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La aceptación del Cristo del
Mis primeros recuerdos de juegos en la infancia, la juventud y todas las etapas de mi vida están salpicadas de momentos y vivencias relacionadas con la Semana Santa. La cofradía, específicamente, es un lugar comúnenelque,almargendeahondarenlafe, se sociabiliza con otros cofrades puesto que ofrece en ocasiones esfuerzos comunes en los que personas diferentes y de edades muy diversas nos reunimos, compartiendo unas vivencias comunes de generación en generación. Uno no puede olvidarse de la admiración con la que de niño observaba a sus mayores cómo vivían la Semana Santa y verla reflejada hoy en muchos de los que son niños, la emoción e incluso las lágrimas de algún familiar al discurrir la procesión, la primera vez que portó el paso o simplemente las conclusiones a la meditación de las catorce estaciones del vía Crucis al contemplar a Nuestro Cristo del Refugio, pero en muchas ocasionesnisiquierasetratadeimágenespues es suficiente un olor o el propio silencio para evocar retazos y sentimientos pasados que se tornan presentes durante esta noche de Jueves Santo y es que precisamente todo ello lo he podido constatar gracias a nuestra estupenda CofradíadelSantísimoCristodelRefugio.
Muy pronto descubrí que además de paladear la belleza de la imagen de nuestro Cristo y su trascendencia había muchas preguntas que hacerse y que necesitaban respuesta. Y en ello estoy, informándome y aprendiendo no solamente en archivos y en los libros porque también sigo aprendiendo de muchas otras personas y cofrades. Poco a poco fueron creciendo en mí los intereses y los enfoques hacia esta Cofradía, pero el germen estáaquí.
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Ver a niños de pocos años vestidos con túnica y saber que cofrades al fallecer portan el mismo hábito con el que procesionaron en su vida, rodeados y siendo alumbrados por los que fueron y seguirán siendosushermanosmesiguepareciendoalgo de una hondura que me estremece. Y, por añadidura, si la Semana Santa está presente en mí a lo largo del año, es en estas fechas cuando reverdeceextraordinariamente.
Una vez expuesta mi dimensión humana del Jueves Santo no sería desdeñable hacer unas pequeñas consideraciones desde el puntodevistatrascendente.
En el Jueves Santo se trata de la "aceptación". Celebramos la institución de la eucaristía y del sacerdocio. En la eucaristía, Cristo nos acepta fuertemente. En tiempos de Jesús, compartir la comida con otro era ya para sus coetáneos aceptar al otro, unirse a él. Si yo como con otro, no puedo tener reparo alguno contra él. Como del mismo pan, bebo de la misma copa y de esta manera hago alianza con el otro. Cristo acepta este símbolo, y es Él mismoquienseentregaenelpanyenelvino.
Así como el pan se hace "uno" con quien lo come y el vino empapa íntimamente al quelobebe,asíCristosehaceunoconnosotros en la eucaristía. Ya no hay nada más en nosotrosquenoseatomadoporÉl.
Además, en Jueves Santo, un rito propio de la Eucaristía alcanza su máxima dimensión y expresión, se trata del lavatorio delos pies, en él, Jesús manifiesta a sus discípulos su muerte, que se hace presente y real en la eucaristía. Le llega la muerte y Jesús se inclina hasta nuestros pies, se rebaja hasta al polvo, toma Él, ciertamente, la condición de esclavo lavándonos los pies. Nos limpia de nuestro barro, y en este instante se puede decir que estamos totalmente limpios. Participando verdaderamente de Él, tenemos comunión con Él. En el lavatorio de los pies se nos revela de forma real lo que se celebra en cada eucaristía, enlaqueloshijosdeDiossomosaceptadoscon nuestro pecado, éste queda enjugado y nos convertimos en unidad con Cristo. Al recibir su cuerpo,Él desciende antenosotroshastalos piesynosacepta.
La otra aceptación se nos revela en el Huerto de los Olivos, en el que Jesús, abandonado y ninguneado por sus discípulos expresa su dimensión humana y muestra sus reservas al Padre. Él sabe que aceptará la Pasión y morirá en la Cruz pero Jesús siente soledad, desasosiego y terror de ello y ruega al Padre que deje pasar este cáliz, pero se entrega a la voluntad del Padre. Aceptar significa sin dudar cumplir la voluntad del Padre, afirmar aquello para lo cual Dios cree que cualquiera está capacitado, reconciliarse con el propio devenir. Y en ese instante que no podemos evitar, nos llegará a todos alguna vez en nuestra vida. Nuestra Cofradía nos invita el Jueves Santo a pasar la noche con nuestro Cristo del Refugio para decidirnos, como Él, a aceptar la voluntad del Padre debiendo estar alertaconÉlparanocaerenlatentación.
Las tentaciones que Jesús padeció en el desierto vuelven a relucir de nuevo en el HuertodelosOlivos.Estemosexpectantescon Cristo para superar estas tentaciones, para no ensimismarnos por el poder y en sentirnos superiores a otros, entregándonos a la voluntad de Dios para alcanzar el verdadero triunfoquenoessino,laliberacióndelpecado.
Eshumanoynecesariocontemplara nuestro Cristo del Refugio en su angustia y en su soledad. Así, también nosotros podemos tenermiedoysentirnossolos.MirandoconFE a Nuestro Cristo aceptaremos nuestra propia angustia y soledad, por cierto, una soledad y angustia en la que ninguno de nuestros hermanos puede acompañarnos, solamente Nuestro Cristo del Refugio puede hacerlo. Por ello, ¿os parece buen plan el acompañar a nuestro Cristo del Refugio en la procesión del SilencioesteJuevesSanto?Estoyseguroqueel resultadoserácuantomenos,reconfortante.