Quimera Revista de Literatura | Número 399 | Febrero 2017

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El Foyer

LITERATURA DAN ESA En octubre pasado, la Embajada danesa nos invitó a visitar la con El fiordo de la eternidad, y por último, con Idajessen, tra­ feria del libro más importante de Dinamarca para entrevistar ductora y escritora, traducida al español con Lisa y Birgitte y a sus autores con el fin de darlos a conocer al mundo. Si pen­ galardonada con el Premio Blixen 2016. Y si hablamos de samos que el país no llega a los seis millones de habitantes - premios, la mayoría de ellos han sido galardonados con el repartidos entre cuatrocientas seis islas-, ampliar sus lectores Premio del Consejo Nórdico de Literatura (Kim Leine en objetivos al ámbito hispano -casi seiscientos millones-, me­ 2013, Pía Tafdrup en 1999; también el noruego entrevistado diante las correspondientes traducciones, es una meta para la recientemente en esta revista, Per Petterson, en 2009) o con que su Gobierno está trabajando con exquisita dedicación. el Gran Premio de la Literatura Danesa que se concede cada Al llegar a Copenhague, nos recibió la agregada cultu­ dos años (lb Michael en 1994 y Kirsten T horup en el 2000). Además contamos con nuestras secciones habitua­ ral de la Embajada, Sarah Maria Bogantes, quien puso a nuestra disposición a los autores más característicos de la les, donde entrevistamos a Manuel Calzada, ganador del literatura danesa actual, previa consulta a sus traductores Premio Nacional de Literatura Dramática de 2014 por su al castellano -Blanca Ortiz Ostalé, Daniel Sancosmed y obra El diccionario; aJuanJosé Becerra, novelista, cuentista y ensayista argentino; y a Pau Pérez y Juan Mari Mendizabal-. Inolvidable la cena a puerta cerrada en el Parla­ [...] Sarah María Bogantes, Jordi Muñoz, codirectores de la Es­ cuela de Escritura del Ateneu Barce­ mento con el ministro de Cultura y quien puso a nuestra discien traductores del danés a todos los lones, la mayor escuela de escritores idiomas del mundo. posición a los autores más de Europa en cuanto a número de alumnos. Aprovechando la feria, y durante característicos de la literados días, nos entrevistamos con Kirs­ En la parte de creación tenemos un poema de Pía Tafdrup en una ten T horup, poeta, dramaturga y no­ tura danesa actual, previa magnífica traducción de Daniel San­ velista -algunas obras suyas han sido consulta a sus traductores cosmed Masiá, los microrrelatos de llevadas al cine-, cuya novela La pe­ David Vivancos y el relato de la cu­ queña jonna ha sido traducida al caste­ al castellano -Blanca Ortiz llano; con lb Michael, antropólogo y bana Yannis Lobaina, todos textos novelista del que se han publicado en Ostalé, Daniel Sancosmed inéditos hasta ahora. español La chica de vainilla y Principe, y y Juan Mari Mendizabal-. Como artículos tenemos uno so­ que transita con total naturalidad por bre la desconocida literatura feroesa el realismo mágico al haber vivido en Sudamérica duran­ -el feroés, parecido al islandés, sólo lo hablan cuarenta y te una larga temporada; con Pía Tafdrup, poeta, escritora ocho mil personas en las Islas Feroe y doce mil en Dina­ y miembro de la Academia Danesa de la Literatura desde marca-, a cargo del experto Mariano González Campo, y 1989, coetánea del malogrado poeta Michael Strunge, y tra­ la tercera parte del apasionante paseo literario por las calles ducida al español con Los caballos de Tarkovski; con Carsten de Nápoles de la mano de Laura Gomara. Las habituales re­ Jensen, periodista y autor de ensayos y novela, traducido al comendaciones y reseñas cierran nuestro número especial español con Nosotros, los ahogados, un best-seller en varios paí­ sobre literatura danesa. Consíganse un buen vino Frederiks­ ses en el que cuenta la formación de Dinamarca como país dal y celebremos juntos este nuevo encuentro literario. a través de varios siglos. También con Kim Leine, nacido en Ginés S. Cutillas Noruega, enfermero, escritor y traductor que tiene entre sus fuentes de inspiración a Groenlandia, traducido al español Miembro del Consejo de redacción de Quimera. Revist,a de literatura



ninguna divisa mientras fue escrita, pero si la tuviera en términos retros­ pectivos sería la de postular la realidad, el transcurso de los años, la experien­ cia vital, la memoria y el lenguaje como un conjunto de problemas sin solución que conviven en el desorden aspirando a algún tipo de funcionamiento orgá­ nico. Es tal vez un efecto común de las novelas largas que yo llamaría «efecto de vida». ¿A qué retos se enfrenta un autor que deci­ de representar su propio pasado? ¿De qué modo el humor actúa en su vínculo con la figura paterna? A los de tipo formal, supongo. En todo caso, nunca a los de tipo moral, que siempre van asociados al remor­ dimiento. El pasado es un bien de uso del escritor, una materia prima como podria serlo la piedra para el escultor. De modo que en esa materia prima es­ tán implícitas las obligaciones formales porque, que yo sepa, no hay arte en la materia prima sino naturaleza y bruta­ lidad. Sin embargo, también me gustó conservar una tasa de brutalidad que cuestionara los compromisos formales de la novela. Mi idea era dar testimo­ nio de que el lenguaje es un sistema educado pero que la fuerza que lo im­ pulsa no lo es. Hay una lucha interior que se da en los circuitos mentales del escritor que me gusta ver cada vez más. Por un lado, tenemos al «ejército» del lenguaje, la formación, las lecturas, la historia de la literatura, las vanguar­ dias, el amor a Cervantes, a Proust, a Joyce, a Borges, es decir, un caudal de refinamientos adquiridos que están consagrados por la cultura. Pero por el otro tenemos la bestia negra de la pasión, la fuerza preverbal, la violencia interior. La literatura que surja de esa masacre simbólica contará con mi sim­ patía. En estas condiciones, narrar las

características de una figura paterna se presta a la inestabilidad que producen esas tensiones. Un padre nunca es del todo una persona. Es una idea literaria. Hay una larga tradición que lo presen­ ta como el enemigo que se ama, y el padre de mi libro viene de esa matriz que reúne la adoración y el impulso parricida. El espectáculo del tiempo es una novela cargada de sexualidad. ¿Escribir esas esce­ nas le produce un goce distinto del que le produce la escritura de otras escenas? La sexualidad es un elemento am­ biental. Está en todos nuestros movi­ mientos, incluyendo los virtuosos. Yo quería que esa presencia tan frecuen­ te estuviera en la novela con la mayor cantidad de variantes excepto, por su­ puesto, la variante publicitaria que se puede ver en la saga de Grey y que es un catálogo de lencería para miifs sin una gota de literatura. Pero lo que más me interesaba representar desde una perspectiva más bien ideológica era esa situación en la que los hechos bestia­ les del sexo, que hacen que el lenguaje tienda a disolverse, fuesen intervenidos por el amor. Hay una escena en la que una pareja enlaza el lenguaje sucio de la cama con el idioma amoroso, que por lo general se ve de color blanco o rosa. Mientras se desata esa tormenta de sentido en la que los amantes no se ponen de acuerdo sobre si deben hablarse como personas o como ani­ males porque son personas y también animales, se pacta espontáneamente la concepción de un hijo. Los censores no tienen de qué quejarse. Para mí esa escena es una apología de la familia, en la que el sexo funciona como garantía de salud ética y motor de la felicidad. ¿O la principal causa de divorcio no es acaso la falta de sexo? En cuanto a es­ cribir ese tipo de cosas, el único placer

que recuerdo haber sentido es el de la experiencia literaria, que no distingue rubros. Por su novela desfilan numerosos tiem­ pos: un pre-tiempo, donde la Nada se convierte en Todo; incursiones en el pa­ sado remoto (Pompeya en el año 79); el pasado más reciente, distintos momentos del mundo contemporáneo y, al final, una escena del futuro que tiene lugar en el 2067. A veces la novela avanza por años, a veces por días, a veces por segundos. Esto tiene algo de vertiginoso. ¿Por qué escogió esta estructura y no un relato li­ neal que contase, por ejemplo, la historia de su padre? El tiempo narrativo del libro está defi­ nido en unas pocas páginas que van del Big Bang al Big Crunch. Es el momen­ to más megalómano de la novela, pero me pareció necesario para establecer un marco sideral donde fueran a caer los acontecimientos menores, que son muchos y de distinto linaje. Me parece que la utilización artística del tiempo exige combinaciones orquestales, y en la novela hay un uso del tiempo como un fenómeno múltiple. Está el tiem­ po biográfico del narrador, el tiempo laboral, el tiempo amoroso, el tiempo histórico y, por supuesto, el tiempo de la eternidad del que los hombres par­ ticipamos modestamente aunque pa­ rezca que no. El tiempo se manifiesta de una manera un poco barroca, da vueltas sobre sí mismo, se despliega, se contrae. Cualquiera puede dar testi­ monio de sus contorsiones y de los mo­ dos diferentes que tiene de durar. Una hora en el dentista y una hora en un asado con amigos no valen lo mismo. Es como comparar un kilo de plumas con un kilo de plomo. La medida de cualquier cosa se altera cuando la re­ ducimos a su contenido. Ahora, supon­ gamos que el tiempo tiene una exis-
































































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