Juan Baez Nudelman
Decimos para no decir
EDITORIAL RAYMOND Colección Poesía Risgráfica
Juan Baez Nudelman Decimos para no decir - 1° Edición Primavera 2014 RAYMOND Editorial - Posadas, Misiones. raymond.editorial@gmail.com Facebook: RayMond Corrección: Juan Ignacio Pérez Campos Ilustración: Joaquín Benitez Diseño y Maquetación: Gerardo Ramón
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oxímoron Hay cubos en el paisaje agreste. Olor a muerte en la hojarasca. Ambulancias llevando piadosos hacia sus depredadores. Hay hombres haciendo cola para adoptar niños de la mano de hombres que aplauden la institución. Hay mujeres dejando a sus hijos en la lluviosa noche de la madre. Tenemos tenedores para comer con la mano, manos para pegar patadas. Hablamos de libertad mientras nuestros vecinos llaman a la policía por ruidos molestos. La bohemia honra hasta el hartazgo a sus muertos y juzga de falsa la alegría de quienes gritan gol. Queremos enamorarnos del amor, y seguimos con los genitales en una mano, y el currículum vitae en la otra. Decimos cosas para no decir cosas. Pensamos para no sentir. Y yo, particularmente, hablo de salud mientras exhalo humo en tu cara.
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II Encuentro en tu aclamada ley de inercia todo el temor al misterio de la quietud. Y esto lo pregunto bastante en serio: ¿qué pasaría si cualquier día de estos tu danza deja de llamar a las lluvias?
¿Cuántos artilugios desarmados encontrarían en ti, fanática oscilante, los espíritus del desierto y el silencio?
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la vigilia El sitio es de pronto ilegible, allí donde se redirecciona la vida misma, allí donde el puerto se ha secado, allí donde el reflejo es un reflejo, de un reflejo, de un reflejo, de un reflejo... El tiempo ha dado al hombre espejos. Y más sabe quien desde todos sus vértices mira, pues los puñales no le llegan. Aunque pueden perderse (por el detalle de las alas y porque las plumas confunden a cualquiera) verdades tales como la carente espalda de un ángel. Que es inmortal porque no tiene espalda y quien no tiene espalda sólo al corazón un cuchillo le llega.
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fungi No puedo olvidar nada y es que vi demasiadas películas: la mirada percibe locaciones inmensas y un infinito plano terrenal para extras del mundo que se posan indiferentes en la sinfonía esférica del crepúsculo a la intemperie y una aguja silenciosa editando los retazos.
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no prometo Voy crudo contra lo inanimado que tiene mi imaginar terrorífico que tiene el revólver más a mano que cualquier clase de voluntad corajuda.
Me trago uno, dos, veinte tragos que requieren el acto de pertenecer, que desorbitan cualquier hilo de pensamiento, que dejan a la deriva cualquier clase de nave. Me fumo sin quejas la escena que ejercita una mayéutica cínica, que reitera una estructura de relato, que básicamente no dice nada nuevo. El viento pierde aliento pero tengo frío y es temprano y estoy perdido pero no estoy aturdido ni vacío. Y estoy golpeando, cosas que devuelven el golpe.
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yo no soy el hijo de nadie Yo no soy el hijo de nadie pero tengo derecho a mis cuarenta d铆as de tentaci贸n en el desierto.
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ser honesto Hoy haría de cuenta que nunca, nunca, nunca, estuviste. Así quizás mi memoria se estanca pero en otras cosas.
Hoy haría como que te veo pero por segunda vez, o tercera. Así quizás mis sentidos se entusiasman, pero por otras cosas. Hoy haría como que te fuiste pero que mañana volvés. Así quizás la ausencia me provoca pero con otras cosas. Después haría como que volvés y discutimos de nuevo por las mismas cosas.
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las promesas de Nira Agua que voy a encontrar bebiendo de tu copa, derramando todo.
Seré yo la lluvia mansa que se esparcirá en tu cielo, que alimentará a tus hijos. Me pronunciaré dueña de la leche, origen de tu pueblo, tierra donde tus semillas. Veremos el futuro como el río que viene a inundar los caminos, para humedecer la gracia y las pasiones.
Y entonces dormirás, seguro entre mis pechos. Te daré el sueño más poderoso de los hombres para que despiertes hambriento de mí durante el desayuno.
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el héroe Soy lo primero y lo último porque mi momento siempre viene. El cuerpo que me sostiene, un lienzo de ensayo azaroso donde poner al destino simbólico la contradicción de la opción absoluta.
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X Juguemos a extirpar cada cuadr铆cula de recuerdo cada conmoci贸n adquirida de nuestros tiempos compartidos de nuestros espejos rotos que de tanto buscar cosas ya he vivido demasiados encuentros pero ni un solo hallazgo.
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trance Hoy me siento tan fuerte, poderoso y capaz -en tremendo estado talque me ofrezco voluntario para abdicar a cualquier clase de cosa. Tengo el sigilo del monóxido de carbono. Abro con las uñas El cuero grueso de un jabalí. Corro a la velocidad del más cobarde de todos. Tengo el apetito de una jauría rabiosa.
La clarividencia de ser antes de ser y comprar en el mayor arrebato un helicóptero con mi primer sueldo por si las cosas salen mal.
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bien vestido No hay tiempo más filoso que este que se mide en desventajas. No hay venas más cargadas que cartuchos de napalm y siesta húmeda. (Una sierra tomada por las llamas, una meseta de plantación bochornosa.)
La rumiante somnolencia de anteponerse a la circunstancial pulcritud de paciencias que me curan cuando hablo desde del yo sin saber muy bien por dónde continuar, Me agota a cada hora y momento. Si bien no llego tarde algo se demora: No es la fila de entrada al carnaval pero tampoco es como faltar a misa.
¿Qué centro estoy perdiendo en los cuadros? ¡Qué siniestro se ha vuelto el miedo! Despacio se devoran las sobras y hasta se confunden los capaces con los rapaces.
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recorte Tu cuerpo se abre como un sol en el suelo y bebo un manantial de agua con sal y vino vertido que es la fuente de azules que bajo un nombre desconocido nos moja las manos y el pecho y se lleva el resto consigo.
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alunario Porque se resiste tanto a la noche como se distrae por la mañana, brinda la misma copa una o dos veces para esperar a que su contenido lo ahogue.
Rara vez visualiza el aire como lo es el aire y menos respira si a la intemperie se encuentra. Mas cae en desaliento sobre arandelas vertidas que hacen a su invención cosmopolita un cráter. Al trabar los puentes, la insolación, como cíclope brillante de las tundras, oxigena el vientre que lo intuye eludiendo toda clase de lumbre.
No hay entero un mar que lo diluya ni esfera, disco ni rumor más dulce, que la totalidad de sus pétalos descendientes seduciendo al canto de vérselas diezmadas. Y arrasa toda boca así: con un beso eterno, con una copa de vino centenario con el fulgor de una propuesta insoslayable.
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pedestal Vos y yo. Mi lavarropas ruge furioso, Te llama, te abre la puerta Te espera.
Vos y yo. Mi memoria propensa a contrariar Se regocija en tu desvelo.
Vos y yo. Hemos sido vĂctimas del cambio (Creo que nadie puede refutar esta redundancia) Vos y yo. AquĂ hacia la mar Y los desafĂos del hombre. Vos y yo. Conectados Por un auge ordenador. Vos y yo. #Palabra amor.
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feng shui Antes de que el hielo termine de fundirse en la mesa, junto a los frascos, quiero una respuesta.
Colándose por los pasillos del departamento, reviviendo la salvia, rozando el piano, desafinando mis guitarras. Como un rastro hipócrita de las bóvedas que dan ilusiones al por mayor de una vida sin manchas químicas, sino más pasiones algorítmicas. Y sigo prefiriendo marrón donde el gris y me sigue la culpa, el hambre, el viento, la miseria, el modernismo la hondura y el benteveo con su sombra en mi cabeza. Con su forma sofisticada de hacer que la procesión sea por dentro.
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lo no resuelto No confíes nunca en los muchos nombres que utilizo para presentarme. Mi denominación es falsa y deja escapar la manía que tengo por editarme. Quiero que percibas en mí el hurto de latiguillos, la decadencia de mis humoradas, lo inverosímil en mi actitud y la flaqueza de mis modos.
Cúbreme con la imagen de tu juicio. Cúbreme con una película fina de impostado temple. Cúbreme. Y no me mires mal por decir que trasvisto mi deseo: Estoy a la orilla de la alfombra mágica para confundirme con el misterio que nos dispone cerca o lejos pero siempre expectantes por el placer de lo no resuelto.
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internet Montar a caballo y quemar el campo hacer reír a un viejo agonizante pomperse la voz o las rodillas en la multitud. defender ofendiendo. Quiero que pienses en: Dormir con una luz prendida en la cara. Rezar con los genitales al descubierto. Comer con hambre. Hervir el agua que te lava. Cometer un delito mínimo. Archivar, clasificar y cuantificar Tu mirada en el espejo del primer baño que encuentres si todavía tenés ganas de contemplar un cuerpo.
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entereza Quisiera encontrarte débil para que te derritas y desvistas, que te tropieces y que caigas, que manches de vos mi camisa.
Tendría tu aroma en el pecho cuando saliera a revolver tu canto. Reviviría mi organismo: me prendería, combustible sacro.
Quisiera volverte frágil, que te escapes de mis manos, perseguir tu pisada aguerrida, percibir en el aire tus gestos cansados. Me quitaría cosas en secreto para que me vayas juntando y que me llenes de trampa al refugiarte en mi adentro.
Quisiera encontrarte débil para que por vos me derrita y al romper mi sueño fatuo manches de nuevo mi camisa.
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oficio de la guerra Nada te salva ya: podés escaparte a plena luz del día y no correr más que el riesgo alienante. Porque si elegís la claridad de la mañana probablemente nadie esté preparado para recibirte con brazos abiertos. Pero así es como fundamentamos la guerra para pasar hambre, el afecto para sentir ausencia, la distancia para estar cerca. Y es natural que así sea: que la frustración invada la piel de uno que no puede con esto y que se cansa de anotar nombres, en una lista de personas que inventa para que tomen la piel de otras personas. Ese sujeto que enfatiza su soledad no está solo y sabe que falla. Se siente parte de un fracaso irremediable: Más vinimos para equivocarnos, piensa, y sube una montaña apenas alta, pero suficientemente elevada para sentirse expuesto al mundo y libre de estar en una lista con nombres de personas.
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El incesante flujo de la vida, como una burocrática competencia de egos, nos obsequia un dejo de importancia por cada cosa que hacemos. Formamos parte de un sistema, más o menos obvio, que son personas dispuestas al arrebato de personas. Suena horrible, pero ¿no es un poco así el amor?
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distancia (Confesión indecorosa) Se deben a tus gritos que la ciudad, enteramente tomada por los aciertos, repita sin aliento la pena sombría al barajar la vorágine de su misma distancia.
Lo que miran, sin embargo, mis amistades, es un conjunto de adaptaciones al cambio que radican en sus corazones llenos de pena, envueltos en la gloria del minuto noventa y dos.
Deposita, mi erupción aclamada por la ciencia, una lista de preguntas que se responden en justa y sana cuenta regresiva que no se contar para devolverme el derecho del hastío. Por lo pronto esa distancia me une: el cenit se yergue sobre el deseo incumplido, horizontal de que ferozmente esté lejos la posibilidad de concretar un beso en tiempo récord.
Esas ropas me contaminan el perfume. La sonrisa faltante se presenta para terminar con todo el misterio, para decir desde mi boca aquello que no digo.
Juan Baez Nudelman
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