Obama y la presidenta brasileña Dilma Rousseff, en la cual según Vanity Fair Rousseff se refirió una docena de veces a la ‘relación asimétrica’ entre EE.UU. y Latinoamérica. 15 de abril, Obama y Santos anuncian el Plan de Acción Regional de Cooperación en Seguridad ColombiaEE.UU. El rol diplomático jugado por Colombia en la restauración de la relación asimétrica del presidente de EE.UU. en la Cumbre fue respaldado por la firma de un acuerdo político-militar orientado
/Junio de 2012 a fortalecer la presencia militar de EE.UU. en la región. El presidente Santos, quien fue ministro de Defensa bajo Álvaro Uribe, y el presidente Obama, firmaron el 15 de abril, “al margen” de la Cumbre, un acuerdo para establecer el Plan de Acción Regional de Cooperación en Seguridad Colombia-EE.UU. La Casa Blanca describió el acuerdo como basado en, es decir como expansión de, las operaciones de seguridad estadounidensescolombianas de Centroamérica a todo el hemisferio e incluso a África. La Casa Blanca se refirió al ‘éxito’, sin describir parámetros específicos para demostrar lo, de la Operación Martillo, lanzada el año pasada, en la que cooperaron la Fuerza de Tarea Conjunta Interinstitucional - Sur (JIATF-S) de EE.UU. y la Armada y la Fuerza Aérea de Colombia en Centroamérica. JIATF-S es una unidad bajo las órdenes del Comando Sur (SouthCom) de EE.UU. Abandonó Panamá hacia Miami hace 19 años cuando EE.UU. se fue de la Zona del Canal. El año pasado JIATF-S volvió a Panamá, suministrando “Apoyo Operacional” en una base militar reabierta que sirve como Centro Operativo de Seguridad Regional de SICA (COSR-SICA). Es muy probable que COSR sea el centro regional para el programa de vigilancia de fronteras C41 de JIATFS, que crea tecnología para canales de radar y otro equipamiento de vigilancia electrónica vinculado a la tecnología de control fronterizo colombiano y mexicano. La Casa Blanca también menciona que la Policía Nacional Colombiana está suministrando ayuda y entrenamiento a través de la Iniciativa de Seguridad Regional Centroamericana (CARSI, en inglés) a toda Centroamérica, excepto Nicaragua, el único miembro en Centroamérica del ALBA desde el golpe militar de 2009 en Honduras. En diciembre de 2011, el presidente panameño Martinelli informó que EE.UU. y Colombia se estaban asociando en la creación de una escuela de control fronterizo en Panamá para la policía y los militares de la región. CARSI está siendo implementada a través de la Estrategia de Seguridad Regional de SICA, que es promovida por un ‘grupo de amigos’, encabezado por EE.UU. y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en Washington DC, pero que también incluye, entre otros, a Colombia, Chile, Brasil y Alemania. Se espera que SICA-ESCA tenga un presupuesto anual de más de 1.000 millones de dólares, suministrados por
el Grupo de Amigos, en su mayor parte en la forma de 22 préstamos del BID. De Centroamérica al Hemisferio: el almuerzo de Biden con los presidentes centroamericanos mientras el general Fraser explicaba la agenda de SouthCom al Congreso de EE.UU. En preparación para la 6ª Cumbre de las Américas, el vicepresidente de EE.UU., Joe Biden, viajó a México y Centroamérica el 4, 5 y 6 de marzo. Comenzó por México, donde la Iniciativa Mérida del Departamento de Estado se asoció con la guerra contra la droga del presidente Felipe Calderón en 2006, que ha causado una cantidad estimada de 50.000 muertos. El martes 6 de marzo, Biden almorzó en Tegucigalpa con todos los presidentes de Centroamérica, sobre todo para discutir CARSI, la versión centroamericana de la Iniciativa Mérida. El mismo día, el comandante del Comando Sur de EE.UU., general Fraser, presentó su discurso anual ante el Comité de Servicios Armados en la Cámara de Representantes. Se concentró especialmente en Centroamérica. En el contexto de la visita de Biden, la embajadora de EE.UU. en Honduras, Lisa Kubiske, comentó que la disminución del compromiso de EE.UU. en Medio Oriente significa que las Fuerzas Armadas de EE.UU. pueden aumentar su actividad en Centroamérica, un escenario que ya comienza a tener lugar. Fraser explicó que la agenda de EE.UU. en el hemisferio es estabilidad, y habló ampliamente sobre las bandas criminales centroamericanas como una amenaza para la estabilidad en la región, que a su juicio requiere una respuesta militar y ayuda del Departamento de Estado para el entrenamiento y financiamiento de las fuerzas policiales. Describió otra amenaza para la estabilidad
representada supuestamente por protestas e intranquilidad en ciertas naciones del ALBA y expresó su preocupación respecto a iniciativas del gobierno iraní en Venezuela. También afirmó que “actividades criminales se extienden hasta el gobierno venezolano” lo que es irónico en vista de la presencia de Biden en Honduras, donde profundas implicaciones de funcionarios del gobierno y de fuerzas de seguridad en el crimen organizado, incluidas las bandas, han sido totalmente pasadas por alto por EE.UU. El discurso políticamente cargado detrás de la ‘guerra contra la droga’ subraya el hecho de que desde 2006 EE.UU. ha establecido una masiva presencia militar desde México a Colombia, en lo que parece ser una acción para asegurar que los gobiernos independientes de Suramérica no se extiendan hacia el norte, y ahora, aparentemente, la agenda de seguridad de EE.UU. y Colombia incluye todo el Hemisferio. En la 5ª Cumbre de las Américas, la izquierda controlaba Centroamérica En 2009 Biden también visitó Centroamérica para preparar la Cumbre, pero las circunstancias eran muy diferentes. Gobiernos tendientes a la izquierda, muchos de ellos afiliados con antiguos movimientos revolucionarios, habían tomado control de Centroamérica mediante elecciones. Daniel Ortega, líder del movimiento sandinista, era presidente de Nicaragua, firmemente establecido en su puesto con una amplia base de apoyo y un pacto político con la oposición. Mauricio Funes del partido FMLN, nacido del movimiento revolucionario, acababa de
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ser elegido presidente de El Salvador. El presidente de Guatemala, Álvaro Colom, quien había sido candidato presidencial en 1999 como candidato de otro movimiento revolucionario convertido en partido político, UNRG, incluyó a algunas personalidades políticas asociadas con la URNG en su gobierno. En Honduras, Manuel Zelaya había llevado a su nación a unirse al ALBA, y consolidó una abrumadora base de apoyo. Panamá era gobernado por Martín Torrijos, hijo del “izquierdista” líder militar de facto Omar Torrijos (19681981). Se especula ampliamente que su muerte en 1981 en un accidente de avión fue obra de la CIA. Un año antes de la 5ª Cumbre de las Américas Torrijos se había reunido con Raúl Castro en Cuba para discutir la firma de un acuerdo energético. Oscar Arias, entonces presidente de Costa Rica, aunque es un firme aliado de EE.UU., es Premio Nobel de la Paz y muchos lo consideran moderado. Centroamérica tuerce a la derecha con fuerte empujón del Norte El presidente hondureño Manuel Zelaya fue depuesto en un golpe solo tres meses antes de la Cumbre de 2009. En Honduras se piensa ampliamente que el golpe fue respaldado por el gobierno de EE.UU. Álvaro Colom de Guatemala, fue reemplazado por Otto Pérez Molina, general en retiro y firme aliado de EE.UU. Mauricio Funes, un extraño en el partido político FMLN, ha hecho muchas concesiones a intereses estadounidenses, particularmente en relación con temas de seguridad, y recientemente eliminó a todos los alineados con el FLMN de las máximas posiciones de seguridad y los
reemplazó por ex militares. Torrijos de Panamá fue sucedido por el derechista Ricardo Martinelli, quien proviene de una de las más antiguas familias oligarcas económicas y políticas, y en Costa Rica Laura Chinchilla es considerada derechista y muy favorable a EE.UU. Daniel Ortega sigue en su puesto, aunque su reelección en 2011 ha sido objeto de intensa crítica del Departamento de Estado, antiguos diplomáticos, y los medios. Oportunismo político: Llamado a la legalización de las drogas de Pérez Molina de Guatemala Después de tres meses en el poder, Pérez Molina intenta convertirse en centro de la atención pública promoviendo un debate sobre la legalización de las drogas, colocándose la gorra de reformista en lugar de su antigua fama como ex jefe de la inteligencia militar implicado en crímenes de guerra como tortura y genocidio. Incluso antes de que Pérez Molina asumiera el mando, en diciembre de 2010, sorprendió al sugerir un diálogo sobre la posibilidad de “despenalización”, es decir legalización, de las drogas. Lo extraño en la posición de Pérez Molina proviene de su incondicional aceptación de la militarización en el marco de la guerra contra las drogas. Durante los primeros dos meses de su mandato sus nuevos subordinados han criminalizado la protesta social en numerosas ocasiones, y declararon que los que bloquean las carreteras son respaldados por el crimen organizado y los narcotraficantes. El 14 de febrero de 2012, el viceministro de Seguridad de Guatemala, ex coronel Julio Rivera Clavería, calificó
de narcotraficantes a los dirigentes de la comunidad indígena San Siguan, Cunen, que se opone a la construcción de una represa hidroeléctrica en sus tierras por la compañía energética italiana ENEL. El 14 de febrero, residentes de San Siguan sorprendieron a tres policías que abandonaban el lugar después de destruir más de 20 hectáreas de cultivos, la última en una serie de acciones para acosar e intimidar a la comunidad. Los tres fueron detenidos y llevados ante los dirigentes indígenas tradicionales de la comunidad. Rivera dirigió una fuerza de 600 soldados para “rescatar” a los tres guardias de seguridad, y acusó a los dirigentes de la comunidad de ser narcotraficantes. Pérez Molina también promovió con entusiasmo el uso de la unidad de fuerzas especiales guatemalteca, los kaibiles, en la actividad contra la droga, y colocó a kaibiles en las tres máximas posiciones en las fuerzas armadas. El 6 de abril de 2011, el viceministro de Seguridad de Guatemala, Mario Castañeda informó que actuales y antiguos kaibiles estaban entrenando a miembros de la banda de la droga Los Zetas y participando en el contrabando de drogas, y señaló que una serie de robos de armas de bases militares en Guatemala y Honduras habían beneficiado a Los Zetas. El Eje México-GuatemalaColombia: Creando un bloque “independiente” latinoamericano para favorecer los intereses del Norte Con su personalidad violenta pero pulida, Pérez Molina está proyectando rápidamente un liderazgo regional mediante declaraciones que parecen enfrentar la política de EE.UU., como que las tropas guatemaltecas son capaces de librar la lucha contra las drogas y que no se propone solicitar apoyo de soldados estadounidenses. Palabras enérgicas para un hombre que visitó recientemente SouthCom junto con su vicepresidente y tres máximos personeros ministeriales, incluso antes de asumir el mando, para allanar el camino para la cooperación. En 1994, un periodista investigativo informó que había sido un activo de la CIA, y ha estado extremadamente cercano a la embajada de EE.UU. como prueban sus frecuentes apariciones en documentos de Wikileaks. Pérez Molina es un político avezado y puede ganar mucho capital político si parece que estuviera cuestionando a EE.UU. en Latinoamérica, especialmente en la política contra la droga. Los latinoamericanos no olvidan que EE.UU. es el principal proveedor de armas a los carteles de la droga de la región, que el consumo estadounidense y canadiense impulsa el narcotráfico, y que la mayoría de las víctimas en la guerra contra la droga de EE.UU., son latinoamericanos,
/Junio de 2012 y sus democracias. El primer presidente en funciones en Latinoamérica que pidió claramente la legalización fue el presidente colombiano Santos en noviembre de 2011, aunque en agosto de 2011 el presidente de México, Felipe Calderón, declaró que si EE.UU. no logra limitar el consumo debe implementar “soluciones basadas en el mercado” frente a la importación de drogas, soluciones que no involucren cruces ilegales de la frontera. La guerra contra la droga debe terminar, ¿pero hay agenda oculta? El 23 de febrero de 2009, el Wall Street Journal lanzó el actual debate sobre la legalización, publicando un poderoso artículo de opinión de los ex presidentes Fernando Cardoso, Cesar Gaviria y Ernesto Zedillo de Brasil, Colombia y México respectivamente, en el cual se afirma que “políticas prohibicionistas basadas en la erradicación, interdicción y criminalización del consumo simplemente no han funcionado”, y piden una revisión de la política de guerra contra las drogas dirigida por EE.UU., señalando que el “alarmante poder de los carteles de la droga conduce a una criminalización de la política y una politización del crimen. Y la corrupción del sistema judicial y policial está debilitando los fundamentos de la democracia en varios países latinoamericanos.” La guerra contra la droga de EE.UU. en Latinoamérica es criminal y debe terminar. Pero el llamado al ‘debate’ de la política de la droga es realizado por los mismos personajes políticos alineados con EE.UU. que han apoyado más la militarización de la región en nombre de la guerra contra la droga. La agenda de EE.UU. en Latinoamérica es recuperar la hegemonía. Pero los aliados de EE.UU. han carecido de personalidades políticas capaces de conseguir un fuerte apoyo en sus países. La apertura al diálogo o incluso una reforma limitada de la política ante las drogas, que parecen desafiar los planes del Tío Sam, podrían llegar lejos en la obtención de apoyo popular, generando un bloque aparentemente ‘independiente’ de personajes políticos de tendencia derechista para poner en entredicho la línea suramericana, mientras se continúan las operaciones de seguridad para imponer los intereses de negocios transnacionales mediante la represión y la criminalización. *Co-directora de Rights Action.
El desafío histórico de nuestra América HOMAR GARCÉS Las debilidades estructurales y funcionales del socialismo real en las naciones de Europa Oriental y Asia, que acarrearon posteriormente su declive y eclosión, abonaron las condiciones para que el capitalismo en su versión neoliberal llegara a proclamarse vencedor, a tal punto que muchos creyeron llegado el fin de la historia y, con ella, de toda ideología contraria. Desde entonces, Estados Unidos y sus socios de Europa Occidental -sin rivales que pudieran cuestionar y enfrentar su afán de hegemonía- comenzaron a configurar un mundo unipolar según sus intereses geopolíticos, echando a un lado el respeto de fronteras y límites jurídicos y éticos que obstaculizaran su objetivo primordial de dominio mundial. No obstante, el predominio del mercado capitalista produjo otras consecuencias que se han mantenido y ampliado con el tiempo, abarcando la totalidad del planeta. Uno de tales frutos es el actual cuestionamiento a su validez, en vista de los resultados desastrosos obtenidos en la aplicación de medidas económicas neoliberales para superar las continuas crisis que se han originado en las dos últimas décadas, causando mayores niveles de pobreza, de desempleo, de desigualdad social, de desastres ecológicos, de inestabilidad familiar y de limitación de derechos constitucionales al combatir supuestamente los gobiernos las amenazas de un terrorismo internacional convenientemente ubicuo; todo lo cual se ha propagado gracias a las nuevas tecnologías en comunicación. Sin embargo, esta nueva realidad surgida en Europa y Estados Unidos todavía carece de elementos teóricos y políticos que oriente la lucha y le confiera coherencia, sistematicidad y perspectiva para transformarse en revolución. En este contexto, surgen protestas y experiencias comunitarias en las naciones de nuestra América que resitúan al socialismo revolucionario como la alternativa a construir frente a la lógica irracional del capital y de la democracia burguesa que lo ampara y legitima, justamente cuando los ejes históricos del socialismo ya han dejado de existir-salvo Cuba que enfrenta con dignidad revolucionaria un embargo económico de medio siglo por parte de los gobiernos gringos-, lo que supone para los defensores del status quo una contradicción que todavía no han sabido explicarse, incluso muchos de los llamados intelectuales de izquierda, sorprendidos todos por el ímpetu de las mayorías populares excluidas que desmoronó gobiernos en Argentina, Ecuador y Bolivia e impuso a Hugo Chávez como presidente de Venezuela. Así, la última década del siglo XX es escenario de la rebeldía de los pueblos de nuestra América. En Venezuela había tenido lugar una revuelta popular contra el paquete de medidas económicas del Fondo Monetario Internacional, a la cual se sumaron dos insurrecciones cívico-militares en 1992. En México hubo la insurrección armada de indígenas y campesinos pertenecientes al Ejército Zapatista de Liberación en momentos que entraba en vigencia el Tratado de Libre Comercio que el gobierno de ese país suscribiera con Canadá y Estados Unidos. Con una realidad social, política, cultural, militar y económica de dependencia respecto al imperialismo yanqui, nuestra América comienza a transitar un camino propio, a contracorriente de lo sucedido a escala planetaria. Sus nuevos gobiernos se enmarcan en una política de izquierda aunque sin cambios estructurales significativos. Todo ello obligará al imperialismo yanqui a redefinir algunas estrategias, buscando minimizar el impacto de los cambios producidos que representan una correlación de fuerzas negativa a sus intereses hegemónicos. A pesar de promover durante mucho tiempo el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) como el remedio eficaz para superar el subdesarrollo, éste fue repudiado por los gobiernos y pueblos del continente, lo que significó un serio revés para la política imperialista estadounidense. En la actualidad, nuestra América se constituye en faro de las luchas de los pueblos del mundo contra el sistema capitalista globalizado, sosteniendo como principal bandera de acción la construcción del socialismo revolucionario. Esto ha servido de motivación para que gran parte del legado teórico de Karl Marx, Friedrich Engels, Vladimir Lenin, León Trotsky, Rosa Luxemburgo, Antonio Gramsci, José Carlos Mariátegui, Ernesto Che Guevara y muchos otros socialistas sea reivindicado y revalorado al calor de las luchas y experiencias populares en un vasto esfuerzo que fusiona el nacionalismo y el deseo secular de libertad, identidad cultural, soberanía, justicia social, independencia y de felicidad general que han caracterizado sus venturas y desventuras bajo el régimen capitalista. Queda por verse aún si esta amalgama se transforma en un instrumento ideológico y político bien definido, capaz de formar una sociedad de nuevo tipo que aventaje y remplace el orden imperante; cuestión ésta que supone un desafío histórico de nuestros pueblos frente a la realidad de crisis y barbarie impuestas por las potencias capitalistas al resto del planeta.
Junio de 2012/ JAMES PETRAS
El capitalismo extractivo y las diferencias en el bando latinoamericano progresista
Los principales países exportadores en el sector agro-minero, entre los que se encuentran los más implicados con las principales multinacionales energéticas y de la minería del mundo, son también los que se caracterizan por ejercer las políticas más independientes y progresistas. En apariencia, la primacía de las economías basadas en el «capitalismo extractivo» y la exportación de bienes, ya no guardan correlación con gobiernos «neocoloniales». Se puede argumentar que las concesiones a las multinacionales del sector extractivo y las clases «dirigentes» locales garantizan estabilidad e ingresos constantes y financian los crecientes gastos sociales que permiten la reelección de gobiernos de centro-izquierda. Dicho de otro modo: el fundamento no declarado de los éxitos electorales del centro-izquierda es una alianza de facto entre «la cúpula» y «la base» de la estructura de clases, a pesar de la creciente divergencia política entre los gobiernos y algunos sectores de los movimientos sociales. El bando progresista Existe consenso generalizado acerca de que hay siete gobiernos de siete países
de América Latina que constituyen lo que se podría denominar el «bando progresista»: Bolivia, Ecuador, Argentina, Brasil, Uruguay, Perú y Venezuela. Algunos rasgos definitorios que se suelen atribuir a los gobiernos de estos países son: 1) la trayectoria política anterior: la mayoría están encabezados por dirigentes y activistas de movimientos sociales, sindicatos o grupos guerrilleros, 2) las declaraciones relativamente independientes que hacen en el ámbito de la política exterior, en especial en lo referente a la intervención y las medidas sancionadoras estadounidenses, 3) la retórica ideológica que rechaza el liderazgo estadounidense en organismos regionales y favorece a organizaciones centradas en América Latina, 4) los programas electorales populistas acerca de la igualdad social, el ecologismo y los derechos humanos, 5) el rechazo vehemente del «neoliberalismo» y de las personalidades, partidos y privatizaciones neoliberales tradicionales, 6) la perspectiva estratégica que concibe un proceso prolongado de transformación social que subraya un calendario compuesto de modernización, prioridades desarrollistas y altos niveles de inversión orientada a los mercados globales y, 7) la
permanencia política en el tiempo basada en reformas constitucionales que les permiten ser reelegidos amparándose en la necesidad de completar esa concepción transformadora. El bando progresista tiene de sí mismo una imagen, que se proyecta hacia su electorado, según la cual representa una ruptura o quiebra «histórica» con el pasado; en primer lugar, en lo relacionado con la oligarquía neoliberal tradicional y, en segunda instancia, con la izquierda «estatalista». En los casos de Bolivia, Ecuador y Venezuela, suelen recurrir a una retórica alusiva al «socialismo del siglo XXI». La potencia del llamamiento a la originalidad radical tiene un alcance temporal limitado que depende del grado con el que los gobiernos desarrollan políticas discrepantes con el gobierno neoliberal predecesor. La «división entre izquierda y derecha» tal como la representa el Bando Progresista (BP) Las percepciones de la divergencia objetiva y subjetiva entre el bando progresista y la derecha varían en función de si emanan de fuentes oficiales o de una investigación empírica crítica. Según los ideólogos del BP, hay al menos cinco ámbitos políticos importantes que reflejan
/Junio de 2012 la ruptura radical con la derecha neoliberal tradicional: (1) Nacionalismo: a) mediante la renegociación de contratos con las multinacionales del sector extractivo, el BP garantiza una elevada tasa de recaudación de impuestos e incrementa los ingresos para las arcas públicas; b) mediante el aumento de la inversión estatal, convierte empresas de titularidad íntegramente privada en iniciativas conjuntas del sector público y privado; c) mediante el incremento del pago de regalías suaviza la «explotación extranjera»; y d) mediante una mayor presencia de «tecnócratas locales» acrecienta el control nacional de decisiones estratégicas. (2) Política exterior: El bando progresista ha desarrollado una política exterior independiente, cuando no explícitamente antiimperialista. Para evitar deliberadamente la presencia de países imperiales norteamericanos y europeos, el bando progresista ha consolidado varias organizaciones regionales latinoamericanas y caribeñas, como ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) y UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas). El BP ha rechazado las sanciones contra Cuba, Irán, Siria y Gaza y se ha opuesto a la guerra estadounidense contra Libia respaldada por la OTAN. Criticaron la posición estadounidense en la reunión de la Cumbre de las Américas celebrada en abril de 2012 en, al menos, tres cuestiones importantes: la inclusión de Cuba, la oposición al control británico de las Malvinas y la despenalización de las drogas. El BP ha manifestado su oposición a la hegemonía estadounidense, a las «reformas estructurales» del FMI y al control euro-estadounidense de las principales instituciones de crédito. Con la excepción de Venezuela, el BP ha diversificado sus mercados de exportación. Brasil, por ejemplo, exporta a Estados Unidos solo el 12,5 por ciento de sus bienes y servicios; Argentina, el 6,9 por ciento; y Bolivia, el 8,2 por ciento.. (3) Política social: El BP ha incrementado el gasto social, en especial en lo relacionado con la reducción de la pobreza en zonas rurales; ha elevado el salario mínimo; ha aprobado incrementos salariales. En unos cuantos países ofrecen créditos y financiación asequible para pequeñas y medianas empresas, han concedido títulos de propiedad legal a ocupantes de tierras y han distribuido parcelas de terreno público sin cultivar al modo de pequeña «reforma agraria». (4) Regulación: Con un grado de coherencia dispar, el BP ha impuesto controles al sector financiero y ha regulado el flujo de capital especulativo y la volatilidad de los mercados financieros. En lo que se refiere a las normativas
que rigen el sector extractivo, se han suavizado para favorecer la afluencia a gran escala de capital y para que las empresas agrarias puedan utilizar de forma generalizada productos químicos tóxicos y semillas transgénica. Han autorizado la expansión de la minería, la agricultura y la industria maderera en reservas indígenas y naturales. Han financiado proyectos de infraestructura a gran escala que vinculan a empresas del sector extractivo con mercados exportadores, invadiendo hábitats naturales protegidos anteriormente protegidos. La normativa se ha justificado aduciendo que pretende facilitar el desarrollismo extractivo «productivo» y limitar la «financiarización» de la economía. (5) Política laboral: Se ha basado en un «modelo corporativista» de negociación y conciliación empresaEstado-sindicato (tripartito) para limitar las huelgas y los paros patronales y para mantener el crecimiento, las exportaciones y los flujos de ingresos. La política laboral ha quedado condicionada a la de limitar los déficits presupuestarios a la tasa de inflación mediante la fijación de los incrementos salariales. En sintonía con las medidas fiscales ortodoxas, las pensiones de los trabajadores del sector público se han congelado o reducido, en especial entre los funcionarios de rango medio y alto. Las garantías laborales tradicionales se han mantenido intactas y la indemnización por despido no se ha aumentado. Las huelgas de trabajadores del sector público, sobre todo de profesores, personal sanitario y trabajadores sociales, han sido frecuentes y han desembocado en conquistas menores a través de la mediación gubernamental. La política gubernamental se ha orientado a la protección de las prerrogativas de
la dirección, al tiempo que se respetaba la situación legal y los derechos de negociación colectiva de los sindicatos. En las empresas nacionalizadas gobiernan directivos nombrados por el Estado y no hay movimientos hacia la autogestión obrera o la «co-gestión», salvo en casos muy concretos de Venezuela. La estructura de las relaciones laborales sigue el modelo jerárquico de la empresa privada. La mano de obra, en el mejor de los casos, desempeña un papel consultivo en lo referente a la salud y la seguridad, pero no ejerce influencia determinante, ni invierte en el interior de este marco empresarial. Ha sido necesaria la presión sindical a través de la huelga y las protestas, a menudo aliada con grupos comunitarios, para corregir las violaciones más atroces de la normativa sanitaria o de seguridad por parte de las empresas. Aunque los gobiernos progresistas evitan públicamente las medidas neoliberales de «flexibilidad laboral», han hecho muy poco para ampliar y profundizar en las prerrogativas laborales sobre la mano de obra y el proceso de producción. La principal diferencia de política laboral entre los gobiernos progresistas y la derecha tradicional es la «puerta abierta» a los dirigentes sindicales, su disposición a mediar y garantizar el incremento de los salarios, en especial el salario mínimo y, por lo general, la disminución de la represión brutal y violenta. Continuidades y semejanzas entre los gobiernos neoliberales del pasado y los progresistas actuales Los autores, profesores universitarios y periodistas de derecha y centroizquierda subrayan la diferencia entre los gobiernos progresistas y los gobiernos
Junio de 2012/ neoliberales del pasado, sin reparar en que hay semejanzas estructurales políticas y económicas a gran escala. Un análisis más matizado y equilibrado requiere tener en cuenta las continuidades porque desempeñan un papel fundamental en el análisis de las limitaciones y los conflictos emergentes y la crisis que espera a los gobiernos progresistas. Además, estas limitaciones, fundadas en las continuidades, resaltan la importancia de los modelos de desarrollo alternativos propuestos por los movimientos sociales populares. El modelo de exportación agromineral ha hecho gala de deficiencias estratégicas profundas en su propia estructura y rendimiento. El fomento de las exportaciones agro-minerales ha venido acompañado de la entrada a gran escala y largo plazo de capital extranjero, lo que a su vez determina la tasa de inversión, las fuentes de incorporación de maquinaria, tecnología y conocimiento, así como el control del procesamiento y la comercialización de materias primas. Los «socios» multinacionales de los gobiernos progresistas han condicionado su participación sobre la base de (a) la desregulación en la protección del medio ambiente, (b) el cese del control de precios y la introducción de «precios internacionales» para la venta en el mercado interior y (c) la libertad para gestionar las ganancias del comercio interior y transferirlas al extranjero. También controlan las decisiones relacionadas con la explotación de las reservas mineras. La expansión de la producción se rite por criterios multinacionales propios y no por las necesidades del país «anfitrión». En consecuencia, a pesar de la «renegociación» de contratos que los gobiernos progresistas celebran como «avance gigantesco» hacia la «nacionalización», la pérdida acumulativa de los ingresos y el reequilibrio de la economía son sustanciales. Si se observa más allá del entorno agro-minero, el impacto negativo para el desarrollo posterior es importante. El muy limitado impacto que el modelo agro-minero ejerce sobre el conjunto de la economía ha desembocado en abril de 2012 en un conflicto concreto entre la empresa nominalmente española Repsol y el gobierno argentino de Cristina Fernández. La conducta de Repsol ilustra los escollos que presenta la colaboración con empresas extranjeras del sector extractivo. Repsol se negó a aumentar las inversiones aduciendo que la regulación local de los precios reducía sus márgenes de beneficio. En consecuencia, entre 2010 y 2011 la factura energética de Argentina se multiplicó por tres pasando de los 3.000 millones a los 9.000. Además, Repsol repatriaba sus beneficios, pagaba
elevados dividendos a los accionistas del exterior y, por tanto, influía muy poco en la creación de industrias en el interior que supusieran aportaciones al proceso o refinerías para procesar el petróleo. La tentativa del fallecido presidente Kirchner de acrecentar las «propiedades nacionales» incorporando a un capitalista local (el grupo Peterson) no tuvo ningún impacto positivo, sino la mera consolidación del control de Repsol. Cuando Fernández se apropió de la mayoría de las acciones con el fin de establecer un control público e incrementar la producción local, la totalidad de los dirigentes de la Eurozona encabezada por el gobierno español y la prensa económica occidental lanzó una campaña furibunda, amenazó con litigar y auguró catástrofes económicas. El problema de «invitar» a multinacionales extranjeras a invertir es que resulta difícil retirarles la invitación. Una vez que entran en un país, al margen de lo defectuosa que sea su actuación, es difícil rectificar o corregir el perjuicio y pasar a un nuevo modelo de desarrollo centrado en lo público. Todos los gobiernos progresistas, con la posible excepción de Venezuela, han firmado contratos de larga duración y a gran escala con multinacionales extranjeras importantes del sector extractivo. Aparte del incremento de las regalías, los acuerdos no difieren demasiado de los contratos firmados por los gobiernos neoliberales de derechas que les precedieron. Evo Morales firmó un contrato de explotación a gran escala con Jindal, una multinacional india, para explotar la mina de hierro Mutun, importando prácticamente todas las aportaciones (maquinaria, transporte, etc.) y con un grado de «industrialización» muy limitada de la mena de hierro (en su mayoría,
simples «pepitas» de hierro). La gran mayoría del gas y el petróleo de Bolivia la explotan «iniciativas conjuntas» del sector público y el multinacional y se envía al extranjero, lo que deja a más del 60 por ciento de los hogares rurales sin gas canalizado y significa que Bolivia tenga que importar casi todo su gasoil. El Ecuador de Correa, otro presidente progresista destacado, firmó dos contratos importantes con grupos petroleros extranjeros en febrero de 2012, a pesar de la oposición de la mayoría de las organizaciones indígenas, entre ellas CONAI. En Ecuador, igual que en Bolivia, si bien las grandes empresas del sector petrolero y del gas plantean objeciones a una renegociación de contratos que supone incrementar del pago de regalías y una mayor presencia de autoridades públicas, conservan una posición privilegiada en decisiones fundamentales relacionadas con la gestión, la comercialización, la tecnología y la inversión. A pesar de que se afirme lo contrario, los dirigentes de los gobiernos progresistas y de las multinacionales no son muy diferentes de lo que se sabía que sucedía bajo gobiernos «neoliberales» anteriores. Además, tanto en Ecuador como en Bolivia, muchos de los «tecnócratas» y administradores que trabajaron con gobiernos neoliberales anteriores desempeñan un papel destacado en la dirección de las iniciativas mixtas. Si bien los gobiernos progresistas han puesto en marcha programas contra la pobreza y han registrado algunos éxitos en la reducción de los niveles de pobreza, lo hacen como consecuencia del crecimiento de la economía, no a través de la redistribución de la riqueza. De hecho, los gobiernos progresistas no han implantado políticas redistributivas: la concentración de rentas y de tierras, con elevados niveles de desigualdad, continúa intacta.
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En realidad, la jerarquía de la estructura de clases no se ha alterado y, en la mayoría de los casos, se ha visto reforzada por la inclusión de nuevos candidatos a la clase media y alta. Entre ellos se encuentran muchos antiguos dirigentes y activistas de la clase media y trabajadora que han ingresado en el gobierno, así como «nuevos capitalistas» que se benefician de los contratos estatales del gobierno progresista. El sistema financiero se ha mantenido intacto y ha prosperado bajo los gobiernos progresistas, sobre todo porque esos gobiernos endurecen las políticas fiscales, acumulan reservas extranjeras, controlan el gasto público y reducen la tasa de inflación. Los beneficios del sector financiero son especialmente elevados en Brasil, Uruguay, Perú, Bolivia y Ecuador. Brasil, concretamente, ha atraído grandes flujos de capital especulativo de Wall Street y la City londinense debido a sus elevados tipos de interés en relación con los de América del Norte y Europa. Junto con la concentración de la propiedad en los sectores extractivo y financiero, los gobiernos progresistas no han introducido impuestos progresivos para reducir las diferencias de riqueza. La renta de las élites del sector agrario en Bolivia, Argentina, Uruguay, Brasil y Ecuador es varios cientos de veces más alta que la de la inmensa mayoría de los granjeros, campesinos y jornaleros dedicados a la agricultura de subsistencia. Muchos de estos últimos siguen sometidos a unas condiciones de vida y laborales atroces. En muchos casos, los gobiernos progresistas han hecho muy poco por fortalecer la normativa laboral y sanitaria en las gigantescas plantaciones agrarias mientras los trabajadores quedan expuestos a la fumigación de productos químicos tóxicos no regulados. Si la configuración de la propiedad y la riqueza sigue relativamente inalterada desde el pasado neoliberal, los gobiernos progresistas han acentuado la tendencia a la especialización en la exportación. Con los gobiernos progresistas, las economías se han diversificado menos y dependen más de la exportación del sector agromineral y energético, y su crecimiento depende de la inversión extranjera a largo plazo y gran escala. Los ingresos del Estado y el crecimiento dependen más de la exportación de productos primarios. Las políticas de libre mercado de los gobiernos progresistas exportadores de productos del sector agro-minero han estimulado el crecimiento de la actividad comercial a gran escala. El sector comercial está cada vez más influido por la entrada masiva de multinacionales de titularidad extranjera, como Wal-Mart, cuyos productos tienen
origen en el exterior, lo que perjudica a los pequeños productores locales y a los minoristas. La apreciación de la moneda ha afectado negativamente al sector manufacturero tradicional y a la industria del transporte, lo que ha supuesto una destrucción de empleo significativa, sobre todo, en el sector textil, del calzado y automovilístico de Brasil, Bolivia, Perú y Ecuador. Además, las medidas de apoyo para favorecer a los exportadores mayoristas del sector agro-mineral han venido acompañadas por una restricción del crédito a los pequeños empresarios locales, en especial a los abastecedores de mercados locales, que han recibido un duro golpe con la importación de bienes de consumo baratos (procedentes de Asia). Los agricultores que producen alimento para los mercados locales han visto reducido su impulso expansivo para ampliar la producción de cultivos de exportación como la soja. En resumen, los gobiernos progresistas han mantenido un doble discurso de múltiples caras: una retórica antiimperialista, nacionalista y populista de consumo interno, al mismo tiempo que ponían en práctica una política de fomento y expansión del papel del capital extractivo extranjero en iniciativas conjuntas con el Estado y una creciente burguesía nacional nueva. Los gobiernos progresistas articulan una narración de socialismo y democracia participativa pero, en la práctica, desarrollan políticas que vinculan el desarrollo a la concentración y centralización del capital y el poder ejecutivo. Los gobiernos progresistas predican una doctrina de justicia social y equidad y desarrollan una práctica de cooptación de dirigentes sociales y de clientelismo mediante los programas contra la pobreza para los sectores más depauperados de la sociedad. Los gobiernos progresistas han combinado medidas de aumento de las rentas con cambios estructurales a gran escala que benefician al sector primario extractivo. La estabilidad del BP depende
abiertamente del aumento de la demanda de materias primas, del elevado precio de los bienes y de la apertura de los mercados. Los gobiernos progresistas han logrado vincular a sectores sindicales y del movimiento campesino con el Estado y han socavado o debilitado a organizaciones de clase independientes y las han sustituido por estructuras corporativas tripartitas. Los progresistas han conseguido «reformar» o sustituir las políticas caóticas, desreguladas, conflictivas y racistas de sus predecesores y han institucionalizado el «capitalismo normal». Han introducido reglas y procedimientos para favorecer la estabilidad institucional, la disciplina fiscal y el incremento de beneficios, pero desigual. En otras palabras: los «parámetros del neoliberalismo» se administran ahora de forma eficiente y se legitiman mediante un falso nacionalismo basado en una mayor autonomía política y diversificación mercantil. La toma de decisiones ejecutivas centralizadas basada en unos acuerdos que requieren que las multinacionales del sector extractivo inviertan y desarrollen las fuerzas productivas se legitima mediante un marco electoral y una coalición política entre muchas clases sociales. Las políticas interior y exterior de los gobiernos progresistas extractivos reflejan dos experiencias contradictorias: sus orígenes radicales en las campañas para tomar el poder y la posterior adopción de una estrategia de exportación agro-mineral desarrollista, propugnada por tecnócratas neoliberales. La «síntesis» de estas dos experiencias aparentemente «contradictorias» encuentra expresión, por una parte, en la adopción de una posición política independiente y crítica hacia el militarismo y el intervencionismo imperialista y, por otra, en la colaboración económica con los agentes del imperialismo económico, a saber: la firma de contratos a gran escala y largo plazo con multinacionales del sector energético y agro-minero estadounidenses, europeas y canadienses. Dicho de otro modo: los gobiernos progresistas extractivos han «redefinido»
Junio de 2012/ o reducido el significado del imperialismo a sus estructuras y políticas estatales, y no a sus elementos económicos (las multinacionales) dedicados a la extracción de materias primas y la explotación de la mano de obra. Del mismo modo, redefinen el significado de «antiimperialismo» equiparándolo al de oposición a las intervenciones políticomilitares y a la «justa distribución» de los beneficios entre el gobierno y su «socio» multinacional. Esta redefinición permite a los gobiernos progresistas reclamar legitimidad popular sobre la base de la crítica regular a las políticas y prácticas del Estado imperial, mientras que la colaboración y los acuerdos con las multinacionales permiten a los gobiernos progresistas conservar los apoyos de los intereses empresariales del interior y el extranjero. Cuando un gobierno progresista, como en el caso de la Argentina gobernada por Cristina Fernández, decide «nacionalizar» o, dicho con más precisión, obtener la mayoría de las acciones de Repsol, la multinacional petrolera de titularidad nominal española, toda la prensa económica, la Unión Europea y Washington denuncian la medida y amenazan con represalias. En otras palabras: el pacto tácito entre el bando progresista y los gobiernos imperiales consiste en que las diferencias políticas son tolerables, pero las medidas económicas nacionalistas no son aceptables. La renegociación de los contratos para aumentar los ingresos del Estado puede producir la suspensión temporal de nuevas inversiones, pero no una confrontación política. Sin embargo, la apropiación pública de una empresa extranjera del sector extractivo hace pensar en una hostilidad previsible y en represalias de los Estados imperiales. La suscripción por parte del gobierno progresista de Argentina a una medida de nacionalismo económico estuvo limitada, no obstante, a una empresa y un sector. El gobierno de Fernández no tenía y no tiene planes para expropiar en el futuro otras empresas del sector extractivo, ni la medida formó parte de una estrategia nacionalista general para avanzar hacia una mayor cuota de propiedad de titularidad pública. Más bien, la negativa de Repsol a aumentar las inversiones y la producción acrecentaba la dependencia de Argentina de la importación de petróleo, lo que estaba deteriorando su balanza de pagos y sus reservas de moneda extranjera. La negativa de Repsol a obedecer la agenda desarrollista de Argentina se basaba en la política de Fernández de mantener el precio del petróleo de consumo para el mercado interior por debajo del precio internacional. El descenso de la
producción de Repsol era una forma de presionar al gobierno para que eliminara el control sobre los precios. De todos modos, el aumento del precio del petróleo tendría un impacto negativo sobre los consumidores industriales y locales, elevando los costes y reduciendo la competitividad de los exportadores y productores argentinos. En realidad, la intransigencia de Repsol amenazaba con debilitar el equilibrio de fuerzas social y político entre mano de obra y capital y entre exportadores del sector extractivo y consumidores populares, que sustenta la coalición mayoritaria del gobierno. En resumen, la medida tenía forma nacionalista pero contenido capitalista desarrollista. Aún así, la medida ha polarizado la economía mundial entre el Occidente imperial y la izquierda latinoamericana, en la que los sátrapas latinoamericanos de siempre (Calderón, de México, y Santos, de Colombia) han apoyado a Repsol. Divisiones entre los gobiernos progresistas y movimientos sociales Antes de acceder al poder mediante procesos electorales, los dirigentes progresistas mantuvieron lazos estrechos y apoyaron y participaron activamente con la «acción callejera» y la lucha de masas de los movimientos sociales. Esgrimieron las banderas del nacionalismo económico, la conservación del medio ambiente y el respeto a las reservas naturales de las comunidades indígenas, la igualdad social y la revisión de la deuda externa incluyendo el rechazo de las «deudas ilegales». movimientos sociales desempeñaron un papel importante en la politización y la movilización de las clases trabajadora y
campesina para elegir a los presidentes progresistas. Esa convergencia duró poco. Una vez en el poder, los gobiernos progresistas nombraron ministros económicos ortodoxos para que dirigieran la economía. Adoptaron la estrategia extractiva, abandonaron una economía nacionalista del sector público, concebida para diversificarse, y se pasaron a una «economía mixta» basada en empresas participadas con capital extranjero del sector extractivo. Primero, las comunidades indígenas de Perú, Ecuador y algunos sectores de Bolivia pasaron a la oposición aduciendo que no se tenían en cuenta sus intereses y que no se les consultaba. Luego, sectores de la clase trabajadora y el funcionariado se arrancaron a demandar salarios más altos y un incremento en el gasto público. Los pequeños campesinos y productores reclamaron estímulos económicos para las explotaciones familiares y las industrias locales, en lugar de subsidios para las multinacionales agro-minerales, ortodoxia fiscal y estrategias de explotación basadas en la reducción de los costes laborales y el abandono del mercado interior. Los campesinos radicales sindicados y los dirigentes indígenas de los movimientos sociales pusieron en duda la estrategia extractiva agromineral en su conjunto, la distribución y la administración de ingresos y gastos del Estado. Reafirmaron su apoyo a un programa social defendiendo la reforma agraria, incluida la expropiación de grandes plantaciones y la redistribución de tierras a campesinos desposeídos. Los dirigentes laborales reclamaban una política industrial que procesara «materias primas» con el fin de crear puestos de trabajo en el sector manufacturero. Algunos sindicalistas reclamaron la
/Junio de 2012 nacionalización de bancos e industrias estratégicas. Sin embargo, a pesar de algunas protestas importantes, la gran masa de seguidores de los movimientos sociales y la mayoría de sus líderes abandonaron muy pronto el rechazo radical del modelo extractivo y empezaron a reclamar una parte mayor de los ingresos. Los gobiernos progresistas atrajeron a la gran masa de los dirigentes sociales a mesas de conciliación tripartitas para negociar y garantizar cambios progresivos. Los gobiernos progresistas resaltaron su oposición al «neoliberalismo». Lo redefinieron para calificarlo de capitalismo no regulado y basado en regalías bajas y financiación insuficiente de programas sociales. Los gobiernos progresistas consiguieron dividir a los movimientos sociales entre opositores radicales «utópicos» y reformistas progresistas. En época de luchas sociales, los gobiernos progresistas aludían a una «alianza de izquierda y derecha» y acusaban a quienes les criticaban de actuar en nombre del imperialismo, ignorando que ellos mismos colaboraban con multinacionales con fundamento imperial. Los llamamientos presidenciales, un discurso populista nacionalista y el incremento de los ingresos con los que se financiaba el creciente gasto social debilitó a la oposición de izquierda. Los aumentos moderados pero sostenidos de los programas contra la pobreza y el salario mínimo neutralizaron los llamamientos de los dirigentes radicales de los movimientos sociales. A pesar de la ruptura de los gobiernos progresistas con sus «raíces igualitarias radicales», fueron sobradamente capaces de obtener apoyo electoral masivo basándose en el crecimiento dinámico general de la economía y el crecimiento sostenido de la renta. Ambos fueron apuntalados durante largos periodos por un precio elevado de las mercancías. Los presidentes extractivistas populares ganaron elecciones una y otra vez por mayorías sustanciales y fueron capaces de movilizar a sectores de los movimientos sociales moderados para que contrarrestaran los movimientos sociales contrarios al extractivismo. El elevado precio de las mercancías y las múltiples oportunidades para la explotación de recursos atrajo a inversores extranjeros, a pesar del cada vez más elevado precio de las regalías. Los inversores extranjeros se sintieron atraídos por la estabilidad social que garantizaban los gobiernos progresistas, a diferencia de la inestabilidad de los gobiernos neoliberales anteriores. Los gobiernos progresistas han prosperado a base de lazos económicos con las multinacionales y de una alianza electoral con las clases bajas.
Estudio de casos del capitalismo extractivo y el bando progresista Aunque los siete gobiernos del «bando progresista» comparten una estrategia común de desarrollo basada en la exportación de bienes primarios, hay diferencias significativas en el grado de diversificación de sus economías, en la naturaleza y características de los bienes que exportan, en la intensidad de la polarización y cohesión sociales y en la envergadura y el alcance de la oposición. En consonancia con estas diferencias, también hay diferencias sustanciales en el grado de sostenibilidad del «modelo progresista y extractivo», o en la medida en que pueden verse sometidos a contestación o regresión. En el bando progresista se pueden realizar distinciones siguiendo muchos criterios: entre los gobiernos basados en dirigentes carismáticos y que tienen una dependencia extrema de la exportación de bienes primarios (Bolivia, Perú, Ecuador y Venezuela) y quienes cuentan con sectores industriales y una dirección política más «institucionalizada» (Brasil, Argentina y Uruguay). También hay diferencias significativas en el grado de conflictos de clase y étnicos: Perú, Bolivia y Ecuador atraviesan por una etapa de resistencia generalizada importante por parte de las comunidades indígenas relevantes, mientras que en Brasil, Argentina y Uruguay, donde la población indígena es escasa, solo hay oposición aislada. En términos de lucha de clases, Bolivia ha vivido una generalización de las protestas por asuntos relacionados con la sanidad, la educación, la minería y los obreros fabriles. Venezuela ha tenido que hacer frente a cierres patronales y boicots organizados por la élite económica («lucha de clases desde arriba»). Ecuador encontró protestas generalizadas por parte de la policía. Casi todos los demás países (Brasil, Argentina y Uruguay) padecieron huelgas limitadas, en buena medida, por cuestiones salariales. Con la excepción de
Bolivia, las principales confederaciones sindicales trabajan estrechamente y colaboran con los gobiernos progresistas; en cambio, los movimientos campesinos y de trabajadores rurales de Brasil, Ecuador y Perú han conservado mayor grado de independencia y militancia, sobre todo porque han sido los más perjudicados por las estrategias de exportación agromineral. En Venezuela y Brasil, los ejércitos privados de los terratenientes han desempeñado un papel fundamental en la lucha relativamente impune contra los beneficiarios de la reforma agraria. La degradación medioambiental y más persistente se ha producido en Brasil, donde durante la década de gobierno del Partido de los Trabajadores se han «desbrozado» millones de hectáreas de bosque tropical. La explotación agrícola mediante productos químicos es contundente en la mayor parte de los países, en especial en Brasil, Argentina y Uruguay, donde la soja se ha convertido en el cultivo de producción preponderante. Todos los principales exportadores agroindustriales (Brasil, Argentina y Uruguay) recurren a productos químicos tóxicos y semillas transgénicas que desencadenan infinidad de casos de perjuicios nocivos para los indígenas y sus hábitats naturales. La cuestión de la toxicidad y la degradación del medio ambiente derivada de las gigantescas empresas mineras y madereras está bien documentada en Perú, Ecuador y Uruguay. En general, cuanto más numerosa es la población urbana y cuanto más dispersas están las comunidades rurales afectadas negativamente, menor es la protesta ecológica y la probabilidad de que las ONG ecologistas desempeñen un papel importante en la protesta. Como las industrias del sector extractivo están en las afueras de los principales núcleos urbanos; como la mayoría de las confederaciones sindicales colaboran con los gobiernos progresistas y consiguen incrementos salariales progresivos; y como la economía en general ha estado creciendo
Junio de 2012/ y el desempleo ha disminuido, los desequilibrios macroeconómicos, la dependencia de los bienes y las vulnerabilidades estructurales conexas no se han traducido en confrontaciones importantes entre capital y mano de obra. Los conflictos más discutidos que se han producido se han dado entre las élites neoliberales ortodoxas respaldadas por Estados Unidos y las potencias europeas y los gobiernos progresistas. Nos vienen a la memoria varios ejemplos. El 12 de abril de 2001 y entre los meses de diciembre de 2002 y febrero de 2003, la clase capitalista venezolana apoyada por Estados Unidos y España organizó un golpe de estado fallido que fue contenido y un cierre patronal en el sector petrolero que fue derrotado. En el año 2011, un levantamiento encabezado por la policía de Ecuador y un golpe de estado abortado en Bolivia fueron desbaratados con éxito antes de que adquirieran empuje. En el año 2008, una protesta agraria empresarial a gran escala en Argentina paralizó el sector de exportaciones agrarias que se movilizaba contra una tasa impuesta a la exportación y acabó con concesiones del gobierno. En buena medida, estas «luchas de clases desde arriba» operaron a favor de los gobiernos progresistas porque les permitió plantear la cuestión de forma unificada como si se tratara de una lucha entre un gobierno democrático popular y una oligarquía autoritaria y retrógrada. En consecuencia, los gobiernos progresistas consiguieron neutralizar, al menos temporaleente, las críticas internas procedentes de la izquierda. La derrota de «la derecha» pulió las credenciales del bando progresista y elevó su popularidad. Aunque el apoyo popular era importante para el sostenimiento de los gobiernos progresistas frente a las campañas de desestabilización más derechistas respaldadas por Estados Unidos y la Unión Europea, tuvo igual o mayor importancia el respaldo del ejército, de algunos sectores de la élite empresarial y de los capitalistas del sector extractivo. Los progresistas, adoptando «políticas moderadas» (entre las que se encontraban los subsidios empresariales y una generosa subida de sueldos al ejército) consiguieron dividir a la élite, conservar el apoyo del ejército y aislar a la oposición de derechas. La derecha ha seguido siendo marginal desde el punto de vista electoral y ha supuesto un límite muy estrecho para la capacidad de injerencia e influencia de Estados Unidos y la Unión Europea sobre el programa progresista. El grado de «progresismo» en el seno del bando capitalista extractivo progresista varía de manera muy importante. El gobierno de Chavez ha
presentado un programa antiimperialista y socialista que supone el rechazo de los golpes de estado, las guerras y el bloqueo de Estados independientes por parte de Estados Unidos: ha apoyado la re-renacionalización del petróleo, el aluminio y otras materias primas, la minería y las fuentes de energía. Su reforma agraria generalizada, que ha beneficiado a 300.000 familias, tiene por objetivo la autosuficiencia alimentaria. La salud pública y la educación superior universal y gratuita, el subsidio de los precios de alimentos básicos a través de supermercados de propiedad pública y la vivienda pública de bajo coste y a gran escala para los pobres, junto con las campañas de alfabetización y la formación de miles de consejos de barrio para arbitrar y resolver asuntos locales han profundizado y ampliado el proceso de socialización. A menor escala, Bolivia, Ecuador y Argentina han desarrollado políticas exteriores independientes. Sus nacionalizaciones parciales y selectivas están pensadas para incrementar los ingresos, más que producirse en el marco de una estrategia de transformación a gran escala y largo plazo. No han seguido los pasos de Chavez sobre la reforma agraria y un mayor refuerzo del gasto social en salud, vivienda y educación superior. Presentan como «reforma de las tierras» la gestión de tierras lejanas, públicas y de dudosa calidad. Han sido defensores de los cambios progresivos en lo relacionado con los salarios y prestaciones sociales para hacerlos acordes con el aumento de los ingresos derivados de la exportación de bienes y en sintonía con la tasa de inflación; Bolivia y Ecuador han desalojado a ocupantes de tierras y defendido a los principales titulares de terrenos del sector agrario.
Los gobiernos menos «reformistas» y con las credenciales «progresistas» más dudosas son los de Brasil, Uruguay y Perú (bajo el gobierno de Humala), que han adoptado un programa de libre mercado; fomentan activamente la gran afluencia de inversiones extranjeras no reguladas, rebajan la categoría de millones de hectáreas de bosques tropicales (en especial, Brasil), promueven el sector agrario empresarial y se oponen a la reforma agraria en todas sus modalidades y han recurrido a la dispersión de campesinos y personas sin tierra a las ciudades grandes y pequeñas, donde ejercen de reserva de mano de obra para el capital o se suman al sector informal mal remunerado. Estos gobiernos progresistas «moderados» han firmado acuerdos militares con Estados Unidos y adoptan un perfil bajo de oposición a las medidas imperiales estadounidenses en Oriente Próximo. Su «progresismo» se ve en el apoyo que prestan a la integración regional, en su oposición a la hegemonía estadounidense en el continente (oponiéndose al golpe de estado de Estados Unidos en Honduras, al bloqueo de Cuba y a las injerencias en Venezuela) y en la diversificación de los mercados exteriores. Brasil encabeza la marcha en la asistencia a los especuladores de Wall Street y en el gasto público contra la pobreza con unas cestas de alimentos básicas. La reducción de la pobreza queda igualada por el espectacular aumento del número de millonarios vinculados a los sectores financiero y de la exportación de productos agro-minerales. Los progresistas «moderados» tienen el historial más imponente (y bien documentado) de degradación medioambiental en curso. En Perú, Humala ha dado luz verde a una explotación minera que amenaza al medio de vida de millares de campesinos
/Junio de 2012 MACIEK WISNIEWSKI*
La fiebre del
y empresarios locales de Cajamarca; los presidentes Lula da Silva y Dilma Rouseff, del Partido de los Trabajadores, han fomentado en una década la destrucción de millones de hectáreas de bosque tropical amazónico y el desplazamiento de montones de comunidades indígenas. En Uruguay, los presidentes Tabaré Vazquez y Mújica, del Frente Amplio, favorecieron que la fábrica de celulosa Botina, muy tóxica, contaminara el río Paraná a pesar de las protestas masivas. En resumen, es difícil generalizar acerca de la actuación del bando progresista, dadas las divergencias de política social y económica. Pero se puede esbozar una especie de «tarjeta resumen». Todos los gobiernos han reducido los niveles de pobreza e incrementado la dependencia con respecto a las exportaciones e inversiones del sector agro-mineral. Todas han firmado y/o renegociado contratos con multinacionales del sector extractivo; muy pocos han diversificado su economía. Los que cuentan con un tejido industrial relevante (Argentina, Brasil y Perú) han sufrido un declive importante en su sector manufacturero debido a la apreciación de las monedas y la pérdida de competitividad derivada de la subida de los precios de los bienes de exportación. Los acuerdos de aumento progresivo de salarios han desembocado en un menor nivel de conflicto social en las ciudades (con la excepción de Bolivia), pero el desplazamiento de campesinos y la degradación han intensificado conflictos en el interior entre las comunidades rurales y las multinacionales, lo que ha dado lugar a represión del Estado (Perú). El impacto social de los gobiernos progresistas tiene un abanico de variaciones muy amplio, donde Venezuela
registra los cambios estructurales de mayor alcance y el resto carece de visión o proyección a largo plazo para redistribuir la riqueza, las rentas o la tierra. Su apoyo común a la integración regional va aparejado de divergencias importantes en el acomodo a la política militar estadounidense. Venezuela, Ecuador y Bolivia, miembros del ALBA, rechazan los tratados militares, mientras que Brasil, Uruguay y Perú han firmado acuerdos militares con el Pentágono. El rendimiento económico general es desigual. La economía de Brasil, en especial su sector manufacturero, se está estancando en un crecimiento cero o negativo en los años 2011 y 2012; Venezuela se está recuperando pero con una tasa de inflación del 20 por ciento, mientras que el resto del BP está experimentando un crecimiento sostenido pero una creciente dependencia de la exportación de bienes al mercado asiático (China). Las alternativas a las economías extractivas vigentes varían enormemente. En Venezuela, el gobierno ha convertido la diversificación en una alta prioridad; los gobiernos brasileño y argentino están adoptando medidas proteccionistas para fomentar la industria con un éxito limitado, sobre todo porque sus políticas vienen contrarrestadas por la expansión real de la extensión de tierras dedicada a la producción de soja y bienes de exportación. Uruguay, Perú, Ecuador y Bolivia hablan de diversificación, pero han evitado tomar medidas para pasarse a la producción de alimentos y la agricultura familiar y todavía tienen que adoptar medidas concretas para estimular la industria local mediante una política de industrialización con financiación pública.
uzgando por la manera en que los políticos y la industria nos hablan del gas de pizarra (o de esquistos –shale gas), éste se vislumbra como una solución a todos los males: falta de crecimiento, desempleo, hasta el cambio climático. Pero la “fiebre del gas” que contagia al mundo en realidad apunta a distraernos de los problemas reales como la crisis estructural del capitalismo y el calentamiento global que ya (¿casi?) se nos fue de las manos, pretende seguir con el business as usual y más que solucionar, genera una serie de problemas nuevos. Las experiencias de su extracción mediante la destructiva fractura hidráulica (fracking) en Estados Unidos y la postura de Europa hacia sus reservas (tratadas ya en columnas pasadas: La Jornada, 18/ 12/11 y 29/12/11) son también de mayor relevancia para México. Según las estimaciones de la Administración de Información Energética de Estados Unidos (AIE) de abril de 2011, México puede poseer unos 681 billones de pies cúbicos de este gas, cuartas reservas mundiales, detrás de China, Estados Unidos y Argentina. Sus depósitos están localizados en la región de Sabinas y Burgos, entre Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. Aunque los pronósticos de Pemex son inferiores (entre 250 y 450 bpc), y aunque por ahora hay sólo dos pozos en operación (Reporte de Actividad Exploratoria de la Comisión Nacional de Hidrocarburos, marzo de 2012) y para la extracción del gas pizarra en una región se necesitan cientos –o sea aún no hay pruebas físicas para respaldar las cifras estratosféricas, ni hablar de la rentabilidad, son estimaciones y cada uno puede hacer los suyos, me dice Antonio Gershenson– los funcionarios gubernamentales ya se contagiaron con la “fiebre”: su explotación que tal vez arrancará en unos dos o tres años, “atraerá inversiones de hasta 10 mil millones de dólares anuales”, “generará durante los próximos 15 años 1.5 millones de empleos”, “garantizará el suministro de gas durante 94 años” e “impulsará el crecimiento hasta en un punto porcentual del PIB” (La Jornada, 25/10/11, 18/11/11 y 16/05/12). Conozco este discurso. Según los mismos cálculos de la AIE hechas, como en México, a base del análisis geológico, no de perforaciones, Polonia iba a tener unos 187 bpc del gas de pizarra, supuestamente las mayores reservas en Europa. Los políticos animados por Estados Unidos empezaron el cuento: “seremos segunda Noruega”, “reduciremos las emisiones de CO2” (cambiando el carbono por el
gas de pizarra
gas natural), “tendremos combustible para el crecimiento”, “millones de empleos”, “gas por 300 años” y todas las maravillas del mundo, junto con la independencia energética de Rusia. Pero a finales de marzo el Instituto Polaco de Geología publicó un estudio más detallado, diciendo que las reservas podrían ser entre 12 y 27 bpc, o sea 10 veces menores (sic) y los sueños de ser una potencia se esfumaron junto con los “empleos”. De la nube del gas estuvimos de vuelta otra vez en la tierra (en fin no es poco, pero es sólo otra estimación a verificar). Mientras tanto Francia y Alemania dijeron que por ahora no tocarán sus reservas. Bulgaria, donde los campesinos y ecologistas temían que el fracking contaminara el suelo y el agua e invocaban la soberanía alimentaria por encima de la energética, anunció un moratorio al gas de pizarra. También Rumania. Cada país lo hizo según sus intereses energéticos (la UE no tiene una política común hacia el gas de pizarra). Pero también mirando a Estados Unidos, el único país que lo explota a escala industrial. Si bien los precios del gas natural cayeron bastante allá, el costo ambiental es alto, una realidad a menudo negada por las autoridades y el lobby pro-gas (fracking consume y contamina millones litros de agua, envenena los mantos acuíferos y el suelo y puede causar temblores). ¡Pero hay buenas noticias! Gracias al mayor uso del gas natural en generación de energía Estados Unidos lograron reducir sus
emisiones de CO2 en este rubro (Financial Times, 23/05/12). Sólo quisiera ver los estudios de cuánto metano –más dañino que CO2– se liberó a la atmósfera de casi medio millón de pozos del gas de pizarra en todo el país. Ni hablar de que es justamente el gas barato que permite la extracción de petróleo de las arenas bituminosas, el hidrocarburo más sucio que hay. Mike Davis haciendo una revista global en el contexto de la crisis, recordaba que Marx culpaba a la “fiebre del oro” de California por apaciguar el ciclo revolucionario de los 40 del siglo XIX, al ofrecer un extra estímulo monetario al comercio mundial. Según Davis hoy los BRICS, son una nueva California (New Left Review, noviembre-diciembre 2011).
Junio de 2012/
El gas de pizarra se inscribe en esta ecuación. Sólo falta que China con sus reservas más grandes (1.275 bpc) y el resto de los países del grupo, cada uno con cantidades significantes, hagan sus apuestas (aunque con esto de las estimaciones sobre las reservas del gas nunca se sabe y que tan fuerte es China tampoco). Pero la “fiebre del gas de pizarra” ya cumple un papel “contrarevolucionario”, creando una ilusión de una solución (falsa) a la crisis. (All we need is growth!) Además aprovecha su contexto para convencer a la ciudadanía a aceptar una tecnología sucia y riesgosa, lo que en otro momento resultaría mucho más difícil. *Periodista polaco
/Junio de 2012
Seis enfrentamientos y conflictos recientes
MICHAEL KLARE/Tom Dispatch
Las guerras por la energía
se calientan
El conflicto y la intriga por los suministros valiosos de energía han sido características del paisaje internacional desde hace mucho tiempo. En cada década desde la Primera Guerra mundial se han librado grandes guerras por el petróleo y han estallado enfrentamientos más pequeños cada pocos años; un estallido o dos en 2012, entonces, formarían parte de una situación normal. En su lugar, vemos ahora todo un cúmulo de choques relacionados con el petróleo que se propagan por todo el globo, involucrando a una docena de países, y cada vez aparecen más. Consideremos esos puntos de inflamación como señales de que entramos a una era de conflictos intensificados por la energía. Desde el Atlántico hasta el Pacífico, desde Argentina a las Filipinas, hay seis áreas de conflicto –todas vinculadas a los suministros de energía– que han creado noticias solo en los primeros meses de 2012: * Una guerra en gestación entre Sudán y Sudán del Sur: El 19 de abril, fuerzas del recientemente independizado Estado de Sudán del Sur ocuparon el centro petrolero de Heglig, una ciudad otorgada a Sudán como parte de un acuerdo de paz que permitió que los sureños se independizaran en 2011. Los norteños, basados en Jartum, movilizaron sus propias fuerzas y expulsaron a los sudaneses del sur de Heglig. Desde entonces han estallado combates a lo largo de la frontera en disputa entre los dos país, acompañados por ataques aéreos contra ciudades en Sudán del Sur. Aunque los combates todavía no han llegado al nivel de una guerra hecha y derecha, los esfuerzos internacionales por negociar un alto el fuego y una solución pacífica de la disputa aún no han tenido éxito. Este conflicto es suscitado por numerosos factores, incluyendo disparidades económicas entre los dos Sudanes y una permanente animosidad entre los sureños (que son en su mayoría africanos negros y cristianos o animistas) y los norteños (en su mayoría árabes y musulmanes). Pero el petróleo –y los ingresos producidos por el petróleo– sigue siendo lo más importante. Cuando Sudán fue dividido en 2011, los más prolíficos campos petroleros terminaron en el sur, mientras el único oleoducto capaz de transportar el petróleo del sur a los mercados internacionales (generando ingresos) permaneció en manos de los norteños. Han estado exigiendo “aranceles de tránsito” excepcionalmente elevados –entre 32 y 36 dólares por barril en comparación con una tasa común de 1 dólar por barril– por el privilegio de llevar el petróleo del Sur al mercado. Cuando los sureños se negaron a aceptar tasas semejantes, los norteños confiscaron dinero que ya habían cobrado por las exportaciones de petróleo del sur, su única fuente significativa de fondos. Como reacción, los sureños detuvieron por completo la producción de petróleo y, al parecer, lanzaron su acción militar contra el norte. La situación sigue siendo explosiva. * Enfrentamiento naval en el Mar del Sur de China: El 7 de abril, un buque de guerra filipino, el Gregorio del Pilar, de 115 metros, llegó a Scarborough Shoal, una pequeña isla en el Mar del Sur de China, y detuvo a ocho barcos pesqueros chinos que estaban anclados, acusándolos de actividades ilegales de pesca en aguas soberanas filipinas. China envió rápidamente dos de sus propios barcos de la marina al área, afirmando que el Gregorio del Pilar estaba acosando barcos chinos en aguas chinas, no filipinas. Finalmente se permitió que los barcos pesqueros partieran sin más incidentes y las tensiones han disminuido
algo. Sin embargo, ninguna de las partes ha mostrado alguna inclinación a abandonar su pretensión a la isla, y ambas partes siguen enviando barcos de guerra al área en disputa. Como en Sudán, múltiples factores impulsan este enfrentamiento, pero la energía es el motivo dominante. Se piensa que el Mar del Sur de China contiene grandes depósitos de petróleo y gas natural, y todos los países que lo rodean, incluyendo China y las Filipinas, quieren explotar esas reservas. Manila reivindica una “zona económica exclusiva” de 200 millas náuticas que va desde el Mar del Sur de China hasta sus costas occidentales, un área que llama Mar Filipino Occidental; las compañías filipinas dicen que han encontrado grandes reservas de gas natural en el área y han anunciado planes de iniciar su explotación. Reclamando como propias las numerosas pequeñas islas dispersas por el Mar del Sur de China (incluida Scarborough Shoal) Pekín ha reivindicado la soberanía sobre toda la región, incluidas las aguas reclamadas por Manila; también ha anunciado planes de perforar en el área. A pesar de años de conversaciones, todavía no se ha encontrado ninguna solución a la disputa y es probable que haya más enfrentamientos. *Egipto corta el flujo de gas natural a Israel: El 22 de abril la Corporación General de Petróleo egipcia y la Compañía Propietaria de Gas Natural egipcia informaron a funcionarios energéticos israelíes que “ponían fin al acuerdo de gas y compra” bajo el cual Egipto había estado suministrando gas a Israel. Esto tuvo lugar después de meses de manifestaciones en El Cairo por los jóvenes manifestantes que lograron deponer al autócrata Hosni Mubarak y que ahora buscan una política exterior egipcia más independiente, menos obligada hacia EE.UU. e Israel. También sucedió después de numerosos ataques contra los gasoductos que transportan el gas a través del Desierto del Néguev a Israel, que los militares egipcios han parecido incapaces de impedir. Ostensiblemente, la decisión fue adoptada como reacción a una disputa de los pagos israelíes por gas egipcio, pero todas las partes involucradas la han interpretado como parte de un esfuerzo del nuevo gobierno de Egipto por demostrar más distancia del régimen depuesto de Mubarak y su política de cooperación con Israel (alentada por EE.UU.). La conexión de gas fue uno de los más significativos resultados del tratado de paz de 1979 entre los dos países, y su anulación señala claramente un período de mayor discordia; también puede causar escasez de energía en Israel, especialmente durante los períodos máximos de demanda en el verano. En mayor escala, el corte sugiere una nueva inclinación a utilizar la energía (o negarla) como una forma de guerra política y coerción.
Junio de 2012/
* Argentina expropia YPF: El 16 de abril, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, anunció que su gobierno expropiará un 51% de las acciones de YPF, la mayor compañía petrolera de la nación, que estaba en poder de la corporación española Repsol YPF. La expropiación de su subsidiaria argentina se ve en Madrid (y otras capitales europeas) como una importante amenaza que hay que combatir. El ministro de Exteriores español, José Manuel García Margallo, dijo que la acción de Kirchner “rompe el clima de cordialidad y amistad que ha presidido las relaciones entre España y Argentina”. Varios días después, en lo que se informa constituye solo el primero de varios pasos de represalia, España anunció que dejará de importar biocombustibles de Argentina, su principal proveedor, lo que significa casi 1.000 millones de dólares al año para los argentinos. Como en los otros conflictos, este choque está impulsado por numerosas necesidades, incluida una poderosa línea nacionalista proveniente de la era peronista, junto al aparente deseo de Kirchner de reforzar su posición en los sondeos. Igual de importante es la necesidad de Argentina de derivar más beneficios económicos y políticos de sus reservas de energía, que incluyen los mayores depósitos del mundo de gas pizarra. Mientras su antiguo rival Brasil consigue inmenso poder y prestigio por el desarrollo de sus reservas de petróleo del presal, la producción de energía argentina ha languidecido. Puede que Repsol no sea la culpable, pero evidentemente muchos argentinos creen que, con YPF bajo control gubernamental, ahora será posible acelerar el desarrollo del patrimonio energético del país, posiblemente en colaboración con un socio extranjero más agresivo como BP o ExxonMobil. * Argentina revitaliza la crisis de las Malvinas: En una Cumbre de las Américas en Cartagena, Colombia, del 15 y 16 de abril, Argentina solicitó una nueva condena del hemisferio de la continua ocupación británica de las islas Malvinas (llamadas Falklands por los británicos). Logró un fuerte apoyo de todos los países presentes, con la excepción (previsible) de Canadá y EE.UU. Argentina, que dice que las islas forman parte de su territorio soberano, ha estado planteando este tema desde que perdió una guerra por las Malvinas en 1982, pero ha acelerado recientemente su campaña en diversos frentes denunciando a Londres en eventos internacionales e impidiendo que los cruceros británicos que visitan las Malvinas se detengan en puertos argentinos. Los británicos han respondido reforzando sus fuerzas militares en la región y advirtiendo a los argentinos de que eviten acciones apresuradas.
Cuando Argentina y el Reino Unido libraron su guerra por las Malvinas, había poco en juego con la excepción del orgullo nacional, la posición de los respectivos dirigentes de los países (la primera ministra Margaret Thatcher contra una junta militar impopular), y unas pocas islas con escasa población. Desde entonces, las apuestas han aumentado inconmensurablemente como resultado de recientes estudios sísmicos de las aguas que rodean las islas que indican la existencia de masivos depósitos de petróleo y gas natural. Varias firmas energéticas basadas en el Reino Unido, incluyendo Desire Petroleum y Rockhopper Exploration, han iniciado perforaciones mar adentro en el área y han informado de descubrimientos promisorios. Argentina afirma que los descubrimientos se encuentran en su territorio soberano y que las perforaciones en el lugar son ilegales; los británicos, evidentemente, insisten en que es su territorio. Nadie sabe cómo se desarrollará esta crisis potencial, pero no se puede excluir una reedición de la guerra de 1982, esta vez por la energía. * Las fuerzas de EE.UU. se movilizan para la guerra contra Irán: Durante todo el invierno y principios de la primavera, pareció que un choque armado entre Irán e Israel y/o EE.UU. era casi inevitable. Ninguna de las partes parecía dispuesta a ceder en las demandas cruciales, especialmente respecto al programa nuclear de Irán, y se consideraba poco realista cualquier sugerencia de una solución de compromiso. Hoy, sin embargo, el riesgo de guerra ha disminuido un poco, por lo menos durante este año electoral en EE.UU., mientras finalmente se han iniciado conversaciones entre las principales potencias e Irán, y porque ambas partes han adoptado posiciones (ligeramente) más flexibles. Además, los funcionarios estadounidenses han estado limitando el discurso bélico y personalidades en las comunidades militar y de inteligencia israelíes se han pronunciado contra acciones militares impulsivas. Sin embargo, los iraníes siguen enriqueciendo uranio, y dirigentes de todas partes dicen que están totalmente dispuestos a emplear la fuerza si las conversaciones de paz fracasan. Para los iraníes, esto significa bloquear el Estrecho de Ormuz, el estrecho canal por el cual pasa cada día un tercio del petróleo que se comercializa en el mundo. EE.UU., por su parte, ha insistido en que mantendrá abierto el Estrecho y, si fuera necesario, eliminará las capacidades nucleares iraníes. Sea para intimidar a Irán, prepararse para un evento real, o posiblemente las dos cosas, EE.UU. ha estado aumentando sus capacidades militares en el área del Golfo Pérsico, colocando dos grupos de batalla de portaaviones en el vecindario junto con una variedad de capacidades de ataque aéreo y anfibio.
/Junio de 2012
Se puede discutir la medida en la cual la antigua enemistad de Washington con Irán está motivada por el petróleo, pero no cabe duda de que la actual crisis afecta fuertemente las perspectivas de suministro global de petróleo, a través de las amenazas de Irán de cerrar el Estrecho de Ormuz en represalia por futuras sanciones contra las exportaciones iraníes de petróleo, y la probabilidad de que cualquier ataque aéreo contra instalaciones iraníes llevará al mismo resultado. En todo caso, es indudable que los militares estadounidenses asumirían el papel principal en la destrucción de las capacidades militares iraníes y la restauración del tráfico de petróleo por el Estrecho de Ormuz. Es la crisis impulsada por la energía que no desaparecerá. La energía impulsa al mundo Todas estas disputas tienen una cosa en común: la convicción de las elites gobernantes en todo el mundo de que la posesión de activos energéticos –especialmente depósitos de petróleo y gas– es esencial para sostener la riqueza, el poder, y el prestigio nacionales. No se puede decir que sea un fenómeno nuevo. A principios del siglo pasado, Winston Churchill fue posiblemente el primer líder destacado en apreciar la importancia estratégica del petróleo. Como Primer Lord del Almirantazgo, convirtió los barcos de guerra británicos del carbón al petróleo y luego persuadió al gabinete para que nacionalizara la Anglo-Persian Oil Company, predecesora de British Petroleum (ahora BP). La busca de suministros de energía para la industria y la guerra jugó un rol importante en la diplomacia del período entre las Guerras Mundiales, así como en la planificación estratégica de las potencias del Eje durante la Segunda Guerra Mundial. También explica el impulso a largo plazo de EE.UU. para seguir siendo la potencia dominante en el Golfo Pérsico que culminó en la primera Guerra del Golfo de 1990-91 y su inevitable secuela, la invasión de Iraq en 2003. Los años desde la Segunda Guerra Mundial han visto una variedad de cambios en la industria energética, incluido un cambio en muchas áreas de la propiedad privada a la propiedad estatal de las reservas de petróleo y de gas natural. En general, sin embargo, la industria ha logrado entregar cada vez más combustible para satisfacer las necesidades en permanente crecimiento de una economía que se globaliza y una población mundial en expansión y en rápida urbanización. Mientras los suministros fueron abundantes y los precios se mantuvieron relativamente asequibles, los consumidores de energía en todo el mundo, incluidos la mayoría de los gobiernos, estuvieron generalmente satisfechos con el sistema existente de colaboración entre leviatanes energéticos privados y de propiedad estatal. Pero esa ecuación energética cambia ominosamente a medida que el desafío de abastecer de combustible el planeta se hace más difícil. Muchos de los gigantes yacimientos petrolíferos y de gas que calmaron la sed de energía del mundo en el pasado se están agotando rápidamente. Los nuevos campos que son incorporados para tomar su lugar son, en promedio, más pequeños
y más difíciles de explotar. Muchas de las fuentes más promisorias de energía –como las reservas de petróleo “presal” de Brasil en lo profundo bajo el Océano Atlántico, las arenas bituminosas de Canadá, y el gas pizarra estadounidense– requieren la utilización de tecnologías sofisticadas y costosas. Aunque los suministros globales de energía siguen creciendo, lo hacen a un ritmo más lento que en el pasado y continuamente no logran satisfacer la demanda. Todo esto lleva a la presión ascendente sobre los precios, causando ansiedad en los países que carecen de reservas interiores adecuadas (y alegría en los que las tienen en abundancia). Hace tiempo que el mundo se ha bifurcado entre Estados con exceso de energía y los que tienen un déficit de energía; los primeros tienen enormes ventajas políticas y económicas por su condición privilegiada y los segundos se esfuerzan considerablemente por escapar de su posición subordinada. Ahora, esa bifurcación parece más bien un precipicio. En un entorno global semejante, es probable que aumenten la fricción y el conflicto por reservas de petróleo y gas que conducen a conflictos energéticos de todo tipo. Volviendo a considerar las seis disputas por energía en abril, se puede ver en cada caso una clara evidencia de esas fuerzas subyacentes. Sudán del Sur está desesperado por vender su petróleo a fin de adquirir el ingreso necesario para hacer partir su economía; Sudán, por otra parte, resiente la pérdida de los ingresos del petróleo que controlaba cuando la nación seguía unida, y parece estar no menos determinado a mantener todo el dinero del petróleo del Sur que pueda en sus manos. China y las Filipinas quieren ambos el derecho de desarrollar reservas en el Mar del Sur de China, e incluso si los depósitos alrededor de Scarborough Shoal resultan limitados, China no está dispuesta a ceder en cualquier disputa localizada que pueda debilitar su reivindicación de la soberanía sobre toda la región. Egipto, aunque no es un gran productor de energía, busca evidentemente el empleo de sus suministros de petróleo y gas para una máxima ventaja política y económica, una actitud que seguramente será copiada por otros proveedores pequeños o medianos. Israel, muy dependiente de importaciones de energía, debe volverse ahora a otros sitios para obtener esos suministros vitales o acelerar el desarrollo de yacimientos de gas mar adentro en disputa, recientemente descubiertos, una acción que podría provocar nuevos conflictos con el Líbano, que dice que se encuentran en sus aguas territoriales. Y Argentina, celosa de la creciente influencia de Brasil, parece determinada a extraer más ventajas de sus propios recursos energéticos, incluso si eso significa el aumento de las tensiones con España y Gran Bretaña. Estos son solo algunos de los países involucrados en importantes disputas por la energía. Cualquier enfrentamiento con Iraq –sea cual sea la motivación– llevará a poner en peligro el suministro de petróleo de todos los países importadores, provocando una importante crisis internacional de consecuencias imprevisibles. La determinación china de controlar sus reservas de hidrocarburos mar adentro ha llevado a conflictos con otros países con pretensiones en el Mar del Sur de China, y a una disputa similar con Japón en el Mar Chino del Este. Disputas semejantes relacionadas con la energía también se pueden encontrar en el Mar Caspio y cada vez más en regiones del Ártico libres de hielo, debido al calentamiento global Las semillas de conflictos energéticos y el riesgo de guerra simultáneo en tantos sitios sugieren que entramos a un nuevo período en el cual protagonistas estatales clave se sentirán más inclinados a utilizar la fuerza –o la amenaza de fuerza– para lograr el control sobre depósitos valiosos de petróleo y gas natural. En otras palabras, nos encontramos en un planeta que se dirige hacia hiperactividad energética. Michael T. Klare es profesor de estudios por la paz y la seguridad mundial en el Hampshire College y colaborador habitual de TomDispatch. Acaba de publicar The Race for What’s Left: The Global Scramble for the World’s Last Resources
Junio de 2012/
IMMANUEL WALLERSTEIN
La lucha mundial de clases: la geografía de la protesta Cuando son buenos los tiempos, y la economía-mundo se expande en términos de nueva plusvalía producida, la lucha de clases se acalla. Nunca desaparece, pero en tanto exista un bajo nivel de desempleo y los ingresos reales de los estratos más bajos suban, aunque sólo sea en pequeñas cantidades, los arreglos sociales son la orden del día. Pero cuando se estanca la economíamundo y el desempleo real se expande considerablemente, esto significa que el pastel total se encoge. La cuestión entonces resulta ser quién cargará el peso del encogimiento –dentro de cada país y entre países. La lucha de clases se torna aguda y tarde o temprano conduce a un conflicto abierto en las calles. Esto es lo que ha estado ocurriendo en el sistema-mundo desde la década de 1970 y del modo más dramático desde 2007. Hasta ahora, el estrato más alto (el uno por ciento) se ha aferrado a su tajada, de hecho la ha incrementado. Esto necesariamente significa que la tajada del 99 por ciento se ha encogido. La lucha por las asignaciones gira primordialmente en torno a dos aspectos del presupuesto global: los impuestos (cuánto y para quiénes) y la red de seguridad para el resto de la población (gastos en educación, salud, y garantías para un ingreso de por vida). No hay país en el mundo donde esta lucha no esté ocurriendo. Pero estalla en algunos países con más violencia que en otros –debido a su localización en la economía-mundo, a su demografía interna, y debido a su historia política. Una aguda lucha de clases hace surgir, para todos, la pregunta de cómo manejarla políticamente. Los grupos en el poder pueden reprimir duramente los disturbios populares, y muchos lo hacen. O, si los disturbios son muy fuertes para los mecanismos represivos, pueden intentar cooptar a los manifestantes fingiendo unirse a ellos y así limitar el cambio real. O hacen ambas cosas: intentan primero la represión y si ésta falla, cooptan a la gente. Los manifestantes también enfrentan un dilema. Comienzan siempre con un grupo valeroso relativamente pequeño. Necesitan persuadir a un grupo más grande (que es mucho más tímido políticamente) que se les una, si es que han de impresionar a los grupos que detentan el poder. Esto no es fácil pero puede ocurrir. Sucedió en Egipto en la plaza Tahrir en 2011. Ocurrió con el movimiento Occupy en Estados Unidos y Canadá, Ocurrió en Grecia en las últimas elecciones. Ocurrió en Chile en las
huelgas estudiantiles que han perdurado. Y en este momento parece ocurrir de un modo espectacular en Quebec. Pero cuando ocurre, ¿entonces qué? Hay algunos manifestantes que desean expandir sus estrechas demandas iniciales hacia demandas fundamentales de mayor amplitud y deconstruir el orden social. Y hay otros, siempre hay otros, que están listos para sentarse con los grupos en el poder para negociar algún arreglo. Cuando los grupos en el poder reprimen, con mucha frecuencia avivan las flamas de la protesta. Pero muchas veces la represión funciona. Cuando no funciona y los grupos en el poder hacen arreglos y cooptan, a veces son capaces de neutralizar políticamente a los manifestantes. Esto es lo que parece haber ocurrido en Egipto. Las recientes elecciones conducen a una segunda ronda entre dos candidatos, ninguno de los cuales apoyó la revolución de la plaza Tahrir –uno es el último primer ministro del depuesto presidente Hosni Mubarak, y el otro es un líder de la Hermandad Musulmana cuyo objetivo primordial es instituir la sharia en la ley egipcia y no implementar las demandas de aquéllos que estuvieron en la plaza Tahrir. El resultado es una cruel opción para el aproximado 50 por ciento que no votó en la primera ronda por ninguno de los dos que contaron con la mayor pluralidad de votos. Esta
desafortunada situación, resultó de que los votantes pro plaza Tahrir dividieron sus votos entre dos candidatos con antecedentes algo diferentes. ¿Qué habremos de pensar de todo esto? Parece existir una geografía de la protesta que cambia rápida y constantemente. Salta aquí y luego es reprimida, cooptada, o se agota. Y tan pronto como esto ocurre, salta en otra parte, donde de nuevo se le reprime, se le coopta o se agota. Y luego salta en un tercer lugar, como si por todo el mundo fuera irreprimible. Es irreprimible por una simple razón. El apretón a los ingresos mundiales es real, y no parece que vaya a desaparecer. La crisis estructural de la economía-mundo capitalista hace inoperantes las soluciones convencionales a las caídas económicas, no importa qué tanto nuestros expertos y políticos nos aseguren que hay un nuevo periodo de prosperidad asomándose en el horizonte. Vivimos en una situación mundial caótica. Las fluctuaciones en todo son vastas y rápidas. Esto se aplica también a la protesta social. Esto es lo que miramos conforme la geografía de la protesta se altera constantemente. Ayer fue la plaza Tahrir en El Cairo, las marchas masivas desautorizadas con sartenes y cacerolas en Montreal hoy, y en alguna otra parte (probablemente sorpresiva) mañana.
/Junio de 2012 GUSTAVO TORRES/NOTICIAS ALIADAS
Paraguay
Latifundios, mal endémico .
La reforma agraria es una reivindicación histórica del movimiento campesino paraguayo a la que se han sumado organizaciones indígenas que plantean recuperar sus territorios ancestrales, ya sea por vías de la expropiación o compras de las tierras por parte del Estado. El nuevo periodo político que se vive en Paraguay desde agosto del 2008, con la elección del ex sacerdote Fernando Lugo a la presidencia, despertó la esperanza de cambio en los sectores sociales y populares. Sin embargo, las organizaciones campesinas se han sentido defraudadas por la inacción del gobierno y otros poderes del Estado, y no han dejado de presionar, recurriendo a movilizaciones masivas, marchas hacia Asunción, la capital, para gestiones ante las instituciones públicas, levantar campamentos frente a los latifundios, y en última instancia y como medida extrema, las ocupaciones de esas propiedades. “Las luchas emprendidas por nuestro pueblo son por la reforma agraria, por detener el avance de la agricultura empresarial, y las respuestas del instrumento judicial y policial sigue siendo de grandes represiones con aproximadamente 2,000 compañeros imputados; varios de ellos llegaron a ser encarcelados”, afirma a Noticias Aliadas, Ramón Medina, dirigente nacional de la Organización de Lucha por la Tierra (OLT). “Seguimos teniendo un Estado que defiende los intereses de los grandes latifundistas, de los grandes sojeros, por lo que debe continuar nuestra lucha y las movilizaciones contra los latifundios y contra la expansión sojera, en la defensa de los recursos naturales; y al mismo tiempo construyendo propuestas políticas alternativas que puedan ser discutidas con la sociedad y presentadas a las instituciones del Estado, a fin de ir forzando cambios democráticos a favor de la mayoría del pueblo”, asegura Medina. Problema estructural Consultados por Noticias Aliadas, el ex presidente del Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra (INDERT), Alberto Alderete Prieto, y el senador oficialista del Frente Guasu, Sixto Pereira, coinciden en que la problemática del latifundio en el Paraguay se remonta a mediados del siglo XIX, cuando los gobiernos de entonces empezaron a vender las tierras públicas. Desde la finalización de la guerra de la Triple Alianza —que enfrentó
a Paraguay con Argentina, Brasil y Uruguay entre 1865 y 1870— hasta 1950 se adjudicaron más de 25 millones de hectáreas a empresas extranjeras. “A partir de 1950 hasta el año 2000, fundamentalmente en la época de la dictadura de [Alfredo] Stroessner [195489], se repartieron alrededor de 12 millones de hectáreas de tierras, inicialmente a través del Instituto de Reforma Agraria, y después desde el Instituto de Bienestar Rural —hoy transformado en el Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra—, de las cuales el 74% fue a parar a manos de políticos, militares y funcionarios estatales que no tenían nada que ver con la Reforma Agraria; sólo un 26% fue a manos de alrededor de 150,000 familias de pequeños productores”, dijo Alderete Prieto. Con la Revolución Verde, iniciada en la década de 1960, la agricultura familiar campesina practicada por generaciones pasó a ser llamada de “subsistencia” frente a la producción a gran escala para exportación, introduciéndose el llamado “paquete tecnológico”, que incluye el uso de semillas transgénicas, agroquímicos, alto grado de mecanización, dependencia exclusiva del mercado externo y la pérdida consiguiente de alrededor de 50% de la cobertura boscosa original del país. Para Pereira, “la tenencia general de las tierras es de absoluta irregularidad jurídica, y en el mundo, junto a Brasil, Paraguay es uno de los países más desiguales y con mayor concentración de tierras en pocas manos”.
El último Censo Agropecuario, correspondiente al 2008, muestra que sólo el 2% de los propietarios concentran el 85.5% de las tierras, a la vez que 300,000 familias campesinas no poseen un solo metro cuadrado de tierra para cultivar. De esta proporción, el 80% de las tierras aptas para la agricultura está en manos del 1% de los propietarios, y sólo el 6% está en manos de pequeños agricultores con menos de 20 Ha de tierra cada uno (alrededor de 260,000 familias en todo el país). Los actuales conflictos se acrecientan a medida que los “campesinos sin tierra” cuestionan la propiedad de la tierra. Lo que ocurre en el distrito de Ñacunday, en el suroriental departamento de Alto Paraná, es el reflejo de que el problema de la tierra en Paraguay no es coyuntural, sino estructural. En abril del 2011 estalló un conflicto en Ñacunday —zona fronteriza con Brasil y Argentina, cuyas fértiles tierras son dedicadas a cultivos para la agroexportación— cuando familias sin tierra de esa localidad, agrupadas en la Comisión Vecinal Santa Lucía, empezaron a ocupar parte de la propiedad del mayor latifundista sojero del país, Tranquilo Favero, quien posee más de 1 millón de hectáreas de tierras, de las cuales 400,000 se encuentran en Ñacunday. A fines del año se sumaron integrantes de la Liga Nacional de Carperos, movimiento de campesinos sin tierra que tiene movilizadas a casi 10,000 personas en improvisados campamentos de hule negro o carpas. Rosalino Casco,
Junio de 2012/
dirigente carpero, reclamó la soberanía de las tierras en disputa advirtiendo que “vamos a pelear centímetro a centímetro por esta tierra”, mientras que sectores agroganaderos y políticos conservadores acusaban al gobierno de Lugo de instigar el conflicto. La lucha de los acampados en Ñacunday continúa. En febrero fuerzas gubernamentales reubicaron pacíficamente a los campesinos de la Comisión Vecinal Santa Lucía en los alrededores de una reserva forestal, mientras que los denominados carperos se trasladaron frente a una propiedad estatal de la cual terratenientes brasileños aseguran ser los dueños. Falta voluntad política Los acontecimientos de Ñacunday pusieron una vez más la situación de la tierra en el epicentro del debate en Paraguay. Por primera vez un gobierno mostraba interés por abordar la problemática estructural de la tierra en Paraguay, como facilitar tierras a los campesinos o revisar propiedades mal habidas, pero el mensaje no ha pasado
de ser declarativo al no haber unidad de criterios entre los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial para desmontar viejas estructuras heredadas. El senador Pereira sostiene que la situación en el campo paraguayo es un “problema político que necesita de la voluntad política de los tres poderes para empezar a discutir en un primer nivel dentro de un Estado de Derecho”. “Ñacunday es un caso más dentro de esta problemática, teniendo en cuenta que el país está lleno de casos como este, por lo que urge realizar mensuras judiciales para identificar y dar garantía a los legítimos propietarios”, dijo. Para Pereira, quien trabajó durante mucho tiempo asesorando a movimientos campesinos, es menester contar con “un Catastro Nacional de tierras actualizada como instrumento para identificar la irregularidad jurídica en la tenencia de la tierra. Paraguay tiene una superficie de 406,752 km², pero si uno hace la sumatoria de los títulos supera ampliamente los 500,000 km²; eso demuestra la superposición de títulos”, acusa. Esta realidad es una muestra patente de la existencia de propiedades de hasta
triple titulación, y que hacen que la propia extensión del Paraguay aumente 120,000 km² más de lo real, irregularidad en la que están comprometidos terratenientes y autoridades de los sucesivos gobiernos a partir de 1989 que recibieron millones de dólares para la realización de catastro de propiedades que nunca se concretaron. “En toda la historia de este país la tierra se ha constituido en fuente de vida, progreso y supervivencia para sus habitantes, pero así también ha sido objeto e instrumento que ha posibilitado una sistemática violación a los derechos humanos, destrucción del medio ambiente y concentración de poder en pocas manos”, asegura Alderete Prieto. “Esta situación demuestra que la expansión de los agronegocios ligados al latifundio va destruyendo la identidad campesina e indígena, creando mecanismos de dominación y acumulación de capital. El presidente Lugo denunció en más de una ocasión que las alambradas y las pasturas de los grandes latifundios expulsan a las comunidades indígenas de sus tierras, a través de mecanismos de apropiaciones ilegales instrumentadas por la politiquería”. —
/Junio de 2012
¿Un mundo de confrontación de espectro completo?
PEPE ESCOBAR/TOM DISPATCH
En diciembre pasado, un súper-secreto RQ-170 Sentinel, parte de un extenso programa de vigilancia de drones de la CIA sobre Irán, descendió (o fue derribado, o secuestrado por ordenador y obligado a descender) y recuperado intacto por los militares iraníes. Esta semana, un general iraní anunció orgullosamente que expertos de su país habían logrado acceder al ordenador del avión –ofreció información que lo prueba– y ahora estaban realizando “ingeniería inversa” del drone para crear uno propio. La mayoría de, o todas sus afirmaciones, han sido ampliamente puestas en duda, ridiculizadas, o simplemente descartadas en nuestro mundo, y que yo sepa lo que hizo fue ciertamente pura fanfarria y bluf. Pero si fuera así, igual se las arregló para echar mano de un deseo ardiente que subyace desde hace un par de siglos de historia global: adaptar los aspectos más sofisticados de Occidente para resistir a Occidente. Ese deseo ha sido esencial para la forma en que se ha desarrollado nuestro planeta. Después de todo, gran parte de los dos últimos siglos podría llevar el título en términos tecnológicos, económicos, e incluso políticos, de “La historia de la ingeniería inversa”. Desde que en el Siglo XVIII en el Imperio Otomano, en China o en cualquier otra parte los barcos europeos con cañones parecían derribar puertas y conquistar países o someterlos a una voluntad ajena, el tema de la ingeniería inversa siempre estuvo al alcance de la mano. Durante interminables décadas, la cuestión preeminente, lo esencial a discutir, era precisamente lo que se podría adaptar del arsenal occidental de armas, política, tecnología, e ideas, y cómo podía fusionarse con la cultura local, cómo podría acceder a “características” otomanas, indias, chinas, japonesas y lograr que controlara o revirtiera el curso de los eventos. El ascenso de Japón en el Siglo XIX y el más reciente crecimiento espectacular de China son, sin duda alguna, casos de historia de ingeniería inversa. Sean cuales sean los éxitos y fracasos de ese proceso, la pregunta actual –mientras EE.UU. decae, Europa se estanca, y los explosivos países del BRICS van de camino al centro del escenario– es probablemente la siguiente: ¿Puede realmente llevarnos más lejos la ingeniería inversa, o simplemente terminará por derribarnos? ¿No es hora de que haya algo nuevo en el universo de la ingeniería o tal vez para la llegada de la ingeniería inversa-inversa a este planeta nuestro de clima abominable y puesto a prueba?
Dragones neoliberales, sueños húmedos surasiáticos y fantasías de Robocop Goldman Sachs –por medio del economista Jim O’Neill– inventó el concepto de un ascendiente nuevo bloque en el planeta: los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica). Goldman espera ahora que los países del BRICS representen casi un 40% del producto interno bruto global (PIB) en el año 2050, y que incluyan a cuatro de las cinco principales economías del mundo. Dentro de poco, de hecho, es posible que haya que expandir ese acrónimo para incluir a Turquía, Indonesia, Corea del Sur y, sí, Irán nuclear: ¿BRIIICTSS? A pesar de sus bien conocidos problemas como nación bajo bloqueo económico, Irán también avanza como parte de los N-11, otro concepto embriagador. (Simboliza las próximas 11 economías emergentes). La pregunta multibillonaria global sigue siendo: ¿es la emergencia de los BRICS una señal de que hemos entrado verdaderamente a un nuevo mundo multipolar? El sagaz historiador de Yale Paul Kennedy (famoso por la expresión “sobre-estrés imperial”) está convencido de que estamos a punto de cruzar o de
que ya hemos cruzado un “punto clave histórico” que nos lleva lejos, más allá del mundo unipolar post Guerra Fría de “la única superpotencia”. Existen, argumenta Kennedy, cuatro razones principales para eso: la lenta erosión del dólar de EE.UU. (antes representaba un 85% de las reservas globales, ahora menos de un 60%), la “parálisis del proyecto europeo”, el ascenso de Asia (el fin de 500 años de hegemonía occidental) y la decrepitud de las Naciones Unidas. El Grupo de Ocho (G-8) es cada vez más irrelevante. El G-20, que incluye a los BRICS, podría, sin embargo, ser lo que se necesita. Pero hay mucho que hacer para cruzar ese punto clave en lugar de ser simplemente arrastrado de grado o por fuerza: la reforma del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y sobre todo la reforma del sistema de Bretton Woods, especialmente esas dos instituciones cruciales, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Por otra parte, puede que este sea, de grado o por fuerza, el rumbo del mundo. Después de todo, como celebridades emergentes, los BRICS tienen una tonelada de problemas. Es verdad, en solo siete años Brasil ha agregado 40 millones de personas
Junio de 2012/ como consumidores de clase media; en 2016, habrá invertido otros 900.000 millones de dólares –más de un tercio de su PIB– en energía e infraestructura; y no está tan expuesto como algunos miembros del BRICS a los imponderables del comercio mundial, ya que sus exportaciones representan solo un 11% del PIB, incluso menos que EE.UU. A pesar de todo, el problema clave sigue siendo el mismo: falta de buena administración, para no mencionar un cenagal de corrupción. La descarada nueva clase adinerada resulta que no es menos corrupta que las antiguas, arrogantes, elites compradoras que solían dirigir el país. En India, la alternativa parece estar entre un caos manejable y otro inmanejable. La corrupción de la elite política del país podría enorgullecer a Shiva. El abuso del poder estatal, el control nepotista de contratos relacionados con la infraestructura, el saqueo de recursos minerales, los escándalos con la propiedad de bienes raíces, lo tiene todo, incluso si India no es un Pakistán hindú. Todavía no, en todo caso. Desde 1991, “reforma” en India ha significado solo una cosa: comercio desenfrenado y sacar al Estado de la economía. No es sorprendente, por lo tanto, que no se haga nada por reformar las instituciones públicas, que son un escándalo por sí solas. ¿Administración pública eficiente? Más vale olvidarlo. En resumen, India es una dinamo económica caótica y sin embargo, en cierto sentido, no es ni siquiera una potencia emergente, y ni hablar de una superpotencia. Rusia, también, todavía sigue tratando de hallar la mezcla mágica, incluida una política estatal competente para explotar los abundantes recursos naturales del país, su extraordinario espacio e impresionante talento social. Tiene que modernizarse rápido ya que, fuera de Moscú y San Petersburgo, sigue prevaleciendo un relativo atraso social. Sus dirigentes siguen intranquilos ante la vecina China (conscientes de que cualquier alianza chino-rusa dejaría a Rusia como un evidente socio menor). No confían en Washington, están inquietos por la despoblación de sus territorios orientales, y preocupados por la alienación cultural y religiosa de su población musulmana. Y luego ‘Putinator’ vuelve como presidente con su fórmula mágica para la modernización: una cooperación estratégica alemana-rusa que beneficiará a la elite del poder y a la oligarquía empresarial, pero no necesariamente a la mayoría de los rusos. Muerte de Bretton Woods El sistema de Bretton Woods, posterior a la Segunda Guerra Mundial,
está ahora legítimamente muerto, es totalmente ilegítimo, ¿pero que planean los BRICS al respecto? En su cumbre en Nueva Delhi a fines de marzo, presionaron por la creación de un banco de desarrollo de los BRICS que pueda invertir en infraestructura y suministrarles crédito de respaldo para cualesquiera crisis financieras que se encuentren por el camino. Los BRICS saben perfectamente que Washington y la Unión Europea (UE) jamás renunciarán al control del FMI y del Banco Mundial. No obstante, el comercio entre esos países llegará a impresionantes 500.000 millones de dólares en 2015, sobre todo en sus propias monedas. Sin embargo, la cohesión de los BRICS, en la medida en que exista, se concentra en frustraciones compartidas con la especulación financiera al estilo de los Amos del Universo que casi precipitó la economía global por un despeñadero en 2008. Es verdad, la gente de los BRICS también muestran una notable convergencia de política y opinión cuando se trata del acosado Irán, un Medio Oriente de la Primavera Árabe y el Norte de África. A pesar de todo, el problema que enfrentan por el momento es el siguiente: no tienen una alternativa ideológica o institucional al neoliberalismo y al dominio de la finanza global. Como ha señalado Vijay Prashad, el Norte Global ha hecho todo lo posible por impedir toda discusión seria de cómo reformar el casino financiero global (Vea
“The G-77 awakes”, Asia Times Online , 17 de abril de 2012). No es sorprendente que el jefe del grupo G-77 de naciones en desarrollo (ahora G-132 en los hechos), el embajador tailandés Pisnau Chanvitan, haya advertido contra la “conducta que indica el deseo de un nuevo amanecer de otro neocolonialismo”. Mientras tanto, las cosas se desarrollan en todo caso, desordenadamente. China, por ejemplo, sigue promoviendo informalmente el yuan como moneda globalizadora, si no global. Ya está comerciando en yuan con Rusia y Australia, para no mencionar toda Latinoamérica y Medio Oriente. Los BRICS apuestan cada vez más por el yuan como su alternativa monetaria a un desvalorizado dólar estadounidense. Japón utiliza tanto el yen como el yuan en su comercio bilateral con su inmenso vecino asiático. En realidad ya se está formando una zona de libre comercio asiática no reconocida, en la que participan China, Japón y Corea del Sur. Lo que nos espera, aún si incluye un futuro brillante de los BRICS, indudablemente será muy complicado. Casi todo es posible (rayando en probable), desde otra Gran Recesión en EE.UU. hasta un estancamiento europeo o incluso el colapso de la eurozona, a una ralentización en todos los BRICS, una tempestad en los mercados de divisas, el colapso de instituciones financieras, y un crasc global. Y hablando de complicado, quién podría olvidar lo que dijo Dick Cheney
/Junio de 2012 en el Instituto del Petróleo en Londres en 1999, cuando todavía era director ejecutivo de Halliburton: “Medio Oriente, con dos tercios del petróleo del mundo y el menor coste, es donde se encuentra en última instancia la recompensa”. No es sorprendente que, cuando llegó al poder en 2001, su asunto de primer orden fuera “liberar” el petróleo de Iraq. Evidentemente, ¿quién no recuerda cómo terminó el asunto? Ahora (otro gobierno pero la misma línea) tiene lugar un embargo del petróleo junto con una guerra económica contra Irán. Los dirigentes de Pekín ven todo el psicodrama iraní de Washington como un complot de cambio de régimen, lisa y llanamente, que no tiene nada que ver con armas nucleares. Una vez más, el ganador hasta ahora en el embrollo iraní es China. Con el sistema bancario de Irán en crisis y el embargo de EE.UU. causando estragos en la economía de ese país, Pekín puede esencialmente dictar sus condiciones para la compra de petróleo iraní. Los chinos están expandiendo la flota de buques tanque petroleros de Irán, un acuerdo por un valor de más de 1.000 millones de dólares, y ese otro gigante de los BRICS, India, compra ahora más petróleo iraní que China. Sin embargo, Washington no aplicará sus sanciones a los BRICS porque estos días, desde el punto de vista económico, EE.UU. los necesita más de lo que ellos necesitan a EE.UU. El mundo a través de ojos chinos Lo que nos lleva al dragón en el asunto: China. ¿Cuál es la máxima obsesión china? Estabilidad, estabilidad, estabilidad. La habitual autodescripción del sistema de ese país como “socialismo con características chinas” es, claro está, tan mítica como una Gorgona. En realidad, hay que pensar en un liberalismo de la línea dura con características chinas, dirigido por hombres que tienen la firme intención de salvar el capitalismo global. Por el momento, China está de lleno en medio de un cambio tectónico, estructural, de un modelo de exportación/ inversión a un modelo dirigido por los servicios y el consumo. En términos de su explosivo crecimiento económico, las últimas décadas han sido casi inimaginables para la mayoría de los chinos (y el resto del mundo), pero según el Financial Times , también han llevado al 1% más rico del país a controlar entre 40 y 60% de toda la riqueza. ¿Cómo encontrar un camino para superar un daño colateral tan impresionante? ¿Cómo hacer que un sistema con tan tremendos problemas internos funcione para 1.300 millones de
personas? Es la hora de la “manía de la estabilidad”. En 2007, el primer ministro Wen Jiabao advirtió de que la economía china devendría “unstable, unbalanced, uncoordinated, and unsustainable (inestable, desequilibrada, descoordinada e insostenible)”. Los famosos “cuatro uns”. En la actualidad los dirigentes, incluido el próximo primer ministro Li Leqiang, han dado un nervioso paso adelante, purgando “inestable” del léxico del Partido. Para todos los propósitos prácticos, ya ha llegado la próxima fase del desarrollo del país. Será interesante observarlo en el futuro. ¿Cómo conducirán a China más allá de las “Cuatro Modernizaciones” los principitos, nominalmente “comunistas” , los hijos e hijas de altos dirigentes del Partido revolucionario, todos inmensamente ricos gracias, en parte, a sus cómodos arreglos con corporaciones occidentales, más los sobornos, las alianzas con gángsteres, todas esas “concesiones” al mejor postor y toda la oligarquía de compinches ligada a Occidente? Especialmente con toda esa fabulosa riqueza que saquear. El gobierno de Obama, expresando su propia ansiedad, ha reaccionado ante la evidente aparición de China como potencia con la que hay que contar a través de un “pivote estratégico”, de sus desastrosas guerras en Gran Medio Oriente a Asia. Al Pentágono le gusta llamarlo “reajuste” (aunque las cosas están lejos de estar reajustadas o terminadas para EE.UU. en Medio Oriente). Antes del 11-S, el gobierno de Bush se había concentrado en China como su futuro enemigo global número uno. Entonces el 11-S lo reorientó a lo que el Pentágono llamó “el arco de inestabilidad”, las principales zonas petroleras del planeta desde Medio Oriente hasta Asia Central.
En vista de la distracción de Washington, Pekín calculó que podría gozar de una ventaja de unas dos décadas en la cual la presión habría desaparecido en gran parte. En esos años podría concentrarse en una versión precipitada de desarrollo interior, mientras EE.UU. desperdiciaba montañas de dinero en su insensata “Guerra global contra el terror”. Diez años después, esa ventaja se borró de un golpe ya que desde India, Australia y las Filipinas hasta Corea del Sur y Japón, EE.UU. declara que ha vuelto al negocio de la hegemonía en Asia. Cualquier duda de que ese era el nuevo camino estadounidense fue disipada en noviembre de 2011 por el manifiesto de la Secretaria de Estado Hillary Clinton en la revista Foreign Policy , titulado de un modo no demasiado sutil “El siglo del Pacífico de EE.UU.” (¡Y hablaba de este siglo, no del pasado!) El mantra estadounidense es siempre el mismo: “Seguridad de EE.UU.”, cuya definición es: cualquier cosa que pase en el planeta. Sea en el Golfo Pérsico rico en petróleo donde Washington “ayuda” a sus aliados Israel y Arabia Saudí porque se sienten amenazados por Irán, o Asia, donde una ayuda semejante se ofrece a un grupo creciente de países de los que se dice que se sienten amenazados por China, siempre es en nombre de la seguridad de EE.UU. En ambos casos, en casi cualquier caso, es lo que supera todo lo demás. Como resultado, si hay una Muralla de Desconfianza de 33 años entre EE.UU. e Irán, hay una nueva, creciente, Gran Muralla de Desconfianza entre EE.UU. y China. Recientemente, Wang Jisi, decano de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Peking y un importante analista estratégico chino, presentó la perspectiva de los dirigentes de Pekín
Junio de 2012/ sobre ese “Siglo del Pacífico” en un ensayo influyente del que fue coautor. China, escribe con su coautor, espera ser tratada actualmente como potencia de primera clase. Después de todo “superó exitosamente… la crisis financiera global de 1997-98” causada, desde el punto de vista de Pekín, por “profundas deficiencias en la economía y política de EE.UU. China ha sobrepasado a Japón, la segunda economía del mundo, y también parece ser número dos en la política mundial… los dirigentes chinos no acreditan esos éxitos a EE.UU. o al orden mundial dirigido por EE.UU.” EE.UU., agrega Wang, “es visto generalmente por China como una potencia decadente a largo plazo… Ahora es cuestión de cuántos años, más que cuántas décadas, tardará antes que China reemplace a EE.UU. como la mayor economía del mundo… parte de una nueva estructura emergente.” (Pensad en: los BRICS.) Resumiendo, como lo presentan Wang y su coautor, los chinos influyentes ven que el modelo de desarrollo de su país provee “una alternativa a la democracia occidental y experiencias para que aprendan de ellas otros países en desarrollo, mientras que muchos países en desarrollo que han introducido valores y sistemas políticos occidentales padecen desorden y caos”. En resumidas cuentas se tiene una visión china de un mundo en el cual un EE.UU. que pierde efectividad sigue sediento de hegemonía global y sigue siendo suficientemente poderoso para bloquear a potencias emergentes –China y los otros BRICS– de su destino en el Siglo XXI. El sueño húmedo del Dr. Zbig Ahora bien, ¿cómo ve el mundo la elite política de EE.UU.? Prácticamente nadie está mejor cualificado para tratar el tema que el ex consejero nacional de seguridad, promotor del oleoducto BTC, y brevemente consejero fantasma de Obama, Dr. Zbigniew (“Zbig”) Brzezinski. Y no duda en hacerlo en su último de libro: Strategic Vision: America and the Crisis of Global Power (Visión estratégica: EE.UU. y la crisis del poder global). Si los chinos tienen sus ojos estratégicos fijos en los demás BRICS, Dr. Zbig sigue aferrado al Viejo Mundo, nuevamente configurado. Ahora argumenta que EE.UU., para mantener alguna forma de hegemonía global, debe apostar a un “Occidente expandido”. Eso significaría fortalecer a los europeos (especialmente en términos energéticos), mientras acoge a Turquía, que imagina como un modelo de nuevas democracias árabes, e involucra a Rusia, política y económicamente, de una “manera estratégicamente sobria y prudente”. Turquía, a propósito, no es un modelo
semejante porque para el futuro previsible, a pesar de la Primavera Árabe, no existen nuevas democracias árabes. A pesar de todo, Zbig cree que Turquía puede ayudar a Europa, y por lo tanto a EE.UU., de maneras mucho más prácticas, a resolver ciertos problemas energéticos globales facilitando su “acceso sin impedimentos al petróleo y el gas de Asia Central a través del Mar Caspio”. En las actuales circunstancias, sin embargo, esto también sigue siendo una especie de fantasía. Después de todo, Turquía solo puede convertirse en un país de tránsito crucial en el gran juego energético en el tablero de ajedrez eurasiático que he llamado “Ductistán” si los europeos actúan conjuntamente. Tendrían que convencer a la “república” autocrática de Turkmenistán, rica en energía, para que ignore a su poderoso vecino ruso y les venda todo el gas que necesitan. Y luego existe otro asunto energético que parece poco probable por el momento: Washington y Bruselas tendrían que abandonar sanciones y embargos contraproducentes contra Irán (y los juegos de guerra que los acompañan) y comenzar a trabajar seriamente con ese país. Dr. Zbig propone, a pesar de todo, la noción de una Europa a dos velocidades como clave para el futuro poder estadounidense en el planeta. Hay que verlo como una versión optimista de un escenario en el cual la actual Eurozona semi-colapsa. Mantendría el papel dirigente de los ineptos peces gordos burocráticos en
Bruselas que dirigen actualmente la UE, y apoyaría otra “Europa” (sobre todo los países meridionales del “Club Med”) fuera del euro, con un movimiento nominalmente libre de personas y bienes entre las dos. Su apuesta –y esta refleja una línea clave de pensamiento en Washington– es que una Europa a dos velocidades, un Big Mac eurasiático, todavía estrechamente unida a EE.UU. podría ser un protagonista clave para el resto del Siglo XXI. Y luego, claro está, Dr. Zbig muestra todos sus colores de la Guerra Fría, ensalzando una futura “estabilidad en Lejano Oriente” estadounidense inspirada por “el papel que Gran Bretaña jugó en el Siglo XIX como estabilizador y balanceador de Europa”. Estamos hablando, en otras palabras, del diplomático de la cañonera número uno de este siglo. Concede gentilmente que una “exhaustiva cooperación global estadounidensechina” todavía podría ser posible, pero solo si Washington retiene una presencia geopolítica significativa en lo que sigue llamando “Lejano Oriente” – “con o sin la aprobación de China”. La respuesta será “no”. En cierto modo, todo esto es algo familiar, como es gran parte de la verdadera política actual de Washington. En su caso, es realmente un remix de su magnum opus de 1997.The Grand Chessboard (El gran tablero mundial) en el cual, vuelve una vez más a certificar que “el inmenso continente trans-eurasiático es la arena central de los asuntos mundiales”. Solo que ahora la
/Junio de 2012 realidad le ha enseñado que Eurasia no se puede conquistar y que la mejor opción para EE.UU. es tratar de admitir a Turquía y Rusia en el grupo. Robocop manda Sin embargo, Brzezinski parece positivamente benigno si se comparan sus ideas con los recientes pronunciamientos de Hillary Clinton, como en su discurso en la Conferencia de Asuntos Mundiales del Consejo de la OTAN 2012. Allí, como hace regularmente el gobierno de Obama, destacó “la perdurable relación de la OTAN con Afganistán” y elogió las negociaciones entre EE.UU. y Kabul sobre “una cooperación estratégica a largo plazo entre nuestras dos naciones”. Traducción: a pesar de haber perdido durante años la partida frente a una insurgencia minoritaria pastuna, ni el Pentágono ni la OTAN tienen la menor intención de reajustarse para salir de sus posesiones en Gran Medio Oriente. Mientras ya negocia con el gobierno del presidente Hamid Karzai en Kabul los derechos de quedarse después de 2024, EE.UU. tiene toda la intención de conservar tres importantes bases estratégicas afganas: Bagram, Shindand (cerca de la frontera iraní) y Kandahar (cerca de la frontera con Pakistán). Solo los ingenuos terminales podrían creen que el Pentágono es capaz de abandonar voluntariamente semejantes puestos avanzados para el monitoreo de Asia Central y de los competidores estratégicos Rusia y China. La OTAN, agregó ominosamente Clinton, “expandirá sus capacidades de defensa para el Siglo XXI”, incluyendo el sistema de defensa de misiles que la Alianza aprobó en su última reunión en Lisboa en 2010. Será fascinante ver lo que podría significar la posible elección del socialista François Hollande como presidente francés. Interesado en una cooperación estratégica más profunda con los BRICS, está comprometido con el fin del dólar como moneda de reserva del mundo. La pregunta es: ¿Estropeará su victoria los planes de la OTAN, después de estos años bajo el Gran Liberador de Libia, el neonapoleónico creador de imagen, Nicolas Sarkozy, (para quien Francia no es más que mostaza en el steak tartar de Washington)? No importa lo que piensen Dr. Zbig o Hillary, la mayoría de los países europeos, hartos de sus aventuras de agujero negro en Afganistán y Libia, y con el modo en que la OTAN sirve ahora los intereses globales de EE.UU., apoya a Hollande al respecto. Pero, a pesar de todo, será una batalla difícil. La destrucción y derrocamiento del régimen libio de Muamar Gadafi fue el clímax de la reciente agenda de cambio
de régimen de la OTAN en MENA (Medio Oriente – Norte de África). Y la OTAN sigue siendo el plan B de Washington para el futuro, por si la red usual de think tanks, fondos de donación, fondos, fundaciones, ONG, e incluso la ONU, no logran provocar lo que podría ser descrito como “cambio de régimen YouTube”. En pocas palabras: después de ir a la guerra en tres continentes (en Yugoslavia, Afganistán y Libia), de convertir prácticamente el Mediterráneo en un lago de la OTAN, y de patrullar ininterrumpidamente el Mar Arábigo, la OTAN se basará, según Hillary, en “una apuesta al liderazgo y a la fuerza de EE.UU., como hicimos en el Siglo XX, durante este siglo y más allá”. Por lo tanto, 21 años después del fin de la Unión Soviética –la razón de ser original de la OTAN– podría ser la forma en que termina el mundo; no con un estruendo, sino con la OTAN, gimoteando, pero cumpliendo todavía su papel de perpetuo Robocop global. Y volvamos al Dr. Zbig y la idea de EE.UU. como “promotor y garantía de la unidad” en Occidente, y como “equilibrio y conciliador” en Oriente (para lo cual necesita bases desde el Golfo Pérsico hasta Japón, incluyendo las afganas). Y no olvidemos que el Pentágono nunca ha renunciado a la idea de lograr la Dominación de Espectro Completo. A pesar de toda esa fuerza militar, sin embargo, vale la pena recordar que
estamos claramente ante un Nuevo Mundo (y tampoco será en Norteamérica). Contra los cañones y las cañoneras, los misiles y los drones, está la potencia económica. Ahora se libran guerras monetarias. Los BRICS, China y Rusia, tienen montañas de dinero. Suramérica se une rápidamente. ‘Putinator’ ha ofrecido a Corea del Sur un oleoducto. Irán planifica vender todo su petróleo y gas en un canasto de monedas, ninguna de ellas dólares. China está pagando para expandir su Armada y su armamento de misiles contra barcos. Puede llegar el día en que Tokio llegue a comprender que mientras siga ocupado por Wall Street y el Pentágono, vivirá en eterna recesión. Incluso Australia puede llegar a negarse a ser forzada a una guerra comercial contraproducente con China. Por lo tanto este nuestro Siglo XXI, se está conformando ahora mismo como una confrontación entre EE.UU./OTAN y los BRICS, con todos los defectos de cada lado. El peligro: que en algún momento se convierta en una Confrontación de Espectro Completo. Porque no hay que equivocarse, a diferencia de Sadam Hussein o Muamar Gadafi, los BRICS serán realmente capaces de defenderse. Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge . Su libro más reciente, que acaba de publicarse es Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009).
GERMÁN GORRAIZ LOPEZ
Junio de 2012/
La discriminación del euskera en España La utilización en exclusiva del euskera en política por grupos de ideología independentista durante la dictadura franquista, propició la identificación de dicha lengua ( en teoría patrimonio de todos los navarros) con el independentismo vasco y marcó irremediablemente su devenir próximo con la creación de una dicotomía artificial (euskara = independentismo vasco y castellano= navarrismo español), lo que favoreció la aparición de partidos navarristas de ámbito local y estatal (UPN y PSN) que harían bandera de su navarrismo y españolidad hasta llegar a alcanzar sucesivamente el Gobierno foral. Como oasis en medio del monocultivo idiomático , asisitimos en 1965 a la aparición de las primeras ikastolas en Navarra (Paz de Ziganda y San Fermin): Si bien en los primeros tiempos del franquismo, la postura del régimen hacia el euskera fue claramente represora y coercitiva, con el paso del tiempo se fue relajando y en 1965 asistimos al nacimiento de las primeras Ikastolas de Navarra (teniendo a Jesús Atxa y Jorge Kortes como principales impulsores y a Amadeo Marco como colaborador necesario) . Su objetivo era conseguir la normalización del uso del euskara en Navarra y que a base de imaginación e iniciativas como el Nafarroa Oinez han tejido una red 15 ikastolas por toda la geografía navarra, cubriendo la demanda educativa en zonas No vascófonas y posteriormente, la demanda de los padres euskaltzales conseguió la implantación del Modelo D en los centros Públicos, unificando cultura y euskera y permitiendo el posterior fenómeno de la matriculación masiva en el Modelo D (cerca del 30% del nuevo alumnado). Con la implantación de la Ley del Vascuence en 1986 asistimos a la creación de cotos geográficos virtuales e impermeables a toda influencia externa que a día de hoy aún permanecen vigentes y sin síntomas de resquebrajamiento en sus paredes (véase el fallido intento de ampliación de la Zona Mixta al Sur de la Cuenca de Pamplona) . Por otra parte, la errónea aplicación de la discriminación positiva hacia el euskara durante el Tripartito del presidente Otano, (al puntuar de modo irracional el conocimiento de dicha lengua a la hora de optar a los puestos de trabajo ,básicamente de la Administración foral) , provocó la consiguiente sensación de agravio comparativo y malestar entre los no euskaldunes que fue aprovechada por los partidos de centro-derecha navarrista para aplicar la supresión de la discriminación positiva hacia el euskera, dejando constreñida la aplicación de la todavía vigente Ley del Vascuence, equiparando la valoración del euskera con otras lenguas de la Comunidad Europea y apareciendo como paladines de la igualdad de oportunidades para todos. La ya mencionada supresión de la discriminación positiva hacia el euskera y la miopía política de los sucesivos Gobiernos forales al hacer uso del “pase foral” en las sentencias judiciales a favor del uso, promoción y valoración del euskera y seguir utilizando el euskera como bandera partidista y elemento de desunión aunado con la dificultad intrínseca del aprendizaje del euskera serían los factores fundamentales de la imposibilidad a día de hoy de la normalización del uso del euskara en la vida cotidiana de Navarra , reflejado en un exiguo incremento del 1,5 % de vascoparlantes en los últimos 15 años. Por otra parte, la aparición del modelo educativo que utiliza el Inglés como lengua vehicular,(debido a la demanda de los padres al vivir en una aldea global monopolizada por el inglés )y la Agudización del fenómeno de la Inmigración, han provocado un espectacular aumento de gastos educativos debido a las nuevas necesidades de recursos humanos y materiales que hasta el momento han sido sufragados sin excesivos agobios debido al
superávit de la Hacienda Foral . Sin embargo, la severa crisis económica que se perfila en los próximos años y la consiguiente disminución de ingresos en las arcas forales provocará en un futuro mediato la imposibilidad de mantener los tres modelos educativos (G, British y D) con fondos públicos, lo que aunado con la supresión de la discriminación positiva hacia la titulación de Euskara conseguirá el estancamiento y futuro declive del número de vascoparlantes en la Comunidad Foral, de lo que sería paradigma la llamada de S.O.S. de la Ikastola de Lodosa ante su asfixia económica,( llamada respondida por la Diputación de Gipúzkoa que con su decisión ha colocado al actual Gobierno de Coalición UPN-PSN en una situación de desconcierto e incredulidad al ser incapaz de velar por la supervivencia del euskera en la Comunidad Foral). De todo ello se deduce que el euskara se encamina lenta pero inexorablemente hacia un progresivo estancamiento debido a la asfixia económica,(Euskarabidea acaba de suprimir de un plumazo las ayudas a la utilización del euskera en los medios de comunicación, por lo que en una campaña promovida desde Nafarpres,( Asociación de Prensa de Información Local de Navarra) y secundada por medios como Ttipi-Ttapa, Guaixe, Entretodos Auzolan ,La voz de la Merindad y Menditxut) publicaron su portada de Febrero en negro como medida de protesta, adelantando que “ este es el futuro que nos espera a los medios de comunicación que damos cobertura al euskera...negro y en castellano”. Ello aunado con la apatía ideológica y la inanición laboral, dibujará un escenario a 30 años en el que quedará reducido a los tradicionales islotes geográficos del Noroeste de Navarra así como pequeños rodales ideológico-sentimentales esparcidos por diferentes pueblos y ciudades del territorio foral. En nuestras manos queda pues la tarea ingente de evitar su previsible declive y posterior fosilización, adoptando medidas para la conservación y expansión de los dialectos del vascuence en Navarra ; promoviendo una discriminación positiva pero racional en el Concurso de Méritos en las Oposiciones ; obligando al Gobierno Foral a cumplir las sentencias judiciales sobre el euskera y a culminar el desarrollo legislativo pendiente de la todavía vigente Ley del Vascuence , evitando su utilización partidista y haciendo en definitiva que el euskera sea un bien cultural y nexo de unión de todos los navarros.
/Junio de 2012
Diálogo con Raúl Krauser
Producir enfrentando al agronegocio es posible
IGNSCIO CIRIO
-¿Qué significa el Plan Campesino del Movimiento de Pequeños Agricultores (MPA-Vía Campesina) de Brasil?; El campesinado brasileño siempre ha formado parte de la “estrategia de otros”, desde los señores feudales hasta el capital industrial y el agronegocio. El Plan Campesino que se propone como una construcción dinámica tanto en el campo como en la ciudad es un intento por generar, una estrategia propia como aporte a los cambios estructurales en Brasil. Así lo entiende el Movimiento de Pequeños Agricultores de Brasil (MPA), organización integrante de Vía Campesina con presencia en 17 estados del país y cuyo perfil es la producción, aunque con un claro proyecto político como orientación, dijo Raúl Krauser, del estado de Espíritu Santo e integrante de la conducción del movimiento. En el marco de la 5ta. Fiesta Nacional de las Semillas Criollas que organizara el MPA en la región extremo oeste del estado de Santa Catarina en el mes de abril, una veintena de delegadas y delegados internacionales recorrieron algunas familias guardianas y multiplicadoras de semillas cuya producción es remitida a la Unidad de Beneficiamiento de Semillas (UBS) que construyera y gestiona el Movimiento. Con capacidad de procesar unas 10 mil toneladas al año, esa UBS y la red de campesinos, técnicos y demás integrantes del Movimiento que le dan sostén representa una clara muestra de que enfrentar la avalancha de transgénicos y semillas industriales, e incluso exportar semillas de la producción campesina a otros estados como fue el caso de Venezuela en 2011, estando en pleno ojo del huracán del agronegocio, es posible siempre y cuando, exista un proyecto político vigente.
La maldición de la estrategia “Debemos saber lo que se conoce como la ‘maldición de la estrategia’, es decir que si tú no tienes una estrategia política, no te preocupes, serás parte de la estrategia de otro” y los pequeños agricultores familiares campesinos quieren ser los constructores de esa estrategia, explicó Krauser. El Plan Campesino representa precisamente eso: un proyecto político que implica al mismo tiempo que se denuncian los efectos del capitalismo salvaje en la agricultura, lograr una propuesta construida colectivamente y actualizada al calor de la lucha política. “Nuestro Plan Campesino es nuestro referente de dónde estamos, dónde queremos llegar y qué camino vamos a seguir”, explica Krauser. “Es la propuesta del campo para una nueva sociedad, que es por lo que luchamos”. El papel histórico que para las élites brasileñas ha cumplido el campesinado es brindar mano de obra barata para la producción industrial urbana, al mismo tiempo que producir comida a bajo precio –autoexplotándose- para mantener reducidas las tasas de inflación. “Esto ha sido así históricamente y no ha cambiado con los gobiernos que hemos tenido recientemente en el país. Los programas que existen hoy para el campesinado sólo buscan que los campesinos sobrevivan en esas condiciones mientras las ciudades se preparan para recibir esa mano de obra”, bajo el concepto de que hay lugar para 60 mil familias en el campo y no para ocho millones como actualmente existen, analiza el MPA. Sin embargo, Krauser señala que la realidad es otra: aquellos municipios donde existen mejores condiciones de
vida son precisamente los que tienen mayor peso en su periferia de campesinos viviendo y produciendo. “Si tenemos un campesinado fuerte, tendremos posibilidad de producir alimentos en cantidad y calidad para todos, manejando el carbono, enfriando el planeta y generando empleo y desarrollo económico genuino también en las ciudades”, insiste. Para ello la medida estructural indispensable es la reforma agraria, incluida en ella la planificación de la producción y su comercialización y la movilización para que no más campesinos sean desplazados de sus tierras para la concreción de megaproyectos. “Cuando el campesino no logra establecer una relación directa con quien consume sus productos, allí se produce una explotación, tanto del campesino como del habitante de la ciudad, que paga mucho por el alimento mientras el campesino recibe muy poco”. Asimismo, Krauser señala que aquellos logro a nivel de incidencia en el Estado requieren para funcionar correctamente la presencia fuerte de las organizaciones de base, dado que el Estado en sí mismo ha sido construido para garantizar la ganancia del agronegocio, no de los campesinos. Las organizaciones se encuentran en muchos casos cubriendo los vacíos del propio Estado. Ética y Plan Campesino El Plan Campesino es teórico, entonces, pero también práctico. Es político, por cierto, pero también ético. “¿Queremos consumir algo que viajó 7000 kilómetros hasta mi mesa, que está plagado de agroquímicos o acaso algo sano y producido a nivel local?”. A preguntas como esa pretende dar respuesta el Plan Campesino. “Cuando un campesino siembra una semilla de maíz criollo es una lucha contra la trasnacional, concreta. En Rio Grande del Sur, 300 mil kilos de alimentos al mes producidos por nosotros van a los barrios pobres de la ciudad, otro tanto en Espiritu Santo, en Bahía beneficiando miel, etc. Es decir no podemos esperar a cambiar la sociedad para hacer nuestras propuestas, tenemos que demostrar que es posible ir construyendo lo nuevo mientras intentamos superar lo viejo”, indica finalmente el dirigente del MPA.
Junio de 2012/
Narcotráfico,
SALVADOR CAPOTE
instrumento de dominio imperial
Después de varias décadas de “guerra contra las drogas”, acompañadas de un costo colosal en vidas humanas y recursos materiales, los narcotraficantes son hoy más fuertes que nunca y controlan un territorio más amplio que en cualquier época anterior. En los últimos seis años, ocurrieron en México más de 47,000 asesinatos relacionados con el tráfico de drogas. De 2,119 en 2006 aumentaron a cerca de 17,000 en 2011. En 2008, el Departamento de Justicia norteamericano advirtió que las DTOs (Organizaciones de Tráfico de Drogas), vinculadas a cárteles mexicanos, se encontraban activas en todas las regiones de Estados Unidos. En la Florida actúan mafias asociadas con el cártel del Golfo, los Zetas y la Federación de Sinaloa. Miami es uno de los principales centros de recepción y distribución de la droga. Además de los mencionados, otros cárteles, como el de Juárez y el de Tijuana, operan en Estados Unidos. Los cárteles de México cobraron mayor fuerza después que sustituyeron a los colombianos de Cali y Medellín en los años 90 y controlan ahora el 90 % de la cocaína que entra en Estados Unidos. El mayor estímulo al narcotráfico es el alto consumo estadounidense. En 2010, una encuesta nacional del Departamento de Salud reveló que aproximadamente 22 millones de norteamericanos mayores de 12 años consumen algún tipo de drogas. Estos, que son sólo algunos de los más inquietantes datos estadísticos, permiten cuestionar la eficacia de la llamada “guerra contra las drogas”. Es imposible creer que exista realmente una voluntad política para poner fin a este flagelo universal cuando observamos el papel que ha desempeñado el narcotráfico en la contrainsurgencia, la expansión de las transnacionales y las ambiciones geopolíticas de Estados Unidos y otras potencias. Repasemos, en síntesis, la historia reciente (1). La administración de Richard Nixon, al iniciar la “guerra contra las drogas” (1971), desarrollaba al mismo tiempo el tráfico de heroína en el Sudeste Asiático con el propósito de financiar sus
operaciones militares en esa región. La heroína producida en el Triángulo de Oro (donde se unen las zonas montañosas de Vietnam, Laos, Tailandia y Myanmar) era transportada en aviones de “Air America”, propiedad de la CIA (2)(3). En una conferencia de prensa televisada el primero de junio de 1971, un periodista le preguntó a Nixon: “Señor presidente ¿qué hará usted con las decenas de miles de soldados americanos que regresan adictos a la heroína?” (4) Las operaciones de “Air America” continuaron hasta la caída de Saigón en 1975. Mientras la CIA traficaba con opio y heroína en el Sudeste Asiático, el tráfico y consumo de estupefacientes en Estados Unidos se convertía en tragedia nacional. El presidente Gerald Ford solicitó al Congreso en 1976 la aprobación de leyes que sustituyesen la libertad condicionada con la prisión, estableciesen condenas mínimas obligatorias y negasen las fianzas para determinados delitos de drogas. El resultado fue un aumento exponencial del número de convictos por delitos relacionados con el tráfico y consumo de drogas y la consiguiente conversión de Estados Unidos en el país con mayor población penal del mundo. El peso principal de esta política punitiva cayó sobre la población negra y otras minorías. Las administraciones estadounidenses durante los años 80 y 90 apoyaron a gobiernos sudamericanos involucrados directamente en el tráfico de cocaína. Durante la administración Carter, la CIA intervino para evitar que dos de los jefes del cártel de Roberto Suárez (Rey de la Cocaína) fuesen llevados a juicio en Estados Unidos. Al quedar libres, pudieron regresar a Bolivia y jugar papeles protagónicos en el golpe de estado (“Cocaine Coup”) del 17 de Julio de 1980, financiado por los barones de la droga. La sangrienta tiranía del general Luis García Meza fue apoyada por la administración de Ronald Reagan. La participación más conspicua de la administración Reagan en el narcotráfico fue el escándalo conocido como “Irán-contras” cuyo eje más publicitado fue la obtención de fondos para financiar a la contra nicaragüense mediante la venta ilegal de armas a Irán,
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La operación de Ilopango se realizaba bajo la dirección de Félix Rodríguez (alias Max Gómez) en conexión con el entonces vicepresidente George H. W. Bush y con Oliver North, quien formaba parte del equipo del Consejo de Seguridad Nacional de Reagan. En 1982, el Director de la CIA, William Casey, negoció un “memorandum de entendimiento” con el Fiscal General, William French Smith, que exoneraba a la CIA de cualquier responsabilidad relacionada con operaciones de tráfico de drogas realizadas por sus agentes. Este acuerdo estuvo en vigor hasta 1995. Reagan y su sucesor, George H. W. Bush, patrocinaron al “hombre de la CIA en Panamá”, Manuel Noriega, vinculado al cartel de Medellín y al lavado de grandes cantidades de dinero procedentes de la droga. Cuando Noriega dejó de ser útil y se convirtió en estorbo, Estados Unidos invadió Panamá (20 de diciembre de 1989) en un bárbaro acto sin precedentes contra el derecho internacional y la soberanía de un país pequeño. Michael Ruppert, periodista y ex oficial de narcóticos, presentó en 1997 una larga declaración, acompañada de pruebas documentales, a los comités de inteligencia (“Select Intelligence Committees”) de ambas cámaras del Congreso. En uno de los párrafos se afirma: “La CIA traficó con drogas no sólo durante la época de Irán-contras; lo ha hecho durante todos los cincuenta años de su historia. Hoy les presentaré evidencias que demostrarán que la CIA, y muchas figuras que se hicieron célebres durante el Iráncontras, como Richard Secord, Ted Shackley, Tom Clines, Félix Rodríguez y George H. W. Bush (6) han estado vendiendo drogas a los americanos desde la época de Vietnam.” (7) En 1999, la administración de William Clinton bombardeó despiadadamente al pueblo yugoeslavo durante 78 días y noches. De nuevo aquí, aparece el narcotráfico en el trasfondo de las motivaciones. Los servicios de inteligencia de Estados Unidos y sus homólogos de Alemania y Gran Bretaña utilizaron el tráfico de heroína para financiar la creación y equipamiento del Ejército de Liberación de Kosovo. La heroína proveniente de Turquía y del Asia Central pasaba por el Mar Negro, Bulgaria, Macedonia y Albania (Ruta de los Balcanes) con destino a Italia. Con la destrucción de Servia y el fortalecimiento –deseado o no- de
la mafia albanesa, la administración Clinton dejaba expedito el camino de la droga desde Afganistán hasta Europa Occidental (8). De acuerdo con informes de la DEA y del Departamento de Justicia de Estados Unidos, un 80 % de la heroína que se introduce en Europa pasa a través de Kosovo. Varias administraciones norteamericanas, y en particular la de George W. Bush, han sido cómplices del genocidio en Colombia. La “guerra contra las drogas” sostenida por Estados Unidos con recursos financieros multimillonarios, asistencia técnica y cuantiosa ayuda militar, no ha logrado detener el flujo de cocaína y, por el contrario, ha sido determinante en el surgimiento y desarrollo de los grupos paramilitares al servicio de narcoterratenientes y también como pretexto para mantener el dominio sobre los trabajadores y la población campesina. El Plan Colombia resultó un completo fracaso pero sirvió como pantalla para la injerencia de Estados Unidos en el país y mostró claramente su verdadero objetivo, la contrainsurgencia. Se olvida a menudo que el narcotráfico es probablemente el negocio más lucrativo de los capitalistas. Con la guerra en Colombia lucran las empresas químicas que producen los herbicidas, la industria aeroespacial que suministra helicópteros y aviones, los fabricantes de armas y, en general, todo el complejo militar-industrial. Los billones de dólares que genera el tráfico ilegal de drogas incrementan el poder financiero de las corporaciones transnacionales y de la oligarquía local. La reciente declaración del Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC-EP (9), con motivo del cuadragésimo octavo aniversario del inicio de la lucha armada rebelde, denuncia este vínculo drogas-capital: “…los dineros del narcotráfico se convierten en tierras, inundan la banca, las finanzas, las inversiones productivas y especulativas, la hotelería, la construcción y la contratación pública, resultando funcionales y hasta necesarios en el juego de captación y circulación de grandes capitales que caracteriza al capitalismo neoliberal de hoy. Igual pasa en Centroamérica y Méjico.” El Tratado de Libre Comercio Estados Unidos-México (NAFTA) ha obligado a numerosos campesinos, ante la competencia de productos agrícolas norteamericanos, a cultivar en sus tierras amapola y marihuana. Otros, frente a la alternativa del trabajo esclavo en las maquiladoras, prefieren ingresar en las redes
Junio de 2012/ RIGOBERTO LANZ mafiosas de la droga. El gran aumento del tráfico de mercancías a través de la frontera y los controles bancarios para combatir el terrorismo, han desplazado el lavado de dinero de los bancos hacia las corporaciones comerciales. La complejidad y el volumen de las operaciones financieras, y el flujo instantáneo y constante de capitales “on line”, hacen extremadamente difícil seguir el rastro de las transacciones ilícitas. Una de las consecuencias del NAFTA es la impunidad casi total que acompaña el flujo de narcodólares hacia ambos lados de la frontera. Al igual que en México, el Tratado de Libre Comercio recientemente puesto en vigor en Colombia estimulará la violencia, el narcotráfico y la represión sobre trabajadores y campesinos. La “Iniciativa Mérida”, a su vez, es sólo la versión México-Centroamericana del Plan Colombia. Debemos meditar sobre el hecho de que en todos los escenarios donde Estados Unidos ha intervenido militarmente, principalmente en aquellos donde ha ocupado a sangre y fuego el territorio, el narcotráfico, lejos de disminuir, como sería de esperar, se ha multiplicado y fortalecido. En Afganistán, el cultivo de amapola se redujo drásticamente durante el gobierno de los talibanes para alcanzar luego, bajo la ocupación norteamericana, un crecimiento acelerado. Afganistán es actualmente el primer productor de opio del mundo pero, además, ya no sólo lo exporta en forma de pasta para su procesamiento en otros países sino que fabrica la heroína y la morfina es su propio territorio. Si nos atenemos a los hechos históricos, podríamos afirmar que la política de Estados Unidos no ha sido la de “guerra contra las drogas” sino la de “drogas para la guerra”. Notas (1) Podría comenzar en fecha muy an�gua, por ejemplo en la época de las “Guerras del Opio” del imperio británico para afianzar su dominio sobre China, pero no es necesario para los obje�vos de este ar�culo. (2) Alfred McCoy: “The Poli�cs of Heroin: The Complicity of the CIA in the Global Drug Trade”, New York, Lawrence Hill and Co., 2003. (3) Con anterioridad, “Air America” había ayudado a las fuerzas del Kuomingtan, leales a Chiang Kai-shek, a transportar el opio desde China y Birmania hasta Bangkok en Tailandia. Los servicios de inteligencia franceses u�lizaron también el tráfico de heroína para financiar sus operaciones encubiertas en Indochina. (4) Rick Perlstein: “Nixonland”, Scribner, 2008, p. 567. (5) William Blum: “Rogue State”, Common Courage Press, 2005, pp. 294-297. (6) Richard Secord: Mayor General de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, convicto por su par�cipación en el escándalo Irán-contras; exonerado en 1990 por decisión de la Corte Suprema. Ted Shackley: “el fantasma rubio”, jefe de la estación de la CIA en Miami durante la Crisis de Octubre (“Cuban Missile Crisis”) y durante la Operación Mangosta (“Mangoose”) dirigida contra Cuba; Director de la Operación Fénix (“Phoenix Program”) durante la cual fueron asesinados más de cien mil vietnamitas; dirigió otras muchas operaciones encubiertas de la CIA; murió de cáncer en 2002. Tom Clines: una de las figuras principales del escándalo Irán-contras; entre 1961 y 1962 par�cipó en operaciones encubiertas de la CIA contra Cuba; a las órdenes de Ted Shackley estuvo a cargo de la guerra secreta en Laos y par�cipó en la Operación Mangosta; entre otras muchas fechorías estuvo a cargo de la operación de la CIA en Chile que derrocó al presidente Allende. Félix Rodríguez: cubano-americano, fue uno de los jefes de “Operación 40” o “40 Asesinos” y de la invasión mercenaria a Cuba en 1961. Par�cipó en el asesinato del Che en Bolivia. George H. W. Bush: Ex Director de la CIA (1976-1977) y ex Presidente de Estados Unidos (1989-1993). (7) Citado por Daniel Estulin: “Shadow Masters”, Trine Day LLC, 2010. (8) Michael Ruppert: “Crossing the Rubicon”, New Society Publishers, 2004. (9) FARC-EP: “48 años de lucha armada rebelde”. Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC-EP, Montañas de Colombia, 27 de mayo de 2012.
La izquierda de Pepe Mujica Don Pepe Mujica es un verdadero personaje en el paisaje político de América Latina. Sencillo, de una modestia que no es fingida, habla siempre desde el talante de la sabiduría. Si usted no le conoce ni sabe nada de Uruguay, no importa: se nota a leguas que no es Presidente de China, de la India, de Australia o de Brasil. Es obvio que le sobrecogen esas dimensiones, del mismo modo que se espanta de las grandilocuencias discursivas que exaltan con tanta ligereza palabrotas como “Revolución”o “Socialismo”. Don Pepe prefiere su “Canchunchú Florido” que los oropeles de palacio (como a nuestro Luis Mariano Rivera allá en Carúpano; la última vez que nos deleitamos allí—luego de un intenso seminario sobre M. Foucault—hicimos un simpático careo bajo la dirección del amigo Eddy Córdova, con la guitarra de Wicho, yo rasguñando el cuatro y la amiga Magalddy Téllez con su delicada voz; según la votación popular parece que “ganamos”, sobre todo con la generosa opinión de Don Mariano) Conociendo el modo salvaje como vivió Don Pepe Mujica su experiencia política en el Uruguay de los gorilas, resulta conmovedora su generosidad, su picardía, su profundo anclaje en la realidad que conoce como al vecindario. De allí nace tal vez ese rudo realismo político que le ahorra toda tentativa de inflar retóricamente lo que modestamente puede hacerse, lo que en verdad es viable. Sabe Don Pepe Mujica que la frágil correlación de fuerzas con la que cuentan las izquierda de Latinoamérica no da para mucho; sabe por ello mismo que todas las experiencias de avanzada que hoy se viven en la región, no van más allá del límite de un capitalismo de Estado (más distributivo, tal vez; otros más sociales, otros más nacionalistas, etc.) Sabe Don Pepe que el estatismo puede ser tan nefasto como la falta de Estado, que el paternalismo burocrático ha sido históricamente un freno para el verdadero protagonismo del pueblo erigido como auténtico poder popular. De allí sus reservas respecto a encandilamientos ideológicos que deberían confrontarse con la tarea primera de todo proceso de cambio: viabilizar, crear condiciones de gobernanza, hacer lo que es posible hacer y hacerlo bien. Hay un curioso parecido de Don Pepe Mujica con el estilo de austeridad retórica de Hollande en Francia. Son pieles políticas a contrapelo del sifrinismo mediático, de toda exaltación propagandística, de cualquier héroe salvador de la patria. Esa brutal conexión a tierra—hecha desde una inequívoca posición de izquierda—parece que genera un efecto empático para millones de ciudadanos y ciudadanas hastiadas del formato idiotizante de agencias publicitarias que construyen y manipulan mercados electorales en el mismo registro de cualquier otra mercancía. La izquierda de Don Pepe Mujica no es en absoluto un pragmatismo resignado que no se atreve a ir más lejos. Al contrario, es la medida de lo posible en condiciones siempre hostiles, el cálculo que le permite saber dónde, cuándo y hasta dónde se puede estirar la cuerda. Sabiendo que llegar a un gobierno por elecciones no tiene nada que ver con “tomar el poder” (Justamente lo que ocurre en muchos países de la región cuyos mejores logros quedan encerrados en los marcos del capitalismo de Estado, no porque los dirigente sean “cobardes” o “traidores a la revolución”) Don Pepe lo ha expresado de un modo elocuente: ”Yo admiro el Socialismo del Siglo XXI pero sé que después del mejor esfuerzo no habrá ningún socialismo”. Lo que está detrás de este planteamiento pesa una tonelada. No tiene por qué pelearse con sus aliados, celebra que su colega Cristina nacionalice su petróleo, que Correa enfrente a la canalla mediática, que Evo siga avanzando y así por el estilo. No digo que la izquierda de Don Pepe sea la que yo propugno, digo sí que es un portento de sabiduría y honestidad a las que sumo estas palabras de reconocimiento.
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LA INVASIÓN PARAMILITAR LUIS BRITTO GARCÍA
1 La invasión de los paramilitares en mayo de 2004 por la finca Daktari no es una intrusión externa, sin conexiones con la vida nacional. Empresarios, medios de comunicación privados, oposición política y oficiales conspiradores cómplices operaron como Quinta Columna que financió, escondió, apoyó y justificó a los sicarios. 2 La invasión de los paramilitares era la salida desesperada de una oposición que sabía que iba a perder una consulta electoral. Fracasados el golpe de abril de 2002 y el sabotaje petrolero de 2002 y 2003, convocaron los opositores un referendo revocatorio que las encuestas mostraban como un seguro fiasco. Una perturbación mayor del orden público suspendería la temida derrota electoral, arrojaría la culpa de la suspensión sobre el gobierno, abriría el camino hacia un nuevo asalto violento al poder. 3 La invasión de los paramilitares estaba planeada como detonador de acciones más complejas. El magnicidio del Presidente o la perturbación del orden público al intentarlo serían acompañados de una cortina de humo mediática destinada a confundir al pueblo y a legitimar un nuevo pronunciamiento golpista, posiblemente acompañado de intervención extranjera. 4 La invasión de los paramilitares fue sólo uno de los episodios de un plan mayor estadounidense que persigue el dominio sobre los recursos naturales y la mano de obra de América Latina mediante un corredor estratégico llamado Plan Puebla-Panamá, que utilizaría a México y América Central como un puente hasta una Colombia ocupada por bases estadounidenses, que a su vez sería usada, dentro del llamado Eje del Pacífico, como país halcón contra los planes de integración y revolución latinoamericana. Para ello es indispensable un desproporcionado gasto militar. En mi libro La Paz con Colombia señalo que la Hermana República mantenía 459.687 efectivos en su Presupuesto de Defensa para 2007 y gastaba unos 22.000 millones de dólares en gastos bélicos, un 6,5% de su PIB (Caracas, Minci, 2010). En artículo del 11 de mayo de 2012 en Aporrea, señala José Gregorio Piña que “en el quinquenio 2006-2010 los gastos militares de Venezuela fueron el 10,7% del total de países de la UNASUR , mientras que los de Colombia en el mismo lapso fueron el 17% de ese total; es decir, que Colombia gasto 59% más que Venezuela; no es la resta entre ambos porcentajes, sino la proporción entre ambos porcentajes. En términos de los respectivos PIB, Colombia gastó 174% más que Venezuela, es decir, casi el triple”.
5 La invasión de los paramilitares fue el prólogo de la aplicación de ese poderío armamentista en acciones de mayor magnitud, como la agresión de Colombia contra Ecuador con apoyo y dirección de Estados Unidos en 2008, y las operaciones de espionaje e intervención planeadas por el presidente Uribe contra Ecuador, Venezuela y Colombia en la llamada Operación Orión, que el ministro Tarek el Aisami documentó en la Asamblea Nacional en 2011. 4 La invasión de los paramilitares es silenciosa. En su país de origen, nadie reconoce oficialmente su existencia ni admite la extensión de sus poderes. En Venezuela, gran parte de los medios privados ocultó su presencia con un apagón comunicacional. Cuando una cadena nacional reveló su existencia, la disimularla alegando que se trataría de un montaje noticioso. Ahora imponen sobre la agresión y sus secuelas un interesado olvido. 5 La invasión de los paramilitares prosigue. La delatan la multiplicación de denuncias sobre cobros de peaje y alcabalas en estados fronterizos dominados por la oposición. La progresión de señalamientos de su presencia en otras regiones, hasta las colindantes con la Guayana Esequiba. El crecimiento del sicariato, que cuenta ya dos centenares de víctimas entre los dirigentes agrarios y decenas entre los sindicalistas urbanos. La multiplicación de crímenes horrendos, con agravantes de ensañamiento y detalles macabros, que parecieran no tener otro fin que sembrar el pavor en la población y sugerir que las autoridades son incapaces de contenerlos. La progresiva suplantación de nuestra hampa artesanal por una delincuencia organizada con disciplina, armamento y financiamiento militar. La proliferación de industrias en las cuales invierten narcos y paramilitares: bingos, casinos, prostitución, transporte y comunicaciones (El Tiempo.com, 2 -6- 2005). Como explica Darío Azzellini en entrevista con Marcelo Collussi: “En una primera fase ese paramilitarismo colombiano comenzó a penetrar Venezuela desde el punto de vista económico. De hecho tiene el control de muchos sectores aquí, con fincas y toda una logística que le permite tener lugares seguros para actuar y replegarse cuando es el momento. En territorio nacional controla el contrabando de gasolina de Venezuela hacia Colombia, y eso es un negocio muy grande. Controla el narcotráfico, y se puede suponer, a partir de los datos que han ido saliendo a luz recientemente, que controla también el contrabando de alimentos. Si tienen ya montada la estructura para el contrabando de la gasolina, pueden
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Pérdida de hegemonía norteamericana F F ANDER
aprovechar eso perfectamente para contrabandear cualquier otra cosa, alimentos para el caso. Y con eso, justamente, se ve el perfil desestabilizador que habría en ese contrabando: se provoca el desabastecimiento, lo cual ayuda a la ingobernabilidad en Venezuela. De hecho, en Colombia los paramilitares tienen el control de una buena parte del acopio de leche. Por ello es que podría deducirse que en el actual desabastecimiento de la leche en Venezuela estarían estas organizaciones, manejándose con un criterio político en definitiva. Además de eso, se dan otros fenómenos del paramilitarismo colombiano dentro de territorio venezolano, como por ejemplo la colaboración con ganaderos. Muchos de los sicarios responsables de las muertes de líderes campesinos de Venezuela (186 desde el año 2001 cuando aparece la Ley de Tierras) son colombianos. Y eso es muy fácil de saber, porque simplemente se los identifica por su acento. Hay muchos testimonios al respecto. Se sabe de la presencia de paramilitares colombianos en Venezuela, aunque todavía no estén actuando como formaciones armadas tal como hacen en Colombia. De momento los asesinatos que provocan son selectivos, y actuando en grupos pequeños, de dos o tres personas. No son las masacres enormes como habitualmente hacen en Colombia (Argenpress: “Venezuela ante la encrucijada militar”, 22-2-2008). 6 La invasión de los paramilitares prefigura lo que sería un gobierno de la oposición que los importó. Incapaz de acceder al poder por vía electoral, lo buscaría por golpe de fuerza como en abril de 2002, por invasión extranjera como en 2004 o por combinación de ambos. Para sostenerse recurriría a los más brutales expedientes de la cultura de la muerte. Pactos con el diablo o con paramilitares convierten al lacayo en amo. Gobierno que se sirve del paramilitarismo concluye sirviéndolo. El paramilitarismo es una ideología, pero también una sociología, una economía, una política. Las industrias infames del paramilitarismo, narcóticos, juego, prostitución, extorsión y sicariato dominarían la vida nacional. Un poder divorciado de las mayorías las reprimiría en exclusivo beneficio propio. Políticos y Estado no representarían al pueblo, sino a la violencia ilegal que intentaría aniquilarlo. La riqueza de Venezuela sería repartida como botín de traficantes. Mandadero de poderes mayores, el paramilitarismo abriría la puerta a las bases militares extranjeras. Venezuela devendría país ocupado. La resistencia popular iniciaría una guerra de liberación que sólo concluiría con la victoria. La invasión de los paramilitares no es tema para el recuerdo, sino para la previsión, la acción y la constante alerta.
ALCONI
Muchos autores e intelectuales sostienen que, a pesar de la caída del Muro de Berlín (1989), la desaparición de la Unión Soviética o el primer momento de desencanto de la militancia y los intelectuales progresistas de todo el planeta, la economía capitalista está en decadencia y, por lo tanto, lo está su principal potencia, los Estados Unidos. Los Estados Unidos declinan. Y los instrumentos para mantener su hegemonía también: la Organización de Estados Americanos (OEA) y las cumbres, entre ellos. El desastre de la última Cumbre de las Américas, realizada en Cartagena de Indias, sin resultados concretos y con escándalos de los servicios secretos norteamericanos de por medio, es, analógicamente, el contagio de una misma decadencia. Es un temprano aviso de la crisis, acaso terminal, de una hegemonía. En este sentido, Ecuador, con su ausencia de la Cumbre de las Américas, es apenas un heraldo de un fin anunciado, o al menos, del sinsentido de las cumbres interamericanas. ¡Qué contraste con las promesas de los poderes emergentes! Por ejemplo, la aparición de nuevos actores con presencia en el mercado mundial, como China, India, Sudáfrica, a los que hay que sumar Brasil; o las nuevas estructuras políticas que América Latina construye: la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), Unasur, ALBA. Muchos autores e intelectuales sostienen que, a pesar de la caída del Muro de Berlín (1989), la desaparición de la Unión Soviética o el primer momento de desencanto de la militancia y los intelectuales progresistas de todo el planeta, la economía capitalista está en decadencia y, por lo tanto, lo está su principal potencia, los Estados Unidos. Así, Immanuel Wallerstein indica que el éxito de Estados Unidos, como poder hegemónico en la etapa de posguerra, creó, a su vez, las condiciones de su declive, las cuales se sintetizan en cuatro símbolos: la guerra de Vietnam, las revoluciones de 1968, la caída del Muro de Berlín en 1989 que con este hecho perdió a su contradictor natural: el comunismo (el escritor John Updike llegó a preguntarse: “¿Qué sentido tiene ahora ser estadounidense?”). Por último, los atentados a las Torres Gemelas de Nueva York, en 2001, terminaron de configurar un antes y un después en la historia mundial. La imposibilidad de los Estados Unidos para imponerse en los conflictos militares abiertos en Medio Oriente –Irak o Afganistán–, al mismo tiempo que se le complican escenarios como el de Irán; y la crisis económica generada por el “estallido de la burbuja inmobiliaria”, minan poco a poco las bases de la hegemonía norteamericana. Existen, por cierto, voces con criterios contrarios, como la de Daniel Gross, editor de economía de Yahoo, quien cree ver muchos signos de recuperación en Estados Unidos. Pero aquellos son signos relativos a ciertas cifras parciales de un gran poder de otro tiempo, que no afectan la paulatina pérdida de una hegemonía que visiblemente se deteriora. Y que ya no tiene la última palabra.
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Reiventando la educación LEONARDO BOFF
La educación reinventada nos debe ayudar en la descolonización y la superación del pensamiento único, aprendiendo con las diversidades culturales y sacando provecho de las redes sociales. De este esfuerzo podrán nacer entre nosotros los primeros brotes de otro paradigma de civilización. Muniz Sodré, profesor titular de la Universidad Federal de Río de Janeiro, es una persona que sabe mucho, pero lo singular de él es que piensa, como pocos, lo que sabe. El fruto de su pensar es un libro notable que acaba de salir: Reinventando la educación: diversidad, descolonización y redes (Vozes 2012). En ese libro procura enfrentarse a los desafíos planteados a la pedagogía y a la educación que se derivan de los distintos tipos de saberes, de las nuevas tecnologías y de las transformaciones promovidas por el capitalismo. Todo esto a partir de nuestro lugar social que es el hemisferio sur, un día colonizado, que está pasando por un interesante proceso de neodescolonización y por un enfrentamiento con el debilitado neoeurocentrismo, hoy devastado por la crisis del euro. Muniz Sodré analiza las distintas corrientes de la pedagogía y de la educación desde la paideia griega hasta el mercado mundial de la educación, que representa una burda concepción de la educación utilitarista, al transformar la escuela en una empresa y en una plaza de mercado al servicio de la dominación mundial. Desenmascara los mecanismos de poder económico y político que se esconden detrás de expresiones que están en la boca de todos, como «sociedad del conocimiento o de la información». En otras palabras, el capitalismo-informacionalcognitivo constituye la nueva base de la acumulación del capital. Todo se ha vuelto capital: capital natural, capital humano, capital cultural, capital intelectual, capital social, capital simbólico, capital religioso… capital y más capital. Por detrás se oculta una monocultura del saber maquinal, expresado por la «economía del conocimiento» al servicio del mercado. Hoy en día se ha planeado un tipo de educación que busca la formación de cuadros que prestan «servicios simbólicoanalíticos», cuadros dotados de alta capacidad de inventar, de identificar problemas y de resolverlos. Esta educación distribuye conocimientos de la misma forma que una fábrica instala componentes en la línea de montaje. De esta manera la educación pierde su carácter de formación. Cae bajo la crítica de Hannah Arendt que decía: se puede seguir aprendiendo hasta el fin de la vida sin educarse jamás. Educar implica aprender a conocer y hacer, pero sobre todo aprender a ser, a convivir y a cuidar. Implica construir
sentidos de vida, saber tratar con la compleja condition humaine y definirse frente a los rumbos de la historia. Lo que agrava todo el proceso educativo es el predominio del pensamiento único. Los norteamericanos viven de un mito y del «destino manifiesto». Imaginan que Dios les reservó un destino, el de ser el «nuevo pueblo escogido» para llevar al mundo su estilo, su modo de producir y consumir ilimitadamente, su tipo de democracia y sus valores del libre mercado. En nombre de esta excepcionalidad intervienen en el mundo entero, con guerras incluso, para garantizar su hegemonía imperial sobre todo el mundo. Europa todavía no ha renunciado a su arrogancia. La Declaración de Bolonia de 1999 que reunió a 29 ministros de educación de toda Europa afirmaba que sólo ella podría producir un conocimiento universal, capaz de ofrecer a los ciudadanos las competencias necesarias para responder a los desafíos del nuevo milenio. Antes, la imaginada universalidad secundaba los derechos humanos y estaba presente en el propio cristianismo con su pretensión de ser la única religión verdadera. Ahora, la visión es de menor alcance, sólo Europa garantiza eficacia empresarial, competencias, habilidades y destrezas que realizarán la globalización de los negocios. La crisis económico financiera actual está volviendo ridícula esta pretensión. La mayoría de los países no saben cómo salir de la crisis que han creado. Prefieren lanzar a sociedades enteras al desempleo y la miseria para salvar el sistema financiero especulativo, cruel y sin piedad. Muniz Sodré plantea en su libro estas cuestiones para la realidad brasileña con el fin de mostrar qué desafíos debe afrontar nuestra educación en los próximos años. Ha llegado el momento de asumirnos como pueblo libre y creativo y no un mero eco de la voz de los otros. Rescata los nombres de educadores que pensaron una educación adecuada a nuestras virtualidades, como Joaquim Nabuco, Anísio Teixeira y particularmente Paulo Freire. Darcy Ribeiro hablaba con entusiasmo de la reinvención de Brasil a partir de la riqueza del mestizaje entre todos los representantes de los 60 pueblos que vinieron a nuestro país. La educación reinventada nos debe ayudar en la descolonización y la superación del pensamiento único, aprendiendo con las diversidades culturales y sacando provecho de las redes sociales. De este esfuerzo podrán nacer entre nosotros los primeros brotes de otro paradigma de civilización que tendrá como centralidad la vida, la humanidad y la Tierra, la que algunos llaman también civilización biocentrada.