Juana I de Castilla y la Dinastía de los Austrias

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JUANA I DE CASTILLA


AUSTRIAS


-JUANA I DE CASTILLA (LA LOCA)

Juana I, la Loca, segunda hija de los Reyes Católicos, nació en Toledo el 6 de noviembre de 1479. Sus padres, con una política matrimonial diseñada, planificaron su boda con el archiduque Felipe, el Hermoso, primogénito de Maximiliano de Austria y María de Borgoña, con quien se casó el 20 de octubre de 1496 en la colegiata de San Gumaro de la ciudad de Lierre. Aunque desde el principio existió una atracción entre ambos, Felipe no cambió su actitud conquistadora y sus devaneos con damas de la corte eran conocidos públicamente, de ahí los enfrentamientos con su mujer que no aceptaba la infidelidad. Del matrimonio entre Felipe y Juana nacieron seis hijos: Leonor, Carlos, Isabel, Fernando, María y Catalina. Tras la muerte de sus hermanos Juan e Isabel, y su sobrino Miguel de Portugal en 1500, Juana se convirtió en la heredera de Castilla y Aragón. A pesar de que sus problemas de enajenación mental y las tendencias francesas de su marido, su madre Isabel la nombró heredera en su testamento, aunque especificó que, en caso de ausencia o incapacidad, administrase el reino Fernando el Católico hasta la mayoría de edad de su nieto, el futuro Carlos I.


La reina Isabel moría en 1504 y en su testamento nombraba a su hija Juana como reina propietaria de Castilla y León. Fernando tenía esperanzas de conservar el Gobierno en nombre de su hija, pero la actitud de una parte de la nobleza castellana, que se acercó a Felipe -quien alegaba una supuesta locura de Juana para incapacitarla de sus funciones y quedarse él como regente, le obligó a retirarse a Aragón. Durante algún tiempo Felipe el Hermoso gobernó en Castilla pero la noticia de su muerte agravó el desequilibrio mental de Juana por lo que Fernando asumió nuevamente el Gobierno de Castilla en 1506. Juana no deseaba el Gobierno del reino y mandó llamar a su padre para que se hiciera cargo de los asuntos de Estado como regente de Castilla. Tras la muerte de Felipe el Hermoso y ante las evidentes muestras de enajenación mental de Juana, no se cambiaba la ropa ni se aseaba e iba acompañada del féretro de su esposo- se decidió recluirla en Tordesillas en 1509, donde llevó una vida de retiro que acrecentó aún más su problema mental hasta que falleció, 46 años después, el 12 de abril de 1555. Durante todo este tiempo, su padre, Fernando el Católico, asumió la regencia y tras su muerte, en 1516, su nieto Carlos se convirtió en rey aunque Juana siguió siendo la reina, y como tal aparecía en todos los documentos. -FELIPE I DE CASTILLA (EL HERMOSO)

El 22 de junio de 1478 nacía en Brujas, el archiduque Felipe, hijo del emperador alemán Maximiliano de Habsburgo y de María de Borgoña.


Felipe, conocido como el Hermoso se casó en 1496 con Juana La Loca, hija de Isabel I de Castilla y de Fernando II de Aragón, los Reyes Católicos. A pesar de ser una boda política, Felipe y Juana se atrajeron desde el principio. Pero el matrimonio no impidió que Felipe frenase su afición a los devaneos amorosos, provocando los celos de Juana y los enfrentamientos por ello de la joven pareja. Al morir la reina Isabel La Católica en 1504, su esposa Juana fue nombrada reina y propietaria de Castilla y León. A Felipe el matrimonio le había reportado la concesión de títulos nobiliarios, aun así deseaba tener más poder y pretendía hacerse con el gobierno que le pertenecía a su esposa. Para ello alegó su enajenación mental, pero en el testamento se decía que en el supuesto de la incapacidad de Juana para asumir sus funciones sería su padre Fernando quien lo hiciese. Desde este momento se produjeron enfrentamientos entre Felipe y su suegro Fernando por hacerse con la regencia. Fernando tenía esperanzas de conservar el gobierno en nombre de su hija, pero la actitud de una parte de la nobleza castellana, que se acercó a Felipe -quien alegaba una supuesta locura de Juana para invalidarla de sus funciones y quedarse él como regente-, le obligó a retirarse a Aragón. Solamente regentaría la Corona desde abril hasta septiembre de 1506 ya que a principios de septiembre, Felipe, muy aficionado al deporte, bebió agua helada mientras jugaba un partido de pelota provocándole una fiebre de la que nunca se recuperó hasta que el día 25 de septiembre de 1506 fallecía, sospechándose que pudo haber sido envenenado, cosa que no se pudo probar. Un cortejo encabezado por la reina se trasladó hacia Granada, viajando siempre de noche y alejándose en lugares donde las mujeres no pudiesen tener contacto con el


cortejo, lo que aumentó las noticias de la locura de doña Juana.

-CARLOS I DE ESPAÑA Y V DE ALEMANIA

Carlos I de España y V de Alemania nació el 24 de febrero de 1500 en Gante. Era español por su madre Juana de Castilla y por sus abuelos Fernando e Isabel, los Reyes Católicos; alemán, por su abuelo paterno el emperador Maximiliano; borgoñón por su padre Felipe I el Hermoso y por su abuela María de Borgoña, esposa de Maximiliano I e hija de Carlos el Temerario. De su educación se encargaron Margarita de Austria, su tía, y el cardenal Adriano de Utrecht, quien en un futuro sería el Papa Adriano VI. Cuando murió su padre, en 1506, recibió Holanda, Luxemburgo, Artois y el Franco Condado a lo que se añadiría Aragón, Navarra, Castilla, Nápoles, Sicilia, Cerdeña, y los territorios ya conquistados en América que heredó a la muerte de su abuelo materno Fernando el Católico, en 1516. Además, en 1519, por parte de su abuelo paterno Maximiliano I obtuvo los territorios austríacos de los Habsburgo y fue elegido emperador de Alemania.


Así, Carlos fue rey de España de 1516 a 1556 y emperador de Alemania de 1519 a 1556. Influido por el erasmismo en la primera etapa de su reinado, trató de hacer realidad el inicio de un imperio universal cristiano, pero para ello necesitaba el Milanesado como medio de unión de sus reinos. Lo consiguió en 1526, a través del Tratado de Madrid, y también el ducado de Borgoña al vencer en 1522 a Francisco I en Bicoca y en 1525 en Pavía. Pero el rey francés se alió con Clemente VII y los príncipes italianos independientes en la Liga de Cognac, declarando la guerra al emperador. La paz de Cambrai en 1529 resolvió la recuperación del ducado de Borgoña por Francisco I. Ante el problema religioso alemán mostró una actitud conciliadora, manifestada en la Dieta de Habsburgo, que fracasó por el radicalismo de los príncipes protestantes alemanes. Esta política imperial no fue bien entendida por los españoles y motivó el levantamiento de las Comunidades en Castilla, protagonizado por la pequeña aristocracia y burguesía de las ciudades. La derrota de los comuneros tuvo lugar en 1521 en Villalar originando la alianza del emperador con la aristocracia latifundista y la progresiva pérdida de efectividad de las Cortes de Castilla. En Valencia y Mallorca la represión contra los elementos de las germanías que se dieron entre 1519 y 1523, en donde artesanos y burgueses en su mayoría, trajo consigo idénticos resultados. Las disidencias religiosas produjeron la crisis del erasmismo en la concepción política de Carlos I, quien se propuso dar una solución personal al problema religioso. Los príncipes alemanes que habían rechazado la Dieta de Augsburgo se unieron en la Liga de Esmalcalda, que se alió con Francisco I en 1832, y éste con el sultán turco Solimán el Magnífico. Carlos obligó a Solimán a levantar el cerco de Viena y tomó Túnez en 1535, pero no pudo evitar que Francia ocupase Saboya. Esta situación fue confirmada por la tregua de Niza en 1538, pero en 1541 los turcos se apoderaron de Budapest y Francisco I se enfrentó con el emperador; la paz de Crépy en 1544 puso fin a este conflicto, comprometiéndose Francia a romper la alianza con Turquía y a luchar por la unidad de los cristianos. El final del reinado del emperador estuvo impregnado por los problemas germánicos. Se enfrentó, venciéndolos, a los príncipes alemanes en Mühlberg en 1547,


pero el nuevo rey francés, Enrique II se alió con la Liga de Esmalcalda. El desastre de Innsbruck en 1552, donde estuvo a punto de ser prendido, le obligó a negociar la Paz de Augsburgo en 1555, que reconocía la libertad religiosa en Alemania y significaba la renuncia del emperador a su ideal de la unidad religiosa del imperio. Por otro lado firmó con Enrique II, que se había apoderado de Metz. Toul y Verdún, la tregua de Vancelles. Con Carlos, España conoció durante su reinado una etapa de máxima prosperidad económica; la colonización y conquista de América abrieron muchos mercados y la llegada de metales preciosos sirvió de impulso a todas las actividades económicas facilitando también las campañas bélicas del emperador, pero el alza constante de precios y la política imperialista, antieconómica, terminaron por arruinar las actividades económicas de Castilla y germinar una decadencia que se dejaría sentir a fines del siglo XVI. Las continuas amenazas y la mala situación financiera hicieron que el emperador abdicara en Bruselas el 25 de octubre de 1555, dejando el imperio alemán y las propiedades de los Austrias en Alemania a su hermano Fernando. Al año siguiente cedería a su y hijo Felipe II, España y sus colonias, Italia y los Países Bajos. Después se retiró al monasterio de Yuste en Extremadura, donde murió el 21 de septiembre de 1558. FELIPE II DE ESPAÑA (EL PRUDENTE)

Felipe II, el Prudente, nació en Valladolid el 21 de mayo de 1527, hijo del emperador Carlos V y de Isabel de Portugal. Ya desde muy joven fue preparado para ser rey; de ello se encargaron Juan Martínez


Silíceo y Juan de Zúñiga. Su padre también le educó y preparó en política y diplomática, dejándole como regente durante sus ausencias en 1543 y 1551. Asumió el trono español tras la abdicación de Carlos I en 1556 y hasta 1598 gobernó el vastísimo imperio integrado por Castilla, Aragón, Cataluña, Navarra, Valencia, el Rosellón, el Franco-Condado, los Países Bajos, Sicilia, Cerdeña, Milán, Nápoles, Orán, Túnez, Portugal y su imperio afroasiático, toda la América descubierta y Filipinas. Después de viajar por Italia, los Países Bajos y ser reconocido como sucesor regio en los Estados flamencos y por las Cortes castellanas, aragonesas y navarras, se dedicó plenamente a gobernar desde la Corte madrileña con gran empeño. La monarquía de Felipe II se apoyaba en un gobierno de consejos, secretarios reales y una poderosa administración centralizada aunque las bancarrotas, las dificultades económicas y los problemas fiscales fueron las principales características del reinado. Los problemas internos del reinado de Felipe II están marcados principalmente por dos hechos: la muerte en 1568 del príncipe heredero Carlos, que había sido arrestado debido a sus contactos con los miembros de una presunta conjura sucesoria promovida por parte de la nobleza contra Felipe. La figura del secretario Antonio Pérez fue muy notoria en el Gobierno hasta que fue destituido y acusado de corrupción. En política exterior, el monarca se preocupó en mantener y proteger su Imperio; prueba de ello fueron los matrimonios que contrajo: se casó por primera vez con María de Portugal en 1543 y tras su muerte, con María I Tudor, reina de Inglaterra, en 1554. Su tercer matrimonio fue con la francesa Isabel de Valois en 1559 y al quedarse nuevamente viudo y sin herederos varones, se casó por cuarta vez, en 1570, con su sobrina Ana de Austria, madre del sucesor al trono español, Felipe III. La unidad religiosa estuvo muy presente en todos los aspectos de la vida de Felipe II, unidad de una fe que se veía amenazada por las incursiones berberiscas y turcas en las costas mediterráneas. Para hacer frente al Imperio Otomano se constituyó la llamada Liga Santa integrada por una serie de Estados como Venecia, Génova y el Papado.


En 1565, a pesar de la victoria frente a los berberiscos en Malta, continuó la hostilidad con los otomanos. Don Juan de Austria, al mando de la flota naval, obtuvo una gran victoria, aunque no la definitiva, en la batalla de Lepanto en 1571. En el interior peninsular también se produjeron sublevaciones moriscas como, por ejemplo, en las Alpujarras granadinas. Durante su reinado, Felipe II tuvo que afrontar numerosos conflictos externos: España luchó con Francia por el control de Nápoles y el Milanesado; y debido al elevado gasto económico de estas pugnas, pactaron la paz en CateauCambrésis en 1559. Las relaciones con Inglaterra y la lucha de ambos países por el control marítimo chocaron a partir de la muerte de la esposa de Felipe II, María Tudor. La hostilidad concluyó en 1588 con la derrota de la Armada Invencible, capitaneada por el duque de Medina-Sidonia, hecho que marcó el inicio del declive del poder naval español en el Atlántico. Tampoco pudo solucionar el conflicto político-religioso generado en los Países Bajos. Ninguno de sus gobernadores consiguió mitigar la sublevación de los Estados Generales y la definitiva emancipación de Holanda, Zelanda y el resto de las Provincias Unidas. A pesar de todos estos problemas, Felipe II logró un gran triunfo político al conseguir la unidad ibérica con la anexión de Portugal y sus dominios, al hacer valer sus derechos sucesorios en 1581 en las Cortes de Tomar. Completó la obra unificadora iniciada por los Reyes Católicos. Se apartó la nobleza de los asuntos de Estado, siendo sustituida por secretarios reales procedentes de clases medias al mismo tiempo que se dio forma definitiva al sistema de Consejos. Se impuso prerrogativas a la Iglesia, se codificaron leyes y se realizaron censos de población y riqueza económica. Vivió en San Lorenzo de El Escorial.

FELIPE III DE ESPAÑA (EL PIADOSO)


Nació el 14 de abril de 1578 en el Alcázar de Madrid siendo el último hijo sobreviviente de Felipe II y Ana de Austria, ya que fue el cuarto de los cinco hijos del cuarto matrimonio de Felipe II con la archiduquesa Ana de Austria. A la muerte de su padre, en septiembre de 1598 ocuparía el trono de España y Portugal, ya que Felipe II consiguió la unidad ibérica en 1581 con la anexión de los territorios de Portugal a la corona española. En abril de 1599 contrajo matrimonio con su prima Margarita de Austria, con la que tuvo ocho hijos. Durante su reinado, el sistema de gobierno fue el mismo que el de los primeros Austrias, aunque pronto se sustituyó por el poder delegado en un valido, debido a la insuficiente capacidad del monarca. Así, desde el comienzo de su reinado, el monarca puso los asuntos de Estado en manos de su valido Francisco de Sandoval y Rojas, marqués de Denia y, más tarde, duque de Lerma. Fue el primero de la serie de validos que rigieron los destinos de España a lo largo del s. XVIII. Entre 1601 y 1606 la Corte se estableció en Valladolid. Aunque continuó la política de hostilidad con los turcos otomanos, y se enfrentó a la enemistad habida con la República de Venecia y el ducado de Saboya, la política exterior de Felipe III se orientó hacia la pacificación. En 1609 se firmó la Tregua de los Doce Años con los Países Bajos, que representaba el reconocimiento oficial de la existencia de Holanda. Esta paz permitió al gobierno enfrentarse con el problema de los moriscos, cuya integración en la sociedad española se había hecho muy difícil tras las sublevaciones de las Alpujarras, siendo ese mismo año, 1609, cuando decidió su expulsión por motivos religiosos y de seguridad interior.


Pero este periodo de paz finalizó en 1618 al comenzar la guerra de los Treinta Años en la que España apoyó al emperador Fernando II de Austria contra el elector del Palatinado, Federico V. También en 1618 y debido al deterioro de la situación política y la crisis económica Felipe III se vio obligado a sustituir a Lerma por su hijo, el duque de Uceda, pero limitándole en sus funciones y por tanto, restándole poder. El reinado de Felipe III supuso el mantenimiento de la hegemonía española en el mundo, pero sus dificultades económicas y la cesión del gobierno a privados o validos predecía ya el declive del Imperio. El 21 de marzo de 1621, atacado de fiebres y de erisipela, expiró Felipe III, a la edad de cuarenta y tres años y tras veintidós de reinado. FELIPE IV DE ESPAÑA (EL PASMADO O EL GRANDE)

Felipe IV (Valladolid, 1605 - Madrid, 1665), hijo de Felipe III y Margarita de Austria, reinó entre 1621 y 1665, tras el inesperado fallecimiento de su padre el 31 de marzo, recién cumplidos los 16 años. En 1608 juró como príncipe y futuro rey de España (concepto que incluía Portugal, con su extenso imperio). Desde los reyes visigodos solamente Felipe III y él mismo tenían tal título. Como heredero recibió una educación propia de su rango, mostrándose despierto en el aprendizaje del oficio real. Por los intereses de la monarquía se concertó su primer matrimonio con Isabel de Borbón (1615), a una edad muy temprana, con 10 y 12 años, respectivamente. En 1648 se casó con Mariana de Austria y de ambos matrimonios nacieron doce hijos, de los que solamente tres sobrevivieron: María Teresa (futura esposa del


rey de Francia, Luis XIV, cuyo matrimonio permitió el acceso de los Borbones al Trono de España), Margarita Teresa y el futuro Carlos II. Además tuvo varios hijos naturales, siendo el más célebre Juan José de Austria (1629-1679), fruto de una relación con una conocida actriz, la comedianta Josefa Calderón. El monarca fue un mecenas de las artes y las fiestas en la Corte, promoviendo la creación literaria, artística y teatral. Al igual que Felipe III, el monarca cedió los asuntos de Estado a la figura de los validos como favoritos reales, entre los que cabe destacar el Conde-Duque de Olivares (1621-1643), que intentaron acaparar las principales funciones del gobierno de la Monarquía. Los influyentes personajes de la Corte confiaban que el nuevo soberano llevaría a la monarquía hispánica a recuperar el prestigio y poder de tiempos pasados. Pronto se desvanecieron las expectativas ya que el monarca no se adaptó al modelo burócrata de Felipe II. El reinado de Felipe IV, que intentó tener un carácter reformista, afrontó una recesión económica, con cuatro bancarrotas de la Real Hacienda (1627, 1647, 1656 y 1662). La crisis económica, que también se dejó sentir en Europa, tuvo una mayor repercusión en España por los elevados costes financieros de la política exterior que provocó una subida de impuestos, la retención de las remesas de metales preciosos de las Indias, la venta de juros y cargos públicos, revueltas contra el centralismo castellano,... La agresiva política exterior de Olivares en Europa pretendía mantener la hegemonía española en el continente, y para ello no se escatimaron recursos contra los dos conflictos principales (las Provincias Unidas y Francia): Tregua de los Doce Años con las Provincias Unidas (1621), rendición de Breda (16241625), Guerra de los Treinta Años (en apoyo de los Habsburgo austríacos), Guerra de Sucesión de Mantua (1629-1631), conflictos bélicos con Inglaterra y Francia. La política exterior del Conde-Duque tuvo repercusiones negativas en el ámbito nacional. Los reinos de la Corona de Aragón se rebelaron cuando se les reclamó una aportación para financiar las campañas europeas; en 1640, el Principado de Cataluña (los segadores congregados en Barcelona con motivo de la procesión del Corpus Christi se sublevaron y, tras asesinar al virrey, proclamaron la secesión de Cataluña) y Portugal se sublevaron contra Felipe


IV, motines que produjeron la caída del Conde-Duque, sustituido por Luis de Haro. El Tratado de Westfalia (1648) reconoció la independencia de las Provincias Unidas mientras que por la Paz de los Pirineos (1659) España cedía a Francia el Rosellón, parte de Cerdaña y los Países Bajos. En los últimos años del reinado, la Monarquía está sumida en una profunda recesión y crisis, en la que la autoridad real estaba cuestionada por amplios sectores sociales, además de las campañas militares contra Francia e Inglaterra. En el mismo año que muere Felipe IV (1665) se produce la derrota de España ante Portugal. Los 44 años de reinado de Felipe el Grande sellan la pérdida de la hegemonía española en Europa ante la indiferencia de una empobrecida población. En el marco de los actos conmemorativos del IV centenario del nacimiento del monarca, la Real Academia de la Historia celebra en abril de 2005 un ciclo de conferencias, que han sido recopiladas en Felipe IV. El hombre y el reinado. Según su coordinador, José Alcalá-Zamora y Queipo de Llano, se ha pretendido revisar la personalidad y obra de Felipe IV frente a las ideas defendidas por los historiadores que califican este reinado bajo la denominación de «Austrias menores». Según Alcalá-Zamora, «pese a los errores y fracasos de la política de su reinado, éste fue uno de los más decisivos y, tal vez, el momento mayor de nuestra historia cultural. Si no aplausos entusiastas, la figura de Felipe IV sí merece interés y respeto, un rey contradictorio, al igual que la España que le tocó vivir, aquella España tan piadosa como pecadora, tan triunfante como anunciadora de su próximo declive, tuvo su reflejo en un monarca atractivo e inteligente, pero débil de carácter». No se debe olvidar que Felipe IV recibió una esmerada educación y su gran curiosidad le acercó a muchas ciencias y saberes, de ahí que formara una magnífica biblioteca, con varios millares de títulos. Además, también fue un gran coleccionista de pinturas, que con el paso del tiempo serían el núcleo del Museo del Prado. Todo ello hizo que Felipe IV fuera un generoso mecenas; así, las artes, las ciencias, las letras y la política fueron sus preocupaciones básicas


durante el reinado.

-CARLOS II DE ESPAÑA (EL HECHIZADO)

Carlos II, llamado también el Hechizado, nació el 6 de noviembre de 1661. Era hijo de Felipe IV y de Mariana de Austria. A la muerte de su padre heredó todas las posesiones de los Austrias españoles, entre ellas Sicilia. Fue rey de España de 1665 a 1700. De constitución enfermiza, débil y de poca capacidad mental, hasta 1675 ejerció la regencia su madre, quien confió el gobierno a validos, al jesuita alemán Nithard hasta 1669 y a Fernando de Valenzuela. De 1677 a 1679 gobernó Juan José


de Austria, enemigo de la reina madre, y posteriormente, hasta 1685, el duque de Medinaceli y el conde de Oropesa. A la edad de 18 años Carlos II se casó en primeras nupcias con María Luisa de Orleans, hija del Duque Felipe de Orleans, hermano de Luis XIV y de Enriqueta Ana de Inglaterra. Diez años más tarde murió la reina y en 1690 tuvo lugar el segundo matrimonio del monarca con Mariana de Neoburgo, hija del elector Felipe Guillermo del Palatinado, Duque de Neoburgo. Carlos II no tuvo descendencia con ninguna de sus dos mujeres, dando lugar al problema sucesorio que trajo como consecuencia el final de la dinastía de los Austrias españoles. Los años últimos del reinado de Carlos II estuvieron marcados por la locura del monarca, producto de las presiones políticas y las intrigas palaciegas, y por el problema sucesorio, como consecuencia de la inexistencia de hijos. Ante esta última cuestión se avivó una pugna por hacerse con el trono y con su herencia. En un principio, el candidato designado era José Fernando Maximiliano, hijo del elector de Baviera, pero éste falleció en 1699, y volvió a presentarse el problema de elegir entre el archiduque Carlos, hijo del emperador Leopoldo y biznieto de Felipe III, y Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV y biznieto de Felipe IV. Esto provocó una contienda por la sucesión al trono español en la que intervinieron las principales potencias europeas. La Corte se dividió en dos bandos, por un lado la reina apoyaba al candidato austríaco, y por otro Carlos quien pensaba que sólo el apoyo de Francia podía asegurar la conservación de la monarquía en toda su integridad territorial. Todo esto le hizo decidirse por Felipe, y sin ceder a presiones mantuvo su elección hasta el final dejándolo por escrito el 2 de octubre de 1700 en el testamento que hizo un mes antes de su muerte. Por tanto, Carlos II expiraba en Madrid, a la edad de cuarenta años, dejando un testamento sucesorio que provocaría una guerra, la Guerra de Sucesión que daría paso a una nueva dinastía en la monarquía de España, la de los Borbones.



REALIZADO POR: RAÚL TOLEDO MADRIGAL


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