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Gráfico 1. Ciclo de fragmentación política en América Latina Gráfico 2. Fragmentación presidencial agregada. Sudamérica, 1958 –
(In)gobernabilidad
Una consecuencia inmediata del aumento de la fragmentación es un posible escenario de ingobernabilidad futura. Dada la doble legitimidad presidencial y legislativa a la que hicimos mención anteriormente, un presidente de turno que no cuente con un apoyo mayoritario en el Órgano Legislativo puede generar parálisis gubernamental, bloqueo político (deadlock) y una alta demora en el proceso de toma de decisiones públicas. Esta situación de bloqueo institucional puede estar acompañada por una tensa disputa política entre el oficialismo y la oposición, lo cual puede acrecentar la inestabilidad política general por dos razones. En primer lugar, porque estos escenarios tienden a potenciar (y a ser potenciados por) altos niveles de polarización política en los cuales ninguno de los espacios con capacidad de decisión quiere acercar posiciones con sus rivales. En segundo lugar, porque ese tipo de escenarios puede derivar en pedidos de destitución o juicio político al presidente de turno, lo que acrecienta aún más la inestabilidad política y genera un impacto negativo en el sistema político en su conjunto. Si bien la destitución presidencial es un mecanismo institucional contemplado en las constituciones nacionales y se encuentra dentro de los márgenes legales de funcionamiento de todo sistema, la salida presidencial por esta vía suele potenciar la sensación de inestabilidad en todos los actores partidarios, que también alcanza la dimensión social y económica.
Para evitar este peligroso coctel político-institucional, quienes aspiran a ganar elecciones y gobernar construyen coaliciones electorales que les permitan, en el largo plazo, superar posibles escenarios de parálisis gubernamental o, peor aún, una destitución presidencial que los lleve a perder el espacio de poder conquistado. Si la fragmentación partidaria aumenta y potencia las posibilidades de una situación de ingobernabilidad garantizada, la construcción de coaliciones políticas estables es la resolución por la vía de la gobernabilidad asegurada.
Espacio político
La literatura especializada sobre competencia electoral en América Latina ha encontrado ciertas dificultades metodológicas y empíricas para clasificar a los partidos políticos dentro del tradicional esquema izquierda-derecha (Roberts 2002, Colomer y Escatel 2005). En este sentido, si bien la ideología es una arista de análisis compleja, los actores latinoamericanos se ubican en el espacio político5 a partir de la toma de posición sobre determinados asuntos de relevancia pública. Existen tantas dimensiones de debate político como temas aborden los partidos, lo que les permite a los electores identificar las posturas políticas de cada uno.
La toma de posición sobre cada asunto opera como un parámetro para determinar en qué medida están más o menos de acuerdo en torno a cada decisión que se debe adoptar en un marco institucional determinado.
Un menor grado de acuerdo implica una mayor distancia en el espacio político, mientras que mayor consenso incide en una mayor cercanía.
En este sentido, los partidos políticos que deciden conformar una coalición lo hacen en tanto se sienten cercanos en el espacio político, encontrando más puntos de contacto y coordinación que diferencias manifiestas. Al mismo tiempo, este acercamiento se hace a partir del cálculo de posicionamiento en múltiples dimensiones de discusión pública, como la economía, el rol del Estado, la educación, las relaciones internacionales, el desarrollo social, la seguridad, etc. Dado que cada partido asume una posición determinada en cada una de ellas, mientras más corta sea la distancia en una mayor cantidad de dimensiones, mayores serán los incentivos para acordar. Esto permite considerar que las coaliciones políticas están conectadas en términos programáticos (Axelrod 1970).
5Anthony Downs (1973) inició los estudios sobre análisis espacial para indagar sobre el posicionamiento político de los actores partidarios. Si bien sus aportes teóricos posteriormente fueron traducidos al tradicional esquema izquierda-derecha, se considera que estas nociones analíticas son útiles para poder comparar de manera más general en la región latinoamericana cómo y por qué determinados actores partidarios se unen para formar coaliciones políticas.