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Normas Sociales y Competencia Inter-Partidista

mujer adicional por cada cinco nombres siguientes. En Bélgica, la ley de cuota de género de 2002 requiere que todas las listas electorales incluyan un número igual de hombres y mujeres. Además, los primeros dos candidatos de una lista no pueden ser del mismo sexo. Los funcionarios electorales rechazan listas que no cumplen con este requisito. Las cuotas neutras en género que establecen un máximo o un mínimo de cada género constituyen otra variación. Por ejemplo, la predecesora de la ley de cuota de Bélgica de 2002, sencillamente estipulaba que una lista electoral no podía incluir más de dos tercios de candidatos del mismo sexo.

Algunas leyes no imponen cuotas pero sin embargo ofrecen incentivos para equilibrar las listas. Bajo la ley de paridad de género de Francia aprobada en 2000, aquellos partidos que coloquen a un género en menos del 48 o más del 52 por ciento de sus candidaturas a nivel nacional se les penaliza con reducciones a su financiación pública. Se utiliza una escala descendente para calcular la reducción: cinco por ciento por una diferencia entre géneros de 10 por ciento; 30 por ciento por una diferencia de 60 por ciento; y un máximo de reducción de 50 por ciento por ciento por una diferencia de 100 por ciento. En la práctica, a veces los partidos políticos están dispuestos a pagar la penalidad por no lograr una paridad de géneros (Norris 2004).

En México, según la enmienda a la ley electoral de 2002, los partidos no podrían incluir a un género en más del 70 por ciento de sus candidaturas principales. Sin embargo, la ley sólo aplica a las siguientes cinco elecciones (2003, 2006, 2009, 2012 y 2015) y obviaba el requisito de la cuota si los partidos utilizaban el “voto directo” para seleccionar a sus candidatos (Baldez 2004). En enero de 2008 se aprobó un nuevo código electoral que retiró el límite de tiempo sobre las cuotas y requirió que cada género obtuviera no menos del 40 por ciento de las listas de candidatos. Tal y como fue el caso en 2002, la ley de 2008 incluye la disposición de ordenar las listas de representación proporcional y dispensa el requerimiento de la cuota para escaños del sistema de mayoría simple siempre que los candidatos sean seleccionados por procesos democráticos que guarden coherencia con los correspondientes estatutos del partido.

En algunos países hay escaños reservados para algunos grupos meta. Los procedimientos para ocupar estos escaños varían de país a país y es posible que no requieran o involucren la nominación por parte de un partido político. En Uganda, un grupo especial de seleccionadores identifica a los individuos que ocuparán los escaños reservados. En Tanzania, los escaños reservados para mujeres (por lo menos 20 pero no más del 30 por ciento del total) son asignados a los partidos políticos en proporción al número de escaños que ganen durante las elecciones. Se podría decir que los escaños reservados podrían crear desincentivos para que los partidos aseguren que los grupos meta sean debidamente representados en la lista de candidatos para “escaños abiertos”.

NORMAS SOCIALES Y COMPETENCIA INTER-PARTIDISTA

Los procesos de selección a menudo reflejan las normas sociales. Por ejemplo, durante el siglo diecinueve los partidos políticos canadienses constituían principalmente camarillas de notables y débiles redes locales lideradas por importantes figuras de la comunidad. En ausencia de la militancia formal y de estructuras partidistas a nivel nacional, la idea de que las redes locales escogieran a sus propios candidatos fue ganando terreno y hoy continúa siendo un importante principio de la selección de candidatos.

Muchos partidos, tanto en las democracias establecidas como en las incipientes, están experimentando una mayor democratización en los procesos de selección de candidatos. En democracias más establecidas, las explicaciones de este fenómeno incluye el “declive” de los partidos políticos como organizaciones de masa en parte como resultado de desarrollos económicos, sociales y tecnológicos que liberaron a la ciudadanía de su dependencia de los partidos políticos. En vista del debilitamiento de los vínculos entre ellos y el público, muchos partidos ampliaron sus grupos

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