“COMO A TI MISMO” De la exhortación postsinodal de nuestro arzobispo D. Jesús Montes La Iglesia diocesana de Oviedo, ha vivido recientemente un momento de gracia precisamente en la comunión que entraña siempre la celebración de un Sínodo. Tras varios años de trabajo en diversas fases, pudimos clausurar este evento eclesial el pasado 10 de diciembre de 2011, festividad de Santa Eulalia, en la Catedral de Oviedo. Esta Exhortación Postsinodal, que ofrezco a todos los hermanos que componen la feligresía diocesana, quiere ser un complemento de síntesis y de propuesta que nos ayude en esta encrucijada de la historia para que nuestro mundo, esa ciudad que coincide con el domicilio de nuestras vidas y con el tiempo de nuestra época, se llene de alegría1. Cada generación cristiana está llamada a testimoniar con su propia vida, con su reflexión, oración y discernimiento, algo que sirva a ese tiempo y lugar: servidores de esta alegría en el nombre del Señor. Así lo afirma Benedicto XVI en su carta Porta Fidei: «También hoy es necesario un compromiso eclesial más convencido en favor de una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe. El compromiso misionero de los creyentes saca fuerza y vigor del descubrimiento cotidiano de su amor, que nunca puede faltar. La fe, en efecto, crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo. Nos hace fecundos, porque ensancha el corazón en la esperanza y permite dar un testimonio fecundo»2.
Las dos cumbres más elevadas del mundo son el Everest (8.848 m.) y la conocida como el “K2” (8.611 m.). En el evangelio de este domingo Jesús nos muestra dos cumbres elevadísimas. Son un “desafío total” a nuestro “ego”: “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas” y “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Pero, nos suena tanto y nos es tan sabida la propuesta que no hace mella. Pensando en eso de “como a ti mismo” me he quedado un poco desconcertado. Qué curioso: el segundo desafío (mandamiento) me ha parecido más difícil y arriesgado de conseguir que el primero, lo mismo que ocurre con el K2 que siendo más bajo resulta más difícil que el Everest. Te propongo un sencillo ejercicio: compara el interés que tienes por tener tu vida resuelta y el que pones en que los demás la tengan. Observa lo que te preocupan tus cosas y lo que te quitan el sueño las de los demás. Mira lo que haces por ti y lo que haces por los otros. Y ahora dime, ¿cuál es más difícil?
LAS COSAS POR SU NOMBRE Lectura del libro del Deuteronomio:
Dt 6,2-6
En aquellos días, habló Moisés al pueblo, diciendo: «Teme al Señor, tu Dios, guardando todos sus mandatos y preceptos que te manda, tú, tus hijos y tus nietos, mientras viváis; así prolongarás tu vida. Escúchalo, Israel, y ponlo por obra, para que te vaya bien y crezcas en número. Ya te dijo el Señor, Dios de tus padres: “Es una tierra que mana leche y miel.” Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria.»
Lectura del santo evangelio según san Marcos:
Mc 1 2,28b-34
En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «Qué mandamiento es el primero de todos?» Respondió Jesús: «El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.” El segundo es éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay mandamiento mayor que éstos.’, El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.» Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino
NO se puede hacer un mundo DIFERENTE con gente INDIFERENTE.
¿Qué espacio ocupa Dios en mi corazón, en mi alma, en mi mente, en todo mi ser?
Hay quienes dicen que no creen en la Iglesia ni en «los inventos de los curas», pero creen en Dios. Sin embargo, ¿qué significa creer en un Dios al que nunca se le recuerda, con quien jamás se dialoga, a quien no se le escucha, de quien no se espera nada con gozo? Algunos no sabrían decir si creen en Dios o no. En realidad no entienden para qué pueda servir tal cosa. Ellos viven tan ocupados en trabajar y disfrutar y tan distraídos por los problemas de cada día, los programas de la tele y los aficiones y pasatiempos del fin de semana, que no tiene sitio para Dios en sus vidas. Amar significa hoy afirmar los derechos de los parados antes que nuestro propio provecho. Renunciar a pequeñas y mezquinas ventajas para contribuir a una mejora social de los marginados. Arriesgar nuestra economía para solidarizarnos con causas que favorecen a los menos privilegiados. Dar con generosidad parte de nuestro tiempo libre al servicio de los más olvidados y necesitados. Defender y promover la no-violencia como el camino más humano para resolver los conflictos. Ver el dolor del otro y CON-SENTIR con él. Cuando nos hacemos prójimos, cuando los diferentes nos sentimos hermanos, cuando superamos las barreras de la opción política, confesional, religiosa, de la forma de vida; cuando compartimos los bienes con los necesitados y elevamos a los excluidos a la condición de sujetos y protagonistas, entonces ¡Dios se hace presente! Dios se siente amado en nuestros amores, servido en nuestros mutuos servicios, acogido en nuestras hospitalidades.