Es algo que le puede pasar a cualquiera: De repente tenés que esconder un rinoceronte. Quizás, un martes lo encontraste perdido comiendo las flores del puesto de la esquina y antes de que el florista salga a los escobazos gritando “fuera bicho”, vos te escabullís con el rinoceronte y te lo llevás a tu casa en el asiento de atrás de la bici.
Pero cuando estás por pedirle permiso a tus padres para quedártelo, te das cuenta de que sería mejor esperar al fin de semana, para que ellos estén descansados y de buen humor. Entonces, sí o sí, tenés que disimular el rinoceronte. Al menos hasta que llegue el momento justo de conversar en familia sobre quién se va a ocupar de sacarlo a pasear. Si algo así te sucede, no te preocupes: hay varias formas de esconder un rinoceronte.
Aviso bastante importante: Es sabido que los rinocerontes no son animales a los que les cause gracia disfrazarse, bailar tango, llegar a horario o limpiarse los pies en los felpudos. Por eso, si estas decidido a esconderlo, te recomiendo que hables claramente con el rinoceronte mirandolo a los ojos (sera a un ojo por vez), y le expliques que necesitas de su colaboracion y que quiza por unos dias, va a tener que hacer cosas que mucho no le encanten.
1. Expo Rino Le proponés a la maestra de Plástica organizar en la escuela una exposición de rinocerontes hechos con manualidades. Vos deslizás al tuyo hasta el salón de actos, con una soga amarrada al cuerno y cuatro patinetas atadas una en cada pata.
Requisitos: Tu rinoceronte va a necesitar mucho equilibrio para mantenerse sobre ruedas (no es nada fácil levantar del piso a un rinoceronte despatarrado).
Ventajas: Hasta fin de año vas a poder olvidarte de hacer las tareas de Plástica. A la maestra le va a encantar tu propuesta y “tu creación”: el muy bien-felicitado va a durarte varios meses.
Problemas: Podría suceder que tu rinoceronte se confunda con las maquetas a su alrededor y quiera caerle simpático a alguna linda rinoceronte de papel y engrudo.