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Marcos Salgado
El MAS crece , pero Evo crece más...
AÑO 8- NÚMERO 72- ABRIL DE 2010/ PUBLICACIÓN MENSUAL EDITADA POR ALIA2 Y COMUNICAN
VENEZUELA-RUSIA:
MULTILATERALISMO ¿Paz para el pueblo colombiano? colombiano ?
CON ENEMIGOS
Mario Sanoja/Iraida Vargas
En este número: Noam Chomsky/ Luis Britto/ Emir Sader/ Mark Weinsbrot/ Martha Harnecker/ Raúl Bracho/ Raúl Zibechi/ Roland Denis/ Javier Biardeu/ Garton Ash/
GRAIN: El nevo acaparamiento de tierras en América Latina/ Millet/Perchellet/ Toussaint: Terminar con el chantaje de la deuda/ Duch:Más alimentos, más hambre/ Roitman:Crisis, mercado e inflación/ Esther Vivas: Anticapitalismo y justicia climática/Le Quang: Yasuní-ITT ¿hacia un ecosocialismo?/ Díaz Rangel: La desigualdad social/ Ramonet: Europa; miseria, hambre, exclusión/
BRASIL: EL PT, 30 AÑOS DESPUÉS
TERRITORIO LIBRE PARA EL PENSAMIENTO CRÍTICO / PLATAFORMA PARA EL DEBATE DE LAS IDEAS
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MARCOS SALGADO*
Venezuela y Rusia: multilateralidad, pero L
a reciente visita del primer ministro ruso Vladimir Putin a Venezuela, precedida por el viaje de otro personaje importante de la región, el presidente bielorruso Alexandr Lukashenko, fue el reimpulso para el multilateralismo promovido desde el gobierno de Hugo Chávez. Evo Morales también se reunió con el ruso y mostró que los acuerdos de la otrora potencia soviética se extienden también hacia el sur del sur. Estados Unidos reaccionó mofándose, una táctica que no logra ocultar la preocupación. Qué se firmó y que significan los acuerdos entre Venezuela y sus socios multilaterales. “Rusia y Venezuela se han encontrado en la construcción de un mundo pluripolar para alcanzar el equilibrio del Universo que pregonara Bolívar. Este es nuestro camino y nadie nos apartará de tal propósito”, escribió el presidente Chávez en sus líneas de los domingos, cierre de una Semana Santa en la que sólo se lo vio, precisamente, recibiendo al primero ministro ruso Vladimir Putin. Explica el presidente venezolano que en el encuentro con Putin se *PERIODISTA
ARGENTINO.
COORDINADOR
DE
QUESTION
DIGITAL
72 MARZO 2010
QUESTIONDIGITAL.COM
DIRECTOR FUNDADOR:
ARAM AHARONIAN DIRECTOR GERENTE:
RICARDO FONT CARVALLO DIRECCIÓN EDITORIAL:
FILINTO DURÁN, RICARDO FONT, ARAM AHARONIAN ASESOR EDITORIAL:
ROBERTO HERNÁNDEZ MONTOYA QUESTION DIGITAL:
MARCOS SALGADO (COORDINADOR) MARCA REGISTRADA: ALIA2, CA DEPÓSITO LEGAL: PP 200201CS526 ISSN: 1690-0952 QUESTION ES UNA PUBLICACIÓN DE LA AGENCIA LATINOAMERICANA DE INFORMACIÓN Y ANÁLISIS-2 (ALIADOS) Y LA ASOCIACIÓN LATINOAMERICANA PARA LA COMUNICACIÓN SOCIAL (COMUNICAN)/
concretaron “31 documentos, entre acuerdos y convenios”, en “diversos ámbitos: el tema militar; el de la energía petrolera, gasífera y nuclear; el tema del espacio ultraterrestre; el de la educación e investigación; el tema de la agroindustria y el del comercio; el de la infraestructura y el del transporte terrestre y aéreo, y el tema cultural”. Los convenios que suscribieron Chávez y Putin también abarcan temas energéticos. Estos acuerdos incluyen la formación de un consorcio petrolero mixto, integrado por las compañías PDVSA, de Venezuela, y Rosneft, Lukoil, TNK-BP, Gazprom y Surgutneftgaz, de Rusia, que tiene como objetivo la producción y mejoramiento del crudo en la franja del Orinoco. La empresa, en la que Venezuela tendrá 60 por ciento de acciones y Rusia 40, construirá la infraestructura para producir 450 mil barriles diarios de crudo pesado en el llamado bloque Junin Seis, en el oriente del país, en cinco años y con una inversión de 30 mil millones de dólares. El proyecto prevé la edificación
de una planta mejoradora de petróleo, especializada en la conversión de crudo pesado en sintético de 32 grados API, y con capacidad para procesar 200 mil barriles diarios. La nueva ecuación Chávez explicó la relación con Rusia como “una Nueva Ecuación que cada vez crece más y más a través de un conjunto de factores de alto nivel: unos en plena ejecución ya, y otros que se van agregando, como el factor nuclear”. El “factor nuclear”, es el que más ha intentado menear la prensa internacional, que se divide entre los que creen que el encuentro en Caracas fue un acercamiento más de Rusia al “eje del mal” o los que -nostálgicos de la guerra fría- incorporan sin más al gigante post soviético al heterogéneo bloque de los desangelados por Estados Unidos. El Departamento de Estado, optó mofarse del encuentro en Caracas (1). El portavoz Philip Crowley, en una de las habituales opiniones extralimitadas
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con enemigos sobre asuntos internos de otros países, dijo: “hacemos notar que el gobierno de Venezuela estuvo esta semana prácticamente inactivo por la escasez de energía. Y como ustedes saben, en la medida en que Venezuela va a expandir los beneficios para su pueblo, quizá el enfoque debería ser más terrestre que extraterrestre”. Lo cierto es que Venezuela ya viene desarrollando políticas soberanas en los cielos y más allá. Como recuerda este editorial de La Jornada (2) “la voluntad de desarrollar y expandir su propia industria espacial –cuya punta lanza es el satélite Simón Bolívar, en operaciones desde hace más de un año– no es, contrario a lo que pareció insinuar ayer el funcionario estadunidense, parte de un afán estrafalario ni mucho menos un capricho personal de Hugo Chávez: antes bien, se inscribe en una necesidad de reafirmar la soberanía venezolana en materia de telecomunicaciones –en una región donde sólo México, Brasil, Argentina y Venezuela cuentan con satélites propios– y de reforzar, por esa vía, tareas concernientes a la defensa y la seguridad nacional de ese país”. Bolivia también avanza en la concreción de su propio satélite de comunicaciones, encargado, como el Venesat 1, a otro animador del nuevo esquema multilateral: China (3). Chávez por su parte anunció también la puesta en órbita del segundo satélite en 2013 y su deseo de establecer en el país “una fábrica de satélites”. Reequipamiento militar modesto La otra campaña de prensa contra la ecuación Venezuela-Rusia es el equipamiento militar que Venezuela compró hace tiempo al gigante euroasiático. Una parte, cuatro helicópteros MI-17, fueron entregados durante la visita de Putin. Los gastos militares de los países del mundo son menores a los de Estados Unidos, aseveró el primer ministro ruso, Vladimir Putin. En rueda de presa ofrecida junto al mandatario venezolano, Hugo Chávez, luego de sellar 31 convenios, Putin
rechazó a aquellos que señalan que hay países pequeños que supuestamente aumentan sus arsenales militares. El representante ruso coincidió con el presidente Chávez, quien refirió que la inversión en el sector militar del mundo es modesta en comparación a la de Estados Unidos. En el acto de firma de convenios en Miraflores, el primer ministro ruso no esquivó el tema y recordó que los gastos militares de todos los países del mundo son menores a los de Estados Unidos. Chávez, por su parte, calificó de “modestos” los reequipamientos venezolanos. “¿Cuántos aviones tiene Obama?”, se preguntó. “Nosotros hemos traído apenas 24 Sukhoi, apenas 30 helicópteros, mínimos recursos para nuestra defensa. Estados Unidos se niega a cumplir sus compromisos. No nos dan los repuestos ni siquiera para los Hércules C-130, que son aviones de transporte para uso humanitario”, resaltó el mandatario venezolano. Energía nuclear, palabras malditas Aunque se trata de convenios que ya llevan tiempo firmados, la implementación práctica de la colaboración rusa para que Venezuela avance en la utilización de la energía
nuclear con fines pacíficos también levantó polvareda. Chávez dijo que Venezuela y Rusia no pretenden “hacer la bomba atómica, pero sí vamos a desarrollar energía nuclear con fines pacíficos. Tenemos que prepararnos para la era pospetrolera”. El mismo acuerdo remarca que, para estos avances, Rusia y Venezuela se someten a la autoridad del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y limitan el enriquecimiento del uranio U235 a 20%, apto para reactores de experimentación). Hace más de tres décadas la OIEA sugirió a Venezuela la utilización de la energía nuclear para generar electricidad, debido a que sus estudios indicaban que la producción a través de la hidroeléctrica llegaría a un máximo y se estancaría en 1993 (4). Alarmas sobre la crisis energética que se sufre ahora y se desoyeron entonces. 1 Venezuela y Rusia sellan alianza militar y energética: EEUU se mofa de Chávez”. http: //questiondigital.com/?p=2806 2 Rusia y Venezuela: acercamientos y soberanía”. Editorial de La Jornada 03/04/2010. http://www.jornada.unam.mx/2010/04/03/index. php?section=opinion&article=002a1edi 3 Bolivianos serán capacitados para operar satélite Tupac Katari”. http://www.prensalatina.cu/index.php?option=com_content&task= view&id=176141&Itemid=1 4 La OIEA recomendó a Venezuela tener una central nuclear para el siglo XXI”. ABN. http://questiondigital.com/?p=2872
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NOAM CHOMSKY*
El poder que nadie ha elegido l
os desplazamientos -actuales o potenciales- del poder en el mundo constituyen un animado asunto entre los estrategas de la política y los observadores. Una de las preguntas es si China desplazará (o cuándo) a Estados Unidos como protagonista dominante global, tal vez junto a India. Este cambio provocaría que el sistema mundial volviera a ser algo parecido a como era antes de las conquistas europeas. China e India han experimentado un rápido crecimiento económico y, gracias a que rechazaron las políticas occidentales de desregulación financiera, han sobrevivido a la recesión mejor que la mayoría de países. Sin embargo, surgen interrogantes. Uno es el referido a la situación de la población. Una medición estándar de bienestar social es el Índice de Desarrollo Humano de la onU, cuyos datos más recientes corresponden a 2008. India ocupa el puesto 134 -ligeramente por encima de Camboya, y debajo de Laos y Tayikistán-, aproximadamente el mismo sitio que ha ocupado durante años. China se ubica en el lugar 92, empatado con Belice, un poco por encima de Jordania y por detrás de la República Dominicana e Irán. India y China tienen mucha desigualdad, así que más de mil millones de sus habitantes caen todavía más en la escala. Otra preocupación es la deuda de EEUU que, se teme, coloque al país bajo el yugo de China. Aparte de un breve interludio, desde hace mucho Japón ha sido el principal poseedor internacional de deuda del Gobierno estadounidense. Además, el estancamiento de los prestamistas está sobrevalorado. En una dimensión, la del poder militar, EEUU se yergue completamente solo. Y Obama está imponiendo niveles históricos con su presupuesto militar. Casi la mitad del déficit estadounidense se debe al gasto militar, intocable en el sistema político. Al considerar los otros sectores de la economía estadounidense, el premio Nobel Joseph Stiglitz y otros *LINGÜISTA,
FILÓSOFO, ACTIVISTA, AUTOR Y ANALISTA POLÍTICO ESTADOUNIDENSE.
economistas advierten de que debemos cuidarnos del “fetichismo deficitario”. El déficit estimula la recuperación y puede superarse con una economía al alza, como sucedió después de la II Guerra Mundial, cuando el déficit era mucho peor. Respecto a la deuda, se espera que crezca, debido principalmente al ineficiente sistema privatizado de cuidado de la salud también virtualmente intocable, gracias a la habilidad de las empresas de superar la voluntad pública-. Sin embargo, el marco de estas discusiones es engañoso. El sistema global no sólo es una interacción entre estados donde cada uno busca cierto “interés nacional” ajeno a la distribución del poder en el interior del país. Esto se ha entendido desde hace mucho tiempo. Adam Smith concluyó que los “principales arquitectos” de la política en Inglaterra eran los “comerciantes y manufactureros”, quienes se aseguraban de que sus propios intereses fueran “atendidos de la forma más peculiar”, sin importar sus “penosos” efectos sobre los demás, incluyendo el pueblo inglés. La máxima de Smith sigue siendo cierta, aunque actualmente los “principales arquitectos” son las corporaciones multinacionales y, particularmente, las instituciones financieras, cuya participación en la economía se ha disparado desde los
años setenta. En Estados Unidos hemos visto un ejemplo espectacular del poder de las instituciones financieras. Durante la última elección presidencial, aportaron el núcleo de la financiación del presidente Obama. Naturalmente, esperaban ser recompensados, y así fue, con los Programas de Alivio de Activos en Problemas (TARP) y con mucho más. Por ejemplo, Goldman Sachs, la firma más dominante en la economía y el sistema político, hizo una fortuna vendiendo títulos respaldados por hipotecas e instrumentos financieros más complejos. Conocedora de la fragilidad de los paquetes que ofrecía, la compañía aceptó apuestas con la gigantesca aseguradora American International Group de que las ofertas iban a desplomarse. Cuando el sistema financiero colapsó, AIG también se vino abajo. Los arquitectos de la política, gente de Goldman, no sólo negociaron un paquete de rescate para Goldman, sino que también lograron que los contribuyentes salvaran a AIG de la bancarrota, rescatando también por esa vía a Goldman. Ahora Goldman está registrando ganancias históricas y pagando voluminosos bonos. Junto con algunos otros bancos importantes, es más grande y fuerte que nunca. Los ‘arquitectos de la política’
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están operando un cambio: el de la fuerza mundial de trabajo al capital transnacional El pueblo está furioso. La gente puede ver que los bancos que fueron agentes principales de la crisis están prosperando enormemente, mientras que la población que los rescató se enfrenta a un desempleo de casi el 10%. El descontento popular finalmente evocó un cambio de retórica de la Administración, que respondió acusando de codiciosos a los banqueros y formulando algunas sugerencias políticas que a la industria financiera no le agradan (la Regla Volcker y otras propuestas). Dado que se suponía que Obama iba a ser su hombre en Washington, los principales arquitectos del poder perdieron poco tiempo antes de lanzar sus instrucciones: a menos que Obama se alineara nuevamente, enviarían sus fondos a la oposición política. En pocos días, Obama informó a la prensa de que los banqueros eran buenos tíos, singularizando a los dos principales, JP Morgan Chase y Goldman Sachs: “Al igual que la mayoría de los estadounidenses, no tomo a mal la riqueza o el éxito de la gente. Es parte del sistema de libre mercado” -del modo en que se interpretan los “mercados libres” en la doctrina del capitalismo de Estado-. Ese cambio radical de Obama es una fotografía reveladora de la máxima de Smith en acción. Los arquitectos de la política también están operando un verdadero cambio de poder: el de la fuerza mundial de trabajo al capital transnacional. Martin Hart-Landsberg, economista y especialista en China, explora la dinámica. China se ha convertido en la planta ensambladora de un sistema de producción regional. Japón, Taiwán y otras economías asiáticas desarrolladas exportan a China partes y componentes de alta tecnología, donde se ensamblan y exportan los productos terminados. El creciente déficit comercial de EEUU con China ha generado preocupación. Se ha hablado menos de que este se ha reducido marcadamente con Japón y el resto de Asia conforme toma cuerpo el nuevo sistema de producción regional. Las manufactureras estadounidenses están siguiendo el mismo camino, enviando partes y
componentes a China para que esta ensamble y exporte, en su mayoría de regreso a EEUU. Para las instituciones financieras, comercializadoras gigantes de venta minorista y los dueños y gerentes de industrias manufactureras, estos desarrollos son celestiales. Y bien entendidos. En 2007, Ralph Gomory, director de la Fundación Alfred P. Sloan, declaró ante el Congreso que “en esta nueva era de globalización, los intereses de las empresas y los países han divergido. En contraste con el pasado, lo que es bueno para las empresas globales estadounidenses ya no es necesariamente bueno para los estadounidenses”. La riqueza fluye hacia pocos bolsillos, llevando probablemente a la mayor desigualdad de la historia de Estados Unidos. Examinemos a IBM. A finales de 2008, más del 70% de los 400.000 trabajadores de la empresa estaba en el extranjero, según la revista Business Week. En 2009, IBM redujo su nivel de empleo en EEUU otro 8%. Para la fuerza de trabajo, el resultado podría ser “penoso”, según la máxima de Smith, pero es bueno para los principales arquitectos de la política. Las investigaciones actuales indican que aproximadamente una cuarta parte de los empleos estadounidenses será extranjerizado en dos décadas, y los que queden se enfrentarán a beneficios y sueldos menores debido a la mayor
competencia de los trabajadores reemplazados. Este patrón sigue a 30 años de estancamiento o desplome para la mayoría, mientras la riqueza fluye hacia pocos bolsillos, llevando probablemente a la mayor desigualdad de la historia estadounidense. Pese a que China se está convirtiendo en la ensambladora y plataforma de exportaciones del mundo, los trabajadores del país están sufriendo junto al resto de la fuerza laboral mundial, como sería de prever en un sistema diseñado para concentrar riqueza y poder y para que los trabajadores compitan entre ellos globalmente. En el mundo, la participación de los trabajadores en el ingreso nacional se ha reducido en muchos países -de manera radical en China-, generando una inestabilidad creciente en esta sociedad altamente desigual. Así que tenemos otro cambio importante en el poder mundial, de la población general a los principales arquitectos del sistema global, proceso asistido por el socavamiento de la democracia funcional en los países más poderosos. El futuro depende de cuánto esté dispuesta a soportar la gran mayoría, y si se puede desarrollar una respuesta constructiva que confronte los problemas en el centro del sistema capitalista de estado de dominación y control. De lo contrario, los resultados podrían ser tétricos, como lo revela más que abundantemente la historia.
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MARIO SANOJA*/IRAIDA VARGAS-ARENAS*
¿Paz para el pueblo colombiano? E
l doloroso y sangriento proceso de guerra civil larvada que atormenta al pueblo Colombia desde hace 60 años, conocida también bajo el eufemismo de “conflicto interno”, es reflejo de la situación de profunda injusticia social que ha vivido el pueblo colombiano desde los lejanos tiempos de la colonia española hasta el presente. Como escribimos en varios de nuestros últimos libros (2006:55-61), habría una determinante históricade la cual se han liberado Bolivia y Ecuador- que sigue incidiendo en la historia contemporánea de ciertos países suramericanos del área del Pacífico: las poblaciones originarias que habitaron esta región como naciones autónomas, vivieron durante miles de años sujetas a un riguroso sistema de dominación política, encuadradas dentro de procesos de trabajo colectivos de tributación cuyo producto era apropiado por la autoridad central. Todos los individuos estaban regimentados ideológicamente dentro de religiones estatales, las cuales legitimaban el sistema de dominación que ejercían los linajes dinásticos sobre la población. Como resultado de la expansión del capitalismo mercantil hacia Nuestra América en el siglo XVI la Corona española, calcando las estructuras políticas, sociales y territoriales de las formaciones sociales que integraban el Tahuantisuyu, creó en la vertiente pacífica de Suramérica nuevas divisiones territoriales conocidas como virreinatos: el del Perú, el del Río de La Plata y el de la Nueva Granada, colocando en el ápice de la nueva pirámide del poder a los nuevos amos de la tierra y de las personas: el funcionariato colonial y los colonizadores hispanos. De cierta ∗DOCTOR EN ANTROPOLOGÍA. PROFESOR TITULAR JUBILADO, UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA. INVESTIGADOR NACIONAL EMÉRITO. INDIVIDUO DE NÚMERO DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA. PREMIO NACIONAL DE CULTURA MENCIÓN HUMANIDADES. VENEZUELA. **DRA. CUM LAUDE EN HISTORIA. UNIVERSIDAD COMPLUTENSE. PROFESOR TITULAR JUBILADA. UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA. INVESTIGADORA NACIONAL EMÉRITA. PREMIO NACIONAL DE CULTURA, MENCIÓN HUMANIDADES. VENEZUELA.
manera, esas sociedades oligárquicas incrustadas en el capitalismo mercantil, dueñas de los principales medios de producción y de los medios legales de ejercer violencia ( el Estado, el ejército, la policía, la religión católica, los medios de comunicación, etc., se convirtieron en un cerrojo para los procesos de cambio social en sus pueblos (Sanoja 2006: 56-57). A partir de finales del siglo XIX, la alianza de aquellas oligarquías con el imperio usamericano se materializó en las innúmeras dictaduras militares represoras de sus pueblos que dicha alianza implanto en Suramérica, desconociendo la libertad y los derechos humanos más elementales, para expoliar de manera inmisericorde las riquezas que son propiedad de los nuestros pueblos. Podríamos decir que en esta hora, cuando las revoluciones sociales han triunfado en Venezuela, Ecuador y Bolivia, en Colombia, Perú y Chile, por el contrario, los procesos de cambio político revolucionarios han sido interrumpidos por la fuerza de la represión militar y policial y el asesinato extrajudicial de todos los disidentes políticos que se atrevan a levantar la voz contra las oligarquías neocoloniales asesinas. La estructura de clases de la sociedad virreinal colonial se proyectó
en las repúblicas suramericanas vía las oligarquías criollas y la masa de mestiz@s, indi@s y negr@s pobres y esclav@s negr@s excluidos del disfrute de los bienes elementales de la vida. El trabajo esclavo o servil de muchas generaciones de estos desheredados y explotados, produjo una inmensa cantidad de riqueza la cual fue expropiada por la Corona española para beneficiar las oligarquías locales y de las burguesías europeas (Britto Garcia 2009: 97-101), sirviendo de base para el nacimiento del sistema capitalista mundial Las oligarquías republicanas criollas reprodujeron la misma mentalidad de sus antecesoras coloniales: todo para nosotros, nada para el pueblo inferior, sean blanc@s pobres, mestiz@s, indi@s o negr@s por lo cual, tanto el capitalismomundial como su expresión oligárquica neocolonial al propiciar una perversa desigualdad social, se han convertido en la actualidad, en una traba para el desarrollo soberano de las fuerzas productivas de todos nuestros pueblos. En el caso de Colombia, la rápida sumisión de aquellas oligarquías y los narcogobiernos que la representan actualmente al instrumento de dominación neocolonial constituido por el Plan Colombia, el Plan Patriota y el Tratado de Libre Comercio con el
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gobierno de los Estados Unidos, es la consecuencia esperada de su condición neocolonial (Sanoja 2007: 61; Sanoja y Vargas-Arenas 2008: 69). Todos reconocemos que Colombia existe y debe seguir existiendo como una nación indivisible y soberana. Pero es necesario reconocer igualmente que después de casi 60 años de guerra civil o de conflicto armado interno o como queramos llamarlo, la estructura de población y el territorio de la nación colombiana han sufrido profundas modificaciones de manera que hoy una parte de ellas está bajo el control del narcogobierno y de lo que queda del antiguo gobierno bipartidista colombiano y bajo el control de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y del Ejercito para la Liberación Nacional (ELN). No consideramos procedente considerar en este análisis a las llamadas Autodefensas Unidas de Colombia como un factor político independiente, por constituir éstas un cuerpo paramilitar organizado y dirigido tanto por el narcogobierno y su ejército, la oligarquía y las empresas transnacionales. Los paramilitares se han definido como el brazo armado de la política genocida de la oligarquía colombiana, integrada por bandas delictivas que cometen acciones genocidas contra la población civil colombiana, particularmente la campesina, llevando a cabo una suerte de política de limpieza étnica destinada a expulsar los pequeñ@s propietari@s de su tierras. Estas tierras expoliadas han vuelto a ser consolidadas en nuevos latifundios para desarrollar plantaciones de sorgo, de palma aceitera, etc., que sirven para engordar negocio agroindustrial de las transnacionales en el cual tiene también parte la narcooligarquía terrateniente colombiana. No podemos tampoco obviar el negocio del narcotráfico colombiano, desarrollado y gestionado hoy día por los paramilitares, quienes han creado una red territorial que abarca los cultivos de coca y marihuana, los laboratorios para procesar la droga y los centros de acopio y distribución, negocio controlado también por los narcoterratenientes, una de cuyas regiones estratégicas es la costa atlántica colombiana, particularmente el Bajo Magdalena, dominada principalmente por las bandas de asesinos paramilitares. En Colombia el narcotráfico y la narco-política
forman parte en la actualidad de una red delictiva transnacional que reúne, principalmente, las organizaciones narcos de Perú, Colombia, México, los Estados Unidos y la Comunidad Europea. La lucha por la propiedad de la tierra agrícola en Colombia La independencia de Colombia fue sellada luego que el Libertador Simón Bolívar derrotase a las tropas del imperio español en la batalla de Boyacá el año 1.819, con la estrecha colaboración de venezolanos, neogranadinos, quiteños, peruanos y argentinos, engendrando la fuerza política que habría de culminar con la creación de la Gran Colombia. Desde ese mismo momento comenzaron a germinar en Colombia las semillas de la rivalidad política entre liberales y conservadores, la cual se expresó posteriormente en sangrientas contiendas civiles que asolaron al país entre 1.840 y 1.903. En 1.849, el General José Hilario López, liberal, introdujo un programa de reformas sociales destinadas, entre otras, a abolir la esclavitud y la propiedad comunal de la tierra que detentaban todavía los resguardos indígenas, a favor de una forma de propiedad individual de las tierras indígenas. Lejos de contribuir a una mayor justicia social, aquellas reformas desposeyeron a los campesinos y confiscaron a las comunidades indígenas las tierras que les habían sido dadas en propiedad por la Corona española, aumentaron el grado de explotación de
los pobres por los ricos y propiciaron una redistribución y concentración de la propiedad agraria que sólo favorecía y daba más poder a la todopoderosa oligarquía latifundista que ya era dueña de Colombia. Los conflictos entre las clases sociales y entre el mismo sector oligarca se agudizaron en Colombia durante la era de reformas liberales entre 1930 y 1946 cuando, con la oposición de la clase terrateniente, se legalizó el derecho a la tierra para los campesinos desposeídos creándose el Instituto de la Reforma Agraria. La hegemonía liberal continuó hasta 1.946 cuando el partido se dividió en dos candidaturas: Gabriel Turbay y Jorge Eliécer Gaitán, triunfando el candidato conservador Mariano Ospina Pérez. Luego de dicho triunfo los conservadores estimularon la represión política contra los liberales en una escalada que causo, en 1.948, el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán en una calle céntrica de Bogotá. Gaitán era el líder más popular de Colombia y líder del ala izquierda del liberalismo, quien proponía un régimen de democracia y justicia social para los colombianos. (Sanoja y Vargas-Arenas 2008: 66). Laureano Gómez, fanático dirigente conservador de la oligarquía colombiana, fue promotor de salvajes abusos violentos cometidos en contra de las masas populares colombianas, lo cual motivó el golpe de Estado del General Rojas Pinilla, un líder populista quien no fue capaz de cumplir su promesa de corregir los excesos de la oligarquía colombiana. Derrocado a su vez, se
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instauró en 1.957 un gobierno de frente nacional apoyado por conservadores y liberales, cuya gran contribución fue, al igual que nuestro famoso Pacto de Punto Fijo, propiciar una alternancia equitativa de ambos partidos en el poder. A partir de aquel momento, nuevos actores sociales entran en la escena política colombiana. Los campesinos desposeídos, que ya se habían organizado en guerrillas de estructura muy elemental, se transformaron a comienzos de los años sesenta del pasado siglo en una organización política con un ejército de mentalidad progresista, con cuadros políticos animados por ideas nacionalistas y marxistas, que han llegado a controlar hoy día buena parte del territorio colombiano. La oligarquía rural colombiana, por su parte, desarrolló un nuevo negocio, el narcotráfico, cuyas ganancias son lavadas vía la inversión agropecuaria, la construcción y las finanzas, propiciando una extraordinaria acumulación de capital. Para defender su narco-riqueza de la amenaza guerrillera, la oligarquía rural creo los cuerpos paramilitares, llamadas también las Convivir. Para proteger el estatus de su poder y su riqueza, garantizando su control sobre el Estado colombiano, crearon la narcopolítica. Para garantizar la perpetuidad de su dominio, la narco política colombiana se alió con el gobierno de Estados Unidos. De esa unión grotesca, nacieron el plan Colombia y el plan patriota. En el medio de los actores políticos enfrentados en una lucha feroz y sin cuartel, está la mayoría del pueblo colombiano: campesinos desplazados, empobrecidos, desposeídos, dirigentes campesinos u obreros, intelectuales, políticos progresistas asesinados por el sicariato de la oligarquía, o empujados al exilio. ¿De dónde surgen las FARC? Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) constituyen –en nuestra opinión- la concreción contemporánea de las luchas campesinas que se iniciaron en Colombia desde el siglo XVIII. Las revueltas campesinas estuvieron apoyadas en las milicias formadas por los capitanes comuneros indígenas y las comunidades campesinas criollas que
tuvieron su epicentro en el Virreinato de la Nueva Granada entre 1780 y 1781. El año de 1830, las rebeliones campesinas continuaban su lucha contra la oligarquía terrateniente que había sido primero colonial y que había devenido luego republicana colombiana. Como asienta el historiador Lievano Aguirre, ya en 1810 la política del movimiento independentista colombiano contra la colonia española, estaba orientada para beneficiar a una minoría, a la oligarquía criolla. De esta manera se daban los pasos para sustituir la metrópolis colonial española por una oligarquía constituida en una nueva metrópolis: Santa Fe de Bogotá, centro de poder de una Colonia Interior que sería la Nueva Granada: Para llevar adelante esta empresa, la oligarquía criolla dominante “...debía enfrentarse a la tremenda desigualdad que, en la distribución del poder político, existía en la Nueva Granada, desigualdad en virtud de la cual las mayorías nacionales estaban privadas de todos los medios de expresión, fueran ellos los del sufragio, la representación en los cuerpos colegiados o el uso de los instrumentos de publicidad, porque tales medios habían sido concentrados desde 1810 en manos de una camarilla, que disponía del gobierno a su antojo, controlaba todos los periódicos y había establecido un régimen electoral adhoc, que entregaba completo control del estado al patriciado criollo...” (Lievano Aguirre (sf): vol.III. 249). El proyecto oligárquico de consolidar Colombia como Estado nacional, como la “colonia interior”
de la oligarquía bogotana que tuvo como mascarón de proa la figura de Santander., fue la causa principal del odio al proyecto político democrático del Libertador Simón Bolívar: La Gran Colombia. La utopía bolivariana colapso –temporalmente- en 1826 cuando “…tropezó con los representantes de los dueños de esclavos, con los sectores religiosos que tradicionalmente había vivido de diezmos y tributos indígenas y con los sectores privilegiados que deseaban conservar su preeminencia como electores…Así concluyó la utopía verificada por Bolívar en su hija inesperada…No podía acercarse, por las condiciones históricas, a las construcciones de los socialistas utópicos…El régimen semifeudal, con siervos indígenas se conservó íntegramente. Los privilegiados conservaron sus poderes…” (Acosta Saignes 1983: 228-29). El carácter hegemónico de la oligarquía colombiana dio origen, durante el siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX, a el largo período de luchas campesinas que llegó a su culminación en 1948 con el asesinato del líder liberal revolucionario Eliécer Gaitán, a manos de un sicario contratado por la oligarquía colombiana y/o por la CIA. Este crimen político, como ya apuntamos, desencadenó una sangrienta persecución de los miembros del partido liberal por parte de los conservadores que controlaban el gobierno del país. A partir de aquella fecha, muchos grupos de campesin@s liberales perseguid@s buscaron refugiarse en las selvas del interior para escapar al exterminio por
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parte de los militares y sus auxiliares paramilitares, denominados en el argot popular de entonces como pájaros o chulavitas. Uno de los refugios de la población campesina perseguida que llego a constituirse a comienzos de la década de los sesenta del pasado siglo, fue la llamada República de Marquetalia. Como forma de resistencia frente a la opresión colonial, la resistencia popular campesina conformó esta organización territorial y social de tipo comunal en un área rural al sur del Departamento del Tolima, la cual contaba con servicios administrativos de salud, educación, producción y protección social y de administración, estructurados de forma autónoma a la administración central del gobierno con sede en Bogotá. Conforme a la tradición represiva que ya se había manifestado contra los comuneros del siglo XVIII, en 1964 en lugar de cooptar democráticamente aquella estructura comunal campesina, el gobierno de la oligarquía colombiana presidido entonces por Guillermo León Valencia desencadenó –con la ayuda del gobierno de los Estados Unidos- una ofensiva militar de gran estilo contra la República Campesina de Marquetalia, logrando destruir las bases sociales, económicas y territoriales de dichas comunas. A partir de allí, ese mismo año los sobrevivientes de Marquetalia se organizaron como las FARC bajo el liderazgo un luchador campesino, Manuel Marulanda, creando enclaves territoriales que no sólo tienen hoy día una administración propia de servicios de salud, educación, producción,
abastecimiento, etc., sino que tienen también su propia fuerza armada que defiende los territorios controlados por dicha organización. Estos se encuentran agrupados en tres bloques: el Bloque Oriental, que abarca los departamentos de Vichada, Casanare, Arauca, Boyacá y Cundinamarca; el Bloque José María Córdova, que abarca los departamentos de Antioquia, Caldas, Risaralda, Chocó y Córdova; el Bloque Magdalena Medio, que abarca el Magdalena Medio y los Santanderes. Es evidente, a la luz de los procesos históricos ocurridos entre 2002 y 2008, que la representación actual de la antigua oligarquía colonial criolla pareciera estar todavía luchando denodadamente, con la ayuda del gobierno estadounidense, para consolidar a Colombia como su Colonia Interior y como satélite del imperio transnacional que gobierna los Estados Unidos. Las FARC-EP, por su parte, tratan de romper las relaciones de servilismo campesino impuesta por los latifundistas así como el régimen de terror policial y mediático impuesto por el narco Estado a toda la población colombiana, para así instaurar un estado de democracia participativa y protagónica e igualitaria. El narco-Estado colombiano Cuando nos referimos al narcoEstado colombiano, aludimos a la organización político-mafiosa conformada por los narcolatifundistas de la oligarquía, políticos (entre los cuales figuró Mario Uribe Calderón, primo del presidente Álvaro Uribe) y otros capos
paramilitares, quienes acordaron el año de 2002 un plan de acción conocido como el Pacto de Ralito para infiltrar y copar el antiguo Estado nacional bipartidista (liberal-conservador) que se creó con la constitución de Colombia como república separada de la utopía grancolombiana que soñó Simón Bolívar. La meta de dicho pacto es refundar al Estado colombiano, o dicho de otras palabras, inclusión de nuevos actores políticos en la Colonia Interior y su metrópolis bogotana de la cual nos hablaba el historiador Lievano Aguirre. Dicho proyecto comenzó a concretarse a partir de la elección de Álvaro Uribe a la Presidencia de Colombia. Para que Uribe lograra ganar dichas elecciones -hoy sabemos- se utilizó la extorsión física, la violencia paramilitar y el cohecho o soborno de parlamentarios y políticos de distinta laya. A la luz del pacto de Ralito y la tesis sobre la creación del narco-Estado y la Colonia Interior, se explica el asesinato de todos aquellos candidatos presidenciales que hubiesen podido significar una línea de oposición al candidato que ya tenían in pectore los conjurados de dicho pacto mafioso. Por otra parte, la eliminación física o legal de los antiguos capos narcotraficantes como Escobar, los Rodríguez Orejuela, etc., permitió al grupo mafioso de Ralito nacionalizar el negocio privado de la droga y el narcotráfico, el cual ahora se convertiría en una actividad económica paraestatal, coaligado y apoyado en una versión similar -ultrasecreta- del Pacto de Ralito existente dentro del gobierno de los Estados Unidos, expresada en el Plan Colombia, el Plan Patriota y el Tratado de Libre Comercio entre los Estados Unidos y Colombia. No obstante la gran inversión de capitales, material bélico y de tropas tanto colombianas como estadounidenses y de asesores militares israelíes que ha significado el Plan Colombia, la oligarquía colombiana y el gobierno de Estados Unidos no han podido vencer la resistencia militar y política de las FARC-EP. Esta lucha desigual se ha saldado, lamentablemente, en la muerte y el asesinato de decenas de miles de ciudadan@s colombianos, la mayor parte de ellos civiles campesin@s criollos o indígenas, así como en el exterminio físico de grupos políticos completos que como la Unión Patriótica
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aceptaron tomar parte en la vida política institucional, a la par de los cuatro candidatos presidenciales que tuvieron también la osadía de oponerse democráticamente al poder de la narcooligarquía colombiana. Estos hechos son emblemáticos de la situación de intolerancia política que anima a dicha narco-oligarquía terrateniente, empresarial y narcotraficante, cuyo único objetivo es la eliminación física de todos los ciudadan@s que se oponen a su ambición de poder y control político sobre Colombia. Esta nueva coyuntura política colombiana ha afectado sensiblemente –como ya sabemos- la situación interna de Venezuela. Dicha situación comenzó a conformarse a partir del Pacto de Ralito el cual-como ya explicamosselló la alianza de la oligarquía narcolatifundista provinciana y el narcopatriciado centrado en Bogotá para refundar el Estado nacional colombiano. El viejo Estado nacional, como expuso el historiador Indalecio Lievano Aguirre, tuvo sus raíces históricas en el proceso de estructuración de la clase oligárquica colonial entre los siglos XVI y XX, proyecto político que dicho historiador colombiano denominó la “Colonia interior” gobernada desde Bogotá. Es importante resaltar que la base del poder económico de dicha “colonia” estuvo centrado en la propiedad de la tierra (latifundio) y en el servilismo que combinados permitieron la apropiación absoluta del trabajo y de la vida biológica y social de las personas que conformaban el campesinado colombiano. Para ello se utilizó la capacidad represiva e intimidatoria de instituciones tales como la Iglesia Católica y la Fuerza Armada ocasionando, como ya hemos expuesto en documentos anteriores, un proceso de rebelión campesina que se prolonga hasta el presente con las FARC. A partir de finales del siglo XX y hasta el presente, el narcotráfico se consolidó como una parte importante del proceso de acumulación de capitales de la oligarquía latifundista colombiana. De allí el intento de capos como Escobar, los Ochoa, los Uribe, y muchos otros de copar el viejo Estado liberal-conservador, particularmente el Congreso Nacional, las finanzas, la policía y el ejército para hacerse con el poder del Estado. La represión desatada
contra los carteles de la droga, ahora con el apoyo de Estados Unidos a través del Plan Colombia, se inscribiría dentro de una lucha por el poder entre los clanes del patriciado liberal conservador centrado en Bogotá en un intento por conservar su poder tradicional opuesto al poder emergente de las oligarquías narco-latifundistas del interior. En esa lucha de poderes, era importante lograr una alianza estratégica para eliminar al tercer oponente, las FARC, que representan la insurgencia histórica armada de la población campesina colombiana contra ambos poderes oligárquicos. El Pacto de Ralito permitió “nacionalizar” el narcotráfico en un cartel único y hegemónico que sirve de fundamento al nuevo narcoEstado colombiano con el apoyo de familias de las narco-oligarquías provinciales como los Uribe-Ochoa, etc. El patriciado colombiano representado en dicho pacto por la Familia Santos, controla el sector estratégico de los medios de comunicación y tiene nexos carnales desde inicios del pasado siglo con los servicios de inteligencia estadounidenses. Posiblemente con el soporte económico de la CIA, como parte de la política cultural global de dicha agencia, pasquines que editaba la familia Santos tales como El Tiempo, se subsumieron en un cartel de medios privados de comunicación, escritos y radioeléctricos, que forman hoy día
parte de la estructura hegemónica global de medios controlada por el Imperio. La política genocida del narcoEstado se orientó, por una parte, a destruir la infraestructura regional de las FARC, así como también a “quebrar” mediante el terror todas las estructuras de defensa de los derechos humanos, las organizaciones sindicales obreras y campesinas, a expulsar a los campesin@s de sus tierras y convertirl@s en un lumpen urbano de ciudadan@s excluid@s, desorganizad@s, dependientes de las limosnas oficiales y presas fáciles de la intoxicación mediática televisada, radiada o escrita por el cartel hegemónico de la Familia Santos. La tarea de llevar a cabo la política de tierra arrasada fue asignada a las familias latifundistas oligárquicas tales como la Uribe-Ochoa, quienes organizaron el ejército paramilitar de las Autodefensas Unidas de Colombia. Mediante el terror organizado y los asesinatos tanto selectivos de candidatos presidenciales, líderes sindicales, defensores de los derechos humanos y periodistas, así como la eliminación física de colectivos humanos completos, publicitando sus métodos de utilización de las motosierras para despedazar los cuerpos de sus oponentes y eventualmente comérselos y beber su sangre (canibalismo), las bandas delincuentes apoyadas por el ejército y
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la policía colombiana lograron infundir el terror no solamente en la población en general, sino también en la dirigencia política de la oposición que –paralizada por el miedo- no se atreve a cuestionar seriamente el poder del narco-Estado colombiano. La tarea de la Familia Santos es la de quebrar y colonizar las mentes no solamente de la población colombiana sino también de los sectores de derecha, que no son pocos, de América Latina, Estados Unidos y Europa, remachando el carácter terrorista de la FARC y ocultando la horrible condición genocida de las fuerzas represivas del narco-Estado colombiano: bandas paramilitares, policías y militares, así como el carácter antidemocrático de la dictadura de medios de comunicación que sirve en América Latina -como se explicaba en los manuales de guerra anti-subversiva redactados por los coroneles paracaidistas del ejército francés en los años cincuenta, para la “mise en condition, para poner en condición de terror a las poblaciones, proceder lo que se denomina el lavado de cerebros y lograr su sumisión ante el poder colonial. La expresión política del Pacto de Ralito en su fase actual, se manifiesta en la composición política del presente narco-gobierno colombiano: la Presidencia de la República le correspondió esta vez a un representante de las familias narco-latifundistas provinciales, el Presidente Uribe Vélez, quien tuvo a su cargo la tarea de asesinar a todos los colombian@s que se pudiesen oponer al nuevo narco-poder. La Vicepresidencia o sea el control por “default” del Estado por ausencia del Presidente, le corresponde a un miembro de la Familia Santos. En las nuevas elecciones presidenciales, el cargo de presidente le tocará a un miembro de la narcooligarquía bogotana, muy posiblemente Francisco Santos y la vicepresidencia a un testaferro del uribismo el cual debe asegurarse el control del ejército y administrar su relación con el plan Colombia, es decir el Pentágono y la CIA. Es conveniente recordarle a los venezolan@s, que el último gran despojo territorial que sufrió nuestro país a manos de Colombia en 1941, y que significo la pérdida de 108.000 km2
(la península de la Guajira, parte de la serranía de Perijá y sectores del Alto Apure, entre otros), ocurrió durante la administración del Presidente Eduardo Santos, abuelo del actual Vicepresidente de Colombia, y tío-abuelo de Francisco Santos –el más acérrimo enemigo de Venezuela- quien fue hasta hace poco Ministro de la Defensa del gabinete de Uribe y aliado carnal del gobierno de Estados Unidos y del gobierno de Israel. ¿Hace falta mayor explicación? Para enfrentar la mafia narcolatifundista de Uribe, el narcopatriciado bogotano y los halcones neoconservadores y sionistas de Estados Unidos e Israel, el Presidente Chávez tiene que reagrupar las fuerzas del ALBA en UNASUR y el Consejo Suramericano de Defensa, boicoteado por el ex-ministro Santos, evitando cualquier confrontación bélica que podría ser negativa para Venezuela y Ecuador, incluso para Cuba y Brasil. La amenaza militar que representan para la región las fuerzas coaligadas de los gobiernos de Colombia, Estados Unidos e Israel, es enorme, sobre todo cuando tienen bajo su control en Colombia importantes bases estratégicas desde las cuales coordinar y apoyar las acciones subversivas de sectores de las clases medias y los empresarios fascistas que detentan la mayor parte del poder al sur del Río Grande. Para muestra basta un botón: la base militar de Palmerolas y el golpe fascista de Honduras. El narcotráfico, desde la óptica neoliberal, es simplemente otro negocio
rentable con profundas implicaciones estratégicas. El gobierno de Estados Unidos controla en este momento dos de las principales fuentes del narcotráfico mundial: el opio en Afganistán y la cocaína en Colombia. Gracias a la droga han logrado conformar el narco-Estado colombiano y el narco-Estado mexicano que son completamente serviles a sus políticas y, muy posiblemente, también el narco-Estado estadounidense donde los grandes capos de la droga parecen estar amparados y ocultos dentro de su maquinaria gubernamental, política y financiera. No debemos olvidar que en el siglo XIX el imperio británico se consolidó en Asia sobre la base del narcotráfico del opio. Una acción similar -que ya está en marcha en América Latina- podría ser la gangrena diseñada para corromper nuestras sociedades, destruir UNASUR y reafirmar la hegemonía del Imperio en nuestro continente. El milagro económico del uribismo. En una nota publicada en el portal Rebelión del día 23 de los corrientes, el escritor y filósofo colombiano Renán Vega Cantor, Premio Internacional Simón Bolivar 2009, esquematizo las graves falencias políticas del régimen uribista. Una de las más graves ha sido liquidar el comercio exterior con Venezuela y Ecuador, plegándose irresponsablemente a la politica
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estadounidense de guerra preventiva. Consecuente con ello ha llevado a cabo a cabo múltiples agresiones subersivas contra Venezuela, ataques militares directos contra Ecuador, y ha aceptado la instalación en su territorio de siete bases militares estadounidenses cuyo objetivo final es atacar militarmente a Venezuela y apoderarse de nuestra riqueza petrolera. De los 8.000 millones de dólares que se perdieron en el comercio exterior con Venezuela debido a la torpeza del uribismo, sólo se han podido recuperar entre 16 y 20 millones de dólares procedentes de los llamados “mercados sustitutivos”. No será fácil para Colombia reemplazar el mercado venezolano y remediar el terrible impacto económico y social que tiene la caída de las exportaciones a Venezuela en términos de empleo. El buen sentido indicaría la conveniencia -para la economía colombiana- de mantener buenas relaciones económicas con países vecinos con los cuales llegó a conformar un importante mercado regional. En lugar de sacrificar sus evidentes ventajas comparativas en diversos rubros agropecuarios e industriales por la firma de un tratado de libre comercio con Estados Unidos y la Comunidad Europea, lesionando de paso a los procesos de integración de la región latinoamericana y caribeña, hubiese podido integrarse a la ALBA donde Colombia ocuparía un importante y merecido lugar. Como consecuencia de aquellos inexplicables errores, dice Vega Cantor, Colombia tiene en la actualidad el mayor índice de desempleo de toda América Latina con una tasa del 14,6%, agravado por las condiciones generales de precarización del trabajo, el incremento de la masa de trabajador@s familiares (más de un millón) que no perciben remuneración alguna, los 700.000 que se rebuscan por cuenta propia y l@s del servicio doméstico. El salario mínimo que devengan unos 3 millones de personas es de $515.000, lo cual corresponde a un salario de hambre de 18.100 pesos mensuales. La pérdida correlativa del poder adquisitivo ha determinado una tasa de inflación del 2%; el que la gente no pueda satisfacer sus necesidades básicas para sobrevivir ha sido presentado, sin embargo, como
la Fuerza Armada Bolivariana. En el contexto mundial actual, la firmeza ante la narco-oligarquía y la narco-política colombiana es la única posibilidad de mantener y hacer triunfar el proyecto de integración suramericana y caribeña. La paz y la Asamblea Constituyente en Colombia
un gran logro económico del uribismo. El Presidente Chávez conoce mucho mejor que nosotros los entresijos de aquella compleja situación. Creemos que Venezuela, en las actuales circunstancias, no está obligada de ninguna manera a tener relaciones comerciales con y venir al rescate de la hostil narco-oligarquía colombiana que nos ha agredido y nos sigue agrediendo de diversas y perversas maneras. Apoyamos plenamente la iniciativa de nuestro presidente de romper relaciones económicas con la narco-oligarquía colombiana, hasta tanto no exista en ese país un régimen democrático y respetuoso de los derechos humanos . Frente a la oligarquía que lo controla, Venezuela debe actuar con mucha firmeza, sin ambigüedades, y postergar cualquier ablandamiento de las presiones sobre dichos grupos hasta que surja una nueva correlación de fuerzas que estimule la negociación entre los actores políticos colombianos Por otro lado, debería continuar profundizando la Revolución Bolivariana, organizando al pueblo venezolano para defenderla de la agresión externa, equipando y peparando cada vez más y mejor a
En las condiciones ya expresadas, visto el asesinato del negociador Raúl Reyes, la única garantía de vida de las personas que viven bajo el régimen de las FARC-EP para iniciar un armisticio o proceso de paz, es la designación o reconocimiento de las áreas controladas por las FARC como Regiones de Refugio de las poblaciones perseguidas por el gobierno oligárquico, las cuales podrían existir en ellas el tiempo que duren la negociaciones políticas y se establezcan, mediante la convocatoria de una Constituyente Nacional, las condiciones políticas para un nuevo proyecto de Nación que elimine el actual narco-Estado, la parapolítica, el régimen de explotación, exclusión y discriminación social y consolide la soberanía del Estado colombiano en todos los órdenes de la vida. Solo de esta manera. pensamos, podría lograrse la constitución de un nuevo Estado y una nueva sociedad colombianagenuinamentedemocráticos, protagónicos y participativos donde existan las condiciones políticas que garanticen la vida a la población colombiana que piensa diferente a la narco-oligarquía gobernante, particularmente aquella que vive en las regiones controladas por las FARC, y su libertad de asociación política sin temor a que sean exterminados físicamente los simpatizantes de las mismas que viven en las regiones urbanas. Caso contrario, no le quedaría a las FARC otro recurso que continuar la resistencia armada, la cual sólo podría suspenderse si se dan las condiciones políticas adecuadas. Pretender que las FARC pudiesen rendirse incondicionalmente, cuando no solo conservan una gran capacidad militar sino que ya han logrado buena parte de sus objetivos políticos internacionales, es por lo menos ingenuo. En las actuales circunstancias, las FARC-EP como beligerantes de la guerra civil colombiana juegan también
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un papel determinante en la preservación del equilibrio político y militar entre Colombia, Venezuela, Ecuador. El principal disuasivo del expansionismo territorial colombiano son las FARC. Si las FARC abandonasen la lucha sin que mediase un proceso de paz nacional en Colombia y se dejara a la narcoligarquia colombiana las manos libres, esta arrojaría su enorme ejército, entrenado y armado por los Estados Unidos e Israel, en primer lugar contra Venezuela y luego contra Ecuador, creando así una situación de guerra que solamente beneficiarìa en primer lugar (si es que eso se puede llamar beneficio) a las transnacionales del imperio, particularmente Exxon Mobil y Repsol, en segundo lugar a. los grupos económicos de la narco-oligarquía colombiana y la oligarquía parasitaria venezolana. Si quisiéramos hallar un símil de este modelo intervencionista del imperio, sería conveniente revisar el papel que juega actualmente el sionismo israelí en el medio oriente, las acciones de resistencia liberadora de Hizbollah en el Líbano y la presencia de Irán y Siria como potencias regionales que se oponen a la expansión territorial del sionismo israelí que está apoyado por el gobierno de los Estados Unidos. No nos hagamos, pues, ilusiones: nos encontramos inmersos en una situación internacional que no puede resolverse gracias solamente a los buenos deseos de una de las partes. El logro de un estatuto de paz solo puede lograrse mediante una convivencia política y cultural practicada y aceptada por todos los colombian@s, civiles y militares. Es fundamental que esta convivencia se fundamente en la aceptación de la democracia participativa y protagónica, entendiendo por ello que las decisiones que sea necesario tomar para llegar finalmente a la paz humanitaria deberían ser consultadas mediante referenda que expresen la genuina y libre opinión popular. La narcooligarquía y las minorías sociales que hasta el presente se han enriquecido con el trabajo generado de la mayoría del pueblo colombiano, ejerciendo un dominio dictatorial sobre el mismo, deberían adoptar y practicar el principio que ya se está convirtiendo en ley en la sociedad suramericana: el de mandar obedeciendo.
La paz en Colombia debería estaría garantizada, en primer término, por la Unión de Naciones Suramericanas y por la Organización de Estados Latinoamericanos y Caribeños. La Antigua OEA: abstenerse de participar. La paz social es necesaria para lograr y mantener nuestra integración multinacional. La guerra en Colombia, como hemos visto, sólo genera desestabilización, pobreza, atraso y muerte tanto en dicho país como en sus vecinos. La lucha contra el narcotráfico requiere también el apoyo material y político tanto de UNASUR como de la OELAC. La intervención militar de potencias foráneas como los Estados Unidos y Canadá, so pretexto de combatir el narcotráfico, es una falacia. En los Estados Unidos tienen su cuartel las principales organizaciones narcotraficantes mundiales que se alimentan y enriquecen financieramente de la comercialización de la materia prima que produce Colombia, de la misma manera como se enriquecen las transnacionales del agronegocio convirtiendo el hambre de los pueblos en una mercancía. Para dichas organizaciones, la guerra en Colombia y el hipotético exterminio de las FARC, significan que el narcogobierno y la parapolítica obtendrán un indiscutido control político del país, facilitando el multimillonario negocio del narcotráfico entre ambos países, al mismo tiempo que entorpecen la integración entre las naciones suramericanas y
caribeñas, de la misma manera como la existencia de la guerra civil, sirve hoy coyunturalmente a los Estados Unidos para utilizar a Colombia como caballo de Troya para sabotear la integración de las naciones suramericanas y caribeñas, hecho que debilitaría su hegemonía política y económica sobre las naciones de la región. Las regiones de refugio La paz en Colombia y la tesis de las regiones de refugio se fundamenta en la necesidad de garantizar la vida de todas las comunidades campesinas y grupos urbanos que forman parte de la organización o que simpatizan con las FARC. Las FARC no están constituidas solo por el contingente armado: la vasta red social de comunidades humanas que sirve de apoyo a los grupos militares que defienden esta organización, representan el trasunto de por los menos tres generaciones de hombres y mujeres que han nacido, han sido educad@s y socializad@s dentro de un modo de vida, de un estilo de vida que les ha creado una cultura y una ideología que colide con instituciones sociales del antiguo Estado colombiano que todavía subsisten. Dichas poblaciones también tienen un arraigo territorial, producto de aquella misma marginación y la violencia sistemática a la que han sido sometidas tanto por la policía y el ejército como por las bandas de paramilitares. Sin duda, conforman culturalmente otro
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tipo de sociedad colombiana. Las FARC han insistido, en repetidas oportunidades, en la creación las llamadas zonas de despeje temporal para las negociaciones. Nosotros creemos también que es necesario crear las regiones de refugio que con carácter temporal sirvan para facilitar la gradual integración pacífica de las organizaciones políticas colombianas en armas, a una vida pacífica, democrática y tolerante. De otra manera, la única solución sería el exterminio físico de todas las personas que integran las FARC-EP y el ELN, exabrupto que no tiene ninguna cabida en el pensamiento racional de nuestros pueblos. El llamado Baile Rojo, el exterminio por parte del ejército, la policía y los paramilitares de miles de dirigentes de la Unión Patriótica, miembros de las FARC que se habían acogido al juego partidista democrático, nos permite entrever lo que sería una integración forzada de los miembros de la FARC en la política del narcogobierno colombiano. Podríamos agregar a las reflexiones anteriores, el epígrafe de una ponencia presentada en una oportunidad por el antropólogo colombiano Fabio E. López Rocha (1989: 283-307), profesor de la Universidad de Los Andes, Bogotá, en el Congreso Nacional de Antropología, dejando que el lector saque sus propias conclusiones: “¿Por qué los valores democráticos y entre ellos, los relacionados con la cultura política popular –pensemos por ejemplo en la figura de Gaitánno encuentran reconocimiento a nivel simbólico nacional? ¿No denota esto último la debilidad de la opinión y del movimiento democrático nacional y la incapacidad de este y de la izquierda colombiana para venderle a la nación una versión distinta de su historia y de sus momentos memorables? ¿Qué otros problemas refleja esta inercia decimonónica presente en nuestro actual simbolismo nacional? ¿Será que estamos a la espera de la gestación de un autentico mito fundador? ¿Quién podrá fin al laissez faire, al espontaneismo y al cortoplacismo de nuestra evolución cultural para consolidar un proyecto hegemónico original, pluralista y democrático, que
le dé sentido y proyección a nuestra convivencia? El problema humano, social y político de los desplazados Otro problema que debería ser enfrentado por una futura asamblea constituyente que presida la refundación de la patria colombiana, es la tragedia y el problema social que plantean los millones de colombian@s desplazad@s por la guerra y los paramilitares, mayormente campesin@s, así como los millones que han buscado refugio particularmente en Venezuela y Ecuador. La llegada súbita de estos grandes contingentes humanos ha causado graves problemas a Venezuela en las áreas de educación, salud, vivienda, alimentación, empleo, delincuencia paramilitar, identificación, etc. (Vargas 2007) El gobierno bolivariano del Presidente Chávez ha logrado, mediante grandes inversiones en gasto social, corregir la injusticia y la discriminación que eran como la política de Estado de la IV República hacia los desplazad@s colombiano@s, que hoy día se han convertido en un componente importante de la fuerza de trabajo venezolana. Si estalla la paz en Colombia, posiblemente muchas de esas personas desplazadas retornarían a su país de origen, creando así una nueva situación social en Venezuela que deberá ser objeto de análisis y estudio. Como vemos, el tema de la guerra y la paz en Colombia no puede ni seguir siendo un tema tabú ni tratado de manera ingenua, por el contrario, es un escenario que debería ser estudiado
conjuntamente por científic@s sociales de Venezuela, Colombia y Ecuador. De la misma manera, se podrían establecer mesas de diálogo y discusión con los científic@s sociales de los países más directamente afectados por la guerra en Colombia como es el caso de Venezuela y Ecuador, y con los de otros países de Suramérica, Estados Unidos y Europa donde existen también grandes comunidades de colombian@s desplazados por la guerra civil. El problema humanitario de dicha guerra, si bien tiene su origen en las desigualdades e injusticias que han caracterizado la historia del pueblo colombiano, ha terminado por afectar a otras sociedades, a otros países que han recibido el enorme flujo de desplazad@s y migrantes colombian@s que huyen de la violencia política en su país natal. Bibliografía citada: Acosta-Saignes, Miguel. 1983. Bolivar: acción y utopía del hombre de las dificultades. Ediciones de la Biblioteca. Universidad Central de Venezuela. Colección Historia XIII. Caracas. Britto-Garcia Luís. 2009. América Nuestra. Vol. I. Fondo Cultural del Alba. Caracas. Venezuela. Lievano Aguirre, Indalecio. (SF). Los grandes conflictos sociales y económicos de nuestra historia. 4 vols. Ediciones Nueva Prensa. Bogotá. López de la Roche, Fabio. 1989. Colombia: la búsqueda infructuosa de la identidad. Memorias del Simposio Identidad Etnica, Identidad Regional, Identidad Nacional: 283-307. V Congreso Nacional de Antropología. Villa de Leyva. Instituto Colombiano de Antropología. Bogotá. Sanoja, Mario. 2007. Memorias para la integración. Ensayo sobre la diversidad, la unidad histórica y el futuro político de Sudamérica y El Caribe. Col. Milenio Libre. Monte Ávila Editores Latinoamericana. CA. Caracas. Sanoja, Mario e Iraida Vargas-Arenas. 2008. La Revolución Bolivariana: Historia, Cultura y Socialismo. Monte Ávila Editores Latinoamericana C.A. Colección Milenio Libre.
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MARK WEISBROT*
Campaña mediática internacional contra las próximas elecciones parlamentarias V
enezuela tiene una elección para su asamblea nacional en septiembre, y la campaña ha comenzado en serio. Me refiero a la campaña internacional. Esto se lleva a cabo principalmente a través de los medios de comunicación internacionales, aunque algunos se extienda a los medios venezolanos. Se trata de muchos funcionarios públicos, especialmente en los EE.UU.. El objetivo será generar tan mala prensa tanto como sea posible acerca de Venezuela, para desacreditar al gobierno, y de deslegitimar las elecciones de septiembre - en caso de que la oposición debe elegir al boicot, como lo hicieron en las últimas elecciones legislativas, o negarse a reconocer la resultados si pierden. No hay necesidad de conspiración, ya que los principales actores todos sabemos qué hacer. De vez en cuando algunos se deducirá de las páginas debido a la falta de coordinación. Un ejemplo fascinante de esto ocurrió la semana pasada cuando el senador John McCain trató de que Doug Fraser General del Comando Sur de EE.UU. para respaldar sus acusaciones de que Venezuela apoya las actividades terroristas. Al testificar ante el comité de servicios armados del Senado el 11 de marzo, el general Fraser contradice McCain: “Hemos seguido muy de cerca para ver ... No hemos visto ninguna conexión específica que pueda comprobar que ha habido una conexión directa de gobierno a terroristas”. ¡Uy! Al parecer, Fraser no consiguió la nota que el equipo de Obama, no sólo McCain, está en el modo completo de la campaña contra Venezuela. Al día siguiente, se publicó una declaración retractándose de su testimonio: “Subsecretario Valenzuela [del Departamento de Estado de América] América del oficial y he hablado esta mañana sobre el tema de los vínculos entre el gobierno de Venezuela y las *CODIRECTOR DEL CENTRO DE INVESTIGACIÓN ECONÓMICA Y DE POLÍTICAS (CENTER FOR ECONOMIC AND POLICY RESEARCH - CEPR) EN WASHINGTON
FARC. No es igual a cero la luz del día entre las dos posiciones y estamos totalmente de acuerdo. “En efecto, existe clara y documentada la evidencia histórica y permanente de los vínculos entre el gobierno de Venezuela y las Farc ... estamos en alineación directa con nuestros socios en el departamento de Estado y la comunidad de inteligencia”. Bueno, es bueno saber que los Estados Unidos todavía tiene el control civil sobre los militares, al menos en el hemisferio occidental. Por otra parte, sería aún mejor si la verdad contado para nada en estas audiencias en el Congreso o en los círculos de política exterior de Washington en general. aparentemente forzada inversión general y torpe El pasó desapercibida para los medios de comunicación. Los “documentados y pruebas históricas y actuales” que se menciona por el general Fraser hace referencia al material que presuntamente proceden de ordenadores portátiles y discos duros que presuntamente fueron encontrados por el ejército colombiano en una incursión a través de la frontera hacia el Ecuador en 2008. No importa que se trata de los mismos militares que se ha encontrado que han matado a cientos de adolescentes inocentes y los vistieron con ropa de guerrilleros . Estas computadoras portátiles y discos duros seguirá siendo explotado anteriormente
por no divulgada “evidencia”, que luego se desplegará en la campaña contra el gobierno venezolano. Nos pedirá que asumir que el “documentos capturados” son auténticos, y la mayoría de los medios de comunicación lo harán. La secretaria de Estado de EE.UU. Hillary Clinton y sus ataques ‘en Venezuela durante su viaje a América del Sur fueron una de las salvas de apertura de esta campaña . La mayor parte de lo que sigue es predecible. Habrá editoriales llenos de odio en los principales periódicos, dirigidos por el consejo editorial neoconservador del Washington Post (también conocido como Fox en la calle 15). Chávez será acusado de reprimir a los medios de comunicación, aunque la mayoría de los medios venezolanos - según lo medido por la audiencia - está todavía controlado por la oposición. De hecho, los medios de comunicación en Venezuela es mucho más aún en la oposición al gobierno de lo que nuestros propios medios de comunicación en los Estados Unidos, o para el caso en la mayor parte del mundo. Pero la prensa internacional se intenta transmitir la imagen de que Venezuela es Birmania o Corea del Norte. En Washington DC, si lo intento transmitir en una frecuencia de radio FM sin una licencia de transmisión jurídica, que se cerrará. Cuando esto sucede en Venezuela, se informa de la
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censura. Aquí nadie se molestará en ver la legalidad o la información, al menos de todos los expertos y escritores de editoriales, o incluso muchos de los periodistas. La economía venezolana estaba en recesión en 2009, pero probablemente comenzará a crecer de nuevo este año. La prensa de negocios de ignorar el crecimiento económico y el bombo de la inflación, como lo han hecho durante los últimos seis años, cuando el crecimiento económico del país redugeron la tasa de pobreza a la mitad y la pobreza extrema en un 70% (que también fue ignorado). Las resoluciones se presentó en el Congreso de EE.UU. condena a Venezuela por lo que sea. El gobierno de EE.UU. seguirá derramando millones de dólares en Venezuela a través de USAID, y se niegan a revelar los beneficiarios. Esta es la parte no-encubierta de sus fondos para la campaña dentro de Venezuela. La única parte de esta historia que no es predecible es lo que el resultado final de la campaña internacional será. En las elecciones legislativas del pasado Venezuela de 2005, la oposición boicoteó las elecciones nacionales, con al menos tácito apoyo de la administración Bush. En un intento de deslegitimar el gobierno, renunció a ganar probablemente por lo menos el 30% de la legislatura. En ese momento, la mayor parte de los medios de comunicación - y también la Organización de Estados Americanos - rechazó la idea de que la elección fue ilegítima, simplemente porque la oposición boicoteó. Pero eso fue bajo la administración Bush, que había perdido algo de credibilidad en el golpe de Venezuela, debido a su apoyo para el año 2002, y por otras razones. Podría ser diferentes en una administración de Obama. Por eso es tan ominosa para ver un montaje de esta administración no provocada, obvia campaña de forma transparente para deslegitimar al gobierno venezolano antes de una elección nacional. Esto parece ser una señal a la oposición: “Nosotros le apoyaremos si deciden regresar a una estrategia insurreccional”, ya sea antes o después de las elecciones. El Departamento de Estado EE.UU. está jugando un juego feo y peligroso.
Parábolas de la traición Y
en aquellos tiempos sucedió que Judas, con las treinta monedas tintineándole en el bolso, vio pasar un tumulto y en medio de él al Hijo del Hombre cargando la cruz que su delación le había acarreado. Y he aquí que habló el Iscariote: “Señor ¿Cómo puedes decir que te he traicionado? Tú me sentaste a tu lado sabiendo que soy publicano, un hombre cuya vida es contar dinero. Me buscaste durante tus juntillas con publicanos y gentiles y mujeres públicas. Hiciste posible mi infamia encomendándome garantizar tu seguridad y la de tus fieles. Tú lavaste mis pies y ungiste mi frente, recomendando a tus creyentes que tuvieran en mí la misma confianza que en Ti. Tú protegiste mi acto declarando que uno de los discípulos traicionaría, pero negándote a dar mi nombre. Tú mismo recibiste ante todos mi beso, el beso de quien todo lo tasa en dinero. Y preguntóle uno de los sayones: “¿Qué harás con tus treinta monedas?” Y contestóle el Iscariote: “Comprar una cuerda, pues ya nadie podrá confiar en un hombre que ha apagado la Luz del Mundo”. Parábola del corrupto
Y vivían los primeros cristianos mil estrecheces, pues todo lo habían dado por la Causa. Y el Iscariote los exhortó a hacer gran fiesta para recibir entre sus filas y favorecer con sus votos a un corrupto, delator, traficante de influencias, cuartorrepublicano, neoliberal, promotor de casinos y saltador de talanqueras. Y ante el escándalo de los fieles, los apostrofó el Iscariote: “¿Mas no sabéis que habrá más alegría por un corrupto pródigo que condesciende a unírsenos, que por los veintisiete millones de honrados a quienes robó?” Parábola de la doble religión Y he aquí que Judas Iscariote propuso la doctrina de la Doble Religión. Y he aquí que los romanos *ESCRITOR, ENSAYISTA,
DRAMATURGO, INTELECTUAL
podían hacerse cristianos sin perder su fidelidad, obediencia y deberes de lealtad y defensa militar hacia el Imperio Romano. Y he aquí que los fariseos podían sacar pasaporte cristiano manteniendo su fe, su fidelidad, su obediencia y sus deberes de lealtad y defensa militar hacia sus autoridades fariseas. Y he aquí que los filisteos podían tener ciudadanía cristiana conservando ciudadanía, fidelidad, obediencia y deberes de servicio militar hacia el filisteismo. Y hete aquí que entre todos encerraron a los que sólo eran cristianos, y los echaron a los leones. Parábola del buen samaritano Y sucedió que el Buen Samaritano quiso votar. Y se le presentó el publicano para enumerarle los nuevos requisitos para el ejercicio del sufragio: “Y para votar deberás tener computadora e impresora y modem y conexión a la web y abrir una página de informática reposera que nunca abre y cierra fuera de horario laboral y en feriados. Y llenarás en pantalla un formulario redactado por fariseos de una manera tan complicada que no la descifrarán ni los sabios del sanedrín a menos que contrates un publicano gestor, a tus órdenes. Y una vez lleno e impreso el formulario indescifrable de informática peatonal peregrinarás a pie para hacer cola desde las cuatro de la madrugada ante oficinas que sólo atienden el día del número de tu cédula según la fase de la luna dentro de cinco o seis meses. Y en cuanto llegues a la taquilla te informará el publicano que debes llevar partida de nacimiento nueva, nuevo certificado del Seniat y nuevo registro de Sencamer, a ser todos renovados periódicamente. Y te añadirán que debes presentar certificado del Ince de que no tienes más de seis empleados. Y te preguntarán que dónde está la constancia de residencia que sólo puede expedir el Consejo Comunal, mas el recibo del Seniat que cuesta medio salario mínimo, para lo cual se requiere antes el cumplimiento de los requisitos mencionados, mas otros mil de los
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MARIADELA LINARES/ÚLTIMAS NOTICIAS LUIS BRITTO GARCÍA*
que sólo podrán informarte abriendo la página web que nunca abre”. Parábola de la venta del rebaño Y el Buen Samaritano sintió hiel en su corazón, pues vivía pastoreando un rebaño, y de ocuparse en tantas diligencias morirían sus ovejas, de modo que decidió venderlas todas para pagar al gestor a fin de que cumpliera tan implacables trámites. Mas he aquí que dijo el gestor: “Para vender cada oveja necesitas certificado del veterinario de que no tiene brucelosis, tuberculosis ni triquinosis, para movilizarlas ante el veterinario necesitas permiso de la Guardia, para venderlas requieres autorizaciones del Ministerio de Agricultura y Tierra, y el costo de realizar todos esos trámites es igual al precio del rebaño”. Parábola del gestor del sufragio Y sobrecogió al Buen Samaritano un sudor de sangre, pues veía que no podía ejercer ningún derecho sin contratar un gestor, y no podía contratar un gestor sin perder todos sus derechos. “Me venderé como esclavo, y con el precio te contrataré como gestor para que votes en mi lugar”, dijo con amargura en su corazón. “¿Y cómo quieres que vote en tu nombre”? preguntó el publicano. “Contra quienes me han
reducido a la miseria con su Calvario de trámites. Pero, ¿Cómo sabré que cumplirás mi voluntad?”, preguntó el Buen Samaritano. Y contestó el gestor publicano: “¿Cómo dudas de que para complacerte acabaré con el infierno que me alimenta?” Parábola del paramilitar Y en aquellos tiempos los imperialistas romanos habían establecido siete bases militares en Tierra Santa, y dos más allí mismo en las Islas Bienaventuradas, y todavía dos más en el Istmo, y la IV Flota Imperial de galeras hería con sus espolones las aguas, y amenazaba Herodes con seguir la matanza de los falsos positivos inocentes. Y por aquellos días los paramilitares filisteos entraban como Pedro por su casa por las fronteras, y cobraban vacuna, y establecían alcabalas, y legitimaban capitales con bingos, garitos y casinos, y sicariaban a los luchadores sociales palestinos. Y el Buen Samaritano, a quien los paracos habían incendiado su casa y matado a su familia, acudió ante el Hijo del Hombre a preguntarle qué había de hacer. “Si alguien golpea en una mejilla, hay que poner la otra para ser golpeado”, contestó el Elegido. “Sí”, respondió el Buen Samaritano “pero en lugar de tu mejilla, la que recibe el golpe es la mía”.
Fascismo en la UCV Cuando esta articulista cursaba CS, tuvo el privilegio de recibir clases de Pedro Duno. Ese querido y recordado profesor tenía entre sus méritos no sólo una sobrada sapiencia, sino un desarrapado estilo para enseñar que le permitía el lujo de saltarse ridículas normas, como la de la pasar lista, porque sabía que la profundidad de su enseñanza filosófica le garantizaba masiva asistencia. Simplemente hacía circular una hoja que cada quien firmaba si quería (donde hasta declaraciones de amor recibía). A nadie se le hubiera ocurrido abrirle un expediente a Pedro Duno por saltarse la ridícula regla de la lista. Él era un lujo en esa escuela. Pero con Chávez, regresaron los tiempos medievales a la UCV y hoy en día se acosa a estudiantes y profesores que osen expresar alguna simpatía por el Gobierno. Son marcados y perseguidos por los inquisidores ucevistas. Ya en 2003 dedicamos unas líneas a abordar el caso de una profesora de Ciencias, Leyla Zambrano, a quien le abrieron un expediente por haber estimulado una discusión de ideas a propósito de una película, en pleno apogeo del paro petrolero. Zambrano se vio forzada a jubilarse. En Agronomía está sucediendo un caso similar. A la profesora Delia Polanco, se le ocurrió ilustrar las diferentes políticas agrícolas sustentadas por los últimos gobiernos, con fotografías de los distintos presidentes, Chávez incluido. Un ofendido estudiante acusó a Polanco de hacer “proselitismo político”. El acuseta fue desmentido por un nutrido grupo de sus compañeros de clase, pero eso no fue suficiente. Le abrieron un expediente bajo la banal y estúpida excusa de que ella tampoco pasa lista y hoy corre el riesgo de perder su cargo, sin que en su caso esté de por medio el beneficio inmediato de la jubilación. La cartilla antichavista les es leída descaradamente a todos los recién llegados a la UCV, los actos “proselitistas” de la derecha plenan los espacios de esa casa de estudios, a los chavistas de Sociología los iban a quemar vivos dentro de su escuela y a Polanco la quieren botar, simplemente porque es una intrusa en ese mundo fascista. Es hora de que el ratón deje de perseguir al gato.
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EDWIN HERRERA SALINAS*
Martha Harnecker: La crítica pública conviene y ayudaría al proceso M
arta Harnecker es investigadora del Centro Internacional Miranda, en Venezuela. Sus libros “Los conceptos elementales del materialismo histórico” y “Cuadernos de Educación Popular”, fueron ampliamente utilizado por organizaciones obreras para la formación de sus militantes durante los años 70. En esta entrevista opina sobre la actualidad en América Latina y señala que el subcontinente está en “una ola revolucionaria”, pero alerta sobre los peligros. -¿Cuál es la característica de la izquierda latinoamericana hoy? -Hace 20 años, cuando cayó el muro de Berlín, no se veía la revolución en el horizonte cercano. Pero, no pasó mucho tiempo cuando empezó a producirse un proceso en América Latina con (Hugo) Chávez. Hemos ido conquistando los gobiernos con programas antineoliberales, aunque no todos los gobiernos hacen una práctica económica antineoliberal. Ha ganado una nueva izquierda. La mayoría de los triunfos no se debe a partidos políticos, salvo el caso del Brasil con el Partido de los Trabajadores. En general, han sido o figuras carismáticas que reflejan el sentir popular de rechazo al sistema o en muchos casos movimientos que han surgido de la resistencia al neoliberalismo y que han sido la base de apoyo de estos nuevos gobiernos. Los gobiernos que dan más garantías de que habrá un proceso real de cambio hacia una sociedad alternativa son los que se apoyan en sus pueblos organizados, porque la correlación de fuerzas no es idílica. Tenemos un enemigo muy importante que no está muerto. Está preocupado por la guerra en Irak, pero el poder del imperio es muy fuerte y está tratando de frenar este proceso que parece incontenible. -¿Y qué pasa con el pensamiento político? *PERIODISTA DE LA RAZÓN, BOLIVIA
-Se trata de una renovación del pensamiento de izquierda. Las concepciones de las revoluciones que nosotros defendíamos en los 70 y 80, en la práctica, no han ocurrido. Entonces, el pensamiento de izquierda ha tenido que abrirse a las nuevas realidades y buscar nuevas interpretaciones. Ha tenido que haber más flexibilidad para entender que los procesos revolucionarios, por ejemplo, pueden empezar con simplemente llegar al gobierno. Las transiciones que estamos realizando no son las clásicas, donde se tomaba el poder del Estado y desde allí se podía hacer y deshacer. Hoy en día estamos conquistando el gobierno y desde allí estamos avanzando. - ¿Diría usted que estamos montados sobre una ola revolucionaria? -Yo creo que sí, estamos en un proceso de este tipo. Que tendrá altos y bajos, también es verdad. Es interesante pensar la situación en Chile. Ahí se perdió, pero fue uno de los procesos menos avanzados. Chile siempre privilegió su relación con Estados Unidos, la izquierda socialista no fue capaz de entender la articulación necesaria que debemos tener (en la región) y jugó a tratados bilaterales. Durante la época de (Augusto) Pinochet se desmanteló la industria nacional y la izquierda no supo trabajar
con la gente. Era muy de cúpula, muy de espacios políticos, muy de clase política, mientras la derecha hacía el trabajo en las poblaciones. -¿Qué rol le asigna a Bolivia en este contexto? -Yo estuve (en Bolivia) hace un año y medio. La situación era completamente diferente: estaban en pugna y había luchas regionales. Ahora siento que ustedes han dado un avance enorme, en cuanto a conquistar del gobierno espacios de poder. La correlación de fuerzas en la Asamblea (Legislativa Plurinacional), los esfuerzos de separatismo que fueron vencidos y el éxito de la política económica moderada e inteligente han demostrado al pueblo cómo con la nacionalización de los recursos básicos se pueden hacer programas sociales y ayudar a los sectores más desvalidos. Hay también algo cultural, moral. Este pueblo tiene algo que muchas veces las estadísticas no cuentan, la dignificación de un pueblo. Así como en Cuba muchos periodistas esperaban que cayera el socialismo cubano por el efecto dominó, no ocurrió porque en ese pueblo más que el estómago cuenta la dignidad. Escuché de mejoras (en Bolivia), pero todavía subsisten grandes bolsones de pobreza. Sin embargo, aun el más pobre de los ciudadanos se siente
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dignificado por el tipo de gestión gubernamental que se ha tenido, por el estilo de Evo Morales, que entiende que su fuerza está en el pueblo organizado. Para mí, es como un símbolo de lo que tienen que ser nuestros gobernantes ante las dificultades. en lugar de transar y entregar el proceso a decisiones cupulares, se apoyan en un poder organizado que le da la fuerza para seguir adelante. Tenemos que entender que necesitamos la presión popular para ir transformando los Estados, es decir, no asustarse por la presión popular, no asustarse porque hacen huelgas a veces contra las desviaciones burocráticas del Estado. Lenin, antes de morir, decía que eran tales las desviaciones burocráticas del Estado que el movimiento popular tenía derecho a hacer huelgas en su contra y que era para perfeccionar el Estado proletario. Este tipo de presiones son distintas a las huelgas para destruir. Los movimientos sociales tienen que entender su papel constructivo y, si hacen algún gesto de presión, es para construir, no para destruir. -¿Cree que los bolivianos podemos capturar el poder y no sólo el gobierno? - Creo que se dará conforme se vayan ganando espacios y, bueno, el poder también está en el pueblo organizado. El socialismo que queremos, que puede llamarse socialismo, comunitarismo, plenitud humana, lo que sea, está buscando una sociedad plenamente democrática, donde la persona pueda desarrollarse, donde se respeten las diferencias, donde, a través de la práctica de la lucha, de la transformación, vaya cambiando la cultura ideada. Uno de los grandes problemas es que estamos tratando de construir una sociedad alternativa con una cultura heredada, individualista, clientelar.... Aun nuestros mejores cuadros están influenciados por esta cultura. Entonces, es un proceso de transformación cultural. Los hombres se transforman en la práctica, no por decreto. Se tienen que crear espacios o reconocer espacios de participación que ya existen, porque el gran problema del socialismo que cayó es que la gente no se sentía constructora de la nueva sociedad. Recibía del Estado becas, educación, salud, pero no se sentía constructora de esa sociedad.
-¿Qué debilidades ve usted en el proceso boliviano? -Uno de los problemas se refleja en la dirección de los cuadros, acostumbrados a entender que cuando llegamos a un cargo, como que nos transformamos. Somos muy democráticos cuando trabajamos en un movimiento, pero cuando llegamos a un cargo somos autoritarios. No entendemos que en la sociedad que queremos construir, el Estado tiene que fomentar el protagonismo de la gente, no suplantar las decisiones. Ocurre que en algunos gobiernos conquistados por la izquierda, los gobernantes han creído que les toca resolver los problemas de la gente y no entender que los problemas se resuelven con la gente. Si nuestros gobernantes son sabios, tienen que ser impulsores de las iniciativas populares para que el pueblo se sienta conquistado. El paternalismo de Estado, en la construcción del socialismo, puede servir al comienzo, pero tenemos que crear el protagonismo popular. -¿Esta debilidad puede derivar en no tener cuadros? -Por supuesto que puede. En el último libro he desarrollado el capítulo final -El instrumento político que necesitamos para el siglo XXI. El concepto de las palabras “instrumento político” siempre me ha parecido interesante. Yo insistía en el 99 en que usáramos instrumento político, porque partido, en algunos casos, era un término desgastado. Interesaba que creásemos una instancia de acuerdo a las necesidades de la nueva sociedad y no copiáramos esquemas de partidos ya obsoletos. Partido, clásicamente, ha sido un grupo de cuadros que, en el fondo,
buscaba prepararse para asumir cargos de gobierno, para conquistar elecciones, con métodos de trabajo que copiábamos del partido bolchevique, que eran democráticos, no eran clandestinos. Trasladábamos mecánicamente esa estructura. La renovación de lo que eran nuestros partidos, más los movimientos sociales que participan en esta conducción política, son instrumentos que parten de los movimientos sociales como el MAS o el Pachakuti en Ecuador, son instrumentos que se crearon a partir de los propios movimientos. El instrumento conductor no es un partido, son varios, es un frente nacional popular. No hay que olvidar que venimos de procesos en que la izquierda era oposición, no gobierno, y una de las cosas que aprendemos, cada vez que ganamos un gobierno local o nacional, es cuán distinto es ser izquierda de oposición que ser izquierda de gobierno. Por eso, consideramos que los instrumentos políticos, frentes o lo que fueran, tienen que ser la conciencia crítica del proceso. Lo que ocurre muchas veces, o casi siempre, es que hay una fusión de los cuadros del Estado con los cuadros del partido. Y eso, por escasez de cuadros. - ¿En qué consiste, según usted, la crítica pública? - Hasta hace poco la izquierda, yo misma lo entendía así, tenía que lavar los trapos sucios en familia. En Cuba, por ejemplo, siempre se hacía eso y cuando hablábamos a la prensa, se decía: “Oye, ten cuidado, no vayas a decir algo que le sirva al enemigo”. Lo que pasaba en realidad es que hay grandes peligros de formación, hasta en Cuba los hubo. Es decir, el Estado, el poder corrompe si no se tiene un control. Por eso, creo mucho en las comunidades controlando, de lo contrario viene el dinero fácil y por distintos justificativos los miembros del Estado empiezan a tener una vida distinta, ya sea porque reciben mayor salario, cosa que no ocurre muchas veces, o porque reciben muchos regalos. En la entrevista que le hizo (Ignacio) Ramonet a Fidel, Cien horas con Fidel Castro, descubrimos que (el ex presidente cubano) decía: “En nuestro país se ha practicado la crítica y la autocrítica en pequeños grupos, pero eso ya están
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desgastadas. Necesitamos que se haga en aulas de clases, en plazas públicas… el enemigo lo aprovechará, pero más lo hará la revolución”. Estoy convencida de que nuestros gobernantes deben tomar la crítica pública como algo sano, claro, con determinadas normas, como por ejemplo grandes sanciones para las críticas no fundamentadas, porque en Venezuela se usa la acusación de corrupción en contra de cualquier enemigo político (y) entonces se destruye a gente sin ningún fundamento. Se necesita una crítica fundamentada, una crítica que ofrezca propuesta. Es muy fácil criticar, pero qué propones tú. Cada persona que critique debería tener una propuesta, sino que no critique. También hay que tratar de agotar los espacios internos. Si el gobierno está abierto a recibir la crítica y reacciona a tiempo, pues no hay necesidad de hacerla pública. Debe haber como una clara conciencia (en nuestros países) de que si tú no actúas bien, hay alguien que revelará tu mala actuación. Es como una presión moral. La historia muestra que no por ser de izquierda somos santos. Todos tenemos debilidades, tenemos posibilidades de desviarnos. El pueblo debe estar alerta y la intelectualidad crítica es muy importante. Los intelectuales no son capaces de medir la correlación de fuerzas, tienen sus esquemas y a veces son utópicos para el momento; sin embargo, reflejan cosas posibles y muchas veces la historia les da la razón. Estamos en un mundo de la información, no hay cómo ocultar las cosas. Si nosotros las sabemos, el enemigo (también) las sabe. Sería mejor que nosotros seamos los primeros en levantarlas (solucionarlas), porque así le quitamos un arma al enemigo. Me parece que nos conviene la crítica pública y si nuestros gobernantes lo entendieran, ayudaría mucho al proceso, ayudaría mucho a luchar contra la corrupción y el burocratismo. -¿Tuvo oportunidad de transmitir esto de la crítica pública a nuestros gobernantes? -No he podido hablar con Evo... En Venezuela somos un grupo de gente que hicimos este esfuerzo. No fuimos bien comprendidos por muchos, entendemos que el Presidente lo ha entendido.
escuchar, porque a veces los gobernantes no escuchan o escuchan a los que los rodean. Entonces viene una visión del gobernante del país que no es la real. No sé si en este país pasa, pero en Venezuela, cuando Chávez anuncia que va a ir a un lugar, pintan las calles y las casas por donde pasará el Presidente o ponen el aire acondicionado en la escuela que visitará y después, al día siguiente, vienen a sacarlo. Esas cosas sólo pueden ser paradas por una población organizada y una sociedad abierta a la crítica.
Estamos de acuerdo con la crítica pública, aunque hubo un momento en que parecía que nos iban a cortar la cabeza. Ahora parece que nos han entendido y nos están dando posibilidades de otro tipo y creo que eso es muy importante, realmente. El socialismo del siglo XXI que queremos construir es una sociedad inmensamente democrática que no teme a la critica. La crítica pública parte del dolor, no del odio ni la destrucción, parte de que queremos una sociedad en la que triunfe el proceso revolucionario, y cuando vemos deficiencias nos duele, porque queremos construir algo mejor. No es la crítica de la derecha que se basa en nuestras debilidades para destruirnos. No. Nuestra crítica es para construir, para solucionar. La cosa más maravillosa que nos pasó, cuando hicimos las críticas (en Venezuela), fue que el pueblo se sentía completamente identificado con este grupo de gente porque era lo que sentía y no tenía cómo expresarlo. - ¿Quién se beneficia con la crítica pública? -Cuando fui Directora de la revista política Chile Hoy, hicimos una forma de crítica pública. A veces, la crítica de los intelectuales o de los periodistas cae mal, porque a veces somos un poco prepotentes. Pero en Chile Hoy, le poníamos el micrófono al pueblo organizado y decía lo que veía mal del proceso. Nuestra revista tenía información del gobierno, pero la característica que más me apasionaba eran las opiniones de los cordones industriales, de los mineros del cobre. Por eso, me gustó mucho cuando Evo dijo que hay que aprender a
- ¿La crítica pública es aceptada? - Me gustaría polemizar sobre este tema, me gustaría que si hay compañeros que piensan que esto es errado, me lo digan, pero yo he visto experiencias históricas. Tú sabes que el presidente Mao Tse Tung, durante toda su vida estuvo preocupado por las desviaciones burocráticas y la corrupción. Hizo como seis o siete campañas que no dieron resultados porque la gente que las dirigía era del aparato del partido. Eran los burócratas que buscaban cómo hacer las cosas para no salir criticados. Entonces, la revolución cultural fue una apertura a la crítica pública, aunque el libro de un chino que vivió la revolución cultural, se fue a Estados Unidos a estudiar y luego volvió, analizó cómo sectores del partido radicalizaron las palabras del jefe, ridiculizaron su pensamiento e hicieron que sea rechazado. Hicieron barbaridades, como cortar el pelo a la gente. Eran los que querían destruir el proceso. Por eso hay que poner normas claras, no podemos hacer una crítica anárquica, que destruya. Aprendí de un grupo venezolano comunitario que me invitó a una reunión en la que me dijeron: “Nadie tiene derecho a hablar o proponer si no asume la propuesta”. Eso acaba con los parlanchines que les encanta hablar en las reuniones y nunca hacen nada. La gran virtud del Che, más que la lucha guerrillera y la valentía frente al imperialismo, fue la consecuencia entre el pensamiento y la acción. Y eso es, por ejemplo, lo que atrae a la juventud europea. Me asombré cuando fui a Europa en un recordatorio de la muerte del Che, en el 87, al ver cómo convocaba a la juventud. El misterio no era que querían ser guerrilleros, sino la consecuencia del Che entre el pensamiento y la acción.
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Cubanos: el capitalismo es altamente contagioso
RAÚL BRACHO/APORREA
C
uando Ernesto Guevara, el Che, define la mujer y el hombre nuevo, nos explica que el avance de la conciencia de los nuevos valores siempre estará amenazado por el capitalismo y su putrefacción y que hasta tanto no sea superada la sociedad capitalista, no se podrá hablar de la mujer y el hombre nuevo como algo ya concluido. En mis observaciones durante mis distintos viajes a Cuba, cuando el espíritu se nos llena con ese aire tan hermoso que es la dignidad y el valor del cubano, de la conciencia tan clara que encontramos en cualquiera con quien conversamos, siempre me decía para mis adentros, que si bien el bloqueo económico causa aun muchas penurias a este pueblo, ese bloqueo era lo más estúpido que hubiera podido hacer el capitalismo en contra de si mismo, pues alejó a Cuba de la incesante oferta del mercado capitalista: entiéndase por esto de la obsesión por los diseños de marcas, por el estatus que artificialmente pretenden vendernos con la adquisición de toda su basura y con la esclavitud, económica y moral al consumismo capitalista. Castigar a Cuba más bien fue premiarla. Desde el limpio azul de los cielos de Cuba, quizá el menos sucio por monóxido de carbono, hasta el alma de cada cubana y cubano que permanecen no contaminadas por la vorágine industrial no hace sino demostrarnos esto. La revolución cubana nació de un divorcio ante el modelo del capital, tuvo que crear inmediatamente valores sustitutos, el socialismo va más allá de tener y disfrutar un par de zapatos Nike, Cuba desde su inicio tiene que aprender que mucho más importante es su autoestima como pueblo, su dignidad ante si mismos y ante los demás. Esto no quiere decir que tan solo por se cubano se es inmune al capitalismo. En un mundo bombardeado por una oferta desmedida de obsoletas mercancías, nadie está ajeno a caer en tentaciones. La oferta de mercancías recubiertas con la imagen publicitaria que las llena de prestigio, de signo de distinción y todas esas ridiculeces que no por ridículas dejan de funcionar y de llenar de apetencia a casi todos, en Cuba y en Haití un par de zapatos Nike son algo más que un par de zapatos, igual en Italia o en el Polo Norte, mientras la sociedad de la competencia, de la oferta y la demanda, del consumo inducido por medios hipnóticos y alienantes funcione, todos estamos en riesgo. Así que nunca he *DISEÑADOR INDUSTRIAL, PUBLICISTA, ESCRITOR, GENERAL DE LA FUNDACIÓN HOMBRE NUEVO
DIRECTOR
visto como anormal que una cubana disfrute andar su hermosa figura frente al Capitolio con uno jeans desteñidos y su celular en la mano. Lo malo no son el jeans ni el celular, lo malo es toda la explotación bajo las que se crean estas mercancías, la sociedad capitalista que las produce y la injusticia en que todos puedan disfrutar los beneficios de estas mercancías, así que desearlas o preferirlas debe ser un acto conciente de que somos objeto de una penetración. Por tanto siempre he pensado que el bloqueo ha distanciado a Cuba de este mercado que en nuestros países es mucho más severo, y que esta lejanía obligada contribuyó a crear en Cuba su propio sistema de valores y que de a poco los procesos revolucionarios deben de brindar a sus pueblos mercancías que los satisfagan y que no estén cargados con el veneno de la explotación sino con el goce de lo social, de lo compartido para la felicidad de todos.. Las Misiones de cubanos que vienen a Venezuela deben de ser un ejemplo de esa mujer y hombre nuevo que nos pedía el Che, un viaje en misión a un país que lucha por su revolución no podrá ser para que el misionero venga acá a disfrutar y envenenarse de consumo capitalista. La oferta de dinero para traicionar a Cuba, es ya una costumbre. Algunos médicos terminaron en Miami vendiendo hot dog, pues luego de que son comprados y ser utilizados mediáticamente para desprestigiar la revolución es que se enteran que EE.UU. no validará nunca sus estudios como médicos integrales. Las misiones deberán protegerse de igual o mejor manera en contra del robo y la corrupción de sus funcionarios. Deberán protegerse hasta de la “flojera” capitalista. Un médico en Misión de Barrio Adentro tiene el deber de ejercer medicina comunitaria preventiva, es decir: salir a patear el barrio, a tocar la puerta de
cada miembro de la comunidad y conversar con ellos, integrarse y generar dinámicas sociales socialistas con la comunidad. Debemos estar atentos y denunciar si vemos que nuestros médicos cubanos se aburguesan y terminan jugando dominó en la terraza del C.D.I y olvidando sus compromisos revolucionarios, si terminan siendo solo compradores para enviar a Cuba mercancías y comerciarlas. Hay que tener bien claro que el capitalismo es profundamente peligroso y contagioso y es por ello que en Venezuela, que no es una Revolución que se divorció del modelo anterior, como Cuba, debemos dormir con el enemigo en la cama. Aquí la corrupción es y seguirá siendo por un tiempo un peligro muy inminente, pues a diferencia de los cubanos, una gran parte de nuestro pueblo no tiene la formación en nuevos valores y es más susceptible a morder el anzuelo. Si bien Cuba ha sabido sacar enormes beneficios morales a su revolución y a su situación económica tan estricta, Venezuela deberá estar demasiado atenta para no solo tratar de conseguir la siembra de los nuevos valores, sino para protegernos de nuestra situación económica de riqueza. Si a Cuba la pobreza la hizo tan rica en espíritus, en Venezuela la riqueza nos podría convertir en miserables sino combatimos frontalmente las flaquezas ante la corrupción y el dinero. Insisto en que la ética revolucionaria debería terminar siendo legislada y convertida en ley, el castigo a quienes se vendan y se corrompan, cubanos o venezolanos, debe ser implacable y ejemplar. Toda la contraloría social debe ser la fuerza popular para vigilar y denunciar a la menor sospecha de traición, de robo, de corrupción o aburguesamiento entre nuestros militantes, de cualquier nacionalidad.
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RAÚL ZIBECHI*
Socialdemocracia y progresismo L
os procesos políticos que suceden en el cono sur de América Latina suelen ser considerados, por unos cuantos analistas, en sintonía con la experiencia de las socialdemocracias europeas. Sin embargo, presentan particularidades que impiden utilizar conceptos nacidos en otros tiempos para comprender otras realidades, ya que los gobiernos llamados progresistas responden a procesos originales en un momento muy particular del capitalismo global. Después de la Segunda Guerra Mundial se generalizó en buena parte de Europa occidental un modelo que implicó una clara ruptura respecto a las socialdemocracias de las primeras décadas del siglo XX, incluso aquellas que fueron catalogadas como reformistas por los de la Tercera Internacional. Así, los nuevos partidos socialdemócratas controlaban los gran-des sindicatos a través de los cuales monopolizaron la representación del mundo del trabajo. En segundo lugar, aceptaron sin rechistar la economía de mercado y establecieron compromisos con las burguesías que se plasmaron en el estado del bienestar, que beneficiaba a las clases que en la preguerra habían luchado entre sí por la hegemonía en la sociedad. Por último, un vasto aparato de control partidario aseguraba el cumplimiento de los pactos sociales, correspondiendo a la socialdemocracia el control del trabajo en el taller a través de una vasta burocracia partidaria y sindical. En América Latina, lo más cercano a este modelo fue el varguismo en Brasil y el peronismo en Argentina, que se apoyaron además en la creación de grandes empresas estatales que jugaron un papel destacado en el proyecto desarrollista. Estos procesos, al igual que las socialdemocracias europeas, estuvieron estrechamente ligados a la potencia de la clase obrera organizada en sindicatos, donde la base tenía cierto margen de maniobra con el que las burocracias estatales y sindicales debían contar a riesgo de verse desbordadas desde abajo. Los trabajadores tenían derechos que no estaban en cuestión, y la mayor parte de los de abajo se referenciaban en esos derechos, ya sea *ANALISTA INTERNACIONAL URUGUAYO
para defenderlos o conquistarlos cuando aún no habían sido reconocidos. El progresismo sudamericano tiene una genealogía completamente diferente. Es, hijo del neoliberalismo, o sea de la impronta del capital financiero y del enorme poder de las empresas multinacionales, a las que hoy ningún Estado tiene capacidad de controlar. Las diferencias entre ambos proyectos no son menores. La cúspide del poder la comparten un Estado disminuido, incapaz de dirigir la sociedad, y capitales poderosos en los que tienen un peso considerable los fondos de pensiones, coadministrados por ex dirigentes de las centrales sindicales. Esto hace que hoy los estados apoyen los procesos de concentración y centralización del capital, que busca así competir en mejores condiciones en el mercado global. Es lo que está haciendo el gobierno Lula, apoyando fusiones y creando las condiciones para que las empresas brasileñas se conviertan en grandes multinacionales. En segundo lugar, los progresistas ya no hablan de derechos universales, sino de inclusión y ciudadanía, que pretenden construir en base a transferencias monetarias que son en realidad nuevas formas de clientelismo. Como han renunciado a cualquier reforma estructural, que creen espantaría a los inversionistas, se limitan a mitigar la miseria de las mayorías con migajas que no incomodan ni dificultan la acumulación ni la expropiación de los bienes comunes que realiza a diario el modelo extractivista. En tercer lugar, como no estamos ante un modelo productivo sino especulativo, financiero-extractivista, no puede haber ni derechos, ni Estado social, sino creciente marginalización de los de abajo, que se resuelve con asistencialismo y militarización de las barriadas periféricas.
En resumidas cuentas, profundización del capitalismo, desorganización creciente de la sociedad, domesticación de la mayor parte de los movimientos, y represión para los obstinados. Esto se completa con una novedosa asociación entre capital y Estado, convertido en una suerte de “central de inteligencia” que orienta la centralización y verticalización del capital, según la feliz expresión del sociólogo brasileño y fundador del Partido de los Trabajadores Luiz Werneck Vianna. Por lo que conozco, es en Brasil donde con mayor intensidad se está debatiendo la deriva del progresismo, quizá porque el nuevo imperialismo brasileño comandado por Lula, fue un golpe político inesperado para la generación de fundadores del PT. De la mano de los gobiernos progresistas, y a la sombra de la futura quinta potencia global, está naciendo un nuevo modelo de sociedad diferente de lo que conocíamos hasta ahora, como diferente es el modelo chino. El sociólogo Francisco de Oliveira, también fundador del PT, lo define como una base muy amplia de pobres y arriba una clase formada en el proceso de concentración y centralización del capital; que no son en rigor los clásicos burgueses, o sea que no están sólo los propietarios de los medios de producción sino una amplia camada de administradores, muchos de ellos provenientes de la izquierda y los sindicatos. Esta es una de las novedades. La segunda, es que los pobres tienen ahora acceso al consumo: teléfonos celulares, ropa de baja calidad, motos y a veces hasta coches en cuotas. Pero el poder del trabajo es cada vez menor, a diferencia de lo que sucedía con la socialdemocracia que, mal o bien, buscaba evitar un deterioro del poder de sus representados para mantener el suyo. Cuando el Estado ha sido cooptado por el capital centralizado y los movimientos convertidos en meras organizaciones, calco y copia de las ONG, relanzar la lucha social no será tarea sencilla. Entre otras razones, porque el progresismo y sus intelectuales buscan erradicar el espíritu crítico, la creatividad colectiva y el deseo de confrontación que caracteriza a cada ciclo de luchas.
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El liberalismo, triunfo ideológico de la derecha
EMIR SADER*
La crisis de 1929 había colocado al liberalismo a la defensiva o hasta fuera del campo ideológico de los debates, por existir consenso en culparlo de la anarquía de los mercados existente en la base de la mayor crisis vivida por el capitalismo. El modelo keynesiano, la economía soviética centralmente planificada y los modelos fascistas -especialmente en Alemania e Italia– tienen componentes antineoliberales tanto en el plano económico como en el político. El agotamiento del ciclo largo expansivo del capitalismo de la segunda posguerra permitió el renacimiento del liberalismo en el plano económico, con el diagnóstico de que solamente la desregulación de la economía permitiría recuperar el crecimiento. Fue un diagnóstico vencedor, ante el agotado keynesianismo –y con él la social democracia- y ante la ausencia de una interpretación anticapitalista que disputase la hegemonía del nuevo modelo ascendente, que retomaba las tradiciones liberales en el plano económico. Por otra parte, el fin de la URSS y del campo socialista permitieron recomponer la vigencia del liberalismo político, a partir de las teorías del totalitarismo –que partiendo de la polarización democracia/ totalitarismo como predominante para interpretar la historia contemporánea, busca amalgamar en dicha categoría al nazismo y al socialismo soviético-. El esquema formal de la democracia liberal ganó carácter de valor universal, convirtiéndose en la propia definición de la democracia, con sus reglas generales: elecciones periódicas, separación de los poderes del Estado, pluralidad de partidos, prensa “libre”, identificada como prensa privada. Esa ofensiva liberal – ya sea en las dos dimensiones la económica y la política o ya sea en una de ellas funcionó como un vendaval en el campo teórico arrasando con las resistencias keynesianas, especialmente en el campo de la izquierda. Como si, condenados al capitalismo, fuese mejor optar por *SOCIÓLOGO BRASILEÑO, SECRETARIO EJECUTIVO DE CLACSO
su versión “democrática”, es decir liberal, aunque estuviese acompañada del ideario económico neoliberal. Ya que sería un freno defensivo contra las recaídas –consideradas estructurales– del socialismo en totalitarismos. Un análisis fundamental de Perry Anderson demuestra como los teóricos clásicos de la radicalización de la democracia y en un caso, la fusión del socialismo y el liberalismo –como John Rawls, Habermas, Bobbioterminan defendiendo a las “guerras humanitarias” como forma de imponer los valores supuestamente universales del liberalismo (1) El eurocentrismo, ahora en la versión yanqui del “modo de vida usamericano” creció en todos los cuadrantes, conquisto aires de universalismo, se mareó con el derecho a invadir, destruir, ocupar, imponer su modo de vida, como si hubiese sido legitimado por un derecho universal. (Terminada la URSS, Tony Blair recicló la OTAN para transfomarla en un bastión de los “derechos humanos” en el mundo, acuñando la expresión “guerra humanitarias” nueva bandera de los imperios, especie de “imperialismo humanitario “ o de “imperialismo de los derechos humanos” contra las periferies). El socialismo reducido al destino totalitario, el capitalismo al inexorable destino de la democracia se redujo a la democracia liberal, el sistema económico a capitalismo.. Desaparecerán esas especificidades, con el socialismo desaparecerá también su antípoda –el capitalismo- como victoria
de la tesis del “fin de la historia”. Todo lo que aconteciere se producirá en el horizonte de la democracia liberal y de la economía de mercado, lo demás serían retrocesos, no avances. La fuerza ideológica de la derecha procede del renacimiento del liberalismo. Aun con el agotamiento del modelo neoliberal, su expresión política parece sobrevivir sin heridas, como si entre ellos no existiesen relaciones umbilicales. La democracia reinstaurada en el Brasil tuvo límites claramente liberales, que no alteraron las relaciones de poder –de la tierra, del dinero- heredadas de la dictadura, a tal punto que ha sido víctima indefensa de las políticas neoliberales, de absoluta mercantilización de la sociedad a las que resultó funcional. Superar el modelo neoliberal supone no solo desarrollar un nuevo modelo económico sino un modelo político que democratice profundamente las estructuras del Estado y se adapte a las necesidades de profunda democratización de nuestra sociedad: de la propiedad de la tierra, del capital financiero, de los medios entre tantos otros aspectos. Superar el neoliberalismo como un objetivo urgente significa también encarar la superación del liberalismo y del capitalismo. Crear un nuevo bloque social, político y cultural de fuerzas de nivel nacional que hegemonice el proceso de transformaciones antineoliberales, en una dinámica de construcción de nuevas formas de poder popular y de una sociedad humanista, solidaria, socialista. 1 Anderson, Perry, “Arms and Rights: The Adjustable Center”,en Spectrum, Ed. Verso, Londres 2005
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EDITORIAL DE BRASIL DE FATO
Brasil: El PT treinta años después E
l PT no fue un partido centrado apenas en perspectivas electorales, sino que realizó una contribución política muy importante a la clase trabajadora brasileña. El Partido de los Trabajadores, acaba de cumplir 30 años de vida- De hecho buena parte de los brasileños han votado ya en alguna elección, a algún candidato del PT o han participado en alguna movilización política encabezada por él. Es cierto que en un primer momento fueron los militantes los que ayudaron en la década de 1980, a construir el partido, militantes llegados de experiencias anteriores, de organizaciones políticas de formación marxista, comunistas y socialistas de diversos matices; cristianos progresistas y de izquierda de diferentes confesiones; militantes de los movimientos populares; e intelectuales que habían participado en las luchas contra la dictadura militar y por la democratización del país. Pero también es cierto que en los últimos años hemos visto llegar al PT a los neo petistas , que estuvieron siempre cerca por haber percibido el potencial del partido y que “adhirieron” en masa sobre todo luego de la llegada de Luiz Inacio (Lula) Da Silva a la presidencia de la República. Es decir elementos oriundos de sectores más conservadores y que anhelaban ventajas electorales acostumbrados a los hábitos del traspaso, una tradición política de nuestro país. Desde las grandes jornadas populares que antecedieron al golpe de 1964, solo a partir de la primera mitad de los años 1970 y en la década del 80 – por lo tanto apenas durante un corto período – nuestro país conoció una reactivación de las luchas populares. Fue en ese período de efervescencia social y política que surgieron varios partidos, organizaciones y movimientos de los trabajadores y del pueblo, de orientación izquierdista tales como el PT, la CUT(2) el MST(3) y las pastorales sociales. Esa organizaciones enfrentaron grandes desafíos políticos, como la reorganización de la izquierda
brasileña (destruida en parte por la dictadura) la reorganización de sus instrumentos políticos y la elaboración de un nuevo proyecto para el Brasil. En ese período de reactivación de la lucha política, el PT, junto con las demás organizaciones del movimiento sindical y social construyó una estrategia política y una importante elaboración teórica, sistematizada en el Programa Democrático Popular, cuyo horizonte era el socialismo. Para concretar esa estrategia atacó una combinación de varios frentes de acción. El primer frente era la lucha institucional, elegir prefectos, concejales, diputados, gobernadores y hasta presidente de la República, en el intento de ir acumulando fuerzas y avanzar en la democratización del Estado a través de la consolidación de importantes reformas tales como la de la educación, la reforma agraria, la reforma urbana y que llevaban como eslogan El Modo Petista de Gobernar. El segundo gran frente de dicha estrategia era el fortalecimiento de las luchas populares a través de la organización de varios movimientos sociales, de la apuesta a una nueva concepción sindical y a la incentivación
de las luchas políticas en una perspectiva de enfrentamiento al Estado y de la conquista de varias demandas sociales del conjunto de la clase trabajadora. Importantes intelectuales y cuadro políticos ayudaron a esa elaboración política y esa estrategia democrática y popular consiguió en diez años, construir uno de los mayores partidos de izquierda del mundo y proyectar uno de los liderazgos más importantes de la izquierda el hoy presidente Luiz Inácio (Lula ) Da Silva. Mientras tanto, en esa etapa de avances de luchas y de organización de la clase trabajadora dentro de la perspectiva de construcción del socialismo sufrió una importante derrota política en su frente institucional de lucha que fue la victoria del candidato Fernando Collor de Melo en la elecciones de 1989 lo que se transformó en una gran derrota de la estrategia elegida por el partido. Paralelamente fue en ese mismo período que se produjo la derrota del socialismo en el Este europeo, con la caída del muro de Berlín y con el avance del establecimiento del neoliberalismo en toda América Latina y en el Brasil. Y con el neoliberalismo tuvimos la reorganización de todo el mundo del trabajo, debilitando los movimientos
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CARLOS ENRIQUE BAYO*
Moscú: La ‘solución’ militar tiene efectos monstruosos De todos los espantos desatados en Lula, de sindicalista a presidente
de los trabajadores asalariados y especialmente de los obreros, y de las bases políticas y organizativas de la estrategia coordinada por el PT. En esos treinta años el PT no fue un partido con solo perspectivas electorales, sino que proporcionó una contribución política muy importante a la clase trabajadora de América Latina. El Partido de los Trabajadores es una gran experiencia política-partidaria de los últimos años por combinar un partido de cuadros, dirigentes, intelectuales y ser al mismo tiempo un partido de masas con gran participación popular y gran aquiescencia nacional Resulta claro y fácil percibir que el PT que cumple treinta años es muy diferente al PT de la década del 80. Por un lado porque la coyuntura política es diferente, los desafíos de la clase trabajadora son de otra naturaleza y los enemigos del pueblo también se han transformado. Por lo tanto es natural que las organizaciones de clase ajusten también sus estrategias. Mientras tanto el principal cambio en el PT se produjo en la definición de sus objetivos políticos: abrió su proyecto de poder y hoy se contenta con un proyecto de gobernabilidad del Estado y en ganar espacio en el campo institucional consolidando una hegemonía política con sectores de centro izquierda. En este escenario la estrategia de acumulación
de fuerzas a través de la lucha de masas ya no es más una prioridad. Hoy podemos esperar del PT una contribución a la lucha electoral y que en la actual coyuntura de reducción de las luchas sociales y de disputa institucional cumpla un papel político importante. No debemos dejar de tener en cuenta, al mismo tiempo, que continua siendo un importante aliado de la clase trabajadora y de los movimientos sociales. Como tampoco debemos olvidar que las elecciones también constituyen siempre una de las expresiones de la lucha de clases. Este es tal vez el momento en el que a partir de una mirada sobre la experiencia histórica del PT hagamos una buena evaluación de la estrategia política de la izquierda brasileña y en especial de las limitaciones de los avances políticos de estos últimos treinta años. Hay que aprovechar la circunstancia para entablar un amplio debate con la toda militancia sobre la naturaleza y el papel de un partido en la actual coyuntura y como conciliar la lucha institucional, con la lucha social y sindical en el próximo período, siendo que el PT podrá desempeñar todavía un papel de alta referencia para una nueva estrategia política. (1) P.T. Partido de los Trabajadores (2) CUT : Central Unica de Trabajadores (3) MST: Movimiento de los Sin Tierra w
los escenarios de la doble matanza terrorista de Moscú, uno causa especial desazón: las dos autoras de la carnicería eran mujeres suicidas, sin duda chechenas, y una de ellas muy joven. Su acción no sólo estremece por la ferocidad con la que ambas buscaban masacrar a cuantos más civiles mejor, sino también por su disposición a inmolarse en esos ataques indiscriminados. Los islamistas caucásicos ya lanzaron ataques kamikazes en 2000, pero no fue hasta dos años después cuando aparecieron (en el secuestro del Teatro Dubrovka) las primeras guerrilleras con pañuelos que proclamaban su disposición a inmolarse. Todas perecieron en el asalto policial que causó también la muerte de los 129 rehenes de la audiencia, y se descubrió que dos de ellas eran hermanas que habían sido raptadas de su aldea y violadas repetidamente por soldados rusos. Después, comenzaron a actuar las llamadas viudas negras, mujeres que habían perdido a sus maridos, hijos, hermanos y padres en la pavorosa represión desencadenada durante y tras la segunda guerra chechena, en la que fueron exterminadas decenas de miles de personas por una maquinaria militar devastadora. Ellas han cometido atentados suicidas implacables -como el de la escuela de Beslán y los de los dos Tupolev llenos de pasajeros- que sólo se pueden explicar si se tiene en cuenta la extrema destrucción que el Ejército ruso ha causado en Chechenia a lo largo de los últimos 14 años. Miles y miles de chechenas han visto morir de forma atroz a todos sus familiares, y el estrés postraumático que padece esa población femenina es allí una pandemia. Una vez más, la solución militar sólo ha generado nuevas monstruosidades. *REDACTOR-JEFE DE SECCIÓN “PÚBLICO” DE MADRID.
INTERNACIONAL
DE
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Terminar con el chantaje de la deuda DAMIEN MILLET, SOPHIE PERCHELLET, ERIC TOUSSAINT*
E
n los países más industrializados, que fueron el epicentro de la crisis mundial desencadenada entre 2007 y 2008, existe un triste contraste: mientras la población debe hacer frente al deterioro de sus condiciones de vida, los gobiernos y sus amigos a la cabeza de los grandes bancos se felicitan del rescate del sector financiero y de una tímida recuperación coyuntural. Además de los planes de relanzamiento de la economía por más de un billón de dólares, las grandes instituciones financieras han recibido ayudas gubernamentales bajo la forma de garantías, de préstamos e incluso de inyección de capital, pero sin que el Estado participe en la gestión de la empresa ni que aproveche de su presencia para reorientar de manera radical las decisiones que se toman. El camino elegido por los gobiernos para salir de la crisis financiera privada provocada por los banqueros ha disparado la deuda pública. El enorme crecimiento de esta deuda será utilizado, durante mucho tiempo, por los gobiernos como un medio de chantaje para imponer recortes sociales y para descontar de los ingresos de «los de abajo» las sumas necesarias para el pago de la deuda pública en poder de los mercados financieros. ¿Cómo? Los impuestos directos sobre los ingresos altos y sobre las sociedades bajan, mientras que los impuestos indirectos, como el IVA, suben. Pero es éste un impuesto muy injusto, ya que es sostenido principalmente por las familias modestas: si se aplica un IVA del 20 %, una familia pobre, que destina todos sus ingresos al consumo básico, paga el equivalente a un impuesto sobre su renta del 20 %, mientras que una familia rica, que ahorre el 90 % y sólo consuma el 10 % de sus ingresos, paga en cambio sólo un impuesto del 2 % . De esta manera, los ricos ganan dos veces: contribuyen menos al impuesto y con el dinero economizado compran títulos de la deuda pública, obteniendo beneficios con los intereses que paga el *PORTAVOZ,
VICEPRESIDENTE DEL CADTM FRANCIA Y PRESIDENTE DE CADTM BÉLGICA, (COMITÉ POR LA ANULACIÓN DE LA DEUDA DEL TERCER MUNDO
Estado. En forma inversa, los asalariados y los pensionistas están doblemente penalizados: sus impuestos aumentan mientras los servicios públicos y la protección social se degrada. El pago de la deuda pública constituye por lo tanto un mecanismo de transferencia de ingresos de «los de abajo» hacia «los de arriba», así como un eficaz medio de chantaje para proseguir sin problemas con las políticas neoliberales que benefician a estos últimos. Y eso no es todo: de ahora en adelante, los beneficios y la distribución de bonus (los operadores financieros de los bancos franceses recibieron 1.750 millones de euros en primas correspondientes a 2009, y los traders de Wall Street recibieron 20.300 millones de dólares —con un aumento del 17 % respecto a 2008—) reanudan su loca carrera mientras se le pide a la población que se apriete el cinturón. Para colmo, con el dinero fácil prestado por los Bancos Centrales, banqueros y otros inversores se han lanzado a nuevas operaciones especulativas, sumamente peligrosas para el resto de la sociedad, como se ha visto con la deuda griega. Y no hemos citado ni los precios de las materias primas ni del dólar. Hay un silencio total de parte
del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) mientras el G20 se niega a tomar medidas sobre los bonus y la especulación. Todos están de acuerdo en ampliar la carrera por la ganancia bajo el pretexto de que eso acabará por relanzar el empleo. El objetivo mundial de los poderosos es la vuelta al crecimiento, aunque éste sea muy desigual y destructor del ambiente. Por parte de ellos, no existe ningún cuestionamiento de un sistema que ya dio pruebas de su fracaso. Si no se reacciona a tiempo, se completará el desmantelamiento del Estado y las poblaciones, víctimas de la crisis, tendrán que aguantar su coste, mientras que los responsables saldrán con más poder que nunca. Hasta hoy, bancos y fondos especulativos fueron rescatados con dinero público sin obtener ninguna contrapartida real. Sin embargo, el discurso debería ser este: «Ustedes, poderosos prestamistas, se han beneficiado generosamente de la deuda pública, pero los derechos humanosfundamentalesestánseriamente amenazados y las desigualdades crecen en forma vertiginosa. Nuestra prioridad es ahora garantizar esos derechos
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Más alimentos, más hambre L
fundamentales y son ustedes, los poderosos acreedores, los que pagarán por ello. Les aplicaremos un impuesto a la altura de lo que se les debe, el dinero no tendrá que salir de vuestro bolsillo, pero la acreencia desaparecerá. Y considérense felices puesto que no les reclamamos los intereses que ya se les pagó en detrimento de los intereses de los ciudadanos.» Es por esto por lo que sostenemos la idea de gravar a los grandes acreedores (bancos, compañías de seguros, fondos especulativos, y también fortunas particulares) a la altura de las acreencias que tienen en sus manos. Esto permitiría a los poderes públicos aumentar los gastos sociales y crear empleos socialmente útiles y ecológicamente sostenibles. También pondría a cero los contadores financieros de las deudas públicas del Norte, sin que tengan que contribuir las poblaciones víctimas de esta crisis, haciendo que la totalidad del esfuerzo recaiga sobre los que causaron o agravaron la crisis, que ya se beneficiaron profusamente con ella. Se trataría, realmente, de un cambio radical hacia una política de redistribución de la riqueza a favor de aquellos que la producen y no de los que especulan con ella. Esta medida, si estuviera acompañada de la abolición de la deuda externa pública de los países en desarrollo y de una serie de reformas (en especial, una reforma fiscal de gran amplitud, una reducción radical del tiempo de trabajo sin pérdida de salario y con contrataciones compensatorias, la transferencia del sector del crédito al dominio público con control ciudadano, etc.), podría permitir una verdadera salida de la crisis, con justicia social y en el interés de los pueblos. Esta reivindicación, extrañamente poco mediatizada, merece ser fervorosamente defendida.
GUSTAVO DUCH GUILLOT*
es ofrezco una fórmula infrecuente para analizar el hambre en el mundo, revisar las estadísticas de producción de alimentos. En la década de los 90 la producción de alimentos mundial creció un 25%. En cuestión de alimentos de origen animal en 1980 se producía en el mundo un total de 465 millones de toneladas de leche, ascendiendo en el 2007 a 671 millones, lo que equivale, más o menos, a un vaso de leche al día para cada persona de este planeta. En esos mismos años la producción de carne se duplicó hasta alcanzar 285 millones de toneladas, unos 100 gramos de carne por persona y día. Llamativamente el 60% de toda esta carne se produce en los países llamados ‘en vías de desarrollo’. La producción de huevos ha aumentado 2.5 veces obteniéndose el 70% también en dichos países. Con estos datos parciales podríamos deducir que disponemos de suficientes alimentos para todas y todos, y especialmente en los países empobrecidos. Pero la realidad es que mientras la producción de alimentos ha ido aumentando, el hambre también. Si en 1990, 842 millones de personas padecían hambre, la cifra ascendió a 873 millones en el 2004 para situarnos a finales del año pasado en 1.200 millones. Como dijo el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, al presentar estos datos el pasado 16 de marzo a la Asamblea General, “nunca antes se había alcanzado esta cifra”. También explicó que este aumento se ha dado tanto en números absolutos como en la proporción que las personas con hambre representan de la población mundial. Así pues, me atrevo a teorizar -por irracional que parezca- que no es cierto que el hambre en el mundo obliga a más producción de alimentos, bien al contrario, cuanto más se produce, más hambre y desigualdad se genera. Porque este sistema alimentario global capitalista que tenemos en funcionamiento se basa, al menos, en tres mecanismos perversos. Por un lado se intensifica tanto la producción que apenas se requiere mano de obra y así millones de personas son expulsadas de su medio de vida. Segundo, la mano de obra que se el sistema se ve obligado a utilizar es remunerada con salarios insuficientes para proveerse de su alimento. Y tercero, la búsqueda de beneficios de las corporaciones que están en este sector es tan ávida que esquilman la tierra y vacían los mares agotando los recursos y las posibilidades de alimentación de las poblaciones rurales, mayoritariamente en el Sur.
*EXDIRECTOR DE VETERINARIOS SIN FRONTERA
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MARCOS ROITMAN ROSENMANN
Crisis, mercado e inflación V
ivimos inmersos en una paradoja. Para que el capitalismo funcione, los precios deben mantenerse al alza. No se trata de una broma. Para los gurús del neoliberalismo es fácil de explicar. En un periodo de recesión, la mano invisible del mercado no funciona. Se encuentra maniatada. Para revertir el proceso y sanear la economía hay que adoptar políticas de inflación contenida e incrementar los impuestos indirectos como el IVA. Cualquier traspié desataría nefastas consecuencias, retrasando una salida airosa a la crisis. Para no caer en los mismos errores de antaño y evitar las “perniciosas” políticas intervencionistas, es mejor no desviarse del itinerario neoliberal y continuar con el proceso de desregulación, punto de apoyo para las privatizaciones y una sostenida apertura financiera y comercial. Todo dentro de un orden caracterizado por la austeridad salarial. Factor clave para impulsar las reformas dependientes de la flexibilidad laboral. En esta dinámica, los sindicatos, si quieren seguir existiendo y tener un papel protagónico en las negociaciones con la patronal y el gobierno, deben ser concientes y asumir responsabilidades, corren malos tiempos para maximalismos principistas. La lucha de clases ya no existe. Tampoco los explotadores y los explotados. El mundo tiene otros ejes y hay que aceptar el triunfo del capitalismo. Mejor sería para todos. El camino a recorrer tendría menos espinas y con el andar acompañado se haría más corto y menos pesado. Hoy no a lugar para la defensa numantina de una jornada laboral de 35 horas semanales. Ni que decir que está fuera de toda lógica solicitar una cobertura de desempleo y pensiones dignas. Menos aún reivindicar la estabilidad en el puesto de trabajo. Un buen dirigente sindical debe ser capaz de trasmitir estas verdades a sus afiliados y quitarles de la cabeza cualquier propuesta de lucha anticapitalista. Huera invención para desmerecer los grandes avances de la sociedad industrial, cuya revolución científico técnica nos ha transportado a *DOCTOR EN SOCIOLOGÍA. PROFESOR TITULAR DE ESTRUCTURA SOCIAL DE AMÉRICA LATINA, UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
un mundo lleno de posibilidades. Entre ellas gozar de los centros comerciales, las realidades virtuales, los ordenadores, las redes del ciberespacio, la televisión por cable o el trabajo basura. Así, en tiempos de crisis, la responsabilidad de los trabajadores, bien educados, consiste en bajarse el sueldo, acordar cierres temporales y solicitar jubilaciones anticipadas. El ejemplo más claro de este comportamiento ideal proviene de la industria automotriz. Toyota, Nissan, General Motor-Opel, Peugeot o Seat se guían por estos parámetros. Mientras los altos cargos blindan sus contratos y los comités directivos no garantizan nada, salvo su buena voluntad y los deseos de una pronta mejoría en sus ventas; los trabajadores ofrecen sus cabezas para salvar la de los empresarios y no perder su puesto de empleo. Renuncian a sus pagas extras y concluyen aceptando recortes temporales y rotatorios de plantilla bajo el paraguas de la desregulación. En caso de oponer resistencia y entender dichos actos como una pérdida de derechos democráticos, la respuesta debe ser contundente. Los gobiernos no pueden vacilar. El enemigo debe ser acorralado y destruido. Si no es por las buenas, será por las malas. El gobierno puede apoyar a la patronal es sus demandas o dar ejemplo de austeridad, fijando un recorte en los sueldos de los empleados pertenecientes a la administración pública. En esta dirección parecen ir los tiros de la Unión Europea. Las intenciones de aplicar estos criterios podrían ponerse en práctica en Grecia. Sería un pistoletazo de salida. Si las protestas populares, las huelgas y los
movimientos sociales no logran articular un espacio y frenar el proceso, el proyecto continuaría su rumbo, siendo España y Portugal los siguientes en la lista. Visto de esta forma, la imagen proyectada a la sociedad por las dirigencias políticas institucionales transforma a los empresarios en mecenas sociales, auténticos filántropos que arriesgan su capital en pro del bien común. Motivo suficiente para concederles todos sus caprichos. No vaya a ser que molesten y decidan cerrar sus fábricas bajo el pretexto de acoso a la propiedad privada. Ellos tienen necesidades, seguir aumentando sus beneficios y llevar una vida de placeres y ostentación, sea de la forma que sea. Si en estos momentos una de las características de la crisis del capitalismo es la caída del consumo, hay que poner toda la carne en el asador y realizar políticas tendientes a restablecer unos parámetros normales que den equilibro entre la oferta y la demanda. Si antes nos llamaban al ahorro, ahora predican el gasto. No es bueno sacar los dineros del proceso de valorización del valor. Esconderlos en el colchón es una pésima decisión. Es mejor comprar, comprar y comprar, aunque ello suponga una acción compulsiva. En este contexto, los bancos juegan un papel básico. Sus tipos de interés bajan, sus ofertas de ahorro se estancan y se dan a la noble tarea de fomentar el gasto familiar. Para cerrar el círculo es obligado que exista una inflación razonable. Si antes se la atacaba como un factor de riesgo, ahora se le considera un maná caído del cielo. Demos, pues, la bienvenida a la inflación
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ESTHER VIVAS*
Anticapitalismo y justicia climática E
l cambio climático es, a día de hoy, una realidad innegable. El eco político, social y mediático de la cumbre de Copenhague, en diciembre 2009, fue buena prueba de ello. Una cumbre que mostró la incapacidad del propio sistema capitalista de dar una respuesta creíble a una crisis que él mismo ha creado. El capitalismo verde se apunta a la carrera del cambio climático, aportando una serie de soluciones tecnológicas (energía nuclear, captación de carbono de la atmósfera para su almacenamiento, agrocombustibles, etc.) que generarán mayores impactos sociales y medioambientales. Se trata de soluciones falsas al cambio climático que intentan esconder las causas estructurales que nos han conducido a la situación actual de crisis y que buscan hacer negocio con la misma, a la vez que plantean la contradicción entre el cálculo cortoplacista del capital y los ritmos largos del equilibrio ecológico. En este contexto, es urgente un movimiento capaz de desafiar el discurso dominante del capitalismo verde, señalar el impacto y la responsabilidad del actual modelo de producción, distribución y consumo capitalista y vincular la amenaza climática global con los problemas sociales cotidianos. Copenhague ha sido hasta ahora la mayor expresión del movimiento por la justicia climática, coincidiendo justamente con el décimo aniversario de las movilizaciones contra la OMC en Seattle. Una protesta que, bajo el lema “Cambiemos el sistema, no el clima”, expresa esta relación difusa entre justicia social y climática, entre crisis social y crisis ecológica. Pero el éxito de las protestas en Copenhague contrasta con la debilidad de las manifestaciones a nivel mundial, con algunas excepciones como Londres. La actual crisis plantea la necesidad urgente de cambiar el mundo de base y hacerlo desde una perspectiva anticapitalista y ecosocialista radical. Anticapitalismo y justicia climática son dos combates que tienen que ir estrechamente unidos. Cualquier *AUTORA DE “EN PIE CONTRA LA DEUDA EXTERNA” VIEJO TOPO, 2008).
(EL
perspectiva de ruptura con el actual modelo económico que no tenga en cuenta la centralidad de la crisis ecológica está abocada al fracaso y cualquier perspectiva ecologista sin una orientación anticapitalista, de ruptura con el sistema actual, se quedará en la superficie del problema y al final puede acabar siendo un instrumento al servicio de las políticas de marketing verde. Frenar el cambio climático implica modificar el actual modelo de producción, distribución y consumo. Los retoques superficiales y cosméticos no valen. Las soluciones a la crisis ecológica pasan por tocar los cimientos del actual sistema capitalista. Si queremos que el clima no cambie, es necesario cambiar el sistema. De ahí, la necesidad de tener una verdadera perspectiva ecosocialista, o ecocomunista como señalaba Daniel Bensaïd en uno de sus últimos artículos. Asimismo, se deben de combatir las tesis del neo-malthusianismo verde que culpabilizan a los países del Sur por sus altas tasas de población y que buscan controlar el cuerpo de las mujeres, socavando el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo. Luchar contra el cambio
climático implica enfrentar la pobreza: a mayor desigualdad social, más vulnerabilidad climática. Es necesario reconvertir sectores productivos con graves impactos sociales y ambientales (industria militar, automovilística, extractivas, etc.), creando empleo en sectores sociales y ecológicamente justos como la agricultura ecológica, servicios públicos (sanitarios, educativos, transporte), entre otros. Acabar con el cambio climático implica apostar por el derecho de los pueblos a la soberanía alimentaria. El modelo agroindustrial actual (deslocalizado, intensivo, kilométrico, petrodependiente) es uno de los máximos generadores de gases de efecto invernadero. Apostar por una agricultura ecológica, local campesina y por unos circuitos cortos de comercialización permiten, como dice La Vía Campesina, enfriar el planeta. Asimismo, hay que integrar las demandas de los pueblos originarios, el control de sus tierras y bienes naturales, y su cosmovisión y respeto a la “pachamama”, la “madre tierra”, y la defensa del “buen vivir”. Valorizar estas aportaciones que plantean un nuevo tipo de relación entre humanidad y naturaleza es clave para enfrentar el cambio climático y la mercantilización de la vida y del planeta. Desde una perspectiva Norte-Sur, justicia climática implica la anulación incondicional de la deuda externa de los países del Sur, una deuda ilegal e ilegítima, y reivindicar el reconocimiento de una deuda social, histórica y ecológica del Norte respecto al Sur resultado de siglos de expolio y explotación. En casos de catástrofe, es necesario promover mecanismos de “auxilio popular”. Hemos visto como el cambio climático aumenta la vulnerabilidad de los sectores populares especialmente en los países del Sur. Los terremotos en Haití y en Chile son dos de los casos más recientes. Frente a estas amenazas son necesarias redes de solidaridad internacional de movimientos sociales de base que permitan una canalización de la ayuda inmediata y efectiva a las poblaciones
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GRAIN*
El nuevo acaparamiento locales. La iniciativa no puede quedar en manos de un “humanitarismo” internacional vacío de contenido político. La lucha contra el cambio climático pasa por combatir el actual modelo de producción industrial, deslocalizado, “just on time”, masivo, dependiente de los recursos fósiles, etc. Las burocracias sindicales hacen seguidismo y legitiman las políticas del “capitalismo verde” con la farsa de que las “tecnologías verdes” crean empleo y generan mayor prosperidad. Es necesario desmontar este mito. La izquierda sindical debe poner en cuestión el actual modelo de crecimiento sin límites, apostando por otro modelo de “desarrollo” acorde con los recursos finitos del planeta. Las reivindicaciones ecologistas y contra el cambio climático tienen que ser un eje central del sindicalismo combativo. Los sindicalistas no pueden ver a los ecologistas como a sus enemigos y viceversa. Todas y todos sufrimos las consecuencias del cambio climático y es necesario que actuemos colectivamente. Es falso pensar que podemos combatir el cambio climático sólo a partir del cambio de actitudes individuales, y más cuando la mitad de la población mundial vive en el “subconsumo crónico”, y también es falso pensar que podemos luchar contra el cambio climático sólo con respuestas tecnológicas y científicas. Son necesarios cambios estructurales en los modelos de producción de bienes, de energía, etc. En esta dirección, las iniciativas que desde lo local plantean alternativas prácticas al modelo dominante de consumo, producción, energético... tienen un carácter demostrativo y de concienciación que es fundamental apoyar. Por su naturaleza, hablar de cómo enfrentar el cambio climático implica discutir de estrategia, de autoorganización, de planificación y de las tareas que, aquellas y aquellos que nos consideramos anticapitalistas, tenemos por delante.
L
as comunidades de todo el mundo —pero también de América Latina— están sufriendo una renovada invasión de sus tierras, que asume ahora un nuevo rostro. No son los terratenientes de antes, herederos de los invasores europeos que abrieron encomiendas, juntaron esclavos y explotaron los dominios coloniales. No son los grandes finqueros de los últimos dos siglos, que expandieron sus dominios a costa de los territorios de los pueblos indios para emprender negocios de exportación con monocultivos básicos como la caña de azúcar, el café, el cacao, el banano, el henequén, el chicle o la madera, y que dependían de los peones acasillados, en el sistema de “servidumbre por deuda” —literalmente presos de sus patrones. No son ya ésos que impusieron y expandieron por vez primera el sistema industrial agrícola, ni quienes saquearon los saberes ancestrales de la gente para irse adaptando a sus nuevos entornos y a desconocidas condiciones climáticas. Esos personajes, ligados a terrenos y haciendas, estaban ahí, devenían en jefes políticos de la localidad o la región, guerreaban entre ellos con muchos muertos para consolidar sus feudos, se hicieron de enemigos y forjaron alianzas, algunas muy nefastas, para controlar tierras, agua, mano de obra, comercio, elecciones, políticas públicas *PEQUEÑA ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL SIN FINES DE LUCRO QUE TRABAJA APOYANDO A CAMPESINOS Y AGRICULTORES EN PEQUEÑA ESCALA Y A MOVIMIENTOS SOCIALES EN SUS LUCHAS POR LOGRAR SISTEMAS ALIMENTARIOS BASADOS EN LA BIODIVERSIDAD Y CONTROLADOS COMUNITARIAMENTE.
y derechos de paso y hasta el derecho a la vida. Pero estaban ahí. Vivían ahí o iban con frecuencia a sus propiedades, y como tal estaban sujetos a la resistencia real de los pueblos a los que invadieron, despojaron y explotaron. Las comunidades que luchaban por sus tierras podían hacer algo directamente, sabían contra quién combatían, dónde hacerlo y cuándo. La historia de América Latina es una historia de conflictos agrarios, en defensa de los territorios ancestrales de los pueblos. Pero hoy, los acaparamientos de tierras traen tras de sí un aura de “neutralidad”. Son debidos, nos explican en los folletos gubernamentales, a la inseguridad alimentaria, a la crisis mundial de alimentos “que nos obliga a cultivar, donde podamos, nuestros propios alimentos y aunque disloquemos la producción, traeremos los alimentos al país para beneficio de nuestra ciudadanía”. Hurgando un poco, asoma la cola el monstruo financiero que impulsa desde grandes consorcios y empresas conjuntas, capitales diversos para invertir en tierras, producción, exportación e importación de productos básicos, en especulación alimentaria. Estos inversionistas extranjeros han acaparado en pocos años millones de hectáreas de tierras de cultivo en América Latina para producir cultivos alimentarios o agrocombustibles y exportarlos. Gran parte del dinero proviene de fondos de pensión, bancos, grupos de inversión privada de Europa y Estados Unidos, o de individuos
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de tierras en América Latina acaudalados como George Soros, y fluye a través de mecanismos de inversión en tierras de cultivo puestos a operar mediante compañías extranjeras y locales. Cosan, la compañía más grande de Brasil, cuenta con un fondo de inversiones especializado en tierras de cultivo, Radar Propriedades, que compra tierra agrícola brasileña a nombre de clientes tales como la Teachers’ Insurance and Annuity Association-College Retirement Equities Fund [un fondo de inversiones de retiro y seguridad del profesorado] en Estados Unidos. El grupo Louis Dreyfus, una de las multinacionales más grandes del mundo en el comercio de granos, cuenta con un fondo semejante en el cual el American International Group (AIG) ha invertido 65 millones de dólares. Mientras la atención de los medios está puesta en negocios agrarios en África, cuando menos la misma cantidad de proyectos (e incluso más) comienzan a funcionar en América Latina, donde los inversionistas proclaman que sus inversiones en tierras agrícolas son más seguras y menos controvertidas — pasando por alto las prolongadas luchas agrarias vigentes en prácticamente todos los países del continente. Así, más y más inversionistas y gobiernos de Asia y del Golfo Pérsico enfocan sus esfuerzos en América Latina, y la consideran un lugar seguro para dislocar su producción alimentaria. La mayoría de los gobiernos en América Latina están dispuestos a estos nuevos negocios, y las misiones diplomáticas van con frecuencia al extranjero a vender las ventajas de invertir en las tierras agrícolas de sus países. Hace poco, el ministro brasileño de desarrollo, Miguel Jorge, le dijo a los reporteros: “Algunos príncipes saudíes con quienes nos reunimos el año pasado […] le dijeron al presidente Lula que no querían invertir en agricultura en Brasil para vender aquí en el país, sino que quieren fuentes de abastecimiento de alimentos. Necesitan comida. Así que podría mucho más efectivo que invirtieran en la agricultura de Brasil para que nosotros fuéramos
los abastecedores directos de esos países”.[1] Pero Brasil no es sólo un objetivo de los nuevos acaparadores de tierra, es también un promotor de acaparamientos. Los inversionistas brasileños, con respaldo de su gobierno, están comprando tierras para producir alimentos y agrocombustibles en un número creciente de países de América Latina y África. El gobierno brasileño, por ejemplo, está financiando la construcción de caminos, puentes y otras infraestructuras en la vecina Guyana para abrir la sabana Rupununi, muy frágil ecológicamente, a proyectos agrícolas de gran escala de donde se exportarán cultivos a Brasil. La compañía semillera multinacional RiceTec se ha acercado al gobierno de Guyana interesada en 2 mil hectáreas de tierra en la misma región —un ecosistema diverso y frágil que es la casa de varios pueblos indígenas. Algunos productores brasileños de arroz que ahora negocian con el gobierno de Guyana contratos de arrendamiento por 99 años en tierras indígenas de la sabana Rupununi, se habían visto forzados por resoluciones de la Suprema Corte de Brasil a abandonar tierras que le habían arrebatado ilegalmente a comunidades indígenas en el lado brasileño, en Raposa Serra do Sol.[2] Con esta manera de hacer negocios, los antiguos invasores y terratenientes logran nuevas oportunidades de acaparar tierras, con menos riesgos políticos y económicos, y un nuevo aire “respetable” de “inversionistas
extranjeros”. Evadir responsabilidades Mucho está en juego en esta nueva ola de acaparamientos de tierras a gran escala. Cualquier país que venda, o arriende a largo plazo, grandes extensiones de tierra de cultivo a otros gobiernos o compañías extranjeras está poniendo en riesgo su propia soberanía nacional. Tales arreglos contribuyen al desmantelamiento general del Estado —se reducen más y más funciones del Estado y sus aparatos, o éstas se privatizan y se transforman para corresponder con los intereses de los grandes negocios— con lo que ocurre una desterritorialización mayor de muchos pueblos y comunidades. Y por ende hay un arreciamiento de la migración, un dislocamiento de mano de obra, y una dislocación de los cultivos, dado que los gobiernos o los inversionistas privados se apoderan de tierra para producir alimentos para exportarlos. Los inversionistas extranjeros llegan al país huésped con sus semillas y sus tractores, incluso con sus trabajadores, aprovechan el agua, le extraen los frutos a la tierra y luego los embarcan a sus países de origen o al mercado global de mercancías de exportación. Esos países “huéspedes” no pueden ser considerados entonces exportadores en el sentido tradicional, dado que tales países, o incluso su gente, realmente no están involucrados en estos proyectos, es sólo la tierra [vista
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como mercancía] que las corporaciones explotan para sus propias ganancias, sin restricción alguna. Esto implica entonces un desfasamiento general de la economía. Y no obstante, las ansiadas tierras nunca están vacías, ni están ociosas, y siempre hay gente local que las necesita con urgencia. Entonces el actual acaparamiento agrario nos fuerza una pregunta vital: ¿de quién son las tierras/territorios que están siendo acaparadas, controladas?, ¿mediante qué mecanismos legales es que los gobiernos, o los particulares, ponen a disposición de otros gobiernos o de empresas de todo tipo esas extensiones inmensas de tierras?, ¿tienen dueño o los Estados las expropian para poder realizar los arreglos comerciales ad hoc? Se dice como excusa que en muchos casos las tierras no se venden sino que se rentan, pero qué propicia más la devastación sin miramientos de las tierras: ¿que se vendan, o que se renten por cincuenta o noventa y nueve años? Al final de tales contratos, los “inquilinos” regresarán una tierra agotada, erosionada, contaminada, a la cual será muy difícil recuperarle su fertilidad, y ellos simplemente se mudan a nuevas tierras “disponibles”. La consecuencia directa es que con estos acaparamientos se expande la agricultura industrial con su modelo destructivo. Estos nuevos acaparamientos complican también las posibilidades de que los pueblos defiendan sus territorios. El invasor es más difícil de identificar. Los mecanismos jurídicos necesarios y el marco donde se pueden asentar los litigios por despojo, o los litigios por devastación o contaminación directa o aledaña dejan de ser claros. El nuevo corporativismo agrario es anónimo, o casi. Aun cuando identifiquemos a los inversionistas, están protegidos de las comunidades por la distancia y por las enmarañadas y densas estructuras legales. Cualquier “batalla” contra ellos estará situada en otro espacio y en otros tiempos que las comunidades u organizaciones afectadas no tienen potestad de definir. Los Estados, en lugar de proteger a su gente, protegen las inversiones de los gobiernos o compañías extranjeras —criminalizando y reprimiendo a
las comunidades que defienden sus territorios. Las fronteras pierden sentido. Las estructuras del Estado “huésped” sirven a patrones venidos de fuera, pero no como en el sistema colonial de tributación, sino en el esquema mercantil neoliberal cuyas regulaciones están en los Tratados de Libre Comercio y no en las Constituciones nacionales. Pero el objetivo más profundo de los grandes capitales en esta nueva ola de acaparamiento agrario es controlar totalmente la producción de alimentos. Han estado sentando las bases para ello durante los últimos cincuenta años y ahora intentan cosechar. El acaparamiento de tierras no es simplemente la última oportunidad de hacer inversiones especulativas con ganancias grandes y rápidas: es parte de un largo proceso de toma de control de la agricultura por parte de las corporaciones con intereses agroquímicos, farmacéuticos, de transporte y venta de alimentos. Por eso los autogobiernos comunitarios dispuestos a defender sus territorios, sus regímenes de bienes comunales y sus sistemas propios de manejo territorial, son un freno a todo este esquema. Las organizaciones que impulsan la soberanía alimentaria desde abajo, desde el nivel comunidad, entienden con mucha claridad que su lucha se vuelve imposible o se dificulta muchísimo en los regímenes o países que permitan el acaparamiento de tierra,
porque sin una tierra propia, cualquier producción se mediatiza. Entonces más y más comunidades y organizaciones insisten en que debemos propiciar un anclaje entre cosechas propias, semilla nativas y sus saberes locales libres, autogobiernos y territorios con control de agua, bosque, suelos, patrón de asentamiento y recorridos, e insisten en su autogobierno, y en que las decisiones se toman en asambleas. En cambio, los nuevos dueños de la tierra buscan volver a confinar los ámbitos comunes, pero ahora en el anonimato “neutro” de extranjeros que desde sus lejanos países controlan a distancia nuestros destinos. Ya no tienen que invadir; hacen tratos comerciales. Ya no tienen la carga de mantener esclavos; tienen peones hiperprecarizados. Ya no se responsabilizan por combatir a los insumisos, que eso lo haga el gobierno huésped o los sicarios a modo, proporcionados por compañías internacionales que prestan ese servicio. El neoliberalismo es la invención de fórmula tras fórmula para evadir responsabilidades. Para remontar la corriente tenemos que basar nuestro futuro en la responsabilidad. [1] Alexandre Rocha, “Brazilian Minister: Arabs are great opportunity”, ANBA, 8 de febrero de 2010: http://farmlandgrab.org/11020 . [2] “Expelled Brazil Rice Farmer looking to Shift Operations to Guyana”, Stabroek News, 14 de mayo de 2009: http://www.stabroeknews.com/2009/stories/ 05/14/expelled-brazil-rice-farmer-looking-to-shiftoperations-to-guyana/
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PAUL WALDER*
Doctrina del shock amenaza a la economía chilena E
l financiamiento del plan de reconstrucción que deberá diseñar el gobierno de Sebastián Piñera ya comienza a instalarse en el debate público. No sólo se expresa en el Parlamento sino al interior del propio gobierno y sus partidos aliados. El financiamiento de un plan -que por lo bajo costará al Fisco unos diez mil millones de dólares, y al país unos treinta mil millones- ya ha alineado a las tradicionales y poderosas fuerzas oficiantes del libre mercado, que observan las consecuencias de la catástrofe como una nueva oportunidad para entregarle las soluciones al mercado. Otras voces, procedentes de la Concertación, han levantado más por oportunismo que por verdadera convicción propuestas propias de un Estado de bienestar keynesiano, aquel que se hace cargo activa y directamente de las decisiones económicas y del curso que ha de seguir la economía. Una tercera voz parece radicadar un poco aislada en el ministro de Hacienda, el economista de Harvard Felipe Larraín. A través de numerosas declaraciones mantiene una posición levemente alejada de la ortodoxia neoliberal. A pocos días de asumir su cargo, y tras una reunión con los representantes de los principales grupos económicos del país, los Matte, Luksic, Said, y algunos otros, Larraín dijo que la reconstrucción podría -y enfatizó esta idea-, financiarse en parte con un alza tributaria. A las pocas horas precisó más sus palabras, para descartar que el aumento tributario tocara a las personas o a las pymes. La mayor carga impositiva, esbozó, podría aportarla la venturosa e intocable gran minería. Con los días se ha añadido un nuevo y más amplio argumento para este debate. Lo puso en la agenda el ex presidente Lagos, a través de un documento público. Si bien es necesario, dijo, hacer todos los esfuerzos por reconstruir el país, es también importante darle un sentido a este proyecto. En suma, Lagos *PERIODISTA DE PUNTO FINAL
se preguntaba qué tipo de país se desea reconstruir, y citó planes históricos tras grandes terremotos, como la Corfo, en 1939, o el DFL-2 para las viviendas, tras la catástrofe de 1960, iniciativas con enormes proyecciones en el desarrollo futuro del país. Lo que Lagos ha puesto en el debate es la aprensión frente a las fórmulas que pondrá en marcha el gobierno de Piñera para reconstruir el país, las que recaerían en gran parte en el sector privado. El Chile que surgiría sería un país doblemente dependiente de las fuerzas del libre mercado. En un país cuya prensa escrita está controlada por los grandes capitales y aquellos sectores afines al fundamentalismo del mercado, la propuesta del ministro Larraín ha sido interpretada y difundida como un sacrilegio. Los propios aliados del gobierno -la gran empresa y representantes de la UDI-, han levantado una campaña pública para hacer desistir a Hacienda de sus intenciones de impulsar un alza directa de impuestos o un royalty a la minería y a las grandes corporaciones. Argumentos como un freno al crecimiento económico derivado de la mayor carga tributaria, una huída de la inversión extranjera, falta a los compromisos ya contraídos con las empresas e, incluso, un daño a la imagen del país, han sido levantados como una campaña del terror en un país aún en estado de shock. El gobierno de Piñera cifró los daños del terremoto y el maremoto
en 29.662 millones de dólares. En la presentación que los ministerios de Hacienda e Interior hicieron ante el Senado, se segmentó esta cifra entre daños que corresponden al sector público -infraestructura vial, de riego, pesquera, salud y educación, principalmente, que ascienden a unos diez mil millones de dólares-, y los privados, que es el resto del total calculado. Un dato adicional es el impacto en la economía, que como efecto de la menor producción derivada de los daños dejará de producir 7.600 millones de dólares. Esta suma, sin embargo, ha sido puesta en duda por el sector privado y sus representantes políticos, que buscan disminuir en lo posible la intervención del Estado en la economía. En una entrevista concedida a El Mercurio por el senador UDI Jovino Novoa, queda expresada con claridad la postura de este partido, que ha sido también reforzada por la senadora Evelyn Matthei. Novoa estima que las pérdidas a cargo del Fisco, que suman además de la infraestructura las medidas de emergencia, viviendas y subsidios de cesantía, se elevarán a unos doce mil millones de dólares; sin embargo, sugiere que parte de este monto “lo puede financiar el sector privado por la vía de la concesión de carreteras, construcción de hospitales, cárceles, escuelas, etc.”. La catástrofe, para este conspicuo representante de la UDI, puede convertirse en una gran oportunidad de negocios para el sector privado, fórmula que gusta bastante en Hacienda.
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Novoa es claro en expresar la más clásica visión neoliberal: “El alza de impuestos producirá mucho más problemas que los que originará usar los ahorros de doce mil millones, o endeudarse. Tenemos los recursos, y un excelente equipo económico que tiene que resolver cómo hacer el gasto afectando lo menos posible a la economía”. Y si no quiere gastarlos, dice, “que se endeude, entonces. Tiene capacidad por 20 ó 30 mil millones de dólares. También puede vender activos. Si frente a un terremoto no podemos hablar de venderle un 20 por ciento de Codelco a las AFP, significa que no podemos hablar de nada”. El rechazo a un alza tributaria para financiar la reconstrucción es simplemente un problema de intereses políticos ligados con las grandes mineras. En rigor, aumentarles los impuestos a las mineras -que ganarán este año, con un precio estimado del cobre de 3,4 dólares, unos ¡25 mil millones de dólares! según cálculos del economista Manuel Riescono sólo es puro pragmatismo económico, como el que plantea cada vez con menos convicción Felipe Larraín, sino una manera de cambiar un poco la tremenda desigualdad en la distribución de la riqueza. Chile venderá este año unos 42.000 millones de dólares en cobre. De ellos, unos 30 mil corresponderán, según Riesco, a la minería privada. Un monto que es prácticamente igual a sus ganancias. Porque, según explica, sus costos son cero. “El costo de extraer, procesar y transportar cobre en Chile es... cero pesos. Lo que ocurre es que además del cobre, el proceso arroja, sin costo adicional, subproductos muy valiosos, como oro, plata y molibdeno, entre otros”. Hace un par de semanas el Comité de Defensa y Recuperación del Cobre, que dirige Julián Alcayaga, dejó una carta dirigida a Piñera. En ella plantea dos fórmulas para financiar la reconstrucción: una, un impuesto del 10% a las ventas mineras por un período de cinco años y un alza permanente del Impuesto Adicional a la Renta de 35-40%.. Temporada de privatizaciones Las citadas declaraciones de Novoa reflejan con claridad lo que la escritora canadiense Naomi Klein ha denominado la doctrina del shock: aquellas políti-
cas neoliberales que incorporan privatizaciones y transferencia de las actividades tradicionalmente públicas al sector privado tras una catástrofe, que puede ser política, social o natural. Lo que Novoa propone, como la concesión de más carreteras, la construcción -y por qué no la administración- de hospitales y escuelas por los privados o la privatización del 20% de Codelco, se enmarca en la tesis de Klein. Es posible que Larraín haya dejado deslizar la posibilidad de un alza de impuestos o un royalty por una necesidad macroeconómica. Numerosos economistas han alertado que la transferencia de los doce mil millones de dólares ahorrados en el exterior generarían un fuerte impacto en el tipo de cambio, afectando la paridad con el dólar y la competitividad de los exportadores. Contar con pesos generados por la economía nacional, y no dólares, no tiene este impacto en la economía. Surgen señales que han comenzado a restar peso a la propuesta tributaria de Larraín. Un informe que el gobierno encargó al Ministerio de Minería evaluó negativamente el royalty a la gran minería transnacional. Argumentando los contratos de invariabilidad tributaria suscritos entre el Estado y las mineras, el informe concluye que “lo que se podría recaudar por este concepto sería ínfimo, comparado con el daño a la imagen país”. A esta información se le ha sumado otra mucho más contundente y reveladora sobre el curso que podría tomar el financiamiento de la reconstrucción. Nada más simple y más coherente con la ortodoxia neoliberal que privatizar lo que aún le queda al Estado en las empresas sanitarias. El Estado chileno podría obtener casi 2.200 millones de dólares con la venta de su participación en Esval, Aguas Andinas y Essbío. Y como su privatización inicial fue realizada durante el gobierno de Eduardo Frei, la Concertación no tiene muchos argumentos para rechazarla. Aun cuando Larraín ha dicho que no tocaría ni Codelco, BancoEstado, Correos y algunas otras empresas públicas, las que pueden generar mucho ruido en la oposición, ante las sanitarias gobierno y oposición son caras de la misma moneda. En esta misma dirección corren las franquicias tributarias a las empresas que
ayudan con recursos a los damnificados. La ley de donaciones, que Hacienda quiere “mejorar” y “estimular” es, finalmente, un subsidio que recibe la gran empresa. Porque las donaciones no son en este caso una acción de beneficencia o solidaridad, sino que se convierten en un buen negocio. Las donaciones finalmente significan importantes recortes tributarios. La propuesta estaría inspirada en la forma de hacer negocios del propio presidente de la República: el sector privado, para crecer, debe usar todos los medios disponibles para pagar los menos impuestos posibles. Capitalismo para los amigos Donaciones, nuevas concesiones al sector privado. Si la reconstrucción toma esta muy probable vía, muchas de las aprensiones de las organizaciones ciudadanas y de la prensa independiente en relación a los vínculos del presidente con empresas inmobiliarias, podrían convertirse en una realidad. La catástrofe y la posterior reconstrucción del país pasarían a ser un gran negocio para las inmobiliarias cercanas al gobierno. O, algunas de ellas, al interior del gobierno. Un reportaje de Ciperchile elaborado por Francisca Skoknic y Juan Pablo Figueroa reveló estos vínculos, que conforman una larga lista “que encabeza el recién nombrado intendente metropolitano Fernando Echeverría. También aparecen vinculados de distintas formas a las constructoras e inmobiliarias involucradas, el intendente del Maule, Rodrigo Galilea; el ministro de Economía Juan Andrés Fontaine; y sus amigos Carlos A. Délano, Andrés Navarro, Ricardo Bachelet y José Cox”. Pero en la lista aparece el propio Piñera, que ha tenido negocios ligados a este sector. Y aun cuando se haya desprendido de ellos, las relaciones, los vínculos, la amistad con sus antiguos socios, permanece. Es lo que algún día Joseph Stiglitz denominó “capitalismo de los compadres”. Así como George W. Bush favoreció durante su gobierno a sus socios petroleros y a la poderosa banca, con los fatales resultados para la economía estadounidense y para el mundo, ¿por qué no en Chile el presidente, que es un líder de la Bolsa y de todo tipo de inversiones, no favorecería también a sus entrañables amigos? La doctrina del shock parece avanzar a plena marcha.
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MATHIEU LE QUANG*
El proyecto ITT en Ecuador: ¿hacia un
ecosocialismo? La Iniciativa Yasuní-ITT, una propuesta de la sociedad civil ecuatoriana retomada por el gobierno, nos induce a preguntarnos sobre múltiples problemáticas como la economía postpetrolera, la deuda ecológica et histórica de los países ricos, un nuevo modelo de desarrollo, etc. Este proyecto consiste en dejar bajo tierra unos 920 millones de barriles de petróleo con el fin de evitar la emisión de 410 millones de toneladas de CO2 y la desaparición de una importante fauna y flora, considerando que esta es la región con más biodiversidad en el mundo. A cambio, como corresponsabilidad común, Ecuador pide una contribución financiera a los países que más contaminan, como reconocimiento de su deuda ecológica histórica. Esta propuesta se inscribe totalmente en lo que podríamos llamar el ecosocialismo que retoma dos conceptos políticos, el ecologismo y el socialismo, para crear un nuevo modelo de civilización que permitiría que se articulen la justicia social y la urgencia ecológica. Esa última solo podrá resolverse cuestionando radicalmente la sociedad capitalista en la cual vivimos, ya que las crisis económicas, financieras, energéticas y climáticas están estrechamente ligadas. El crecimiento económico no es sinónimo de desarrollo y este ya no debe ser entendido como mera acumulación de riquezas; acumulación que se hace frecuentemente en detrimento de la naturaleza. La satisfacción de nuestras necesidades ya no debe pasar por el consumo de bienes materiales. La riqueza ya no puede ser ligada a la abundancia. El crecimiento material desenfrenado nos conduce a graves riesgos ecológicos y sociales. Hoy, entendemos cada vez más que el modo de desarrollo dominante, capitalista, ya no es globalmente viable. Durante los años 1990, los neoliberales celebraban su victoria ideológica y al mismo tiempo el fin de la historia. Otros se lamentaban, con *DOCTORANDO EN CIENCIA POLÍTICA AL INSTITUTO DE ESTUDIOS POLITÍCOS DE AIX-EN-PROVENCE. INVESTIGADOR INVITADO A LA FLACSO-ECUADOR.
la caída del muro de Berlín, del fin de las ideologías. Eso era verdad para los grandes partidos de izquierda actuando en coaliciones gubernamentales, alineados todos con la economía de mercado (aunque algunos propusieron ciertas reformas sociales, más bien periféricas, para “humanizar” al neoliberalismo). Sin embargo, no se puede decir esto de todas las izquierdas y sobre todo no del movimiento altermundialista cuyos debates, múltiples y diversos, demuestran, como su lema lo indica, que “otro mundo es posible”. Basta también examinar las numerosas experiencias en las sociedades latinoamericanas (particularmente en lo que concierne la gestión participativa de los gobiernos locales conducidos por alcaldes progresistas o a los procesos de autogestión y movilización colectiva) para demostrar lo contrario. Es en este conjunto que se inscribe la Iniciativa Yasuní-ITT, y es en las luchas de las sociedades civiles nacional e internacional que este proyecto podrá demostrar no solo su viabilidad sino, también, su potencial para construir un verdadero movimiento eco-socialista a escala mundial. Sí, el socialismo puede ser ecologista mediante la transición hacia una economía postpetrolera, el cambio radical de la matriz energética y productiva (reduciendo la utilización de combustibles fósiles sustituyéndolos por formas renovables de energía hidráulica, geotérmica, eólica o solar), el fin de la deforestación y la reforestación con el apoyo de las comunidades locales, etc. Sí, el socialismo puede ser democrático
(al contrario de los viejos socialismos burocráticos de la URSS, China, Corea del Norte o aún Cuba) con la participación de la población en la definición de sus necesidades reales, en la toma de decisión y en la implementación de los diferentes proyectos que la conciernen: educación, salud, vivienda, medio ambiente, etc. Debe respetar la elección de dos pueblos indígenas, los Tagaeri y los Taromenane, de vivir en aislamiento voluntario, pues su territorio está en la zona del ITT. El Ecuador quiere hacer del proyecto ITT un pilar del nuevo modelo de desarrollo que debe seguir el país. Dicho modelo no estaría ya basado exclusivamente en la explotación del rico patrimonio natural nacional sino en el desarrollo de otros sectores de la economía en armonía con la naturaleza. Hay que esperar que el presidente Rafael Correa, no ceda ante las fuertes presiones de los lobbies petroleros pero que tampoco inscriba el proyecto en las modalidades propias del ambientalismo neoliberal (mercado de carbono o mecanismos de desarrollo limpios). Cabe esperar además que la iniciativa ITT no sea pieza de cambio en relación a la aceptación de una acuerdo comercial tipo TLC con la Unión europea (algo por lo que la derecha está presionando) y que la sociedad civil ecuatoriana se apropie efectivamente de este proyecto y participe en él (al igual que la sociedad civil internacional) para que aquello que emergió inicialmente como una utopía se vuelva realidad. Ello constituiría un paso en firme hacia el Socialismo del siglo XXI.
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MARCOS ROITMAN ROSENMANN*
Campesinos, crisis y megaproyectos L
a gran depresión de los años 30 del siglo XX forma parte de la historia del capitalismo. Quienes mejor captaron el drama humano de la crisis fueron reporteros, literatos y cineastas. Un buen ejemplo lo constituye Las uvas de la ira, novela escrita en 1939 por John Steinbeck y adaptada al cine en 1940 por John Ford. Sus personajes son el testimonio vivo de la tragedia que afectará a familias enteras. Steinbeck supo tomar el pulso de una época, cuya moneda de cambio para empresarios y banqueros fue la especulación y la usura. A río revuelto, ganancia de pescadores. Más allá de los protagonistas, la trama reconstruye la historia no sólo de Estados Unidos, sino del capitalismo mundial. Centrada básicamente en el ámbito rural, narra la manera por la cual miles de campesinos se vieron obligados a malvender sus propiedades para hacer frente a las deudas e hipotecas bancarias. Sus acreedores se frotaron las manos. En una operación especulativa se quedaron con las tierras y cuanto apero de labranza estuviese en las granjas. Pero eso no fue todo. Introdujeron el monocultivo del algodón cambiando el ciclo vital del uso de las tierras. Las cosechas y el clima no acompañaron. Los frutos de la operación especulativa menguaron y ante la perspectiva de perder dinero los banqueros optaron por revender las tierras a los emigrantes que huían de las grandes ciudades por falta de trabajo y los cierres patronales. El negocio fue redondo. Los únicos que no perdieron fueron los especuladores. En el mundo rural, la crisis del siglo XXI muestra extrañas semejanzas. Son muchos los campesinos de Asia, África y América Latina que se ven en la ruina. El control monopólico de los granos genéticamente modificados, el precio de fertilizantes y el escaso acceso a los créditos son obstáculos insalvables para salir adelante. Familias al completo emigran o se transforman en jornaleros temporales, trabajando para las trasnacionales agroindustriales *DOCTOR EN SOCIOLOGÍA. PROFESOR TITULAR UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
DE LA
en monocultivos y con sueldos de miseria. Otros ni siquiera se plantean dichas opciones. Su elección es más descarnada. Ante un futuro sin perspectivas, arruinados y llenos de deudas, el suicidio se convierte en alternativa y forma de protesta. En Cancún, en 2003, mientras se celebraba la Cumbre de la OMC, un campesino de Corea del Sur, Lee Kyung Hae, optó por ese camino. Con una navaja se traspasó el corazón. Una forma de liberarse definitivamente del círculo de la pobreza. Pero no es un caso aislado. Las cifras son alarmantes. Pero hubiesen pasado desapercibidas si el heredero de la corona británica, príncipe Carlos, no las hubiese hecho visibles, responsabilizando, además, a las grandes compañías de transgénicos de tales suicidios. Sus palabras son elocuentes: “la tasa verdaderamente atroz y trágica de suicidios de los pequeños campesinos en India es producto del fracaso de muchas variedades de cultivo de transgénicos”. Sólo en India se detectaron por la organización Global Research, entre 1993 y 2003, unos 100 mil suicidios y la cifra aumentó llegando a 150 mil más en el trienio 2003-2006. Es decir, un promedio de 30 suicidios diarios de campesinos durante 13 años. Para ocultar la verdad, compañías como Bayer
o Monsanto pagan a universidades, investigadores, científicos de distintas disciplinas, sociólogos, antropólogos y sicólogos sociales, para redactar informes que nieguen la relación existente entre siembras de transgénicos y el aumento de los suicidios. Para este conglomerado de “expertos” las causas se encuentran en el alcoholismo, las sequías, el cambio climático o la pobreza rural. Por consiguiente, sus elaborados dosieres no prestan atención a los medios que utilizan los campesinos para quitarse la vida. Éstos ingieren grandes dosis de insecticidas, prolongando el dolor y la agonía. En América Latina no hay estadísticas registradas, pero el panorama no es del todo diferente. A lo anterior debemos agregar las muertes por intoxicación de miles de campesinos al utilizarse agrotóxicos en la producción. Según la FAO, los plaguicidas son causantes de 20 mil muertes accidentales al año y de 200 mil suicidios. En esta línea se manifiesta también la OIT, llegando a subrayar que sólo en el año 1994 hubo entre dos y cinco millones de envenenamientos por plaguicidas en sólo 40 mil propiedades examinadas. Los datos son concluyentes. Vía Campesina lleva denunciando esas atrocidades más de una década. Lo que encuentra como respuesta es la represión, el silencio o la
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ELEAZAR DÍAZ RANGEL/ÚLTIMAS NOTICIAS
La desigualdad social N o sé si ustedes vieron en algunos medios que Venezuela era el país de mayor desigualdad social en la región, es decir que la proporción de lo que recibe el 10% indiferencia. No hay interés por parte de gobiernos u organismos internacionales en revertir la situación. Si los pequeños y medianos campesinos sufren las amenazas de las trasnacionales de los transgénicos, en todas sus variantes, maíz, trigo, soya, etcétera, hoy les ha surgido un potente enemigo con tentáculos más largos y objetivos más ambiciosos. En sus tripas se entremezclan intereses especulativos de empresas hidroeléctricas, farmacéuticas, de la construcción, los seguros, los bancos, la alimentación, la prospección de materias primas, petróleo, gas natural, agua, minerales, etcétera. Un conglomerado devastador. Su objetivo es múltiple. No se trata de un mero ejercicio de extracción, explotación, distribución y comercialización de materias primas o riquezas naturales. Se busca controlar el proceso, desde el proyecto de inversiones, prospectiva, investigación, diseño y actividades complementarias. Es el nacimiento de los megaproyectos. Su puesta en práctica trae consigo efectos perniciosos e irreversibles en la naturaleza, la flora y la fauna autóctona, y el medio físico, urbano o rural. Donde se establecen, destruyen el entorno sin importarles las consecuencias de mediano y largo plazos. Sus propuestas cuentan con la complicidad y beneplácito de los gobiernos. Presas hidroeléctricas, autopistas, aeropuertos diseñados por arquitectos de renombre, complejos donde se une la construcción de urbanizaciones de lujo, centros de ocio, campos de golf y lagos artificiales. En definitiva, un atentado ecológico. En esta línea encontramos el plan Mesoamérica, la extracción de oro en Pascua Lame Chile-Argentina, la represa de Ralco y las proyectadas por Endesa en La Patagonia. Iniciativas especulativas de corto recorrido pero con pingües beneficios. En su desarrollo y expansión podemos observar la síntesis actual entre las empresas trasnacionales y el poder político.
de los más ricos es la más alta en comparación con lo que recibe el 10% de los más pobres. Las cifras, supuestamente, son de la Comisión Económica para América Latina (Cepal). Aunque le sorprenda, o no lo crea, la verdad es todo lo contrario de lo que difundieron algunos medios y seguramente, servicios noticiosos internacionales. Venezuela es el país de menor desigualdad social. La cifras de Cepal correspondiente a 2008 revelaron que Brasil es el país de mayor desigualdad social, donde 10% de la población obtuvo ingresos correspondientes al 50,6% del ingreso nacional; le siguen nuestro hermano vecino Colombia, con 49,1% y ese modelo de democracia que es Chile tiene 42,5%; luego están México 42,2% y Argentina 4l,7%; en cuanto a la distribución del ingreso, sigue bajando hasta llegar a Venezuela, con 36,8%, que es el más bajo entre 18 países de la región objeto de la medición; sigue siendo alto, pero es el más bajo en toda la historia económica de Venezuela desde que se miden estos índices. Estos porcentajes de Cepal coinciden con los índices Gini de la ONU, que igualmente miden ese reparto de los ingresos en cada país. Mientras más altos sean, más injusta es la distribución. Es bueno destacar que en varios países de América Latina hubo descensos de alguna significación. Por ejemplo, en Venezuela bajó 18%, en Perú 9%, en Bolivia, Nicaragua, Panamá y Paraguay, todos con menos 8%. El índice Gini más alto, que revela mayor desigualdad social, son los de Brasil (0594), Guatemala (0585), Colombia (0584), Honduras (0580), México (0575), R. Dominicana (0550), y así siguen bajando, hasta llegar a Uruguay con 0446 y en último lugar, Venezuela con 0412, es decir, el de menor desigualdad social. Supongo que no pensarán que se trata de una casualidad, son los efectos de una política económica que ha estado orientada a bajar la pobreza, a mejorar la vida de los pobres.
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IGNACIO RAMONET*
La cuestión social europea: miseria, pobreza, exclusión B ajo el lema “¡Alto a la miseria!”, la Unión Europea (UE) ha declarado 2010 “Año de la pobreza y de la exclusión social”. Y es que ya hay, en la Europa de los Veintisiete, unos 85 millones de pobres (1)... Un europeo de cada seis sobrevive en la penuria (2). Y la situación se sigue degradando a medida que se extiende la onda expansiva de la crisis. La cuestión social vuelve a colocarse en el corazón del debate. La ira popular se manifiesta contra los Planes de austeridad en Grecia, Portugal, España, Irlanda, etc. Las huelgas y las protestas violentas se multiplican. Muchos ciudadanos expresan también un rechazo a la oferta política (crece la abstención y el voto en blanco) o una adhesión a diversos fanatismos (sube la extrema derecha y la xenofobia). Porque la pobreza y la desesperación social ponen en crisis al propio sistema democrático. ¿Asisteremos a una explosiva primavera del descontento europeo? En España, el 20% de la población, o sea unos diez millones de personas, se hallan ya en la pobreza (3). Con casos particularmente indignantes como el de los hijos de extracomunitarios (más de la mitad de ellos viven en la indigencia), y el de las “personas sin hogar”, nivel máximo de exclusión social (4). Hay más de 30.000 personas sin hogar (en Europa, cerca de medio millón). Centenares de ellas, cada invierno, mueren en la calle... ¿Quiénes son esos pobres de hoy? Campesinos explotados por las grandes distribuidoras, jubilados aislados, mujeres solas con hijos, jóvenes con empleos basura, parejas con hijos viviendo con un único sueldo, y obviamente la gran cohorte de activos que la crisis acaba de dejar sin empleo. Jamás hubo en la UE tantos parados: 23 millones (cinco más que hace un año). Lo peor es que la violencia del desempleo golpea sobre todo a los menores de 25 años. En materia de paro juvenil, España ostenta la tasa más catastrófica de *DIRECTOR DE LE MONDE DIPLOMATIQUE
Europa: 44,5% (la media europea: 20%). Si la cuestión social se plantea hoy de modo tan espinoso es porque coincide con la crisis del Estado de bienestar. Desde los años 1970, con el auge de la globalización económica, salimos del capitalismo industrial para adentrarnos en una era de capitalismo salvaje cuya dinámica profunda es la desocialización, la destrucción del contrato social. Por eso se están respetando tan poco los conceptos de solidaridad y de justicia social. La transformación principal se ha producido en el ámbito de la organización del trabajo. El estatuto profesional de los asalariados se ha degradado. En un contexto caracterizado por el desempleo masivo, la precariedad deja de ser un “mal momento transitorio” mientras se encuentra un empleo fijo, y se convierte en un estado permanente. Lo que el sociólogo francés Robert Castel llama: el “precariado” (5), una nueva condición infrasalarial que se ha extendido por toda Europa. En Portugal, por ejemplo, un asalariado de cada cinco tiene ya un contrato llamado “recibo verde”. Aunque trabaje desde hace años en la misma oficina o la misma fábrica, con horarios fijos, su patrón es un simple cliente al que factura un servicio y quien puede, de la noche a la mañana,
sin ninguna indemnización, romper el contrato. Semejante degradación del estatuto de asalariado agrava las desigualdades porque excluye de hecho a un número cada vez mayor de personas (sobre todo jóvenes) del sistema de proteccion del Estado de bienestar. Las aísla, las margina, las rompe. ¿Cuántos suicidios de trabajadores en su lugar mismo de trabajo? Abandonados a sí mismos, en feroz competencia de todos contra todos, los individuos viven en una especie de jungla. Lo cual desconcierta a muchos sindicatos, otrora poderosos, y tentados hoy de colaborar con las patronales. La eficacia económica se ha convertido en la preocupación central de las empresas, que descargan sobre el Estado sus obligaciones de solidaridad. A su vez, el Estado desvía estos imperativos hacia las Organizaciones no gubernamentales (ONG) o las redes humanitarias privadas. De ese modo, lo económico y lo social se van alejando permanentemente el uno del otro. Y el contraste entre los dos resulta cada vez más escandaloso. Por ejemplo, en España, mientras el número de parados alcanzaba en 2009 la cifra de 4,5 millones (3,1 millones en 2008), las empresas cotizadas en Bolsa repartían 32.300 millones de
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EDITORIAL DE LA JORNADA, MÉXICO
Defensa (energética) soberana de Correa y contrastes preocupantes E
euros a sus accionistas (19% más que en 2008). El año pasado, los beneficios de los diez principales bancos europeos superaron los 50.000 millones de euros... En un continente castigado por la peor recesión desde 1929... ¿Cómo es posible? Porque a partir de la crisis del otoño de 2008, los Bancos centrales prestaron masivamente, con tipos de interés minimos, a la banca privada. Ésta utilizó ese dinero barato para prestar a su vez, con tipos más elevados, a las famlias, a las empresas... y a los propios Estados. Así ganó esas millonadas. Ahora, la deuda soberana alcanza niveles excepcionales en varios países -Grecia, Irlanda, Portugal, España...cuyos gobiernos han tenido que imponer drásticos Planes de austeridad a sus ciudadanos para satisfacer las exigencias de los actores financieros... causantes de la crisis del 2008. Una desvergüenza que exaspera y enfurece a millones de asalariados europeos. Los ricos siguen enriqueciéndose mientras crece el número de personas sin empleo o en la precaridad, con un poder adquisitivo más reducido, en condiciones de trabajo degradadas, soportando la violencia física y simbólica de unas relaciones sociales endurecidas en una sociedad cada vez menos cohesionada. ¿Cuánto aguantará el hastío popular? ¿Acaso no advirtió el propio Fondo Monetario Internacional (FMI), el pasado 17 de marzo, que si no se reforma el sistema financiero “habrá revuelta social”? (1) Es “pobre” la personas que vive con menos del 50% de la Renta media disponible neta (Rdn) del país correspondiente. En España, el ingreso medio mensual se sitúa en torno a los mil euros. (2) Cf. The Social Situation in the European Union 2007, Bruselas, 2008 (http://ec.europa.eu/ employment_social/spsi/reports_social_ situation_fr.htm). (3) Léase Informe de la Inclusion social en España, Fundació Un sol mon, Caixa Catalunya, Barcelona, 2008. (4) Consúltese: www.enredpsh.org (5) Robert Castel, La Metamorfosis de la cuestión social, Paidós, Barcelona, 1997.
l presidente de Ecuador, Rafael Correa, anunció que propondrá a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) –de la que el propio mandatario ejerce la presidencia pro tempore– la creación de un frente común para paliar el creciente poder de las trasnacionales, “que nos creen todavía su patio trasero, (su) colonia; que creen que pueden pisotear nuestra dignidad y soberanía”. El correlato de tales señalamientos es un fallo emitido por la Corte Penal de Arbitraje de la Haya, en Holanda, que obliga al gobierno de Quito a pagar 700 millones de dólares a la petrolera estadunidense Chevron –la cual enfrenta una demanda millonaria por daños ambientales en territorio ecuatoriano– luego de determinar supuestas violaciones al tratado bilateral de inversiones entre Estados Unidos y Ecuador. Este escenario de confrontación entre los intereses de una nación y los de una trasnacional tiene su origen en el desconocimiento, cada vez más recurrente, de los principios básicos de la soberanía de los estados por parte de las grandes corporaciones, y permite ponderar el enorme peso y la capacidad de presión y de chantaje que éstas han alcanzado en años recientes como consecuencia de su vasto poder económico, en un contexto mundial en que el volumen de ventas de las empresas más grandes del mundo supera el tamaño de las economías de muchos estados. Por no ir más lejos, debe mencionarse que las ganancias totales de Chevron durante 2009 –unos 10 mil 500 millones de dólares– resultan muy superiores al producto interno bruto de Haití –ubicado en 7 mil millones de dólares, según cifras de 2008–, el país más pobre del hemisferio occidental y actualmente devastado por el terremoto del pasado 12 de enero. En ese sentido, el discurso del presidente ecuatoriano constituye un contrapeso por demás saludable al potencial depredador de multinacionales que, como Chevron, actúan de espaldas a las sociedades y al bien común, en
función de los intereses económicos de sus accionistas, y con plena desatención de los principios soberanos. Por otro lado, el conflicto que hoy vive Ecuador debiera constituir un referente alarmante para nuestro país, cuya industria petrolera se encuentra, como lo advirtó el Comité Nacional de Estudios de la Energía, bajo la amenaza que representa la firma de tratados internacionales y las obligaciones que éstos pudieran significar en términos de resoluciones de controversias ante instancias internacionales, cuyas reglas sustantivas y procesales tienden a favorecer sistemáticamente a los capitales privados. Hoy día, y contrariamente a lo que ocurre de Ecuador –que con expresiones como las comentadas da pasos en firme para consolidar su soberanía–, México enfrenta un riesgo adicional de sufrir un retroceso en cuanto a las potestades del Estado sobre los hidrocarburos, si se toma en cuenta que el actual grupo en el poder ha dejado entrever nuevamente sus intenciones de entregar total o parcialmente la industria petrolera nacional a los intereses privados, nacionales y extranjeros, como ocurrió el pasado miércoles en el contexto del Foro Internacional de Energía que se desarrolló en Cancún. En suma, es deseable y necesario que las autoridades mexicanas vean el conflicto actual entre Ecuador y Chevron como un precedente nefasto y como un llamado de atención, y que cesen en sus intentos por ceder girones de la soberanía nacional a particulares.
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WW
Kapuscinski, la ficción y la verdad periodística L
a biografía del gran cronista polaco Ryszard Kapuscinski, escrita por Artur Domoslawski, desató una polémica mundial. El reportero de guerra habría acomodado muchas veces datos y situaciones a su arbitrio. Todos los periodistas y aspirantes a autores de reportajes pueden aprender mucho de la controversia sobre Kapuscinski. La “no ficción creativa” es una pendiente peligrosa. Si hubiera vivido unos años más, Ryszard Kapuscinski quizá habría podido obtener el Premio Nobel de Literatura. Aunque esas cosas se llevan con un secreto digno del Vaticano, estoy seguro de que era uno de los candidatos constantes de la Academia sueca. Entonces, los periodistas de muchos países habrían celebrado su designación por ser el primer escritor de “no ficción” que lo ganara desde Winston Churchill en 1953. Ahora ha estallado una seria polémica en su Polonia natal por un nuevo libro que sugiere que su no ficción no era tan “no ficción”, después de todo. Es una polémica que ya ha dado la vuelta al mundo, porque el nombre de Kapuscinski es sinónimo en todas partes de un cierto tipo de reportaje políticoliterario. Kapuscinski non fiction Acabo de leer el libro, que se titula, en polaco, La no ficción de Kapuscinski. Su autor es el periodista Artur Domoslawski, de quien Kapuscinski fue modelo, mentor y amigo, y ha sido criticado por varios motivos. Entre ellos, su forma de abordar las numerosas aventuras amorosas del escritor viajero, que es verdad que me parece poco delicada, y su tratamiento del pasado comunista y los contactos ocasionales de Kapuscinski con la policía secreta, que en mi opinión está bien explicado. Más en general, se ha criticado al libro por denunciar a un antiguo *ESCRITOR, PERIODISSTA Y ANALISTA POLÍTICO BRITÁNICO
mentor. La viuda de Kapuscinski lo llama “parricidio”. Yo creo que no lo es. Creo que el autor trata de ser imparcial y permite que hablen muchas voces diferentes. Capta al Ryszard que yo conocí, empezando por una brillante evocación de su cálida sonrisa, con la que desarmaba a cualquiera. Desarmaba a cualquiera literalmente, porque aquella sonrisa de humildad casi infantil le permitió salir bien librado de muchos enfrentamientos peligrosos con hombres armados, en Africa y otros lugares. Por otro lado, este libro es el grito prolongado de un discípulo preocupado e incluso desilusionado, alguien que, en sus casi tres años de investigación, encontró cosas que le perturban enormemente. El quid de la cuestión, para Domoslawski, para mí y probablemente para el resto del mundo, es que se cruce el límite entre la realidad y la ficción. Es un tema que a algunos nos preocupa desde hace años. En 2001, para conmemorar el centenario del Premio Nobel de Literatura, la Academia sueca organizó un simposio sobre la Literatura de testigos, una delicada forma de sugerir que la Literatura, con mayúscula, no consistía sólo en ficción y poesía. Yo di una charla (reproducida en mi libro Facts are Subversive) en
la que comenté que “con Kapuscinski pasamos sin cesar de la Kenia real a la Tanzania de ficción y viceversa, pero la transición no está claramente indicada en ningún sitio”. Ese mismo año, el antropólogo y escritor John Ryle escribió una brillante reseña en The Times Literary Supplement en la que documentaba numerosas inexactitudes, exageraciones y mitificaciones de Kapuscinski en sus escritos sobre África. Decía que, en su mayoría, tendían a lo que él denominaba el “barroco tropical”, un estilo en el que todo se vuelve más exótico, salvaje, descontrolado, extremo y, por qué no decirlo, oriental. Ahora, Domoslawski sigue en parte las huellas del maestro, hasta Addis Abeba, por ejemplo, donde Kapuscinski investigó para escribir su famoso libro sobre la caída de Haile Selassie, El emperador, y a Santa Cruz, Bolivia. Y se ha encontrado con que los propios testigos de Kapuscinski se quejan de que hay material falso e inventado. Da numerosos ejemplos. Lo que hizo Kapuscinski está ya fuera de toda duda. La cuestión es cómo reaccionar. Una corriente de opinión es la representada por el escritor estadounidense Lawrence Weschler, quien, según Domoslawski, ha dicho “¿qué más da en qué estante tengamos
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que colocar El emperador (1978) y El Sha o la desmesura del poder (1987), en ficción o no ficción? Siempre seguirán siendo unos libros magníficos”. Un compañero de colegio de Kapuscinski afirma que El emperador es “la mejor novela polaca del siglo XX”. Y, por supuesto, esos libros hablaban también de Polonia. Los lectores polacos los leían en parte como alegorías de su propia situación, y los censores del comunismo podrían haberlos prohibido si no se hubieran presentado como libros de no ficción que trataban de lugares reaccionarios y lejanos. Una segunda corriente, que podríamos llamar de los “nerviosos defensores de Ryszard”, está bien representada por Neal Ascherson, autor a su vez de soberbios reportajes sobre Polonia y otros países. Kapuscinski era un gran narrador de historias, no un mentiroso -escribe en la página web de The Guardian-, y existe una diferencia importante entre dar noticias y escribir libros. Pero luego hace esta afirmación, que me resulta muy sorprendente: “Casi todos los periodistas, excepto un puñado de santos, sacan punta a las citas o varían ligeramente las horas y los lugares para causar más efecto. Quizás no deberían, pero lo hacen; lo hacemos”. ¿De verdad, Neal? ¿Y cuánto es, si no te importa explicarlo, “ligeramente”? ¿Y hasta dónde puede atreverse uno a “sacar punta”? No obstante, en el resto de su blog muestra su preocupación por el hecho de que Kapuscinski no dejara suficientemente claro al lector lo que hacía. La tercera postura, en la que me
incluyo, afirma que, aunque no haya -en los gráficos términos que emplea Ascherson- una “frontera con alambrada y focos”, sí existe un límite fundamental, una zona fronteriza, que los escritores de no ficción debemos intentar no cruzar jamás. Si cruzamos ese límite, entonces debemos asignar una etiqueta distinta al producto final. Domoslawski ofrece una razón por la que hay que hacerlo: sencillamente, el deber de ser justos con nuestros lectores. Ustedes necesitan saber qué están leyendo. Al fin y al cabo, parte de la emoción de leer a un escritor como Kapuscinski nace de pensar que esas cosas han ocurrido. El estaba allí. Lo vio con sus propios ojos. Estuvo a punto de morir por informar de los hechos. Es un principio que su propia retórica ha defendido con frecuencia a capa y espada. El segundo motivo es más profundo. Me da la impresión de que, para una persona armada con una pluma, existen pocas obligaciones más serias que la de ser testigo veraz de grandes acontecimientos. Al presentar el simposio de 2001 sobre la Literatura de testigos, el entonces secretario de la Academia sueca, Horace Engdahl, sugirió que “la verdad, en un principio, no es nada más que lo que certifica un testigo fiable”. Quizá no sirva como regla filosófica universal, pero desde luego sí es aplicable a lo que hacen quienes escriben testimonios, sobre todo cuando se alzan solos en medio de la tragedia o el triunfo. Ser testigos de genocidios, guerras, revoluciones y muestras de valor humano en medio de la humanidad
es -perdónenme el tono melodramáticouna responsabilidad sagrada. La verdad de la historia Es cierto que, al elegir los hechos, las imágenes y las citas, al caracterizar a las personas reales sobre las que escribimos, quienes realizamos reportajes trabajamos, en muchos aspectos, como los novelistas. Pero, si tenemos en cuenta esa responsabilidad respecto a la historia y la promesa de “no ficción” que hacemos a nuestros lectores, debemos atenernos a los hechos de la mejor forma posible. No debemos cambiar el orden de los acontecimientos ni siquiera “ligeramente”, ni “sacar punta” a nada que aparezca entre comillas. Todos cometemos errores. Nadie puede ver una situación en su conjunto ni ser totalmente objetivo. Todo el mundo tiene un punto de vista. Ahora bien, si digo que vi una cosa, es que vi esa cosa. No estaba en otra calle, en otro momento, ni me lo contó alguna otra persona mientras tomábamos una copa en el bar del hotel. Creo que podemos hacer dos cosas. Una, sugerida en tono humorístico por el propio Domoslawski en una entrevista tras la publicación del libro, es que debería haber en las librerías una sección entre la ficción y la no ficción, en la que estuviera una nueva categoría llamada simplemente Kapuscinski. La otra es aprender del maravilloso trabajo de Kapuscinski pero también de sus transgresiones y, de esa forma, dar un testimonio más veraz.
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ROLAND DENIS*
El juego nefasto del antiterrorismo ¿Por
qué rebotaron del aeropuerto de Maiquetía para devolverlo en un vuelo directo a París a Walter Wendelin, militante del movimiento de liberación vasco (nación que en su idioma denominan EusKal Herria), de nacionalidad alemana, sin ningún asunto pendiente con justicia alguna, justo a su llegada a Venezuela proveniente de México, previa visita a las oficinas de la Disip en el Helicoide? Este caso ocurrido hace apenas unos días demuestra hasta qué punto en los tiempos de hoy es totalmente inútil seguir hablando de soberanía, de independencia, plantados en una vieja lógica de estado-nación que por obligación y necesidad de reconocimiento hace parte de un sistema mundial de poder ya cerrado alrededor de los intereses del sistema financiero y las grandes corporaciones transnacionales, incluidas los bestiales intereses de la industria mundial de guerra liderizada por EEUU. Esta suerte de rendición frente al amo que representa tan absurda expulsión tiene sin embargo su razón de ser dentro de la historia de la política internacional del actual gobierno: diez años atrás el que para entonces será el nuevo presidente de Venezuela, Hugo Chávez, hombre que sólo hablaba de una revolución que profundice la democracia, la participación popular y acabe con el viejo sistema de élites políticas dominante por 40 años en nuestro país, a pesar de su moderación ideológica aún así se atrevió a promover una política frente al conflicto colombiano que hace unas décadas o al menos antes de la segunda guerra mundial, era totalmente normal y admisible dentro del mundo de entonces, cosa que es inadmisible en el mundo de hoy: darle reconocimiento a las partes en conflicto dentro de una situación de guerra interna y de esta forma situarse como “tercer factor” que favorezca la apertura de un proceso de paz. Pues bien, aquel reconocimiento que hizo *FILÓSOFO, MILITANTE POPULAR Y EXVICEMINISTRO DE PLANIFICACIÓN,MIEMBRO DEL PROYECTO NUESTRA AMÉRICA
Chávez a las FARC y el ELN como fuerzas legítimas dentro de un conflicto ya legendario, además de un acto tradicional de soberanía, fue el primer gran pecado de este gobierno frente al sistema internacional constituido. Todas las ratas saltaron y comenzó uno de los primeros ataques combinados desde fuera y desde dentro contra el gobierno de Chávez; la década genocida de los dos mil apenas comenzaba. Queda desde entonces “marcado” este gobierno como “promotor” del terrorismo dando lugar a una serie acusatoria y continuada que dura hasta hoy. Pero todavía la situación para el año 2000 aún no había llegado a su punto decisivo dentro del orden global. Tal punto se inaugura con el ataque a las torres gemelas y la invasión seguida a Afganistán. Se produce para entonces un corte histórico que cristaliza el orden dominante mundial entre democracia y terrorismo, estados parias y estados obedientes al orden mundial, es decir, estados fuera o renuentes al orden imperial global y estados ya sometidos por completo a él jugando su respectivo papel de “regiones autónomas”, mas no soberanas, dentro de esta federación global garante del orden mundial capitalista. Luego de una transición de diez años (1991-2001), después de la caída de la URSS, finalmente se logra crear un nuevo código mundial de dominio bajo la égida de los grandes
estados imperiales del norte del mundo, desde China hasta los EEUU, que a su vez compiten internamente por la hegemonía del gran imperio desterritorializado. Código absolutamente caótico que le permite a los halcones de Bush ejecutar a placer la invasión Irak fuera de cualquier legalidad propia de la era de la guerra fría, la ONU, etc. Paz vigilada al obediente, guerra al disidente activo, el G8 queda como el buró mundial de mando. Código que tendrá su primera formulación legal en las respectivas leyes antiterroristas que todos los estados obedientes estarán obligados a aprobar. Posterior a este punto decisivo nuestro gobierno comienza a dar los primeros pasos en retroceso que sólo se harán evidentes en los años siguientes. La historia va poco a poco acompañada por una agudización de todas las formas de chantaje político hacia Venezuela: los golpes de estado del 2002 y la conspiración en general en buena parte tenían que ver con este “desvío” original prototerrorista en la política frente al conflicto colombiano (“comunista” en los viejos lenguajes) del gobierno, absolutamente inaceptable. Comienza entonces un proceso muy complejo y curioso donde, luego de muchos titubeos, a partir del 2003 aparentemente se avanza en un proceso de radicalización ideológica por parte
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de Chávez que con los años terminará componiendo toda una síntesis programática apodada “socialismo del siglo XXI”. Para llegar hasta allí lo primero que hará el presidente Chávez es declararse “antimperialista”. Así se inaugura como un gobierno claramente de izquierda que en principio, al menos en los tiempos de la guerra fría, habría implicado una clara identificación con los movimientos insurgentes y anticapitalistas, incluidos aquellos que asumen la lucha armada. No obstante la cosa no va del todo por ese camino. La presión internacional y sobretodo la aparición de una élite burocrática que empieza a acostumbrarse a saborear los gustos de su poder y las cuentas millonarias -y que por tanto no quiere mayores problemas con los amos del mundo- , terminan dándole vida a una doble expresión política de gobierno cada vez más antagónica una de otra. Por un lado promoverán vía mediática y discursiva un abierto radicalismo virtual que tendrá sus efectos en una inmensa nubareda de símbolos y significados entrelazados que decantan en todo un botadero de declaraciones, programas de opinión, documentales, foros, encuentros internacionales, líneas editoriales, etc, que reviven si se quiere un viejo imaginario de izquierda, por cierto cada vez más ortodoxo y “leninista”, que también tiene sus razones pero que no vienen al caso. Esta línea será reforzada en el campo internacional por una política integracionista de inspiración bolivariana que llegará hasta la creación del ALBA, UNASUR y las diversas integraciones energéticas a nivel continental. Pero por otro lado, abiertamente o “bajo cuerdas” empezarán a ocurrir una serie de cosas aparentemente incomprensibles que enloquecen la conciencia de muchos. Siguiendo los parámetros de obediencia global la Asamblea Nacional “rojo-rojita” aprobará una ley antiterrorista, calco y copia de la nueva legalidad imperial. Acto seguido, comenzará una cadena de expulsiones o extradiciones de militantes refugiados que por acusación externa estarían ligados sobretodo al ELN y las FARC (también el caso de militantes vascos con años de vida en nuestro país) que ya supera el centenar
OFICIAL GRINGO EN COLOMBIA
de compañeros –si no más, hasta donde sabemos-, número que sigue aumentando. Es una política que supone en lo concreto un abandono total de la posición soberana tomada hace diez años frente al conflicto colombiano y un paso o “prueba de obediencia” al nuevo código mundial de dominio ¿se explica?. Siguiendo esta línea vendrán las famosas declaraciones de Chávez en contra de la lucha armada no sólo en Colombia sino como postura política genérica. Correlativamente a ello las políticas de integración serán vistas cada vez más desde un punto de vista de estado, acompañadas por movimientos sociales que juegan el papel de meretrices de buen comportamiento. Se abre sin embargo un vago llamado a la formación de una “V Internacional”, ¿pero cómo es eso una “internacional” que no reconoce movimientos armados y sólo admite a las “izquierdas permitidas”?...pobre Lenin, pobrecito el Ché. ¿Será por razones como esta que Muller Rojas en su despedida de la política y del PSUV acusa la política internacional de gobierno de “nacionalismo pequeño burgués”?. Se entiende entonces que el retroceso en la práctica es cada vez más profundo independientemente de los radicalismos discursivos. Y no por esto estamos pidiendo un “verdadero gobierno de izquierda” que haga renacer la Cuba de los sesenta y setenta. Eso hoy en día es una ilusión absurda. El problema en que nos encontramos
es que este gobierno haciendo uso de una herencia, una memoria, un ideario sagrado de lucha, a la final no deja en claro su propia situación colonial y no se explica a sí mismo y públicamente dentro de las nuevas circunstancias históricas que vivimos a nivel global. Nos lleva a revivir nostalgias propias de las viejas y desaparecidas soberanías nacionales, pretende mentirosamente bajo una suma interminable de declaraciones de que es perfectamente posible armar una isla de soberanía llamada “Venezuela” que a la final termina en tragedias o en vergüenzas terribles como esta absurda y cobarde expulsión de Walter Wendelin del territorio nacional (ni hablar por cierto de otros terrenos más suntuosos como son las concesiones petroleras, los acuerdos mineros con la “mafia rusa”, etc). Los propios movimientos sociales de lucha terminan por igual cayendo en esta ilusión vendida, avanzan contando con una supuesta solidaridad de gobierno, para luego salir reventados y con las tablas en la cabeza, sin entender nada de lo que está pasando y a la final morir callados, antes por el chantaje de ser contrarrevolucionarios ahora por una fe ciega que no se sostiene ni a si misma. En fin, la expulsión de este militante internacionalista es una verdadera vergüenza frente al movimiento internacional de lucha para quienes hemos apoyado el proceso revolucionario y el gobierno. Pero antes de morir callados o en la impotencia entendamos un poco dónde estamos parados y afinemos estrategias a la altura del mundo que vivimos y no de viejas ilusiones. Primero entendamos una cosa frente al asunto vasco. Este movimiento de liberación es el último gran bastión de resistencia en Europa donde además sobrevive una expresión armada de la misma (“por ahora” el único movimiento armado en Europa de cierta relevancia). Para el imperialismo europeo es cuestión de honor aplastar esta última expresión lucha al menos de los viejos tiempos propios de la lucha por la liberación nacional y para ello han establecido un estado policial, de persecución internacional y de represión bestial. El gobierno venezolano no va a
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hacer nada en contra de ello, por el contrario, ya ni siquiera es el silencio evasivo. Las declaraciones hechas en conjunto con el gobierno español de lucha a fondo contra el terrorismo, sin ninguna razón otra que no sea el miedo de ser enjuiciados por el tribunal español que abrió proceso judicial contra el gobierno venezolano y contra Chávez por tanto, es una prueba clarísma de rendición frente al nuevo cogido de dominio global. Segundo, esto no quiere decir que las acusaciones de prototerrorismo contra el gobierno venezolano van a cesar. Por el contrario, mientras más obediente sea y por más pruebas que haga de su decidida obediencia, mayores y más agresivos serán los ataques. ¿Por qué?, porque los que aquí se está peleando no es una u otra conducta de este gobierno frente a la lucha de los pueblos. El “antiterrorismo” no es más que una guerra de aplastamiento de los pueblos antes de ser saqueadas sus riquezas y puestas en manos de los grandes intereses corporativos transnacionales. Chávez ha cedido mucho en este terreno pero no termina de ceder frente al polo occidental (Europa, EEUU) imperial dándole preferencia a los bloques orientales (Rusia, China), cuestión que es
inadmisible dadas las dimensiones de recursos mineros, energéticos, etc, con que cuenta Venezuela. Súmenle a ésta la molestia de una discursiva anticapitalista e integracionista que recalienta los odios de todas las derechas mundiales al mando por cierto de toda la jerga institucional transnacional y de sus vomitables y monstruosas maquinarias de guerra. Cuenten también el colaboracionismo con Irán, razón de odio esta vez del influyente y poderoso sionismo internacional. El chantaje va a ser total y por tanto o se cede absolutamente o el juicio internacional va. ¿Cuál será el desenlace?, no sabemos, lo cierto es que al menos Chávez para estos señores y sus bufones nacionales ya no tiene perdón. Tercero y por todo ello, no sigamos contando ni con ilusiones discursivas y soberanistas ni con solidaridades que terminan en vergüenza. Es la hora no solo de la lucha sino de la inteligencia creadora de los pueblos: el nuevo mundo no es el de una asociación de estados soberanos e igualitarios, es una nueva comunidad global, antimperial, anticapitalista, que irá naciendo desde los abajos del mundo. Mientras tanto, pasa la vergüenza, no ha pasado nada señor gobierno, entendemos todo… viva la lucha del pueblo vasco.
Yongo cachicamo no llora, trabaja… Es
TULIO MONSALVE
patética la imagen del joven con camisa amarilla pretendiendo despintar con gemidos la dura realidad. Por inexperto se hace trágico. Doloroso verlo chillar por haber perdido sus caramelos en la piñata electoral. No entiende: esos puestos tienen dueño y nombre. Eres melodrama, tu, y a quien representas; masa devenida en ganga, diseñada, y controlado, por los medios. Tus capataces te dieron una lección: mostrar, el poder y como usarlo. Jóvenes a quienes desde la precaria fuente del conocimiento de sus apuntes de clase, se embaucó en aventura política hacia tierras adonde abunda el pan del sin sentido. Con mandones sin respuesta. Iluminados por la faramalla. Así descubres su reducido instinto de la prudencia y los miras incapaces de comprender la realidad, menos la política. Disciplina donde los canales mediáticos no lucen muy solventes. A los jóvenes no se les preparó en las lides del manejo de la adversidad. Sino en el ritual de Disney. Nunca vieron la cara grave y dura de la política. Menos su significado. Dices defender, no tu curul, sino la democracia; bárbara como necia, y pueril propuesta. No entiende el joven aprendiz del plebiscito, en este país todavía existen, clanes, tribus, castas, linajes, en cada estado, municipio y parroquia. Cada partido posee su mafia histórica, no serán ellos, con sus manitas blancas, nalgas al aire, quienes los desplacen. Salas, Radonskys, Allups, Mendozas, tienen posesión colonizada con artimaña y la zancadilla, los curules su secreto poder. Son capos de una indigna feligresía. Yongo no llores…. hazte cacique, trabaja como ellos, es la tradición.
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JAVIER BIARDEAU*
Marx y la transición nsición socialista Gradualmente
se vienen clarificando distintas posiciones, corrientes y tendencias acerca del debate sobre la “transición rumbo al Socialismo”. Algunas tendencias, como decimos coloquialmente, se “quedaron en el aparato” (en el doble sentido “hípico” y “político” de la frase), es decir, encallaron en el viejo Socialismo Burocrático del siglo XX, en sus dogmas, en sus afirmaciones apodícticas, en su incapacidad de renovación del pensamiento crítico socialista, en la imposibilidad para construir nuevos horizontes de revolución democrática, socialista, descolonizadora y ecológica para el siglo XXI. Se trata nada más y nada menos que del viejo “Socialismo de Aparato”, completamente funcional al Capitalismo de Estado y a una revolución administrada “desde arriba” (recuerden el oxímoron del PRI: “Partido Revolucionario Institucional”), a la elevación como nueva capa dirigente y dominante a la tecno-burocrática del Estado (una suerte de “burguesía de estado”), quienes ejercen el verdadero control y apropiación del “excedente económico”. Aquí es fácilmente detectable la relación entre justificaciones doctrinarias, y el asegurarse una función dominante en la estructura de poder en “nombre de la revolución”. Básicamente, no han comprendido las discontinuidades entre el pensamiento crítico de Marx, y la interpretación sesgada, imparcial y doctrinaria de la ortodoxia bolchevique de la obra abierta y crítica de Marx. Sin embargo, cabe advertir que no hay garantía absoluta para que una lectura más rigurosa, con mayor examen filológico de la obra abierta y crítica de Marx (algo que no hizo la dirigencia bolchevique), permita el éxito de las tareas en la construcción del Socialismo. Pero se trata al menos de clarificar, cómo ideas extraordinariamente significativas para debatir las transiciones al socialismo, que se cuelan en textos como los Manuscritos de Paris, la
*SOCIÓLOGO. PROFESOR DE LA ESCUELA DE SOCIOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA
Ideología Alemana o los Grundrisse, son olímpicamente ignoradas, por quiénes repiten como una letanía dogmática, las frases extraídas de Lenin, o incluso más recientemente, del Che Guevara. La temprana muerte de Guevara, prácticamente liquidó lo que se anunciaba como una crítica radical de la ortodoxia marxista-leninista en cuestiones teóricas, comenzando con su cuestionamiento del Manual de Economía Política de la URSS. Pero el voluntarismo blanquista de Guevara, ejemplar sin duda en cuestiones de coraje revolucionario (nadie lo duda), no opaca que su horizonte teórico de comprensión de la obra de Marx era parcial y limitado. El asunto es más sencillo, en gran medida Lenin o el Che, no pueden llamarse a si mismos continuadores del pensamiento de Marx en sentido estricto, sino revisadores e intérpretes de un aspectos parciales de la obra crítica de Marx; aspectos que parecían ser, desde sus interpretaciones condicionadas históricamente, concluyentes en algunas de las tesis acerca de la transición al socialismo, pero que eran solo indicaciones parciales; es decir limitadas
y fragmentarias. En gran medida la dialéctica entre “heterodoxia” y “ortodoxia” en cuestiones de interpretación del pensamiento de Marx, parece haberle jugado una mala pasada a quienes partieron de la falsa premisa de extraer los núcleos esenciales del pensamiento marxiano en cuestiones de transición al socialismo, cuando sobre la obra abierta de Marx operaban índices muy graves de desconocimiento e incluso de censura oficial desde la propia URSS (No olvidemos el destino trágico de Riazanov). Lo que Gramsci omitió cuando escribió aquel trabajo optimista sobre “La Revolución contra el Capital” (Un verdadero opúsculo de antidogmatismo pro-leninista), era que se trataba además, de una revolución contra los planteamientos marxianos de los Manuscritos, contra la Ideología Alemana, contra los Grundrisse; e incluso contra la crítica al Programa de Gotha. En fin, que era una revolución bastante alejada de los planteamientos de Marx. El Socialismo para el siglo XXI, requiere entonces alejarse de formulas
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simples, de cánones recibidos y prefabricados, de “calcos y copias”, de letanías del “credo revolucionario”, que sencillamente ya no da para más. En fin, partir de una lectura religiosa del “marxismo burocrático heredado”, es simplemente una postura reaccionaria. En reconocer esta elemental situación, reside la verdadera irreverencia en la polémica revolucionaria para el siglo XXI. Una primera consecuencia de este debate es clara. El primer eslabón de una revolución teórica que mantenga una filiación con la herencia del Marx revolucionario, si de verdad quieren escapar del impasse del socialismo burocrático, es romper con el Imaginario estatista-burocrático de la transición rumbo al socialismo; imaginario completamente ajeno a la tesis marxiana de la “economía social del trabajo libre asociado” (textos sobre la Comuna de París); enunciado que define con precisión, el horizonte de prefiguración de una economía socialista. Se trata de comprender la elemental observación de Engels de que las nacionalizaciones y estatizaciones, no pueden confundirse con las “socializaciones” ni con la “propiedad social”; así como una formaulación cada vez mas olvidada, una precondición del Socialismo Revolucionario es que si y solo si la clase trabajadora, el proletariado como clase para sí, controla efectivamente los resortes estratégicos del Estado de transición (Manifiesto Comunista), puede generarse un pasaje desde las nacionalizaciones (que pueden caracterizar sin problemas una capitalismo de estado) hacia una “economía social del trabajo libre asociado”. No se construyen espacios de economía socialista desde la propiedad estatal o desde la planificación burocrática de comando estatal. Los espacios de economía socialista deben coordinarse a partir de una estructura de dirección política, que asegure la integración del Plan social de “unidades económicas” basadas en el trabajo libre asociado; pero desde prácticas de planificación estratégica, democrática, desconcentrada y descentralizada, que no recaigan en los errores de las cibernéticas de primer orden (por tratar de controlar todos los detalles, terminan descontrolando todo
el proceso). Se requiere una ruptura de paradigmas en las visiones tanto de la “economía social”, que no es “colectivismo estatista”, como en la “planificación democrática y social estratégica”, que no es “planificación burocrática”. Confundir “plan social” con “plan estatal”, confundir “propiedad social” con “propiedad estatal”, confundir “capa burocracia en el poder” con “proletariado como clase para si” controlando el Estado de transición, es parte del legado del Socialismo Burocrático. Ni siquiera es eslabón leninista clave del “partido revolucionario de masas”, puede impedir que estas confusiones, no conduzcan a una “degeneración burocrática del Estado obrero” o a una deformación de la “dictadura obrera-campesina”, mientras el “partido revolucionario de masas”, como advirtió Rosa Luxemburgo, liquide la democracia socialista, en su seno y fuera de éste. Por tanto, existe una considerable referencia a precondiciones políticas de una transición al socialismo, que definen justamente el espinoso asunto de la democracia socialista, que no pueden soslayarse para pasar directamente a aplicar las medidas canónicas de un “Socialismo Burocrático”. Sin democracia socialista, lo que implica democracia deliberativa, participativa y protagónica de la multitud popular (del proletariado en los términos marxianos), no hay construcción alguna de socialismo. Si el bloque social de las clases, capas y sectores subalternos, no ha construido espacios de ejercicio participativo del poder (consejos autónomos del poder popular), no ha reconocido la democracia socialista en la inter-acción entre unidad y diversidad (la unidad no se decreta ni
se impone) de actores, movimientos y fuerzas del campo popular-subalterno, no ha sedimentado una cultura democrática socialista en su espacio de contra-hegemonía (ruptura de la separación fetichizada entre gobernantes y gobernados), entonces existen las tentativas de construir una revolución administrada desde arriba, que rompe la palanca fundamental de una revolución: el poder constituyente de la movilización popular organizada desde las iniciativas del poder de base, articuladas en un frente amplio, democrático y revolucionario. Nada más diferente, por otra parte, que la concepción política de alianzas entre partidos y movimientos que elaboró históricamente el pensamiento de Marx, de las tácticas sectarias de cooptación y control vertical del modelo de un “partido-único”. Lo que colapsó como horizonte de emancipación en 1989 con el derrumbe del socialismo real, ya estaba podrido en su semilla desde aproximadamente 1920, cuando ya se ha liquidado no solo la posibilidad de un pluripartidismo soviético (como tardíamente Trotsky lo reconoció), o de los espacios para libertades políticas elementales (como Luxemburgo lo remarcó), sino la liquidación de tendencias en el propio partido de Lenin (abriéndole las compuertas al espíritu estalinista). Se trata de nada más y nada menos que abordar la siguiente cuestión: ¿Cómo pudo la revolución liberadora de 1917 haber creado una sociedad tan regresiva como la construida desde la contrarevolución burocrática estalinista, que permitió el control capilar del aparato del partido por Stalin, en vida del propio camarada Lenin? ¿Donde de rompe la filiación del pensamiento marxiano con el horizonte de emancipación social,
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económica, cultural y política en la revolución rusa? No son preguntas banales. El asunto vital no se encuentra en las actuales experiencias de China, VietNam, Corea del Norte o Cuba, sino en la capacidad de irradiación e influencia determinante de los dogmas consolidados por la experiencia bolchevique en la construcción del socialismo a lo largo y ancho del mundo (El comunismo de consejos había denunciado toda la parafernalia leninista mucho antes). Sin romper con la pantalla autoprotectora sobre la memoria de la experiencia bolchevique (auto-engaño colectivo que le reduce muchas angustias y preguntas a algunos camaradas “bienpensantes”), no hay posibilidad de avanzar en la construcción del nuevo socialismo para el siglo XXI. Pues el asunto de la degeneración burocrática de la revolución rusa, no está en la cosecha perdida, sino el grano podrido. Hay que pasearse por Marx y el legado del marxismo crítico, para salir del pantano del socialismo burocrático. Ya desde el comienzo de la revolución bolchevique, hubo voces críticas que sostuvieron que el Estado soviético y la sociedad de transición post-capitalista, no se asemejaba a la prefiguración de una sociedad socialista que plantearon tanto Marx como Engels. ¿En que medida el marxismo bolchevique era efectivamente una continuación del pensamiento marxiano? Esta pregunta ha dado lugar a ríos de tinta con concretas implicaciones políticas. Habría que recordar algunas posiciones auto-críticas de Trotski (ya convertido por obra de la propaganda estalinista en agente de Hitler), cuando señalaba que para Marx y Engels era claramente elemental, que la propiedad social no se podía confundir con la propiedad estatizada o nacionalizada. Trotsky no llamó “propiedad social” al sistema socioeconómico soviético, y nunca sostuvo, por ejemplo, que la producción socialista ya existía en el estado de transición al socialismo. En una de sus elaboraciones del concepto “propiedad social” plantea: “Para volverse social, la propiedad privada inevitablemente debe pasar por un estado equivalente al de la oruga que antes de volverse mariposa debe convertirse en larva. Pero una larva no es una mariposa. Millones de ellas perecen
sin llegar a ser mariposas. La propiedad estatal se convierte en la propiedad de todo el pueblo [como Stalin sostuvo] sólo en el grado en que los privilegios sociales y las diferenciaciones desaparecen, y con ellos la necesidad del Estado. En otras palabras: la propiedad estatal se convierte en socialismo en la proporción en que deja de ser propiedad estatal. Por el contrario: cuanto más alto se pone el Estado soviético por encima del pueblo, y más se constituye en guardián de la propiedad del pueblo, más claramente se manifiesta contra el carácter socialista de la propiedad estatal.” Que el Estado no sea un órgano que esté por encima de la sociedad, era un tema típicamente marxiano, no solo libertario o liberal: “La libertad consiste en convertir al Estado de órgano que está por encima de la sociedad en un órgano completamente subordinado a ella, y las formas de Estado siguen siendo hoy más o menos libres en la medida en que limitan la “libertad del Estado”.”(Marx: Crítica al programa de Gotha) El asunto de la estatización estaba planteado por Engels, quién escribió que con medidas de estatización del capital, “las relaciones capitalistas no son eliminadas, son solamente unificadas en una cabeza”. El paso fundamental reside en que esta unificación de relaciones económicas en el capitalismo de estado tiene que ser derribada, pues la llamada “propiedad estatal” tiene que ser controlada directamente por los trabajadores en lugar de la burguesía. Engels planteaba: “La propiedad estatal de las fuerzas productivas no es la solución del conflicto, pero dentro de ella están las condiciones técnicas que formas los elementos de la solución”. Algunos veneradores del fetichismo de la forma-Estado, suponen que nacionalizando empresas no se le está
dando poder al Capitalismo de Estado, sino construyendo el Socialismo desde el Estado. El asunto clave es si se trata de un Estado de transición controlado efectivamente por las clases trabajadoras, y sus formas de organización autónomas, como el control obrero, los consejos de fábrica y los consejos de trabajadores; o si no será la tecno-burocracia estatal; en fin, la capa de funcionarios, gerentes, técnicos y administradores formados bajo los mismos parámetros capitalistas de la división jerárquica del trabajo, o lo que es peor, una capa de funcionarios dependientes del aparato del particoúnico, los que asumen la apropiación, control y dirección de los procesos económicos en la fase de transición. Este problema remite justamente al estado del arte del movimiento de los trabajadores en un proceso revolucionario; y no a los que hablan en su nombre, profundizando la famosa “cadena de sustituciones”. Marx y Engels hicieron referencias positivas al potencial socialista de diferentes formas de socialización económica, y no solo a la estatización: las cooperativas de producción y consumo, la economía social auto-gestionadas directamente por el trabajo libre asociado, el control obrero de las estatizaciones y nacionalizaciones, como formas que apuntaban a la socialización económica de las unidades de producción, al pasaje a un sistema socioeconómico socialista. Pero hablaban explícitamente de la interrelación entre aspectos económicos y políticos. No dejaban de lado la relación entre poder económico de clase del poder político de clase. Hoy pudieran hacerse muchas interrogantes a la hipótesis de la simplificación de la estructura social capitalista presente en el propio Manifiesto del Partido Comunista, lo que complejiza las tácticas de clase contra clase, y plantea el asunto de las alianzas
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de clases y la hegemonía socialista en una revolución democrática. Obviamente, sería necesario pasearse por esta problemática para comprender el sentido exacto de la construcción de un bloque histórico nacional-popular, donde las clases trabajadores no dejen de ser ejes fundamentales de la construcción hegemónica, pero que incluyan un vasto conjunto de demandas, aspiraciones y necesidades de otras capas, sectores y clases, con la excepción de los intereses de las fracciones de clase capitalistas monopólicas, transnacionales y la oligarquías terratenientes tradicionales. Para esto, no puede existir un proyecto socialista sectario, que se dirija a la masa popular urbana de manera despectiva como “marginales”, como “lumpen”; o a los sectores medios, como recalcitrantes y lacayos pequeñoburgueses, o a los campesinos, como sectores con mentalidad de pequeños propietarios, o a los pequeños o medianos empresarios, como embriones del neoliberalismo imperialista. Con esta tipo de política y discurso, no hay construcción hegemónica posible; se bloquea la construcción de la voluntad colectiva nacional-popular mayoritaria, que logre aislar, neutralizar y reducir a su mínima expresión política y electoral, al núcleo social dominante del imperialismo + fracciones de la burguesía monopólica + oligarquía tradicional. Sabemos que no hay 4 millones y medio de oligarcas, pero parece que no se sabe cómo impedir que la hegemonía capitalista tenga el grado de influencia ideológica y política que tiene. Por el camino de radicalización sectaria que vamos, con un diseño de socialismo que sigue girando compulsivamente alrededor de los lugares comunes del socialismo burocrático del siglo XX, no parece entenderse que significa la construcción hegemónica de la política socialista. Por ejemplo: de acuerdo a datos del anuario estadístico de la CEPAL para el año 2007, la distribución de la población venezolana de acuerdo a los sectores de actividad económica era la siguiente en términos gruesos: Agricultura (8,7 %), Industria (23,3%), Servicios, incluyendo actividades estatales (67,9 %). Así mismo, desagregando la estructura de la población ocupada urbana total, por sectores de actividad económica era:
Agricultura (8,7 %), Minería (0,9 %), Manufactura (12,3 %), Electricidad, Gas y Agua (0,4 %), Construcción (9,7 %), Comercio (23,5 %), Transporte (8,7 %), Servicios financieros (7,1 %), Otros servicios (30,7 %), y no especificados (0,2 %). De acuerdo a la estructura ocupacional (Clasificación internacional uniforme de ocupaciones) tenemos: profesionales, técnicos y trabajadores asimilados (12,5 %), Directores y funcionarios públicos superiores (3,8 %), Personal administrativo y trabajadores asimilados (7,2%), Comerciantes y vendedores (18,1 %), Trabajadores de servicios (19,3 %), Trabajadores en actividades agrícolas, forestales, pescadores y cazadores (8,6 %), obreros no agrícolas, conductores de máquinas y vehículos de transporte junto a trabajadores asimilados (30,2 %), trabajadores que no pueden ser clasificados según sector de ocupación (0,3 %). Así mismo, la estructura de la población puede analizarse a partir de las siguientes categorías (2007): Empleadores (4,2 %), Asalariados (59,3 %), autoempleo o por cuenta propia (34,7 %), Servicio domestico (no registrado), Otras categorías (1,8 %). Tasa de desempleo 2007 (8,4 %). Distribución del ingreso: 20 % más rico concentra (48,9 % del ingreso), 20 % más pobre concentra (5,1 % del ingreso). Una breve conclusión es la siguiente: año 2007= 41246 millones de hab aprox , 70% mayor de 15 años = 28872,2 millones de hab aprox. Si solo el 4,2 % son empleadores, entonces tenemos nada más y nada menos que 121.263, 24 personas aprox. Es decir, que 121.263
patronos han generado una hegemonía de 4.500.000 “oligarcas escuálidos y lacayos” de acuerdo al sectarismo de izquierda. La pregunta que hay que hacerse es: ¿Por qué ocurre esta situación? Los lectores y lectoras pueden hacer sus propios cálculos y cruces de variables, pero la conclusión es bastante elemental: la política de alianzas entre grupos, sectores y clases debe partir de la realidad concreta de la estructura social venezolana, no de los guiones de los manuales soviéticos de “comunismo científico”. Con una grave situación de concentración y desigualdad del ingreso; con la estructura ocupacional y sectorial de la población que existe, no vale la pena insistir en que solo la clase obrera industrial o petrolera va a construir la hegemonía socialista en el país. Sin ella será imposible, pero sólo con ella también. De allí la importancia de explorar los límites de una hegemonía nacional-popular de contenido socialista, democrático y antiimperialista. ¿Y cómo se construye eso? Con un frente social y política que elabore la política de alianzas entre grupos, sectores y clases, entre actores, movimientos, fuerzas sociales y políticas. El poder económico socialista no puede separase del poder político proletario; en nuestros términos de la multitud nacional-popular. No hay poder económico socialista desde el capitalismo de estado, o desde el dominio burocrático de las estatizaciones. Un estado de transición cohesiona el poder proletariado (y en nuestros términos, construye una Forma- Estado Transicional, que requiere ser Democrática-radical y Participativa para el ejercicio directo del poder de la multitud popular), constituyéndose en la fuerza activa que puede transformar el potencial socializante de las estatizaciones en realidad efectiva de las socializaciones bajo control del trabajo social, la autogestión y cogestión de acuerdo a un plan social, estableciendo las bases para el progresivo debilitamiento de las relaciones capitalistas en un cuadro de economía mixta de signo socialista, para fortalecer los embriones de la economía social del trabajo libre asociado; en palabras llanas, el derrumbe del despotismo capitalista en fabricas, talleres o empresas. Pero eso no se hace en un abrir y cerrar de ojos, eso implica
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un cambio estructural de generaciones. Gramsci lo decía con crudeza, la hegemonía nace en la fábrica, en el taller, en la empresa, en el lugar de trabajo, pero además en el lugar de descanso, de recreación, de estudio y reproducción social. Como dicen algunas feministas cuestionando a Gramsci: la hegemonía nace en la casa, donde se establecen las relaciones de subordinación entre géneros y entre edades. Y algunas más radicales afirman: la hegemonía nace en la cama. Sea donde sea que nazca, la construcción de nuevos sentidos comunes socialistas pasa por mediaciones políticas, educativas, culturales, comunicacionales e ideológicas que no se imponen desde una propaganda bancaria y alienante. El socialismo no es soplar y hacer botellas. Y mucho menos, copiando modelos que tienen poco o nada que ver con nuestra realidad especifica como formación social. El poder económico socialista no puede separase del poder social socialista. En la organización socialista del trabajo, de la producción, distribución, circulación y consumo, está el meollo de lo que Marx llamará, la economía social del trabajo libre asociado. No se trata entonces de la economía estatizada del trabajo compulsivamente y verticalmente administrado por la burocracia estatal o un partido-único. Pues una economía estatizada sin control de los trabajadores con mayor o menor calificación socio-técnica, es un nuevo sistema de explotación del plus-trabajo. Las nacionalizaciones o estatizaciones pueden apuntar al socialismo si y solo, son controladas y dirigidas por la hegemonía democrática de las clases trabajadoras y la mayoría del pueblo. Hegemonía democrática que se expresa tanto en la forma-estado de transición, como en el contenido de socialización económica del modo de producción, distribución y cambio. A pesar de que Marx y Engels no clarificaron los detalles de la transición post-capitalista bajo el marco de la modernidad europea, es falsa la afirmación que señala que no identificaron algunas condiciones necesarias, tanto de los aspectos socio-estructurales como propias de la intersubjetividad socialista, para comprender las transiciones socialistas (Léase por ejemplo, tanto “Principios de comunismo” de Engels, como el
“Manifiesto del Partido Comunista” de Marx-Engels). Marx interpretó la necesidad de procesos de transición entre el capitalismo y la futura sociedad comunista, planteando que ninguna sociedad desaparece antes de agotar las propias potencialidades interna, sobre todo en lo relativo a la superación de la explotación del trabajo asalariado y de la escasez. Que las fuerzas productivas pasaran de manos egoístas al control social de las capacidades productivas acumuladas, significaba no un retroceso de los niveles de riqueza colectiva, sino su aumento y transformación cualitativa. La premisa básica era que el trabajo libre asociado, la cooperación humana en el trabajo, la emancipación del trabajo sin despotismo jerárquico capitalista, podía no solo ser liberadora sino más eficiente generando los llamados “manantiales de riqueza”. Pero esto implicaba precondiciones políticas, educativas, socio-técnicas y culturales, no solo decretos, medidas repentinas o deseos caprichosos. Por otra parte, Marx en ningún lugar habló de Socialismo y de Comunismo como etapas, como fases o momentos diferentes de un proceso de transición. Lo que explícitamente planteo Marx fue lo siguiente: “Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista media el período de la transformación revolucionaria de la primera en la segunda. A este período corresponde también un período político
de transición, cuyo Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado.” (Critica al programa de Gotha-1875) Desde nuestro punto de vista, allí hay claramente aspectos sustantivos de transformación estructural y política implicados. Ha corrido demasiada tinta sobre la interpretación del término “Dictadura del proletariado” en la concepción propiamente marxiana; y ha quedado claro que no era ni dictadura sobre el proletariado, ni dictadura del partido-único, ni dominación de la capa burocrática. La forma-estado de la transición es la democracia en el sentido de la soberanía popular y la democracia cada vez más directa, por tanto, de la democracia participativa, deliberativa y protagónica: Sin necesidad de caer en la trampa de la disyunción entre revoluciones violentas y revoluciones pacíficas, lo fundamental fue dicho por Engels en 1895: “La época de los ataques por sorpresa, de las revoluciones hechas por pequeñas minorías conscientes a la cabeza de las masas inconscientes, ha pasado. Allí donde se trate de una transformación completa de la organización social tienen que intervenir directamente las masas, tienen que haber comprendido ya por sí mismas de qué se trata, por qué dan su sangre y su vida. Esto nos lo ha enseñado la historia de los últimos cincuenta años. Y para que las masas comprendan lo que hay que hacer, hace falta una labor larga y perseverante. Esta labor es precisamente
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la que estamos realizando ahora, y con un éxito que sume en la desesperación a nuestros adversarios.” El momento decisivo para una transformación completa de la organizaciónsocial, es la del protagonismo de una multitud organizada, formada políticamente y articulada a un proyecto histórico de liberación. Los métodos de lucha varían en la historia, pero sin una revolución democrática de multitudes, el socialismo puede convertirse en una simple auto-referencia de una secta ideológica o de salón. El trabajo de educación, organización, movilización y lucha en diversos frentes de masas no puede ser sustituido por pequeños grupos o núcleos de decisión, que consideran que la revolución consiste en un simple cambio de timón. Para Marx, el análisis del contenido de dominación de clase del Estado capitalista, implicaba dar cuenta de sus formas de manifestación, de expresión o de presentación oficial. La democracia representativa, liberal-democrática, por ejemplo, es una forma política de presentación del contenido de dominación política del Capital, resultado de un equilibrio de compromisos en el conflicto entre fuerzas de clases. La forma política deriva de la resultante de un ciclo de luchas. No hay que olvidar que debajo de las estructuras están las luchas, las correlaciones de fuerzas, y no al revés. Una lectura estructuralista reproduce y confunde la objetividad histórica por la cosificación y fetichismo de las formas. De allí que Marx (Carta a Annekov 1846) no fue suficientemente claro cuando escribía: “¿Qué es la sociedad, cualquiera que sea su forma? El producto de la acción recíproca de los hombres. ¿Pueden los hombres elegir libremente esta o aquella forma social? Nada de eso. A un determinado nivel de desarrollo de las facultades productivas de los hombres, corresponde una determinada forma de comercio y de consumo. A determinadas fases de desarrollo de la producción, del comercio, del consumo, corresponden determinadas formas de constitución social, una determinada organización de la familia, de los estamentos o de las clases; en una palabra, una determinada sociedad civil. A una determinada sociedad civil, corresponde un determinado orden político (état politique), que no es más
que la expresión oficial de la sociedad civil. Esto es lo que el señor Proudhon jamás llegará a comprender, pues él cree que ha hecho una gran cosa apelando del Estado a la sociedad civil, es decir, del resumen oficial de la sociedad a la sociedad oficial.” “Huelga añadir que los hombres no son libres árbitros de sus fuerzas productivas --base de toda su historia--, pues toda fuerza productiva es una fuerza adquirida, producto de una actividad anterior. Por tanto, las fuerzas productivas son el resultado de la energía práctica de los hombres, pero esta misma energía se halla determinada por las condiciones en que los hombres se encuentran colocados, por las fuerzas productivas ya adquiridas, por la forma social anterior a ellos, que ellos no crean y que es producto de la generación anterior. El simple hecho de que cada generación posterior se encuentre con fuerzas productivas adquiridas por la generación precedente, que le sirven de materia prima para la nueva producción, crea en la historia de los hombres una conexión, crea una historia de la humanidad, que es tanto más la historia de la humanidad por cuanto las fuerzas productivas de los hombres, y, por consiguiente, sus relaciones sociales, han adquirido mayor desarrollo. Consecuencia obligada: la historia social de los hombres no es nunca más que la historia de su desarrollo individual, tengan o no ellos mismos conciencia de esto. Sus relaciones materiales forman la base de todas sus relaciones. Estas relaciones materiales no son más que las formas necesarias bajo las cuales se realiza su actividad material e individual.”
Y más adelante: “Proudhon comete algo más que un error de método: prueba claramente que no ha aprehendido el vínculo que liga todas las formas de la producción burguesa, que no ha comprendido el carácter histórico y transitorio de las formas de la producción en una época determinada. El señor Proudhon sólo puede hacer una crítica dogmática, pues no estima nuestras instituciones sociales como productos históricos y no comprende ni su origen ni su desarrollo. Aquí hay que retener lo siguiente: carácter histórico y transitorio de las formas de la producción y de la política en una época determinada. No hay transformación desde caprichos individuales, pues hay un legado acumulado, pero la transformación es posible si y solo si hay tendencias de lucha, de negación, de conflicto y antagonismo social. Donde hay conflicto, oposición y lucha hay formas en movimiento. Hay historicidad de de reglas, contenidos y formas. Como queda patente en las tesis de Feuerbach (1945): “La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad (así, por ej., en Robert Owen). La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria.” Es la práctica revolucionaria la que se distingue del materialismo contemplativo y del idealismo abstracto o absoluto, una práctica revolucionaria que actúa reconociendo la historia de las condiciones y circunstancias, que no puede reducirse a determinismo cerrado, sino a estructuras históricas, fallidas, dislocadas o abiertas a la contingencia de la praxis revolucionaria, que no es capricho individual ni voluntarismo ciego, sino actuación colectiva organizada que transforma circunstancias. Por ejemplo, la soberanía popular, como poder constituyente desde abajo queda limitada, neutralizada o restringida
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a partir de una serie de mediaciones y construcciones del poder jurídicoinstitucional desde arriba (desde el poder constituido y organizado políticamente por el Capital), como la representación sin mandatos imperativos, la limitación del control popular sobre diversos órganos del poder público, el control parlamentario de doble cámara, la división de poderes en sentido liberal clásico, el constitucionalismo liberal, etc. Obviamente, no es lo mismo, una dictadura abierta del capital organizado como clase política dominante, que la democracia representativa con un régimen de derechos y libertades públicas, que regulan y limitan la emancipación social y política de las clases trabajadoras. Pero la democracia socialista va a fondo en el contenido democrático de los aspectos económicos, sociales y culturales. De allí que la democracia socialista sea socialización del poder social: económico, político, jurídico, ideológico y cultural. Control directo de la multitud popular en el ejercicio del poder y las decisiones sobre los asuntos de la esfera pública, sea estatal o no estatal. Que no se trata de suprimir derechos civiles, sino expandirlos al conjunto de la sociedad organizada, ya no desde los estrechos límites del derecho dominante, sino a partir de la construcción de la democratización extensiva e intensiva de los espacios y campos sociales. No abordar los textos marxianos como la Crítica a la filosofía del derecho de Hegel, los Manuscritos de París, la Ideología Alemana o los Grundrisse, genera graves errores de interpretación acerca de las condiciones políticas necesarias para la transición postcapitalista, que implica abordar en los planos nacionales e internacionales, dimensiones económicas, sociales, políticas, jurídicas, ideológicas y culturales de la acumulación de recursos de poder social. Así mismo ocurre con diversos textos de Engels, así como con diversos manuscritos epistolares que colocan en apuros a la interpretación hegemónica durante la revolución bolchevique; codificada posteriormente bajo la falaz doctrina estalinista de: “materialismo histórico” y “materialismo dialéctico”, con las famosas etapas de la transición: fases inferiores o superiores de la transición al socialismo, fases
inferiores y superiores del socialismo; y finalmente, fases inferiores y superiores de comunismo. En Marx al menos no hay nada de esta temporalidad lineal de períodos. Esto es un invento posterior. Por tanto, los procesos de transición requieren un estudio profundo, riguroso, que se desprenda del filtro de las lecturas de los manuales soviéticos, que en muchos casos, suponen que la construcción socialista se hace tanto por “fases claramente separadas”, como por “decretos” (Stalin decretó por ejemplo el fin de la lucha de clases”), bajo el reino del fetichismo y el nominalismo jurídico, o de “golpe”, repentinamente, por encarnación de una plantilla prefabricada del “socialismo marxista-leninista”, que baja desde las “Ideas platónicas” (controladas por la autoproclamada “vanguardia intelectual de la vanguardia política”). En fin la consabida cadena de sustituciones que reproducen la lógica de gobernantes/gobernados, dirigentes/ dirigidos, de quienes deciden/ quienes ejecutan, impidiendo precisamente que la emancipación de los trabajadores sea obra de los trabajadores mismos (el comunismo de consejos y la oposición obrera pusieron a Lenin a escribir sus argumentos contra la “enfermedad infantil”, sin darse cuenta de su síntoma de su temprana “enfermedad senil” de gobernar sobre otros). La enfermedad senil del comunismo de estado es confundir el gobernar obedeciendo al pueblo con el gobernar sobre el pueblo, con puño de hierro sobre el pueblo. Púes una revolución tutelada
o administrada desde arriba es una caricatura de revolución. Y Lenin vivía los dilemas de controlar cibernéticamente el poder desde arriba, y al mismo tiempo estimular la movilización “de los de abajo”. Este es el dilema de quien pretende controlar, dirigir y ordenar los acontecimientos revolucionarios, cuando estos son básicamente procesos de multitudes organizadas. ¿Quién dirige a quién entonces? En esto, Marx y Engels fueron mucho más claros, para prever que las transiciones dependerían de circunstancias específicas y particulares, de contextos históricos de formaciones sociales singulares, que sería larga como transición mundial, accidentada, con rasgos sinuosos, graduales, y en sus momentos de alumbramiento para cada sociedad, con inevitables caracteres de lucha, de avances y retrocesos, con rasgos combinados, heterogéneos y mixtos: “De lo que aquí se trata no es de una sociedad comunista que se ha desarrollado sobre su propia base, sino, al contrario, de una que acaba de salir precisamente de la sociedad capitalista y que, por tanto, presenta todavía en todos sus aspectos, en el económico, en el moral y en el intelectual, el sello de la vieja sociedad de cuya entraña procede. Pero estos defectos son inevitables en la primera fase de la sociedad comunista, tal y como brota de la sociedad capitalista después de un largo y doloroso alumbramiento.”(Crítica al Programa de Gotha-1875) No se pueden borrar de golpe los defectos y el sello de la vieja sociedad capitalista. Justamente allí intervienen
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los aspectos de la revolución éticocultural y educativa para la libertad de los trabajadores y trabajadoras. Pero activados por los propios trabajadores y trabajadores. No desde una acción cultural difusionista, alienante en sentido político, de propaganda bancaria, desde lo que calificó Trotsky frente a Cárdenas en México: Bonapartismo progresivo sui generis. Gramsci fue más creativo que los temerosos repetidores de manuales: Cesarismo progresivo montado en el flujo revolucionario. Pero los “Grandes Líderes” están condicionados por las contradicciones de la historia acumulada, por la carga del tiempo histórico. Digan “pa” o digan “pe” los cultores del “mito cesarista”, el momento decisivo de las revoluciones, como flujos de cambio estructural, es el “protagonismo popular”, los actos constituyentes de multitudes organizadas, movilizadas, formadas políticamente y con una clara perspectiva de lucha desde un proyecto de liberación. Sin una correlativa acción cultural, educativa, organizativa para la libertad, sin revolución educativa, ético-cultural, sin reforma intelectual y moral en el sentido gramsciano, no habrá ruptura profunda de la desigualdad, el dominio, la exclusión y la negación en la esfera de la construcción de una nueva hegemonía. Allí reside en parte el largo alumbramiento. Habrá momentos aceleradores, factores precipitantes, catalizadores o detonantes, pero solo si operan en conexión con un largo alumbramiento (relación entre situación, coyunturas y estructuras históricas). La praxis revolucionaria es lucha situada, enclavada en la historia de condiciones y circunstancias históricas que muchas veces se pierden de vista; no es una lucha quijotesca donde se ponen en juego palabras áreas, quimeras o fantasías delirantes. Cuando se habla de lucha ideológica se habla de construcción de formas ideológicas compartidas, de opiniones comunes, de elaboración de significaciones comunes, no por simple violencia simbólica, arbitrariedad ideológica, sino por una extraordinaria capacidad de persuasión social, de inclusión y articulación de voluntades colectivas mayoritarias. La hegemonía en Gramsci, depende precisamente de esta capacidad de articular el socialismo a una revolución
de mayorías, a una revolución democrática de multitudes populares, no de sectas iluminadas, de democracia jacobina, de minorías revolucionarias que imponen una verdad a punta de difusión y propaganda bancaria y alienante; y si es preciso, del manejo más burdo del chantaje, la estigmatización, el uso político de los miedos, las culpas y la vergüenza como energías psíquicas de sumisión incondicional, de ruptura de la autonomía de las singularidades revolucionarias, a partir de formas de imposición forzada de acuerdos desde el ejercicio paranoico del poder. En esto consiste el micro-fascismo, en las contra-revoluciones capilares, moleculares, que impiden el poder ascendente de la multitud popular frente a la “revolución administrada desde arriba” (¿Dijo usted Stalin?). Suponer que en Venezuela es posible construir el socialismo con decretos, normas jurídicas o decisiones políticoadministrativas, desconociendo que se trata de la transformación a largo plazo de la organización social desde la acción colectiva de multitudes, implica aborda la formación social a ser transformada: el capitalismo rentístico, periférico, atrasado y dependiente, con su particular historia de democracia representativa, sus instituciones político-jurídicas, y sus singulares matrices culturales; todo esto pasa por precondiciones políticas, por la efectiva acumulación de fuerzas y de recursos de poder social por parte del bloque social popular subalterno. Cuando se dice: “todo el poder para el pueblo” queda explicita la tarea del poder popular. Sin poder popular y sin democracia
deliberativa, participativa y protagónica, la construcción de la transición socialista puede terminar siendo una combinación de “flatus vocis”, “simulacro socialista”, “potes de humo” y resurgimiento del mismo “dispositivo de gobernabilidad burguesa”: gobernar sobre el pueblo. Leer los manuales de la revolución rusa o cubana, suponer que se trata de un asunto de “calco y copia”, de “voluntarismo político” de una “minoría revolucionaria consciente” es un grave error. Olvidar contextos históricos específicos, como el ABC del movimiento autónomo de una mayoría inmensa que lucha por los intereses de la inmensa mayoría (Manifiesto Comunista), implica suplantar lo decisivo que es la lucha, organización, formación política, movilización y proyecto de liberación de la multitud popular, por una vanguardia descolgada o una minoría profética. No hay sustituto posible a los actos constituyentes de multitudes organizadas. Pueden existir “grandes personalidades” catalizadoras del cambio. Pero que no se pierda de vista, que una revolución de mayorías desborda el papel del estos particulares “grandes personalidades” en la historia. Todos los reflujos de masas muestran, lo poco que pueden hacer por si mismos las grandes jefaturas cuando se debilita la legitimidad popular. La clave no está exclusivamente arriba, está en ampliar y cerrar filas por debajo. El peor peligro es el sectarismo que divide y excluye. La transición socialista implica una revolución democrática de mayorías, una acumulación de fuerzas del movimiento de la multitud popular en el plano nacional, que no se reduce exclusivamente a la construcción imaginaria del proyecto de un “socialismo aéreo y etéreo en un solo país”. Para cualquier país periférico, dependiente, con debilidades en sus estructuras productivas, será prácticamente imposible, por ejemplo construir fases tempranas de la transición socialista sin contar con procesos semejantes en países aliados, sin contar con un bloque continental de poder que favorezca transiciones socialistas. De allí, que sea necesario reconocer la inevitabilidad del carácter mixto, combinado y heterogéneo de la transición socialista, sometida a flujos y reflujos de la lucha revolucionaria. No se trata de un asunto de deseo sino
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de realidades a ser transformadas. No se construyen nuevas estructuras de transición desde la “omnipotencia de las ideas”, sino desde el poder efectivo de la acción colectiva transformadora, desde los movimientos, los colectivos, las organizaciones sociales, desde sindicatos revolucionarios, gremios y asociaciones socialistas, desde frentes sociales revolucionarios, desde la alianza de partidos de orientación socialista. No hay poder popular sin poder organizado desde abajo hacia arriba, y no administrado desde arriba hacia abajo. No se puede liquidar del poder ascendente de la multitud popular, sin liquidar el espíritu de la revolución y por tanto, sin inducir el reflujo de la movilización de masas. La lealtad revolucionaria en la tradición socialista de todas las épocas es hacia principios, el ideario, los valores y las acciones congruentes con el carácter de una revolución democrática y socialista. Mínimos de coherencia, de consistencia, de congruencia con principios, valores, ideario y acción revolucionaria, generan por si mismo confianza, credibilidad, aceptación y legitimidad revolucionaria. Cuando la lealtad hacia la personalidad dirigente se confunde con el culto a la personalidad, y se convierte en demanda de sanción o forma jurídica relacionada con la penalización de faltas, desviaciones o delitos, estamos justamente en presencia de una crisis de legitimidad de la dirección revolucionaria. Gramsci lo denominaba: Cadornismo. El que quiera investigar que investigue. Por otra parte Marx señalaba que el “socialismo moderno” esta reñido con un socialismo de la escasez crónica (llega a decir que el socialismo maduro implica “manantiales de la riqueza colectiva”). Es justamente en un marco de abundancia material y de riqueza multilateral de las capacidades humanas (Manuscritos de París) cuando puede decirse: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual según sus necesidades! No antes, por pura fantasía delirante (ver: Crítica al programa de Gotha) Esta modalidad de apropiación y distribución es completamente inviable donde predomina la debilidad crónica de las fuerzas productivas, la escasez, la desarticulación de los sectores económicos, la desregulación, desorganización de los mercados y el
despilfarro. De allí la importancia de combinar eficaz y adecuadamente la planificación social con la regulación de los mercados. A diferencia de algunos bolcheviques y jacobinos, para Marx, los saltos históricos y la interacción entre esferas ideológicas, culturales y políticas con las estructuras económicosociales, no se hacia desde el vacio de condiciones históricas, tanto objetivas como subjetivas. La dialéctica entre luchas y condiciones, impedía la recaída en el materialismo contemplativo o en el idealismo abstracto o absoluto. El papel del individuo y de la conciencia, podían comprenderse en su capacidad de alterar parámetros histórico.-estructurales, pero no fuera de ellos. Los límites aparentes de las estructuras inamovibles se abren a la intervención de la acción colectiva en tiempos de crisis orgánica, cuando la estabilidad pasa a ser histórica, transitoria y contingente. Allí también residen los límites del voluntarismo, del capricho, de la fantasía delirante, el confundir deseos con realizaciones. Pues no será a punta de “moral revolucionaria” que se modifica un complejo cuadro de relaciones de fuerza entre capital y trabajo, entre clases dominantes y subalternas, o entre
imperialismo y nación. No hay que olvidar tendencias y contra-tendencias históricas, fuerzas organizadas o no en las coyunturas, fricciones y conflictos en las situaciones, y el azar que cada vez es más reconocido en los sistemas alejados del equilibrio. Nada de “omnipotencia de las ideas y el culto a la voluntad individual”. ¡Deseos solos no empreñan! Para que se convierta en fuerza material el socialismo tiene que ser un hecho de masas, de multitudes populares, organizadas y formadas políticamente, en la conquista de su auto-emancipación a través de un proyecto histórico relacionado con programas mínimos que articulen las demandas concretas de cada situación concreta. La reforma es quedarse solo con estos programas mínimos sin quebrar las reglas del sistema histórico. La revolución que ara en el mar, significa olvidar que sin programas mínimos no hay acumulación de fuerzas. Se trata de reformas radicales y revolución posible, no de reformismo sin horizonte o de revoluciones sin mediaciones prácticas. ¡Solo el pueblo salva al pueblo!¡El poder de la multitud popular es el socialismo!¡Sin poder popular solo hay simulacro de revolución! Sencillito: ¡Sin pueblo revolucionario no hay socialismo!.
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*MARCOS
SALGADO/PERIODISTA ARGENTINO. COORDINADOR DE LA EDICIÓN DIGITAL DE QUESTION.
EL MAS CRECE EN BOLIVIA ...pero no tanto como Evo
L
as elecciones regionales en Bolivia otorgaron al gobernante Movimiento al Socialismo un avance ostensible respecto a las últimos comicios de este tipo, en 2005. El presidente Evo Morales queda mejor posicionado para desarrollar su política de cambio profundo en las bases del Estado boliviano, y suma bancas en legislaturas locales y regionales que le permiten sostener la batalla política, pero su liderazgo indiscutido no es simétrico con la influencia del Movimiento al Socialismo, el partido de gobierno. El mapa de Bolivia cambió y mucho. El cambio no es nuevo, comenzó especialmente en 2008, con el referéndum confirmatorio para Evo Morales, la conjura al golpe de Estado de en setiembre del mismo año y, especialmente, la segunda confirmación: la amplia victoria del primer presidente indígena en las presidenciales de 2009. En 2005, Evo Morales se impuso en las presidenciales con contundencia: 54%. Pero el mapa era más complejo a nivel regional. Los candidatos de Evo se impusieron sólo en tres departamentos y seis quedaron en manos de la oposición. Un desbalance que prefijó lo que se vendría después: los intentos de “autonomía plena” en esos enclaves con estatutos autonómicos que se abrogaban potestades por encima de las previstas en la (anterior) Constitución de Bolivia. En estas elecciones, donde las autonomías están contempladas en la nueva Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia. De acuerdo con los datos de IPSOS-Apoyo en conteos rápidos, los candidatos oficialistas se impusieron en seis departamentos: La Paz (Oscar Cocarico, 49,8%); Oruro (Santos Tito, 56,3%); Potosí (Félix González, 62,7); Cochabamba (Edmundo Novillo, 61,9), Chuquisaca (Estaban Urquizo, 50,6) y en Pando aparecía ganando por
poco margen (49,7 contra 47,8%) el oficialista Luis Flores. En manos de la oposición quedaron los departamentos de Santa Cruz (Rubén Costas, 51%); Beni (Ernesto Suárez, 42,8) y Tarija (Mario Cossio, 49,4%). Es decir, el mapa se invirtió con respecto a 2005: el oficialismo ahora consolida mayoría y pinta un mapa similar al del referendo confirmatorio de agosto de 2008, cuando -como ahora- el SI a la continuidad de Evo se impuso en Pando, La Paz, Oruro, Cochabamba, Potosí y Chuquisaca; contra el No en Beni, Tarija y Santa Cruz. A nivel de los órganos legislativos regionales el MAS copó, según estimaciones de la agencia estatal ABI, alrededor del 60% de los bancas en las 9 gobernaciones. Pero el avance territorial del MAS no está a la altura de la hegemonía que mostró Evo Morales en casi todo el territorio de Bolivia en las presidenciales de diciembre pasado, cuando se impuso con el 64% de los votos a nivel nacional. Las ciudades, un problema. Los números de esta elección muestran que las ciudades siguen siendo complicadas para el MAS, que sólo ganó en las capitales de Cochabamba (40,2%) y Pando (54,6%), además de El Alto (38%). La oposición consiguió el triunfo en Sucre (48,4%),La Paz (47,7), Oruro (40,2), Potosí (52,4), Tarija (51,9), Santa Cruz (53,8) y Trinidad (49,9). De nuevo, las ciudades que concentran sectores más acomodados y a las clases medias, sempiternas reservas conservadoras de América Latina, son el escollo fundamental para los procesos de cambio, compensados electoralmente por contundentes apoyos entre los sectores históricamente más postergados. El paralelo con las elecciones regionales de 2008 en Venezuela es evidente. Allí, aunque el PSUV se consolidó como único gran partido de presencia nacional, el desempeño en las principales ciudades e incluso en la capital, Caracas, son nubarrones de compleja solución.
La política comunicacional de los Estados y sus aliados en la comunicación comunitaria y popular aparece, en Bolivia como en Venezuela, como una de las llaves para revertir ese déficit. Las derrotas en las ciudades hablan del éxito del mensaje de los consolidados medios de comunicación tradicionales, hoy devenidos en estructuradores del discurso opositor, que no puede enfrentarse sólo con cataratas de desmentidas. La derrota en la alcaldía de La Paz se presenta mediáticamente a nivel regional como una derrota cuasi personal de Evo, tratando de mostrar un panorama de paridad entre oficialismo y oposición que no es tal. En La Paz el MAS perdió por el desplante de su principal aliado local, el MSM (Movimiento Sin Miedo, que ya ostentaba esa plaza) y por el “voto castigo” de algunos sectores que apoyan al presidente a nivel nacional. A la oposición, en rigor, le queda mucho camino por recorrer si quiere hasta ahora no lo demuestra- parar a Evo en las urnas. Los gobernadores opositores Costas, Cossio y Suárez son caudillos regionales, de nula penetración a nivel nacional y muy devaluados (en especial el cruceño Costas) por sus violentas intentonas desestabilizadoras. Así, el resultado de estos comicios regionales en Bolivia no importan un dolor de cabeza para el presidente Evo Morales. A la luz de los datos referidos, sus declaraciones tras la jornada electoral, no suenan desmedidas, cuando valoró el importante avance en Beni y Pando (escenario de la masacre de campesinos en 2008, ahora en manos oficialistas): “hay rebelión en la Amazonía boliviana”, dijo Evo. Pero sí hay nubarrones a tener en cuenta, los problemas del MAS para crecer también en las ciudades y la asimetría entre la elección presidencial y la regional hablan de la necesidad de forjar nuevos liderazgos locales que consoliden el proceso de cambios, aún más allá de los apoyos insustituibles que el presidente del Estado Plurinacional cosecha y atesora entre los poderosos movimientos sociales de su país.