Poesía de Miércoles #1

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Colección de textos del grupo

poesía de miércoles posadas-misiones

JUAN BAEZ NUDELMAN PATRICIO DIBLASI MATIAS CARDOZO LUDOVIKO CORTéS Romero ANDREA OLMO GUANO MIRRA JOSé GABRIEL BENíTEZ Lucía PErez Campos Abigail Zovich SEBASTiáN BAEZ JOSELO PRADO

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noviembre 2015


Colección de textos del grupo Poesía de Miércoles. Número 1 Noviembre 2015 Posadas - Misiones Edición: Poesía de miércoles Diseño y Maquetación: Gerardo Ramon, Matias Cardozo Corrección: Abigail Zovich Portada: Patricio Diblasi poesiademiercoles@gmail.com issuu.com/poesiademiercoles poetasdemiercoles.blogspot.com


JUAN BAEZ NUDELMAN PATRICIO DIBLASI MATIAS CARDOZO LUDOVIKO CORTéS Romero ANDREA OLMO GUANO MIRRA JOSé GABRIEL BENíTEZ Scarleth Lucía PErez Campos Abigail Zovich SEBASTiáN BAEZ JOSELO PRADO

Lo espontáneo según los registros de mi cuerpo Exponencial Calle Toda verdad puede ser capricho Las turbas desatentas La mirada abierta Estoy acá y soy de noche Poema punto te equis te Soy la manzana agusanada que del árbol se cayó War Nomen Nescio Los cantoneses se comen cualquier cosa que tenga cuatro patas... El insecto atrapado


Juan Baez Nudelman

Lo espontáneo según los registros de mi cuerpo Que las cosas sucedan porque se nos hace agua la boca y que se sientan los aromas del porvenir en la espalda, con juegos divertidos que no consideren lo perverso sino lo infante. Ahora por los costados toman de los brazos tactos remotos de esos que traíamos hace tiempo sin notarlos, guardados. Pisamos la línea de salida sin mirar atrás y ni tanto, sabemos que entre tanto segundo plano quedó algo. Miraríamos por espioscopios sin atraparnos insensatos porque aquello que tenemos golpea el pecho, guardado

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Patricio Diblasi

Exponencial La viral geometría empezó su obra exponencial. En el fondo de paisaje se abrió un gigantesco ojo. Cíclope invisible Testigo de la operación del sol. La masa oscura espera su turno, El rayo viril alumbrará a su tiempo Faz del nacimiento del ciclo. Voces perpetuando el mensaje. Yo, de pie en la esfera Firme en el centro del paisaje.

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Matias Cardozo

Calle Pretenciosa y llena de espinas Madrugador foráneo te veo llegar. Estás aquí. ¿Dónde más puedo estar? Cabezas decapitadas fluyen en un río rojo. Escollos de lo que alguna vez fueron Están repartidos en la arena, Y yo me siento y trato de respirar. La dulce pena se acaba, Ya no te oigo reir. Todo se desvanece y yo te dejo ir. Palabras que retumban en mi oído, Es un tintineo de luces y de sombras. Tiemblo tropiezo y caigo No ves que estoy tirado. Con mi herida palpitando te miro y pienso todo esto se parece a lo que una vez fue.

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Ludoviko Cortés Romero

Toda verdad puede ser un capricho Mi parte interna salva vidas en lo que es ser una mirada Petrificado ante esas cosas que quiero dejar fuera de los sueños. Derribar los recuerdos invisibles a modo de infusión sobre la ciudad. Todo el tiempo puede ser así breve resumen de cosas sueltas. Quiero que te eleves con la piel en cuenta regresiva. Escapan las cenizas de la lluvia como síntesis de un silencio que quiebra el momento. Ante tus ojos, flores de una realidad y los versos me darán respuesta. Constelaciones tus labios me ofrecerán a modo de tesoro entre vientos feroces. Así nuestras vidas serán sincronía.

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Andrea Olmo

Las turbas desatentas Las turbas desatentas fogonean las banderas. Agitan sus cabezas como fieras sedientas. De lĂ­quido que anestesie aquel dolor profundo. De vivir en un mundo cansado de existir, por pertenecer a un tiempo que aprecia a las turbas inquietas

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Guano

La mirada abierta La sombra ecuĂĄnime se desplaza estrechando los contrastes el perfil de las cosas solo obliterada por los accesos de otras luces otros ojos. A veces te veo asĂ­, mirada de infinitos agujeros, como tanque de guerra sueco desdeĂąada sinsentido enamorada superficial como eyacular en el vacĂ­o. Vagando la honda mirada se va sin irse como para dentro una gambeta lenta un susto repetido un placer inocuo una tumba nido.

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Mirra

Estoy acá y soy de noche Creemos ser dueños creemos en lo material creemos en una vida que no es.. En eso están, los paseos nocturnos cucarachas salen de las alcantarillas despertares nocturnos, puertas y techos y lagartijas. Estamos rodeados la noche misma es una bestia salvaje y voraz si esta noche estás acá es solo porque te despertaste. Si esta noche no te despertaste mejor seguí soñando es mejor así no hay tiempo no hay cielo cucarachas, ratas, hombres, mujeres niños y niñas parques de colores arcoiris en el rocío del agua anarquista que brota en algún lugar del amor y el desamor. Pero ¿para qué? Tu sueño es más dulce. 10


José Gabriel Benítez

Poema punto te equis te Poema punto te equis, te. Comiendo una ensalada de cosmovisiones. Hay esclavos gimendo hace dos milenios. Quien quiso que quisiera decir ésto Todo lo que se pueda decir no es suficiente. Saturno desaturará los escombros. Pasáme un sonido Pasáme un texto Pasáme información Facilite el viaje de los que esperan muevase al interior de coche descienda por la puerta trasera

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Scarleth

Soy la manzana agusanada que del arbol se cayó Y me mirás los brazos, me decís que no podés que no podes comprometerte en ser mi vela que una vez salvaste a una loca como yo y no podés darme las respuestas, esas respuestas están en mí aunque no quiera verlas. Y me decís que no podes vestirte de esperanza que aunque lo intentes sólo serás la pausa ante el destino que ansían desde antaño mis ganas...Ni tampoco es que sean mis ganas las aferradas es la depresión ante el autoritarismo, es el no poder hacer nada, saltar por la ventana sería más fácil y más sabio que continuar esclavizada, esclavizada ante el número, la máquina, excluida por pensar y sentir diferente, ser el engranaje de una educación estructuralista, es el no poder adaptarme y me pregunto cuántos ¿Cuántos como yo no envejecen por sostener la idea de un mundo mejor? ¿Cuántos saltan? ¿Cuántos fracasan? ¿Cuántos han sido callados/fusilados por alzar su voz? Me respondo y miro hacia la ventana, no hay rebeldes, no hay nada, estoy sola Resisto. Me caigo.

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Impotencia ante la herencia cultural, sólo quiero dormirme. Me duele estar despierta saber; Que nadie va a responder mis cartas, que Sábato está muerto ¿Y si nadie se comprometiera en seguir su legado acaso? Que sólo me queda el suspiro de aquel querido y remoto muchacho. Que sólo me quedan palabras, que ya no hay escritores que respondan las cartas de suicidio de los jóvenes contemporáneos que como yo sienten que no pueden hacer nada, que es este vacío atroz el que me obliga, el vacío de las pantallas, el vacío de la indiferencia hacia el otro, el vacío de saber que naces para ser esclavo, el vacío de saber que te morís siendo esclavo, a excepción de ser jefe ahí tendrías tus propios esclavos, el vacío de saber que te morís sin haber disfrutado. El vacío ante el mundo masificado, no quiero ser número. Quiero ser libre, pero las tierras tienen precio, el precio de la explotación y la sangre. Quiero ser libre aunque signifique dar la espalda a mi pueblo, Quiero ser libre y me pregunto ¿Porque mi pueblo quiere seguir atado? ¿No ha habido demasiados muertos? ¿Demasiada sangre en la mentira democrática? Quiero ser libre porque a eso vine.

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Lucía Perez Campos

War Hacer el amor como la guerra quererse mucho muchísimo amputarse las partes que explotan clamarse con los ojos dolor punta de lanza todo entregado a la apertura todo lejano todo cualquiera MIS COSAS purificadas en otras tanta mugre acumulada y lo demás sigue el flujo de inspiracines y represalias del punto del pecho del propio de tantos otros duele un punto físico el de todos sumaba tanto que estaba de más siendo parte del sudor que somatiza el cuello no espera más nada no sufre destellos calla 14


Abigail Zovich

Nomen Nescio Tu sonrisa fríamente calculada. El silencio de los pasos en una calle desierta. El olor del azufre escondido entre mis piernas. El vómito de hambre de los huérfanos. El último diente de león que no sopló la primavera. Un paragüas roto abandonado al final del camino. Un gato durmiendo en las sombras debajo de un auto. Una paloma negra acurrucada en el escalón de la entrada. Un padre muerto en la cama de un hospital. El recuerdo de las manos pálidas de mi abuela. La mirada de un perro enfermo antes de morir. Las palabras no escritas que están quemándome las manos. Un nudo en la boca del estómagoque no me deja hablarte.

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Sebastián Baez

Los cantoneses se comen cualquier cosa que tenga cuatro patas, excepto las sillas y las mesas Una vez que la magia se dispersa y por fin podemos volver a casa, entre el sueño que nos obliga a la desesperante necesidad de despedirnos de este mundo como medida para poder sobrevivir un día más en el planeta tierra, este que nos tocó digerir, y gracias la fatiga que la transición entre la noche y el día nos hizo vivir, entre responsabilidades, aventuras y la magia de un grupo de caballeros que nos escoltaron por el sendero de la desorientada pero muy estimulante acción de vivir. Estamos de nuevo en el lugar donde todo empezó en el ojo del huracán que arrastro casas y vacas por los horizontes de esta civilización, tal vez al final de cuentas vos y yo no nos volvamos a ver y lo que paso no es más que la emoción inicial de un sueño inconcluso, pero si pensamos que en esa mentira que los idiotas quieren creer y llaman pensamiento positivo y encontraremos al final de todo ese lavarropas semi automático de emociones que da vueltas y vueltas, si pensamos que encontraremos las puertas al restaurante donde como buenos viajeros , dispuestos a comernos todo lo que nos pongan adelante con tal de no maltratar la cordialidad de nuestros invitadores, beberemos y comernos como si realmente nos gustara.Como si realmente entendiéramos, que si por alguna extraña razón terminamos en algún paraje indistinto de china no tendremos problemas de masticarle la pata ese perrito sazonado con la salsa más autóc-

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tona que nos puedan ofrecer (hablando de supuestos). Vos y yo ya estamos destinados a fracasar en la china o en el fondo de mi casa, perdimos en todo caso por esos arreglos fraudulentos que esa corrupta organización que nos odia se encargó de gestionar. Vos y yo tal vez nos encontremos en la China comiendo un perrito en algún puesto de Pekín junto a sus 20 millones de habitantes y pensando en aprender cantones porque los cantoneses se comen cualquier cosa que tenga cuatro patas, excepto las sillas y las mesas, vos yo estamos definitivamente destinados a no durar nada más que un perro en algún puesto de China. Bueno tal vez en China pero sin tener que comer “perro” en el almuerzo o en cualquier comida, probablemente todo esto resulte como consecuencia de la cultura local o del desvarió por el cual paso mientras vuelvo a casa tratando de no morir ahogado por la botella de ron con ruedas en la que se transforma el colectivo un domingo por la madrugada, una vez más por fin puedo volver a casa y dejar que el mundo se cierre como se cierran mis ojos por vos, una emoción destinada a fracasar.

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Joselo Prado

El insecto atrapado Revoleteó sus alas con todas sus fuerzas una vez más y levanto vuelo, ya era la cuarta o quinta vez que intentaba lo mismo: escapar de esa casa. Pero sus esfuerzos eran inútiles, siempre que veía la luz y se dirigía hacia ella, se chocaba con una ventana cerrada. Pobre insecto, pensé yo, está tan cegado por su afán de libertad que no puede razonar y buscar otra salida. Sólo quiere seguir a la luz, no importa cuántas veces choque con la ventana cerrada. Se caerá, levantará vuelo y lo intentará de nuevo. ¿Seremos así de obstinados los humanos?, pensé. No había mucho para hacer en esa casa, al igual que el insecto, yo también me hallaba atrapado en ella. Ya la había recorrido centímetro por centímetro en busca de una salida, pero fue inútil. Mi único contacto con el mundo exterior y mi tan ansiada libertad era esa ventana que estaba cerrada. A través de su vidrio podía ver el mundo exterior, pero era inútil, todos mis esfuerzos para romperla y huir resultaron en vano. Al contrario del insecto me resigné a sentarme y esperar la muerte, o en el mejor de los casos a alguien que me rescate. Hasta ahora mi espera ha sido en vano, ni mi salvador ni la muerte se hacen presentes en este lugar. Sólo estamos el insecto y yo. Ya aprendí a quererlo, aunque al principio lo odiaba, todo el día con su zumbido revoleteando por la casa y volviendo siempre a la ventana. Después lo compadecí, hice lo mismo apenas desperté en este lugar, pero me resigne a la espera de algún

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salvador. A veces es como un juego en el cual intercambiamos los roles. A veces soy el insecto chocando con el vidrio, mientras él me observa. Además de la ansiedad que siento mientras busco la luz también el miedo me invade, porque puedo ver en sus ojos la verdad. Él sabe que estamos condenados y no hay salida, y parece disfrutar de eso, mientras yo revoleteo mis alas y choco contra el vidrio.

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