VIDA PARROQUIAL - El próximo lunes 30 se reunirá el Consejo Pastoral Parroquial. - El mismo día se celebrará en la misa de 19:30h el funeral comunitario.
HAY QUE VER CÓMO PROGRESAMOS Una tarde, un nieto conversaba con su abuela sobre los acontecimientos actuales cuando él preguntó: ¿Qué edad tienes abuela? La abuela respondió: Bueno, déjame pensar un momento… Nací antes de la televisión, las vacunas contra la polio, las comidas congeladas, la fotocopiadora, los lentes de contacto y la píldora anticonceptiva. No existían los radares, las tarjetas de crédito, el rayo láser ni las prostitutas en línea. No se había inventado el aire acondicionado, el lavavajillas, las secadoras (las prendas se ponían simplemente a secar al aire fresco). El hombre todavía no había llegado a la Luna y no existían los aviones de propulsión a chorro para pasajeros. Tu abuelo y yo nos casamos y después vivimos juntos, y en cada familia había un papá y una mamá. “Gay” era una palabra respetable en inglés que significaba una persona contenta, alegre y divertida, no homosexual. De lesbianas nunca habíamos oído hablar y los muchachos no usaban aros. Nací antes del ordenador, las carreras universitarias y las terapias de grupo. La gente no se analizaba, salvo que el médico lo ordenara. Hasta que cumplí 25 años, llamé a cada policía y a cada hombre “señor” y a cada mujer “señora” o “señorita”. En mis tiempos la virginidad no producía cáncer. Nuestras vidas estaban gobernadas por los 10 Mandamientos, el buen juicio y el sentido común. Nos enseñaron a diferenciar entre el bien y el mal y a ser responsables de nuestros actos. La comida rápida era lo que la gente comía cuando estaba apurada. No se conocían los teléfonos inalámbricos y mucho menos los móviles. Nunca habíamos oído hablar de la frecuencia modulada, de los casettes, CD, DVD, iPad, las tablets, el ibook, los videojuegos, las consolas, las máquinas de escribir eléctricas; calculadoras, y menos aún, los portátiles. “Notebook” era una libreta para anotaciones. “Sale” se decía cuando alguien salía. Hablando de máquinas, no existían los cajeros automáticos, los microondas ni la vitrocerámica. Las fotos no se veían al instante y en colores. Había sólo en blanco y negro y su revelado tardaba días en hacerse. Si en algo decía “Made in Japan” se lo consideraba de mala calidad, y no existía “Made in Korea” ni “Made in Taiwan” ni “Made in Tailand”. No se había oído hablar de “Pizza Hut” ni “McDonald’s. En mi tiempo, “hierba” era algo que se cortaba y no se fumaba; “Coca” era una gaseosa; “Chip” significaba un pedazo de madera; “hardware” era la ferretería y el “software” no existía. Fuimos la última generación que creyó que una señora necesitaba un marido para tener un hijo. - Ahora dime, ¿cuántos años crees que tengo? - Pues más de 200 años. - No, querido… ¡solamente 60! ¿Progresamos, nos humanizamos o nos distraemos?
PARROQUIA CORAZÓN DE MARÍA GIJÓN www.pacomargijon.org
Avda. Pablo Iglesias, 82 985 37 09 44
@pacomargijon
EL RINCÓN DEL PÁRROCO
Domingo IV
Tiempo Ordinario
Ciclo A
29-1-2017
SER FELICES, BIENAVENTURADOS, es uno de los mayores anhelos del ser humano. ¿Quién no busca la felicidad? ¿Quieres ser feliz por unas horas? Corre una buena juerga, pégate un buen viaje, disfruta de una bacanal completa. Pero ¿Cómo ser feliz siempre? Esta felicidad no se puede comprar con dinero. La alegría no se identifica con el placer que, aunque querido y bendecido por Dios, es efímero, caduco y tantas veces desemboca en tristeza y desilusión. “También entre risas llora el corazón, y la alegría termina en aflicción” (Prov. 14,13). El placer no lo es todo, aún siendo bueno. La Biblia nos muestra una paradoja: la felicidad verdadera y durable nace del empeño, de la renuncia, de la entrega, del sacrificio y, en ocasiones, es compañera del dolor. Los creyentes no buscamos el dolor, pero cuando este sobreviene como consecuencia del amor, aún en medio de dicho dolor, surge la felicidad por muy contradictorio que parezca. “Ahora me alegro de sufrir por ustedes” declara Pablo a los Colosenses (Col 1,24). A los cristianos perseguidos, Santiago recomienda: “Hermanos míos, estimen como la mayor felicidad el tener que soportar diversas pruebas” (Sant. 1,2). O como dice el evangelio de hoy, felices los que lloran, los no violentos, los que trabajan por la paz, los perseguidos, cuando os insulten y os persigan por mi nombre… Aunque no existe la felicidad perfecta, no hay alegría duradera que no se geste sin esfuerzo previo. Es la felicidad que siente el escalador que corona la cumbre, el atleta que bate el récord, el opositor que consigue la plaza. El secreto de la felicidad duradera lo revela Jesús: “Más vale dar que recibir” (Hch. 20,35). La síntesis de las bienaventuranzas se concentra en la máxima: es feliz quien se da y reparte, no quien acumula y retiene. ¿Dónde estoy poniendo mi entrega? ¿En qué me estoy esforzando? ¿Cuál es mi afán, mi ideal, mi lucha? ¿En qué me estoy dejando la vida? No permitas Señor que pierda mi tiempo en afanes inútiles, que se me pase la vida sin ser ni hacer felices, bienaventurados, a los demás. P. Juan Lozano, cmf.
PALABRA DE DIOS: ¿A QUIÉN LLAMAS? 1ª lectura: Sofonías 2,3; 3,12-13 “Buscad al Señor los humildes, que cumplís sus mandamientos; buscad la justicia, buscad la moderación, quizá podáis ocultaros el día de la ira del Señor. Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde, que confiará en el nombre del Señor. El resto de Israel no cometerá maldades, ni dirá mentiras, ni se hallará en su boca una lengua embustera; pastarán y se tenderán sin sobresaltos. 2ª lectura: 1Corintios 1,26-31 Hermanos: Fijaos en vuestra asamblea, no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; todo lo contrario, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios. Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. Por él vosotros sois en Cristo Jesús, en este Cristo que Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención. Y así -como dice la Escritura- el que se gloríe que se gloríe en el Señor. Evangelio de San Mateo 5,1-12a En aquel tiempo, al ver Jesús al gentío subió a la montaña, se sentó y se acercaron sus discípulos, y él se puso a hablar enseñándoles: Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán «los Hijos de Dios». Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten, y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.
UN VIAJE POR LA “LAUDATO SI” EN 10 ETAPAS 2ª ETAPA DEL VIAJE: Capítulo II. “Respeto al ser humano” El Papa Francisco nos recuerda cómo en un mundo donde todo está conectado, el cuidado por el medioambiente comienza y tiene su raíz en el respeto, cuidado, y sincero amor hacia todo ser humano y “a un constante compromiso ante los problemas de la sociedad” (LS, 91). Sólo así la lucha ecológica será auténticamente humana y “el evangelio de la creación” que Dios nos ha dado tendrá posibilidades de llegar con la misma belleza e integridad a nuestros descendientes. Se percibe entonces, según el Papa, cómo “la existencia humana se basa en tres relaciones fundamentales estrechamente conectadas: la relación con Dios, con el prójimo y con la tierra” (LS, 66). Esta vital y triple dimensión relacional del hombre aparece ya en las Sagradas Escrituras. Desde nuestra comprensión cristiana de la realidad, concretada en nuestro trabajo cotidiano, “el medio ambiente es un bien colectivo, patrimonio de toda la humanidad y responsabilidad de todos” (LS, 95). Por eso, para el Papa Francisco, “la tierra es esencialmente una herencia común, cuyos frutos deben beneficiar a todos”. Por ello, “todo planteamiento ecológico debe incorporar una perspectiva social que tenga en cuenta los derechos fundamentales de los más postergados”. No existe un auténtico y legítimo derecho a la propiedad privada si éste no está subordinado al derecho universal de los bienes. Sólo así se hace presente el destino y la “sublime comunión” universal de la creación donde “todos los seres del universo [están como] unidos por lazos invisibles [que conforman] una especie de familia universal” (LS, 89) y donde “nada ni nadie está excluido de [dicha] fraternidad” (LS, 92). Es desde este sentido, donde el Papa Francisco nos advierte que si bien es cierto que debemos “preocuparnos que otros seres vivos no sean tratados irresponsablemente” esta preocupación no será coherente si no reconocemos sobre todo “las enormes iniquidades que existen entre nosotros (…) [donde] algunos se arrastran en una degradante miseria, sin posibilidades reales de superación, mientras otros [se sienten como más humanos, como si hubieran nacido con mayores derechos y ni siquiera saben qué hacer con lo que poseen, ostentan vanidosamente una supuesta superioridad y dejan tras de sí un nivel de desperdicio que sería imposible generalizar sin destrozar el planeta” (LS. 90).