VIDA PARROQUIAL
1. Hoy celebramos el Día del Seminario Diocesano y la colecta irá destinada a ello. 2. Junto con el colegio, recogimos quince cajas grandes con material higiénico para las refugiadas sirias. Muchas gracias por vuestra aportación. 3. Los próximos días 24 al 31 de este mes, celebraremos en el colegio y la parroquia la Semana Vocacional. Vendrá el Equipo de Pastoral Juvenil Claretiano a animar dichas actividades. 4. Mañana, celebramos la Solemnidad de San José Esposo.
¿QUÉ SIGNIFICA LA LIMOSNA EN CUARESMA? La palabra griega «eleemosyne» quiere decir compasión y misericordia; inicialmente indicaba la actitud del hombre misericordioso y, luego, todas las obras de caridad hacia los necesitados. Esta palabra transformada ha quedado en casi todas las lenguas europeas: en francés: «aumone»; en español: «limosna»; en portugués: «esmola»; en alemán: «Almosen»; en inglés: «Alms». Incluso la expresión polaca «jalmuzna» es la transformación de la palabra griega. Debemos distinguir aquí el significado objetivo de este término del significado que le damos en nuestra conciencia social. Como resulta de lo que ya hemos dicho antes, atribuimos frecuentemente al término «limosna», en nuestra conciencia social, un significado negativo. La palabra «limosna» no la oímos hoy con gusto. Notamos en ella algo humillante. Esta palabra parece suponer un sistema social en el que reina la injusticia, la desigual distribución de bienes, un sistema que debería ser cambiado con reformas adecuadas. Y si tales reformas no se realizasen, se delinearía en el horizonte de la vida social la necesidad de cambios radicales, sobre todo en el ámbito de las relaciones humanas. Encontramos la misma convicción en los textos de los profetas del Antiguo Testamento, a quienes recurre frecuentemente la liturgia en el tiempo de Cuaresma. Los profetas consideran este problema a nivel religioso: no hay verdadera conversión a Dios, no puede existir «religión» auténtica sin reparar las injurias e injusticias en las relaciones entre los hombres, en la vida social. Sin embargo, en tal contexto los profetas exhortan a la limosna. Y tampoco emplean la palabra «limosna», que, por lo demás, en hebreo significa «justicia». Piden ayuda para quienes sufren injusticia y para los necesitados: no tanto en virtud de la misericordia cuanto sobre todo en virtud del deber de la caridad operante. «¿Sabéis qué ayuno quiero yo?: soltar las cadenas injustas, dejar libres a los oprimidos y quebrantar todo yugo; partir tu pan con el hambriento, albergar a los pobres sin techo, vestir al desnudo y no desentenderte de los tuyos» (Is 58,6-7).
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EL RINCÓN DEL PÁRROCO
Domingo 3º Cuaresma
Ciclo A
19-3-2017
¡SI CONOCIERAS EL DON DE DIOS Y QUIEN ES EL QUE TE PIDE DE BEBER!, te pediríamos nosotros a Ti, Señor. Acudiríamos más a menudo a beber del pozo de la Vida para calmar de verdad nuestra sed, porque “el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed”, nos dices hoy. ¿Qué nos pasa? ¿Por qué nos cuesta tanto acudir a ti? ¿Por qué nos llenamos de otras aguas que no sacian de verdad nuestros anhelos más hondos y verdaderos? Tener sed, estar seco, es una de las sensaciones más angustiosas que sólo se calman eficazmente con agua; todos tenemos experiencia de ello cuando aprieta el calor. También sucede lo mismo en nuestro ser espiritual: los anhelos más auténticos de nuestra vida como pueden ser la belleza, la bondad, la armonía, la paz interior, la unidad, la alegría, la plenitud, la realización personal…, encuentran su satisfacción en el encuentro con la persona de Jesucristo. Pero, a menudo, buscamos y buscamos en otras fuentes que no sacian esa sed, que no colman dichos anhelos y deseos. Ir a la verdadera fuente es la llamada de este tercer domingo de Cuaresma. La mujer samaritana del Evangelio de hoy está junto al pozo de Sicar, pero descubre en el encuentro con el Señor, otro pozo más hondo. Lo hace cuando en el diálogo con Jesús, su corazón comienza a superar barreras saltando el prejuicio de tradiciones xenófobas (judíos y samaritanos no se hablan), de género (ni un hombre con una mujer), el prejuicio de la incredulidad (no tienes cubo para sacar agua), de las apariencias: Jesús es capaz de leer las heridas de su corazón –en el relato de Juan Jesús sabe de sus cinco maridos anteriores–. Y se topa con un hombre que es más que lo que ella ve con sus ojos, con el Cristo que conoce su corazón y sana sus heridas con amor. Que la sed de Ti, alumbre nuestro caminar hacia la verdadera fuente que sacia nuestra sed. Recordamos a los padres de familia que mañana celebran su día, para que a imitación de San José, amen a sus familias y sean verdaderos educadores de la fe de sus hijos. P. Juan Lozano, cmf.
DÓCILES A TU PALABRA 1ª lectura: Exodo 17,3-7
“En aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, murmuró contra Moisés: -¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados? Clamó Moisés al Señor y dijo: -¿Qué puedo hacer con este pueblo? Poco falta para que me apedreen. Respondió el Señor a Moisés: -Preséntate al pueblo llevando contigo algunos de los ancianos de Israel; lleva también en tu mano el cayado con que golpeaste el río y vete, que allí estaré yo ante ti, sobre la peña, en Horeb; golpearás la peña y saldrá de ella agua para que beba el pueblo. Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel. Y puso por nombre a aquel lugar Massá y Meribá, por la reyerta de los hijos de Israel y porque habían tentado al Señor diciendo: ¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?
2ª lectura: Romanos 5,1-2.5-8
“Hermanos: Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos; y nos gloriamos apoyados en la esperanza de la gloria de los Hijos de Dios. La esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado. En efecto, cuando todavía estábamos sin fuerzas, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.
Evangelio de San Juan 4,5-42
“En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José: allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía. Llega una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dice: -Dame de beber. La Samaritana le dice: -¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? (porque los judíos no se tratan con los samaritanos). Jesús le contestó: -Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva. La mujer le dice: -Señor, si no tienes cubo y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados? Jesús le contesta: -El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna. La mujer le dice: -Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla”.
UN PASEO POR LA “LAUDATO SI” CONSUMISMO Y AUSTERIDAD RESPONSABLE Desde Cáritas, nos gusta la fuerza con que Francisco denuncia el consumismo, por todas las implicaciones que tiene: económicas, ecológicas, sociales, políticas. Ya en el comienzo de la encíclica, nos dice que uno de sus objetivos es hacer frente al daño que provocamos a la madre tierra por el uso irresponsable y el abuso de los bienes, cosa que sucede cuando nos sentimos “propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla” (n. 2). El consumismo lleva a la explotación irresponsable de materias primas, a la cultura del descarte que nos hace amontonar basura y generar residuos contaminantes. Y esto con consecuencias en el clima, en la contaminación del agua, en la pérdida de la biodiversidad, incluso en la alteración de las relaciones políticas e internacionales (cf. nn. 20ss.) y en la vida de los más pobres (cf. nn. 1 y 6). Para superarlo, el papa Francisco nos propone un cambio en los estilos de vida. Pero no un cambio cualquiera, sin incidencia público-política, sino un cambio que pueda “ejercer una sana presión sobre los que tienen poder político, económico y social” (n. 206). Concretamente, nos invita a la incidencia público-política, como “ocurre cuando los movimientos de consumidores logran que dejen de adquirirse ciertos productos y así se vuelven efectivos para modificar el comportamiento de las empresas, forzándolas a considerar el impacto ambiental y los patrones de producción” (Ibíd.). Se trata de que nuestros hábitos de consumo y nuestros estilos de vida, además de ser más austeros, afecten al rédito y al sistema de producción de las empresas para que se vean presionadas a producir de otra manera (cf. nn. 5 y 59). Y se trata de descubrir que “comprar es siempre un acto moral, no sólo económico” (n. 206), y que la educación en una austeridad responsable tiene que servirnos “para el cuidado de la fragilidad y de los pobres” (n. 214). No podemos estar “a merced de un consumismo sin ética y sin sentido social y ambiental” (n. 219).