escritora
Silvia Schujer
Nací en Buenos Aires. Estudié música, literatura y teatro. Dirigí el suplemento infantil del diario “La voz” y colaboré en distintos medios gráficos. En los años 80, con el retorno de la democracia, llevé a cabo una labor orientada a los niños en el gremio de prensa y, poco después, coordiné el área de difusión de literatura infantil y juvenil en Editorial Sudamericana. Entre mis más de 70 libros publicados figuran “Cuentos y chinventos” por el que obtuve el Premio Casa de las Américas en 1986 y “Las visitas”, que integró la Lista de Honor Ibby en 1994. Muchas de mis obras fueron traducidas a otros idiomas. En el año 2006 obtuve el Premio Fundalectura por el libro “Hugo tiene hambre” y en 2004 y 2014, el diploma Kónex a la trayectoria en el campo de la literatura.
ilustradora
Anita Dominoni
Nací en Bahía, Brasil, pero soy argentina naturalizada. Estudié Escenografía en la Escuela Nacional de Bellas Artes "Ernesto de la Cárcova" y soy, además, Caracterizadora Teatral del ISA del Teatro Colón.
Mi primer recuerdo son los colores, manchas, hojas y también hojas de papeles asi que pintar y hacer todo tipo de arte es lo que hago desde hace muchos años.
Todo libro que dibujo es un mundo mágico con personajes propios y de otros autores que se embarcan en grandes historias para los más chicos de 0 a 99 años.
Vivo y trabajo en Buenos Aires.
Cuentos casi maravillosos
Silvia Schujer
Ilustraciones: Anita Dominoni
Silvia Schujer, 2022. Quipu, 2022. Anita Dominoni, 2022. Quipu, 2022.
1a edición: 2023
Murcia 1558, Buenos Aires consultas@quipu.com.ar www.quipu.com.ar
@quipulibros
/QuipuLibros
Dirección de arte: Macaita
Edición: Andrea Morales
Hecho el depósito que marca la ley 11.723 Libro de edición argentina
Printed in Argentina
Schujer, Silvia
Cuentos casi maravillosos / Silvia Schujer ; ilustrado por Anita Dominoni. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Quipu, 2023. 64 p. : il. ; 21 x 14 cm. - (Amarilla)
ISBN 978-987-504-494-4
1. Narrativa Infantil y Juvenil Argentina. 2. Cuentos Fantásticos. 3. Literatura Fantástica Infantil. I. Dominoni, Anita, ilus. II. Título. CDD A863.9282
En Quipu creemos en el trabajo creativo de todos los que participan en la creación de este libro que hoy llega a tus manos. Por eso queremos agradecerte por respetar las leyes de copyright y derechos reservados al no reproducir, escanear, fotocopiar ni distribuir ninguna parte de esta obra por ningún medio sin permiso. Esto nos permite seguir publicando y nos ayuda a respaldar a los autores, ilustradores, editores y a todos los que trabajamos en Quipu para que más lectores puedan descubrir historias maravillosas. ¡Gracias!
Impreso en Argentina con Papel de Fuentes Mixtas y manejo responsable.
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Cuentos casi maravillosos
PRIMERA PARTE 1. El reino de Malumort 2. Príncipe de otro pozo 3. ¿Dónde está la corona? SEGUNDA PARTE 4. Cuatro duendes y un gigante 5. Tres hadas entrelazadas TERCERA PARTE 6. Con este sí 7. Romance 8. Un regalo para dos 11 17 23 31 37 45 51 59
Primera parte
Donde se habla de reyes, reinas, príncipes, sapos, princesas, palacios, pantuflas y otros asuntos pasados de moda.
El de esta historia era un rey insoportable. Amargado, guarango, gritón y caprichoso.
Se llamaba Malumort y tanto honraba su nombre que no lo aguantaban ni los mosquitos.
Su deporte preferido era la guerra y entre todas las palabras su predilecta era NO. Malumort vivía con la reina y los tres hijos de ambos: los príncipes Carlo, Carliño y Carlón.
La vida de los príncipes era realmente difícil. Tenían prohibido llorar, reír, saltar y jugar.
Tampoco podían ir al lago, andar descalzos, nadar, cazar, ayudar a los sirvientes, pensar en voz alta, hablar con la boca llena, embarrarse y otras tantas delicias.
Lo único que les estaba permitido era ir a sus cuartos y echarse a dormir.
O a pensar.
O a leer si, al dar vuelta las páginas de los libros, no hacían barullo.
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1. El reino de Malumort
Tampoco la reina lo pasaba muy bien. Cada vez que se iba a sentar en el trono tenía que revisarlo. El monarca era tan retorcido que para poner a prueba la paciencia de su esposa le llenaba el asiento de clavos.
Una desgracia.
El rey era una peste y los demás lo padecían. Hasta que un día dejaron de hacerlo: los príncipes abandonaron el palacio y, cada cual por su lado, se fugaron a otras tierras La reina pidió asilo a una prima lejana y huyó. Y los sirvientes, convencidos de la que la furia del rey caería sobre ellos, se escaparon uno a uno del palacio.
El rey quedó solo con su alma y nada se supo de él hasta muchos años después.
De quienes sí se supo fue de Carlo, Carliño y Carlón.
El primero de los príncipes anduvo un largo camino hasta que se internó en el bosque. Con la ayuda de unas hadas se construyó una casa y allí se instaló. Aprendió a lavarse la ropa en los arroyos, a alimentarse con frutos y a reconocer a los pájaros por el canto. Se hizo amigo de los lobos, se animó a hablar con las brujas y hasta llegó a cabalgar unicornios.
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El segundo de los príncipes se hizo guerrero y partió a combatir. Nunca supo por qué peleaba ni a quién respondía pero como no tenía más habilidades que la estatura y sus fuerzas, se dedicó a la batalla. Se volvió un hombre rudo, valiente y seguro de sí mismo. Aprendió a soportar el hambre y el frío. El calor y la sed. Las olas y el viento.
El menor de los príncipes, el tercero, caminó días y noches hasta que encontró la aldea donde se quedó a vivir. Allí aprendió el oficio de zapatero y al poco tiempo conoció el amor. Se casó con una chica hermosa que le dio pronto un hijo y que lo hizo feliz.
Una noche, como si un duende se les hubiera colado en el sueño al mismo tiempo (en realidad se coló), los tres hermanos recordaron que eran príncipes y que en algún lugar del mundo había un reino que les pertenecía.
Así fue que un buen día, sin saber uno del otro, Carlo, Carliño y Carlón (acompañado de su familia), los tres herederos del trono, se encaminaron al palacio en el que habían crecido.
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Durante el viaje y cada cual por su cuenta, más de una vez estuvieron a punto de arrepentirse. Recordaban el mal humor del rey padre y el alma se les iba al piso. Pero deseosos de verse entre ellos, respiraban hondo y seguían andando.
A los pocos días y sin saber por qué, como si el mismo duende de los príncipes se hubiera colado también en su cabeza, la reina empezó a extrañar a sus hijos como nunca. Sintió que era hora de volver a verlos y, para ello, volver al palacio.
La cuestión es que en pocas semanas (unos a caballo, otros en carroza), todos los miembros de la familia real llegaron al castillo y coincidieron en la puerta.
Se dieron besos, abrazos y palmadas de bienvenida. Un verdadero reencuentro. Como no había guardias ni sirvientes para recibirlos, entraron al palacio igual que a una posada.
Imposible imaginar la sorpresa que se llevaron cuando, al pasar por el salón principal, vieron la imagen de su majestad: con la capa como delantal, unos trapos y un balde, el rey fregaba el piso silbando.
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