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COMPOSTELA Y MÁS ALLÁ

La etimología del término Compostela ha sido muy discutida. Según una teoría, no muy aceptada actualmente, vendría de “campus stellae”, campo de estrellas, haciendo referencia a las luces o luminarias vistas por el ermitaño Paio o Pelayo, que puso en conocimiento del obispo Teodomiro, y que fue el lugar donde descubrieron el enterramiento que creyeron pertenecía al apóstol Santiago. El Cronicón iriense, del siglo XI, considera que “compostela” deriva de “compositum tellus”, que significa “tierra hermosa” o “bien compuesta”. Otros creen que deriva de “componere” en el sentido de “enterramiento” más el diminutivo “-tella” que sería algo así como “cementerio sagrado”.

Aymeric Picaud, en su Liber Peregrinationis, escribe:

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Compostela, la excelsa ciudad del Apóstol, llena de todo tipo de encantos, la ciudad que custodia los restos mortales de Santiago, motivo por el cual está considerada como la más dichosa de España.

Poco antes de alcanzar Compostela, los peregrinos llegan al Monte do Gozo, también llamado Monxoi o Monroi. Antaño caundo iban en grupo se proclamaba rey de la peregrinación al que llegara el primero al Monroi (puede estar en el origen de los apellidos franceses Roi o Leroi). Y tras la declaración descendían del Monxoi y aceleraban el paso cantando himnos de alabanza al Santo:

Herru Sanctiagu Grot Sanctiagu E ultreya e suseia Deus adjuva nos

(Señor Santiago / Gran Santiago / más allá, más arriba / Señor, ayúdanos)

Toma mucho tiempo llegar desde no muy lejos. Poco antes del final, escalamos la pequeña colina llamada Monte do Gozo. Al alcanzar esta altura desde la cual la ciudad, tan largamente anhelada, puede ser vista repentinamente a media legua

de distancia, los peregrinos de antaño se arrodillaban, derramaban lágrimas de alegría y comenzaban a cantar el Te Deum.5

Actualmente se tiende a valorar más el camino en sí mismo que el destino. Se han empezado a recorrer otros caminos con finales alternativos como Finisterre o Muxía: Finisterre por ser considerado el extremo occidental del mundo antiguo y Muxía porque allí se encuentra la llamada Pedra de Abalar, piedra en la que, según la leyenda, se transformó la barca donde iba la Virgen que se había aparecido a Santiago.

Así como ninguna montaña termina en la cima, de la misma manera ningún peregrino termina en Santiago. La ciudad y el santo enterrado allí son un punto de pensamiento, pero el camino continúa. Sigue hacia el oeste: Finisterre. Así que, cuando el peregrino llega a Compostela pensando que no quiere nada más que detenerse, y aunque la ciudad enreda sus pies de manera que, por uno o dos días, o una semana se queda quieto, o camina de estatua en estatua besando al apóstol Santiago, o se acuesta en una cama en un sueño, llega el día en que despierta. La mañana le abre sus ojos azules. El tiempo es un camino. Es hora de partir: Finisterre.

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5 CARSON, Anne. Tipos de agua: el Camino de Santiago. 1ª ed., 4ª reimp. Madrid: Vaso Roto, 2020. ISBN 978-84-948989-0-7

6 CARSON, Anne. Op. cit.

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