LUNES:
ACTIVIDADES PARROQUIALES
Acogida Cáritas. Despacho parroquial (12,30 a 14 h.) Reunión grupo “VIDA ASCENDENTE”. Reunión grupo “Pastoral de la Salud”. Grupo de Liturgia. Último lunes mes: 1ª catequesis bautismo. MARTES: ORACIÓN CARISMÁTICA SACERDOTAL. Despacho parroquial: 19 a 21 horas. Archicofradía del Corazón de María. Oración de los neo-catecumenales. MIÉRCOLES: Arpu y adoración nocturna. JUEVES: Despacho parroquial de 19 a 21 horas. GRUPO “Palabra Vida”. Catequesis de 1ª comunión. Grupo de formación cristiana. VIERNES: Catequesis confirmación y postcomunión. Último viernes mes: 2ª catequesis Bautismo (padres-padrinos) Ensayo del coro parroquial. SÁBADO: Catequesis post-confirmación. Oración de la Renovación Carismática. Bautismos: último sábado de cada mes. DOMINGO: Catequesis 1ª comunión y postcomunión. 12,30 h. Hoy es un día importante para la parroquia. En él en él da comienzo a su como párroco de nuestra comunidad del Corazón de María el P. Honorato Sanz de Frutos. Nació en Juarros de Voltoya (Segovia) el 29 de diciembre de 1939. Se ordenó de sacerdote en Salamanca el día 13 de junio de 1965. Gran parte de su labor pastoral sacerdotal ha transcurrido en diversas parroquias claretianas: Valladolid, Madrid… Es el compañero de camino que Dios nos pone para hacer comunidad en torno a Jesús. Le deseamos mucho acierto pastoral, entrega, ilusión, paciencia y una gran
dosis de intuición para responder a l sociedad nuestra de Gijón .
os desafíos que nos plantea esta
Domingo XXVII.
Un pueblo que produzca sus frutos. Cuando el año setenta (d. c) las tropas romanas destruyeron Jerusalén y el pueblo judío desapareció como nación, los cristianos hicieron una lectura terrible de este trágico hecho. Israel, aquel pueblo tan querido por Dios, no ha sabido responder a sus llamadas. Sus dirigentes religiosos han ido matando a los profetas enviados por él; han crucificado, por último, a su propio Hijo. Ahora, Dios los abandona y permite su destrucción: Israel será sustituido por la Iglesia cristiana. Así leían los primeros cristianos la parábola de los «viñadores homicidas», dirigida por Jesús a los sumos sacerdotes de Israel. Los labradores encargados de cuidar la «viña del Señor» van matando uno tras otro a los criados que él les envía para recoger los frutos. Por último, matan también al hijo del propietario con la intención de suprimir al heredero y quedarse con la viña. El señor no puede hacer otra cosa que darles muerte y entregar su viña a otros labradores más fieles. Esta parábola no fue recogida por los evangelistas para alimentar el orgullo de la Iglesia, nuevo Israel, frente al pueblo judío derrotado por Roma y dispersado por todo el mundo. La preocupación era otra: ¿Le puede suceder a la Iglesia cristiana lo mismo que le sucedió al antiguo Israel? ¿Puede defraudar las expectativas de
Dios? Y si la Iglesia no produce el fruto que Él espera, ¿qué caminos seguirá Dios para llevar a cabo sus planes de salvación? HÁBLAME, SEÑOR, TE ESCUCHO Isaías 5, 1-7 “Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña. Mi amigo tenía una viña en fértil collado. La entrecavó, la descantó, y plantó buenas cepas; construyó en medio una atalaya y cavó un lagar. Y esperó que diese uvas, pero dio agrazones. ¿Qué más cabía hacer por mi viña que yo no lo haya hecho? ¿Por qué, esperando que diera uvas, dio agrazones? La viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel; son los hombres de Judá su plantel preferido. Esperó de ellos derecho, y ahí tenéis: asesinatos; esperó justicia, y ahí tenéis: lamentos”. Filipenses 4,6-9 Hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta. Y lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis, visteis en mí, ponedlo por obra. Y el Dios de la paz estará con vosotros. Mateo 21, 33-43 -«Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo." Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?» Le contestaron: -«Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos.» CONVOCATORIA CAMINO NEOCATECUMENAL Catequesis para adultos y jóvenes en el salón parroquial los lunes y jueves a las 8 de la tarde a partir del 6 de octubre.
PARÁBOLA PARA TIEMPOS DE VENDIMIA La parábola de los vendimiadores homicidas resume la historia de Israel y a la vez es profecía de la muerte de Jesús. La obstinación, la incredulidad... la exclusión del Reino también quedan expresadas en la otra metáfora: la piedra angular que no supieron apreciar los contemporáneos de Jesús. Esta parábola no es sólo una lección para el pueblo de Israel infiel a Yahvé. Tiene una resonancia fuerte para nuestra vida. Veamos. ¿No nos portamos nosotros, los cristianos de hoy, de la misma manera? ¿No somos viñadores descuidados, infieles, estériles, que frustran los planes de Dios? ¿Sabemos reconocer en la práctica a Xto. como la única piedra en la que fundamentar nuestro edificio?, ¿Creemos de veras en Él, en su Evangelio, aceptando como nuestro su estilo y criterio de vida? Los "hombres de bien" de Israel eran "cumplidores", hablaban de la Alianza, iban al Templo y a la sinagoga, recitaban sus oraciones... Pero… cuando llegó Jesús y les exigió cambiar de vida no le aceptaron. ¿Y nosotros? Bajamos un poco a nuestra vida cristiana. A veces, nos creemos con derecho al premio porque "cumplimos", se nos olvida que Jesús habla de dar frutos, no de palabraría y sentimentalismo. ¿Qué damos: obras convincentes o “uvas agraces” de críticas, enfados, divisiones, egoísmos, envidias… A veces vivimos nuestra fe con excesiva comodidad sintiéndonos satisfechos de nosotros mismos. Y de repente la Palabra de Dios nos interpela: ¿podemos decir que nuestra vida está produciendo la cosecha de frutos que Dios esperaba? Dios ha puesto a nuestra disposición todos los medios, pero, ¿estamos llevando a cabo su proyecto o el nuestro? ¿Damos al mundo la imagen de Dios que necesita? ¿Trabajamos por nuestros intereses o por los de Xto., los de Dios? ¿Somos oportunistas, acomodaticios? ¿No pretendemos hacer de nuestra opinión y vida la última palabra? –esto es apropiase de la viña-. Dios anuncia su juicio contra una comunidad (eclesial, parroquial..), que no cumple sus expectativas y desvirtúa el evangelio: "les será quitado el Reino". No está fuera de lugar hacernos estas preguntas. La parábola fue y sigue siendo escandalosa, directa, incisiva. No tratemos de "aguarla". En la Eucaristía celebramos y recibimos a Xto. el Profeta que supo dar frutos de amor a su Padre. Él es “la vid verdadera” que se ha hecho vino para que bebiéndole, aprendamos a dar frutos en Él.