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VI. Última reflexión

Además, leí que siempre ha tenido muy claro que quien tiene que ser feliz es él mismo, y es por eso por lo que debe dejar de lado todo lo que los demás puedan pensar de él.

Miré el reloj y eran casi la una del mediodía, se me había pasado el tiempo volando. Entre la música y la conversación me había olvidado de que habíamos quedadopara comer con elrestodehermanos yhermanas deJavier (uno de los nombres que utilizaban para llamarse entre ellos), así que nos despedimos deNancyy emprendimos el caminode vuelta. A medida quenos alejábamos, la música que se escuchaba desde fuera de la casita, cada vez se hacía más lejana.

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CAPÍTULO VI. ÚLTIMAREFLEXIÓN

T

ras estar tantos días en contacto directo con la comunidad, muchas cosas que me han hecho reflexionar; a continuación, me dispongo aescribir sobre ello.

Cuando llegué al poblado, la forma en la que vivían despertó mi atención; especialmente las comunidades modestas y aisladas donde habitaban y la importanciadela espiritualidad, quellegabaa serunestilode vida. Nopodía entender como mi amigo, que venía de una sociedad teóricamente más evolucionada, podía escoger vivir en condiciones tan distintas. Amedida que pasaban los días, me di cuenta de que no todo era de color de rosa, sino que las condiciones enlas quevivían eran resultadodeuna dura historia quetiene como factor común la represión.

Si recapitulamos y volvemos a los inicios podremos entender ciertas actitudes que articulan hoy por hoy la cultura. Por ejemplo, la coronación de un rey negro supuso un antes y un después en la interpretación del mundo; y fue clave para la eclosión del movimiento rastafari. Hasta el momento, el

control de la sociedad estaba estructurada bajo el dominio de las personas blancas, acentuando así su supremacía. Estas tenían autoridad sobre la producción, riqueza e incluso sobre los individuos debido a una tradición de esclavitud, que afectó duramente a buena parte de los miembros rastafaris, tal y como bien me explicó Nancy. Precisamente, la importancia de dicha coronación radica en una bocanada de aire fresco y la aparición de posibilidades para la población negra, que había estado subordinada ante los blancos. Estos sucesos fueron caldo de cultivo para la difusión de los derechos de los negros y el movimiento en sí. Los estragos de la esclavitud siguen hoypor hoy presentes en muchos otros elementos, como la bandera o la música tal y como he descubierto a lo largo de estos días.

Otro motivo de reflexión ha sido la espiritualidad. Creo que la conexión con Jah ylos rituales que realizan, no es más que una forma de evasión de la dura situación en la que se encontraban. Otro aspecto que me llamó la atención relacionada con lo anterior fue la similitud con elementos cristianos, que por lo que tengo entendido, es consecuencia de una mezcla de iconos cristianos y africanos, cuyo origen se produjo de forma similar a la santería.

Uno de los hechos que más me impactó, además de los otros aspectos ya comentados, fue la represión policial vivida en la década de los 60. Durante estos años, cuando tenían una ideología y estética definida, la situación no mejoró. Fueron catalogados como locos, y vivieron una dura represión, por parte notan solo de los individuos, sino también del Estado de Jamaica. Esto llevó a la persecución de uno de sus líderes, aparentemente sin motivos legítimos, y, en consecuencia, al rechazo por parte de la comunidad rastafari al exterior. Pese a que la relación hoy por hoy ha mejorado considerablemente, aún es complicada y sigue existiendo tensión entre ambos.

Retomando la idea que me parecía impensable que Javier hubiese decidido de forma voluntaria dejar atrás su vida en la gran ciudad para adaptarsea otra muy distinta, ahora entiendo que he prejuzgado una cultura y me he dejado llevar por estereotipos basados en una visión eurocéntrica de la realidad.

Gracias a esta experiencia he podido comprobar cómo otras personas pueden experimentar su espiritualidad de una forma distinta, a pesar de compartir la misma raíz judeocristiana en la que se basa la sociedad occidental.

Me parece importante destacar que, a lo largo del viaje, también me he dado cuentadeque existecierto conservadurismo, propiodecualquier religiónque sesiga de forma relativamente ortodoxa. Esto pudo haber generado al menos ensu origen, una visión supremacista desu propia raza. A suvez, una lectura de los preceptos religiosos puede conllevar, al igual que en muchas religiones, a tendencias consideradas homófobas o machistas. Además, pese a que se posicionan en contra de figuras como el capitalismo, no toman parte en la política y por ende, tampoco ejercen su derecho a voto.

Sin embargo, por lo que Javier me ha comentado, en los últimos años la sociedad rastafari ha aumentado considerablemente el contacto con otras

civilizaciones, lo cual ha dado pie a un gran avance común para hacer frente a las pautas conservadoras establecidas en la sociedad. Hoy por hoy, aunque todavía queda camino por recorrer, se están realizando muchos avances como: la reivindicación de cambios sociales a través de la acción política, o unamayoraceptación delos colectivos más oprimidos. Mealegra muchoque esto ocurra porque me he enriquecido de aspectos muy positivos de esta cultura, que defiende: una vida sencilla poco consumista, un gran respeto por la naturaleza, el sentimiento de unión, la paz y la tranquilidad. Precisamente, el aspecto más enriquecedor de este proceso de interculturalidad es que permite un préstamo y fusión entre las culturas,

creando así un equilibrio que toma los aspectos más beneficiosos de las mismas.

Con esta última reflexión concluyo mis Memorias en Jamaica, con la comunidad rastafari a la que estoy enormemente agradecida por las enseñanzas quemeha ofrecido. Esperoque en un futuro pueda tenercontacto con otras comunidades y empaparme de lo mejor de cada una de ellas.

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