CIENCIA, TEORÍA E HISTORIA ECONÓMICA; APOLOGÍA DE SU IMPORTANCIA PARA EL ANÁLISIS DEL PASADO
Raúl M. Báez Sánchez1 I. Introducción: En el siguiente ensayo no pretendemos hacer un tratado de economía política, mucho menos un obra de historia económica. Nuestro principal objetivo es simplemente abordar la importancia de la economía como disciplina auxiliar a la ciencia histórica. Este ensayo lo concebimos, por un lado, como un breve acercamiento histórico a la relación historia-economía, y por otro como una breve apología, si se quiere, a la utilidad de la economía para el estudio del pasado. Nuestro trabajo lo realizamos con una finalidad pedagógica, teniendo en cuenta a los colegas que al igual que nosotros cursan estudios graduados en historia, y que por necesidad del oficio nos hemos visto en la obligación de profundizar por nuestra cuenta en el estudio de la historiografía, la teoría y la metodología de la historia. En ese sentido esperamos que nuestro esfuerzo tenga alguna utilidad y que aporte al interés de los nuevos historiadores en el estudio de los fundamentos de la economía y la historia económica como herramienta fundamental del análisis del pasado. Las disciplinas auxiliares forman parte del acervo de conocimientos que debe poseer el historiador. Estas se desarrollaron inicialmente como disciplinas técnicas cuya función principal consistió en servir de apoyo al trabajo investigativo dentro de la investigación histórica. Muchas de estas disciplinas se han independizado llegando a constituirse en ciencias humanas y sociales, aun así siguen constituyendo una inagotable fuente de conocimientos que ayudan a enriquecer tanto la narrativa como el análisis histórico. Además de las disciplinas auxiliares tradicionales (diplomática, 1 El autor es estudiante doctoral del programa graduado de historia de la Universidad Interamericana de Puerto Rico. Posee una Maestría en Relaciones Laborales, con 21 créditos adicionales en historia, completó su grado de Maestría con la Universidad Interamericana. Cursó su bachillerato en la Universidad de Puerto Rico Recinto Universitario de Mayagüez (Colegio) y ha sido maestro de escuela pública. Es original del pueblo de Utuado, donde pertenece a la Asociación para la Historia de Utuado.
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numismática, filología, paleografía, cristología, genealogía, heráldica, etc.) existen otras ciencias sociales que aportan conocimientos, conceptos y datos a la historia.2 Con el desarrollo experimentado por éstas durante el siglo XX la colaboración con la disciplina histórica se fortaleció. Hoy día el historiador debe contar con una formación teórico-conceptual que abarque un abanico de disciplinas tales como: la economía, sociología, política, antropología y geografía, etc.3 Entre estas, la economía debe ocupar un lugar privilegiado en la formación del historiador. Con el desarrollo social y técnico del capitalismo en los últimos tres siglos, esta ciencia social ha desarrollado métodos estadísticos y conceptuales que son herramientas analíticas indispensables para el análisis y reconstrucción del pasado. En momentos en que por un lado, las modas “post” ponen el acento de la producción historiográfica en la historia de las mentalidades, de la vida cotidiana, la historia cultural, entre otras tantas, y por otro la historia económica ha sido entregada casi por completo a los economistas; nosotros nos proponemos hacer un breve ejercicio de inventario que nos permita identificar y rescatar algunos aportes que la historia económica aún tiene que ofrecer a nuestro oficio de historiadores.4 Hemos acordado abordar la importancia de la economía como ciencia auxiliar de la historia. Nuestro trabajo lo dividimos en dos partes fundamentales. En la primera entendimos necesario realizar un breve esbozo histórico de las principales escuelas cuya producción historiográfica aportó a enriquecer el análisis histórico con la ciencia económica. En esta parte incluimos las principales corrientes del pensamiento económico europeo de los siglos XVIII y XIX, y las corrientes historiográficas que contribuyeron al impulso de la relación historia-economía por medio del estudio de la historia económica. En nuestro breve balance historiográfico nos vimos en la obligación de omitir las corrientes y escuelas que desde nuestro continente aportaron al desarrollo de la relación historia-economía. La omisión no busca descartar el aporte de estas corrientes, tomamos la decisión por razones de 2 Ciro F.S. Cardoso, Introducción al trabajo de la investigación histórica. [Barcelona: Editorial Crítica, 1985], p.136-137. 3 Ibíd., 138. 4 Ídem.
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espacio y extensión. Este tema puede ser objeto de un ensayo diferente. Por otro lado, en la segunda parte del ensayo trabajamos con la utilidad de la ciencia económica para el análisis del pasado. En primer lugar abordamos brevemente los aportes fundamentales de la economía a nivel teórico-conceptual. En segundo lugar discutimos la utilidad de la economía como cantera de fuentes para la investigación histórica. II. Historia y economía: De la economía política a la historia económica y social Desde las primeras formas de organización social ha existido una estrecha relación entre la historia y la economía. Los seres humanos se organizan socialmente y producen para satisfacer sus necesidades, ésta es la primera y más elemental forma de la relación entre historia y economía. Por lo que sin duda alguna, el recurso a la utilización de cifras, estadísticas y datos económicos en el relato histórico es tan antiguo como la disciplina histórica misma. Desde la historiografía antigua, griega y romana, encontramos el empleo de datos económicos por algunos historiadores.5 Sin embargo, este recurso no pasó de ser utilizado como una mera referencia para enriquecer el relato, o un recurso para apoyar ciertas afirmaciones.6 Pero si la utilización de los datos económicos no pasaba del relato y el carácter anecdótico, no sería hasta la aparición de una teoría económica a partir del acenso del capitalismo que la relación historia-economía se fortalece aportando una nueva dimensión analítica al estudio del pasado. Economía política e historia: de la “teoría clásica” a la “teoría crítica” En el siglo XVIII, con el auge de la Ilustración, la ciencia histórica recibe un nuevo impulso. Esta revolución teórica aporta nuevas herramientas metodológicas y conceptuales que enriquecen el estudio de la historia. La historiografía ilustrada recoge los aportes de la historiografía clásica y renacentista, y les imprime un nuevo espíritu científico-racionalista. Lo que dio impulso a una verdadera revolución en el 5 Ciro F.S. Cardos y H. Pérez Brignoli, Los métodos de la historia: Introducción a los problemas, métodos y técnicas dela historia demográfica, económica y social. Barcelona: Editorial Crítica, 1999], p. 25. 6 Ídem.
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pensamiento histórico, introduciendo la cita de fuentes como prueba factual del relato y la construcción histórica. Los primeros pasos de la colaboración entre economía e historia, se remontan a la aparición de la teoría económica moderna del mercantilismo pre-capitalista. Este periodo ve surgir “un pensamiento económico y una política económica” diferente a aquellas que habían dominado durante gran parte del medioevo europeo.7 La actividad económica producto del desarrollo de las políticas mercantilistas impone la necesidad de establecer nuevos mecanismos para mantener una cuantificación detallada del intercambio comercial, la producción y la vida económica en general. De tal forma que se comienzan a dar los primeros pasos hacia formas más complejas de organización y administración de la producción. Por otro lado, el desarrollo del naturalismo también ejerce una influencia vital sobre el pensamiento económico europeo de los siglos XVII y XVIII. Esta corriente de pensamiento abre paso al impulso y difusión de los tratados de historia natural, política y económica, que hoy día representan una excelente fuente de datos históricos.
Pero al igual que la
historiografía clásica, las primeras manifestaciones del pensamiento económico mercantilista y la historiografía de los siglos XIV al XVII no pasarán de historiar la economía de forma puramente descriptiva.8 Tendría que transcurrir algún tiempo y desencadenarse profundos cambios económicos, políticos, sociales y culturales, para que se desarrollaran las condiciones que dieran paso a la aparición de un pensamiento económico e historiográfico que trascendiera el simple relato, y le añadiera una dimensión profundamente analítica a la historia económica en particular y al análisis histórico en general.9 El verdadero impulso de la relación historia-economía comienza con la aparición de la teoría económica clásica, durante el acenso del capitalismo y la sociedad contemporánea. Según Witold Kula, “la historia económica nace con la
7 Jesús Silva Herzog, Antología del pensamiento económico-social I: De Bodino a Proudhon. [México, D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1963], p. 15. 8 Josep Fontana, Historia: análisis del pasado y proyecto social. [Barcelona: Editorial Crítica, 1999], p. 9 Ídem.
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economía política burguesa, junto con el capitalismo y la Revolución Industrial.”10 Es así que en Inglaterra, Francia y Alemania este fenómeno “produjo un gran desarrollo de la historia económica, vinculada a los problemas políticos y económicos de su momento.”11 Desarrollo que se plasmó en la obra de pensadores de la teoría económica como François Quesnay, el marqués de Mirabeau, Adam Smith, Adam Ferguson, William Robertson, John Millar y Turgot12, cuya producción teórica aportó a construir el ideario conceptual del pensamiento económico e historiográfico posterior. Los avances en la cuantificación del comercio y la producción, y el desarrollo de la teoría económica capitalista por un lado, junto al desarrollo de la escuela historiográfica positivista del siglo XIX, con Von Ranke a la cabeza, aportaron a estrechar la relación entre la ciencia histórica y la ciencia económica. El mayor aporte de esta escuela del pensamiento económico provino de la llamada “Escuela Histórica Escocesa”, fundamentalmente de la figura de Adam Smith, su principal exponente. Quien a través de su producción teórica introduce, desde la teoría económica, una serie de aportes al pensamiento histórico.13 En su producción teórica encontramos tres aportes fundamentales para el estudio de la historia,
estos son: la utilización en el análisis teórico-económico de categorías y
conceptos que tienen su origen en el desarrollo histórico; el estudio del papel de la división del trabajo en el desarrollo económico14; y la teoría de los cuatro estadios del desarrollo económico. En su obra La riqueza de las naciones, Smith aborda el papel que jugó la división del trabajo para el desarrollo económico de la sociedad, pero su análisis se limita a la sociedad capitalista en ascenso.15 Sin embargo, Smith busca el origen de la división del trabajo en la llamada “naturaleza humana”, y no en el desarrollo de la sociedad en sus diferentes periodos.16 Para Smith la naturaleza Witold Kula, Problemas y métodos de la historia económica. [Barcelona: Editorial Península, 1974], p. 14. Pelai Pagès, Introducción a la Historia: Epistemología, teoría y problemas de método en los estudios históricos. [Barcelona: Editorial Barcanova, S.A., 1983], p. 213. 12 Ronald L. Meek, “Smith, Turgot y la teoría de los cuatro estadios, en Smith, Marx y después: Diez ensayos sobre el desarrollo del pensamiento económico. [Madrid: Siglo XXI de España Editores, 1980], p. 24-26. 13 Ronald L. Meek, “Smith y Marx”, en Smith, Marx y después: Diez ensayos sobre el desarrollo del pensamiento económico. [Madrid: Siglo XXI de España Editores, 1980], p.5-19. 14 Ronald L. Meek, “Smith, Turgot y la teoría de los cuatro estadios”, en “Smith, Marx y después…”, p. 24-41. 15 Adam Smith, La riqueza de las naciones. [Río Piedras, P.R.: Editorial Edil, 2005], p.6-16. 16 Ídem. 10 11
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humana tiende al intercambio, lo que potencia el desarrollo “gradual” de la división del trabajo, lo que mantiene su ideario dentro de una visión marcadamente teológica.17 No será hasta la aparición de escuelas posteriores que los aportes conceptuales de Smith, y de la teoría económica clásica, se les pueda ubicar en su justa perspectiva histórica. Durante la segunda mitad del siglo XIX, del seno de la izquierda hegeliana, surge el materialismo histórico como resultado de la actividad intelectual y política de Carlos Marx y Federico Engels. Ambos desarrollan su teoría influidos en primer lugar por los avances que el desarrollo del capitalismo había introducido en las principales potencias europeas a nivel económico y tecnológico (la revolución industrial, el surgimiento de la clase trabajadora, la revolución científica, etc.). En segundo lugar, se nutren directamente del ideario traicionado del ala más radical de la Ilustración, además de figuras como Robert Owen y la crítica que realizaron a los problemas sociales y económicos del capitalismo. Por último, de un análisis crítico de la teoría económica clásica, de la que recogen principalmente los aportes de Adam Smith.18 De esta forma el materialismo histórico se plantea como una potente teoría crítica al capitalismo, que introduce una nueva concepción de la historia y revoluciona el análisis económico. Con el pensamiento de Marx y Engels se realiza una verdadera revolución en el pensamiento histórico y económico, asignándole un papel protagónico al ser humano como sujeto de la historia. El marxismo coloca a la humanidad en el centro del devenir histórico, y mientras las escuelas anteriores veían éste como producto de fuerzas sobrenaturales ajenas a la voluntad humana, el marxismo lo verá como producto de relaciones sociales.
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Desde esta concepción de la historia las formas
económicas del desarrollo de la humanidad, en sus diferentes periodos, surgen como producto de la actividad creadora del ser humano, en el proceso de transformar la
Ibíd., 13. Josep Fontana, “Historia: análisis del pasado…”, p. 135-140. 19 Karl Marx, “Prologo a la contribución a la crítica de la economía política”, en Contribución a la crítica de la economía política. [México, D.F.: Siglo XXI Editores, 1986], p.3-6. 17 18
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naturaleza y su entorno para satisfacer sus necesidades.20 De ahí que el materialismo histórico establezca que “son los mismos hombres los que hacen su historia.”21 En ese sentido, el marxismo establece que “la economía no trata de cosas, sino de relaciones entre personas y, en última instancia, entre clases.”22 Entonces para Marx y Engels, al igual que Smith, la actividad económica se entiende en última instancia, no como un mero ejercicio de recopilación de datos estadísticos, sino como el modo en que una determinada sociedad produce los bienes para su subsistencia.23 Esta concepción Marx la esboza en el “Prólogo a la contribución a la crítica de la economía política”, donde señala: “en la producción social de su existencia, los hombres establecen determinadas relaciones, necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a un determinado estado evolutivo de sus fuerzas productivas materiales. La totalidad de esas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad.”24 Aunque a partir de la obra citada anteriormente se acusó al marxismo de determinismo económico y reduccionismo mecanicista, tanto Marx como Engels combatieron la tendencia a cualquier interpretación de ese tipo. En una carta de 1877 Marx advierte que no se debe convertir su pensamiento en “una teoría filosófico-histórica sobre la trayectoria general a que se hallan sometidos fatalmente todos los pueblos, cualesquiera que sean las circunstancias históricas que en ellos concurran.”25 A lo que Engels añadió en 1890 que “las condiciones materiales de vida son el primum agens, eso no impide que la esfera ideológica reaccione a su vez sobre ellas.”26 En estos pasajes encontramos un esbozo del materialismo histórico profundamente atravesado por un humanismo no determinista ni fatalista, que aunque coloca como factor principal del desarrollo histórico la actividad del ser Ídem. Federico Engels, “Carta a W. Borgius”, en Obras escogidas. [Moscú: Editorial Progreso, 1963], p. 730. 22 Federico Engels, “La “contribución a la crítica de la economía política”, de Carlos Marx”, en Breves escritos económicos. [México, D.F.: Editorial Grijalbo, S.A., 1978], p. 37. 23 Engels, “Carta a W. Borgius…”, p. 730. 24 Marx, “Prologo a la contribución a la crítica…”, p. 4. 25 Karl Marx, “Carta a la redacción de “Otiechestviennie Zapiski””, en Karl Marx y Federico Engels, Escritos sobre Rusia II. El porvenir de la comuna rural rusa. [México, D.F: Siglo XXI Editores, 1980], p. 64. 26 El énfasis es del autor.; Federico Engels, “Carta a Konrad Schmidt”, en Karl Marx y Federico Engels, Obras escogidas. [Moscú: Editorial Progreso, 1963], p. 714. 20 21
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humano (y la economía como producto de ésta), también reconoce que las condiciones en que éste actúa influyen dialécticamente sobre él en una relación recíproca.27 Por último, los principales aportes del marxismo a la relación historiaeconomía los podemos resumir en: la introducción de una nueva concepción del desarrollo histórico de la humanidad; establecer el papel de la transformación de la realidad por el ser humano como motor de la actividad económica, y ésta como aspecto fundamental, aunque no el único, que determina el desarrollo social; por último, el marxismo aporta en el desarrollo de categorías y conceptos económicos, colocándolos a su vez en perspectiva histórica, estableciendo el papel que éstas juegan en el desarrollo de la humanidad.28 La escuela de los “Annales” y la “New Economic History” A pesar de las aportaciones de la economía clásica y el marxismo, la práctica histórica académica siguió firmemente aferrada, durante el siglo XIX y principios del XX, al modelo empírico del positivismo rankeano y del historicismo, que 100 años antes había surgido en Alemania.29 El predominio de estas dos corrientes desembocó en la crisis que afectó a la historiografía académica europea durante los primeros años del siglo XX. Pero a diferencia de la economía clásica y el marxismo, esta vez sería “del campo mismo de la historia académica de donde surgirían los hombres que
lucharían
para
sacar
la
disciplina
en
que
trabajaban
de
este
Karl Marx y Federico Engels, La ideología alemana. [México, D.F.: Ediciones de Cultura Popular, 1972], p. 35-112. 28 El pensamiento marxista no gozó de mucho arraigo entre la historiografía académica durante gran parte de la segunda mitad del siglo XIX, pero durante el siglo XX -con la victoria de la Revolución Rusa y el auge de las luchas obreras en todo el mundo- el marxismo toma fuerza entre un gran número de historiadores. Sin embargo, cabe señalar que en el transcurso del siglo pasado, con la consolidación del estalinismo y el auge de la llamada ortodoxia de los partidos comunistas, se desplaza al ser humano como motor de la historia en el análisis marxista, sustituyéndole por el desarrollo de las fuerzas productivas. Interpretación que continuará y desarrollará en Francia el estructuralismo marxista, precursor del pos-estructuralismo y el pos-modernismo. Lo que produjo el predominio de las tendencias que tanto Marx como Engels criticaron, precisamente una interpretación y aplicación mecánica, dogmática y fosilizada del marxismo.; ver Néstor Kohan, “La herencia del fetichismo y el desafío de la hegemonía en tiempos de rebelión”, en Con sangre en las venas: apuntes polémicos sobre la revolución, los sueños, las pasiones y el marxismo desde América Latina. [México, D.F.: Ocean Press y Ocean Sur, 2008], p. 77-109. 29 Moradiellos, “El oficio de historiador…”, p. 42. 27
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empantanamiento.”30 Será la llamada escuela de los “Annales” la que dará un nuevo impulso al estudio de la historia, tomando como fuentes los aportes de las corrientes historiográficas que combatieron por sacar a la historiografía del estancamiento. La escuela toma su nombre de la revista Annales d’Histoire Économique et Sociale, fundada por Marc Bloch y Lucien Febvre.31 La escuela de los “Annales” surge influida por varias corrientes historiográficas de las diversas ramas de las ciencias sociales y humanas. En primer lugar, se nutren de los historiadores que venían enfrentando la concepción positivista e historicista en la historiografía europea. En la misma historiografía francesa toman “de las concepciones que Jules Michelet y Fustel de Coulanges introdujeron durante el siglo XIX.”32 Por otra parte, desde la historiografía académica, los fundadores de “Annales”, fueron influidos por la “tarea innovadora” que venía realizando en historia económica el gran historiador belga Henri Pirenne.33 En segundo lugar, fueron influidos por la concepción de Henri Berr, que propuso incorporar “la problemática de las leyes de la sociología al estudio de la historia.”34 En último lugar, una influencia importante provino de la geografía humana formulada por Vidal de la Blache.35 Por la influencia decisiva que ejerció el pensamiento de Henri Pirenne en los fundadores de la revista la escuela estuvo relacionada desde su génesis, de una u otra forma, a la historia económica. Desde un inicio los “Annales” aportaron al desarrollo de la relación historia-economía, como lo demuestra la obra de Bloch siempre preocupado por la historia económica medieval.36 Sin embargo, los mayores aportes de la escuela a la historia económica provienen de la llamada “historia serial”, cuya principales figuras son Pierre Chaunu y Ernest Labrousse.37 El término 30 Josep Fontana, “Ascenso y decadencia de la escuela de los “Annales”, en Hacia una nueva historia [Madrid: Akal editor, 1976], p. 109. 31 Ídem. 32 Pagès, “Introducción a la historia…”, p. 214-215. 33 Ídem. 34 Ídem. 35 Ídem. 36 Marc Bloch, Historia e historiadores. [Madrid: Ediciones Akal, S.A., 2008], p. 28-40. 37 Pierre Chaunu, Historia cuantitativa, historia serial. [México, D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1987], p. 29-39.
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de “historia serial” se refiere en un inicio a una forma particular de concebir y hacer la historia económica.38 Pero en su desarrollo posterior estuvo lejos de ser “exclusivamente económica”, y se aplicó “a muy variados tipos de problemática y de documentos.”39 Por otro lado, la historia serial compartió muchas de sus debilidades con la escuela de los “Annales” que le dio vida. La más importante surge de uno de sus aportes más sobresalientes. Si bien un factor fundamental de la historia serial fue que era historia económica producida por historiadores, tuvo un deficiencia fundamental al hablar de economía y hacer historia económica pero sin mostrar un dominio claro de la teoría económica.40 Los aportes fundamentales de la escuela de los “Anales” y la “historia serial” fueron: en primer lugar librar una tenaz batalla con la historia positivista-historicista que se ocupaba exclusivamente de los grandes hechos y las grandes personalidades; en segundo lugar considerar a la historia como ciencia, aportando una serie de instrumentos y métodos analítico, e investigativos, introducidos muchas veces de otras disciplinas. En ese sentido la escuela defendió la necesidad práctica de relacionar la historia con otras “ciencias cercanas a ella y modernizar los métodos concretos de trabajo”41; por último, la historia serial aporta la distinción entre tres grupos de fuentes que pueden ser utilizadas por el historiador: 1) las fuentes estructuralmente numéricas, reunidas como tales, como por ejemplo las estadísticas de la producción, 2) las fuentes estructuralmente numéricas, más utilizadas por el historiador, como los precios como indicadores del crecimiento económico, 3) las fuentes no estructuralmente numéricas como “la utilización serial de ciertas fuentes administrativas”.42 Por otro lado, la historia económica venía desarrollándose como campo autónomo dentro de la disciplina histórica desde finales del siglo XIX. Lo que fue posible, como ya examináramos, gracias a la trasformación universal del desarrollo 38 39 40 41 42
Cardoso y Pérez Brignoli, “Los métodos de la historia…”, p. 30. Ídem. Fontana, “Ascenso y decadencia…”, p. 120. Fontana, “Ascenso y decadencia…”, p. 115. Cardoso y Pérez Brignoli, “Los métodos de la historia…”, p. 30-31.
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capitalista y la difusión de la teoría económica y las tesis marxistas.43 Aunque estas corrientes de la historia económica se mantuvieron durante la primera mitad del siglo XX, no fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial que la historia económica experimentó un impulso renovador con la historia cuantitativa y la “new economic history”. La historia económica logró un despegue considerable gracias a la “introducción masiva de la estadística y de las series cifradas en los trabajos histórico-económicos.”44 La historia cuantitativa aparece en los Estados Unidos a partir de 1950, como una historia realizada por economistas.45 La producción historiográfica de esta corriente introdujo “una teoría unificada que se aplicaba a los tres factores primarios en los que se fundamenta la producción: la tierra, el trabajo y sobre todo, el capital.”46 La historia cuantitativa se enfocó “casi exclusivamente” en los problemas del crecimiento económico y en la aplicación al pasado de los métodos de la contabilidad nacional. También introduce en los análisis económicos “elementos de explicación extraeconómicos”, con los que se fortalece el acercamiento entre historia y economía.47 El auge de esta historia económica hecha por economistas condujo que la historia cuantitativa se agrupase en la escuela de la “new economic history”.48 Esta escuela se desarrolla a partir de la obra de Alfred H. Conrad, John R. Meyer, Robert W. Fogel y Stanley L. Engerman.49 Una expresión posterior de esta escuela se dio por llamar la “novísima” historia económica, en la que destacan los trabajos de Douglas C. North, Robert P. Thomas y R.M. Hartwell, esta corriente se articuló alrededor de la revista Journal of Economic History.50 Esta escuela planteó “la necesidad de vincular la teoría económica a la historia, elevaron la cuantificación sistemática quintaesencia del saber histórico.”51 43 44 45 46 47 48 49 50 51
Moradiellos, “El oficio de historiador…”, p. 44. Pagés, 215. Ídem. Ibíd., 217. Fontana, “Historia: análisis del pasado…”, p. 185.; y Pages, “Introducción a la historia…”, p. 218. Pagès, “Introducción a la historia…”, p. 218. Ídem. Ídem. Ídem.
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a la
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Las principales contribuciones, en un sentido positivo, de esta escuela son: “el rigor intelectual que han introducido en la historia económica; el uso que hacen de la especulación sobre las alternativas históricas”52; y por último que algunos economistas retrospectivos “en su limitado radio de acción, han estimulado con sus interrogantes el descubrimiento de nuevas fuentes, nuevo conocimiento, y métodos nuevos, con frecuencia muy ingeniosos para cubrir las grietas de la evidencia.”53 Aunque la “new economic history” realizó importantes aportes de carácter metodológico, técnicas de investigación y la integración de datos seriales-estadísticos, también presentó algunas debilidades que merecen mención. Entre las debilidades que le señalan a la escuela, consideramos que las dos principales son: que han fracasado al tratar de aplicar los métodos del modelo econométrico al estudio del conjunto de la sociedad utilizando la teoría económica neoclásica como marco teórico54; en segundo lugar, “dependen del valor de la prueba estadística, y los métodos
especulativos
que
utilizan
no
siempre
permiten
cuantificaciones
verificables.”55 Por otra parte, paralelamente a la escuela de los “Annales” y a la “new economic hisotry”, se desarrolló en Inglaterra otra corriente que recurrió a la economía como cantera de fuentes para la investigación histórica, aportando a profundizar la relación historia-economía.56 Esta escuela se conoció como la “historia social”, y se agrupó originalmente en la revista Past and Present.57 Entre los exponentes de esta corriente sobresalen Eric Hobsbawm, Christopher Hill, Edward P. Thompson, Vere Gordon Childe, Maurice Dobb, Raphael Samuels, Perry Anderson y Raymond Williams. Según el propio Hobsbawm, “estos historiadores se interesaron en la evolución de la economía porque ésta arrojaba claridad sobre las estructuras y los cambios sociales, y más específicamente, tal como lo reveló Georges Unwin, sobre Ibíd., 220. Eric Hobsbawm, “Historia económica y social”, en Paul Barker, Las ciencias sociales de hoy. [México, D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1979.] p. 117. citado en Pagès, “Introducción a la historia…”, p. 220. 54 Fontana, “Historia: análisis del pasado…”, p. 195-196. 55 Hobsbawm, “Historia económica y social…”, p. 221. 56 Moradiellos, “El oficio de historiador…”, p. 48. 57 Moradiellos, “El oficio de historiador…”, p. 48. 52 53
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las relaciones entre clases y grupos sociales.”58 La historiografía producida por la historia social aportó a la historia económica en el debate de la transición del feudalismo al capitalismo; en el debate de la relación base estructura;
y la
subordinación de los problemas económicos a su fundamentación social.59 A estos autores, en su mayoría de inspiración marxista, pronto se le unirían historiadores de otras latitudes, como Pierre Vilar, Ciro F.S. Cardoso y Josep Fontana, etc.60
III. La economía y su utilidad para la historia La economía en general guarda una gran utilidad para el oficio del historiador. El desarrollo de las sociedades ha visto un desarrollo increíble de la economía como ciencia estadística y como escuela de pensamiento.61 De ahí que, para el historiador sea más que necesario el estudio de ésta ciencia y el dominio de cierta terminología básica que debe ser manejada por éste.62 Además, por su relación tan estrecha con el desarrollo de la actividad humana, objeto de estudio del historiador, la economía, la teoría económica y la historia económica ayudan a enriquecer
el análisis de la
historia, a grandes rasgos, en dos direcciones fundamentales; en primer lugar en el marco teórico y en segundo lugar como cantera de fuentes estadísticas y documentales. En el primer caso tenemos el aporte fundamental de las categorías que provienen de la teoría económica clásica y del marxismo. Entre las categorías económicas más importantes para el estudio de la historia tenemos: la formación social, modo de producción, división del trabajo, fuerzas productivas, relaciones de producción, capital, mercancía y trabajo, etc. También en este renglón guardan gran 58 Eric Hobsbawm, Marxismo e historia social. [Puebla: Instituto de Ciencias de la Universidad Autónoma de Puebla, 1983], p. 23. 59 Pagès, “Introducción a la historia…”, p. 235-238. 60 También debemos mencionar la importancia que tuvo el aporte de la escuela latinoamericana de la Teoría de la Dependencia. La que realizó grandes aportes y dio un decidido impulso al estudio de la historia económica de América Latina desde un nuevo enfoque. Esta escuela realizó aportes metodológicos y conceptuales importantes a la historia económica, siendo desarrollada fundamentalmente por sociólogos y economistas. Fontana, “Historia: análisis del pasado…”, p. 242-246. 61 Cardoso, “Introducción …”, p. 138. 62 Cardos y Pérez Brignoli, “Los métodos de la historia…”, p. 213.
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utilidad para el historiador los conceptos más generales del análisis económico como: coyuntura, estructura, crecimiento, desarrollo, valor, precio, ganancia, explotación, propiedad, producción, taza de ganancia, etc.63 Estas categorías y conceptos económicos le brindan al historiador un arsenal de herramientas analíticas, que variarán su aplicación según el marco teórico desde el cual sean aplicadas. Pero que indiscutiblemente
le
permiten
enriquecer
la
crítica
interna
de
las
fuentes
documentales disponibles y el alcance analítico de sus investigaciones.64 En el segundo caso, la economía entendida como ciencia de la producción y reproducción65, organiza los datos económicos en forma de estadísticas e indicadores que son de utilidad para el oficio del historiador. La ciencia económica ha desarrollado
series
estadísticas
donde
se
recogen
un
sinnúmero
de
datos
relacionados a la producción y distribución en las sociedades. Entre estas técnicas calculan
y
utilizan
indicadores
económicos,
y
producen
datos
estadísticos
organizados que son de gran utilidad para investigaciones de todo tipo. Entre los indicadores de utilidad para el análisis histórico y el estudio del pasado encontramos: la Taza de ganancia, la Tasa de empleo y desempleo, el Producto Nacional Bruto, y el Producto Interno Bruto, entre otros. La aplicación de estos indicadores puede ser de gran utilidad para el análisis del desarrollo histórico de la sociedad. Por ejemplo, en una investigación sobre el movimiento laboral, las series estadísticas del Departamento del Trabajo representan una fuete indispensable, estas contienen
la composición de la fuerza laboral en Puerto Rico desde las primeras
décadas del siglo XX.66 Estas estadísticas permiten conocer los cambios en la estructura de clases en la sociedad puertorriqueña y la transformación en el modelo de desarrollo económico durante la segunda mitad del siglo XX, entre otras cosas. Por otro lado, durante la segunda mitad del siglo XX, con el alto desarrollo Cardos y Pérez Brignoli, “Los métodos de la historia…”, p. 213-216. Cardoso, “Introducción...”, p. 138-143. 65Alfonso Barceló, “Historia y teoría económica (Esbozo de una dinámica intersistemas)”, en Hacia una nueva historia. [Madrid: Akal Editor, 1976], p. 36-37. 66 Para una idea del uso de estas fuentes ver: Gervasio L. García y A.G. Quintero Rivera, Desafío y solidaridad: Breve historia del movimiento obrero puertorriqueño. [Río Piedras, P.R.: Ediciones Huracán, 1997], 127-162. 63 64
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tecnológico de la producción capitalista, estas técnicas de cuantificación fueron perfeccionadas aplicándoles métodos computarizados de almacenaje y medición que ponen una cantidad de información a la mano del historiador.67 Entre algunas de las fuentes seriales disponibles para los historiadores encontramos los informes de los jefes de agencia a los gobernadores de Puerto Rico, disponibles en el fondo de la Oficina del Gobernador del Archivo General, los informes de los gobernadores y los informes estadísticos de la junta de planificación, entre otros. Sin embargo, la cuantificación con métodos estadísticos científicos es producto del desarrollo capitalista posterior a la revolución industrial, de ahí que para las sociedades anteriores al siglo XVIII los datos económicos no siempre sigan una organización coherente y sistemática.
Para el historiador son de utilidad los
informes, las memorias, y los documentos comerciales (bitácoras de puertos, de casas comerciales, etc.) y también las llamadas “historias naturales” de los cronistas o viajeros. Por ejemplo, en el caso de la historia de Puerto Rico contamos con la Historia geográfica, civil y natural de la isla de San Juan Bautista de Puerto Rico de Fray Iñigo Abbad y Lasierra. Esta obra contiene entre los capítulos XXVII al XL, nos brinda una descripción de la actividad agrícola, del comercio, la Real Hacienda, los habitantes y los recursos naturales de la isla durante el siglo XVIII.68 Los datos que brinda Fray Iñigo, no sólo nos permite hacernos una idea de la producción en las diversas actividades económicas, sino además nos brinda otra información útil para poder reconstruir la historia económica y social.69 Por ejemplo, la composición poblacional, la distribución de los recursos naturales y calidad de la tierra lo que le permite al historiador hacerse una idea de la composición de clases sociales en la sociedad puertorriqueña del siglo XVIII y conocer la distribución de la tierra, los patrones de consumo, etc.
Cardoso, “Introducción…”, p.138. Fray Iñigo Abbad y Lasierra, Historia geográfica, civil y natural de la Isla de San Juan Bautista de Puerto Rico [Río Piedras, P.R.: Editorial Universitaria UPR, 1979], p. 159-247. 69 Ibíd., 159-173. 67 68
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IV. Conclusión En las últimas décadas, tanto la historia del pensamiento económico, como la historia económica en general han sido desplazadas del interés de los nuevos historiadores. En momentos donde las modas “post” han hegemonizado el campo de la historia a nivel académico, la historia económica y la economía como disciplina auxiliar de la investigación histórica parecen haberse abandonado. En el siglo XXI la epidemia del proclamado fin de la historia, las pretensiones literarias de algunos ‘gurus’ de la academia, la apología a la parcelación de la disciplina, y el abandono de la teoría crítica han desarmado a las nuevas generaciones de historiadores de instrumentos de análisis, vaciando las categorías y los conceptos de contenido realpráctico. Pero si la historia como disciplina es, en última instancia, la reconstrucción y análisis del producto de la actividad humana y de su organización y desarrollo en sociedad, la ciencia económica necesariamente es un recurso de primer orden para los historiadores. Poco importa que el historiador se especialice en historia cultural, de las mentalidades o de la vida cotidiana, por poner algunos ejemplos, debe considerar la economía como cantera de fuentes, porque ésta es el hilo conductor que como un fantasma afecta todos los recovecos del quehacer humano. Así que ante la tormenta de arena posmoderna, la ciencia económica y la historia económica son un oasis en el desierto de la estrechez conceptual y la prosa cargada de simbología inentendible.70 Si como decía Marc Bloch, “la historia [como disciplina] es una recopilación de experiencias cuya tarea no consiste exclusivamente en la publicación de dicha compilación, labor más propia de editores que de sabios, sino sobre todo en interpretarla.”71 Entonces es deber de los historiadores realizar un ejercicio abarcador de investigación en el que se recurra al abanico más amplio de fuentes disponibles. En esta empresa es preciso que el historiador recurra a la economía 70 Para un acercamiento al debate con la corriente historiográfica posmoderna ver: Gervasio L. García, “La historia y la verdad más verdadera”, 80 Grados, 29 de abril de 2011, en http://www.80grados.net/2011/04/lahistoria-y-la-verdad-mas-verdadera/ [accesado el 2 de mayo de 2011]. 71 La aclaración es nuestra; Marc Bloch, “Metodología histórica (cuadernos de notas 1906)”, en Historia e historiadores. [Madrid: Ediciones Akal, S.A., 2008], p. 15.
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como cantera de fuentes documentales y estadísticas, pero sobre todo como cantera de categorías y conceptos teóricos, herramientas imprescindibles para el análisis del pasado. Por lo que la historia económica no guarda relevancia para nosotros si no “aclara y critica la teoría recurriendo a lo concreto; pero esto exige que lo concreto sea examinado con un mínimo de rigor teórico.”72 De ahí que la tarea del historiador consista en “elevar los instrumentos teóricos del economista al rango de instrumentos teóricos para la historia, o sea, para el análisis global de las sociedades.”73 En ese sentido, no importa las pretensiones deconstructivas y literarias de los apologistas del fin de la historia y las modas “post”, el análisis y la interpretación siguen presentes como necesidades recurrentes del ejercicio de análisis y reconstrucción del pasado.
72 Pierre Vilar, “Empresa y beneficio, introducción a un estudio histórico”, en Economía, derecho, historia. [Barcelona: Editorial Ariel, S.A., 1983], p. 43. 73 Ídem.
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