1. La iglesia es una iglesia VIVA cuando VIVE de la Palabra de Dios.
Los Frutos del Espíritu
2. La iglesia es un organismo VIVO cuando supera su rutina y su pasividad y se renueva constantemente a la luz del Evangelio de Jesús. 3. La iglesia es una comunidad VIVA cuando hace de la fe un compromiso con los problemas del mundo y de la sociedad en la que vive. 4. La iglesia es un ser VIVO cuando sus crisis son de CRECIMIENTO y no de número. 5. La iglesia está VIVA porque sale al paso de los problemas que afectan a la sociedad de su entorno y abre cauces de solución para los mismos. 6. La iglesia VIVA tiene como meta su proyección misionera. La muerta solo piensa en sus "necesidades". 7. La iglesia está VIVA cuando ejercita el diálogo, la comprensión y el perdón facilitando que sus hijos vivan unidos dando testimonio de que tienen un Padre común: Dios. 8. La iglesia está VIVA cuando COMPARTE sus bienes con los necesitados haciéndose samaritana y humana. 9. La iglesia es un SER VIVO cuando, analizando el presente, sabe anticiparse al futuro y, con su ejemplo y compromiso, hace que ese futuro sea de libertad, de respeto y de paz en la convivencia entre generaciones. 10. La Iglesia es una comunidad VIVA cuando su oración y sus ritos llenan de gozo el corazón y provocan un compromiso con la realidad reinante que hay que convertir en REINO DE DIOS.
Sin el Espíritu, Dios está lejos. Sin el Espíritu, Jesús es un personaje del pasado. Sin el Espíritu, el Evangelio es letra muerta. Sin el Espíritu, la Iglesia es una simple organización. Sin el Espíritu, la autoridad es despotismo. Sin el Espíritu, la misión es una propaganda. Sin el Espíritu, el culto es una evocación. Sin el Espíritu, la vida cristiana es una moral de esclavos.
“Los discípulos se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería” (Hch 2,4) “Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para bien común”. (1Cor 12,4-7) “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo;: “Recibid el Espíritu Santo” (Jn 20, 21-22)
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO Ven Espíritu Divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre, Don, en tus dones espléndido. Luz que penetra las almas, fuente del mayor consuelo. Ven, Dulce Huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. Entra hasta el fondo del alma, Divina Luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, si no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo. Lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén. Aleluya
Dios nos ha dado dos oídos y una lengua para que escuchemos el doble de lo que hablemos. ¿Es así en la realidad, en mi realidad? “A ése le pierde su lengua”, decimos de algunas personas chismosas, incapaces de dominar la lengua. La palabra de Dios es muy elocuente a este respecto: “Los labios del necio promueven pelea, su boca llama a los golpes. La boca del necio es su ruina, sus labios trampa para su vida” (Prov 18,6-7) “Si alguien no falta en el hablar, ése es un hombre perfecto capaz de controlar, también, todo su cuerpo” (Sant 3,2 Y la sabiduría popular se une también a esta visión de lo peligrosa que es la lengua: “El poco hablar es oro, y el mucho es lodo”. Hoy se me ocurre que Pentecostés es la fiesta de la LENGUA con sus muchos dialectos. La LENGUA del Evangelio, la lengua en la que se expresaba Jesús, no era el arameo, sino la lengua del amor. Los físicos nos hablan de la descomposición de la luz de done emanan los diferentes colores. Cuando Jesús se definió como la luz del mundo, estaba invitándonos a descomponer la luz de su ejemplo para advertir ese paisaje de colores tan sugestivo que son sus gestos, sus actitudes. Como un eco de lo que es Dios, Jesús pasó por el mundo destellando ráfagas de luz, de amor. Ésta fue su última recomendación: “AMAOS COMO YO OS HE AMADO”. Mirad mis gestos, contemplad mis obras y dejad que vuestro amor pinte de colores vuestra vida: el color de la solidaridad, el de la humildad, el del compromiso y cercanía al ser humano, el de la fraternidad como tarea irrenunciable, el de la universalidad como señal de un corazón liberado que no se deja limitar por colores de piel, de ideas o de comportamientos. Pentecostés: fiesta de los colores, fiesta del Espíritu brillando en las obras de Jesús y en las de aquellos creyentes que se abren a su acción.