CON TU ESPÍRITU EL MUNDO SE HACE...
PENTECOSTÉS ENVÍA, SEÑOR, TU ESPÍRITU …..FAMILIA
Y HOGAR, VIDA Y FRATERNIDAD.
SIN TU ESPÍRITU DE AMOR, EL MUNDO ES….
…SUFRIMIENTO, DESESPERACIÓN Y FRACASO.
Ahora que el tiempo parece detenido, ahora que tu presencia es más palpable, ahora que mi ser desea y anhela, ahora que me veo necesitado, yo te pido al estilo humano. Envía tu Espíritu sobre mi aridez, sobre mi fragilidad, sobre mis miedos, sobre mi pobreza, sobre mi cansancio, sobre mis contradicciones, sobre mis luchas, sobre mi impaciencia, sobre mi frialdad, sobre mis ansias insaciables, sobre mi falta de fe. En vía también tu Espíritu sobre mis alegrías, sobre mi esperanza, sobre mi trabajo, sobre mis proyectos, sobre mi familia, sobre mi campo arado, sobre mis flores compartidas, sobre mis ansias de cambio, sobre mis semillas de vida. Envía, Señor, tu Espíritu, sobre cuanto soy y tengo, que queme mis despropósitos y riegue lo que es brote de tus dones.
TU PALABRA ES LUZ EN MI SENDERO
NO HAY VIDA CRISTIANA SIN ESPÍRITU SANTO
1Cor 12,3b-7 . 12-13 “Hermanos: Nadie puede decir “Jesús es Señor” si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Porque lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todo hemos bebido de un solo Espíritu”.
Jn 20,19-23 “Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”.
EL VIOLÍN Se cuenta que un pobre hombre se ganaba la vida tocando con su viejo violín. Al final de cada actuación pasaba una agujereada boina con la esperanza de que algún día se llenara. Cierto día acertó a pasar por allí un famoso compositor y virtuoso del violín. Se acercó al grupo, oyó sus disonancias y pidió el instrumento. Con una mirada valoró las posibilidades, lo afinó, ... y tocó una pieza asombrosamente bella. El pobre dueño del violín no se lo podía creer. Asombrado, iba de un lado para otro diciendo a todos: - Es mi violín...!, es mi violín...!, es mi violín...!- Nunca pensó que aquellas viejas cuerdas encerraran tantas posibilidades. A la luz de la anécdota, probablemente nos veamos obligados a reconocer que no estamos rindiendo al máximo de nuestras posibilidades. Somos un poco chapuceros en la ejecución de nuestras posibilidades. El viejo violín de nuestra vida está estropeado, sus cuerdas, flojas y desafinadas. Si intentamos tocar algo serio en la vida, sale eso...unos ruidos faltos de armonía. Y, para colmo, cada vez que hacemos algo por otros, necesitamos también pasar nuestra gorra agujereada; necesitamos aplausos, consideración, alabanzas... Nos alimentamos de esas cosas; y si los que nos rodean no nos echan lo suficiente, nos sentimos defraudados y el pesimismo nos hunde en la amargura. Cuánto cambia todo cuando dejamos que ese gran compositor, el Espíritu de Dios, nos afine, nos arregle, ponga esa cuerda que falta, y le dejemos tocar a El! También en nuestro entorno existen violinistas que nos pueden afinar; un amigo, un compañero, un maestro, un guía espiritual, o cualquier persona de la que podamos obtener un profundo conocimiento, una buena idea, una corrección fraterna Cuántas posibilidades para quedaremos sorprendidos de las potencialidades que encierra el instrumento de nuestro corazón. Te invito a comprobar que la vida es bella y grandiosa siempre y cuando le dejes al “duende” del Espíritu que arranque de las pobres cuerdas de tu corazón las notas más brillantes de un AMOR hecho servicio callado, solidaridad comprometida, escucha atenta y obediencia fiel a su Palabra y a su misión. Sólo hay un secreto para arrancar del violín de nuestra vida la más bella sinfonía: “dejarse llevar por la acción del Espíritu de Jesús en nosotros”.