Domingo 3 de marzo

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do, porque bien sé que necesita de manos más vigorosas

Nacido en Alemania el 16 de abril de 1927. Ordenado Sacerdote: 29 de junio del 51. Nombrado arzobispo de Munich y cardenal en 1977. Elegido papa el 19 de abril de 2005. Su pontificado ha durado casi 8 años. Ha realizado 21 viajes fuera de Italia. Ha canonizado a 44 nuevos santos. También ha creado durante su pontificado 63 cardenales. Su renuncia no ha sido única en la historia. Se han dado otras cinco: Clemente I en 197, como obispo de Roma; Ponciano en 235; Celestino V en 1294; Gregorio XII en 1415. Benedicto XVI en febrero de 2013. ESCRITOS: 3 encíclicas: “Caritas in veritate” (“El amor en la Verdad”). “Spes Salvi” (“Salvados por la esperanza”) y “Deus caritas est” (“Dios es amor”).

UN MANOJO DE SUS IDEAS-FUERZA “El amor –‘caritas’- es una fuerza extraordinaria, que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz. Es una fuerza que tiene su origen en Dios, Amor eterno y Verdad absoluta” “El humanismo que excluye a Dios es un humanismo inhumano” “Sin Dios el hombre no sabe dónde ir ni tampoco logra entender quién es”. “El desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin operadores económicos y agentes políticos que sientan fuertemente en su conciencia la llamada al bien común” “El auténtico desarrollo debe promover a todos los hombres y a todo el hombre” “La solidaridad consiste principalmente en que todos se sientan responsables de todos”. Una expresión muy suya: “La dictadura del relativismo”. “Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el yo y sus deseos. Nosotros, en cambio, tenemos otra medida: el Hijo de Dios, el verdadero hombre. Él es la medida del verdadero humanismo”. Siguiendo la estela de Juan Pablo II, ha hecho un llamamiento a favor de “una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe”. Necesidad de conversión en la Iglesia. Ninguna reforma será eficaz en la Iglesia si no hay una conversión interior, a la que están llamados todos los fieles.

En esta Cuaresma es especialmente apremiante escuchar el grito de alerta que Jesús nos da en su evangelio: «Si no os convertís, todos pereceréis». Nos salvaremos, si llegamos a ser no más poderosos sino más solidarios. Creceremos, no siendo cada vez más grandes sino estando cada vez más cerca de los pequeños. Seremos felices, no teniendo cada vez más, sino compartiendo cada vez mejor. No nos salvaremos si continuamos gritando cada uno nuestras propias reivindicaciones y olvidando las necesidades de los demás. No seremos más cuerdos si no aprendemos a vivir más en desacuerdo con el sistema de vida utilitarista, hedonista e insolidario que nos hemos organizado. Nos salvaremos si desoímos más el ruido de los «slogans» y nos atrevemos a escuchar con más fidelidad el susurro del evangelio de Jesús. (J.A.P.)


Éxodo 3,1-8.13-15 … El Señor le dijo: “He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Voy a bajar a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra, para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel”….

Salmo 102: El Señor es compasivo y misericordioso Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos; enseñó sus caminos a Moisés y sus hazañas a los hijos de Israel. R El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles. R

1Corintios 10,1-6.10-12 Lucas 13,1-9. …Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: “Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?” Pero el viñador contestó: “Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas”.»

Decir Cuaresma es tiempo de CAMBIAR, no de meros cambios puntuales. No se trata de dar una pincelada a nuestra cara, sino cambiar de cara. Y es que con Jesús, algo nuevo se ha puesto en marcha, algo nuevo está surgiendo. Y entre los que son y actúan como Él están provocando que la libertad, la fraternidad, la justicia, la reconciliación y la compasión comienzan a abrirse paso con su presencia entre los hombres de su tiempo. Los seguidores de Jesús nos vemos emplazados en esta Cuaresma a creer en serio en la Buena Noticia que es Jesús para nuestra manera de ver la vida. Creer en Jesús va a suponer tener una capacidad de reacción para vivir como hijos de un mismo Padre y para buscar la felicidad de actuar como hermanos. Esto supone dar un paso trascendental: el paso de la increencia a la fe, de la soledad a la amistad con Dios, de la pereza a la decisión, de la defensa con uñas y dientes de mi pequeña felicidad a la solidaridad más radical, de la dictadura del “yo” a la fiesta del “nosotros”. La cuaresma se nos presenta como una invitación a reavivar, a revitalizar nuestras más dignas capacidades humanas: la de la generosidad, la del desinterés, la de la empatía, la de la fraternidad. Por ahí va el mensaje del evangelio de hoy: hay que DAR FRUTO. Pero es preciso cambiar nuestra “tierra”, el humus de nuestra interioridad, para que dicho fruto llegue a ser una realidad. No estamos predeterminados. Tenemos la suerte de poder volver a empezar. Nunca estamos perdidos del todo. ¿Por qué obstinarnos en creernos un caso perdido? ¿O lo hacemos para ahorrarnos el esfuerzo que supone el cambio? Hoy podemos tener algunos gestos distintos en casa. Hoy podemos provocar un poco de esperanza a nuestro alrededor. Hoy puedo empezar a saborear la alegría de ser yo mismo, de ser más libre y menos esclavo de eso que yo sé que me domina y me hace perder la paz y hasta mi identidad humana y cristiana. Hoy puedo conocer de nuevo la alegría de vivir para darme, para servir. Hoy puedo empezar de nuevo a amar y así ser reconocido como hijo de Dios. Esta posibilidad de que AMANEZCA dentro de mí pasa por una exigencia: que tenga el coraje de abrirme a Dios y escuchar su voz. Si escucho su llamada, ya no podré vivir como antes porque ese Dios que hasta ahora lo tenía como un “desconocido”, o como una “amenaza”, se me ha desvelado como una fuente de energía y de gozo. Y ésta es la mejor noticia que puedo escuchar.


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