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III. La tierra sagrada

CAPÍTULO III. LA TIERRA SAGRADA

Después de tres días de viaje por fin me encuentro en casa de mi amigo Javier, si podía denominarse de esta manera claro. Antes de llegar, tuve que caminar durante un buen rato por un largo sendero que me condujo hasta donde me encuentro ahora. Se trata de una propiedad, en general modesta, rodeada por una verja y un patio con abundante vegetación. Fue fácil localizarla gracias a las indicaciones previas que me había dado mi amigo, que me dijo que buscase la figura de un león dibujado en la puerta principal.

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Más tarde, me explicó que se trataba del León de Judah, un animal característico que se utiliza para representar la fuerza y energía de los afrodescendientes yelpoderdel continentenegro. También mecomentó algo sobre la representación de un tal Haile Saliesse, pero no presté demasiada atención. Alrededor de su vivienda se encontraban diversas construcciones de la misma comunidad, más o menos grandes, también con la presencia de

alguno de sus símbolos más importantes, como los colores de la bandera etíope o dicho león.

Cuando por fin me encontré delante de la puerta, dudé de si realmente había sido una buena idea viajar hasta allí, pero antes de que pudiera pensarlo dos veces, oí una voz detrás de mí que parecía llamarme.

- ¿Mati? - Preguntaron.

E inmediatamente supe que era él, porque solo mis amigos me llamaban de esa manera. Me giré y lo primero en lo que me fije fue en su cabello. Ya había leído antes algo sobre ello, pero tenerlo delante de mí me impresionó demasiado. Lucía unas increíbles rastas que le llegaban a la cintura, un tipo de peinado formado por cabellos trenzados y tejidos que adoptan forma de tubo y poseen un grosor variable, también denominadas dreadlocks. El motivo de este peinado viene de su propósito de querer acercarse a la figura del León de Judah que también forma parte de su bandera, significado de la cual entendí más tarde.

Después de unos instantes de asombro, reaccioné y nos fundimos en un bonito abrazo. Ambos nos alegramos mucho de vernos, me preguntó por el viaje y después, me invitó a pasar. Una vez instalada en la habitación que me había preparado, me propuso si me apetecía salir a dar una vuelta para enseñarme un poco la zona y, por supuesto, no pude negarme. Al tiempo que íbamos andando, charlamos para ponernos un poco al día y me daba explicaciones de algunas de las cosas que nos encontrábamos a nuestro paso. Nos cruzamos con unas cuantas personas de su misma comunidad y todos vestían con un atuendo muy similar; gorros tejidos a mano que adoptan el nombre de tams, ropas cómodas hechas con fibras vegetales, pantalones anchos y camisetas holgadas.

Algo que me pareció curioso es que muchas desus prendas llevan estampado el dibujo del ganjah, término que ellos utilizan para hablar de la planta del cannabis. Para este colectivo, la marihuana forma parte de su ritual religioso y como siempre buscan sentirse identificados, visten con ropas que llevan su logotipo. Otra de las cosas en las que me fijé mientras paseábamos, es que en todos sus ropajes aparecen los mismos tres colores, el rojo, el amarillo y el verde. Al principio, pensé que sería casualidad que todos coincidieran, pero después de verlos repetidos continuamente, supe que habría una explicación para ello; son los colores de la tierra de Etiopía y los de la bandera rastafari. El rojo es un emblema de la sangre derramada por los negros africanos que sufrieron tanto defendiendo sus derechos y, por eso, se utiliza para rendirles honor. Además, este color representa la energía, confianza y optimismo de toda la comunidad rastafari, que se enfrenta con esperanza a todas las adversidades que se le presentan. El amarillo evoca a la madre tierra y representa la riqueza de esta. El tercer y último color, el verde, representa la vegetación de Etiopía. Esto último me sorprendió bastante porque yo sabía que el movimiento rastafari se originó en Jamaica, pero algo de lo que no tenía constancia era de que, a pesarde esto, su tierra sagrada es Etiopía y, por eso, utilizan el verde para simbolizar la vegetación de este lugar. Otra de las cosas en las que también me fijé y que tienen que ver con este color, es en el enorme patio repleto de plantas que tiene Javier. Me explicó que, para los rastafaris, es de suma importancia conectarse con la naturaleza en todo momento, yuno de sus principales objetivos es cuidar bien de ella.

Antes de regresar a casa, Javier me siguió contando más acerca de su nueva bandera ydelamorquesentíaporlamisma.Estomesirvióparadarmecuenta de la lealtad que demuestra la comunidad hacia el emperador Selassie y no hacia otros líderes o banderas de Babilonia.

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